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STAY BY ME por AFQuiro

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En la comodidad de mi cama, envié el mensaje:

Lo siento. Puedes regresar a casa.

Adjudicando un emoji de carita sonriente. Esperé impaciente a que Sam lo leyese, y después de una hora sin respuesta me resigne, seguramente no tenía el móvil a mano.

Le resté un poco de importancia cuando el timbre sonó.

-Y bien…¿Cual elegiste?-Logan pregunto con entusiasmo una vez dentro.

-Suenas como un niño.

-Amo la electrónica. Soy un niño grande cuando se trata de informática.

Chasquee la lengua divertido.

A pesar del primer encuentro, el tipo había demostrado ser una buena persona.
Demasiado directo para mi gusto, pero un buen tipo de todos modos. Era alguien fácil de llevar, ya que no solo demostraba que no le incomodaba el silencio, sino tampoco mi poco interés por conversar.

Aunque a veces soltaba cosas, burlándose de mí, como ahora, mientras conectaba el disco duro a la nueva computadora.

-Sabes, conocí a alguien que hacia de la cocina un desastre.

-Puedes irte al infierno-dije tirando las chauchas quemadas, reemplazándolas por otras.

-Lo mejor es nunca darse por vencido. Nadie nace sabiendo-continuo el muy desgraciado.
Gruñí en respuesta y el olor ya conocido asalto nuevamente mis fosas nasales.

-¡Maldita sea!-dije frustrado, retirando las nuevas chauchas.-¡Bien!. Hazlo tú si crees que eres mejor.

Molesto, cruce los brazos. En mi defensa, la cocina y yo no congeniábamos, éramos eternos enemigos. Agregando el hecho de que nunca me había interesado en aprender dado que Sam se encargaba de ello y tenia talento para las cosas saladas, bueno ¿Quién no lo haría si tuviese una madre chef profesional? Seria completamente irónico que fuese un total queso en lo referente a la cocina.

-Sí, lo haré. Es un delito desperdiciar esos vegetales.

En el fondo compartía la misma opinión. Así que, haciéndome a un lado le cedi el puesto.
Lavo sus manos y ordeno mi desastre diligentemente. Me avergoncé pero no dije nada, solo me dedique a mirar, en mi lugar sobre la encimera donde no estorbase.
Logan preparaba todo con una seguridad envidiable, cortando las verduras como alguien acostumbrado a ello.

Me sentía extrañamente nostálgico, era la primera vez que una persona aparte de Sam cocinaba exclusivamente para mí. Si en lugar de Logan hubiese sido Sam, yo estaría sentado cerca del lavaplatos observando detenidamente su capacidad de picar habilidosamente las verduras, usando sus vigorosas manos marcadas por llamativas venas, esperando a recibir un beso cuando se acercase a lavar uno que otro utensilio para seguir con lo suyo.

Reí en mi mente al recordar la vez en que nos habíamos dejado llevar por uno de esos profundos besos. Nos encontrábamos sin remeras cuando el clásico olor de carne quemado nos abordo.

Tan ensimismado me encontraba que no logre escuchar la puerta de entrada abrirse. Solo cuando Logan giró y miró atentamente a mi derecha, fui consiente de otra presencia.

Era Sam. Me auto frené de sonreír tontamente al ver que miraba de manera severa a Logan.
Me incorpore y por inercia, me acerque a él y deseando el contacto, coloque una mano en su pecho. Fruncí el ceño al no recibir respuesta.

Continuaba mirando fijamente a Logan, y este al verse atacado lo confronto de igual modo.

Note inmediatamente la tención en el ambiente.

-Sam- llame débilmente.

No hizo amague de haberme escuchado, tampoco cuando empuje su pecho queriendo captar su atención. Su cuerpo estaba tenso como una cuerda.

-Sam, hablemos.-dije con mas seguridad sonando exigente.

Seguían enfrentándose mudamente con la mirada.

-¿Quién eres?-pregunto con animosidad.

¿Que demonios le sucedía? Sam no solía ser hosco con las personas. Él no solía comportarse así.

