Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Disforia por Daena Blackfyre

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola! Bueno, ahora va a empezar una etapa un poco intensa de esta historia. Muchas gracias a todos los que han leído. Hace unos días subí otro fanfic de Sabo/Ace, pueden encontrarlo en mi perfil se llama: “La chica del tren”
Es sólo genderbend y lesbian pwp. Iré haciendo más partes dentro de poco.
Disfruten la historia!

Esa tarde que Sabo lo visitó, Ace no estaba muy conversador. No tenía ganas de salir a pasear o hacer nada. Decidieron encerrarse en su cuarto y leer. Era uno de los pasatiempos que habían adquirido. Sabo, en su afán para demostrarle que leer era divertido, comenzó a traer libros y pasaban las horas leyéndolos en voz alta. A veces los leía él o también Ace. Al principio no le había gustado, pero después resultó interesante. Su imaginación volaba muy rápido con cada narración.


En esta ocasión, le tocó a Sabo leer. Estaba sentado en la cama con la espalda apoyada en la pared y Ace recostado con la cabeza en sus piernas. El ambiente era muy agradable, pero no podía concentrarse y Sabo lo notó.


Ni se dio cuenta que paró de leer y puso una mano en su cabeza. Las aventuras de Tom Sawyer le había parecido un historia interesante cuando Sabo se la comentó, pero en ese momento se sintió incapaz de prestar atención. Apenas oyó el principio de la lectura y al instante terminó perdido en sus pensamientos.


—¿Qué ocurre? —preguntó Sabo con una voz suave.


—Nada —aseguró Ace alzando los ojos para verlo—. ¿Por qué te detienes?


—Porque llevas un buen rato sin escuchar, ¿qué pasa?


Un suspiro salió de sus labios y se levantó para sentarse junto a Sabo. Tenía que decirle qué lo tenía así de atormentado, no había nadie más con quién pudiera compartirlo.


—Garp quiere que me vaya a vivir con él —dijo sin dudarlo y Sabo lo miró impactado.


Ace siempre tenía esa forma de hablar tajante y directa, pero ya estaba acostumbrado.


—¿Qué? ¿Te irás con él?


—No quiero hacerlo, pero... Odio que quiera obligarme.


Esto confundía mucho a Sabo. No entendía por qué Garp aparecía repentinamente queriendo llevarse a Ace cuando vivieron juntos muy poco tiempo.


—¿Pero algo pasó? —indagó—. ¿Por qué ahora quiere que vivas con él y antes no?


Vio a Ace morderse los labios y mirar hacia otra parte. Parecía no querer hablar y Sabo estuvo a punto de decirle que no hacía falta, pero lo interrumpió.


—¿Sabes quién es Gold Roger? —preguntó provocando más confusión en Sabo.


—Claro —asintió—. Todo el mundo sabe quién es él. Era el líder de una mafia importante y dicen que robó mucho dinero antes de morir. Fue muy famoso.


Hubo un gran silencio entre ellos hasta que Ace decidió hablar.


—Bueno, él es mi... padre.


Silencio de nuevo.


Sabo parpadeó pensando que oyó mal. ¿Padre? ¿Ace tenía un padre? ¿Y era...?


—¿QUEEEE?


—¡No grites!


¿Cómo esperaba que no grite? Estaba demasiado impresionado para no hacerlo.


—Lo siento —dijo bajando la voz—. ¿Hablas en serio? Es... increíble.


Ace bufó exhasperado.


—Claro que no —espetó—. Ese tipo me abandonó a mí y a mi madre. Garp me tiene aquí porque ese imbécil tenía muchos enemigos.


—¿Y no es peligroso que te lleve con él?


—No lo sé —contestó Ace alzando los hombros—. Él dice que ya está más tranquilo, pero no me interesa. Yo no quiero ir.


