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Cacería por Seiken

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-Pandora… 

 

Hades en ese momento sentía una decepción absoluta por su hermana, no alcanzaba a comprender porque los había traicionado y si era cierto que lo deseaba como su omega, pensando que no se quitaría la vida antes de que eso sucediera. 

 

-Ni siquiera empiezo a comprender por qué razón nos traicionaste… 

 

Ella era una mujer hermosa, mucho más hermosa que cualquier otro mortal, los dioses así le habían creado, Hefesto la creó en su forja, los dioses le dieron sus dones, Pandora era perfecta, podría tener el amor de cualquiera, por lo cual, no entendia la razon detras de esa locura, de su traición. 

 

-Por que te amo y quiero ser amada por ti. 

 

Eso era una locura, pero Hades no demostró cuán desagradable le parecía que Pandora quisiera su amor para ella, no el fraterno, sino aquel de un amante y que pensara, erróneamente, que después de esa traición él podría aceptarla a su lado, ni siquiera en ese momento deseaba verla.

 

-Y lo que conseguiste fue que yo te desprecie, que todo el afecto que sentía por ti se transformara en odio, hermana. 

 

Hades sostenía su espada en una de sus manos, en una postura relajada, escuchando como los combates iban en aumento y como los soldados, tanto alfas como omegas, empezaban a destruir a sus enemigos, a los lobos, sus cazadores, aquellos seres perdidos en la locura de los dioses de la cacería.

 

-Y ese odio se transformará en amor y sumisión hermano. 

 

Pronunció ella, con tanta seguridad que logro que el estomago de Hades diera un vuelco, que su desprecio aumentará un poco más, por lo que le había hecho a Cheshire, por lo sucedido con su segundo juez, con Radamanthys, al que le dieron la espalda desde que inició esa locura. 

 

-Seras mi omega, mi amado esposo y serás feliz de esa forma. 

 

Eso último logro que sonriera, con burla, riéndose de sus palabras abiertamente, no sería su omega, no sería su esposo y mucho menos sería feliz de aquella manera, aunque, lo más divertido era que Pandora pensaba que podría derrotarlo con facilidad, el era mucho más fuerte, el siempre derrotaba a la vida, sin importar la forma que tuviera.

 

-Primero tendrias que derrotarme, hermana. 

 

Fueron sus palabras, aún sin elevar su espada, sin atacar a la traidora que le veía en silencio, fijamente, como si se creyera superior a la muerte, como si pensara que solo así podrían arrebatarles la libertad, sin una pelea, sin derramar sangre de esas malditas bestias sin cerebro, guiadas por sus instintos más bajos.

 

-No tengo que pelear contigo, solo debo iniciar tu celo. 

 

Pandora estaba segura de sus palabras y de su victoria, únicamente, porque pensaba que su celo les debilitaría, pero, seguramente no conocía cual era uno de los Ases bajo su manga, la medicina que habían creado, que Hefesto creó para mantenerlos seguros.

 

-O iniciar el celo de todos los omegas. 

 

Una que Degel mejoró, ese soldado era sin duda un genio, era brillante y pudo aumentar la potencia de la medicina, aunque, duraría un poco menos de lo diseñado por el dios de la creación mecanica, esta fórmula resistiría el cosmos de la diosa de la creación y ya estaba funcionando en sus cuerpos, lo único que debían hacer, era derrotar a sus enemigos de prisa.

 

-Eres un monstruo. 

 

Ella usando el cosmos de Demeter creó una onda de choque, la cual empezó a recorrer cada rincón del campamento, esperando que así el celo de los omegas diera inicio, que así su hermano careciera de la fuerza para enfrentarse a ella, verlo de rodillas, ansioso por un alfa, ella.

 

-No lo soy, solo estoy enamorada y pronto seré correspondida.

 

De nuevo Hades rio al escuchar esas palabras, encontrandolas tan ridículos como lastimeras, no le amaría y si usara su celo para violarlo, no solo le despreciaría como en ese momento, también le odiaría, como el monstruo del que se trataba. 

 

*****

 

Ares estaba furioso, completamente fuera de sí, al saber que la medicina que había tomado Hefesto no había funcionado como ambos pensaban, no era inmediata, por lo cual, esa primera vez, cuando le hizo el amor en su cama, cuando lo mordió, el dios de la creación estaba en estado de celo, lo que significaba que tal vez pudo embarazarlo. 

