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If It Hadn't Been For Love por Lady_Calabria

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Notas del capitulo:

¡HOLA amores que hayáis llegado hasta aquí!

 

https://www.wattpad.com/885408483-if-it-hadn%27t-been-for-love-10-joel-y-el-sexo

 

Espero que os guste mi depravado favorito, JOEL<3 

Permanecía con la espalda pegada a una pared que no había sido pintada en décadas.

Desde luego, si no hubiese sido por la acalorada pelea que se mantenía en el salón del apartamento hubiese reparado en el olor a humedad y el precario estado del techo sobre sus cabezas, de eso estaba seguro; Pero en lugar de mirar esos nimios detalles, como la falta de mobiliario o las goteras, Joel permanecía apartado tímidamente como un corderito asustado mirando a ese joven apodado Nolan enfrentarse a sus compañeros de piso con la fiereza de un león.

Él y otro chico de tez morena y cabello rizado se gritaban acaloradamente dispuestos a llegar a los puños en cualquier momento. Joel no sabía qué hacer mientras aquellos jóvenes altos y fuertes se gritaban porque, al fin y al cabo, el motivo de la discusión era... él.

—¡Este niño va a dormir aquí, Muller! ¡No va a dormir en la calle hoy! —rugió Nolan señalándolo con la mano. Se acercó peligrosamente mirándole con expresión inflexible—. Quieras tú o no.

El chico moreno se acercó a su cara intentando imitar su tono, pero su voz rabiosa sonó mucho menos tenaz de lo que debía ser su intención, y solo parecía la queja de un adolescente malcriado lleno de ira.

—No pago dos mil euros al mes vendiendo mi culo para que venga un niñato a dormir aquí gratis. Aquí pagamos TO-DOS.

Ira que no parecía impresionar en absoluto al chico de cabello negro aunque los labios de ese chico temblasen por la cólera del momento.

Se empezaba a arrepentir de haber aceptado la invitación de ese misterioso chico. Deseó volver en el tiempo a cuando se encorvaba llorando en el portal de Diego, o incluso un poco antes cuando en su cama y entre sus besos todavía se sentía bien.

—¿Muller, Después de lo que le ha pasado a Sky vas a dejar que este niño duerma en la calle? —La voz de Nolan congelaba el aire.

—¿Desde cuándo te importa lo que le pase a la gente? ¿Te has unido a una ONG o algo? ¡Nolan el santo! ¡No te preocupaste tanto cuando le partiste la cara a Sky!

Joel aguantó la respiración sobresaltado cuando Nolan agarró al chico del cuello empujándole contra la pared cerca de él, se apresuró a salir corriendo dando un respingo por si al final también acababan zurrándole a él.

Los otros dos prostitutos que vivían en el piso se dieron prisa en intentar separarles. Joel, en cambio, se quedó paralizado mirando completamente excitado la escena de violencia que veía frente a él. Solo supo apretar su cruz cayendo en la cuenta de lo jodidamente enfermo que estaba.

Observó a Nolan murmurar algo contra sus labios, que no era otra forma de humillación que Joel no conocía. Hasta ese día él no sospechaba que no hacía falta golpear para someter a alguien. El chico estaba tan confundido por ese roce que se había quedado quieto respirando agitado.

—Tu nene está asustado —comentó burlón uno de sus compañeros, malinterpretando su turbación, Joel ni se giró para comprobar cual de ellos.

"El nene lo que está es muy cachondo" corrigió, eso sí, solo en su mente.

Nolan soltó al chico con desprecio y se giró hacia Joel, que la verdad no tenía la sangre en el lugar correcto en ese momento.

—Tú métete en esa habitación —Joel obedeció. Tenía demasiado en juego para no obedecer, pero le hubiese gustado ver su rostro cuando le oyó decir desde el interior de ese pequeño dormitorio de dos camas—: Dormirá esta noche en mi cama, que la pago YO. Si tienes algún problema con eso vas a Nacho y se lo dices. Volvemos a ser amigos del alma, ¿No te lo ha contado?

Nadie le contestó. Tras un silencio escuchó que uno de los otros chicos decía "Mira, Muller. Me la suda, no quiero problemas".

Se apoyó en la cama más cercana a la puerta, junto a un armario vacío. Estaba fría. Las sábanas nuevas lucían bien estiradas como si nadie la usara.

"Señor mío, ¿Cómo he llegado a esto?".

A Joel le quedaba en la cartera un total de dos euros y cuarenta céntimos para subsistir en el preciso momento en el que ese chico atractivo se había agachado frente a él y le había propuesto dormir en su casa.

Llevaba más de tres semanas viviendo en la calle.

Había recurrido a todos sus familiares, que se habían negado a abrir las puertas de su hogar hasta que prometiera abandonar su "estilo de vida pecaminoso". Estaba hasta la polla de ese chantaje digno del medievo en el que le obligan a rechazar su verdadero yo para ocultarlo en una oscura caja de secretos familiares y fingir que no había pasado nada. La reputación de su familia no valía tanto.

Harto y cansado de aquella situación había gritado mandando a la mierda a todos y a todo, cosa que un mes anterior no había creído posible.

Gritándose a través de la línea telefónica le había dicho a su padre que si le avergonzaba tanto que su hijo chupase pollas se olvidase de que tenía uno porque él no iba a dejar de ser maricón por arte de magia.

Por primera vez en su vida, y pese haber mandado su comodidad y su futuro al carajo, se notaba tranquilo consigo mismo impulsándose con las alas de la libertad. Tenía muy claro que no pensaba volver, no. Vivía sin necesidad de ocultar lo que sentía, lo que era ( y no se trataba solo de su orientación sexual. No. Ojalá). Comparado con todo lo oscuro que notaba crecer en su interior, ser homosexual era el menor de sus conflictos.

Muchas noches se sentía levemente culpable por no sentirse tan triste como debería, actuaba con frialdad la mayoría del tiempo y cuando lloraba no era por echar de menos a su familia sino por los contratiempos que le ocurrían en su aventura callejera. Su cuerpo actuaba ante las putadas que le iban sucediendo creando emociones como la ira o la frustración y luego, cuando desaparecían... Nada, vacío, solo fría tranquilidad en su interior. Lo cierto era que no lamentaba haberles dejado, solo lamentaba que hubiese sido necesario.

Al quinto día le habían robado la maleta con su ropa, de modo que se podía decir que Joel en aquel momento solo poseía lo que llevaba puesto. Era oficialmente un vagabundo.

Al principio, las primeras noches, las había estado pasando durmiendo agazapado en iglesias que se mantenían abiertas. Se había intentando resguardar del frío en duros bancos de madera rodeado de crucifijos y santos que parecían juzgarle.

Pero habían acabado echándole diciendo que llamarían a la policía.

Comprendiendo que la casa de Dios no podía ser también la suya había dormido en portales, en la estación de autobuses y en el baño del metro.

Los últimos días simplemente se quedaba en bares esperando a que cualquier tonto le invitase a tres copas creyendo que estaba ligando. Se iba con ellos manipulándolos a su antojo para dormir en una cama cómoda y ducharse; y echar un polvo, que tampoco estaba de más.

Tras traspasar la línea en la que se acostó con esos desconocidos por una finalidad material y no por simple deseo, fue sencillo aceptar cualquier otro tipo de invitación.

Y cuando un hombre de mediana edad, no demasiado feo, le había propuesto dinero a cambio de una rápida mamada en el baño del metro donde estaba durmiendo... Joel no encontró razones para negarse.

Aceptó.