No sabía mucho de sus padres biológicos, más allá del crimen y que su madre murió apenas él nació. Gold Roger los había dejado y murió antes que Ace naciera. Garp lo protegió de las personas que quisieron dañarlo o buscarlo para saber dónde estaba la fortuna que cosechó su padre, como si él lo supiera, o quizá simplemente vengarse de ese demonio que les causó tantos problemas.


A Ace no le interesaba nada que tuviera que ver con Gold Roger. Sólo le había causado problemas y su abandono incluso llevó a la muerte a su madre. ¿Por qué iba interesarle algo de ese hombre? Por su culpa ahora debía mantenerse oculto del mundo.


—¿Y qué piensas hacer? —preguntó Sabo y la determinación en los ojos de Ace le abrumó.


—¿Quieres huir conmigo? —dijo Ace sin pensarlo. Ya estaba decidido, pero sólo lo dijo porque en ese instante creyó que quería a ese chico con él para siempre.


Sabo parpadeó sin terminar de entender. ¿Huir? ¿Juntos? Tuvo muchas preguntas en su cabeza, pero desde el momento en que Ace le dijo que existía la posibilidad de separarse Sabo sintió un vacío en su pecho. No quería que eso ocurriera. Cuando lo vio a los ojos, su respuesta fue muy clara. Sabo no dijo nada y se acercó a besarlo. Sin palabras, Ace entendió muchas cosas a través de los labios de Sabo.


Haría cualquier cosa contigo, Ace.


Iría a dónde fuera, Ace.


Te amo...


.


.


.


Era una suerte para Ace que Dadan entrara poco a su habitación, así no sabría qué estaba pasando allí. Se llevó un plato de comida a su cuarto que la mujer ignoró. Parecía cansada y casi se durmió mientras cenaban, lo que le hizo suponer que no sospechaba ni se daría cuenta que no estaba solo. Pasó la puerta de su habitación y allí se encontró a Sabo leyendo muy tranquilo.


Dadan ya no los dejaba quedarse a dormir en la misma habitación, así que tenían que hacer esto y estar sin que la mujer los notara, pero lo hacían bastante bien o eso era lo que ellos creían. Le entregó a Sabo un plato con varias porciones de pizza y se sentó a su lado. Su cama era bastante vieja y la madera crujía, así que decidieron tirar el colchón en el piso así no hacía ruido cada vez que se movían.


Ace llevó un dedo a sus labios haciendo un gesto de silencio porque todavía no podían hablar hasta que Dadan entrara a su cuarto. Por alguna razón, todo eso les parecía divertido y les llenaba de adrenalina. Sabo le sonrió y ambos comieron en silencio hasta que creyeron que todo estaría bien.


Apenas se sintieron libres, Sabo buscó dentro de su mochila y le mostró a Ace algunas cosas que trajo. Sin que nadie lo viera, estuvo buscando información en Internet e imprimió algunas cosas que creyó que les podían servir. Mapas, horarios de buses, paradas cercanas. Ace lo miró con una gran sonrisa y sintió que todo estaba siendo más real, en serio podrían irse juntos.


—Así que hay que ir hacia esta ciudad para tomar un tren —comentó mirando el mapa con las anotaciones que hizo Sabo y éste asintió.


—Sí, con eso llegaremos a esta ciudad.


Mordió sus labios expectante. Cuando tomó la decisión de fugarse, pensó en agarrar una mochila y caminar a donde sea mientras iba viendo qué hacer. Con Sabo allí, ayudándolo a planificar y yéndose con él, lo hizo sentir mucho más seguro de esa decisión. Sin embargo, notó a su amigo algo pensativo y cabizbajo.


—¿Qué ocurre?


—Nada —contestó Sabo sin quitar los ojos del mapa—. Sólo pensaba que no sabemos dónde ir después...


Ace arrugó el ceño y no supo qué decir, pero ¿no se trataba de eso la aventura? ¿De incertidumbre?


—Tampoco tenemos mucho dinero o pensamos de qué vamos a vivir.


—Mmh... —Ace se rascó la cabeza sintiéndose hastiado al pensar en eso—. No hace falta, podemos conseguir algún trabajo.


