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If It Hadn't Been For Love por Lady_Calabria

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¡Gracias por leer hasta este capítulo!

https://www.wattpad.com/897441363-if-it-hadn%27t-been-for-love-13-joel-y-la-escalera 

 

—Apóyate en la cama y ábrete el culo —No era la orden más elegante que le hubiesen dado, pero tampoco la más vulgar. Desde que un oficial de policía le había hecho ladrar y beber de un cuenco como si fuera un perro a Joel ya no le sorprendía nada.

 

Disimuló una mueca cuando vio que su objetivo se marchaba hacia la habitación contigua para recoger algo, estiró el cuello para ver si le veía aparecer antes de salir corriendo hacia el fondo de la estancia y rebuscar entre su ropa hasta que encontró un teléfono.

 

Según le había contado Nolan, el perturbado que le había desnudado era íntimo compañero de fiestas de Crandford. El chico de cabello negro le había dicho que en muchas ocasiones, estando atado y completamente fuera de juego por la morfina había visto entre ensoñaciones como ese hombre se acercaba a él para hacerle lo que, en definitiva, hacían todos.

 

Encendió el teléfono agudizando el oído por si escuchaba pasos que delatasen el regreso de ese hombre. Su vista se dirigió sin poder evitarlo hasta el bonito certificado oficial que descansaba en la pared frente a sus ojos. El marco dorado combinaba perfectamente con el color del título de su diplomatura como Juez.

 

Joel tragó saliva asqueado, se obligó a seguir con su misión.

 

Porque si miraba el resto de fotografías enmarcadas era peor, mucho peor. En ellas la familia de ese juez sonreía, y en la mayoría el hombre descansaba el brazo alrededor de los hombros de un muchacho rubio que debía ser, a todas luces, su hijo. 

 

Joel intentó no mirar, de verdad, porque si miraba comprendía porqué Nolan había dicho que parecía nacido para esa misión. Los parecidos entre Joel y ese chico era evidentes, hasta él mismo pudo verlo. Y por eso, y no por otro motivo, ese hombre parecía tan jodidamente contento al verle.

 

—Mierda —susurró, el teléfono encendido exigía una contraseña.

 

Tenía instrucciones muy claras, mirar en ese teléfono hasta encontrar alguna pista. Lo que fuere, llamadas, mensajes o citas en la agenda que situase al juez haciendo compañía a Crandford el ventinueve de enero.

 

Oyó el sonido de una puerta chirriar y se apresuró a guardar el teléfono móvil en el bolsillo de su propio pantalón sin saber ni qué hacia. Jugar a los espías sonaba mucho más sencillo que hacerlo.

 

Pero el peligro de ser descubierto empezaba a bombear sangre en su entrepierna y se dejó llevar por esa excitación para disimular sus intenciones. Cuando el hombre llegó con algo entre las manos Joel estaba inclinado sobre la cama de bonitas sábanas azuladas como le había dicho que hiciera antes de marchar.

 

El hombre, con un espeso bigote de ebras planteadas se le quedó mirando un segundo; desnudo y excitado. Y luego recuperó el poder de razonar para recordar qué era lo que llevaba en las manos.

 

—Toma. Ponte esta camiseta —le dijo, apenas podía hablar preso del pecado de la lujuria. Joel asintió. Era mejor asentir. Se colocó una camiseta de rayas azules y naranjas que olía a otra persona. No era un mal olor, pero le resultó desagradable tras comprender a quién pertenecía esa ropa cuando él le dijo—: Y llámame Papá.

 

Suspiró y sonrió para esconder su turbación. Sentía nauseas pero se controló lo suficiente para decir apretando las palabras en una fingida sonrisa, gélida y estática:

 

—Sí, papá.

 

El hombre se acercó a él, tomando con sus dedos su cruz plateada. Joel notaba el tambor de su corazón sonando ensordecedor, pero se mantuvo quieto mirándole a los ojos inocente.

 

—¿Eres religioso?

 

—Sí, papá.

 

—¿Me la quieres chupar Daniel?

 

"Dilo, dilo. Joder, Joel. Chúpasela a este viejo o todo se irá al carajo". 

 

—Sí, papá.

 

El hombre tiró de su cruz hacia abajo y él se arrodilló.

 

Sacó la lengua como lo hacía para comulgar. 

 

*******************************************************************************************

 

Con un café delante las penas son menos penas, eso siempre decía su madre.

 

Pero Joel tenía frente a él una taza de café con leche y seguía notando sus amarguras meciéndose en su interior, paseando al ritmo de una marcha de semana santa. Casi le parecía escuchar el son de esa procesión acompañada de tambores y cornetas.

 

Joel ya no era quién solía ser, de eso estaba seguro, y ya no sabía quién era.

 

Llevaba varias semanas pisando los pasos que un cadáver había dado, follando con quien follaba, hablando con quien hablaba, comiendo donde comía... Y él, echaba el vuelo de su reciente libertad en aquel perpetuo funeral.

 

Sentía que conocía a ese pobre chico al que nunca había conocido, y le amaba.

 

Por Dios que sentía un cariño real y sincero hacia su recuerdo oyendo hablar a las personas que sí eran sus amigos de como, sin lugar a dudas, Sky era demasiado bueno y tonto para este mundo cruel.

 

Y por primera vez en su vida, y a pesar de ser el triste sucedáneo de un fantasma... viviendo tras su sombra, Joel se sentía libre.

 

Ya nunca se preocupaba de fingir ser algo que no era, aunque no supiera exactamente en qué se había convertido.

 

¿Qué era él? Sol decía que un psicópata, él no estaba seguro. En su completa indiferencia hacia los demás nunca había sentido el impulso de hacer daño a nadie, ¿No era eso lo que hacían los psicópatas?

 

Lo que sí sabía era que poquito a poco, pasito a pasito iba bajando una escalera oscura que ya no sabía como subir... de modo que la seguía bajando, dispuesto a que le llevase donde le llevara. Y si perdía pie en el siguiente escalón, y si se precipitaba a la muerte... pues se moría y santas pascuas.

 

"Ya ves tú el drama". 

 

¿Iría al infierno? Posiblemente. No era tarea suya juzgar si tenía cabida en las tierras del Señor.

 

El libro del Apocalipsis bien lo decía "Nada manchado entrará en ellas".

 

Y él estaba manchado, completamente embadurnado de pecado. 

 

Pero Dios comprendería el motivo.

 

Cuando Joel muriese miraría a San Pedro a la cara, y le diría con voz firme que no se arrepentía de nada, que estaba dispuesto a pagar por cada una de sus penas en el purgatorio hasta limpiar su ser imperecedero de todo mal, que asumiría el castigo impuesto para obtener la redención. Y la Trinidad sabría que él creía y servía a Dios aunque hubiese regalado a trocitos su cuerpo y su alma para hacer cumplir la ley del Talión.

 

¿Cómo no desear el ojo por ojo cuando la justicia de los hombres estaba corrupta? 

 

Los monstruos salían impunes. El asesino de Sky estaba de puta madre por ahí, no podía permitirlo. 

 

"Se merece una lección en esta vida, aparte de la que le tenga reservada el altísimo". Todos se lo merecían.

 

Nolan dejó el móvil de ese hombre sobre la mesa. No sabía como había desbloqueado la contraseña pero lo había hecho sin apenas esfuerzo conectándola a su propio teléfono mediante un cable que le había dejado una de las vecinas de Sol. Joel lo tomó.

 

—El día que Sky murió ese tío estaba con otro... bueno, míralo. Mira la fecha. No fue él —dijo Nolan comido por la frustración. Había tomado una pastilla de oxicodona y sus palabras sonaban algo pastosas en su boca, carentes de vida, lejanas.

 

—Dios mío, qué asco —Joel apartó el teléfono rápidamente para no ver las imágenes de la galería de fotos a pesar de que él había hecho esas mismas cosas con esa misma persona apenas horas atrás— ¿Y ahora qué hacemos con el teléfono?

