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If It Hadn't Been For Love por Lady_Calabria

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Notas del capitulo:

Hola, siento la tardanza. Quiero agradecer a las personitas que estén leyendo esto por estar aquí. Espero que les guste.

Los chicos habían movido ficha y ya solo quedaba esperar que Crandford mordiese el anzuelo.

Mientras eso sucedía y no, Lucas cerraba los ojos deshaciendo los nudos de su espalda bajo el chorro de agua caliente del grifo, el agua se estancaba en la vieja bañera encastrada de su apartamento y le quemaba los pies.

Llevaba un largo rato dándole vueltas a la forma en la que había apretado entre las manos un teléfono móvil que no era suyo, y que estaba lleno de algo de lo que era mejor no pensar, mientras le mentía descaradamente a un hombre. Ese uniformado conserje le había creído como un estúpido tomándolo entre sus manos, haciéndose cargo él del problema.

Se mordió el labio inferior dejando que el agua regase su rostro, se le volvía a acelerar el ritmo cardíaco al recordar la forma en la que el cosquilleo caliente de la excitación recorría su estómago mientras salía de ese parking bien al resguardo de las cámaras de vigilancia por las columnas, los ángulos muertos y la capucha de su chaqueta.

Cuando se reunió con Sol en su coche su corazón vibraba más fuerte que los altavoces de Tomorrowland. Se notaba vivo, útil, se notaba... joder, se notaba muy bien.

Sol se reía y le decía que estaba sorprendido. Sí, ciertamente, él también.

Aunque ese gesto, devolver el teléfono ayudando a esos dos dementes con su planes absurdos, había sido un pequeño ladrillo más al muro contra el que chocarían todos cuando Nolan acabase detenido (como poco) con un cargo de agresión; Lucas no se había sentido tan animado en la puñetera vida.

Lucas, que le decía una y otra vez al chico que no le estaba arrastrando a nada, se encontraba fantaseando con conseguir que le dejase hacer más encargos que bombeasen sangre a su cuerpo. No es que se creyese repentinamente el mafioso de su barrio, pero estaba dispuesto a dejar la monotonía a un lado para compartir su locura de vida.

Se pasaba las noches que dormía junto al chico delineando con la mirada su perfil hermoso antes de entregarse a morfeo, y siempre que su paseo por esos bellos paisajes se atascaba en la muesca de su nariz rota sentía, y no mentía, que mataría.

Nadie le creería, claro.

Lucas era tranquilo y una buena persona, eso todos lo sabían, pero tenía tan claro que él podía aplastarle la cabeza contra la pared a cualquiera que le hubiera hecho daño al chico que se asustaba.

Tenía todas las papeletas para ser el vecino homicida que siempre saludaba.

Quería arrancarle las entrañas a todos lo que, uno a uno, había llevado a Nolan a la locura. Toda esa gente que había cogido a un niño bueno e inteligente y le habían herido hasta arrancarle toda esperanza, roto hasta en las ganas de vivir.

Se había dado cuenta de ello, de manera contundente e irrevocable, la noche que le había encontrado en esa discoteca ruidosa después de recorrerse no menos que treinta bares; mucho después de quedar dormidos abrazados.

Mientras se duchaba paseó su mente por los detalles de ese momento, días y noches atrás.

Lucas dormía tan profundamente cuando Nolan despertó de su pesadilla que le sobresaltó como si quién despertase presa del miedo fuese él. Ocurría a menudo, y en el tiempo que habían pasado separados eso no había cambiado. Nolan tenía muchas pesadillas en las que despertaba sudoroso, agitado y gritando en idiomas que no entendía.

No tardó en darse cuenta de que ese era parte del motivo de que Nolan evitase dormir cuando le conoció, se empeñaba en enlazar noche tras noche de desenfreno hasta que acababa tan agotado que dormía prácticamente desmayado; intentando evitar los malos sueños que escapaban a su control y reabría heridas que quería curar a la fuerza, heridas del alma que desinfectaba con alcohol.

—Shh... Solo ha sido un sueño —susurró rodeándolo con los brazos, su corazón latía a mil por hora, se acercó para besar su mejilla—. Madre mía, eres un mal despertador.

—Lo siento, un día te mato del susto —susurró él intentando regularizar su respiración, suspiró tembloroso.

—En fin, de algo hay que morir —dijo Lucas enterrando la nariz en el hueco de su cuello, había añorado tanto el aroma de su piel... Oliendo ese perfume no pudo evitar abrazarle más contra sí para achucharlo bien hasta oírle reír— ¿Qué has soñado?

—Traumas y recuerdos, lo de siempre ¿Para qué cambiar un clásico? —susurró, eso también lo hacía mucho; quitarle importancia usando el humor. Sus manos temblorosas le acariciaron el antebrazo antes de girarse un poco— ¿Qué hora es?

—Pues... las cinco de la madrugada.

—Solo te he dejado dormir media hora —le oyó murmurar.

"Después de las maravillas que me hiciste anoche por mí como si no me dejas dormir ninguna otra noche".

—Oye, mira...—Señaló la lucecita que iluminaba la oscuridad parpadeando desde la mesita de noche. Cuando su móvil sonaba o se iluminaba con insistencia Lucas sentía un encogimiento en la base del estómago que jamás había sentido con tanta fuerza. Tragó saliva—. Tu móvil está... está... ¿Es un cliente?

No eran celos. No quería que lo fueran.

Porque los celos son hermanastros de la posesión y ellos no habían puesto nombre a la relación que mantenían, a Lucas le bastaba con poder despertar a su lado rezándole a todos los santos para que no se estropease.

Lucas se lo repetía, no eran celos; no debía serlo. Era preocupación, era rabia. Porque por lo que recordaba ese parpadeo solía significar que Nolan se iba de su lado para acabar en la cama del mejor postor, gente enferma y peligrosa que era capaz de matar, gente que podían hacerle daño, gente que no se merecía tocar su piel de madreperla.

Aunque en el fondo, muy en su interior, dentro, bien hondo... sí fuese consciente de que si se le revolvían las tripas cuando pensaba en sus clientes era porque...

El chico negó con la cabeza sacándolo de sus cavilaciones existenciales. Negó dejando paso a una pequeña sonrisita.

—Yo ya no hago eso, Lucas —Tras anunciar esa frase bostezó, sin darle ninguna importancia.

Él se irguió sobre la cama, la sorpresa le elevó sentándolo casi sin darse cuenta para mirar de frente su cara. Sus ojos seguían raros, sus pupilas dilatadas parecían secas y sin enfocar, era normal. El efecto del LSD que había tomado para apartarlo de Joel alcanzaba las diez horas... Y apenas habían pasado cinco.

—¿Que no haces qué?

—Follar, por dinero. Prostituirme, chapear. Vender mi culo, y mi boca, y mis manos... Ejercer. Putear. Hacer el sinrespeto bien pagado...

—¡Hey, vale, vale! ¡Ya entendí!