Con ese dinero compró una manta para taparse por la noche (que al día siguiente le había robado un sintecho) y un bocadillo de pollo.

Joel había acabado vendiendo su boca cuando su lista de amantes apenas se engrosaba a cinco personas, luego fue el resto del cuerpo. Desde su punto de vista frío y calculador no veía ninguna diferencia entre acostarse con ellos para aceptar su dinero, o hacerlo para aceptar su ayuda.

Y eso mismo había pensado cuando después de ignorar sus llamadas durante días había descolgado a Diego. Le dijo que estaba preocupado y Joel le dijo que quería tenerle dentro.

Lo que no podía prever es que después del sexo y dejar que se duchase le diría que no podía quedarse a dormir allí con la misma cantinela de siempre.

Desde luego, a Joel le quedaba ya poca dignidad.

Por eso cuando aquel chico le preguntó con el ceño fruncido y mirada anciana qué hacía allí Joel se lo contó todo como un niño bobo mientras él fumaba.

Los ojos de ese chico, que aunque debía tener su edad parecía adulto, eran de un color que contenía todos los colores y en su cara pálida tenía tatuada una cruz. Su gesto grave de ceño eternamente contraído le recordó al instante a la enorme figura del Arcángel Miguel que miraba furioso a todos los que entraban en la capilla donde solía ir con sus padres a misa los domingos, espada de mármol en mano, dispuesto a enfrentarse al diablo liderando a los ejércitos celestiales. Aquel muchacho, sin embargo, solo parecía querer enfrentarse a todo lo terrenal.

 

—Te has dejado liar —le reprendió él cuando le contó el motivo por el que lloraba. Su voz ronca era melancólica y agresiva, y en ella Joel encontró un infierno sucediendo en su interior—. Nunca te dejes liar por un tío. Aunque le quieras o toda esa mierda. Nunca te dejes liar por un tío.

Joel había bajado la mirada asintiendo mientras seguía al misterioso chico cojo por la ciudad.

—Parecía un buen hombre —le había dicho para excusar su comportamiento.

—Seguramente lo sea. Diego no parece un mal tío, aunque tiene pinta de ser un poco gilipollas cuando quiere serlo.

Oyendo ese comentario Joel había intentado contener una sonrisita mordiendo su pulgar.

—Sí, es un gilipollas —corroboró pensando "Sí. Pero es MÍ gilipollas".

Que incluso cuando creía estar haciéndole el lío... el hombre le acabase dominando echándole de su casa era muy digno de su relación, y eso le hizo sonrojar.

Con Diego las cosas jamás acababan como él las planeaba.

—La gente buena a veces también es egoísta o tiene miedo. Por eso nunca tienes que renunciar a tus intereses por nadie— Parecía tan resabido que se había sentido como un completo niñato que no entiende la vida—. Cualquiera, por bueno que sea, puede hacer cosas malas... y la gente mala puede parecer buena contigo al principio. Como yo.

"La gente mala puede parecer buena" Joel se encontró descrito en esa frase, como en un chiste que solo comprendió él.

—¿Tú eres malo? —preguntó.

—El peor.

Le contó como se ganaba la vida.

Y Joel suspiró, visto lo visto, antes de confesarle que compartían profesión.

*******************************

Pegó un respingo cuando el chapero entró en la habitación cerrando de un fuerte portazo. Devuelto de nuevo a la realidad por el golpe se enfrentó a una gélida expresión cuando él le miró.

—No te sientes en esa cama. Por favor, no toques esa cama—le dijo, muy serio. Joel se levantó como si su culo estuviera prendido en fuego. Le señaló la otra—. Duermes en la mía, conmigo ¿Tienes algún problema si dormimos culito con culito?

Negó como un completo estúpido pero no tomó asiento en el lecho correcto. Ni siquiera sabía por qué estaba al borde de la histeria. Recordó los memes que rezaban "Internally screaming" y sonrió levemente pensando que su pequeño corazón estaba chillando como una believer viendo como Nolan se desnudaba dejando al descubierto su cuerpo tatuado.

Nolan se deslizó hasta la cama pesadamente, arrastrando su cojera, y le miró impaciente. Hasta ese instante Joel no había hecho ni un solo movimiento. Se desnudó también hasta quedar en ropa interior y se quedó allí plantado.

Su mirada evaluadora le recorría mientras él se acercaba tapándose el bulto de su entrepierna con las manos ahuecadas por pura timidez, zanqueó de puntillas porque el suelo estaba frío. Ese gesto le debió hacer gracia a Nolan, que rio y le dejó sitio para que se tumbase a su lado. Joel se acurrucó en el borde de la cama para no molestar.

Pero notó a Nolan pegándose a él pasando los brazos por su pecho para rodearlo y atraerle hacia su cuerpo. Ese movimiento tensó los músculos de sus extremidades y Joel miró de reojo sus bíceps marcados.

Vale, ni internally ni mierdas, iba a chillar.

—Ven conmigo —le dijo su voz áspera y tan rota como estaba su alma. Notaba su respiración contra su nuca. Joel se estremeció y debió ser tan evidente que Nolan rio de nuevo.

"Ríete, pero me estás resguardando del frío y si juego bien mis cartas será la última vez que me preocupe por eso".

—Gracias... Gracias por dejarme dormir aquí —susurró Joel fingiendo inocencia—. Te he traído problemas con tus compañeros...

—No me des las gracias —le dijo Nolan cansado—. Aceptar venir conmigo ha sido el peor error de tu vida. No lo deberías haber hecho.

—¿Por...?—preguntó Joel girándose hacia él y tornando a su postura original notando su cuerpo contra el suyo. No quería enrojecer, ni delatarse, pero menos quería que él dejase de hablar. Los labios de Nolan rozaron su cuello.

—Porque tus problemas de niño pijo se solucionarían si vas a la policía o a servicios sociales y les dices que te han echado de tu casa —le dijo, mordiendo su hombro antes de besar su piel.

La piel le quemaba, esos putos labios parecían de fuego.

No quiso decirle que él ya había ido a servicios sociales para solicitar una cama de albergue, y que le habían mandado a paseo porque estaban desbordados. Su única respuesta había sido recomendarle que volviese a casa con sus padres.

No, Joel no tenía intención de hacer tal cosa. Estaba en una situación jodida pero no pensaba salir de ella volviendo a su jaula de oro, no. 
Pero antes de contestar que nunca haría eso, porque podía haber perdido la dignidad pero jamás el orgullo, Nolan siguió hablando:

—Y yo voy a proponerte algo malo.

"Algo malo".

Joel, que ya estaba bastante excitado sin escuchar esa voz sugerente como el demonio en su oído, cayó sin poderlo evitar en su mayor fetiche.

—¿El qué? —consiguió preguntar. Pensar en el peligro de hacer algo prohibido le atrapó como si fuera una polilla en la red, y Nolan era la araña que tejía con palabras murmuradas y caricias una tela de la que no querría escapar.

—Verás... —decía despacio, incorporándose un poco para poder mover su brazo y bajarlo lentamente por su abdomen. No sabía exactamente si aguantaba la respiración por esa caricia o por el tono de su voz—. Mi amigo, el que dormía en esa cama, ha muerto —deslizó su mano bajo su ropa interior con la misma parsimonia. Joel tragó sonoramente— Y yo... —cerró su mano entorno a su pene duro por la expectativa. Joel jadeó. Joder, joder, joder— Quiero... —su mano se movió despacio, tan despacio que debía odiarle por querer infligirle tal tortura— pedirte que le reemplaces.