 

—Le he metido una app para caparlo. Supongo que si ese admirable juez ha perdido un teléfono con su debut como actor porno amateur con menores... lo estará buscando desesperado ¿No? La app no es una maravilla, si insiste lo localizará. Tenemos que deshacernos rápido de él.

 

—Sí. Es que él es hacker de la universidad de sus cojones —dijo Sol en voz alta sin girarse hacia ellos, desde su cocina.

 

Joel miró como el muchacho calculaba fríamente sus posibilidades. Tomó el aparato entre sus manos y comenzó a descargarse todos los archivos a su propio teléfono.

 

Luego salió al balcón para fumar y así tranquilizar su inquietud mientras lo abría para desconectar la batería, lo sujetó para partirlo por la mitad usando su considerable fuerza bruta.

 

—No...— susurró hablando solo, antes de quebrarlo, mirando el aparato sin vida expulsando el humo de su cuerpo lentamente curvando sus labios—. Si lo rompo sabrá que se lo robaste tú. Atará cavos y te buscará. No... debemos devolverlo... para que crea... que lo perdió él. Que lo perdió en la calle. 

 

Joel se acercó moviéndose lentamente, ese maldito Juez le había dejado destrozado.

 

—¿Cómo vamos a devolverlo sin que sepa que lo dejamos nosotros allí? Recordará mi cara, soy igualito a su hijo. No parece el tipo de tío que se conforma sin hacer preguntas. Le parecerá raro.

 

—Solo hace tres horas que te lo has llevado —le dijo más para sí que para responder a su pregunta— ¿Viste si lo usó en su casa?

 

—La última vez que lo usó fue en el parking. Vi que mandaba un mensaje. 

 

—Necesitamos a alguien que pase desapercibido. A nosotros nos conoce... y Sol... bueno, incluso vestido con ropa formal sigue siendo Sol. Llamaría la atención. Míralo. 

 

Joel sonrió. Le vino a la mente la imagen de un hombre de lo más normal, de aspecto tan común que costaba describirle con palabras, un tipo invisible. En definitiva, pensó en Lucas. 

 

Él, a pesar de estar atontado por lo que había tomado intuyó enseguida lo que pensaba porque Nolan se tensó y negó con la cabeza torpemente. Estaba demasiado drogado para ser frío. 

 

—¡Ni de puta coña! —gruñó.

 

Joel se acercó lentamente y extendiendo sus manos le sujetó la cara para que le mirase. Tenía las pupilas tan pequeñas en sus ojos de fiera que parecían extraños y antinaturales. 

 

Cuando Nolan no tomaba drogas poseía una mente que admiraba a Joel en cada ocasión que urgía un plan. Le miraba sentado apoyado en la mesa de la cocina de Sol con el ceño fruncido sujetando un cigarro a medio fumar, mirando ensimismado la nada mientras su intelecto decidía el siguiente paso a seguir. Manejando su vida a su antojo, como en un espectáculo cirquense de marionetas en las que él era el maestro de ceremonias y Joel, complacido, era su títere.

 

Pero eso solo sucedía cuando Nolan no tomaba nada, y eso no pasaba a menudo. Se ponía nervioso, atacado por el síndrome de abstinencia, y volvía a consumir. Y cuando iba colocado era un gilipollas incapaz de pensar, solo pura sangre caliente dispuesto hervir si le daban la oportunidad.

 

—Nolan —le susurró suavemente, como cantándole una nana optimista para que tuviera buenos pensamientos y así calmarle ese mal genio—. Lucas es perfecto. Nadie sospecharía de él. Piensa con la cabeza.

 

—Lo hago, y por eso no voy a mezclar a Lucas con nada de esto —le respondió aunque parecía pensativo. Sí, él también sabía que el tranquilo psicólogo era el más indicado para devolver inocentemente ese teléfono pero su amor por él, su afán de protegerlo y venerarlo como su oasis de tranquilidad, le nublaba el juicio—. Lucas es demasiado bueno...

 

—No va a pasarle nada, ¿No te dijo él que te quiere ayudar? Déjale hace esto... es fácil.

 

Nolan asintió finalmente con el ceño fruncido.

 

—Pero ni muerto dejo que vaya solo. A mí me conoce todo Dios en esta ciudad, no puedo acompañarle... le relacionarán conmigo, ¿Quién podría...?

 

Nolan sabía la respuesta, lo veía en sus ojos; y cuando Joel comprendió lo que pretendía, sin necesidad de usar palabras, sonrió.

 

Ambos se giraron hacía el hombre que se acercaba a su cocina para fregar los platos ajeno a sus malas intenciones. Nolan asintió lentamente y tendiéndole el móvil le hizo un gesto con la cabeza para que se ocupase él del tema. 

 

—Sol —canturreó Joel acercándose a la encimera de la cocina para sentarse en ella con un saltito, se arrepintió por la punzada de su trasero azotado— ¿Cómo te llamas de verdad?

 

El hombre se giró hacia él colocándose los guantes de goma , extrañado le miró de lado dibujando el recelo en su cara. No se fiaba, Sol no era alguien a quien se pudiera engañar con facilidad.

 

—¿Por qué me preguntas eso? ¿Qué quieres? O más bien...¿Qué quiere Nolan que hagas ahora?

 

—Solo tengo curiosidad— le dijo simplemente, con un encogimiento de hombros infantil cargado de inocencia—. Sol no será tu nombre de verdad, ¿o sí?

 

—Me llamo Juan Antonio —Joel dibujó una sonrisa, a su compañero de piso le quedaba el nombre tan mal como a un Cristo dos pistolas—. Exacto, sé lo que estás pensando. Yo también pensé que no era un nombre muy erótico.

 

—No es un nombre feo.

 

—Pero no me pega con el outfit.

 

Joel rio y le tendió el bote de jabón para que empapase con él la esponja. Sol lo agarró con el ceño fruncido y se giró para mirar instintivamente a Nolan antes de seguir con su labor. Joel le sonrió, parecía una presa en tensión preparada para escapar.

 

—¿Qué pasa? —le preguntó el chico tranquilamente. Nolan fumaba en el balcón pero Joel sabía que estaba escuchando cada palabra desde allí.

 

—Eso digo yo, ¿Qué pasa? ¿Qué quieres? —Casi sin dar un instante para responder el rubio le señaló con un mohín de su mano enguatada— ¿Tú sí te llamas Joel, o...?

 

—Sí. He estado mintiendo toda la vida fingiendo ser algo que no era, no voy a usar un seudónimo ahora.

 

—Bueno, Joel suena mucho más bonito que Juan Antonio Gonzalez Ocasio —le dijo riendo. Joel asintió. Sol se giró para mirar de nuevo a Nolan de reojo y se acercó a él para susurrar en voz baja— ¿Tú sabes cómo se llama de verdad la alegría de la huerta?

 

—No. Nunca me lo ha dicho.

 

—¿Y te estás metiendo en toda esta movida por un tío que ni te ha dicho su nombre?

 

—¿Crees que lo hago por él? No lo hago por él.

 

"Lo hago por vengar a un chico muerto que ni conocí". 

 

"Lo hago para sentir". 

 

"Lo hago porque si no me agarro a este objetivo no le veo un sentido a mi vida". 

 

—Mira, macho. No sé por qué lo haces —le dijo el hombre sinceramente.

 

Mantener una profunda conversación con esos guantes mojados oprimiendo sus manos no entraba en los planes de Sol, chasqueó la lengua para quitarle importancia al tema. Pero Joel tenía una misión y no iba a renunciar a ella.

 

—¿Y tú? ¿Por cuánto estarías dispuesto a hacerlo?

 

—¿El qué?

 

—Ayudarnos.

 

Sol le miró visiblemente alarmado cuando Joel sacó de su bolsillo el teléfono para enseñárselo con un bailecito de su muñeca.