—Ya no lo hago —insistió. Sus ojos, esos dos profundos pozos de amargura parecían sinceros diciendo aquello, pero como la atención de Lucas bajó hasta su pecho amoratado, prueba de que seguía codeándose con gente poco recomendable, añadió—: Bueno, eso es... si lo hice fue para conseguir cositas que quería conseguir. Pero no es lo mismo. Mira, es que a mí me da vergüenza decirte...

Seguía hablando raro también, esa droga le soltaba la lengua de una forma peculiar.

—¿Tú tienes vergüenza?¿Puedes sentir eso?

—Oye, que yo soy muy sensible, ¿Vale? —Sí, lo era. De hecho, tan sensible que había perdido el juicio por ello. Lucas guardó silencio—. Desde lo de Sky yo ya no trabajo. Algo ha cambiado, pienso en como murió y me pongo malo. Así que me he retirado. A tomar por culo el dinero... porque cuando pienso en sus manos... —Lucas le vio temblar— me dan asco. No puedo, no puedo.

—Pero... ¿Entonces ya no haces la calle?

—No. Gano dinero robando, solo así. Tengo que centrarme en encontrar a ese puto bastardo, no puedo entretenerme en gilipolleces como hacer mamadas a desconocidos por unos billetes, ¿Para qué quiero el dinero? El tiempo es... más valioso... — Y allí estaba, tumbado en su cama sin estar investigando nada. Parecía que para él ese tiempo en su lado era más valioso que la venganza. Él también debió compartir ese pensamiento porque con voz temblorosa para sobreponerse a su sonrojo añadió—: Los encargos que Nacho me paga son para mantener a Jo...

—¿VUELVES A TRABAJAR PARA ESE TÍO? —Exclamó apartándose de él, la extrañeza elevaba su voz hasta casi convertirla en grito. Nolan asintió. Y aunque ya sabía que la respuesta era que sí le preguntó—: ¿ESTÁS LOCO?

—Es parte del plan —No quería darle importancia, pero la tenía. A Lucas no podía engañarle— ¿No hay un refrán que dice "Mantén a tus amigos cerca pero a tus enemigos más" o algo así? Pues Nacho es mi puente para llegar a Crandford.

—Crandford... ¿BERNARDO CRANDFORD?

Vale, estaba gritando. Nolan asintió apretando los nudillos, su odio era tan palpable que Lucas casi podría verlo brillando en el aire a su alrededor.

—El mismo que viste y calza... y tortura adolescentes —A pesar de lo que sentía él levantó las manos en un movimiento que apaciguase al psicólogo—. Pero Lucas, tranquilízate. Lucas, cariño, estás respirando muy fuerte. Eh, eh.

"Respirando fuerte" era un eufemismo para decir que estaba a poco de hiperventilar. También se había puesto en pie de un salto y paseaba nervioso por la habitación a los pies de la cama.

—¡Crandford! ¿Cómo no me acordaba de su nombre? ¡ESE FUE EL TÍO DEL QUE HABLASTE LA PRIMERA NOCHE, POR TELÉFONO CON NACHO!¡LE LLAMASTE PSICÓPATA! ¡TE FUISTE CON ÉL Y VOLVISTE SANGRANDO! ¡TENÍAS SANGRE POR TODO EL CUERPO! ¡TE TUVE QUE AYUDAR A CAMINAR PORQUE NO PODÍAS MOVERTE!

Se le estaba revolviendo el estómago.

—Shh, Lucas, ven —Le hablaba con voz dulce, estiraba su mano hacia él pero Lucas estaba demasiado agitado y demasiado furioso para tomarla.

—TE PODRÍA HABER PASADO A TI, PODRÍAS HABER SIDO TÚ ¡TE HIZO DAÑO! ¡TE HIZO DAÑO! ¡LE VOY A...!

—Pero eso ya lo sabías... —le oyó susurrar, pero Lucas estaba a leguas de ser razonable.

La lógica había quedado anulada por el odio, por la rabia. Le pegó a su cómoda tal patada que todo lo que descansaba sobre ella tembló. La televisión se tambaleó y no le importó lo más mínimo.

Nolan se acercó a él, gateando en la cama, hasta agarrarle la cara entre las manos cortando en seco su rabieta desesperada.

—Lucas, él no volverá a tocarme. Ni a mí... ni a nadie. Me encargaré de eso. Tranquilo, tranquilo —Temblaba tanto como Lucas— ¿De verdad quieres ayudarme a asustar a ese tío?

—Sí, sí. Ya te dije que sí.

—Entonces necesito que no hagas nada contra él. De eso nos encargamos Joel y yo —Lucas negó y le apartó de sí de un empujón, todavía respiraba con fuerza. Ese golpe no amedrentó al chico—. Tú vas a quedarte al margen.

—¿Por qué? ¡Me tratas como a un inútil! ¡Deja de decidir por mí! ¡DIOS! ¡Puto paternalista de mierda! ¡Soy nueve años mayor que tú!

—Pero eres mi bebé.

¿Quieres que te pegue?

Su carcajada resonó en cada pared de la habitación. Su sonrisa socarrona le detuvo, distrayéndole bruscamente, viendo como se burlaba de él.

—Como mucho podrías intentarlo. Me gustaría verlo. Venga, dame.

Lucas tragó saliva enfurruñado como un niño pequeño, pero bueno, joder, tenía razón; ¿Qué iba a hacer? ¿Pegarle a Nolan, que podía reventarle la cara de un guantazo si le daba la gana?

—Creído.

—Venga, ven aquí y tranquilízate —Lucas obedeció. Se dejó caer en la cama contra su pecho, bien estribadito en su cuerpo, encajado en el valle entre sus piernas; volvió a su temperamento afable en cuanto se vio rodeado por esos brazos tatuados en su cama, meciéndolo igual que a un chiquillo. Sus labios le besaron la frente y Lucas se sintió mejor—. Tú eres una buena persona, Lucas. Eres algo bonito hecho de cosas buenas... Te necesito así. Me ayudas más así.

Le mecía a un lado y a otro, hasta que Lucas respiró tranquilo y constante. Nolan se inclinó un poquito para decirle con su voz de locura inocente, esa misma locura que le idealizaba e idolatraba:

—Voy a parecerte súper ñoño... Porque soy un cursi.

—Con lo bruto que eres... lo dudo —le interrumpió Lucas enfurruñado todavía.

Escucha, Yo he caído bajo de la hostia. Bajo de subsuelo, bajo de dignidad, de drogas, de locura y bajo de ganas de vivir. Pero si estás tú es mejor. Lucas, tú eres todo bonito, tan bonito, tan bueno... Y me gusta pensar que estás ahí. Así que necesito que estés bien, ¿Lo entiendes? Porque cuando yo caiga bien bajo tú me darás fuerzas para querer ir hacia arriba, contigo. Eres mi comodín, como un salvavidas. Y para eso no te puede pasar nada malo a ti.

—Ah, ¿Y a ti sí? ¿No es mejor intentar que no caigas?

—Yo soy mierda con piernas, eso es inevitable. No voy a dejar que Crandford se vaya de rositas, pase lo que pase. Ya ves tú el drama si la palmo...