-No es de tu interés.

Sam gruño y yo mire a Logan desconcertado.

¿Qué carajos estaba ocurriendo con ellos?

Al comprender que esta rara lucha por probar quien de los dos exudaba mayor testosterona no acabaría, decidí intervenir.

-Logan, debes irte-dije secamente.

Ambos dirigieron sus miradas en mí y me sentí pequeño bajo el escrutinio. Menos mal que solo pasaba en mi mente.

Logan lo pensó brevemente para luego asentir con inseguridad; creyendo que seria una mala idea el dejarme con alguien que se mostraba intimidante y poco fiable.

¡Hijos de puta!. Aunque no llegase al mismo porte que ellos, mas la ausencia de músculos, seguía siendo un hombre capaz de defenderme.

Me enoje irrazonablemente con él también.

Eran unos idiotas y se comportaban como uno.
Al asegurarle con la mirada que podía manejar la situación sin su ayuda, apagó la hornalla y paso por mi lado dedicándome una advertencia muda de que tuviese cuidado. Miró a Sam por ultima vez amenazándole sin palabras a que si intentase algo conmigo, se las vería con él, lo cual no funcionó porque sentí bajo la palma como su cuerpo se ponía aun mas tenso.

-Vete-rogué, tratando de impedir una futura pelea.

Para tranquilidad mía, así lo hizo. No iba a poder con los dos por si algo ocurría. Ni siquiera podía con uno solo.

Una vez a solas, corte el contacto, deseando al instante el no haberlo hecho. Algo en mi, me incitaba a que me acercase a él. Y pensé en lo mucho que le había extrañado.

-¿Quién es?-pregunto con exigencia.-No importa.

-¿Qué diablos sucede contigo?-solté molesto.
Sin embargo, su actitud posesiva en lugar de resultarme fastidiosa, tocaba ciertos botones en mí, encendiéndome. Correcto, ahora yo estaba comportándome como un idiota.

Haciendo oídos sordos camino en dirección a nuestra habitación. Esa actitud adusta, me ponía de los nervios.

-¡Sam!-eleve la voz con impaciencia, sin obtener respuesta.-¡Demonios, Sam!

Mire como de la parte trasera del armario extrajo una de las maletas. El pánico invadió rápidamente mi cuerpo, dejándome estático y mudo. ¿Estaba por hacer lo que creía que haría?. Cuando empezó a guardar sus cosas, confirmó mi sospecha.

Iba a irse. Sam iba a abandonarme. Por una estúpida pelea, por…Jeremy. Iba a dejarme por Jeremy. Quería gritar, golpearle y llorar todo al mismo tiempo ¿Como podía hacerme esto a mí?. Contuve el llanto con todas mis fuerzas, no le demostraría el daño que estaba causando. Era fuerte. Soy fuerte. Repetí en mi cabeza como un mantra.

-Vendré por el resto mañana-hablo impasible debajo del marco de la puerta. Esperando seguramente a que dijese algo y así lo hice.

-Bien.

Había puesto todo de mí para sonar recompuesto.

-Bien…-repitió por lo bajo en un leve murmullo.
Apretó con fuerza las solapas de la maleta, y sin mirar atrás se marcho.

En cuanto escuche la puerta cerrarse, no lo aguante, las lagrimas emanaron a por montón, descontroladas, empañando mis mejillas y mi remera. Busque alrededor de la habitación un lugar donde esconderme. Las puertas del armario estaban abiertas de par en par. Me acerque, arranque las prendas del perchero dejándolas caer descuidadamente sobre el piso.
Una vez dentro, con las puertas cerradas como escudo, abrace mis piernas, y llore y llore hasta la inconciencia.

*****

Mas tarde, mientras mi cuerpo sufría los espasmos y secuelas del llanto, en la oscuridad del armario y de la noche, fui rodeado por fuertes brazos, y como si pesase al igual que una pluma, me alejaron de mi escondite.