 

—No, capullos. No contéis conmigo para vuestra vendetta enajenada —le dijo el hombre negando tanto con la cabeza como con movimientos bruscos de manos, que salpicaban agua a su alrededor—. Yo te dejo vivir aquí, pero a mí no me metáis en problemas ¿Vale? Estoy fichado en la policía por agresión en una pelea, como me pillen metido en alguna mierda rara me voy de cabeza a prisión.

 

—No tienes que devolverlo tú —le dijo Joel tranquilamente, la verdad era que en sus labios suaves las frases que decía parecían fáciles de cumplir. A menudo Joel se sentía como la serpiente del paraíso susurrando a Eva cosas que no eran ciertas—. Solo acompaña a Lucas. A Nolan le preocupa que se meta en problemas. Te vistes discreto, eso sí, le llevas en coche y te aseguras de que no le pase nada malo mirándole desde lejos. Solo eso. Sabes moverte mejor que él, cuídalo. 

 

—Y de nuevo soy niñera.

 

—Por favor, Sol —Su madre siempre decía que se consiguen más hazañas con palabras amables que con amenazas. Tenía razón.

 

—¿De verdad que es solo para acompañarle?

 

Joel asintió. Sol suspiró asintiendo y con cara de pocos amigos aceptó. Joel sonrió triunfante y se giró para mirar a Nolan que permanecía escuchando.

 

—¿Entonces vendrá luego Lucas? —le preguntó en voz alta para que le oyese, esperando con expectación la chispa que cruzaría sus ojos en cuanto pensase en ese hombre, transformándole completamente la expresión. El chico asintió— ¿Has oído, Sol? Tenemos un invitado para cenar, ponte guapo. Te me vas vistiendo con tus mejores galas.

 

—¡Uy!, sí —dijo él mientras fregaba los platos, sujetando una sartén en sus manos enfundados en guantes de goma— ¡Que uno es puta pero glamurosa hasta la muerte! Ahora mismo voy a por mi traje de chaqué para hacer de 007.

 

Nolan sonrió más ampliamente. Cuando Nolan sonreía sus ojos se achinaban un poco, y Joel sentía un calorcito en la base del estómago que se debía parecer a la felicidad.

 

Luego se giró pensativo, mirando al exterior apesadumbrado de nuevo.

 

Joel bajó la mirada suspirando.

 

Cuando él muriese, y se enfrentase al juicio de sus actos, nadie vengaría su muerte. Nadie sentiría su asesinato como ellos sentían la de ese muchacho. Porque la muerte de Sky, en cierto sentido, era también la suya propia y la de todos los chicos olvidados.

 

Y Joel sintió una punzada de envidia, preguntándose si Nolan también caería en la locura si el próximo cadáver fuese el suyo. Pensando lo hermoso que sería, como decía la canción, morirse siendo querido.

 

La imagen del televisor le sacó de sus pensamientos bruscamente.

 

Joel buscó con mirada veloz el mando a distancia para cambiar de canal rápido antes de que Nolan viese la imagen de la pantalla.

 

El Concejal de cultura y patrimonio daba una rueda de prensa tras inaugurar un nuevo museo, ocho micrófonos de televisión prácticamente tapaban su rostro regordete de rosados mofletes mientras hablaba.

 

—Señor Crandford ¿Es cierto que...? —decía una periodista fuera del plano de la cámara, sus colegas de profesión estiraban la mano para acercar el micrófono con expresión ausente.

 

Cubrir la inauguración no debía ser una enorme aventura periodística, la verdad. Joel no prestó atención a lo que la periodista preguntaba porque en ese instante Nolan dejaba el balcón para volver al interior del apartamento, justo al lado del televisor colgando en la pared.

 

Nolan tembló como una hoja en otoño clavando sus ojos, que eran cuchillas, en esa cara cínica y le propinó a la pantalla de televisión un manotazo cuando pasó junto a ella.

 

—¡MI TELEVISOR, IDIOTA! —exclamó Sol alarmado desde la cocina, quitándose los guantes.

 

Joel se acercó a la pantalla para pulsar el botón de apagar manualmente antes de que Sol les echase de su hogar. Su compañero de piso se marchó al baño para ducharse antes de cumplir con su misión, y se quedaron solos.

 

Nolan golpeó la mesa bruscamente con la palma de la mano antes de dejarse caer en una de las sillas con rostro sombrío y mirada ausente.

 

Joel se acercó a él para calmarle. Le acarició los brazos elevando sus manos despacio hasta llegar a sus hombros y apretarlos suavemente. Ese gesto funcionó, Nolan levantó la mirada con una pequeña sonrisita escondida en la comisura de su boca. Joel, desde atrás, se inclinó apoyando el mentón en su hombro; rodeando su cuerpo fuerte con los brazos.

 

—Ese bastardo está tan tranquilo y nosotros... nosotros no hemos conseguido nada...

 

—El domingo veintinueve de Enero —le dijo en susurros hablando cerca de su oído— Vincent Youn Park , o Sky, de diecisiete años pasó la mayor parte de la mañana en vuestra habitación. A eso del mediodía Muller oyó como le contaba a alguien por teléfono que tenía problemas para revender el reloj que le diste porque tenía una muesca. Esa persona era Carlos, que llamaba para preguntarle si cenaban juntos esa noche antes de buscar clientes. Tú llegaste sobre las dos, cuando Muller comía, y le diste un préstamo de dinero a Sky.

 

Nolan asintió con la cabeza baja.

 

—Me sentía mal por haberle pegado, por mi culpa no tenía clientes...

 

—No fue culpa tuya, fue culpa de Crandford —le corrigió Joel rodeando la silla y agachándose para quedar frente a su rostro, entre sus rodillas. Le miró a los ojos—. Cuando tú te marchaste eran las tres y media, hiciste un encargo para Nacho y fuiste a casa de Lucas. Sky se marchó sobre las cuatro de la tarde, tus compañeros de piso dicen que dijo que iba a empeñar el reloj a cualquier precio. A las cinco, Marga le vio pasar por delante de la cafetería en dirección este. A las seis y media, más o menos, Currito le vio entrar en una tienda y salir de ella muy enfadado con el reloj en la mano.

 

—¿Quién coño intenta empeñar un reloj en una tienda? Nunca supo moverse en la calle... Menudo mamarracho.

 

—Cenó con Carlos, pero él consiguió un cliente y se marchó. Así que Sky se quedó con Bruno para no estar solo. Esto pasó sobre las ocho y media, en la cafetería de Marga. Ella dice que en ese momento le contó que Nacho le había amenazado el día anterior con echarle del piso si no conseguía clientes. Estaba muy preocupado.

 

—No me contó nada de eso, no querría que me cabrease . No querría que me metiera en problemas, si me lo hubiese dicho yo podría haber hablado con ese putero de mierda.

 

—Nacho te llamó a ti a las nueve y veintiséis minutos.

 

—Y yo no contesté. Estaba...

 

—Tú estabas donde debías estar, con Lucas, que te quiere y es un hombre que vale la pena. 

 

—Sigue...

 

—A las nueve y media, más o menos, alguien llamó a Sky. Bruno se la estaba chupando a un cliente detrás de unos árboles y no sabe con seguridad quién llamaba. Pero me contó que oyó a Sky decir que aceptaba y luego se puso muy nervioso, tan nervioso que Bruno dejó de mamársela a ese cliente para ir a preguntarle si estaba bien. Sky le preguntó la hora, Bruno dice que insistió mucho en saber la hora. 

 

—Cuando le pregunté a ese pichacorta si sabía algo me dijo que no. Todos me dijeron que no.

 

—Bueno, no eres precisamente Mata Hari. Si te mantuvieras sobrio un tiempo...

 

—No sé quién es esa —parecía confundido. La cultura general de Nolan, pese a su inteligencia, dejaba mucho que desear. Su educación no había sido la mejor y a veces Joel se sentía culpable por evidenciarlo. La mirada de Nolan se endureció—. Sigue.

