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If It Hadn't Been For Love por Lady_Calabria

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Notas del capitulo:

¡Hola! Espero que os guste!

Lucas le tendió a Juan una cerveza de las que llevaban enfriándose en su refrigerador desde por la mañana, juzgó que estaban a buena temperatura y se reunió con su amigo después de tomar también una.

—¿Entonces ahora vive contigo? —preguntó su amigo, delgaducho y desgarbado, se sentó casi tumbado en su sofá juzgándole con esos ojitos impresionables. El levantamiento de hombros de Lucas, elevando las palmas de sus manos indicaba bien lo muchísimo que se le escapaba esas respuestas.

Pasito a pasito, se decía a sí mismo a menudo, habían tardado meses en aceptar que eran novios; todavía les quedaba otro tanto para aceptar que ya estaban viviendo juntos.

—Nolan no vive en ningún sitio, él va y viene... y luego duerme en lugares —Abrió la lata y sonrió antes de sorber un poco—. Últimamente ese lugar es mi cama.

Juan rodó los ojos.

—Claro, también se sentará normalmente aquí y allá pero últimamente lo hará en tu polla.

Lucas estalló en una carcajada negando frente a su amigo.

—Juanito, eres un bruto —Se mordió el labio, antes de decirle entornando los ojos—: A veces soy yo el que se sienta en la suya. Depende del día.

Juan se atragantó con su bebida y se le quedó mirando tan sorprendido que Lucas volvió a reír.

—¿Tú te estás viendo, Lucas? ¿Recuerdas cuando tartamudeabas? ¿Te está pasando drogas de las que él se mete? Pareces... otro tío. No, en realidad... Pareces tú. El tú de verdad. Vuelves a ser como antes, antes de irte a vivir con Esteban. No sé, pareces...

—¿Feliz?

—Pues... sí. En realidad sí —Vio a Juan asentir pensativo antes de sonreír ilusionado—. Sí que pareces más feliz. Pero oye, todo esto me sigue pareciendo una putada para mí.

Se le arrugó el rostro por la extrañeza al instante.

—¿Para ti, Juanito?

—Sí, lo que me faltaba ahora es que folles tú mas que yo, no te ofendas —soltó bajando los hombros hundido por el pesimismo—. Antes me quedaba ese consuelo y mira, ya ni eso. Me parece muy fuerte. HASTA LUCAS LE DA MÁS QUE YO. Pero, eh. No te ofendas.

—¿Pero cómo no me voy a ofender? —replicó Lucas frunciendo el ceño alucinando. Chasqueó la lengua inclinándose para apartar la lata de él unos centímetros deslizándolo por la mesa— Anda, suelta mi cerveza y vete de mi casa.

—¿Qué?

—Es broma, Juan. Puedes llevártela y beberte la cerveza en la maldita calle.

Juan se carcajeó negando como si le pareciera una locura, pero viendo lo contento que estaba solo se quedó sonriendo compartiendo su alegría.

—Pues vaya novio te has buscado, Lucas. En la vida pensé que te liarías con alguien así. Te lo juro.

—Pues mira, así son las cosas. Me gusta y me lo quedo. Igual te sorprende p...

—¿Porque es un chapero delincuente?

Lucas, ignorando la interrupción, siguió la frase decidido a acabarla:

—Pero con él estoy muy bien.

Juan se encogió, no parecía creérselo.

—Yo siempre te hice con Fede, el amigo de mi hermano.

—¿Fede? Pues ni me acuerdo... Así que fíjate lo buen casamentero que eres.

—No sé, te lo presentó en mi cumpleaños pero al final se fue porque pasabas de él. Bueno, tampoco le gustaste mucho. Me comentó que le pareciste un poquito gordo.

—¡Ah, pues genial! ¡Qué gran historia de amor! Normal que me veas haciendo pareja con él, si estamos hechos el uno para el otro. Vaya cupido mediocre estás hecho.

Él negó con carita de pena.

—Las historias de amor no existen, Lucas, se lo inventó todo Shakespeare mientras abandonaba a su mujer. Igual que se inventaron esa leyenda urbana del contrato fijo con un sueldo digno.

Lucas suspiró.

—¿En paro de nuevo? —Le vio asintiendo lentamente— ¿No habías encontrado trabajo en una agencia de seguridad?

—Era una sustitución. Me hicieron hacer un curso de guarda para sacarme un huevo de títulos y permisos oficiales, ¿Y para qué? Un mes y medio duré antes de que me largasen.

Apesadumbrado por la mala suerte de su amigo se sintió en la obligación de decirle en un suspiro:

—Mi madre está igual, eh. La pastelería donde trabaja está a poco de cerrar y a su edad a ver qué encuentra...

La puerta se abrió bruscamente interrumpiendo su charla.

—¿Es ese? ¿O llamo a la policía? —Oyó que decía Juan mirando detenidamente a Nolan, que entraba con cara de pocos amigos al apartamento con la misma fuerza que un tornado, dejando las llaves sobre la encimera de la cocina con un manotazo. Nolan llevaba un cabreo de mil demonios y la cara salpicada de sangre que, evidentemente, no era suya.

—El mismo e inigualable —Asintió Lucas riendo por tan tremenda entrada triunfal— Eh, tú. American Psycho, ¿Qué te ha pasado? Tienes sangre en la cara.

Lucas entró en la cocina. Tomó un trapo para mojarlo y limpiarle la mejilla.

—Mierda, creía que me había limpiado bien —susurró ceñudo y gruñón. Al levantar la mirada hacia el interior del salón se topó con Juan— ¡hey! Hola.

—Este es mi amigo Juan, el hermano de Germán —Le presentó Lucas rápidamente.

—Y Germán es... —Intentó hacer memoria. Le había preguntado mucho sobre sus amigos, parecía importante para él— el que te acompañó a buscarme a esa discoteca.

—Exacto.

Juan no sabía muy bien como saludarle, cohibido frente a su prestancia, que como siempre, llenaba con su presencia la estancia; así que levantó la mano musitando un tímido "Hola". Nolan rio enarcando una ceja.

—Tranquilo, tío, no muerdo —dijo burlonamente, tras eso intentó ponerse tieso para parecer mucho más seguro de lo que estaba.

—¿Todavía no ha... llamado... ÉL? —le preguntó Lucas acercándose con el trapo en la mano.

Nolan negó.

—No. Pero lo hará. Ahora sé que lo hará. Tiene que presionar a Nacho para que ceda, tardará unos días pero... Ahora sé que estamos por buen camino. Lo noto en las tripas.

Lucas le pasó el trapo por la mejilla para quitar los restos de sangre seca que adornaban su mejilla.

—¿Qué ha pasado? —preguntó apartando el paño húmedo. Nolan miró por el rabillo del ojo a Juan, que parecía pasmado de nuevo— Puedes hablar delante de él, es un bobo pero es de fiar.

—Bueno. Nacho me llamó, y me dijo que fuese a recoger lo recaudado de una pelea clandestina. Yo en realidad tengo ganas de agarrarle del cuello y hacerle CRACK pero... Ya sabes, hay que disimular —Lucas le sujetó los puños, sus nudillos estaban hinchados y la piel alrededor de ellos se había rasgado—. No es nada... Solo trabajo ¿Qué tal tu día?

Lucas no tenía historias tan interesantes que contar.

—Bien, nada interesante —comentó Lucas— Mi hermano se ha ido de la consulta porque mi sobrina estaba enferma.

—¿Pero está bien?

—Sí, solo tenía vómitos. Esas cosas que le pasan a los bebés cada dos por tres.