Joel echó un rápido vistazo a la cama vacía frente a ellos para girarse sin dejar de sentir el movimiento de su mano. Él bien dormiría allí, parecía cómoda.

—¿Reemplazarle?

—Si sigues haciendo lo que haces en el metro Nacho te encontrará y te obligará a hacer la calle para él, y no quiero eso para ti ¿Sabes por qué? —Joel negó— Porque quiero que trabajes para mí.

—¿P-para ti? —preguntó entre jadeos. Nolan le miró a los ojos asintiendo moviendo la mano más rápido.

Por lo usual, a Joel las caricias no le eran importantes pero jamás se había visto tocado por un demente manipulador que creía que le estaba engañando. Era evidente que le ocultaba algo. Si alguien sabía de mentiras era Joel.

Nolan le agarró la cara entre las manos dejando de masturbarle y echándose sobre él. Su peso le oprimía el pecho.

Poseído por el pecado de la carne besó a ese chapero que le devoraba. Nadie nunca le había besado así, tan rudo como el mordisco de un león, tan desesperado como él. Tan completamente loco que su dolor también le dolía.

"Vale, ahora me pone cachondo el peligro y el dolor de los demás, genial ¿Algo más?".

Cuando se separó de su lengua lo suficiente para hablar su boca siguió besando su mentón y su cuello. De verdad que Joel no era dueño de sus actos cuando su pene despertaba, había perdido completamente el timón de lo que sucedía de modo que decidió dejarse llevar por la corriente de ese enorme río que era el placer. Aunque su placer viniera de una idea, a priori, algo enfermiza.

—Quieres que me venda para ti— susurró, no había pregunta, solo era que decir en voz alta aquella afirmación le ponía cachondo, que Dios le perdonase. Nolan asintió de nuevo mordiendo su cuello y sus labios.

Joder, besaba demasiado bien para poder razonar. El cuerpo de ese chico era una cosa digna de mirar, pero Joel no se atrevía a hacerlo. Sabía que ese joven estaría extrañado por su reacción, como era normal. Mientras siguiera besándolo no quiso afrontar miradas que reflejasen sus rarezas. Con los ojos cerrados sintió su boca contra la suya, intentó concentrarse en enfocar todos sus sentidos en eso; en esa sensación y en ese roce.

Pero Nolan se separó para mirarle. Joel enfocó la visión de sus ojos azules en su cara. Sus ojos desquiciados le hablaban de violencia y sangre, de venganza y de tristeza; pero también parecían enormemente sorprendidos por su reacción.

Recorría su rostro y entreabriendo los labios por el asombro, y también por la sublime excitación que parecía atraparle.

—¿Eso te pone? —le dijo, le miraba de una forma nueva parecida a la fascinación y Joel se acercó a él para rozarse mientras asentía mordiéndose el labio de manera infantil. Nolan parecía perder el aire de su cuerpo mientras hablaba— Te pone el riesgo de...

—Me pone sentir...cosas, da igual, lo que sea. Quiero sentirlo todo—le dijo él intentando que volviera a besarle, pero Nolan se mantenía retirado para que se explicase—. Yo nunca he hecho... Nunca he.. No sé por qué me pasa esto ¿Vale?, Yo hace un mes era virgen. Normalmente no siento nada y esto... Es algo que me entra por el pecho y me recorre todo... Intento entender qué me... qué me pasa. Solo quiero sentir algo. Algo. Lo que sea.

—Joder. Estás más loco que yo. Pensaba engañarte para que...

—No hará falta. Dime la verdad ¿Qué quieres que haga?—preguntó Joel interrumpiéndole decidido. Nolan asintió y sonrió deslizando de nuevo la mano en su ropa interior. Se agarró a los tensos músculos de su brazo cuando volvió a la tarea de masturbarle besando su clavícula.

—Quiero que hagas preguntas sobre mi amigo, necesito respuestas —le dijo contra su piel. Le lamió dejando pecado en su piel, Joel tembló—. Quiero que averigües qué le pasó, y para eso harás lo que yo te diga, lo que sea necesario. Me ayudarás a llegar hasta el bastardo sádico que le mató. Pero antes tenemos que confirmar de que fue él.

—¿Por qué? —dijo Joel y su voz, para su sorpresa y vergüenza, sonó prácticamente como un gemido ante esa idea.

Y con una sonrisita divertida se aventuró a decirle para ponerle a prueba:

—Para asegurarme de que fue él antes de cortarle la polla y hacérsela tragar. Ese hijo de puta no va a tocarse mirando como muere nadie más. Esto no volverá a pasar.

En ese momento sí gimió. Porque ese chico le hablaba, en definitiva, de peligro. No iba a pararse a preguntarse por qué el mal le prendía en fuego pero lo hacía, quizá esa fuese la voluntad de Dios... Quizá ese chico era la serpiente enviada por el demonio para tentarle. Quizá solo estuviese loco y era un pervertido que buscaba excusas para no aceptar su naturaleza.

— ¿Crees que, ah, que alguien... querría...hacerlo conmigo?

—¿Estás de coña? Mírate. Todos te desearán y se mojarán solo de pensar en meterla en este culito prieto.

Y le besó de nuevo fundiéndose con él. Perdió el poco control que le ataba a la sensatez cuando se excitaba sintiéndose deseado; porque nunca, jamás, se había sentido con alguien como se sentía con ese peligroso prostituto que conocía desde hacía apenas dos horas. Su cuerpo y el suyo eran uno, tan compenetrados que parecían sumidos en una puta coreografía violenta mientras se besaban. Joel le arañó la espalda, y le oyó gemir por el escozor. Deseó que dejase eso para desnudarle y entrar dentro de él. Nolan también parecía desearlo; pero no parecía dispuesto a hacer ese afán una realidad tan rápidamente.

"Joder, por favor, fóllame".

Joel miró hacia abajo cuando tuvo la oportunidad para observar su cuerpo, y comprendió por qué esa reticencia. Le llamó la atención su pierna, incluso por encima del resto, en su muslo una herida sangraba. Su carne se hinchaba entre algunos puntos que habían saltado desgarrando la piel. Debía dolerle mucho porque las gotas de sangre resbalaban por su pierna deslizándose sinuosas y cayendo sobre las sábanas a una velocidad preocupante.

—¿Qué te ha pasado en la pierna? —le preguntó Joel aguantando la respiración.

—Me han disparado — contestó escuetamente. Joel gimió sonoramente abriendo la boca.

"Dios mío, Dios mío".

Se incorporó rápidamente empujándole para abalanzarse sobre él, sentado a horcajadas sobre su regazo, manchándose de su sangre.

Estaba caliente y eso le aceleró el pulso endureciéndolo como si fuese a correrse en cualquier momento rozándose con él, desesperado, besándole.

"Joder, Joel, joder... estás para encerrar ¿Te pone la sangre? ¡Vamos para bingo, anormal! ¡Lo tienes todo!".

Apartó su ropa interior rápidamente, sin llegar a bajársela del todo por la apremiante necesidad que le poseía. Nolan agarró la tela y de un fuerte tirón la desgarró para deshacerse de ella.

—Esos bastardos van a flipar contigo ¿De dónde coño has salido? —le dijo el chapero acercándole a su cuerpo violentamente sentado sobre él, agarrándole con un brazo de la cintura y con la otra masajenado su entrada. Joel a horcajadas entre su regazo temblaba de excitación al roce del orgasmo solo de pensarlo. Pasó sus manos por sus abdominales. 
Joder, mierda ¿Quién iba a decir que Satanás podía estar tan bueno?

"Dime más cosas bonitas y me follaré al asesino del Zodiaco si me lo pides".