-¡Dios, Andrew!. Matare a ese hijo de puta.
Aprisione su camisa y llore aun mas. No era Sam, deseaba que fuese Sam y el hecho de que fuese Logan, empeoraba las cosas. Y como si nunca se acabasen, lagrima tras lagrima, brotaban de mis ojos, de mi corazón.

-Vamos, te llevare al hospital-negué ligeramente con la cabeza.-¿Se atrevió a ponerte una mano encima?-mascullo entre dientes con los hombros rígidos.

-No-gimotee. Ojala lo hubiese hecho, dolería menos, pensé erróneamente. Y otra vez las benditas lagrimas incesantes.

-Esta bien. Tranquilo-susurraba en un intento por reconfortarme, acariciando en círculos mi espalda.-Iremos a mi departamento ¿Okey?.

Aunque no me gustaba que las personas sintiesen lastima de mi, no poseía el animo para negarme. Dejando que Logan me llevase sin esfuerzo alguno.

No me importo el sentirme vulnerable, en realidad, nada me importaba en este momento, solo quería desaparecer, ser invisible.

*****

Desperté a la mañana siguiente en una habitación completamente diferente a la mía. Mi primera reacción fue asustarme, antes de que los recuerdos de la noche anterior invadieran mi mente.

Me acurruque en la cama envolviendo mi cuerpo entero con las sabanas. Al parecer, me había quedado sin lagrimas, ya que solo unas cuantas escurrían por mis mejillas. Estuve un largo rato en la misma posición, hasta que escuche a Logan ducharse. Pensé en aprovechar el momento para huir. Ya había sido lo suficiente humillante el que me encontrase en el estado en que me encontraba como para sumarle una incomoda charla mañanera.

Seguramente, a estas alturas, suponía lo que había sucedido y lo que Sam significaba para mí.

Estaba con un pie fuera de la cama cuando Logan apareció con una toalla alrededor de la cadera.

-Buenos días-dijo con su característico humor.
Dirigiéndose al armario, extrajo un calzoncillo y sin quitarse la toalla, y dándome la espalda, se los puso. Fruncí el ceño, el tipo no tenia ningún pudor.

-Ayer no pude sorprenderte con mis habilidades culinarias, pero hoy lo haré; obviamente si deseas quedarte para el almuerzo-hablo como si nada hubiese pasado.

Era amable de su parte, pero aun así, seguía sintiéndome incomodo.

El tatuaje en su espalda me llamo la atención. Tenía plasmado, exclusivamente en tinta negra, un gran dragón con las alas extendidas. Los detalles eran exquisitos, un trabajo prolijo y detallado.

Desvié la mirada evitando regresar en el tiempo y sacar a luz otro recuerdo junto a Sam.

Logan termino de vestirse y se acerco a la cama, y con los brazos en jarra me miró de buen humor.

-Luces terrible.

Chasquee la lengua. Como le encantaba picar en mi.

-Puedes irte al infierno.

-Voy en camino.

En cuanto salió de la habitación, sonreí a medias agradeciéndole en mis pensamientos por ignorar lo acontecido.

……….

Regrese a mi departamento después de asegurarle que volvería para probar la pastas al pesto que estaba preparando. Necesitaba ducharme, sentirme limpio, y un buen baño me dejaría como nuevo. “Te estas mintiendo” dijo la voz en mi cabeza, mi corazón se encogió. Me duche y cepille mis dientes a una velocidad impresionante. Cogí las primeras prendas que encontré y me las coloque, evitando prestar atención a las cosas de Sam. Y con el ordenador en mano, salí mas rápido que flash del lugar.

Probé solo un par de bocados de la pasta, estaba muy buena, pero no podía comerla por el nudo en mi estómago. Así que aproveche el momento para mentirle que era el único panadero que alababa su pan, que no cocinaba como se regodeaba y que por ello no me apetecía seguir comiendo. Riendo sonoramente, negó con la cabeza y lo dejo pasar.

-¿Fue doloroso?-pregunte tratando de mantener un tema de conversación.
Él comprendió al instante a lo que me refería.
-Ni te lo imaginas-admitió.-El boceto no mucho, pero el relleno y el sombreado…-hizo una mueca recordando-Solo diré que si deseas hacerte uno, piensalo dos veces.