 

—Sky se despidió de Bruno, que tenía un jaleo con el cliente por haberle dejado a medias y no se fijó en qué dirección se marchó. El sacerdote, el enfermo ese que ignora sus votos sagrados, tenía una cita con él esa misma noche. Lo ponía en la agenda que le robé. Pero Sky no fue, le dejó tirado ¿Y por qué iba a dejar tirado a alguien que paga doscientos la hora?

 

—Porque Crandford siempre paga más. Tuvo que ser él, fue él. Lo sé.

 

—En la última fiesta que hizo te pagó quinientos la hora. Pero... ahora sabemos que no hizo una fiesta porque el capitán porno amateur no estaba invitado...y ese tipo siempre está invitado, ¿no?

 

—Son mierda y culo, uña y carne. Él juez siempre está en sus fiestas. Siempre. De modo que...

 

Joel asintió.

 

—Fue él. Solo. En su piso. 

 

—Cuando está solo es peor. Cuando está solo te ata y te hace... te hace cosas, cosas que duelen mucho, Joel. A Sky le tuvo que doler tanto...

 

Una lágrima cayó desde sus ojos al vacío. 

 

—Vieron entrar a Sky en el bar de Nacho a las doce menos veinte. Los chicos que estaban dentro dicen que estaba completamente borracho.

 

—Sky no bebía, y tampoco se metía heroína. Nadie me cree, pero...

 

—Quizá... estaba tan asustado que así intentaba tener más valor. 

 

Otra lágrima cayó por la mejilla de Nolan y Joel la recogió entre sus dedos limpiando su piel.

 

—Sky salió por la puerta trasera porque nadie volvió a verle. El chófer de Nacho no le llevó, ese estaba ocupado llevando a Red a casa de otro tío. Encontraron su cadáver a las cinco y media de la madrugada, el oficial de policía que me follé me contó que por el estado del cadáver no hacía ni siquiera una hora que estaba en el agua, su piel... bueno, su piel no estaba en mal estado. De modo que tuvo que morir, como máximo a las cuatro o tres y media, calculándolo por encima—Joel suspiró dejando caer sus hombros— Yo... creo que sí estamos consiguiendo algo, Nolan. Hace unos días no sabías absolutamente nada y ahora... Yo hago lo que puedo. No es fácil hacer que la gente te cuente todas estas cosas...

 

Nolan se inclinó y besó sus labios. Joel se agarró a su cuello reaccionando tan rápido a su beso que parecía desesperado. Lo estaba.

 

—Dame unos días más —dijo contra su boca, cerrando los ojos—. Te daré todas las respuestas que quieras.

 

—Estamos... estamos enfocando esto mal. No lo estamos haciendo bien porque yo estoy loco ¿Verdad, Joel? —Su mirada penetró en su alma como los clavos se habían hundido en las manos de Cristo, buscando una respuesta sincera— Porque no paro de drogarme... no puedo pensar. Pero si pienso, Joel, si pienso... esto va muy rápido, a toda hostia, y me duele... no puedo...

 

Se agarraba la cabeza con las manos.

 

—Creo... que los dos nos hemos vuelto locos —le dijo sinceramente, abriendo sus estigmas frente a él. Nolan asintió. Joel le tomó las manos intensamente y arrodillado entre sus piernas se las besó.

 

—No puedo esperar a que llame, tengo que buscarle. Tengo que cortar esa polla de mierda que tiene y ahogarle con ella. Tengo que preguntarle a él qué pasó dentro de ese piso.

 

—¿Y qué cambiaría eso, Nolan? ¿Qué cambia saber a qué hora salió a la calle o con quién cenó? ¿Qué importa ya lo que le hizo? Él seguirá...

 

—Necesito saberlo, lo necesito —Joel asintió aceptándolo aunque no lo entendiese— Estoy tan cansado de esperar... 

 

Estaba tan furioso que los ojos se le humedecían de nuevo y apretaba sus manos contra las suyas haciéndole daño.

 

—Yo también. Diente por diente. Pero eres listo, Nolan. Sabes que ahora no sabes pensar... y que hasta que no te llame no tenemos manera de acercarnos a un concejal sin llamar la atención. Si intentas llegar a la fuerza acabaremos en la puta comisaría antes de llegar al vestíbulo.

 

Él asentía. Joel esperaba de verdad que entendiese lo que estaba diciendo.

 

—Si no te drogases podrías hacer cualquier cosa. Eres... eres lo más grande que he visto en mi vida. Tienes a Lucas a tus pies, y a mí arrodillado frente a ti. Y Dios está también de tu lado. Reza conmigo, Nolan. 

 

Nolan asintió mansamente, apretando sus manos con fuerza entre las suyas. Se inclinó hasta tocar su frente con la de Joel y ambos cerraron los ojos con toda la intensidad de sus almas chifladas.

 

—Oh, señora mía. Yo me entrego enteramente a ti —susurró Joel. Nolan asintió musitando las mismas palabras aunque Nolan no era creyente— y en prueba de mi filial afecto...te consagro en este día —Nolan abrió los ojos mirándole, con una fijeza que le estremeció, porque sabía que había entendido que Joel no sabía si su oración iba dirigía a la virgen María o a él— Mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón; y en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo tuyo. Guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya, Amén.

 

La tensión entre ellos era tan física que se olía, se tocaba. Dolía. 

 

—Amén, pajarito.

 

*********************************************************************************************

 

A veces, cuando el suelo desaparecía y Joel se venía abajo llamaba a su madre con la esperanza de que contestase a la llamada, pero nunca sucedía. Nunca.

 

Escuchar la voz de su madre, sin lugar a dudas, hubiese funcionado como un paracaídas para suavizar el golpe inminente. Pero oyendo el sonido del contestador lo único que sentía era el vértigo escalando la enorme montaña de malas decisiones que estaba tomando, y ese era su vicio, el peligro, el miedo que sentía en la cima... mirando hacia abajo antes de saltar y despeñarse por ellas.

 

Extendería las manos y se tiraría; y a tomar por culo todo.

 

¿Sería ese mismo bombeo de adrenalina adictiva lo que sentían los aficionados a deportes de riesgo?

 

Pero, y ese era su mayor secreto, había algo a lo que Joel estaba más enganchado.

 

Algo que nunca se atrevería a decir en voz alta.

 

Algo... o alguien. 

 

Quedó con Lucas en el portal de su edificio, esperando a que Sol bajase. 

 

Mientras le entregaba a Lucas el teléfono móvil que había robado a un alto cargo público, lo único que podía pensar era si el amable psicólogo, con su bonita mirada y su porte pulcro tenía también un lado oscuro, si su polla (que tenía toda la pinta de oler a limpio como el jabón de Marsella) también se empalmaba cuando el peligro le hacía sentir vivo.

 

Quiso comprobarlo durante apenas un segundo, quiso lanzarse a su boca para ver qué tenía ese hombre que esclavizaba el corazón de su amigo. Pero se detuvo antes de pensar que nunca había preguntado a Nolan si ser el tercero en discordia en esa relación abierta significaba también tener permiso para ser el vértice de un triángulo.

 

Joel estaba perdiendo la cabeza, sí, pero no estaba tan loco como para hacer algo que molestase a ese hombre frente a él. Porque si de algo estaba completamente convencido era de que Nolan le abriría la cabeza a cualquiera por ese hombre, incluso a él.

 

—Ten cuidado —le dijo mirando su rostro bonachón. Lucas asintió guardando el teléfono apagado en su bolsillo— ¿Cómo lo harás?

 

—Simplemente se lo daré al guarda de seguridad de su edificio, al conserje o a quien encuentre. Pondré cara de "Oye, me he encontrado esto en el parking" y rezaré para que se lo crean. Espero que nadie me pregunte qué hacía yo en ese parking... 