—¿Pero le han llevado al médico y todo eso?

—Sí, claro. Aunque sepan que no es nada están siempre en urgencias igualmente.
La cosa es que como hemos cancelado sus citas he salido antes y he pasado por el supermercado.

Nolan sonrió ilusionado mientras se raspaba sangre ajena de entre los dedos.

—¿El que te gusta o el otro? —Lucas rio viendo el haz de picardía brillando en sus ojos.

—El que me gusta —respondió. Juan les miraba sin entender por qué reían y por qué Lucas se tapaba la cara enrojeciendo.

Su broma privada venía porque en el supermercado donde solía hacer la compra trabajaba un hombre guapo, alto y moreno que siempre había atraído a Lucas. Jamás le había hablado porque se limitaba a echarle una ojeada cuando le veía reponiendo stock, también porque cuando le cobraba en la caja solo podía musitar un nervioso "Hola" y un escueto "Gracias"; Y eso a Nolan le hacía mucha gracia.

Su peor idea fue contárselo una noche y dejar que le acompañase al día siguiente a comprar cualquier tontería para poder enseñárselo, habían metido en la cesta un bote de mermelada cualquiera para disimular espiando entre los estantes comentando entre risitas cómplices. 
Nolan se había burlado de lo lindo viendo como cuando el morenazo decía "Son cuatro euros" él le tendía el billete de cinco bien tímido y tenso.
Le había dado material de sobra para hacerle burlas durante dos años.

—Entonces tu mañana ha sido mejor que la mía, con esas vistas —le dijo Nolan frotándose los ojos con cansancio— ¿Te lo has pasado bien?

—Cuando me ha cobrado se me ha caído el billete al suelo —Con eso ya lo decía todo. Juan les observaba desde lejos y sonrió—. Bueno, bueno, pero aparte de eso... también he comprado cerveza como para dejar K.O a una legión de luganskeños pseudo-rusos como tú. Puedes invitar al ejercito rojo.

—Buff, gracias. Aunque yo más que cerveza lo que necesito es un Xanax. Pero mira Lucas, ya no estoy tan mal, y tengo un poco de hambre, eso es bueno ¿no? Yo me sigo muriendo por un gramo pero... ¿Si tengo hambre es porque se me está pasando el mono? Nunca había intentado estar limpio, no sé cómo va esto —Su voz áspera parecía agotada. Nolan le enseñó las manos temblorosas por el síndrome de abstinencia, que ya empezaba a remitir. Lucas jamás se había sentido tan feliz de ver a alguien sufrir.

—Esto es genial —Asintió tan contento que si no fuese porque Juan estaba allí le hubiese achuchado entre sus brazos— Estoy muy orgulloso de ti, ¿Qué quieres comer? Te hago lo que sea.

—¿Lo que sea? —Había más pecado en sus palabras que en un ritual satánico.

—¡WOW! —exclamó Juan poniéndose en pie de golpe alarmado riendo nervioso—Mejor me voy y os dejo solitos. Porque...

—Juan, tranquilo, que lo dice de broma —le dijo Lucas riendo elevando una mano para calmarle.

Nolan miró a su amigo tranquilamente y negó antes de sonreír cual niño inocente.

—No lo digo de broma, me lo quiero follar —le soltó. Juan se descompuso por completo.

—¡WOW! ¡WOW! —Se tapó los oídos exageradamente. Nolan se carcajeó por su reacción— ¡NO ME HACE FALTA SABER ESAS COSAS DE LUCAS, GRACIAS!

—Venga, deja de torturar a mi amigo y ven a beberte algo con nosotros —Nolan asintió.

—Voy a ducharme antes, ¿Vale? No tardo —le dijo y le pellizcó la tripa cariñosamente antes de ir hacia el cuarto de baño.

Enrojeció un poco porque supo al instante que Juanito había visto bien ese gesto y sonreía por ello.

—Ahora lo entiendo —cuchicheó bajito para no ser escuchado.

—¿El qué? —Lucas se colocó bien el jersey más por timidez que por estar mal puesto. Sentía un cosquilleo caliente allá donde Nolan le había tocado.

—Pues eso que decías de que con él estás bien.

—¿Sí?

—Se nota cuando estáis juntos. Pareces... No solo felíz, Lucas, pareces libre. Antes nunca te brillaban los ojos así, y a Esteban nunca le podías hacer bromas, y menos sobre chicos que te parecían guapos porque se ponía hecho una furia...

—A Nolan puedo hablarle de cualquier cosa. Su ego es de acero.

—Y cuando él llegaba a casa nunca te decía "¿Qué tal tu día?" de eso me acuerdo, sus cosas del trabajo nunca eran "Solo trabajo", su mierda siempre era importantísima —Señaló hacia el baño extendiendo el brazo— ¡Por dios, parece que acaba de salir de una peli de Tarantino y lo que a él le parece súper interesante es que tu sobrina está mala y que has ido a comprar!

—¿Entiendes ahora por qué me da igual que tenga sangre en la cara?

—Sí... Creo que un poco sí lo entiendo.

—Sentirme tan bien como me siento es lo único que me importa, Juan —le dijo sinceramente— Y haré cualquier cosa para seguir sintiéndome así. Lo que sea. Aunque suene egoísta.

Tras esa charla Juan insistió en irse de todas formas para dejarles intimidad en su burbuja de amor que le daba alergia, urticaria y un poquito de envidia.

Acompañó a Juan hasta la puerta para despedirse de él antes de sentarse en su sofá oyendo el rumor de la ducha.

Lucas había tenido una idea mientras hablaba con él, había estado dándole vueltas desde hacía rato, desde que había dicho "permisos oficiales".

Posicionó su ordenador portátil en su regazo y buscó la web de la sede electrónica del catastro del Gobierno Español mientras Tacheté decidía que era buen momento para restregar su cabeza contra su pierna buscando atención.

Entre los datos de libre acceso del registro catastral (los que no dejaban huella electrónica ni precisan de requisitos) se encontraba el mapa cartográfico de la ciudad con los datos de cada edificio registrado en ella, junto a un plano de la estructura arquitectónica del inmueble.

Introdujo la calle y el número que le interesaba dispuesto a sacar la información que pudiera sobre el edificio de Crandford.

Infló sus pulmones de aire antes de sacarlo en un suspiro mirando la pantalla. Confirmó sus sospechas.

Aunque tras él hubiese varios edificios, o más bien su estructura, ninguno de ellos estaba registrado. Seguramente tras la crisis económica de 2008 dejaron a medias su construcción. 
Dejando a un lado las obras inacabadas a su alrededor solo tenían solares vacíos dejando al edificio abandonado de Crandford como único superviviente, también como único testigo.

Si algo salía mal no habría nadie en un radio de varios kilómetros que pudiera oír sus gritos.

*****************************************************

Dos horas después Lucas miraba curioso los objetos que decoraban el pequeño apartamento de Sol.

Le gustaba ese piso, siempre olía a limón, hierbabuena y marihuana.

Cuando entraron, Sol estaba contando pastillas de colores para venderlas clandestinamente a espaldas de Nacho. Nolan se tensó y le ordenó "Guarda eso ya y quítalo de mi vista".

Obedeció al instante.

Que Nolan se había convertido progresivamente en el líder de ese escuadrón justiciero improvisado no era un secreto, él mismo se lo había dicho "El pez grande se come al chico". Pero le sorprendió ver la diligencia con la que Sol se apresuraba a cumplir su orden.

—Lucas, corazón —Le llamó Sol con voz melosa retorciendo un trapo entre sus manos. Se acercó a la cocina para hablar con él— Tú no me podrías recetar unas pastillitas de esas para dormir, ¿Verdad?