—Sergio, por favor, deja de decir eso o te cruzo la cara.

—Sigo esperando a que lo intentes.

Pero quiero ayudarte... Quiero romperle la...

Bueno, y yo quiero un chalet en la montaña y aquí estoy.

¡Sergio!

Pero él se encogió de hombros negando. De modo que Lucas acabó asintiendo, dándose por vencido.

—Me alegro de que hayas dejado la calle.

—La cosa es que anoche decidí que no me va a tocar ni Dios ¿Sabes? Solo tú... porque... bueno, porque es lo que quiero hacer —Lucas tragó saliva y entonces fue consciente de que estaba aguantando la respiración—. Aunque puede que cuando me emborrache le acabe comiendo la boca a Joel, te lo aviso porque el que avisa no es traidor.

—¿Solo la boca? —preguntó Lucas elevando una ceja, una sonrisa nacía en su rostro.

Nolan le devolvió la sonrisa, tiñendo sus mejillas como jamás hubiese presenciado, y asintió.

—Solo la boca.

—Bueno, podría ser peor. Joel me cae bien. Sus labios son muy blanditos —bromeó acercándose a él un poquito, tan poquito que se sorprendió que él notase ese movimiento y se acercase el resto del trayecto hasta acabar besándole la mejilla, cerca de uno de esos hoyuelos que le salían y que le habían acomplejado media vida.

—Solo tú podrías decir eso —le susurró incrédulo. Lucas bajó la mirada recordando los reproches de Esteban, solía repetirle algo parecido; pero él le dio un toquecito en el mentón para que la levantase y le mirase—. Somos unos raros, ¿Eh?

—Estamos de atar, los tres. Menudo escuadrón de la justicia.

Nolan extendió los brazos hacia arriba.

—¡Bienvenido al escuadrón de los bichos raros!

Lucas rio. Le gustaba ese nuevo Nolan.

Días después de eso, todavía en su ducha, Lucas se enjabonaba el cabello murmurando ese nombre en los labios.

—El Escuadrón de los Bichos Raros —repitió. Desde luego no eran precisamente héroes dignos de Marvel, pero se les había quedado un grupito muy coqueto para darle una paliza a un tipo.

Sintiendo ese intenso deseo de venganza comprendió los sentimientos del muchacho, y los compartió.

¿Cómo no hacerlo?

Sky no se merecía morir como lo había hecho, nadie lo merecía.

Tampoco Viktor lo había merecido.

Lucas sabía lo suficiente del chico para saber que esa cegadora necesidad de conocer qué le había ocurrido a Sky no era otra cosa que una forma de canalizar otro trauma mucho más profundo, el trauma de encontrar a su exnovio apuñalado sin ninguna razón ni respuesta.

Esa obsesión por conocer cada puñetero detalle previo a esta tragedia solo era su forma enfermiza de paliar no tener absolutamente ningún detalle de otra.

Joel se lo había preguntado "¿Por qué le interesa tanto saber qué hizo ese día? ¿Qué importa con quién cenó?"
Desde luego, ese afán era mucho más poderoso que la simple venganza por un compañero; Y lo agradecía, porque de no ser así se hubiese presentado en el ayuntamiento para reventar a tiros a Crandford en su inicial estado de enajenación.

Necesitaba vengarse por su amigo, por su novio, y por sí mismo. Por todos los niños que se quedaban quietos mientras un hombre les tocaba. Necesitaba un punto y final antes de pasar página.

Necesitaba plantarse frente a Crandford para asustarle tanto que no volviese a tocar a nadie más en su vida, y cuando lo hiciera Lucas sabía... que Nolan pensaría en Viktor.

Suspiraba al pensarlo, sintiendo por primera vez en su vida una punzada de verdaderos celos.

Joel no le molestaba mientras su relación, por extraña que fuese, siguiera siendo una sutil idea sujeta por pinzas, sin etiquetar ni formalizar; más fraternal que romántica. Esa alianza del mal que se habían montado no era ninguna amenaza para él.

Pero Viktor... era otra cosa. Nolan estaba enamorado de él, lo había estado y lo seguiría estando.
¿Y cómo podía Lucas luchar contra el recuerdo idealizado de un fantasma?

Todas las acciones de su vida estaban siempre resguardadas bajo la sombra de su recuerdo. Siempre condicionado por el trauma que su muerte había dejado impreso en su ser. De modo que la triste historia de su venganza no iba tanto por un muerto, sino... por otro muerto.

Cuando pensaba en Viktor sentía una enorme curiosidad, le hubiese gustado saber más cosas de aquel muchacho. Pero siempre que Nolan intentaba hablarle de él acababa hecho un mar de lágrimas. Eso era lo último que Lucas deseaba.

De modo que intentaba no sacar el tema.

Sentir celos de un difunto, en definitiva, no estaba bien. Pero bueno, empalmarse pensando en la emoción de una hipotética vida delictiva tampoco lo estaba y allí estaba él, duchándose con la polla tiesa como el mástil de un catamarán.

********************************************************************************************

Lo mejor que le había pasado a Lucas en el último mes no era algo que tuviera que ver con él mismo, sino con otra persona.

Nolan estaba dejando las drogas.

Quizá no todas, pero sí las más fuertes y eso, de momento, le parecía un gran paso.

Había tomado la decisión, y por paradójico que fuese cuando lo decidió estaba completamente colocado.

Se había presentado en su casa a las dos de la madrugada puesto hasta las cejas de alguna mierda rarísima que Lucas no supo identificar. En cuanto le abrió la puerta le notó acelerado y al mismo tiempo ensimismado con la luz, con el aire, con todo.

Se había lanzado a su boca con ese arrebato impulsivo que solo se puede sentir cuando el cerebro pierde las barreras de la lógica, le había tomado la cara entre las manos diciéndole con voz pastosa y lejana que le quería y que sentía ser un mierda. Lucas había intentado pararle... pero joder, cuando le besaba diciéndole que le amaba Lucas perdía el control de sí mismo. Porque desde que se habían vuelto a encontrar Nolan le hablaba con el corazón expuesto en la puta mano. La locura y el dolor habían derrumbado las barreras que había construido para proteger sus sentimientos con la misma brusquedad con la que arrasa la onda expansiva de una bomba nuclear.

Era frágil y era puro, era sincero; y cuando le miraba a los ojos veía amor de verdad en ellos.

Todo lo que Lucas había deseado en la vida era sentirse querido con esa fuerza que se lo llevaba todo por delante; y sin saber ni cómo, ni qué había hecho para merecerlo estaba frente a un corazón que le amaba con la intensidad de la bomba Trinity detonando en el desierto, un corazón que, para más inri, estaba metido en el cuerpo de un dios.

Por eso no supo apartarle. 
Por eso se desvistió cuando se lo ordenó en un gruñido besando su piel; por eso cuando él se colgó de su cuello prometiéndole que le amaría incluso después de muerto... solo supo agarrar su cuerpo y estamparle contra la puerta de su hogar hasta hacerle abrir la boca para gemir.