 

—No pasará eso, había oficinas en los pisos inferiores. Tú dáselo y sal a toda leche de ahí. No intentes ser buen actor, creo que no es lo tuyo. No des explicaciones. "Oye, me he encontrado esto" Pim, Pam, fuera —le dijo Joel. Lucas asintió de nuevo—. Que él no te vea. Lucas, por favor. Ten mucho cuidado. Dáselo al conserje, sales de allí y te reúnes con Sol en cuanto puedas. 

 

Lucas sonrió y torció la cabeza para mirarle detenidamente.

 

—¿Estás preocupado por mí, Joel? —Su sonrisa se curvaba como si le pareciera gracioso.

 

—Bueno, eres el novio de Nolan ¿No? —respondió serio, esos hoyuelos desaparecieron tan rápido como notó su tono severo—. Más nos vale a todos que TÚ no te mueras.

 

El hombre frunció el ceño apesadumbrado unos instantes pero cuando levantó el rostro delineaba una nueva sonrisita.

 

—¿Soy su novio?

 

—¿No lo eres?

 

—No hemos hablado de eso. Es un poco raro poner etiquetas a esto que está pasando. Nos basta con saber que estamos... juntos. 

 

Joel se encogió de hombros rodando los ojos. Tan juntos que Nolan dormía casi todas las noches con él.

 

—Él te quiere con locura y tú a él... pero no sois novios, claro ¿Qué necesitáis, una ceremonia? ¿Os saco un certificado o algo así? —Chasqueó la lengua—. Mira, para mí como si lo fueseis. 

 

—¿Y tú, qué eres? —No parecía celoso, al menos no mucho. Pudiera ser que un poquito. A Joel le fascinaba eso. Al meditarlo pensó que si él amase a alguien, si llegase a suceder ese milagro algún día, sentiría el monstruo de la posesión en sus entrañas. Él era así, se lo veía venir. Pero él no, solo le preguntaba con curiosidad o incluso con preocupación.

 

—Es raro poner etiquetas a esto que está pasando, psicólogo —le dijo curvando sus labios en una sonrisa perversa, usando contra él sus propias palabras. El retintín burlón de su voz hizo reír a Lucas.

 

—Curiosa forma de decir que te follas a mi novio. 

 

—Ah, que entonces sí es tu novio. 

 

Era un buen hombre, de eso no cabía la menor duda. Joel se había enganchado a su relación como una fan loca a una Boy Band Coreana. Se alimentaba de ella para sentirla. Verles juntos era bonito, porque Nolan sonreía como un bobo por cualquier cosa y apenas se acordaba de las drogas ni de la venganza; Y Lucas le acariciaba la mano en cuanto tenía la oportunidad.

A veces le llamaba cariño y Joel saltaba como saltaría viendo besarse a los protagonistas de su telenovela favorita por primera vez.

 

Se querían, y era algo tan obvio y palpaple, tan hermoso, que Joel moriría para protegerlo.

 

—Sabes que ya no lo hacemos —le susurró para disipar esa duda que parecía revolotear por su cabeza—. Él te quiere a ti. Solo a ti.

 

Aunque fingió que después de decir aquello apartaba la mirada porque le había llamado mucho la atención un coche que pasaba... estaba nervioso, se le removían un poquito las entrañas diciendo eso en voz alta. Se moría de envidia. Él, que nunca había amado a nadie, les veía y les sonreía tímidamente deseando ser ellos; no tanto por tener a alguien enamorado de su persona... sino más bien por poder amar como ellos lo hacían.

 

Amar y ser amado, ¡Qué bonito sonaba! 

 

Ojalá entregarse a hiperbólicos amores, romperse la camisa y el pecho para entregarle su corazón a alguien que quisiera guardarlo junto al suyo. Ojalá hubiese sido así con Diego.

 

Pero no, él no sentía. No. 

 

Esa era la diferencia entre Nolan y él.

 

Complementarios y opuestos. Uno estaba lleno de sentimientos y perdía la cabeza para no ahogarse en ellos... y otro no sentía nada, y se agarraba a cualquier cosa que le hiciese sentir una chispa, algo, lo que fuera. 

 

Aunque fuese algo malo.

 

Por eso le gustaba mirarles; porque ese algo que su relación le hacía sentir era limpio y bueno; y también por eso, ese simple gesto, el de su dedo pulgar dibujando circulitos en la piel de Nolan mientras entrelazaba la mano con la suya, se había grabado en su mente a fuego.

—Pipiolos —Oyó Joel que decía una voz junto a ellos, saliendo del portal donde vivía para reunirse con Lucas estaba Sol. Joel se llevó las manos a la boca sorprendido. Sol, vestido con pantalones oscuros y jersey de punto beige era un hombre alto de espalda fuerte que les miraba pasándose la mano por el cabello rubio. Sin rastro de maquillaje, sin labial ni contour, su rostro era tan masculino que Joel no supo qué decir en un primer instante— ¿Estoy presentable o no?

 

Lucas, que no conocía a Sol en su máximo esplendor de transformismo imitando a Beyoncé subido a unos tremendos tacones rojos cuando llevaba tres cervezas de más, no comprendía lo extremo que resultaba el cambio.

—Pero si pareces un votante de un partido de derechas ¿Esto qué es? —Joel reía y la herida de su labio le escoció al abrirse.

 

—Es mi ropa de ir a los exámenes de la universidad —le explicó tímidamente, se le notaba muy inseguro—. No me gusta.

 

-Pues yo te dejaría ponerme mirando a Soria. 

 

-¿Vestido así? Es como un disfraz. No me siento yo...

 

—Claro, estás en una misión secreta. Ahora solo eres Juan Antonio, un soso ciudadano. 

Lucas sonreía. Joel se giró para mirarle mejor, y comprendió que no le hacía falta besarle para saber qué era lo que había esclavizarlo el corazón de Nolan con tanta fuerza.

La sonrisa de Lucas era una dulce promesa de paz, de cariño, de serenidad cotidiana. Era un cartelito que decía "Todo saldrá bien". Como él ya había supuesto, Lucas era un oasis en un desierto... y esa sonrisa era un arroyo de agua pura que calmaría la sed del más sediento.

 

Joder, y él tenía la boca seca.

 

********************************************************************************************* 

 

En eso pensaba Joel, en la sonrisa de Lucas, estando sentado en la barra de una cafetería días después de ese encuentro.

 

Mientras bebía un refresco esperando a que el reloj marcase la hora acordada para quedar con Nolan paseaba su memoria por las colinas de sus labios. Estaba tan ensimismado en ese recuerdo que no notó la figura que se acercaba a él desde la puerta de la cafetería, lentamente, asegurándose de que era él antes de hablar.

 

—Hola... —Oyó que decía una voz familiar— ¿Joel?

 

Se giró extrañado para encontrarse su antiguo uniforme del instituto de frente, tapando muy a su pesar el cuerpo de Adrián.

 

El chico se acercó a él tan sorprendido que prácticamente parecía estar viendo a la virgen de Lourdes frente a él.

 

Joel le saludó con la mano. 

 

—Hola, ¿Qué tal? —Esa sonrisa que lucía su boca nada tenía que ver ya con las que había visto Adrián, cuando en su antigua vida era un niño tímido que se sentía mal por ser como era.

 

Joel le miró de arriba abajo descaradamente, ya no recordaba lo bien que le quedaba ese uniforme a su compañero. Ojalá poder prenderle fuego.

 

—¿Cómo estás? No esperaba verte aquí. Después de lo que pasó en el baño... desapareciste —le decía Adrián vacilante—. Nadie supo nada más de ti y cuando retiraron tu plaza del centro dijeron que te habían matriculado en un internado en Suecia...o Suiza, algo así.

 

—¿Eso dijeron?

 

—Sí... ¿No es lo que pasó?

 

Joel soltó una carcajada y negó con la cabeza.

 

—Joder, no. Para nada.