Lucas negó, y como los ojos de Sol seguían pareciendo suplicantes le dijo negando con más fuerza:

—Yo no puedo dispensar medicinas.

—Vale, sí. No pasa nada, rey —Se acercó para cuchichear con él y que Nolan, no le escuchara. Sol todavía no había entendido que Nolan siempre escuchaba, aunque pareciera no hacerlo— ¿Entonces... Él y tú..? ¿Es oficial?

—Más oficial que el boletín del estado —respondió sin atisbo de duda.

El chico llevaba un buen rato mirando algo en su móvil sentado en una fea butaca que Sol había rescatado de un mercadillo. Aunque no retiró los ojos de la pantalla le vio sonreír por sus palabras. Divertido por ser escuchado le dijo a Sol:

—Estoy enamorado hasta las trancas, Sol. Hasta lo más hondo. Le quiero tanto, tanto que cuando lo cuento me siento absurdo porque con palabras no lo sé explicar —Sol pestañeó escuchando esa frase y luego dio unas palmadas gritando muy agudo.

—¡Se lo dije! ¡Mis amarres siempre funcionan y cuando le llamaste te hice uno! —Exclamaba dando palmas muy emocionado. Nolan, en ese momento de jaleo, sí les miraba— No hace falta que me deis las gracias. Me basta con que le pongáis mi nombre al primer niño que adoptéis.

—No pienso llamar Juan Antonio a mi hijo —respondió al instante Nolan entrecerrando los ojos.

—Bah, mejor Juan Antonio que algún nombre ruso que no se pueda pronunciar.

Lucas rio por lo bajo viendo como Nolan negaba chasqueando la lengua con disgusto y volvía a su labor.

Lucas se acercó al hombre serio y sombrío que era Nolan cuando no estaba en su apartamento, donde era solo Sergio; un chico cariñoso escondiéndose de sus problemas.

Se sentó a su lado en el brazo de la butaca. Se apoyó en su hombro y le dijo:

—¿Qué haces?

—Miro los exteriores del edificio de Crandford. Dios bendiga Google Maps Street.

—¿Por qué?

—El saber es poder —Le dijo. Lo decía a menudo—. Tú me diste la idea cuando miraste el mapa del catastro. Nunca viene mal conocer el terreno para tener un plan B. Mira —Su voz empezó a apagarse para convertirse en un murmullo errático—, el edificio es una torre prácticamente en ruinas en medio de ninguna parte. Ese cabrón se ha asegurado bien de que esté aislado, y por eso debe ser difícil de relacionar con el edificio. Que yo recuerde solo hay una cámara en el vestíbulo. Allí siempre espera un hombre vestido de negro que sube contigo hasta la quinta planta... desde el ascensor hasta la habitación de las cadenas colgando no hay cámaras, no hay ninguna. Sí hay cámaras fuera, de tráfico, en la entrada de esta calle...

Lucas se quedó mirándole mientras el engranaje de su mente maquinaba recogiendo todos los datos que esa precaria conexión a internet pudiera darle. Cuando Nolan enlazaba ideas comenzaba a morderse las uñas farfullando más para sí mismo que para los demás.

—Debería comprar unos teléfonos antiguos desechables, por si acaso —concluyó finalmente.

—¿Para?

—Porque no se pueden triangular, porque no se conectan a internet ni tienen bluethooth, son irrastreables y se pueden recargar con tarjetas prepago. Si algo sale mal es mejor no dejar pistas. Así podré comunicarme contigo sin relacionarte.

Viéndole tomar en cuenta esos detalles la pequeña esperanza de que no acabase en la cárcel le hizo sentir optimista. Podía salir bien, quizá... quizá saliera bien. Y Nolan también debía pensar en eso porque se giró hacia él encogiéndose un poco para golpear con su mejilla su frente antes de volver a su posición inicial y preguntarle:

—¿Y si no acabo enchironado dónde vamos de Luna de miel?

—¿A Lugansk?

Nolan rio sonoramente.

Sol se giró hacia ellos brusco, sorprendido, y haciendo un exagerado gesto palmeó el aire.

—¿Nos vamos de bodorrio? ¡De boda!

Ellos negaron riendo y Sol les insultó por ilusionarle para nada.

—Ya quería ponerme mi pamela, estúpida.

—Te ilusionas tú muy rápido ¡Solo era una broma! Cásate tú, Sol, no te jode. 

—Bah, a mí no me aguanta nadie.

—No me explico la razón, no puedo imaginarlo —murmuró Nolan con tanto sarcasmo que hasta Sol sonrió mientras les dejaba negando con la cabeza, exclamando que en realidad él se estaba reservando soltero para cuando se cruzase en la calle con Tom Hardy.

Para dejarles intimidad en su propia casa, como si su hogar fuese una comuna hippy que había ofrecido al bien común, comenzó a ordenar las tazas del desayuno sin que hiciera falta. Aunque en realidad pudiera escucharles perfectamente porque su apartamento no alcanzaba ni seis metros de ancho.

La puerta principal se abrió en ese momento dejando paso a un Joel que entraba con rostro ceniciento. Lucas no se movió, se quedó con la cabeza apoyada en el hombro de Nolan; y por eso notó que el cuerpo de su novio se tensaba repentinamente.

Joel se quedó mirando la romántica escena desde la puerta y luego le miró a él. En su rostro no parecía existir ninguna emoción antes de sonreír dándoles su bendición. Esa sonrisa agradecida por las vistas que se le ofrecía relajó a Nolan bastante, que destensó la postura de nuevo.

—Hola pajarito, ¿Qué tal con Adrián? —le dijo. Nolan siempre le llamaba "pajarito", Lucas no sabía por qué, tampoco quería preguntarlo—. Pareces cansado.

Lo parecía.

—Ese atleta me va a matar —le dijo con una sonrisita, aunque no parecía el verdadero motivo.

Sol se giró hacia él dejando su labor de ordenar cosas ya ordenadas.

—¿Tú sin pilas en la churra? ¡No te creo!

Joel asintió, de verdad parecía más serio de lo normal, incluso estaba pálido.

—Tomad, pareja —respondió él tendiéndole su teléfono móvil—. He hecho fotos de todo lo que me ha dado tiempo mientras Adrián se duchaba. Pásatelas. Hay informes forenses, fotos... Pero...

—¿Qué pasa?

—Creo que no es buena idea que veas las fotos de Sky, Nolan. Yo me he mareado, he vomitado. Se me ha revuelto el estómago y me he puesto a vomitar en medio del pasillo de su casa, he sido patético. Es mejor que tú... no deberías verlo. No podrás olvidarlo.

Lucas se apartó de Nolan para mirar su cara, él parecía dudar pero musitó:

—Da igual...

—No —dijo Lucas, más bien sentenció, arrebatándole el teléfono de las manos antes de que añadiera otro traumático recuerdo a su colección—. Lo haré yo, ¿Vale? Te las paso yo, te envío todo lo demás a tu teléfono... menos las putas fotos del cadáver de tu amigo. No te hace falta ver eso.

Joel observaba como con su tono autoritario Nolan asentía mansamente, cediendo. Seguramente ver que Nolan se sometía a sus deseos hacía que el rubio pensase cosas que le provocaban calor, porque pestañeó suspirando para tranquilizarse y se llevó la mano a su cruz diciendo "Voy a ducharme". Sonaba más a excusa para huir que a una verdadera necesidad. Tenía el cabello húmedo, era evidente que se acababa de duchar.