Y en cuanto se corrió se sintió culpable por ello.

Se sentía fatal por dejar que pasase. Estaba demasiado preocupado, le quería demasiado.

Intentando recuperar el aliento miró a conciencia su carita triste y le acarició la cruz tatuada en su pómulo.

Respiraba agitadamente y parecía confuso por algo que cruzaba su mente.

Joder, Nolan. Buenas Noches. Yo también me alegro de verte le dijo subiéndose los pantalones de su pijama. Nolan los quiso buscar también pero se movía con demasiada torpeza para encontrarlos. Lucas le ayudó, se arrodilló frente a él y le subió la ropa interior—. Te vas a manchar, ¿Y si nos damos un baño para bajarte el viaje?

Nolan asintió, dócil como un nene pequeño se dejó llevar de la mano hasta el cuarto de baño.

Y por eso estaban pasando la madrugada metidos en la bañera encastrada de su viejo apartamento, envueltos por el agua caliente y la espuma.

Con las piernas encogidas contra su pecho cabían los dos a duras penas, así que se sentó en el bordillo para poder moverse mejor.

Lucas le frotaba la espalda con la esponja despacio, delineando cada músculo, cada tatuaje y cicatriz. Él se dejaba hacer manso y en silencio.

Jugueteaba con la espuma fascinado en lo que fuese que viese en ella, que parecía ser un espectáculo más entretenido que el Circo del Sol.

—Si tienes ganas de pasar la esponja por algún sitio creo que aquí abajo tengo sucio —le oyó decir con los ojos cerrados.

Lucas se acercó a él hasta pegar su cuerpo y apoyar el mentón en su hombro para verle bien.

—Te estás empalmando otra vez—dejó caer, noticias obvias—. Pues apágate las pilas porque primero vamos a hacer que se te pase el viaje.

—Pues no decías lo mismo hace un rato. Que yo recuerde te importó cojón y medio lo colocado que fuese mientras te corrías.

—Ya, bueno, denúnciame o algo.

—Podría. Asaltacunas.

Lucas asintió distraído en la labor de pasar la esponja por esos abdominales que no parecían reales.

—Más abajo, Lucas. Es más abajo.

Lucas rio negando y soltó la esponja al agua, salpicando su cara.

—Que te calles ya, ninfómano. Súcubo del infierno.

Lucas intentó mantenerse serio, apretó los labios y los mantuvo cerrados durante tanto rato que perdió la noción del tiempo. Si habló fue para preguntar:

¿Estás bien? —Y fue para asegurarse de que el baño estaba dando resultado y que tanta atención a la nada, el aire, la luz y la espuma era normal.

Sí, tranqui.

Lucas suspiró. Su voz le traía una tristeza tan honda que se le encogió el estómago.

Huele bien le dijo Nolan sujetando en sus manos una pequeña porción de espuma tras otro largo silencio, para ver si le sacaba alguna palabra viendo que él no quería hablar. Lucas asintió, serio, apretando los labios. Le vio contraer la comisura de la boca tímido antes de añadir: ¿Estás enfadado?

Lucas volvió a asentir.

¿Cual es la segunda regla de mi casa? preguntó en voz alta, Nolan bajó los hombros y la cabeza No, dímelo.

Nada de drogas en tu casa, pero dijo a media voz técnicamente me lo he tomado antes...

Se giró un poco hacia él para mirarle a la cara. Lucas negó y volvió a fijar su vista en el agua junto a él, aceptando la regañina.

No tiene gracia.

Lo siento.

Debería echarte. Hicimos un trato. Si no fuese porque te quiero te tiraría a la calle ahora mismo, joder ¡Es más, si no fuese porque te quiero me importaría un cojón que te drogases! Me daría igual que se te vayan a pudrir las venas.

Lo sé...

¿Acaso te pido yo muchas cosas? Su voz sonaba dura en el silencio de ese baño. Nolan negó Sergio, ¿te he pedido yo alguna vez algo? Nolan volvió a negar. Lucas suspiró y hundió la esponja en el agua antes de subirla y apretarla sobre su cabeza para humedecerle el cabello negro Te acepto como eres, con lo que sea. Pero me preocupas, creo que es razonable. No puedo evitar que lo hagas fuera, pero en MI casa sí puedo decidir.

Nolan asintió, y luego sonrió un poco bajando la cabeza. Intentó contener esa sonrisa, pero Lucas la vio perfectamente. Notando que iba a enfadarse más intentó borrarla diciendo:

Sorry, sorry pero la sonrisa no desaparecía.

¿Y ahora de qué te ríes, mamón? Al final te echo de mi casa, verás.

—Es que... nunca nadie me había pegado esta charla, ¿Sabes? le dijo Nolan mordiéndose el labio inferior. Algunos sermones sí, pero a nadie nunca le había importado de verdad que me meta lo que sea.

Pues a mí me importa replicó Lucas intentando no ablandarse por su actitud ilusionada. Le agarró el antebrazo para levantárselo aunque eso salpicase de agua su suelo. Recorrió la cara interna de sus muñecas, con esas cicatrices rugosas de las que nunca se atrevía a preguntar, y siguió el dibujo de sus venas azules en su piel tan clara hasta llegar a los pinchazos que afeaban su piel. Nolan retiró el brazo incómodo ¿A final te tengo que pegar?

Bueno, la otra noche ya quedó claro que no eres rival para esto levantó ese mismo brazo apretando el músculo con una risita arrogante.

Tenía razón, por mucho que le amenazase Nolan podía mandarle al otro mundo de un puñetazo y eso no era opinión, era evidencia científica.

Todavía así Lucas le golpeó su sien suavemente, empujando con los dedos, lo suficiente para que resbalase en la bañera y cayese hacia un lado formando una ola que lo mojó todo. Le oyó reír a carcajadas.

Rodó en el agua para sentarse de nuevo y elevando las piernas sobre el borde de la bañera, colocando cada pierna a un lado de Lucas, se espatarró cuan ancho y largo era.

¿Por qué te lo has tomado? ¿Qué ha pasado Bien sabía Lucas que el ocio no tenía nada que ver con su adicción.

No quería que se lo tomase Joel, a ver de qué me serviría un espía infiltrado con un daño cerebral.

Pues ata en corto a tu perro, no puedes ir poniéndote hasta el culo por puro altruismo le dijo duro y cortante, sabía que esa no era la verdad. Lucas lo notaba. Alzó una ceja doblando la cabeza y el muchacho suspiró.

Vale, no. No ha sido por eso. Me sentía mal...

¿Por qué?

Hoy es el aniversario de la muerte de Viktor le dijo tranquilamente, mirándole a los ojos.

Lucas notó que su corazón daba un pequeño brinco comprendiendo por qué le había prometido amor eterno en la entrada de su hogar, incluso aunque se lo llevase la parca.

Pero eso no le ablandó lo suficiente para distraerse del tema.

Ah, y por eso te apetece matarte un poquito y así hacerle compañía en el más allá apostilló Lucas apretando los labios con poca paciencia. Nolan rio a carcajadas de nuevo Llevabas muchos días limpio...