Y eso fue todo. Ayude a levantar la mesa y a limpiar los platos, mientras él los secaba y guardaba. Al terminar, se puso a trabajar en un equipo de música, y como no me corrió y yo no deseaba regresar a mi departamento por temor a encontrar a Sam, me auto invite a pasar la tarde con él.

Recostado en el sillón de Logan, opte por escribirle a Hannah, pidiendo disculpas con antelación por mi futura ausencia, adjudicando los archivos recuperados en los que había trabajado la semana del descanso.

No pasaron mas de cinco minutos cuando recibí sus mensajes:

¿Todo bien?
¿Estas enfermo?
¿Es por lo de Sam?
Andrew, responde.
😤

Los leí. Estaba por responderlos, cuando apareció la imagen de video llamada entrante. No aceptaría. Hannah vería mis ojos hinchados y me enterraría con preguntas. Se lo contaría, no ahora, sino cuando me sintiese lo suficiente seguro como para no llorar mientras lo hacia, aunque dudaba que eso pasase.

Rechace la video llamada y escribí:

Prometo contarte todo. Dame tiempo.
Puedes enviarme lo que vayan avanzando, los revisare.

*****

Logre despejar mi mente con las ediciones durante largos minutos, hasta que decidí mandar todo al demonio. No tenia porque forzarme a ser fuerte. Me sentía y veía como la mierda, y así es como querria estar, sin hacer el esfuerzo por ocultarlo.

Toda mi vida estaba marcada por la presencia de Sam. No tenia caso negar que una parte de mí marcho con él, y el resto trataba de funcionar como podía. Mi corazón dolía y se sentía allanado, una sensación horrenda y agobiadora, peor a la que me embargo cuando oí decir a Rose que Sam se mudaría a Inglaterra para estudiar, a millas de donde habíamos planeado ir, a cientos de kilómetros lejos de mí. Sentí pavor, creí que nunca mas volvería a ver a mi mejor amigo. Y había estado enfadado con él por tomar mi mutismo ante su declaración como un rechazo rotundo. Muy en el fondo, tras pensarlo detenidamente, había descubierto que también le quería, no con la misma intensidad, pero sí lo suficiente para no dejarlo marchar.

A partir de ahí, todo fue nuevo. Antes de Sam, nunca paso por mi cabeza el pensar en otro hombre como objeto de interés, simplemente no me atraían, tampoco ahora lo hacían. Cielos, había sido un heterosexual recto y derecho, o eso había creído. Solo él lograba despertar el deseo carnal en mí y una rara fijación, que él no lo sabía, de tenerlo martillando en mí.

Tenia ojos y objetivamente, Sam era el chico mas atractivo que conocía, las mujeres hacían fila por él, pero como amigo y acostumbrado al físico y atención de Sam, no se suponía que lo viese inapropiadamente. Sin embargo, lo hice, cayendo duro aquel invierno en el cual decidió confesarse, colocando mi mundo patas arriba.
Desde el día en que nos conocimos en jardín de infantes, nos hicimos inseparables, llegando al punto de que nuestros vecinos habían pensado que éramos gemelos, eso lo decía todo.

Hacíamos completamente todo juntos: como cuando perdimos nuestros dientes de leche y al beber de nuestra chocolatada favorita, esta escurría por nuestras bocas ensuciándonos la ropa; o la primera vez que salimos a pedir dulces para Halloween sin compañía, disfrazados de COSA 1 y COSA 2; También, nuestra primera vez en un campamento de verano, ganando ese año el primer puesto en piragüismo; ni mencionar nuestra primera paliza propinaba por un grupo de adolescentes cretinos, quienes me acorralaron en el callejón de un auto servicio para robarme el dinero.
Si mal no lo recuerdo rondábamos los doce años y yo esperaba a Sam para comprar las figuritas faltantes de nuestro álbum de la FIFA. Para cuando llego, yacía sobre el piso recibiendo patada tras patada, y no se lo pensó dos veces antes de abalanzarse a defenderme. Estaba de mas decir, que ese día regresamos a casa sin dinero y con el cuerpo magullado. No siendo la primera ni ultima vez que salía con un par de golpes en mi defensa.