—¿Dónde dormiré? ¿Puedo quedarme contigo? —preguntó Joel; cuya principal preocupación, aparte de las palpitaciones de su pene, era que no tenía donde resguardarse en las frías noches de invierno. Jadeó agarrándose con fuerza a sus hombros notando como le introducía los dedos lentamente en medio de esa peculiar entrevista de trabajo.

—Ya lo pensaré—le dijo él entretenido en prepararle para entrar en él cuanto antes.

—Dí-dímelo —Joel le agarró la cara con una mano para obligarle a prestarle atención. Su voz sonó osada a pesar de hablar entre jadeos porque como ese chico le estuviera engañando había tomado la decisión resolutiva de arrancarle su hermosa cara.

—Te he dicho —Cuando aquel león le miró desafiante, su arrojo se fue al carajo y ese miedo le hizo gemir— que ya lo pensaré.

Joel frunció el ceño asintiendo contrariado por la respuesta y agarró su pene, escupió en esa maravillosa extensión de músculo endurecido que palpitaba en su mano, grueso y caliente; con decisión mirándole a la cara, subiendo y bajando su mano antes de acercarse a él, se dejó caer sin preocuparse del dolor que eso le pudiera provocar.

Nolan abrió la boca sorprendido por la presión en su cuerpo.

Cuando esa boca se movió parecía mucho más manso, y Joel sonrió.

"Joel, domador de leones".

—Puedes... quedarte... conmigo.

Joel asintió aceptando esa promesa.

Tras una mirada a la cama junto a ellos cerró los ojos notando esa preciosa polla en su interior. Sus manos en sus caderas le estrujaban con dureza. El rubio hundió la cara contra su cuello, abrazado a él, regodeándose de esa conexión que ni entendía ni le importaba entender. Volvió a mirar su cara cuando comenzó a moverse para no perderse ni una sola expresión.

—¿De verdad vas a ayudarme? —miró también la cama de su amigo, que tenía cierta aura de mausoleo, y a pesar de la expresión de placer de su rostro Joel notó la devastación de su alma, la enorme tristeza que abrazaba su corazón.

Jadeó y se movió de arriba abajo, asintiendo con la cabeza.

Dios sabía que sus sentimientos también eran suyos, que podía notarlos tan claros como el ardor de su menudo cuerpo, lleno por completo, subiendo y bajando lentamente. Lo que había comenzado como una salvaje necesidad apremiante se había convertido en apenas un imperceptible movimiento, intentando retardar el orgasmo que se le avecinaba, abrumado por los sentimientos que sin esperarlo les estaba trasmitiendo.

¿Eso era lo que sentían los demás? ¿Eso era amar, perder y desgarrarse?

Ese muchacho estaba roto. Sintió el impulso de besarle y abrazarle para reconfortar su dolor, y lo hizo; y de hacerle sentir placer para que gimiera, y también lo hizo.

Se notaba tan enlazado con ese chico que tenía miedo y Nolan le rodeó con los brazos temblorosos mostrándose vulnerable, haciéndole saber que bajo su piel guardaba un universo de emociones. Le oyó susurrar "Dios mío" entre su respiración agitada y parecía estar a punto de estallar en llanto, sobrepasado por ese sentimiento de gratitud. 
Y Joel también lo sentía, Él, que no sentía nada... Lo sentía.

"No te dejes liar por un tío".

Pero no era por un tío por quien se liaba, era por ese encogimiento en el estómago; ¿Era eso tristeza, congoja? Jamás lo había sentido.

—Voy a... ayudarte ¿Cómo... se... llamaba tu amigo?—le preguntó moviéndose más rápido, intentando hablar entre jadeos y gemidos suavemente con un infinito cariño que no entendió— Dime su nombre.

"No te dejes liar por un tío".

—Sky —gimió. Elevó una mano hasta su nuca antes de besarle con afecto, y luego sonreír recobrando el control de la situación. Los lobos de su mirada volvían a la vida, dejando atrás a ese muchacho vulnerable. Para cuando volvió a hablar Joel notaba el calor del placer creciendo en su interior, galopando veloz para convertirse en orgasmo—. Será peligroso.

—Muy... peligroso...

—Tú vas a ser mi espía y mi puta —le dijo y sus palabras sonaban sucias. Joel miró el movimiento de esos labios al hablar y asintió. Le hubiese dicho que sí a Satanás si con ello hubiese conseguido que esa mano se siguiese moviendo—. Y Dios no va a ayudarte.

—Dios siempre me ayuda.

—Ya lo veo, ya.

Y tomando la cruz de plata entre sus dedos antes de soltarla con infinito desprecio le dijo "Pues reza".

Le empujó para que cayera sobre su espalda sin salir de él para embestirle de manera que Joel se olvidó no solo de rezar, si no también de hablar. Intentó orar en un imperceptible murmullo, apenas un movimiento de labios hecho susurro mientras se arqueaba de placer.

—Ahora Dios te está escuchando —le dijo él con cierta maldad—, te ve... y tú vas a correrte para él.

Su alma se llenó de blanco, de calor y de gloria santa. Rozó con sus dedos los reinos de Dios a hombros del pecado mientras rezaba; impulsado por aquella enorme sensación que explotó, repentina y fuerte, desde la base de su pene hacía todas direcciones. Llenándolo, haciéndole ligero, nublándose la visión y la mente.

Escuchó su voz ronca gemir, casi como en un gruñido.

Tras ese enorme orgasmo, Joel bajó a la realidad mundana jadeante y con el corazón desbocado riendo, sintiéndose dichoso y beatificado.

Después de ese enorme orgasmo nada fue igual. Joel no escuchó nunca más esa voz en su mente que le reprendía por ser como era, por hacer lo que hacía; nunca más volvió a sentirse mal por ello.

Él se había corrido, notaba esa conocida sensación pringosa en su trasero. Ni siquiera se había dado cuenta.

Aunque las sábanas parecían salidas de una película gore de las que estaban prohibidas en su casa se tapó con ellas avergonzado mientras Nolan se tumbaba a su lado pensativo, casi tan meditabundo como él.

Joel miró de reojo la cama junto a ellos, intentando imaginar el aspecto de su dueño. 
El silencio incómodo y tenso que transformaba los segundos en mares de tiempo le obligó a decir lo que fuese para romperlo:

—¿Te duele la pierna? —preguntó en voz baja. Nolan asintió. No sabía por qué demonios sabía que estaba rondando algo en su atormentada cabeza, hacía muy poco que le conocía, pero lo sabía— ¿Qué pasa?

—Nunca me he sentido como me he sentido contigo —le dijo él frunciendo el ceño. Parecía confundido, incluso fastidiado. Joel asintió. Se irguió para observar su pierna sangrante, toqueteó la herida con rostro lleno de tedio—. Yo he follado con muchísima gente, ni te imaginas, muchísima. Pero nunca he sentido que... que alguien estaba tan loco como yo.

—Pues sí, estamos fatal. Como un cencerro.

—Sí. Es... es raro.

—Era como si tú y yo fuéramos... lo mismo, ¿Lo somos?

—La puta misma escoria.

—Ajá. Compatibles.

—Sí...—Luego suspiró y le miró algo avergonzado—. Ha sido más raro todavía porque yo estoy enamorado como un gilipollas. Es raro sentir eso cuando quieres a otro. Es como... tú tenías mi polla y él mi cabeza, mi corazón... mi yo entero.

"Pues menudo menage a trois raro".