—Es difícil que nos den trabajo —dijo Sabo pensando que no les darían un buen empleo porque aún eran niños técnicamente. Les sería complicado.


Ace frunció el ceño y apretó los labios sintiendo una molestia que le apretó la garganta.


—¿No quieres hacerlo? —preguntó directamente y el silencio sorprendido de Sabo le dolió, pero quizá debería entenderlo. Tal vez no quería dejar a su familia para tener una vida incierta y desordenada con él—. No tienes que venir si no quieres...


Sintió cómo su amigo le tomaba la mano y se acercó a besarlo inesperadamente. Sabo siempre hacía eso cuando estaban solos. Lo besaba, le abrazaba, acariciaba su cintura; y Ace se derretía por cualquiera de esas cosas.


—No es eso —aseguró separándose—. Sólo me preocupo.


—No lo hagas, estaremos bien —Ace sonrió alzando una mano para acariciar los pequeños rizos rubios—. Vamos a visitar muchos lugares y si estamos juntos... todo irá bien.


Sabo se sintió un poco tonto por dudar. La seguridad de Ace era más necesaria de lo que se imaginó. Esa decisión era demasiado difícil, creía que sería imposible sobrevivir así, pero cuando estaba con Ace se sentía capaz de todo. No quería separarse de él y había entendido que era la única forma.


—Tienes razón —dijo pegando su frente contra la de Ace. Tenía ganas de besarlo de nuevo—. No me hagas caso.


Sentirlo de nuevo atravesando su boca era muy estimulante para Ace. Aún se acostumbraba a cómo cada centímetro de su piel se erizaba cada vez que Sabo estaba cerca y mucho menos a la forma frenética en que su pecho vibraba. Ya llevaban varios besos juntos, pero cada uno era igual de intenso y siempre los hacía querer más de todo eso.


Después de aquella vez donde fueron tan lejos como para frotarse con ropa, ambos quedaron significativamente movilizados y estimulados.


Ace era un mar de confusiones porque le gustaba todo eso que estaba ocurriendo, pero no terminaba de entender las reacciones de su cuerpo. Era posiblemente la primera vez que exploraba tanto esas partes que creía que no eran suyas, con las que no se identificaba, pero ahora era un poco diferente. Con Sabo estaba descubriendo que quizá no era tan malo tener el cuerpo como lo tenía. Se sentía bien cuando él lo tocaba y, si a su amigo le gustaba, Ace podía vivir con eso.


—¿Y si... te sientas aquí? —preguntó Sabo muy nervioso señalando sus piernas.


Si era sincero, había buscado en Internet más que sólo información para su viaje. Ahora que con Ace estaban pasando cosas, quería saber qué más podían hacer. Nunca le interesó la pornografía, además tampoco podía buscar demasiado en una computadora que luego alguien de su familia podría descubrir. Sólo vio algunas imágenes y una le dio esa idea interesante.


Ace no pareció muy convencido, pero no dijo nada y lo hizo. Pensó que sería incómodo, pero no fue así. Sabo estaba sentado con la espalda apoyada la pared, así que Ace pasó una pierna a cada lado de su cadera y se sostuvo de los hombros del otro. Le gustó porque podían estar tan cerca como quisieran y tener las piernas así no era tan molesto. Se estremeció cuando las manos de Sabo tocaron su cadera, mordió sus labios sintiéndolos húmedos y su cara caliente.


Besarse así fue muy parecido a cuando había hecho eso en aquella cama. Sabo suspiró mientras abría la boca para capturar la de Ace y disfrutaba las caricias que le daba en su cabello. Quizá, si se iban juntos, ¿harían esto todos los días? Pensarlo hacía que su estómago se apretara.


Ace se movió contra él intentando acomodarse y se sintió bien, demasiado, tanto que comenzaron a moverse como ese día. No podían hacer mucho ruido, por lo que no dejaron de besarse para que los gemidos se ahogaran en la garganta del otro. El calor les embargó y Sabo se animó levantar la camiseta de Ace, esta vez no sintió que tuviera que pedir permiso. La ropa era una molestia para ellos que deseaban verse de nuevo y tocar todo lo que la vergüenza les había impedido sentir antes.