 

No tenía intención de pasear los trapos sucios de su familia, de nada servía remover el barro, pero tampoco iba a mentir por ellos. Ellos no se merecían sus mentiras.

 

—Todo fue muy raro. Yo no me lo creí... pero no te llamé porque no sabía si te molestaría—Dudó su compañero antes de añadir— ¿Fue por lo que hicimos en el baño?

 

—No. Eso no tuvo nada que ver —Sonrió con cariño sintiendo que mentía. 

 

Pensó que si no hubiese sido por su calentón apremiante no hubiese discutido con Martín, y si no hubiese discutido con su amigo él hubiese negado rotundamente las preguntas de sus padres... y en ese momento Joel estaría en su casa, junto a su perro y su madre, viviendo una cómoda farsa. Pero la culpa no era de Adrián y esos ojos oscuros le miraban tan preocupados que le dijo que se sentase a su lado para calmarle.

 

—¿Qué te ha pasado en la cara? —Le preguntó suavemente. Joel se llevó la mano a la mejilla extrañado.

 

—¿Tengo algo?

 

—Tienes... una herida, aquí... —dijo él. Señaló lentamente su labio. Su preocupación se acrecentó viajando desde sus ojos al resto de su rostro. Joel se encogió de hombros sin darle la menor importancia. Antes sí le interesaban sus heridas, se las miraría en el espejo y las cuidaría con atención. Llegados al punto en el que estaba Joel ya ni reparaba en ellas, un labio roto en una pelea era la menor de sus preocupaciones. Esa actitud de indiferencia debió inquietar más a su antiguo compañero porque añadió— ¿Estás bien? ¿Va todo bien?

 

—Sí, sí. Muy bien.

 

—De verdad. Mi madre es inspectora en la policía, si necesitas ayuda en lo que sea...

 

—No, estoy genial —respondió él sin sentir que dijese una falsedad, nunca se había sentido tan bien. De hecho, escuchando a qué se dedicaba su madre se sentía infinitamente mejor—. Pero no me apetece hablar de eso, ya sabes que soy un poquito raro.

 

Adrián rio y pidió un refresco al camarero.

 

Adrián era una buena persona. Y eso, había aprendido Joel, era un enorme error. Porque las personas buenas estaban a merced, cual ovejas devoradas por los lobos, a que gente como él se aprovechase de ellas. Nolan se aprovechaba de Joel, y Joel se aprovecharía de Adrián. Y cuando Adrián encontrase a alguien más inocente y manejable... también le usaría. Así, y no de otra forma, funcionaba el mundo. 

 

Joel se inclinó hacia él con una traviesa sonrisa y pícara mirada.

 

—¿Y de qué te apetece hablar?

 

—¿Sigue tu polla igual de grande?

 

Adrián enrojeció y asintió encogiéndose tímidamente sin que hiciera falta una respuesta a esa pregunta retórica. Joel sonrió mordiéndose el labio herido para notar ese dolorcillo que comenzaba a gustarle notar y sin ser consciente se relamió. Él sí captó ese gesto porque sus ojos pasearon por su boca a conciencia.

 

—Me gustó hacer eso contigo —le dijo Adrián con las mejillas encendidas en rubor. Dos neones iluminaban su cara. Joel le dio un suave golpe en el brazo, fingiendo estar azorado para así tener una escusa con la que hacer contacto físico. El chico tensó el brazo nervioso y él se acercó un poco más.

 

—A mí me gustó hacértelo —le susurró, y con la excusa de no ser escuchado por el camarero que le traía a Adrián su refresco se acercó un poco más. Joel dibujó una mueca de nostalgia dando ese tema por zanjado para buscar otro más interesante, pero sin apartarse de él— ¿Y qué haces aquí solo?

 

—Estoy esperando a que venga a buscarme mi madre, no me ha dado tiempo a pasar por casa antes de ir al entrenamiento de baloncesto y... creo que llegará un poco tarde— La sonrisa de Joel se mostró interesada. ¡Bingo! su madre haciendo acto de presencia en la conversación para que su pregunta no sonase tan directa—. Es que está súper liada con un caso. 

 

—¿Sí? Buf, su trabajo debe ser súper estresante. 

 

—Sí, sí. Con todo eso del chico muerto...

 

—Claro, vaya un jaleo ¿no?—le preguntó; y Adrián, que se moría por impresionarle asintió con la ilusión dibujadita en la cara— ¿Pero eso es en plan C.S.I? Me lo imagino rollo serie americana con forenses y todo eso.

 

—Bueno, mi madre se encarga de organizar la investigación—le dijo él contento de poder entablar una conversación con el rubio—. Los forenses hacen la autopsia y los de la científica buscan pistas, que sí son como el C.S.I pero mucho menos chulo. Es un poco cutre, la verdad. Ella no hace eso, ella es más... como en la serie El Comisario.

 

—No la he visto.

 

—Pues con pizzaritas y un montón de post-its.

 

—¿No tienen pantallas con hologramas 3D? —bromeó Joel. Adrián rio y negó.

 

—Que va, ni siquiera están modernizados en pasarse la información online, como mucho en pendrive o discos duros, pero casi siempre lo imprimen y se lo dan a mi madre en carpetitas. Tendrías que ver mi casa, el despacho de mi madre está lleno de informes y de fotos, parece el museo de los horrores—le dijo. Joel sentía que iba a excitarse de pura satisfacción escuchando aquello pero solo abrió la boca fingiendo sorpresa con una sonrisa.

 

—¿Fotos? ¿De los muertos? No jodas...

 

—Sí, sí. Del chico muerto, el del río, no hay mucho porque al final solo era un yonki y no investigaron mucho. Pero mi madre no ha renunciado al caso. Dice que le parece raro. Es que le faltaba la cara, se la habían aplastado o yo qué sé. Deberías verlo, sus fotos me dieron pesadillas. 

 

—Vaya...—susurró con la boca seca. Quería sobreponerse y dejar de ser tan evidente, pero estaba demasiado tocado por el cariño hacia ese difunto para ser buen actor. Decidió soltar una bomba de humo para ocultar su reacción y se acercó a Adrián apoyándose un segundo en su muslo derecho, demasiado arriba, demasiado cerca. Se quedó tan petrificado por su caricia que cuando volvió a la realidad de su conversación Joel ya le sonreía como si nada le hubiese turbado— ¿Y tiene todo el papeleo forense ahí colgado sin más? ¡Qué gore!

 

—Sí, sí. Porque mi madre está convencida de que está relacionado con un tío... eh... un tal Ignacio. Sus compañeros dicen que está loca, y se lleva el trabajo a casa para echarle un vistazo por su cuenta a escondidas...porque... no le dejan investigar... sé supone que eso es un poco ilegal pero... 

 

"Nacho".

 

—¿No le dejan investigar?

 

—No, dicen que está equivocada y que lo deje. Tiene orden de sus jefes de que no haga nada. Si se enteran le despiden. Las cosas funcionan un poco raras en esta ciudad. 

 

"Se llama corrupción, Adrián".

 

Pero Adrián dejó de hablar cuando la figura que estaba esperando entró en la cafetería.

 

¿Cómo no? Nolan llamando la atención allá por donde fuese. Sus ojos se distrajeron, Adrián estaba tan concentrado en su amigo que olvidó lo que estaba diciendo, balbuceó algunas palabras inconexas antes de callar tragando saliva. Se preguntó si la primera vez que él vio a Nolan también parecía tan estúpido. Seguramente sí.

 

Y eso que Nolan no tenía su mejor aspecto ni estaba en su mejor momento. 

 

El muchacho llevaba una semana alejándose de cualquier estupefaciente fuerte que le nublase la capacidad de planear fríamente. Con férrea fuerza de voluntad estaba consiguiendo mantenerse medianamente limpio aunque eso oscureciera sus ojeras y le provocase una ansiedad que a corto plazo le convertía en un tipo estúpido, lento y malhumorado. 