Nolan le estaba hablando con tan chocante sinceridad que Joel elevó las cejas sorprendido y se giró completamente para mirarle a la cara con una enorme sonrisa. Se sentó en la cama ensangrentada frente a él para que le contase más.

—Se llama Lucas. Vive en el edificio donde estabas. En el tercero —le dijo. Su voz áspera llena de amargura se tornó, repentinamente, mucho más corriente. Chispeaba como la voz de un chaval normal, un adolescente enamorado de alguien inalcanzable, y parecía completamente asustado por ese hecho.

—Espera. Lucas... ¿Lucas, el amigo de Diego? —Nolan asintió. Joel comprendió que en realidad ellos ya se habían conocido, tiempo atrás, separados por una puerta. Él y sus desolados interiores se llenaron de curiosidad por esa relación— ¿Y cómo es?

—Es... es bueno. Es una buena persona. Es cariñoso, y es... amable —dijo acariciando inconscientemente su cabello con una tímida sonrisilla. Cada palabra parecía tan sincera, tan cálida en su boca, que Joel sintió una profunda envidia; ese brillo nostálgico que cambiaba su actitud parecía una bonita sensación inalcanzable—. A nadie le parece muy guapo, pero a mí sí. Veo su cara cuando me corro, todos mis orgasmos llevan su nombre, ¿Sabes? Tiene una polla que vale oro. Es inteligente, ha estudiado mucho. Tiene una carrera y hasta tiene un diploma. Él me entiende sin que le hable, y es... Es gracioso. Me meo con él. Hacemos bromas de las cosas tristes que a la gente le parecen desagradables. Su risa es... joder ¡Y es valiente! Tiene el tipo de valentía que hay que tener para levantarse por las mañanas e ir a trabajar sin ganarlo rápido, sin hacer nada malo; pero también la necesaria para plantarle cara a un arma. Lucas es el hombre menos imbécil que conozco, me deja libre como a su gato... sin celos, sin posesión, sin tonterías. Es demasiado bueno para mí, yo le pongo en peligro... y no se lo merece. Él merece algo mejor.

—Parece un buen tío —logró decir Joel aplastado bajo todos esos sentimientos que no eran suyos.

—Lo es.

—Le quieres... le quieres mucho, ¿Verdad?

—Le quiero muchísimo, Joel. Le amo de verdad.

Joel tragó saliva comprendiendo que se encontraba frente a su antítesis, todo lo que a él le faltaba, que si él estaba vacío ese chico estaba completamente lleno, rebosaba.

Se relamió los labios lentamente, casi podía saborearlo en el aire.

—¿Y él a ti? —preguntó para que le siguiera hablando.

—No lo sé. Supongo que no... ¿Por qué él iba a querer a un mierda como yo? En realidad da igual. Que me quiera o no... no cambia nada, no cambia lo que siento yo.

—Sí, cambia. Ser correspondido lo cambia todo.

—¿Y si no me quiere? Y si cree que sí... pero solo... solo me ilusiono y todo se va al...

—Si él te quiere deberías estar con él, no aquí follándome. Mira que yo no me quejo, eh.. Que me ha gustado... Por... Por movidas mías.

—Movidas. Como por ejemplo que te pone cachondo el riesgo y...

—Y solo así noto algo que se parezca a un sentimiento, sí, no tienes ni idea de lo que tienes. No tienes ni idea de la suerte que tienes de poder sentir todas esas cosas.

—¿Suerte? —Se puso en pie alejándose de él, su labio inferior temblaba por la rabia, o tal vez la tristeza— ¿Estoy destrozado, me quiero morir, y me dices que tengo suerte?

Joel se irguió para quedar a su altura y poder mirarle impasible a la cara.

—Sí. Daría lo que fuera por poder estar enamorado como lo estás tú.

Nolan se encogió de hombros como si tal cosa, volviendo a mirar su pierna.

—Esto está sangrando un huevo, me estoy mareando —soltó Nolan agarrándose la herida, desnudo y cojeando, sacó una bolsa de su chaqueta—. Voy a hacerme un hacho para el dolor, y nos vamos a que me cosan antes de que me desangre.

—Pero cuéntame sobre Lucas por el camino. Necesito conocer todos los capítulos de esa telenovela —le dijo él sonriendo.

Porque Joel comprendió en ese instante que podía colgarse del rebosante amor ajeno bebiendo de él como se bebe de una fuente. Alimentándose de sus sentimientos para saborearlos brevemente.

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Un hombre alto, rubio y vestido con una sensual combinación de seda les abrió la puerta a medio camino entre el asombro y la desesperación.

Joel nunca había visto a un transformista fuera de la televisión. Que fuese una persona completamente normal que estaba cocinándose la cena en ese momento le sorprendió más de lo que sería educado admitir.

Él se quedó plantado allí, sujetando con la mano una espátula para darle la vuelta a su tortilla, mirándoles con cara de pasmo. Luego contrajo sus labios delineados de carmín y cerró la puerta en sus narices diciendo "Ni de coña".

Joel se giró hacia el prostituto, que manchando su pantalón negro de sangre, se apoyaba en la pared para mantenerse en pie. Reaccionó golpeando con el puño la puerta haciéndola vibrar. Un perro comenzó a ladrar en la puerta frente a la que pretendían abrir. Joel oyó como el animal respiraba sonoramente a través de la rendija de la puerta antes de volver a ladrar con la misma ferocidad con la que Nolan aporreaba esa puerta insistentemente, dejando bien claro que no iba a marcharse.

La puerta tras ellos se abrió bruscamente, sobresaltando a Joel. Se giró para ver como de ella se asomaban, sin llegar a salir de su apartamento, una persona y un rottweiler que enseñaba los dientes sujeto mediante una gruesa correa agarrada por una mujer trans que recogía su pelo rubio en un destartalado moño.

Para un exmiembro del Opus Dei esa persona frente a ellos resultaba un misterio paradójico, siempre había escuchado que esas personas estaban equivocadas de la manera más sacrílega.

Pero de ser así, también lo estaría el Creador, ¿o no?

¿Cómo podría estar errada la escultura y no el escultor?

Supuso que el altísimo había hecho a esas personas así, en su amplia perfección, por el mismo motivo por el que a él le había hecho como era. Motivos inescrutables. Razones que en realidad no necesitaba comprender para aceptar y respetar a esa mujer dispuesta a golpearles para proteger a su amigo; estuviese ella equivocada, el Opus, la biología, la sociedad, o Dios.

El resumen de lo que Joel pensó en el transcurso de un segundo fue que en realidad su opinión sobre la vida de esa persona no importaba un carajo. Eso, y que ese perro daba miedo.

—¡DEJA LA PUERTA DE MI AMIGO O TE PARTO LA CARA!

La puerta del "amigo" de Nolan se abrió para infundir algo de sensatez.

—¡No pasa nada! ¡Tranquilas! ¡Marta, por favor, calla a ese perro! —gritó con las manos levantadas en son de paz. Nolan levantó las manos ensangrentadas también.

—¿Podríamos meternos de hostias en otro momento? Hoy no tengo el día —su voz, aunque burlona y desagradable, sonaba profundamente fatigada. Marta tiró de la correa para sujetar al rottweiler y acariciarle el pelaje tranquilizadoramente.

—¿Es amigo tuyo? —preguntó ella recelosa al dueño del apartamento.

—¿Amigo? Illo ¡No! ¡Dios, me libre! —dijo ese hombre, que rondaba la veintena. Nolan rio. Les dejó espacio para pasar por la puerta— Anda, pasa majarón. Siempre dando el cante, Nolan, cuando te digo que eres un mamarracho es porque eres un mamarracho.