 

Afrodita hipotéticamente no solo se había robado a su amigo, lo había secuestrado sin medir las consecuencias de sus asquerosas acciones, sino que también, se había llevado a su posible omega embarazado, para arrebatárselo, para violarlo.

 

-Voy a matarlo, le haré sufrir y suplicara piedad. 

 

Susurro para sí, matando a tantos lobos como podía, cortando sus cabezas, sus torsos, escuchando a su lado la batalla que libraban Asmita y Defteros, quienes no se habían separado ni siquiera unos metros, ambos cuidando del otro. 

 

-Hacen una bonita pareja. 

 

Sabía que no era el momento, pero también pensaba que esos dos se tardarian el mismo tiempo que ellos se tardaron en darse cuenta que se amaban, pero al ser mortales, podrían morir antes de eso. 

 

-Pero sigo vigilandote. 

 

Asmita no respondió, actuando como si no hubiera escuchado esas palabras, pero Defteros se sonrojo, comprendiendo perfectamente a qué se refería su padre, solo porque los vio haciéndolo como si fueron conejos o gatos, o alguna clase de animal salvaje en sus habitaciones, de lo contrario, el mensaje de su padre se hubiera perdido. 

 

-Y aun no te han dicho que te desean. 

 

Asmita no se digno en responderle al dios Ares, comprendía perfectamente que al ser el padre de Defteros, al ser el primero hijo nacido omega del dios de la guerra, lo cuidaria como su mayor tesoro, porque eran los omegas quienes daban vida a las nuevas generaciones de una familia. 

 

-Y esperaré paciente hasta que llegue ese día… 

 

Pronunció por fin, pensando que si bien, no creía que tuviera que aclarar sus intenciones con su buen amigo Defteros, mucho menos ante el dios de la guerra, no quería que Defteros pensara que no lo amaba al guardar silencio o negar sus sentimientos profundos. 

 

-Pero de no llegar, aun así, me conformo con su amistad y con su camaradería. 

 

Y era cierto, se conformaba con ser el amigo de Defteros, de no ser correspondido. 

 

-Defteros es sumamente importante para mi. 

 

Ares podía ver eso y al mismo tiempo, podía ver que Defteros apreciaba mucho a su amigo ciego de la bonita cabellera. 

 

-Lo se… 

 

*****

 

Erebus aun sostenía a la muchacha en sus brazos, sin comprender por qué razón Hakurei había utilizado su cosmos para dañarla, ella era su hija, nacida del amor que Hypnos le tenía, porque dañarla, si era lo más valioso que tendría, cada uno de sus hijos era valioso. 

 

-¿Acaso has perdido la razón? 

 

Hakurei no respondió, observando a esa muchacha que era protegida por el dios de la oscuridad, no el dios de la oscuridad, la oscuridad misma, comprendiendo que era su hija, pero que si Hypnos comprendía lo que había hecho, no podría perdonarlo, de ninguna manera.

 

-¿Por qué la atacaste? 

 

La razón era simple, no deseaba que Hypnos comprendiera lo que le había dicho al dios de la oscuridad, lo conocía tan bien que sabía que no podría perdonarlo por ello, que no le dejaría realizar esa acción, aunque se estuviera llevando su cordura con eso. 

 

-Ella le dirá a su madre que hicimos, así no nos aceptara y no quiero seguir viviendo sin él, sin Hypnos y se que el dolor de perder a su alfa lo atormenta cada una de nuestras vidas.

 

Asi que tambien se habia dado cuenta que las pérdidas constantes lo estaban dañando, pero no deseaba hacerse a un lado, sólo tener vida eterna, atacando a sus hijos, a su hija, actuando a sus espaldas. 

 

-Mi amor por él es sincero, nació poco después de que decidieran morar en mis dominios, yo lo amo mucho más de lo que tu lo amas y veo que me he equivocado, que mis acciones no han hecho más que alejarlo de mi, cuando siempre debí dejarle ver la clase de criatura de la que te tratas en realidad. 