 

El chico de tatuajes y cabello negro le buscó con la mirada, cuando le encontró en la barra sentado junto al atleta de instituto le dedicó una extraña mueca, mezcla de asombro y desconcierto .

 

Joel le sonrió, como hubiese sonreído a cualquier amigo al que estuviese esperando, pero Nolan entendió perfectamente que solo intentaba decirle "Disimula, por tus muertos y los míos, no hagas estupideces".

 

—¡Hey! Llegas tarde —le dijo Joel contento. Nolan se encogió de hombros.

 

Vio las dos marcas rosadas que llevaba en en el cuello y Joel ladeó la cabeza.

 

Lucas solía marcar a Nolan como si quisiera decirle "Mira, Joel, estuve aquí". 

 

Adrián, pobre muchacho, miró a Joel realmente sorprendido de que tuviese relación con semejante espécimen humano.

 

—Ya sabes, a veces se alarga la clase de Golf y uno tiene que decir "Por favor, debo marcharme... tengo una cita" pero ese maldito psicólogo nunca tiene suficiente... golf  —Aunque Nolan venía de hacer una actividad con pelotas de por medio que nada tenía que ver con ningún deporte.

 

El tintineo pijo de su voz provocó un ataque de risa en Joel frente a la cara de Adrián que no entendía que se estaba burlando de su uniforme. 

 

—Este es Adrián, un compañero de mi instituto —Joel envolvió su brazo izquierdo entre los suyos tirando de él para presentarlo, que se tensó de nuevo por el contacto tan íntimo, sonrojándose. Nolan también fue consciente de ese acercamiento. Miró el brazo y luego miró a Joel con una ceja enarcada—. Me estaba contando una cosa súper gore. Su madre es inspectora en la policía y tiene informes forenses ¿Te lo puedes creer? y las fotos de ese chico... el que murió hace poco ¿Te acuerdas? El del río. 

 

—Pues... no. No caigo ahora— dijo el chico de cabello negro frunciendo el ceño. Joel sonrió.

 

El rostro de Nolan, de no haber sido tan buen actor, se hubiese descompuesto por tan maravillosa noticia rebotando en su cara. 

 

—Y de un tipo también me hablabas ¿Cómo se llamaba?

 

—Ignacio, le llaman Nacho —respondió Adrián tímidamente haciéndose pequeñito frente a ellos aunque fuese un hombre alto y corpulento. Joel conocía bien la magia que la mirada astuta de Nolan provocaba, como si un anciano recién salido de una guerra te mirase mientras te quejas de estupideces y, repentinamente, comprendieras que solo eres un bebé mimado—. Pero...yo... es que creo que no debería hablar más de esto...

 

—Claro, es secreto ¿No? ¿O no? ¿Es como el secreto de confesión de los sacerdotes?—preguntó Joel. Adrián le miró y sonrió haciendo la seña universal que significaba "un poquito"— ¡Qué movida...! 

 

Notaba la atenta vigilancia de Nolan manteniéndose al margen mientras presenciaba como su títere seducía con cumplidos el ego de su antiguo compañero. Sintió algo de lástima por ese chico amable que siempre le había gustado. Por el puro azar se estaba viendo acorralado por dos depredadores.

 

Porque Joel al principio, cuando conoció a sus amigos, era un pajarito. Sí, de eso no tenía la menor duda. Pero cada día se sentía mucho más águila que gorrión. Adrián, en cambio, solo era un pequeño conejito que él podía atrapar entre sus garras y llevarse volando para devorar lo que quisiera de él y luego arrojar solo los despojos que no le sirvieran. 

 

Cuando Nolan creyó conveniente, mirando algo en su teléfono móvil, le hizo una seña para que se despidiera. Joel comprendió sin necesidad malgastar palabras. 

 

Le dijo que debían marcharse, como si eso supusiera un enorme inconveniente para él. Acercándose a su cuerpo para apretarle contra el suyo le susurró sudando sexo que le había gustado verle y dejó caer un simple "Sí quieres... podríamos quedar algún día"con promesas de excitantes fantasías grabadas en su voz.

 

Adrián estaba asintiendo con la cabeza antes de que terminase de decir la frase. Intercambiaron teléfonos rápidamente. 

 

Nolan disimulaba una sonrisita cuando Adrián le dijo que no se preocupase de pagar su refresco, que él pagaba. 

 

Cuando salieron de la cafetería y estuvieron a una distancia prudencial Nolan le revolvió el cabello.

 

—Me has puesto cachondísimo, pajarito —le dijo, parecía satisfecho— y a él también. Te llamará.

 

—Al final Paulo Cohelo tiene razón y el universo conspira a nuestro favor. Aunque sea para cortar los huevos de un violador.

 

—No sé quién es ese tío. Pero... vale. Mira, Si no acabo muerto... prometo que estudiaré para saber quién cojones es toda esa gente de la que me hablas.

 

—¿Cómo te encuentras? —era una pregunta absurda, el chico estaba llevándolo como podía. Fumaba mucho y bebía más, pero llevaba una semana completa sin tomar narcóticos y Joel había comprobado que la chispa inteligente de sus ojos brillaba avivada como las hogueras de San Juan.

 

—Estoy harto —le dijo sinceramente. Frunció el ceño y con mano temblorosa se encendió un cigarro. A Joel le gustaba mirar el gesto que hacía cuando prendía el tabaco, aspiraba con el ceño fruncido y los labios apretados. Sacó el humo de su cuerpo—. Estoy cansado de esperar. Nunca había estado más de dos semanas sin llamarme, ¿Cuánto tiempo llevamos esperando? ¿Dos meses? Si no contacta es porque Nacho le ha advertido.

 

—¿Sabe que crees que...?

 

—Tiró el cadáver donde lo encontrarían. Creo que a Crandford le da igual todo porque sabe que es intocable. Se cree impune, y lo es. El problema es Nacho. Estoy seguro de que le da largas para que no me busque. Le debe decir que no es buena idea, que estoy fuera de control, que espere. Estoy convencido.

 

—¿Y qué quieres hacer? ¿Vamos a por Nacho?

 

—No. Nacho no le protegió, pero no fue él quien le mató. Ni siquiera creo que Crandford quisiera matar, creo que la sobredosis fue accidental. Lo que no fue accidental fue borrarle la cara al imbécil de mi amigo a puñetazos —Bajó la mirada pensativo—. Tenemos que forzar la situación... hacer que tenga tantas ganas de follar que le importe una mierda lo que diga Nacho. Si ofrece suficiente dinero Nacho me avisará. Ese tío vendería a su puta madre por el precio justo.

 

—Pero... ¿Cómo...?

 

—¿Alguna vez has pescado? —Joel parpadeó perdido por ese cambio brusco de tema. Sí, más de una vez había ido a pescar con su padre— ¿Qué hay que hacer para pescar una buena pieza?

 

Joel sonrió lentamente notando que su corazón galopaba.

 

—Poner un buen cebo. 

 

*********************************************************************************************** 

 

El ajetreo de esa pequeña ciudad se intensificaba de forma prácticamente demencial cuando llovía. Joel había vivido mucho tiempo en ese lado de la balanza, el de personas malhumoradas por la lluvia que sentían que el agua cayendo del cielo le complicaba un poquito la vida.

 

Sin embargo, en ese momento la lluvia le parecía un escenario casi poético para la completa imprudencia que iban a cometer.

 

Ojeó su móvil. Contestó al WhatsApp de Adrián con un meme y tres emojis. El chico le respondió con el emoji de un melocotón. 

 

Sonrió.

 

"Okey, berenjenita y gotita, gotita" Envió. 

 

Guardó el móvil en su bolsillo mordiéndose el labio para ocultar su sonrisa. 

 

Joel miró a su alrededor observando la arquitectura de la entrada al pabellón principal del recinto de ferial de la ciudad. Las dos grandes columnas que presidían las puertas de cristal parecían algo viejas y desgastadas por el óxido, pero las habían pintado de blanco para disimularlo.