—Cómeme el rabo, y luego se la comes a este, se llama Joel.

El hombre llamado Sol se giró hacia su amiga y Joel se apresuró a seguir a Nolan hacia el interior.

—No pasa nada, cari, de verdad que está todo bien. Venga, buenas noches. Gracias.

Entraron en un acogedor loft de poco mobiliario.

Joel pudo escuchar como Marta le decía a Sol que si necesitaba ayuda le diese un toque.

Sol cerró la puerta tras él. Se cruzó de brazos mirando la pierna que empezaba a gotear en el suelo, y luego volvió a apretar sus labios en aquella mueca de madre decepcionada.

—Cucha, Nolan, cariño. Si pudieras intentar dejar de matarte durante un ratito te lo agradecería —le dijo con un ademán en su mano— ¿Qué haces aquí? ¿Tengo pinta de regentar una enfermería?

—No es por la pierna —le dijo Nolan, apretando su herida con la palma de la mano—. Necesito que dejes que él se quede aquí.

Estaban hablando de él, de Joel. El chico dio un respingo y se quedó mirando a uno y a otro. Sol se giró para observarle y levantó las manos en un exagerado gesto.

—¡Ah, no! ¡Que lo que regento es una guardería! —Movía los brazos exasperado y Joel frunció el ceño ofendido— ¡No! ¡Nada de niños! Los adolescentes me dais migraña.

—Oye, que tengo diecisiete años, no soy ningún niño—le dijo. Sol abrió los ojos de forma teatral y le señaló como si eso le diera la razón. Joel apretó los labios intentando no parecer el niñato que sabía que era.

Nolan sujetó una silla para sentarse en ella con dificultad, estaba palideciendo y Joel se preocupó un poco, nadie más parecía preocuparse por ese goteo incesante de sangre en el suelo.

—¿Y cuántos tengo yo, Sol? —Parecía realmente cansado— Hazlo por él, no por mí. Mírale, duerme en la calle. No durará ni diez minutos contra esa jauría de putas furiosas de Nacho. Aquí estará a salvo. Te daré...

—No quiero nada.

—Te daré las drogas que me da Nacho para mantenerme atado, las venderé para ti. Es mucho dinero, Sol.

Colocó la bolsa repleta de pastillas que guardaba en su bolsillo en la mesa con un manotazo. Sol las miró pensativo, pero luego negó abruptamente.

—¿Te lo tengo que decir en ruso? Nein.

—Eso es alemán.

—No quiero nada, ¿Dónde metería al chaval? Solo tengo una cama. Esto no es un puto hostal.

—No será por mucho tiempo, te conseguiré un colchón para él.

Joel movió los brazos frente a ellos para llamar su atención, pero ninguno le prestó ni una sola mirada.

—¿Vosotros sabéis que estoy aquí escuchando? —dijo en voz alta— ¿Os acordáis de que sigo aquí?

—Cállate, niño —Regañó Sol severamente, Joel obedeció—. No es lo mismo, tú sabes cuidar de ti mismo, nunca has sido un niño de verdad. Pero este chaval parece tonto ahí plantado. Para él debe ser como un juego y acabará hecho un pizco ¿Quieres que me sienta culpable cuando eso pase? ¿Eso pretendes? No pienso cuidar de... ¡Hostia! Joder, Nolan. Tu pierna. Me estás manchando de sangre el suelo.

La conversación murió cuando Sol se acercó y se agachó frente a la mancha sangrienta que humedecía la tela de su pantalón.

—Quítate los pantalones cariño, que te vas a desangrar. Debo ser como la puta María Teresa de Calcuta.

—Sí, en la cara te das un aire —rio Nolan con aquella carcajada desagradable. Joel no pudo aguantar una sonrisa.

—Nolan, que todavía estoy a tiempo de mandarte a la mierda —le dijo él, aunque también sonreía—. Oye, niño.

—Me llamo Joel.

—Pues Joel, llena de agua una olla y hiérvela. Ahí en la cocina—Observó la herida—. La sangre no es por la herida de bala, ya estaba casi curada. Es por el desgarro de los puntos internos ¿Cómo te has saltado los puntos de esta forma, Dios mío?

—Pues corriendo, y luego... follando con él. Resulta que al niño lo que le gusta es que le den bien fuerte —respondió Nolan sin darle importancia.

Joel se giró bruscamente para encender el fogón bajo la olla, y de paso no ver la expresión del improvisado enfermero.

—Vamos, no me jodas —le oyó susurrar acercándose al chico sangrante, intentando que él no le escuchase frente a los fogones y el agua que comenzaba a burbujear—. Estás usando a ese tonto. Te estás aprovechando de él.

Joel lo sabía.

Pero si de todas forma iba a acabar vendiéndose, como ya hacía en el baño del metro, prefería rodearse de gente que le proporcionase cama, techo y comida; gente dispuesta a defenderle como él... apto para usar los puños y orientarse por las cloacas. Si iba a acabar así, quería sentir que era por algo más que por cuatro billetes, y descubrir cómo había muerto ese chico parecía una misión lo suficiente importante. Joel miró a Nolan, el dolor de sus ojos podría ser una buena razón. Seguir robando de su cuerpo esos sentimientos para sentirlos como propios era un enorme y poderoso motivo.

Consciente de que estaba amarrándose a ese hombre como un parásito para poder sentir cualquier cosa llegó a la conclusión de que podían beneficiarse mutuamente como en una simbiosis, utilizándose por igual para sus propios fines.

—¿Tienes algo contra mí? — dijo girándose para encararse.

No sabía desde cuándo había empezado a afrontar las situaciones en lugar de bajar la mirada pero hacía tiempo que su timidez había quedado atrás y estaba bastante harto de que le recordasen cada diez minutos que solo era un tonto.

Sol, que estaba revisando la herida, negó con la cabeza haciendo una mueca con los labios.

—Absolutamente nada —Parecía sincero—. Pero creo que el trabajo de un hombre no lo puede hacer un niño, o no debería; Y muchísimo menos este. Esto ni siquiera es un trabajo, es... No creo que entiendas donde te estás metiendo.

—Ya estoy metido, ¿Y qué debo hacer?

—No tengo ni idea de por qué estás aquí. No me importa —le dijo Sol girándose hacia él—. Yo estoy aquí porque soy un adulto que ha decido ganar dinero así para pagarse la carrera. Lo he elegido yo. Pero tú no tienes dos dedos de frente para decidir nada. Se van a aprovechar de ti. Estoy seguro de que tienes opciones mejores que meterte a puto con este desgraciado.

El desgraciado era Nolan, mirando aburrido como le señalaba con la mano.

—Oye...

—Este gilipollas no sabe ni lo que hace, para este tío es tarde. Está tan metido en la mierda que ya no puede salir, seguramente ni siquiera eligió entrar ¿Tú elegiste ser puto, Nolan? Yo creo que no. Yo creo que a ti te obligaron.

—Vete a la mierda, Sol —gruñó él apretando la mandíbula en un gesto de completa ofuscación.

Joel decidió interrumpirle.

—Mira, Ayer estaba durmiendo en la calle. Si no me quieres aquí lo entiendo... Pero no tengo dónde ir, hace frío y tengo hambre; ni mi familia ni servicios sociales me quiere ayudar ¿Qué hago?

—Puedes buscarte un trabajo. Así, como idea.

—Sí, qué fácil. No se me había ocurrido. Gracias, eh. Me solucionas la vida.

—¿Recordáis que estoy sangrando? —comentó la voz desdichada de Nolan.