Apenas se apartaron, tenían la respiración pesada y se miraron de forma intensa, casi oscura. Era muy aterrador y adictivo hacer todo esto. Besó el rostro de Ace y bajó hasta el cuello. Fue agradable sentir cómo su mejor amigo se estremecía y se inclinaba mostrándole más piel para probar. Sus manos le acariciaron y subieron hasta esa parte que siempre llamaba su atención, que no era de mujer ni de hombre, era de Ace. Su pulgar rozó el pezón ligeramente endurecido y tragó saliva al sentir cómo se tensó.


Sabo no sabía bien cómo debía tocar, sólo era instintivo y se guiaba por lo que a su amigo parecía gustarle. Tocó hasta que su cabeza se inclinó más buscando usar su boca. Ace jadeó mientras le apretaba los hombros y tembló.


—¿Te gusta? —preguntó Sabo alzando la cabeza y vio cómo se mordía los labios esforzándose por no gemir fuerte, eso fue suficiente respuesta para seguir con empeño.


De vez en cuando, Ace se tocaba su pecho porque era placentero, pero no era algo donde se detuviera demasiado. Nunca esperó que la lengua húmeda de Sabo enrocándose en esa parte polémica de su cuerpo le hiciera estremecerse con tanta violencia. Volvió a mover su cadera y cerró los ojos mientras echaba la cabeza hacia atrás sintiendo que su piel se tornaría de fuego en cualquier instante.


Una de las manos de Sabo bajaron encontrándose con el jean que traía y apretó la tela con fuerza. ¿Qué clase de morbo tenía ese chico con apretarle el culo? No importaba, porque a Ace le gustaba que lo hiciera.


—¿Quieres sacarte...? —murmuró Ace mientras dudaba en si seguir hablando o no. Sabo entendió al instante y se separó de él viéndolo.


—Sí.


Casi parecieron tragar saliva al unísono. Ace se apartó para quitarse el resto de su ropa y Sabo hizo lo mismo. La habitación estaba completamente oscura y ellos se acurrucaron debajo de las sábanas. Sus manos enseguida buscaron el cuerpo cálido de su mejor amigo y su boca. Enredaron sus piernas y se acariciaron recorriendo cada centímetro de piel como si fuera la primera vez que lo hacían. Tantas sensaciones nuevas y avasallantes que no podían controlarse.


Volvió a colocar una pierna encima de las de Sabo, a la altura de su cadera, y sintió que éste le sostenía el muslo. Sus manos se sentía tan suaves y cálidas que Ace no podía dejar de vibrar cuanto más lo tocaba. Pegó un respingo y casi se apartó cuando sintió que esa mano recorría su abdomen y quería bajar más.


—Lo siento —se disculpó Sabo avergonzado—. Creí que estaba bien si... No lo haré si no quieres.


Sus labios se apretaron en una mueca indecisa. Le daba algo de miedo hacer eso, pero sentía que podía confiar en Sabo a esta altura. Tomó la mano de su mejor amigo para guiarlo entre sus piernas.


En principio, lo primero que sintió fue que estaba mojado, pero también era suave como Ace en general. Separó los pliegues con sus dedos y parpadeó asombrado al sentir cómo se empapaban. Acarició con algo de torpeza y Ace parecía demasiado nervioso.


—¿No lo hago bien? —preguntó preocupado—. ¿Puedes enseñarme?


Ace no respondió y se tomó algunos instantes hasta moverse. Volvió a tomar la mano de Sabo y le mostró dónde le gustaba.


—Ahí —dijo—. Y en... círculos.