Nolan miraba a Joel con el ceño contraído, receloso. Casi podía sentir en su aura como estaba preparado para saltar y protegerle de él.

Lucas fijó su mirada en el teléfono pasándole los archivos, también huyendo más de ese incómodo momento que porque necesitase concentrarse tanto.

Nolan tenía la mandíbula apretada, se frotaba nerviosamente la muñeca; Y cómo siempre que Lucas recordaba las líneas rugosas que presidían en su piel sintió que se le contraía el estómago bruscamente.

Quizá no fuese el mejor lugar, pero era la primera vez que se sentía con el valor necesario para afrontar la respuesta.

—Nolan, Sergio... Serí... —llamó bajito, suave cual terciopelo.

—Se dice Serhii —Su voz apenas fue un susurro impaciente. Le miró, por supuesto, sabiendo ya que iba a preguntarle algo sobre su pasado.

Algo debía tener su forma de hablar que siempre le avisaba y el chico se giraba hacia él con esa expresión en el rostro de enfrentarse a un interrogatorio.

— ¿Cuándo... cuándo te hiciste eso? ¿Fue después de lo que le pasó a Viktor?

—Sí, fue después —respondió. Lucas asintió bajando la mirada apenado, quizá por eso el chico añadió—: Pero no fue por lo que piensas. No fue para matarme.

—No lo entiendo.

—Lucas no... No quiero hablar de eso ahora.

—Cuéntamelo, por favor.

—Pero...

—Porfa, cuéntame...

—Vale. Pero luego me dejas tranquilo —Le apuntaba con el dedo y Lucas levantó las manos.

—¡Lo juro por Dios!

—¡Que no blasfeméis! —Oyeron todos que gritaba Joel desde el baño.

—Lo siento —dijo Lucas elevando la voz para que le escuchase.

Pero Sol chasqueó la lengua con un mohín y con los brazos en jarras estiró el cuello para gritar:

—¡Niño, en mi casa se blasfema desde que el mundo es mundo! ¡Así son las cosas! —Joel no replicó nada a eso pero le oyeron gruñir algo entre dientes mientras encendía el grifo de la bañera. Las cañerías del viejo apartamento vibraron.

Nolan había callado intentando escabullirse de dar respuestas, pero Lucas no iba a permitírselo. 

—Venga, dime. Porfa.

—A ver... Los monjes me mandaron a casa de un ruso una semana después de enterrar a Viktor —le comenzó a explicar y su mirada se veló de amargura—. Yo no podía seguir allí. No podía dormir donde estaba pudriéndose él... Hice esto para escapar. Aproveché la oportunidad. Estaba en esa casa pija de un ruso conservador, le pedí ir un momento al baño... y me corté.

—¿Qué?

—Le dije que podía dejarme morir y hacerse cargo de sacar de su casa un cadáver sin que se diera cuenta nadie. Cosa difícil. O... podía llevarme a un hospital y decir que me había encontrado en la calle así. La cosa estaba en elegir entre quedar como un asesino homosexual o un héroe hetero frente a la madre Rusia. Los monjes no irían a buscarme a un hospital ruso, demasiadas preguntas para unos españoles de ucrania. Yo no valía tanto...

—¿Me estás contando que te cortaste las venas para engañar a ese tipo? ¿Fuiste capaz de cortarte las putas venas para trazar un plan? ¿Y si hubiese salido mal?

—Pues me moría, Lucas —lo dijo como si fuese algo evidente. Lucas bufó—Mira, en ese momento me daba igual y... cuando quieres conseguir algo tienes que ser capaz de entregarlo todo a cambio. Me lo jugué a un cincuenta por ciento.

—Estás mal de la cabeza.

—Eso ya lo sabes. Pero oye ¡Salió bien! El ruso me llevó a un hospital. Yo allí avisé a mi hermano que me dio un...

—¡Espera! ¿QUÉ?

Sol se había girado hacia él tan asombrado como Lucas, que se había separado de un vote casi hasta ponerse en pie.

Joel apareció desde el baño con una toalla enrollada en su cintura y su rostro, desde luego, era la definición del desconcierto.

—Disculpa— dijo el rubio dejando escapar una risita entre tanto asombro—, ¿Qué has dicho?

Nolan les miraba de uno en uno sin comprender por qué reaccionaban así.

—¿Qué os pasa? Me llevó a un hospital y...

—No. La parte en la que tienes un hermano —le dijo Joel frunciendo el ceño.

A Lucas le sentó bien no ser el único que estaba flipando.

—Yo... dije que mis padres están muertos, nunca dije que yo no tuviera hermanos. Tengo un hermanastro, compartimos padre.

Sol extendió los brazos exclamando:

—¡Yo pensaba que estabas solo en el mundo como Oliver Twist!

Nolan se encogió de hombros guardando silencio con el ceño tan arrugado que su mirada parecía furiosa.

—Mira, no sé quién es ese tío. No sé por qué debería ser como él.

Lucas se adelantó un paso, si Nolan se sentía acorralado guardaba sus palabras y nunca había necesitado tanto oírle hablar.

—¿Y qué pasó luego? —Intentó ser paciente y suave, le miró a la cara para que solo le mirase a él y así se sintiera menos juzgado por las caras de sus compañeros.

—Yakov vino a buscarme al hospital. Así se llama, Yakov Sobolev. A él le dejaron tener el apellido de nuestro padre —Suspiró y bajó la cabeza— Él me odia. Soy el recordatorio constante de que nuestro padre les abandonó por una tía, la dejó preñada y luego ella se lo cargó. Su madre me dejó pudriéndome en ese orfanato, pero aunque me odie... lo primero es la familia. Cuando le llamé me ayudó. Estuve con él un tiempo, pero no podía quedarme allí porque yo solo quería estar tranquilo, y ellos están metidos en movidas muy...

—¿Tu forma de vida es estar tranquilo? —Interrumpió Sol.

La mirada de su novio podría haber convertido el aire en escarcha.

—Mi hermano mata a gente por dinero, yo solo me los follaba... ¡Hay una gran diferencia! —Le espetó Nolan a la defensiva—. Al menos al principio. Luego conocí a Nacho y...

Sol suspiró y negó con la cabeza. Joel se sujetaba con fuerza la toalla y tragó saliva.

—Entonces es cierto lo que dicen de ti...

—¿El qué?

—Los chicos dicen que eres pariente del líder de una organización criminal o algo así.

—Eso es porque son unos imbéciles. Oyen a uno hablar por teléfono en eslavo y ya por cojones se creen que tengo que tener un primo mafioso, o algo parecido. Mi hermano no es mafioso, es soldado.

—Soldado.

—Sí, es cabo en el ejército —La forma abrupta de responder le dijo a Lucas que se le estaba acabando la paciencia.

Pero conociendo el estado bélico de su tierra natal se atrevió a preguntar:

—¿Cuál ejército? ¿El de ucrania, el ruso o el de los rebeldes de Lugansk?

—Al principio en las fuerzas terrestres rusas. Luego... fue por su cuenta. Pero de mafioso, nada.

—"Por su cuenta" Parece una forma bonita de decir que son mercenarios.

—¡Bueno! Tienen sus asuntos sucios, ¿vale? Se vendían al ejército que les pagase más. Pero vaya, aciertan por casualidad...¿Por qué me miráis así? Yo soy un mierda y mi familia también ¿Ok? No es para tanto.

—¿No hay nada en tu vida que sea normal? —Soltó Sol. Nolan abrió la boca para contestar pero la frase le había dolido demasiado para poder hablar. Lucas lo sabía, que el nudo de su garganta le estaba quitando la voz.