A los catorce, las peleas uno a uno terminaban con un Sam victorioso, pero cuando los gallinas se juntaban, ambos recibíamos la paliza de nuestras vidas.

A esa edad, yo solía representar un imán para los problemas, siendo la causa principal mi falta de filtro cerebro-boca y mi tendencia por no hacer oído sordo a los insultos de los imbéciles del equipo de futbol americano del secundario. Costándole a Sam a los 16, la moto que su padre había prometido comprarle para su cumpleaños, y a mí, una semana de “ley del hielo” de su parte.

Gracias a Dios, la etapa rebelde fue de corta duración, cesando el día en que decidió entrar por fin al equipo de futbol y ser coronado como el nuevo capitán.

-¿Debo preocuparme?-pregunto Logan, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.
Parpadee girando la cabeza en su dirección. Me observaba con agudeza y extraña fascinación.

-¿Estabas en un trance o algo por el estilo? Porque si lo hacías, deberías enseñarme. Asusta de muerte-agrego con tono socarrón.
Junte las cejas indignado y le mostré el dedo del medio.

-Pensaba. Algo que tu no haces-me defendí.

-Bien, Sócrates. Tengo que comprar un par de repuestos. ¿Quieres acompañarme?

No tenia ganas de salir, pero tampoco me apetecía quedarme. Pondere entre ambas opciones, optando por la primera.

Iba a romper una promesa.

Necesitaba ansiolíticos y antidepresivos urgentes.

*****

En casa de Hannah, las cosas eran mucho mas llevaderas. Zoe y Kai, se habían marchado contentos por verse al fin liberados de cinco largos meses de martirizante trabajo. No mas proyecto, no mas desveladas y dolores de cabeza. ¡Éramos libres!. Solo faltaba la calificación del maestro culminando así una etapa importante en mi vida, en nuestras vidas.

Y se suponía que tendría que estar feliz, saltando sobre una pata o realizando una que otra pirueta; pero en su lugar y con un silencio sepulcral, me encontraba sentado en el comedor, bebiendo una taza de café extra dulce para aplacar la amargura, compañera inseparable de estas tres ultimas semanas, mientras que Hannah monitoreaba mis escasos movimientos.

-Creo que están saliendo-dije sin animo, intentando romper el hielo.

-Sip-fue su escueta respuesta.

-Son buenas personas.

Gire la cucharilla en la taza.

-Ajam.

-Se casaran.

-Andrew…

-Y tendrán ruidosos bebes…

-¡Andrew!-grito impaciente, golpeando la mesa con la palma de la mano, derramando el café de ambas tazas. Miré sorprendido el liquido esparcido.-Es suficiente. Ayer, revisando tu bolso encontré estas-dijo, sacando de su bolsillo mis ansiolíticos.

Creí haberlos perdidos. Fruncí el ceño enfado con ella por hurgar entre mis cosas.

-Allanaste mi privacidad-reprendí.

-Tenia todo el derecho de hacerlo. Has estado actuando raro últimamente, ido, en pocas palabras. Y no puedes culparme por preocuparme por ti. ¡Mírate, Andrew!. Eres piel y huesos. Un fantasma.

A regañadientes le dí la razón. Mi apetito había cesado de un día para el otro, la comida me sabía insípida, comiendo solo medio almuerzo porque Logan se encargaba de eso, regañándome como si fue un niño pequeño y utilizando la culpa, repitiendo todas las veces lo afortunado que era al tener un plato de comida.

-Tienes prohibido tomar otra de estas ¿Escuchaste?.

Clave severamente la mirada en ella.

-¡No eres mi madre!

-No, no lo soy. Soy tu amiga y como una, me preocupo por ti-dijo en tono conciliador.-No tienes que aparentar ser fuerte conmigo. No “debes” hacerlo.