Bueno, la mierda nunca está limpia del todo. Y... es que estoy... Crandford no nos llama. Estamos esperando y no nos llama, y... Con Vikt...

¿Y si llamase, Sergio? Mírame le dijo sujetando su rostro para obligar a que así fuese. Esos ojos de colores parecían confusos entre esas sustancias que le volvían mucho más estúpido de lo que era. Vale, quiero hablar con Nolan, no con Sergio ¿Está en casa el cabrón manipulador, frío, calculador y violento del que me enamoré? Nolan asintió ¿Y si te llama esta noche? Ahora mismo, ¿Qué pasaría?

Avis...—Pero las palabras se perdieron entre sus labios, comprendiendo.

—Estás tan colocado que no sabes pensar, ahora mismo estás inútil y si Crandford te llama podrá hacer contigo lo que siempre hace, y se lo hará a Joel. Tienes que planearlo bien, y tienes que hacerlo con la mente serena ¿Me entiendes? ¿De qué cojones te vale tener un cerebro que es un BMW si te empeñas en tenerlo como un Seat? ¿No ves que es necesario para que salga bien? No lo hagas por mí, ni por ti. Hazlo por... Sky, y por... por Viktor.

A Lucas le daba igual por quién lo hiciera, mientras lo hiciera.

Nolan le miraba serio a la cara, y tras un breve instante asintió.

—Tienes razón.

—Pues claro que la tengo.

—¡Tienes razón! —exclamó poniéndose en pie torpemente, salpicando de agua cualquier cosa que todavía quedase seca en su baño.

—¡Hey, hey, vaquero! ¡Siéntate ahí hasta que estés sereno!

—¡Tienes razón! —exclamaba extendiendo los brazos, con su cuerpo de acero allí desnudo y mojado— ¡Yo puedo! ¡Voy a ser un BMW! ¡VOY A SER EL CÉSAR!

—¿César?

—¡Iré, llegaré y venceré! —gritó triunfante con los brazos todavía hacia el cielo.

—Cariño, no fue eso lo que dijo Julio César —Riendo intentó tirar de él hacia abajo, de verdad que quería parecer serio pero la risa se le escapaba entre los labios.

***********************************************************************

Nolan le había traído una pistola.

Lucas se había llevado las manos a la cabeza alarmado preguntándole de dónde había sacado un arma que parecía reglamentaria de la guardia civil, diciéndole que si alguien la encontraba podía denunciarle por incurrir en un delito. Nolan había chasqueado la lengua quitándole importancia diciéndole "Sí, es que la policía suele hacer muchas redadas en tu casa".

—¿Pero tú no me dijiste que si quería protegerte te trajera una pistola? ¡Psicólogo, si la idea fue tuya! —había exclamado extendiendo los brazos sin comprender su reacción.

—¿Cuándo te dije yo eso? —Intentó recordar rascándose la cabeza.

—La noche que... —Nolan había señalado el sofá para ayudarle a recordar— Tú me pediste una pistola y yo te traigo una pistola.

—¡Me refería a que no te volvieses a largar, no a que me traigas literalmente una pistola!

—Pues mira, para ti. Por si acaso. Mejor prevenir que curar.

Lucas suspiró asintiendo. Si quería seguir al muchacho a donde fuera que le llevase su mala vida debía prepararse para saber defenderse en el caso, ojalá no lo necesitase, de peligrar su bienestar.

Si Nacho descubría que seguían haciendo preguntas podía ser peligroso, así que la había tomado en su mano, notando su peso y el sonido metálico. Nolan le había rodeado con los brazos abrazándole desde atrás para corregir el modo en el que posicionaba las manos y con el mentón apoyado en su hombro le dijo:

"Lucas, con los jueces se negocia pero con la muerte no. Si tienes la mínima sospecha de que alguien viene a hacerte daño tú dispara antes de que te disparen. Ya arreglaremos lo que venga después" Lucas había asentido con la boca seca.

Luego se había empeñado a enseñarle a golpear.

Y por eso la tarde les había sorprendido con la mesita del salón retirada junto a la pared mientras Lucas intentaba inmovilizar a Nolan. Y, evidentemente, allí en medio del salón... Lucas lo estaba haciendo mal.

Él, que en su vida no había tenido más de dos o tres discusiones verbales fuertes, se estaba preparando para saber defenderse a guantazos si alguien experimentado venía con intención de romperle la espalda. El chiste se escribía solo.

Volvió a intentarlo. Intentó golpearle y Nolan le apartó el brazo aburrido. Se tiró sobre él hasta hacerle caer al suelo.

El chico apoyó sus dos manos en el suelo y estirando los brazos con seguridad se irguió bruscamente con Lucas todavía colgado de su cuello, cargando con su peso, levantándolo prácticamente en en aire contra su espalda.

Esa gratuita exhibición de fuerza bruta hizo flaquear el autocontrol de su cuerpo, que se llevaba repitiendo desde hacía un buen rato que tener contra su persona a Nolan en aquel momento era un ejercicio y no nada sexual.

Pues esa lección no la estaba escuchando su entrepierna, porque cuando Nolan estiró la mano hacia atrás dándole un manotazo en toda la cara y cayó al suelo de espaldas tenía la polla hinchada, gorda y ancha como el canal de Kiel. Parecía un adolescente calenturiento las veinticuatro horas del día. De verdad que desde que conocía a Nolan su testosterona no daba más de sí.

Más no pensó en eso porque le dolía la cara y se la sujetaba con las manos con el ceño fruncido.

Nolan se giró hacia él con el aburrimiento dibujado en sus labios y le puso el pie en el pecho apretando con su bota. La opresión le dificultó respirar durante un segundo.

—¿Te das cuenta de lo fácil de matar que eres, cari? —le dijo Nolan. Lucas se sujetaba la mejilla con exagerado puchero en la boca. Estalló en risas y Nolan levantó los brazos— ¿Te duele? ¡Dios, mío, te he dado flojísimo! ¿Nunca te has peleado o qué?

Lucas negó.

Nolan se agachó en cuchillas frente a él mirándole divertido con una expresión que bailaba entre la fascinación y la sorpresa. Desde que Nolan no tomaba drogas su mirada parecía mucho más viva y astuta. Casi podía ver el engranaje de su cerebro pensando con claridad.

—¿Nunca? ¿Ni siquiera en el instituto?

Sonreía. Después de poner el cebo perfecto a Crandford la actitud de Nolan había cambiado completamente, por primera vez sentía que estaban teniendo el control de la situación y aunque la espera se le hacía dura... Lucas diría que casi parecía feliz.

—No, nunca me he metido en peleas...—le dijo riendo todavía retirando la mano de su rostro. Nolan se mordió el labio, su expresión era digna de quien mira a unos cachorritos envueltos en lacitos jugar con bebés que ríen. Lucas no quería parecer mono, ni encantador, ni...

—Eres tan adorable...

—No te metas conmigo y enséñame a dar un puñetazo —Hizo el gesto con los brazos, golpeando con su puño cerrado el aire torpemente y Nolan estalló en una sonora carcajada.