 

No lo amaría nunca y se daba cuenta de eso, pero al menos, deseaba que no le odiara, quería que viera que era una persona, que era tan bueno o malo como cualquiera de ellos, no era un ser sin sentimientos o mente, como seguramente se lo imaginaba. 

 

-Leviatán tenía razón, la única forma en la cual Hypnos podría empezar a aceptarme es ayudándole en esta locura… y eso es lo que haré. 

 

Phantasos no dejaba de mirarlo, sorprendida, aún sintiendo las manos de Erebus en sus hombros, protegiéndola de quien se suponía era su padre, el alfa de su madre, un ser casi carente de sentimientos, o que podía hacerlos a un lado, para cumplir sus deseos. 

 

-Porque comprendo que me he equivocado.

 

Pero le había encerrado, apartandolo de su omega y de su ejército, quienes para ese momento ya eran rodeados, quienes peleaban por su vida usando su cosmos, su fuerza física, así como la poción que evitaba que su celo iniciaría con la primavera forzada por Pandora, que blandiendo el cosmos de Demeter, en ese momento era casi invencible. 

 

-Leviatán, despierta… eres libre. 

 

Erebus abrió los sellos que encerraron a Levitan en las sombras y este, como si todo el tiempo hubiera peleado por liberarse, por soltarse, empezó a moverse, haciendo que el suelo a su alrededor se estremeciera, emergiendo de las sombras profundas en ese sitio, lentamente, con su monumental tamaño, sus tentáculos moviéndose como serpientes. 

 

-Yo me he equivocado. 

 

Hakurei vio como Erebus le dejaba de prestar atencion y liberaba a su mascota de las sombras, usando su cosmos para eso, sintiendo que era la ocasion perfecta para encerrarlo en su propia armadura, creada para los dioses del sueño y de la muerte, pero estaba seguro, que soportaria el cosmos de Erebus, al que usaria como si fuera una fuente de poder. 

 

-Y ni siquiera sabes cuanto Erebus.

 

Susurro Hakurei, quien esperaba compartir su cuerpo con la oscuridad, pero al ver que esta no deseaba escucharlo, entonces, lo encerraria en su armadura y aun asi utilizará su cosmos a su conveniencia, todo por Hypnos.

 

-Pero no digas que no te di la oportunidad de ser amado por Erebus… 

 

En ese momento Hakurei empezó a tirar del cosmos de la oscuridad, del dios que le representaba, quien después de abrir los sellos a su mascota, se dio cuenta de que Nyx, la traicionera Nyx, estaba ayudándole al mortal, tal vez comprendiendo que al pasar el tiempo, Hypnos se daría cuenta que ese mortal no era a quien amaba y lo rechazaría. 

 

-¿Porque no lo dejas en paz? 

 

Quiso saberlo, apartando a la muchacha del camino de su cosmos, del ataque a traición realizado por Nyx, haciéndole ver a Phantasos que debía escapar, que tenía que irse, para advertirle a su madre del peligro. 

 

-Porque soy una madre que se preocupa por sus hijos. 

 

Ella no era una madre y no se preocupaba por ellos, solo deseaba utilizarlos como si fueran una vil herramienta, como si fueran un objeto y estaba a punto de ser atrapado en la armadura de Hakurei, cuando, sin dar una señal Leviatán, aun usando su apariencia descomunal, atacó a su enemigo, lanzandolo lejos, salvandolo de ese destino. 

 

-¿Por qué? 

 

Los ojos de Leviatán brillaron, no parecía contento y tampoco parecía deseoso de responder a su pregunta, sin embargo, él era quien comprendía mucho mejor a los humanos, era quien los había visto y estudiado, así que sus razones debía tener, porque usando otros tentáculos, trato de atravesar a Hakurei con estos. 

 

-Quiero un lugar seguro para mi omega… 

 

No lo pronuncio, porque no tenía labios que pudieran hacerlo, pero aun así Erebus pudo sentirlo, escucharlo con su cosmos, porque no realizo ningun sonido inteligible para un humano, solo el ronroneo animalístico que retumbaba en el ambiente, ya que no era un ser de este mundo. 

 

-Al igual que tu… 

 

Eso era cierto, él deseaba que su amado dios del sueño estuviera seguro, por lo cual, atacó a Nyx, quien no los dejaría libres nunca, porque eran sus creaciones, ni a Hypnos, ni a Thanatos. 