Lo vio apretar los dientes y antes de que se pusiera en pie violentamente ya sabía que iba a salir huyendo de allí para no afrontar más comentarios que le hicieran sentir dolor.

—¡Que me dejéis en paz! ¡Siempre intentando remover mi pasado, joder, siempre! ¡Que me dejéis olvidar en paz! ¡A la mierda, me voy!—les gritó perdiendo la paciencia. Lucas intentó sujetarle de la mano cuando se dirigía hacia la puerta en tres zancadas pero se deshizo de su mano de un tirón— Que no, Lucas. Déjame.

El sonido del portazo retumbó en esa pequeña estancia. Lucas se quedó plantado en medio del apartamento sin saber si debía seguirle o si era mejor darle su espacio.

—Mira Lucas, si al final hay bodorrio sabes que tu cuñado es un sicario y tu suegra una loca homicida. Verás que fiesta —bromeó Sol.

Quiso decirle "A mi suegra la mató las instituciones penitenciarias" antes de que saliera a fumar a su balcón tranquilamente, pero no lo hizo. A Sol no le importaba realmente el bienestar de Nolan, tampoco debería importarle su pasado.

Pero a Joel sí. Se acercó a él y tocando suavemente su brazo para llamar su atención le dijo:

—Ve con él. Te necesita.

—Ha dicho que le deje...

—Sí, y también ha dicho que se iba, pero estoy seguro de que está en el portal lloriqueando compadeciéndose de sí mismo. Ve con él.

Lucas asintió y salió del apartamento. Joel tenía razón, se encontró a Nolan sentado en la escalera de la primera planta, con los hombros hundidos y lágrimas en los ojos.

El chico se apresuró a limpiarse la cara con el dorso de la mano sorbiendo los mocos para disimular. No le miró, pero tampoco huyó. Se quedó en la misma exacta posición mirando fijamente un envoltorio de caramelo que alguien había tirado en el viejo suelo del portal.

Suspiró y se sentó a su lado. Se dejó caer hacia el lado para golpear juguetonamente su brazo contra el suyo, empujándole un poquito. Vio una pequeña sonrisita en la comisura de sus labios. 

—¿Estás mejor? —preguntó. Nolan asintió.

—Sí... siento haberte hablado mal...

—No pasa nada —le dijo repitiendo el empujón un poco más fuerte. Nolan sonrió débilmente—. A veces es bueno llorar. Hazme caso. No sé si te has enterado pero —carraspeó con ademán novelesco— soy psicólogo.

Nolan rio pero luego suspiró.

—Es que me miráis como si fuese culpa mía tener una vida de mierda y me agobio mucho.

—Tú no tienes la culpa de lo que hizo tu padre, ni tu madre, ni los monjes... Tampoco de lo que haga tu hermano.

—Pero veo tu cara. Tú me juzgas como el resto.

—Sergio, No entiendo por qué preferiste venir aquí solo para venderte si tienes... un hermano...

—¿No lo entiendes? ¿Y qué debía hacer, irme con él, que me odia? ¿Hacía el servicio militar obligatorio para que me mandasen al Dombás a luchar en una guerra que me ha jodido la vida, y que me importa una mierda? Lo único que quería era decidir sobre mí mismo por primera vez en mi vida. Me largué, ¡a tomar por culo todo!

—Claro, no recordaba que allí tenéis mili obligatoria, ¿Con pena de cárcel por negarse y todo eso?

—Sí, cari.

—Pues vaya...

—¿Sabes? Fui con Yakov un tiempo, mientras se curaban mis heridas —Se acarició la muñeca—. Pero mi hermano no es muy listo, y tiene un grupito de mercenarios que son más retrasados todavía. Entre guerra y guerra venden droga y armas sin licencia en un pueblito de mierda cerca de Yakutsk. Son imbéciles. Acabarán todos muertos y eso lo sé ahora, y lo sabía cuando tenía catorce años. Nunca te lo conté porque no tiene importancia, solo le vi esa vez. Vine aquí y bueno, al final lo tiré todo a la mierda porque me sentía tan mal que... acabé haciendo lo único que sabía hacer: follar y pelear.

—¿Ya no te sientes mal? —le susurró.

—Contigo estoy mejor.

Lucas decidió proponer algo que llevaba pensando desde hacía días.

—¿Y si cuando acabes con el sádico ese nos vamos tú y yo? A otro sitio. A cualquier sitio. Empezamos de cero.

Parecía sorprendido.

—¿A dónde?

—A donde sea.

—¿Pero... y tu trabajo?

—Odio mi trabajo. Me siento inferior a mi hermano, y con razón. Soy un psicólogo terrible...y me aburre. Estudie esa carrera para que mi familia estuviera orgullosa de mí y he acabado sirviendo cafés a sus clientes.

—¿Y tu familia?

—Nos vamos a vivir a otra ciudad, no fuera de la tierra. Les visitaría igual que ahora, en Navidad, cumpleaños y todo eso. Te los presentaré.

Sus ojos se abrieron y pestañearon.

—¿A tu... A tu madre? —Parecía nervioso— ¿Y si te pregunta cómo me conociste?

—Pues en la calle pidiéndome fuego, ¿Que no te acuerdas? —Golpeó de nuevo su brazo— ¿Tú me presentas a tu hermano?

—¿A Yakov? Si no me quiere ni ver. De verdad que me odia. Nunca me ha querido... Y cuando me aceptó en su milicia voy yo y me largo. Por lo menos antes de irme me dio un DNI falso muy creíble... —Sonrió— Además, seguro que te parece más guapo que yo. Pero es hetero, ni lo intentes. Según él en Rusia no hay maricones.

—Entonces tendré que conformarme contigo ¡Qué penita!.

—Lucas, lo que me dices es genial, yo... Me encantaría. Pero...

—Vale, pues cuando hosties a ese gilipollas. Le rompes la cara y las pelotas. Y al día siguiente tú y yo cogemos un avión y nos largamos, ¿Vale?

—Vale —Asentía, pero no parecía nada seguro. Lucas tampoco lo estaba.

Pero saliese mal o bien lo que planeaban hacer... debía darle a Nolan una esperanza a la que agarrarse.

—Dime, ¿Qué es lo que más te gustaría hacer cuando vivamos tú y yo juntos?

—Me... me... me gustaría estudiar —Le dijo preso de una repentina timidez, parecía muy avergonzado. Lucas alzó las cejas sonriendo feliz.

—¡Eso es genial, Nolan!

—Es que... tú y Joel siempre estáis hablando de gente que no sé quién es, de libros y de cosas que yo... pues... Es que yo casi no sé leer, ni escribir... Es que los monjes no nos enseñaban muchas de esas cosas, ¿Sabes? Y el alfabeto occidental es muy difícil. Tenéis como un montón de palitos en las letras.

—Supongo...

—A mí no me enseñaban historia y cosas de libros. El padre Santiago nos enseñaba matemáticas, lo básico. ¡Buf! ¡Pero de España nos hablaban sin parar! Madre mía, todo el rato. De canciones y de política, de todo lo que echaban de menos. Puede que no sepa quién es el Oliver Chuist ese, pero sé quienes son Fraga y José Luis Perales.

—Oliver Twist —Corrigió Lucas riendo.

—Pues eso. El resto del tiempo aprendíamos idiomas para entender a los hombres que venían. Y a chupar pollas, eso lo que más.

—¿Entonces es a ellos a quien tengo que agradecer?

Le oyó reír. Solo ellos podían hacer bromas y reír de una situación tan horrible. Le sujetó la mano.