Sabo asintió y movió sus dedos como Ace le enseñó. Fue despacio porque tenía miedo de lastimarlo, pero le resultó fascinante. Todo estaba tan mojado y caliente que se mordió los labios con ansias mientras tocaba esa pequeña protuberancia que parecía gustarle a Ace. Lo sintió apretarse contra su cuerpo y esconder el rostro en su cuello mientras seguía moviendo su mano. Los pequeños gemidos y respiraciones se volvieron más intensas, más rápidas, contra su cuello tanto que Sabo también gimió completamente excitado.


Tuvo que contenerse para no emitir sonidos fuertes, pero fue muy difícil para Ace, sobre todo cuando sintió que esa parte de su cuerpo se contraía varias veces hasta que el fuego en su interior explotó como una bomba. Aún era raro cuando le pasaba estando solo, pero ahora mucho más junto a Sabo. Le gustó, demasiado.


Respiró agitado contra la piel de su amigo y éste pareció entender que algo intenso acababa de pasar porque dejó de tocar. Ace lo miró a los ojos y lo besó sin ninguna razón, sólo porque quiso hacerlo.


—¿Estuvo bien? —preguntó Sabo y sonrió cuando recibió una confirmación. Le mostró su mano a Ace—. Estaba muy mojado.


—¡Basta! —espetó lleno de vergüenza—. Siempre está así.


Sabo arqueó una ceja sorprendido, pero no lo cuestionó. Había muchas cosas sobre Ace que aún estaba entendiendo. Un suspiro ahogado se le escapó cuando sintió una mano furtiva tomando su pene.


—Está duro —murmuró Ace apretando sus dedos y bajó.


—Siempre está así —contestó citando las palabras de su amigo, pero luego se corrigió—. Siempre que lo toco o... pienso en ti.


Eso fue una declaración fuerte y Ace lo miró impactado. Sus entrañas se apretaron de sólo imaginarse el doble sentido tras esa frase. Continuó tocándolo, porque también quería ver a Sabo derretido por él. Esta vez fue su turno de gemir contra la piel de Ace para aplacar los sonidos. Tenía que ser fuerte y contenerse, pero era muy difícil con esa mano que lo apretaba en un vaivén intenso y que a veces se detenía para acariciar su glande húmedo, ansioso por más, pero aún no estaba listo para que acabara.


Sabo besó a Ace con fuerza, la suficiente como para empujarlo contra la cama y acomodarse entre sus piernas. Esa posición era cálida, abrigada, los brazos de sus mejor amigo se instalaron en su cuello mientras que las piernas abrazaban su cadera. Ace le hacía sentir cosas que no terminaba de entender y le provocaba deseos que le daba miedo ponerles nombre. Movió la cadera y se frotó una vez más contra él. Sin ropa era otro nivel de disfrute mucho más intenso del que alcanzaron esa primera vez. Su miembro se rozó contra Ace y Sabo lo empujó con intención que se empapara un poco de esa humedad que estuvo entre sus dedos.


¿Qué pasaría si iban más allá? La idea le generaba pánico y demasiado entusiasmo. Sabía qué debía pasar, pero nunca se imaginó haciéndolo, hasta que comenzaron a pasar esas cosas entre ellos. Ace estaba en una situación similar, pero estaba convencido que le dolería como el infierno. ¿Aun así quería hacerlo? La gente parecía disfrutarlo, siempre era otro momento muy esperado en las telenovelas que veía con Dadan. Si todo el mundo disfrutaba, ¿por qué ellos no podrían?


Ambos se miraron con algo de duda y se dieron cuenta que estaban pensando en lo mismo. Tal vez deberían seguir como estaban, pero dejarse llevar por sus inseguridades tampoco los convencía.


—¿Tienes miedo? —preguntó Ace inesperadamente y Sabo alzó los hombros.


—Podemos parar...


No querían en realidad. Estaban calientes y con más ganas de las que habían tenido en todas las otras veces que estuvieron así de cerca. ¿Qué mejor momento que ahora?


—Sigamos —asintió llenándose de valor y Sabo se inclinó a besarlo.