 

-Erebus… 

 

*****

 

Minos vio como Radamanthys se alejaba de ese templo usando sus alas, perseguido por los lobos que rodeaban ese sitio, los que eran demasiados, poderosos e implacables, quienes casi les daban alcance. 

 

Y sin hacer preguntas, porque Radamanthys nunca actuaba sin una razón para ello ataco por la espalda a los lobos que estaban mucho mas cerca de ellos, volando de prisa, para ayudarle a su aliado con su pesada carga. 

 

-El santuario está para el otro lado. 

 

Radamanthys al verlo sonrio como si lo pensara especialmente tonto, porque sabia bien que el santuario estaba hacia otra direccion, pero tenian que llegar al taller del dios de las maquinas, por el bien de sus aliados. 

 

-Vamos a su forja, tiene un ejército de autómatas o algo parecido… 

 

Minos sonrió, pensando que había escuchado historias de esas maravillas y que él mismo pudo ver a uno de esos seres, uno que protegía Creta, con esas criaturas podrían vencer a sus enemigos. 

 

-Yo tuve uno de esos, era hermoso.

 

Su nombre era Talos y fue un regalo para Europa, la que protegeria la isla y a su hijo de cualquier peligro, era una de sus mejores creaciones, pero Hefesto no deseaba presumir, además, era demasiado grande, demasiado humanoide, sus nuevas creaciones eran por mucho más eficientes y mortales. 

 

-Parece que nos están alcanzando… 

 

Eran tantos soldados que no era fácil perderlos y los que los estaban siguiendo, estaban comandados por Gordon y Queen, asi como Afrodita, quien sosteniendo una espada, parecia furioso. 

 

-Tu ayudale a Hefesto, protégelo hasta que despierte a su ejército, yo me encargare de estos bastardos. 

 

Pronunció Radamanthys, soltando a Hefesto, para que Minos lo cargará por el solo, quien estuvo a punto de preguntarle si estaba loco, pero ya sabía que si lo estaba, lo que no comprendía, era porque su aliado estaba dispuesto a sacrificarse por ellos. 

 

-Nadie me espera en el santuario, tú tienes a un hermoso alfa en ese sitio, pasaste un celo con el, seguramente dentro de unos meses estarás demasiado gordo para moverte. 

 

Así que Radamanthys pensaba que estaba embarazado y se había dado cuenta de que estuvo a lado de ese alfa desde el principio de su celo, asi que, solo asintió, estaba embarazado, tenía un alfa, pero eso no significaba que su aliado estuviera solo. 

 

-¡Deja de perder el tiempo Minos! ¡Solo vete! 

 

Minos asintió, viendo como Radamanthys volaba hacia sus enemigos, elevando su cosmos como lo hacía en las guerras, matando a varios con tan solo chocar contra sus cuerpos, al mismo tiempo que el inicio el viaje hacia el taller, que estaba lo suficiente cerca, para poder verlo con sus propios ojos. 

 

-No hagas ninguna locura Radamanthys… por favor. 

 

Pero ya sabía que era eso lo que estaba planeando realizar, para darles tiempo suficiente para despertar al ejército, sin comprender que lo pensaban un traidor en el santuario y que Radamanthys deseaba limpiar su honor, el que pensaba estaba destruido al dejarle a Eros comandarlo como si fuera un juguete. 

 

-Debemos irnos… 

 

Mientras más rápido despertara a su ejército, más rapido podrían brindarle ayuda, se dijo Hefesto, quien sabía, que sus soldados le obedecerian, que al escuchar sus palabras, su orden, actuarian como debían hacerlo. 

 

-Antes de que Adonis cometa una estupidez. 

 

*****

 

Pandora sostenía a su hermano de todas las extremidades usando sus ramas, acercandolo a su cuerpo, para besar sus labios, al menos, eso fue lo que intento, ya que inmediatamente, sintió como un fuego azul quemaba su piel y como uno de los santos de cáncer más fuertes de toda la historia, trataba de mandarla al Yomotsu. 

 

-¡No lo toques! 

 

*****

 

Hola, muchas gracias por seguir la historia hasta este punto, por sus lecturas, sus comentarios y sus estrellas. SeikenNJ. 


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