 

"Esta ciudad es corrupta hasta en el mantenimientos de edificios"

 

—¿Estás seguro? Sé que... me estoy aprovechando de ti —oyó que le decía Nolan tras él. Su voz dudaba. Se giró con el ceño fruncido y negó. Los periodistas que esperaban también en la puerta de esa feria de turismo nacional levantaron sus cámaras para prepararse cuando el coche negro estacionó frente a la entrada. 

 

—Esto no lo hago por ti, Nolan. Aunque todos penséis que sí. Ni siquiera lo hago por mí —le dijo Joel echado una rápida mirada al coche antes de volver a centrarla en su cómplice de delirios—. Lo hago por Sky.

 

—Lo haces porque así te corres, a mí no me vendas la moto. 

 

—Lo hago porque nadie va a hacer nada. Y tú eres el único loco dispuesto a hacer esto. Si tú no asustas a ese bastardo lo seguirá haciendo y un día puede llamarme a mí... y yo no tengo ningún interés en acabar desfigurado. Mira mi cara, sería una tragedia.

 

—Ya, claro, sería una desgracia... —El tono irónico y el rodar de sus ojos hicieron sonreír a Joel —. Una cara tan bonita...

 

Habían bastado apenas diez minutos buscando en internet la siguiente inauguración de su concejal favorito, y apenas dos para encontrar esa dirección en googlemaps. Doce minutos de planificación y dos días de espera, pero allí estaban.

 

Las puertas del coche se abrían, podían escuchar a los periodistas acercándose perezosamente para incluir una imagen al titular insulso de sus telediarios "El concejal de patrimonio y cultura abre la feria anual de turismo"; Joel casi podía verlo.

 

Cuando el hombre puso el primer pie fuera del coche Nolan se acercó a Joel lentamente, mirándose a los ojos, conectándose. 

 

Sus manos, con sus tatuajes y sus nudillos eternamente ensangrentados por las peleas consecutivas, le acariciaron la cara sujetándola entre las manos. Oyeron las cámaras fotografiando a cuatro o cinco metros de ellos. Lo suficiente lejos para parecer casuales, tan cerca que era inevitable no ser vistos.

 

—Solo tú estás tan loco para hacer esto —le susurró. Rozó la punta de su nariz con la suya en un gesto más gatuno que humano.

 

—Dijo la sartén al cazo —le respondió él notando sus dedos en su pelo antes de inclinarse y sonrió contra su boca. Sus labios acariciaron los suyos.

 

Aquel triste beso, con el roce desesperado de su piel contra la suya y sus ojos cerrados, no era un beso sino una experiencia religiosa. Era el acto de inmolación de dos completos dementes entregados a una misión suicida mientras el diablo mismo les miraba fundirse rozando sus lenguas, casi podía ver entornando un poco los ojos como Crandford intentaba disimular para contestar a las preguntas de los periodistas.

 

Joel notó sus ojitos porcinos puestos en ellos. Una persona normal se hubiese estremecido; Joel jadeó.

 

Su adrenalina se disparó. 

 

—Señor Crandford —le llamaban los periodistas para que centrase su atención. A Joel ya no le importaba. Él era una ofrenda al demonio, pura carnaza, el cebo perfecto para atrapar a una rata.

 

"Yo me entrego enteramente a ti".

 

La suave lengua de Nolan le lamía lento, con el movimiento de un alma vieja, y Joel apenas recordaba el resto del universo. Solo estaba ellos tres en la tierra: Nolan, el asesino que les observaba junto a su coche y él, que se estaba ahogando.

 

"Te consagro en este día".

 

Se podría haber mareado, el mundo giraba demasiado rápido. Se sujetó a la cazadora de Nolan para no caer. La rotación de la tierra había cambiado de eje, sin avisarle a él. Sin avisar a nadie. La gravedad ya no importaba un carajo. Su cuerpo había olvidado como funcionar, probablemente por eso su sangre en vez de circular hacia su cerebro se le estaba estancando en la entrepierna.

 

"Mis ojos, mis oídos, mi lengua".

 

Y allí estaba él, jugándose la vida por una causa perdida para poder sentir ese mareo intenso que le provocaba el peligro, siendo un yonki de las emociones que necesita un chute cada vez mayor. 

 

Agarró con su mano su cruz de plata clavándosela en la piel. Con tanta fuerza apretaba que se notó sangrar.

 

Jadeó contra su boca y Nolan sonrió antes de morderle el labio suavemente.

 

Notó que la nube de flashes se acercaba, siguiendo al concejal preguntando sobre peleas en la cámara de políticos. Joel estiró el cuello para dejar de besar a Nolan y así poder mirar.

 

—Quiero matarle —gruñía Nolan, más animal que persona, más ruego que amenaza. Escuchó en voz baja junto a su oído su respiración. Joel asintió, sí... él también quería. 

 

Cuando notó que estaba a una escasa distancia Nolan le agarró la cara con una mano, clavando con rudeza sus dedos en sus mejillas y tirando de él hacia arriba para obligarle a mirarle. Joel apretó los dientes por el dolor de ese despectivo gesto, sabiendo que con ello habían conseguido embrujar la atención de ese tipejo. Dibujó en la línea de sus cejas una expresión suplicante, sumisa y deseosa de ser humillada tal y como sabía que el concejal deseaba ver.

 

No se había sentido tan buen actor en su puta vida.

 

Nolan tenía el cuerpo tenso, conteniéndose para no girarse frente a las cámaras y partir el cuello de ese tipo bajito y algo regordete que intentaba caminar hacia el interior del pabellón fingiendo indiferencia. Pero no podía fingir desinterés cuando Nolan, todavía apretando su cara le mordió el cuello. Y así Joel confirmó que ese tipejo de traje gris no podría resistir llamarles porque ni siquiera era capaz de retirar la mirada mientras avanzaba, girándose un poco para observar como Nolan le besaba bajo la mandíbula. 

 

No, Crandford no contuvo la tentación de mirar cuando pasó a medio metro de ellos, caminando despacio, y Joel tampoco se privó de mirarle a la cara.

 

Joel entreabrió sus labios rosados respirando agitadamente por la excitación. Nadie parecía reparar en ellos, solo eran dos adolescentes besándose en una feria. Pero él sí les observaba.

 

Miró a ese cargo público a los ojos, ruborizado y con el brillo del deseo en la mirada. Juraría que vio como Crandford aguantaba la respiración atrapado en sus fracciones.

 

Ese hombre frente a él deseaba hacerle daño, lo veía, lo notaba. Sabía que si tenía la oportunidad le golpearía, que si podía le drogaría para inmobilizarlo y así violarle y violarle hasta hacerle sangrar ahogándose en heroína, entre su propia sangre; y así, tal vez... morir. Esas manos rudas habían destrozado el rostro de Sky, le habían roto dos costillas y ambos brazos.

 

Miró sus nudillos. Las manos de Nolan siempre tenían heridas causadas por el impacto de sus puñetazos. Los nudillos de ese hombre tenían marcas de carne rosada recién curada. Sí, esas manos también habían golpeado a alguien.

 

Nolan le estaba apretando tan fuerte para no mirar y así poder controlarse que le hacía daño, temblando, le ahogaba entre sus brazos.

 

Joel boqueó y lo único que tuvo ganas de hacer en ese fugaz instante de placer que parecía eterno fue mirar con ojitos de inocencia y sonreír a ese sádico psicópata de manera encantadora.

 

"¿Quieres matarme? Pues ven a por mí. Ven a buscarme". 

 

Crandford recobró la capacidad de respirar y, con gran esfuerzo, se giró para seguir caminando hacia el pabellón. 

 

*

 

*

 

*

Notas finales:

Como siempre, deciros que me gustaría saber vuestra opinión sobre la historia. Me daría muchos ánimos recibir algún review. 

 


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