—Que imbécil eres.

—¿Qué idiomas te enseñaban?

—Un poco de aquí y allá. Me educaron para tener don de lenguas, tú ya me entiendes.

—¿Y el imbécil soy yo?

—Aprendí hasta latín.

—¿Sabes hablar latín?

—Un poco. Al fin de cuentas eran monjes. Los que ayudaban en las misas tenían más comida. Ese orfanato era una locura. Ni te imaginas lo que era aquello, Lucas —le dijo con una sonrisita nostálgica—. Éramos una jauría de lobos. Más de un centenar de niños dispuestos a hacer lo que fuese necesario. El puto infierno. Y cuando llegué a esta ciudad y me encontré con esta panda de niñatos que se creen malotes... En fin, yo alucinaba con estas nenazas. En realidad sí que os hace falta una buena mili obligatoria.

—¿Tan malos erais? ¡Con lo normalito que has salido tú!

—Cuando tenía doce años Yevhen Hrabar me apuñaló con un pincho porque le robé un yogurt —Se subió la camiseta para enseñarle el relieve rugoso de una cicatriz en su vientre.

—¿Cómo en la cárcel?

—Sí. Casi la palmo. Así que cuando me recuperé yo le clavé un lápiz en el ojo. Le dejé tuerto para que todos supieran que conmigo no se jode, que cuando a mí se me hace una me la cobro por tres. Un amigo me ayudó. Vaya panda de maleantes éramos. Como castigo me dejaron sin comer dos semanas y luego me obligaron a limpiar toda la capilla del monasterio, con Viktor, que también estaba castigado por otra movida. Siempre estábamos castigados —Bajó la cabeza avergonzado, dudando si contarle o no— Allí me dio mi primer beso ¿Sabes? Delante de una estatua de Jesucristo. Ojalá no lo sepa Joel, no sé si le pondría cachondo o si le parecería blasfemo.

—Las dos. Con Joel serían las dos opciones, al mismo tiempo.

Rieron.

—No te imagino de monaguillo —susurró Lucas para que le siguiera contando.

—Me bebía a escondidas el vino de la eucaristía con mis amigos y luego lo rellenábamos con uno barato que guardaban en la cocina. No todo fue malo... —La nostalgia teñía su voz antes de repetir—: No todo fue malo.

Lucas le tomó de la mano de nuevo, apretándosela fuerte entre las suyas.

—Prométeme que cuando Nacho te llame y estés delante de Crandford te controlarás. No hagas nada que ponga en peligro que tú y yo nos vayamos juntos. Le pegas la paliza de su vida, le castras, le amenazas para acojonarle vivo y que no te denuncie, y ya. Por favor, no lo mates. Por favor, intenta... ¿Vale?

—Te lo prometo —Pero no, seguía sin parecer seguro.

Lucas suspiró aunque no terminó de hacer el gesto porque un sonido tras él le sobresaltó. Algo tras ellos había caído al suelo. Miró hacia arriba y vio la silueta de Marta, una de las vecinas de Sol, saliendo de la esquina del portal, tras el hueco de la escalera, apresurándose a recoger una barra de pan que rodaba en el suelo. Vio como su dulce novio se convertía en ese frío hombre vengativo salido de las tripas del peor infierno en cuestión de un segundo. Su rostro se endureció y su mirada se tornó felina cuando se puso en pie lentamente y se acercó a Marta mirándole fijamente a la cara.

Ella, que llevaba una bolsa de la compra en las manos, encogió su cuerpo embutido en un uniforme de dependienta desgastado por los lavados. No podía mantenerle la mirada, sus ojos se clavaban en el suelo para evitar hacerlo para no ofenderle, o tal vez para evitar afrontar su miedo.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí escondida, Marta? —le preguntó Nolan sin dejar de caminar, obligándole a retroceder. Ella se encogió temblando mucho más visiblemente— Está muy feo ser cotilla, ¿Sabes? Te pueden pasar muchas cosas malas si escuchas lo que no debes.

—No he escuchado nada. De verdad. Nada —decía ella en apenas un murmullo. Pero su respiración agitada decía otra cosa.

Lucas se puso en pie también. Agarró a Nolan por el brazo y tiró para que Marta le mirase. Le intentó infundir algo de tranquilidad, pero al parecer ella le tenía tanto miedo a él como a Nolan. 

—Hola, Marta —Suave, amable como Lucas era—. Has escuchado algo que es un secreto.

—Perdón, perdón. Yo subía a casa y...

—Tienes razón. La culpa es nuestra por hablar de estas cosas en el portal de un edificio, tienes toda la razón —le dijo Lucas asintiendo con una cálida expresión. Ella miró a Nolan, que fruncía el ceño observando como manejaba la situación, y luego a él. Le devolvió la sonrisa levantando la comisura temblorosa sintiéndose un poco más reconfortada por su risa y su tono amable—. Sé que no nos conocemos, pero tengo que pedirte por favor que no le digas nada a nadie.

—Como abras la boca, Marta. Te la reviento.

—No, no.... yo... no sé ni siquiera de quién habláis. De verdad, yo... no quiero problemas —decía ella atropellando cada palabra por el nerviosismo. Lucas asintió y sonrió.

—¿Ves? —le dijo a Nolan. Se apoyaba en la pared cruzando los brazos mirando la escena con una critica escrita en la cara que no supo juzgar ni buena ni mala. Finalmente el chico le hizo una mueca con los labios para lanzarle un beso. Lucas se giró hacia Marta y le sujetó la bolsa de la compra encogiéndose de hombros— Mi novio no entiende que pidiendo las cosas amablemente la gente consigue entenderse.

Marta miró a Nolan y abrió la boca sin saber qué decir para no posicionarse en ningún bando.

—Es que Lucas no comprende que la gente es mierda andante y que no puedes fiarte de nadie —replicó Nolan como canturreando—. No es nada personal, Marta. Pero ante la duda yo prefiero meterte una hostia que te desdente antes de que me delates.

—Es un desconfiado —Asintió Lucas para excusarle.

Marta hizo un mohín con la mano para calmar los ánimos.

—Yo no diré nada. De verdad. Yo también hacía mis cositas cuando vivía en mi pueblo... yo... bueno—Se acercó a ellos para que le pudieran escuchar aunque bajase la voz—, vendía marihuana en el instituto.

"Esto es un poco más grande que eso, Marta".

Nolan le sonrió como si le pareciera adorable y le dijo que entonces, ya que eran todos criminales, podía irse a comprar sus móviles tranquilo. Lucas se despidió con un beso y cuando se marchó ayudó a Marta a subir las bolsas de la compra hasta su piso, frente a su destino.

Llamó a la puerta con los nudillos y Sol le abrió rápidamente. Miró tras él por si venía solo y Lucas le dijo que Nolan había ido a comprar unas cosas.

Joel estaba sentado con las piernas cruzadas en el colchón que Nolan había buscado para que le hiciera de cama, junto a la ventana, disfrutando de la brisa fría en la cara mientras ojeaba en la pantalla de su móvil las fotografías que había hecho en su misión de espionaje. Su cabello rubio estaba mojado y vestía una vieja camiseta XXL de promoción de una antigua marca de bebida que, a todas luces, le había prestado Sol.

—¿Está Nolan bien? —le preguntó sin apartar la mirada de la pantalla, su tono frío parecía forzado, extraño. Lucas respiró hondo y asintió.

Se acercó a él, pero Joel no le miró. Estaba tenso, lo veía. Sus músculos apretados le decían que el chico no estaba tan cómodo sentado frente a él como le quería hacer creer.