Y ambos dejaron de discutir para limpiar esa herida. Joel se arrodilló a su lado acercándole a Sol el cazo de agua hervida.

—No vas a venderte—añadió Nolan. Ambos le miraron sin comprender. Clavó sus ojos en los suyos—. Solo debe parecerlo...

—No lo entiendo —susurró Sol. No, Joel tampoco comprendía.

—¿Y cómo ganaré dinero entonces?

—Yo te mantendré. Si haces lo que te pedí. Si me ayudas a vengar al idiota de mi amigo.

Sol aspiró el aire sonoramente, tapándose la boca con las manos por la sorpresa.

—Quiero que consigas información de tres clientes de Sky, solo ellos... Pero se acabó el baño del metro, se acabaron los putos viejos. Eres espía, no chapero. No te vas a vender más y yo tampoco. Estoy hasta la polla de puteros y tenemos que centrarnos en esto. Podemos ir tirando con lo que robe...

—¿Vas a dejar la calle? —El tono de Sol mostraba tanto asombro que Joel se giró para observar su expresión.

—Así como te lo cuento. Se acabó.

—Pero...

—A tomar por culo. Que no. Esto es más importante —Agarró a Joel del brazo para que le mirase— Y tú tampoco vas a chupar pollas por cuatro euros si puedo evitarlo, ¿Me oyes? Tú no acabarás como Sky.

Joel asintió lentamente.

Sol soltó una carcajada.

—Ellos, justicieros. El huérfano amargado y el niñato, como Batman y Robin.

—¡Ya está bien de que nos pisen, hostia! ¡Que nos lo han quitado todo, Sol! ¡TODO! Hasta la puta justicia cuando nos asesinan.

—Nolan ¿Qué puto alucinógeno te hace pensar que podéis jugar a ser James Bond sin acabar muertos? —Sol se llevó las manos a la cabeza levantándose llevado por el pesimismo—. Que tú te sabes mover por la calle pero este niño es un pajarito sin nido, que le van a pillar. De una paliza le abrirán la puta cabeza, verás, y a la mierda el pajarito.

Joel descartó explicar que si a él no le apetecía nunca le pillarían una mentira en la cara.

—Necesito a alguien, Sol. A mí nadie me dice nada, les doy miedo.

—¡Y con razón!

—Por eso necesito que se quede aquí, eres un buen tío, contigo estará bien.

Nolan se giró hacia Joel, que seguía de rodillas junto a su herida como un devoto frente a una aparición. Y lamiéndose el labio inferior antes de hablar, gesto que no pasó desapercibido para Joel, le acarició el rostro pasando lentamente el dorso de su mano.

—¿Lo harás, pajarito?

Joel asintió. Sellando su destino por culpa de su corazón desbocado.

Sol suspiró, dándose por vencido. Tomó la bolsa de pastillas de colores que seguía descansando sobre la mesa y la guardó en un cajón de su precaria cocina.

Se acercó a Joel y le acarició el hombro, descansando ahí su mano.

—Mira, niño. Si no vas a entrar en razón por lo menos haz algo útil y líame un porro mientras coso a este tonto.

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Joel había pasado tres confusos días en ese apartamento. El tiempo, en aquel minúsculo escenario de bonita iluminación y agradable olor se había ralentizado y acelerado dependiendo de las drogas que hubiesen consumido sus amigos.

Joel ni siquiera sabía qué día o qué hora era. No importaba.

Al principio se había dejado llevar por esas sensaciones nuevas, una a una, sin negarse a nada.

Desde luego, no había sido la actitud más inteligente de su vida.

Porque su afán por descubrir le llevó a notar el optimismo del MDMA, las texturas que no existen, la estúpida tranquilidad de la marihuana; y cuando la química hubo hecho su efecto en su cerebro evidenció de manera mucho más notoria que algo ahí arriba no funcionaba bien, ni siquiera tomando lo que sus compañeros tomaban era capaz de dejarse ir, de procesar la droga como una persona normal lo haría.

Les miró notando que esas sensaciones que él sentía eran falsas e impostadas, que solo eran mentiras bien contadas que él nunca podría formular; porque a él la droga no le estaba habiendo nada y cuando esas mentiras acababan él se quedaba vacío y hundido prenguntándose una vez más por qué no había nacido normal, por qué su interior seguía siendo terreno yermo.

Entendiendo, sin necesidad de palabras para entenderle, que ese pensamiento le atormentaba Nolan había decidido que no debía probar ninguna sustancia a partir de aquel momento.

—Te necesito espabilado y alerta, no puedes engancharte y ser un mierda como yo. Así que suelta eso y tómate un cacaolat.

Eso había dicho con tono de líder severo dándole la excusa perfecta para rechazar cualquier ofrecimiento, y al mismo tiempo, evitándole dar las explicaciones que le incomodaba dar a su anfitrión cuando insistía en que vida solo había una y había que aprovecharla a tope. Agradeciéndoselo con la mirada había asentido yendo a la cocina.

—Sois unos sosos —se había quejado Sol.

—Le necesito con la mente fría —Se miraron compartiendo su broma privada porque si algo tenía Joel, joder, ese algo era una mente fría— Con que haya un puto yonki es suficiente. Y para eso ya estoy yo.

—Pues como digas —Se había girado hacia Joel y le había dicho— Niño, pues cómete un yogur o algo, y ya cenas. Si te apetece en el segundo cajón tengo magdalenas.

Joel había asentido preparándose la cena mientras ellos se preparaban un chute de ketamina.

Los tres, sin apenas separarse en ese paréntesis de tiempo y de la realidad, se habían sumergido en profundas conversaciones, risas absurdas, humo y sexo. Joel se sentía parte de una rara familia incestuosa en la que Sol se comportaba como una madre y Nolan era su hermano.

Jamás se había sentido tan libre, apreciado y cómodo. Ese ambiente de fraternidad le desarmaba.

Al principio, Nolan y él se pasaban horas uno sobre el otro. Con el paso de las noches dejaron de encontrar necesario el sexo.

Le bastaba con sujetarle el rostro entre las manos con devoción para conectarse a él; mientras le pedía que le hablase de su tristeza, de su amor por Lucas o de su amigo muerto. Así, durante ese breve momento podía sentir su amor como si fuera propio. Así durante ese ratito Joel no estaba vacío y se sentía... Bien.

Nolan respondía en voz baja a sus preguntas mansamente, confundido por las sustancias y esa insólita alianza que sentían mirándose el uno al otro; y el sentimiento que llenaba el corazón de Joel era tan grande que apenas podía contener las ganas de llorar junto a él. Una vez le contó que era ucraniano, otra vez le contó que había nacido en una cárcel porque su madre estaba condenada por el homicidio de su padre. 
Le contó que por eso siendo apenas un niño le habían llevado a un orfanato llevado por frailes españoles que se dedicaban a hacer cosas terribles con los niños más agraciados.

Sus barreras caían una a una, derribadas tan milagrosamente como habían caído las murallas de Jericó. Lo notaban, su maldad abrazaba a la suya. 
Tan agradecido estaba de poder compartir el peso de sus emociones con alguien que en realidad le importase una putísima mierda que le habló de prostitución infantil y guerra, de muerte y dolor, de rabia, de puñaladas, de balas; y sobre todas las cosas... de deseo de matar.

Y Joel se corría, una y otra vez, de la mano de su fetiche al peligro; tocándose o no. Alimentaba su depravado deseo con su anhelo de venganza. Todo en la vida de ese pobre chico era tan categóricamente horrible que sentía el riesgo de estar a su lado tan sólido y palpable que, sin poderlo evitar, ese cosquilleo que amaba venía a atraparle fuerte y raudo.