—Para empezar —le dijo su voz desangelada agachándose para acercarse a él lentamente ¿Había notado el bulto de sus pantalones? Seguramente sí, porque se sentó sobre él, justo encima de su entrepierna con ademán inocente rozando su paquete contra su trasero sin darle importancia a su expresión sorprendida. Lucas se estremeció de arriba abajo—. Si pones así los puños te romperás un dedo. Cuando pelees tienes que aguantarte el dolor y pensar en frío lo que estás haciendo y lo que pasará después.

—¿Y tú... SERGIO, has pensado lo que estás haciendo, porque como me sigas calentando así te sorprenderá lo que pasará después ...?

—¿Y qué harás, psicólogo? —le dijo Nolan mordiendo su lengua entre su sonrisa perversa. Juntó sus manos en su espalda sumisamente, y aunque no podía verlo supo que estaba formando una cruz con sus muñecas mientras formaba ondas con su cadera bailándole encima de la entrepierna con la intención, era evidente, de que a él le diese un infarto— ¿Me vas a castigar?

Esta vez fue Lucas quien levantó al chico usando su fuerza. Sujetando su cintura con ambas manos le empujó y le apartó de sí antes de ponerse en pie, tiró de él para acercarle, sujetándole contra su cuerpo cuando saltó sobre él.

Nolan se sujetó haciendo presión con sus muslos en su cadera, manteniéndose encaramado a su paquete como un artista de circo. Y de pie, con sus brazos bien agarrados a sus hombros y sus piernas apretadas contra él, Lucas deslizó ambas manos hacia su trasero para aferrar ese culo de piedra que le hacía perder el sentido.

Nolan separó los labios en un gemido, pero sin que ellos saliera ningún sonido. Parecía sorprendido, y visiblemente contento de tener sus manos atrapando su nalgas, hundiendo sus dedos en la carne con tanta fuerza como pudo.

—¿No peso? —preguntó contra sus labios, lamiéndolos después. Ese gato humano que había adoptado daba mejores lametones que Tacheté. Lucas negó y tensando los músculos de su brazo intensificó el apretón, chocando su entrepierna con la suya, rozándole con él. Nolan volvió a gemir sin sonido antes de morderse el labio inferior con una sonrisa.

—Así que... para que seas bruto y fuerte como un toro solo hay que ponerte muy cachondo —le susurró moviendo sus caderas con la misma oscilación con la que había bailado dos minutos antes. En esa ocasión, notando ese movimiento que le presionaba en la zona justa y que casi parecía masturbarle sin quitarle la ropa, fue Lucas quien abrió la boca para dejar escapar un sonido ronco y profundo que parecía vibrar en su pecho—. Está bien saberlo. Espero que el tío que venga a romperte las piernas esté muy bueno y que te lo quieras follar tanto como a mí, así podrías defenderte.

—No voy a querer follar con otra persona como quiero hacerlo contigo —le dijo tranquilamente, a pesar de ese sonido que se repetía, esa voz no parecía la suya. Ni tampoco parecía suya esa mano que, descargando todo el peso en el antebrazo de la zurda, liberaba el agarre de su nalga derecha y subía por su pecho hasta acariciar su cuello. Sus ojos de extraño color le miraban fijos, brillantes y alegres— ¿Nos casamos?

Alguien golpeó rítmico y decidido la puerta principal con los nudillos explotando la burbuja que rodeaba el momento.

Nolan sonrió y enarcó una ceja haciendo rodar sus ojos. Esa mano que sujetaba firme el cuello del chico se retiró al instante cayendo en la cuenta de lo que estaba haciendo.

—Sí, claro —respondió con una risotada sarcástica. Lucas no lo decía en serio, pero oyendo los cascabeles de sus risa agria pensó que no sería tan mala idea. El chico golpeó su pecho suspirando—. Tú amigo quiere que le abras la puerta.

Lucas apretó los dientes.

—No quiero. Yo no sé mentir, ¿Cómo voy a mirarle a la cara si me habla de Joel y yo...? Me siento un amigo de mierda, SOY un amigo de mierda.

—Sí sabes mentir, ese conserje se la tragó entera —le dijo susurrando. Su ego se infló un poquito al recordar como no le había temblado ni un ápice la voz al decir esa patraña— Mira. Mejor te traigo un taser y dejamos las clases de Kárate Kid para otro día. Siete mil voltios son mejor que un tortazo. Venga, bájame que te hago la cena.

—¿Cocinas tú hoy?

Saltó hasta el suelo y se colocó la costura del pantalón para que no le estrangulase el monstruo viviente que guardaba en su interior. Sí, a él también le molestaba cada centímetro de tela. Escuchando su pregunta Nolan sonrió y antes de que se sujetase el paquete con ambas manos ya sabía lo que iba a decirle.

—Sí, mira. Aquí tienes la cena, a comer —lo dijo. Lucas se llevó las manos a la cara riendo y maldiciéndose por haber caído en su broma.

—Dios mío, qué imbécil eres —le dijo y su voz sonó ahogada contra las palmas de sus manos— Eres tontísimo.

—Más tonto eres tú por dejármela a huevo. ABRE.

Se dirigió hacia la puerta y vio por el rabillo del ojo como, a pensar de todo, él se metía en la cocina para hacerle algo de cenar.

Diego le esperaba impaciente con una mueca recelosa en la entrada. Lucas le saludó con una inclinación de cabeza que pretendía ser severa y fría, desde que habían discutido por su pasividad respecto al bienestar de Joel apenas habían hablado.

Él había decidido evitar su cercanía por primera vez desde que se conocían justo cuando se acababa de convertir en su vecino del piso de arriba. Saber que se había propuesto ignorarle descaradamente aunque la distancia entre apartamento y apartamento no superase los quince metros le ponía de un humor de perros.

—¿Qué pasa? —le dijo cruzándose de brazos.

Diego se estiró descaradamente para averiguar quién hacía tanto ruido desde la cocina. Nolan buscaba un cuchillo para huntar y estaba abriendo todos los cajones de la cocina para ello. Diego entró en el apartamento y Lucas cerró la puerta en el preciso momento en el que el chico decidía dejar la búsqueda del tesoro y se conformaba con sacar un enorme cuchillo del tocón.

—¿Qué haces tú aquí? —le dijo su amigo, no parecía encontrar necesario fingir cordialidad.

Nolan se giró hacia él con ese gran filo extendido en la mano y sin darle importancia a su tono sacó dos rebanadas de pan de molde de una bolsa y la dejó sobre la tabla de cocina.

El chaval que reía sobre él ya no estaba.

Cuando ese muchacho cariñoso desaparecía era sustituido por un hombre serio que parecía mucho más adulto, de mirada fría y presencia firme. Desde luego, desde que Nolan había dejado de drogarse esa firmeza se había acentuado haciéndose tan notable que, incluso a él, le inspiraba algo de respeto. Toda esa rabia que rezumaba en cada poro cuando le conoció se había transformado progresivamente en una dureza que parecía envolverle como un halo, esa amarga armadura de peligrosa seguridad era capaz de provocar escalofríos.