—Hola Joel, ¿No crees que tú y yo deberíamos tener una conversación pendiente? —dijo modulando su voz hasta convertirla en ese tono educado que usaba en sus consultas.

—Conversaciones, qué pereza —Fue entonces cuando sí levantó su rostro y apartó su mirada de cielo abierto de la pantalla para mirarle a los ojos— ¿No prefieres que te la chupe?

Sol, que estaba bebiendo algo que olía como un café se atragantó por la sorpresa y comenzó a toser en un jaleo que rompía la tensión que se construía alrededor de ellos dos.

Lucas le sonrió y negó.

—Si te meto la polla en la boca no podrás hablar —Se le escapó una risita. Sol se apartó de ellos para limpiar con un trapo el desastre que manchaba su suelo con la cara contraída por el estupor—. Y aunque sé que esa es tu verdadera intención, y aunque también sé que haces unas mamadas espectaculares... prefiero hablar contigo.

—Espectaculares, ¿Eh? ¿Quién te lo ha dicho, Diego o tu novio?

Lucas había captado bien el tonito insolente con el que dijo "TU novio", se encogió de hombros.

—Los dos.

La sonrisa centelleante del chico parecía sincera, pero no lo era. Bien lo sabía Lucas, nada en ese muchacho era real. Le vio meditar qué hacer durante unos segundos antes de girarse hacia Sol, y todavía sonriendo, decirle:

—Sol, deberías irte a dar un paseo. Creo que el psicólogo quiere charlar en privado.

Sol suspiró cansado. De tres zancadas se acercó a ellos con las manos elevadas en un gesto de rendición. Lucas no apartó los ojos de Joel, sentía que si era el primero en romper el contacto visual perdería esa pequeña batalla. No, él no era el pez que iba a ser engullido ese día, se negaba a ello.

—No sé si os vais a pelear por Nolan o si vais a follar, pero por favor... hagáis lo que hagáis no me rompáis nada, ¿vale? —Su ruego les hizo sonreír amplimente—. Me voy a dar una vuelta.

Joel se puso en pie. Desde luego en su jerarquía Joel parecía el segundo al mando.

—¿Eso es lo que vamos a hacer, pelearnos por Nolan a estas alturas? —dejó caer Joel frente a él, su carita de inocencia hubiese engañado a otra persona, a él no— Yo no quiero quitártelo, si eso te preocupa. Os prefiero juntitos, me gustáis más así.

—Solo quiero hablar contigo, te lo he dicho —le dijo Lucas sinceramente. Decidió ser él el que perdiese esa guerra, porque ese niñato frente a él le turbaba demasiado. Se sentó en la butaca tranquilamente y le observó— Joel. Cuando os llame Nacho y vayáis a... Prométeme que cuidarás de él. Prométeme que no le dejarás solo y que si crees que ese bastardo va a hacerle daño... lo evitarás. No me deja ir con vosotros, me quiere proteger ¿Pero quién le protegerá a él si algo sale mal?

Joel entonces sí sonrió sinceramente, Lucas lo vio como se ven los rayos de la mañana. Cerró los ojos y jadeó mordiéndose el labio inferior en su sonrisa.

—Le quieres tanto... —le oyó susurrar abriendo los ojos.

Lucas asintió. Y Joel se acercó a él, apoyando las manos en los brazos de la butaca.

—Le quiero mucho, Joel —le dijo, y su cuerpo parecía sentir placer—. No quiero que nada salga mal. Pero si se jode... que el muerto no sea Nolan, porque si me entero de que no le protegiste te...

"No amenaces a un fetichista del peligro" pensó tarde porque su mirada expectante le pedía finalizar la frase.

¿Cómo amenazar a Joel, que no poseía absolutamente nada en la vida, que no amaba a nadie? ¿Qué se le podía quitar? Nada tenía. Ni su ropa ni su cama eran suyas ¿Qué podía perder si ni siquiera su vida le era realmente importante y le importaba poco perderla creyendo en cuentos de paraísos y vidas eternas? ¿Cómo se asusta a un fanático religioso que carece patológicamente de conciencia ni remordimientos y que es capaz de quebrantar cualquier mandamiento pensando "Dios comprenderá el motivo"?

Tragó saliva comprendiendo por qué Nolan le había advertido con tanta vehemencia que Joel era peligroso.

—¿Me harías daño? —le preguntó suavemente, casi retándole a que así fuera. Lucas negó, elevando la cara con expresión triunfante.

—Me lo haría a mí.

El rostro de Joel se contrajo por la sorpresa y se apartó de él.

—¡No es verdad! ¡No estás tan chiflado, psicólogo! —exclamó riendo Joel girándose hacia él de nuevo.

—Ya lo veremos. Tienes parafilias, Joel, ¿Lo sabías?

—Bueno, todos tenemos nuestros defectos y virtudes —Sonreía. Aunque por primera vez parecía escucharle con sincera curiosidad.

—La más evidente es Quinunolagnia, aunque esa no sea la que te provoca el impulso más potente. ¿Sabes lo que significa? —Negó inocente y aniñado— Significa que si te amenazo te dará igual, te gustaría porque te pone ese cosquilleo que da el peligro. Pero... —Se preparó para lanzar el farol aunque él no supiera mentir— ¿Y si me estampo los sesos contra esa mesa? Eso no te pondría nada ¿Verdad? Pues tú intenta que Nolan vuelva sano y salvo, te lo pido por favor. Tú eres nuestro... nuestro pajarito.

Le vio enrojecer ligeramente por ser llamado así por sus labios y volvió a acercarse al butacón. Que un tigre se le aproximase no le hubiese causado la misma turbación.

—¿Y qué es lo que me provoca el impulso más potente? —preguntó vocalizando burlón entre una sonrisilla traviesa.

—Estoy casi seguro de que sufres Hibristofilia.

—Suena a enfermedad terminal.

—Dime si acierto, por mucho que te guste ese chico, Adrián... No te pone ¿A que no? No sientes esa chispa que te la pone tan, tan dura. Porque solo puedes sentir placer sexual con personas peligrosas, gente que te da miedo.

—¡Pleno! ¿Qué más sabes de mí? ¿Me quieres psicoanalizar?

—Tienes un trastorno antisocial de la personalidad, te crees con el derecho de manipular a los demás simplemente porque puedes hacerlo; y creo que te mueves en el rango de la Alexitimia. Crees que no sientes nada, crees que estás vacío...¿Verdad?

—¿No lo estoy?

—No, aunque tú te percibas así. En realidad, lo que te pasa es que eres incapaz de procesar esos sentimientos y emociones, no los distingues, no sabes identificarlos y por ello no los notas... pero están ahí, están ahí y guían tus acciones inconscientemente. Por ejemplo ahora, te sientes... vulnerable porque me intentas manipular pero no puedes.

—¿No puedo?

—No.

—Será que no lo estoy intentando bien... —canturreó acercándose un poco más, Lucas se quedó quieto manteniéndose imperturbable aunque este criajo malcriado se apoyase en sus piernas para quedar entre ellas.

—Piensas que estás vacío, pero creo que por dentro estás atormentado, Joel. Creo que buscas desesperadamente sentirte bien, o mal. Algo, lo que sea. Creo que tienes mucho miedo de no conseguirlo.

—Yo no tengo miedo. No puedo tenerlo —Su voz parecía indiferente.