Cuando se tranquilizaba Joel se sentía sucio y enfermizo por excitase de esa forma por esos motivos. Pero el ambiente de esa comuna hippy en la que estaba viviendo no le daba tregua para pensar mucho sus actos.

—Sí, sí. Maricón y un enfermo fetichista. Eres la vergüenza de tu jodida familia —le había dicho Sol quitándole importancia y luego se señaló a sí mismo extendiendo su bata de encaje—. Compite con esto, cariño.

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La tercera noche, justo después de recibir una llamaba que lo cambió todo... Nolan tomó opiáceos fuertes diciendo que eran para el dolor de su pierna aunque era evidente que solo era una excusa para dejar de estar triste.

Joel le vio, tumbado inerte en la cama como sumergido en un sueño, hablar en un idioma parecido al ruso bañado en sudor. Sol cocinaba escuchando música envuelto por el aroma de su porro, y de vez en cuando se acercaba al muchacho para asegurarse de que seguía vivo. Le tocaba la cara y le tomaba las constantes vitales canturreando antes de volver a hacer lo que estuviera haciendo como si tal cosa.

Quizá fue en ese momento, sentado en la mesita de la cocina frente a una inofensiva coca-cola, mientras Nolan murmuraba en ruso tirado en la cama como un muñeco roto junto a una papelina y Sol cocinaba tranquilamente cantando canciones de Gracia Montes, como si aquella situación fuese de lo más normal, que Joel se preguntó qué demonios estaba haciendo con su vida.

—Niño, alegra esa cara —dijo su anfitrión moviendo las manos al compás de la música, con la espátula bien agarrada. El apartamento entero olía a champiñones a la plancha y ese olor era gloria bendita para Joel, que llevaba semanas sin comer nada decente.

—¿Está bien? —le preguntó Joel señalando con la cabeza a Nolan. Era más curiosidad que preocupación.

Sol asintió tranquilamente. Ese tipo, que era amable y una buena persona, en realidad también sentía una enorme indiferencia hacia ellos. Joel pudo saberlo con una mirada, que era amigo de las personas que pasaban por su vida sin llegar a amarrarse a ellas en absoluto.

—Cuando se le pase el pico se despertará, no te preocupes —le dijo cruzándose de brazos para observale bien. Joel le sostuvo la mirada esperando a que le preguntase lo que le quisiera preguntar— ¿Que hay entre...? Ya sabes, Don Sonrisas y tú ¿Te gusta o algo así?

—Somos socios. Yo le ayudo y él me consigue un lugar donde dormir. Ya lo sabes, te paga mucho para eso.

—Socios.

—Sí, amigos.

—Ayer vi como se la comías en el baño. Súper amigos sois.

—Ya bueno, para ser tan moderno te escandalizas rápido. No te rayes por eso, no creo que dure mucho...

—¿Por qué?

—Porque está enamorado.

—¿Y eso te...? O sea, tenéis un rollo súper raro, ¿No sientes nada por él?

Joel decidió ser sincero con ese hombre transparente.

—Yo no amo, Sol. No siento nada dentro —le dijo encogiéndose de hombros mostrando cual tranquila era la nada de su interior—. Todo lo que hago, todo está... está pensado, controlado. El amor no se piensa. Así que si me estás preguntando si estoy pillado por él... pues no, la verdad. Ni por él ni por nadie. Si se muriese ahora mismo, pues muerto está. Igual que cuando se murió mi abuela... muerta estuvo.

—¿No sientes nada? ¿Cómo nada? Yo te he visto reírte, y cuando pusimos El Exorcista te asust...

—Me sobresalto, me rio si algo es gracioso, y lloro a veces. Pero... Ni soy feliz ni soy desgraciado, no tengo miedo. No puedo tener miedo. Nervios sí, pero miedo no —Él arrugó la frente y Joel añadió—: Pienso que estoy un poco loco, la verdad. Creí que deberías saberlo si vamos a compartir piso porque bueno, lo correcto es avisar de estas cosas.

—Es un detalle, te lo agradezco. Es lo mínimo si eres un psicópata, gracias.

Joel sonrió de nuevo, ¿Era eso lo que él era, un psicópata? Pudiera ser.

—De nada.

Cuando Nolan despertó, de un humor de perros y sujetándose la cabeza, se pasó un cuarto de hora vomitando en el baño. Tardó veinte minutos más en poder formular una frase coherente, que fue:

"Tú nunca pruebes esto, pajarito".

Transcurridos esos caóticos tres días, Joel resucitó como Jesucristo. Devuelto al mundo real cuando Nolan le dijo que había conseguido la primera de sus tres misiones de espía infiltrado. La noticia le golpeó tan fuerte como la resaca. Su polla pulsó volviendo a la vida por ese cosquilleo peligroso del que nunca se saciaba.

—Escúchame, cree que eres una cita de tinder —le dijo Nolan, frente a la cafetería donde había quedado con ese hombre—. Es ese, el del jersey negro con cara de gustarle el Bitter Kas.

—Oye, pues es mono. Me lo imaginaba... feo ¿Me lo puedo follar?

—Como quieras —Nolan se encogió de hombros— Ese tío es inofensivo. Era el cliente favorito de Sky, si habló con alguien... fue con él. Pregúntale todo lo que puedas sacarle, por favor. Y si al final folláis... —sonrió— tiene una micropollita pero tú finge que te está follando como si fuese yo.

Le dedicó una amplia sonrisa notando el esfuerzo de Nolan para aligerar el ambiente. Sus ojos de colores estaban preocupados aunque Joel no lo estuviera en absoluto.

—Como si fueses tú, ¿eh? ¿Así?

Joel fingió tres o cuatro gemidos sinuosos en plena calle, abriendo los labios por el intenso placer que parecía recorrerle. Unas ancianas que caminaban tras ellos exclamaron escandalizadas que ese comportamiento era una vergüenza.

Nolan asintió riendo a carcajadas.

—Así mismo. Te doy permiso para que pienses en mí mientras te la mete.

—Eres un calientapollas, Nolan.

—Y tú una guarrilla indecente.

Nolan le atrajo hacia él agarrándole del hombro y le besó en la frente para desearle suerte. Le estrechó entre sus brazos con fuerza.

—Gracias —le susurró a corazón abierto.

—No lo hago por ti, lo hago por Sky.

El chico le dijo que iba a estar esperándole por el barrio y que si algo se torcía le avisase para que en menos de medio minuto entrase para asesinar a ese cabrón. De pensarlo, Joel se excitaba por ese malicioso pensamiento y se sentía mucho más dispuesto para la misión.

Dejó a su amigo y cruzó la calle, mirando a ese hombre a través de la cristalera de la cafetería como las fieras miran a las presas.

Por fin Joel sabía por qué él era como era, un puto chacal en piel de cordero. Abriendo esa puertecita comprendió que había encontrado su destino, su causa, la intención de la santísima providencia haciéndole inerte y manipulador; su conexión con Nolan era Dios señalándole el camino; su sino era estar allí, acercándose a la barra donde le esperaba ese tipo, paso a paso, para esclarecer lo ocurrido. Por él, por Sky, por hacer justicia y conseguir dar paz a un ángel desterrado de la vida por un demonio.

Preparó su mejor rostro de actor, suspiró y sonrió; que comenzase la función

Notas finales:

Hola. Os quiero pedir que dejéis algún mensaje con vuestra opinión, me ayudaría mucho. Un beso. hasta el próximo capítulo. <3


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