Él no podía tenerle miedo. Le confiaría la vida a ese joven, pero entendía que los demás sí se lo tuvieran; y por eso comprendió que Diego retrocediera un imperceptible paso.

—¿Qué pasa, Diegito, no te alegras de verme?

Lucas contuvo la línea de sus labios que ascendía en su rostro por el tono desvergonzadamente despectivo con el que había dicho "Diegito".

Esos dos gallos peleando por ser el dueño del corral no podían ser amigos. Y menos...

Lucas miró a Nolan frunciendo la linea entre sus cejas. Nolan era muy protector con la gente que le importaba, y Diego había hecho llorar a Joel empujándole a la crueldad de la calle. Vio en sus ojos la misma fría amabilidad que había usado con Esteban cuando sintió que este le ofendía a él.

Mientras Nolan se apoyaba sin soltar el cuchillo en la barra americana que le separaba de Diego, observándole imperturbable, Lucas se preguntó si en la caótica conexión que mantenían había cabida para los celos. Se preguntó, en definitiva, si reaccionaba así porque sentía que era tan ex de Joel como Esteban lo era suyo.

—No sé, yo creía que te habrías matado ya metiéndote algún pico, ¿Ya no queda droga en la ciudad?

La voz dañina de Diego, eso sí lo sabía, venía condicionada por su amistad. Diego siempre había intentado protegerle de todo mal, incluso en el instituto.

—En eso andamos, poquito a poco —Le dijo Nolan extendiendo los brazos casi en una reverencia—. Despacio pero seguro, eso me dijo mi madre antes de palmarla.

—Ya no se droga, lo está dejando —dijo Lucas intentando mediar entre esos cabezotas.

—¿Entonces ya no estás loco, o qué? Te vas y cuando te da la gana vuelves, sin más. Como si esto fuese un hotel.

Las aletas de su nariz temblaron un poco intentando contener el aire de sus pulmones y Diego vio en su rostro la profundidad de su demencia. No estaba fingiendo, él lo sabía. No estaba exagerando. Apretó el cuchillo y se señaló con la punta del filo su propia sien.

—Oh, no. Créeme, sigo como una puñetera cabra —le dijo dándose toquecitos con el cuchillo y le sonrió amablemente casi pidiéndole perdón por ello.

Diego retrocedió sobrecogido, o tal vez asustado. Lucas decidió intervenir esa pelea de egos de machitos estúpidos.

Porque si ellos eran gallos entonces eso en qué le convertía a él, ¿En gallina?

Pudiera ser, porque en ese momento sacó un par de huevos para plantarse frente a los dos diciendo:

—Dejad de comportaros como unos gilipollas o os vais fuera de mi casa. Los dos ¡Y a montar escenitas a tomar por culo a la puta calle! —Su voz firme sonó clara y sin atisbo de vacilación, no la sentía.

Nolan le miró encogiéndose de hombros y volvió a la labor de untar mantequilla en el pan con su enorme cuchillo. Cuando le hablaba con voz imperativa Nolan siempre obedecía sin rechistar.

Diego parecía realmente contrariado por toda aquella situación, le miraba sorprendido. Por su rostro estupefacto parecía que ni en mil vidas hubiese imaginado verle hablar con tanto garbo, y mucho menos ver a Nolan agachar la cabeza mansamente frente a él.

Deseó agarrarle y decirle que se tranquilizara, que bueno... que las cosas se estaban saliendo de tiesto pero que no era tan malo. Que se sentía realmente bien y eso era lo único que le importaba, que él no era tan normal como pensaba, ¿Quién iba a pensarlo?

Quiso agarrar a Diego de los hombros y decirle que siempre había pensado de una forma horrible de sí mismo, y con él todos los demás, pero que nada de eso era cierto.

Él no era un inútil pusilánime como le decía su familia.

Él no era un imbécil fofo como le decía Esteban.

Él no era un aburrido donnadie como le decía el espejo.

Y, por descontado, quiso decirle a Diego que él ya no necesitaba su protección.

Solo deseaba su amistad, pasase lo que pasase y se metiera en el terrible lío que fuera.

La palma de su manaza se cerró entorno a la suya al instante, en cuanto se la tocó.

Apretó su mano y atrajo un poco a Diego hacia sí. Nolan levantó la mirada de los sándwiches por ese gesto de cercanía contrayendo su boca en una media sonrisa antes de bajar la mirada de nuevo hacia su labor.

—Diego, quédate a cenar —le rogó Lucas. Su amigo, que entendía poco o nada, frunció el ceño negando escuetamente, sin adornar su negativa con formalismos.

—Sí, Diego, quédate a cenar —apostilló Nolan burlon—. Prometo no echarte lejía en el sándwich.

Hasta Diego sonrió por el comentario, deshaciendo un poco de la tensión en el ambiente que amenazaba con aplastarles con su peso. Lucas le apretó la mano con fuerza y tiró de él hasta darle un abrazo. Se dieron unas palmadas efusivas en la espalda antes de separarse y Diego le sujetó del hombro para zarandearle un poco.

—No me gusta estar enfadado contigo, cabroncete. Yo veía a disculparme por ser retrasado antes de que Mister simpatía me tocase los cojones.

Nolan abrió la boca fingiendo ofenderse.

—Dieguito, con lo que yo te quiero...

Diego rompió a reír, porque no podría haber hecho otra cosa. Le dijo a Lucas que, pese a todo, se alegraba de ver que ya estuviera más contento, le dijo que le veía cambiado, y se marchó a su piso de mucho mejor humor del que tenía cuando entró.

Lucas se acercó a la barra americana y apoyando su mentón en la mano miró a Nolan que fingía no saber que le observaba.

—¿Soy o no soy el peor amigo del puto universo?

Nolan se encogió de hombros.

—Echó a Joel sin importarle donde acababa. No te rayes tanto por Diego, no se lo merece. Tampoco se le ve muy preocupado

—Pero lo está, aunque no lo parezca. Es mi mejor amigo desde niño, le conozco. Se hace el duro —Nolan gruñó por lo bajo como reacción, cerró la sandwichera bruscamente—¿Por qué te pones tan tonto con Diego?

Nolan le miró, parecía que iba a entreabrir los labios para contestar pero luego bajó la mirada callando.

—¿No tendrá nada que ver con que antes él se follaba a Joel y ahora te lo follas tú? O follabas, yo qué sé lo que haces cuando duermes con él.

—Ya te dije que ya no lo hago con él.

—Te creo, te quiero creer.

—Cuando duermo con él fumamos hierba y acabamos tumbados hablando de ti porque los dos somos unos raros que te idolatramos y que moriríamos por protegerte.

—Estáis fatal, ¿Podéis dejar de idealizarme, lunáticos de los cojones?

—Se siente. Joel dice que eres un santo que Dios ha puesto en nuestro camino para curarnos la cabeza.

—Buff, demasiada responsabilidad, eso es mucho trabajo.