—Pues yo creo que sí. Pienso que te asusta estar tan hueco como te notas. Envidias a la gente que siente, y no es por amar. Es porque... Te asusta lo solo que estás, lo diferente que te sientes, ¿Me equivoco? —Joel no contestó— Te atemoriza quedarte solo por ser como eres, porque si tú no eres capaz de amar... ¿Por qué iban a quererte a ti? ¿Y para qué vivir si no sientes nada? Matarías por sentir, supongo que por eso te agarras a cualquier cosa que te acelere el pulso. Tú única forma de notar una fuerte conexión con esas emociones es mediante tus fetiches, delirios religiosos... Y Nolan. Y si estás aquí no es por vengar a Sky, es por el deseo egoísta de poder justificar que...

—Que no estoy bien de la cabeza, ¿Eso crees? —Su rostro se había convertido en un páramo neutro sin enmascarar y su voz carecía de emoción.

—Exacto, pajarito —Le repitió el mote con cierto retintín para hacerle enrojecer de nuevo, le gustaba más si se sonrojaba. Teniéndole tan cerca, comprendía por qué Diego había perdido el culo por ese chaval que parecía un enigma. Casi le pareció gracioso imaginarse al simple de Diego entre las manos de ese demonio—. Tú y Nolan os complementáis. Porque estáis igual de locos... Él rebosa sentimientos y tú sientes algo a través de él conectando con los tuyos. Él manda y tú obedeces. Sois una puta perfecta simbiosis. Pero cuando esto acabe, Joel, él se vendrá conmigo. Quiero que lo tengas muy claro. No te hagas ilusiones.

Joel se acercó más, inclinándose hacia él con la malicia en los labios.

—¿Sabes lo que estás haciendo, Psicólogo?

—Solo hablo contigo.

—No. Marcas territorio. Estás celoso, y no estás acostumbrado a sentir eso. Sigues creyendo que voy a quitarte el novio. Te aterroriza que te mienta, creerte que de verdad es tuyo... y que te haga daño descubrir que nunca lo fue. Supongo que tu ex te pisoteó bien. No te crees que Nolan te sea fiel ¿A que no? —Lucas no contestó, intentó no titubear pero era evidente que le estaba arrebatando el control de la situación—. Puede que yo esté aquí por lo que dices, ¿pero sabes por qué estás tú aquí; Tan bueno y tan normal...ayudándonos a cortarle la polla a un gordo asesino? Porque te encanta la forma en la que te hace sentir todo esto, la emoción, tener a Nolan, tenerme a mí así. Pero aunque tu autoestima vaya hacia arriba como un cohete te sigues engañando a ti mismo para protegerte, psicólogo. No eres tan liberal como te crees, ¿No sentirías celos aquí —Dibujó un puchero burlón y sus manos le acariciaron la tripa lentamente— si te digo que me he follado a tu novio en esta butaca, y en ese colchón, en ese baño, y sobre esa mesa?

—Cállate —gruñó. Estaba perdiendo el control de la situación completamente.

—Y de paso... me dices lo que quiero escuchar. Me hablas de mí porque sabes que no entiendo nada de lo que me pasa... Para que te escuche, y cuando me confíe —Se subió al butacón sentándose sobre su regazo, con cada pierna a un lado de las suyas. Lucas se tensó para mantenerse quieto, sereno— y baje la guardia... Me dirás lo que sea que quieres decirme —Se acercó tanto a él que cuando pasó los brazos por sus hombros para acariciar su nuca con la mano notó como se estremecía sin remedio y sonrió—. Esto no va de Nolan, ni de mí; va de ti. Así que podríamos ahorrarnos los rodeos para hablar claro. No es que tenga mucho que hacer pero no me gusta perder el tiempo.

Lucas se mantuvo firme, tenso, y respiró hondo antes de decirle:

—Solo quiero que sepas que a mí no me engañas, Joel. Yo sé lo que eres. No creas ni por un segundo que a mí puedes manejarme como al resto... O que yo estoy al final de la cadena alimenticia. No lo estoy. A mí no me puedes usar.

—No. Lo sé —Su tono era suave como la seda—. Porque ese es tu poder, psicólogo. Ves dentro de la gente, por mucho que usemos disfraces. De todos, tú eres el más peligroso de nosotros y ni lo sabes. Tú mandas y Nolan obedece, él hará cualquier cosa que tú desees —susurró. Su boca estaban tan cerca de su oído que notó el movimiento de sus labios rosados y gruesos en el lóbulo de su oreja. Apretó la mandíbula— y yo obedezco a Nolan. ¿Imaginas tener tanto control? Sí, tú estás arriba. Bien alto, inalcanzable como un santo.

—Yo estoy arriba.

Rozó su cuerpo contra el suyo en un movimiento felino que prometía tremendos placeres, Lucas jadeó cerrando los ojos oyéndole decir:

—¿No te gustaría estar abajo? —Su tono insinuante tentaría a un beato.

Esa misma boca que sentía murmurándole palabras le besó el cuello. Suave, cálido.

—Prométeme que cuidarás de Nolan —Consiguió susurrar en un jadeo.

—Te lo prometo. Lo juro por mi salvación —le oyó decir contra su piel, su aliento le quemó y se estremeció.

—Quédate con él pase lo que pase —Sus manos le acariciaron hacia abajo de la tripa y él...

Le notó asentir.

—Por favor, psicólogo. Hazme sentir bien —le rogó abrazándose a él como un niño pequeño asustado, frágil y desesperado antes de restregarse contra su cuerpo repitiendo el mismo exacto movimiento que le había hecho jadear minutos atrás.

Sus manos apretaban tan fuerte los brazos del butacón para mantenerse sereno que iba a atravesar la tela con las uñas. Hasta que esas manos se abrieron para soltarse y...

Lucas negó y le apartó amablemente pero tan rotundo como supo. Porque joder, Lucas no era de piedra: aunque se le estuviera poniendo una parte de su cuerpo dura como una.

—No. No. Aparta. Quita. No me líes —le dijo riendo nervioso—. No voy a hacer esto. Te estoy diciendo que a mí no me vas a controlar con cuatro besos, yo no soy Diego.

Joel suspiró apartándose lo suficiente para mirarle a la cara. Volvía a ser ese ser frío, neutro e impersonal.

—¿Cómo está Diego? —preguntó.

—Te echa de menos —Dijo encogiéndose de hombros analizando su reacción. Sí, ahí estaba bajo la escarcha y el vacío... una chispa—. No quiere que se note pero se siente culpable por lo que te hizo y no...

El teléfono de Joel interrumpió su frase. Cuando vieron que quien llamaba era Nolan Joel se apartó de él tan veloz que Lucas no pudo aguantar una sonrisa.

—Dime. No, nada. Estoy intentando seducir a tu novio pero no hay manera —Silencio, y Joel pegó un respingo— ¿Ya? ¿Cuándo? Vale, sí. Vale —Un nuevo silencio— ¿Que se lo diga yo? Yo no... no...Nolan, por favor. No me obligues a decírselo yo —Calló escuchando—. Vale. Bueno, Se lo digo. Vale. Ya voy.

Colgó. Viendo que cada músculo de su espalda se contraía en tensión Lucas se acercó para preguntarle:

—¿Qué pasa?

—Creo que... Es mejor que te vayas a casa. Crandford ha llamado —El corazón de Lucas se detuvo pero eso no parecía ser lo que alteraba tanto a Joel, parecía casi asustado cuando se giró, aunque en su voz no se marcase nada más que un pequeño titubeo cuando dijo con voz inexpresiva, casi metálica—: Me ha dicho... que te diga... que... que te quiere.

Y apartó la mirada con dolor en ella.

Notas finales:

¿Qué os ha parecido? Dejen su opinión, porfa. 


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