Había fuego, hambre e intensidad en sus labios. Le dio más confianza para poder avanzar. Sabo se colocó mejor entre las piernas de Ace, más cómodo y rozó su glande contra toda esa humedad.


—Es aquí —le mostró Ace. No había muchas opciones, era ese agujero.


—Si no te gusta... paramos, ¿sí?


Sabo quería asegurarse porque le daba miedo lastimar a Ace, él tenía la parte más incómoda en todo ese asunto. Sólo continuó cuando recibió una confirmación. Respiró hondo y siguió.


Fue difícil y muy, muy, lento. Sabo se detuvo cada vez que sintió que Ace se tensaba aún más y le clavaba las uñas en los hombros, cosa que interpretó como un "espera un poco, maldita sea", pero era complicado aguantar con lo apretado que estaba. No tuvo idea cuánto estuvieron así, pero lo esperaría toda la noche o el tiempo que Ace considerara necesario. El mismo Sabo tuvo que parar un par de veces y respirar profundo porque la presión era tanta que tuvo miedo de acabar de improvisto. ¿Ace se molestaría si hacía eso? Quizá.


Se abrazaron con fuerza cuando entró por completo y le preguntó a Ace si estaba bien. Dijo que sí, aunque su mueca demostraba incomodidad. No había sido tan engorroso como pensó. Cuando comenzó a moverse, poco a poco las muecas de molestia se convirtieron en gestos placenteros. Ace suspiró mientras echaba la cabeza hacia atrás y mordía sus labios mientras su almohada se manchaba de cabellos negros despeinados. Apretó a Sabo contra él cuando sintió que comenzó a gustarle y alzó su cadera queriendo más de esa sensación nueva y salvaje.


Se fusionaron en un lío de piernas, mordidas y besos furiosos mientras se esforzaban por complacer sus deseos, los del otro, ahogándose en esa cama intentando que nadie los escuche. Sabo intentó aguantar, porque no quería dejar de sentir a Ace unido a él, pero fue casi imposible cuando sintió cómo lo apretaba y gemía su nombre en su oído. Nunca jamás había escuchado algo tan sensual y excitante como la voz de Ace susurrándole de esa forma. Su cuerpo tembló junto con el de su amigo y ambos se desplomaron sintiéndose sudorosos, sin aliento y con una gran euforia por lo que acababan de hacer.


Cuando Sabo salió de dentro de Ace, se tiró a su lado y lo abrazó acariciándole la espalda que comenzaba a enfriarse.


—Fue... intenso —dijo Ace cansado sintiendo el cuerpo fatigado. Se iría a duchar, pero estaba agotado, así que le tocaría dormir así.


—¿Te gustó? —Sabo buscó la mirada de Ace y éste le dijo que sí, cosa que le hizo sonreír—. Nunca pensé en hacerlo con alguien...


Hubo un pequeño silencio donde ambos permanecieron pensativos sobre lo que pasó. Ahora ya no eran vírgenes, ¿verdad? No se sentían diferentes, además del cansancio corporal que pasaría luego de dormir. Qué ridículo eso de la virginidad.


—Ahora... —murmuró Ace—. Podemos hacerlo juntos.


—¿Solos tú y yo? —dijo pensando que la idea le gustaba, aunque no había nadie más con quien quisiera hacerlo—. Suena casi como ser novios... ¿Quieres ser mi novio, Ace?


El corazón se le paró por un segundo para luego reventarle por completo. A pesar de todo lo que habían hecho, nunca imaginó que podían llegar a ser algo así. Qué tonto, si habían hablado sobre escapar y prácticamente compartir sus vidas. Era lo mismo que ser novios, e incluso más.


—Quiero.


Luego de responder, Sabo lo besó y sonrieron entre los labios del otro. Les gustaba estar juntos, en todas las formas posibles, ¿por qué no podrían ser novios? De eso se trataba el amor y las adversidades no los separarían, al menos eso creyeron en ese momento acostados en la cama donde nada podía dañarlos debajo de las sábanas donde concretaron sus sentimientos más de una vez después de esa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).