—Además, aunque lo hiciera no sería nada personal. Todo el mundo se folla a Joel si Joel quiere. Es una de sus muchas virtudes.

—Menos yo.

Nolan se giró hacia él ceñudo.

—¿Te gustaría?

—¿Te molestaría?

Lucas le sostuvo la mirada desafiante sin ningún esfuerzo, cosa que poca gente podía hacer.

Tras un segundo de tensión que casi parecía un año Nolan se apartó de él volviendo a su labor culinaria. Cediendo.

—Joder, Lucas. Te crees que esto es por Joel y no es así. Es por ti. Diego no me quiere en tu vida, desde el primer día me trata como si fuese un... un...— suspiró y se encogió de hombros dándose por vencido— Que lo soy. Sé que él tiene razón, soy una puta rata, pero no hace falta que me recuerde a cada minuto que soy escoria y que no merezco tenerte a mi lado, ¿No?

—No eres una rata, ni escoria.

—Y Joel no es de fiar. Escúchame, Lucas. Joel es peligroso ¿Vale? No tiene freno en ningún sentido, es parte de su encanto. Puedes hacer lo que quieras... De verdad que no es por celos, pero si vas a hacer algo con él ten mucho cuidado porque le da igual hacer daño, o que a él le hagan daño, le da igual manipular, le da igual todo. Joel no siente nada —Su mirada seria le atravesó por completo—. Se muere por follar contigo.

Lucas sonrió ampliamente.

—Ah, ¿Sí? ¿Conmigo? Vaya, vaya —dijo Lucas entonando un canturreo de fingida sorpresa. Nolan negó chasqueando la lengua quitándole importancia— No, no. Joel quiere follar conmigo, déjame decirlo en alto. Tu pajarito quiere follar conmigo.

—Que no se te suba a la cabeza.

—¿Te digo a dónde se me va a subir? —Rio viendo la rigidez de su rostro escuchándole decir eso, y solo por maldad añadió—: Pista, ahí también tengo cabeza.

Nolan abrió la boca escandalizado golpeando exageradamente la encimera fingiendo estar ofendido con el mismo ímpetu que una coplera.

—O sea —dijo llevándose las manos a la frente mientras Lucas reía—, dejo de hacer la calle. Decido que no me va a tocar ni Dios, que no voy a follar ni con él ni con nadie, porque estoy cansado de follar... Porque lo único que me apetece hacer en esta vida es hacer el amor contigo, psicólogo de mierda —Lucas dejó de reír y se atragantó porque al escuchar eso había aguantado la respiración y tragado al mismo tiempo— ¡Y tengo que aguantar bromitas! ¡No te estoy haciendo un sándwich para aguantar estas tonterías! Te tendría que haber echado lejía a ti y no a Diego.

—Me gusta molestarte, te pones muy gracioso cuando te pones celoso. Pero sabes que ese crío solo quiere hacer algo conmigo por el peligro de que tú le rompas la columna. O puede que sea porque te idolatra más que a Dios y así seguiría teniendo una conexión contigo. Sea como sea, yo le doy igual.

—Y a mí me da igual el motivo. Te lo advierto. Nunca te fíes de él... o te usará.

—Yo no soy tan fácil de usar y tirar, Sergio.

—No le subestimes.

Lucas frunció el ceño y asintió lentamente.

Sí, ya se había dado cuenta de que Joel no era la persona inocente y vulnerable que él pensaba que era. Cuando le vio por primera vez, aquella noche lejana dando un brinco en la puerta de un bar sobresaltándose por la voz de Diego a su espalda, no pensó que Joel podía ser un depredador, un ser carroñero que se ocuparía de cumplir la voluntad de Nolan manejando a todos a su alrededor. Diego se lo había avisado "Ese niño tiene algo raro", pero Lucas no le creyó dejándose engañar por esos ojitos de cachorro perdido.

Esa mezcla de psicopatía y muchacho cohibido era algo que a Lucas le desconcertaba por completo; pero no, no estaba dispuesto a dejarse usar.

—Y tú le usas a él —Su voz sonaba dura.

—El pez grande se come al chico, Lucas. Aquí y en la china.

"¿Cuándo hemos decidido que yo soy el pez que está al final de la cadena alimenticia?".

Nolan se encogió de hombros y sacó sendos sandwiches del aparato y los colocó en un plato.

—Él siempre dice que soy tu novio. Bueno, todos dicen que soy tu novio —dejó caer para ver su reacción.

Nolan pestañeó tres veces con el cuerpo tenso y apartó la atención hacia el suelo, hacia cualquier parte en realidad. Se estaba sonrojando, sí. Lucas sonrió y se acercó a él lentamente para tomarle de la mano. Buscó con su mirada la suya.

—¿Y tú que... que le dices? —le preguntó Nolan en un hilo de voz, tan tímido como un cervatillo asustadizo. Le acarició la mano, el chico estaba temblando— ¿Lo eres?

Levantó su mirada de todos los colores para infundirle calor a su pecho. Parecía suplicante.

—Les digo que no le hemos puesto etiquetas a esto porque es súper complicado. Quiero decir... Ponerle un nombre no cambiaría nada, ¿No?

El rostro de Nolan mostró una pequeña muestra de decepción antes de sobreponerse, rápido como el mejor de los actores, y asentir como si él también se conformase solo con eso.

—Sí... Claro. No es... No es el momento...

Lucas, alentado por ese pequeño gesto de dolor, decidió seguir hablando:

—Pero la verdad es que me quieres y yo te quiero, y que yo te he pedido matrimonio hace un ratito y aunque creas que es broma me casaría contigo. Igual no ahora, pero sí más adelante. Tú y yo contra la ley. Así, a lo loco, en plan Bonnie and Clyde —él sonrió—. Estaría contigo hasta que seas un viejo insoportable y gruñón contando batallitas a todos.

—¿Así seré yo? ¿gruñón? —dijo él acercándose con una ceja curvada.

—Sí, buff, casi puedo verlo —Lucas fingió la voz de un anciano malhumorado— "Niño, no sabes nada de la vida ¡Yo viví una guerra!".

El chico frente a él profirió una sonora carcajada.

—Puede que sí, puede.

—Así de fuerte te quiero. Imagina aguantar eso, madre mía. Menudo suplicio... Así que...que, como poco, aceptaría ser oficialmente tu novio de momento.

Su voz, tiempo atrás, hubiese sonado mucho más apocada de lo que sonó en ese momento. Seguramente ni siquiera se hubiese atrevido a decir aquello pensando que iba a ser rechazado. Miró a Nolan a la cara seguro de sí mismo y le sonrió. Lo que decía era cierto, se hubiese abierto las costillas para sacarse el corazón y entregárselo como trofeo. Joder, se sentía firme como una roca. En ese instante Lucas era de mármol, de cemento.

Y ese niño de la guerra se mordió el labio intentando controlar una sonrisa.

Notas finales:

Hola, ¿Os ha gustado?

Espero que sí, de verdad que me alegraría mucho recibir vuestra opinión. 

Un abrazo. 


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