Nos miramos largo rato. Entendía sus motivos y me hacia sentir fatal el saber que mis acciones repercutían en ella. No era mi intención preocupar a los demás, ni deseaba llamar la atención. Era un altibajo en mi vida, un capitulo que pronto acabaría porque en verdad, de verdad, deseaba finalizarlo, pero necesitaba tiempo como todo lo importante en la vida.

Hannah vio algo en mí que la impulso a abrazarme.

-¡Oh, Cariño!-dijo con sincero pesar. Pequeñas lagrimas recorrieron el camino ya conocido, perdiéndose en su blusa color rosa pastel.-Pasara, lo hará. Saldrás de esta.

Negué con la cabeza.

¿Era malo pensar que Sam me había dejado por mi incapacidad de afrontar un problema? O tal vez, ¿Se había cansado simple y sencillamente de mí? Cualquiera sea el motivo, sé que yo no querría lidiar con un cobarde incapaz de recomponerse de una ruptura, alguien que acudía a los medicamentos y lloraba cada nada, recordando lo vivido con su exnovio. Siendo consciente de lo severo que estaba siendo conmigo mismo, me plantee dejar de pensar en cosas auto destructivas. Debía frenarme, me hacían mal.

-Te quedaras aquí y juntos lo resolveremos. Mejoraras-prometió con la clara intención de animarme.

A pesar del dolor, sabia que no podía permitirme seguir así. Estaba lastimando a una de las personas que mas quería y demostraba que le importaba. No olvidando a Logan, quien en poco tiempo, se había ganado mi aprecio, cuidando de mí sin pedir nada a cambio.
Sus brazos seguían envueltos a mi alrededor para cuando su móvil sonó. Nos separamos ligeramente para que atendiese la llamada. Miro la pantalla y me miro a mi, “Es Carl” vocalizo acercando el aparato a la oreja. Mire extrañado al igual que ella.

¿Carl, mi primo, llamando a Hannah?

-Hola-respondió en su tono habitual. “Hannah” escuche decir, el eco del salón permitía que también le oyese, “¿Andrew esta contigo?”-Sí, lo tengo a mi lado- contesto conectando nuestras miradas.- “Joder, esto es un tanto delicado, considerando la forma de reaccionar de Andrew.” Carl suspiro nervioso. Al escuchar eso, entendió la situación e hizo el amague de levantarse, pero la detuve sosteniendo con firmeza su delgada muñeca. “Es Sam, él…” hizo una pausa y yo contuve la respiración. “Esta en el hospital HealthLife” mi corazón se desmorono, “¿Puedes avisarle?. Tiene el móvil apagado.”

No espere a que agregase nada mas. Prácticamente corrí a la entrada después de oír conjugar “Sam” y “Hospital” en la misma oración.

Baje las escaleras a trompicones, sosteniéndome de las barandas para evitar caer de bruces. En mi mente, las palabras “Sam esta en el hospital” se repetían incontables veces, oprimiendo mi pecho con cada secuencia, al igual que cientos de toneladas.

Una vez fuera, con el corazón golpeando a mil por hora y los nervios estrujados, mire en todas las direcciones posibles buscando un bendito taxi desocupado, hallando uno del otro lado de la calle.

*****

Escarbando en lo profundo de sus recuerdos, en esa parte donde dejamos las cosas malas de nuestras vidas, deseando olvidarlas, recordó el apoyo incondicional de Sam en la peor época de su vida.

Era una noche como cualquier otra, sus padres se encontraban en una cena de beneficencia y como anfitriones debían quedarse desde el inicio hasta el final de la velada. Tenia quince años en ese entonces, y al ser un adolescente, jugaba a la Play Station, hasta altas horas de la noche. En aquello se encontraba, cuando bruscas manos taparon fuertemente su boca, aprisionándole en la silla de escritorio. Con el corazón a mil logró ver, por el brillo del televisor, dos siluetas vestidas de negro.

Uno de ellos, el mas delgado, saco del bolsillo una mordaza de tela y se la paso a su captor, quien se la coloco lastimándole en el proceso. En total pánico, creyendo que iba a ser secuestrado o peor aun, asesinado, hizo el vano intento por liberarse, recibiendo un puñetazo en la mandíbula como advertencia. El tercero se encargaba de atarle las manos en el apoya brazos, y para cuando termino, el de la mordaza hablo:

-Escucha, niño bonito. Responderás a nuestras preguntas. Te quitare el pañuelo para que lo hagas, pero si decides gritar…-amenazó roncamente, haciendo una pausa para pasar la hoja afilada de su navaja sobre el cuello de Andrew, quien tembló al sentir el metal frio sobre su piel. Y para dar veracidad a sus palabras abrió un largo corte, lo suficiente profundo como para que sangrase.

Su estado empeoro al sentir las cálidas gotas de sangre emanar. Asustado, trato de soltarse por segunda vez, siendo detenido con una estruendosa bofetada.

-¡Quieto!- bramó el tercero, estirando de sus cabellos, arrancado varios en el acto.

-¡Dinos donde esta el maldito dinero!-secundo entre dientes el delgado, alejando lentamente el paño de su boca.

Tenia la opción de contestar o gritar, pero no hizo ni lo uno ni lo otro. El terror se habia apoderado de él dejándole mudo.

-¡Habla hijo de puta!-exigió por lo bajo el de la bofetada, propinándole un nuevo golpe, esta vez en el estomago.

Andrew se retorció por el dolor y comenzó a llorar de natural espanto.

Perdiendo los estribos, el mas violento de ellos, empezo a golpearlo sin parar, mientras su compañero repetía inagotablemente una y otra vez la misma pregunta “¿Dónde está el maldito dinero?”

Creyendo que las cosas empeorarían y terminaría por morir de tantos golpes, lo escucho. Las sirenas de la policía, sonaban escandalosamente, y sus luces iluminaban atientas la habitación con los sus característicos colores.

Al verse acorralados, los captadores empezaron a discutir entre ellos. Andrew escuchó a la policía exigir a los delincuentes a que se entregasen, pero ninguno obedeció. Sumergidos en su discusión hasta que el tipo de la navaja por pura locura desesperada apuñalo su estomago con irracional cólera.

Andrew gritó con todas sus fuerzas, sintiéndose descomponer al sentir demasiada sangre brotar.

-¡Te lo mereces hijo de puta!.

Fue lo ultimo que escuchó antes de perder poco a poco la conciencia.

Días después, dado de alta, descubrió que había desarrollado una extraña paranoia y un breve desequilibrio emocional, siendo estos los causantes de su falta de sueño y una repentina ansiedad. Y por obligación, tomaba exageradas dosis de tranquilizantes para reconciliar el sueño, dejando siempre las luces encendidas en el proceso.

El tiempo paso y apareció otra secuela, le era imposible quedarse solo en casa cuando anochecía. La primera vez que lo intento, Sam encontró a Andrew hiperventilando y sudando frio en una esquina de su habitación. Lo acontecido no hizo nada mas que fortalecer de sobremanera sus lazos afectivos, haciéndolos mucho mas cercanos, mas unidos. Y gracias a Sam había dejado lentamente de tomar los sedantes, ya que este se ofrecía a ser el vigía incondicional de sus sueños, durmiendo a su lado noche tras noche, ayudándole a sobrellevar su paranoia.

Las primeras veces le resultaron bastante humillantes, eran dos chicos grandes compartiendo una cama, súper extraño si no se sabia el porque, pero con el correr del tiempo y la persistencia de Sam, logró acostumbrarse a ello. Y para cuando podía estar perfectamente sin él, Andrew se sorprendía a sí mismo llamándolo de igual modo, y Sam acudía a él sin protesta.
Notas finales:

Hola.

Primero lo primero, perdonen mis errores y horrores ortográficos. Soy humana y un mal intento de escritora. UnU

Segundo, apreciaria que me hiciesen saber que tal les va pareciendo la mini historia.

Obvio, no se sientan obligadas, y de todos modos seguiré subiendo los capitulos la primera parte. Es mas para saber si voy por buen camino jejeje

Ahora sí me voy.

¡Peace and Sex!

¡CUIDENSEN!

 


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