Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

If It Hadn't Been For Love por Lady_Calabria

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola. Esta historia también está en Wattpad (algunos capítulos adelantado y acompañada de portada, imágenes y algunas canciones).

Por favor, dejen algún review con vuestra opinión para no morir ignorada. 

Espero que lo disfruten.

Se desangraba.

La sangre se escurría de su cuerpo, caía al suelo de espaldas sin poder mantenerse en pie. También se escapaba de él el aliento, la vida. Se le nublaba la vista, la parca le tapaba los ojos.

Todo daba vueltas, el mundo giraba y él...

Él se había detenido en seco.

Tal vez la herida no fuese mortal de necesidad pero sabía que si se dejaba vencer por el mareo Nacho aprovecharía su debilidad para rematarle, si no lo hacía la pérdida de sangre. 
Moriría en la casa de un gilipollas sin que nadie supiera qué había ocurrido; y así...podría descansar. Podría dejar de sentirse decepcionado cayendo desgracia a desgracia hasta los barrizales putrefactos del ser humano.

En ese segundo agónico al borde del choque hipovolémico el arma caía al suelo, el individuo que hacía ruido en la entrada conseguía abrir la puerta con un gran estruendo, Nacho gritaba sujetándose el brazo roto... Y la mente de Nolan volaba hasta el mundo onírico de sus amados fantasmas.

Mientras el mundo se ralentizaba en el tiempo que dura un latido, todo eso pasaba a su alrededor, lento, despacio; y él moría pensando demasiado rápido.

 

Se tambaleaba en la bruma oscura de su subconsciente. Aparecían de entre las sombras sus alucinaciones recurrentes, que le rodearon. 
Sky fue quien habló primero, por fin tenía voz. Por fin sabía qué le había ocurrido y quién se lo había hecho. Su amigo pasó frente a Nacho fulminando su rostro con el más visceral odio y luego le miró a él.

—¿Vas a morir? —preguntó, serio, enfadado. Siempre melodramático como Barbra Straisand, siempre preocupado por él. Nolan le enseñó la mano llena de sangre como respuesta— ¿Por mí? 

—Y por ellos —dijo Nolan señalando las fichas.

—Ellos no morirían por ti.

—¿Y qué?

Sky negó apesadumbrado y se plantó a su lado de dos zancadas.

—Si mueres y él vive todo seguirá igual —Dios, cómo había añorado su acento extraño.

—¿Vas a dejarme tirado? —Le llegó la voz de Joel desde algún punto tras él, notó sus manos delicadas subiendo por sus brazos lentamente hasta llegar a sus hombros, los apretó suavemente antes de apoyar en su hombro izquierdo su mentón como solía hacer para calmarle. La cadena de su crucifijo le hizo cosquillas en la piel de su cuello. Le encantaba cuando hacía eso.

Nolan jadeó. Miró al frente y entre la bruma oscura vio a Lucas, su Lucas, su amor.

Pero junto a él estaba Viktor, que le extendía los brazos para rodearle y llevarle lejos mecido entre dulces promesas de paz.

Negó de nuevo. Viktor se adelantó un paso agarrándole las manos ensangrentadas de todas formas. Le besó robándole el aire, tan apasionado que Nolan quiso seguir rozando su lengua contra la suya hasta dejar de respirar, fundirse con él una última vez. Dejar de ser... estando a su lado.

Pero se apartó.

—Ya tebya lyublyu —Nolan cerró los ojos notando su amor regurgitado en forma de recuerdos.

Solo eran eso, recuerdos.

Era curioso porque cuando murió, a los catorce años, Nolan debía mirar hacia arriba para mirarle a la cara, y pese a que con el tiempo él se había convertido en un hombre mucho más alto de lo que Viktor tuvo la oportunidad de ser... en su mundo de alucinaciones seguía mirando hacia arriba.

—Serhii, pronto vas a desangrarte, ¿Notas el frío? —Decía con su refinado acento de Kiev.

—Te amaba, Viktor —Interrumpió Nolan. Sí, notaba el frío; como también notaba la congoja anudada a su garganta, pero debía decirle eso— Y te quiero todavía. Sigo llorando por lo que pasó, pero esta vez he sabido reaccionar ¿Habéis visto todo lo que he hecho por vosotros?  —Miró a Sky, que asintió serio, y volvió a fijar su vista desenfocada en Viktor— Cuando te pasó a ti no supe qué hacer, era pequeño. Perdóname —Tragó boqueando, su cerebro se mareaba—. Pero tú estás muerto, Viktor. Ha pasado mucho tiempo y nada de esto lo ha cambiado. Seguirás muerto. Tengo... que... aceptarlo, tengo que dejarte marchar. Porque... yo ahora quiero a alguien más. No puedo irme contigo. He conocido a un hombre bueno. Te gustaría.

 

Miró a Lucas, y Viktor se giró siguiendo su mirada. Comprendió.

—Quiero que seas tan feliz como yo no pude ser —le respondió él asintiendo—. No puedes vivir abrazado a mi ataúd, ya cuesta bastante la vida como para caminar con ese lastre. Agarrarme contigo te hace daño —Extendió la mano hacia Lucas y él la sujetó. Viktor tiró de su novio hasta entrelazarle con ellos—. No puedes morirte así ¿Lo entiendes, tonto melodramático? —Le dijo Viktor negando tozudo. Lucas también negó, parecía tan desesperado que se estremeció— No así ¿Me oyes? No como yo: apuñalado y solo.

Se apartó.
Y las manos de Lucas se cerraron más fuerte entorno a las suyas.

Viktor se reunió con Sky a su diestra.

Nolan miró a Lucas, que se acercó más. Colocó su mano en la herida sangrante antes de besarle de la forma que solo él sabía.

—No te vayas, quédate conmigo —Rogaba—. Presiona la herida. Por favor, por favor...

—Estoy tan cansado... ¿Por qué es siempre todo tan difícil?

—Tienes que despertar. Debes defenderte o te matará. Por favor, por favor —No pudo aguantar más en pie y cayó hacia atrás, tope y débil. Sus alucinaciones se sentaron en cuchillas para quedar a su altura, a ras de suelo. Hundido, vencido—. Nos quedan muchas noches por dormir, Cariño. Nos quedan muchos besos por besar, películas por ver, palomitas por quemar —temblaba desesperado sujetándole la cara entre las manos—. No me lo quites, no te rindas.

—Estoy tan cansado... 

—Lo sé, cariño. Lo sé —Su voz era un ruego, pero intentó sonreír para calmarle. Lucas siempre hacía eso, hacerle bromas para intentar calmarse a sí mismo—. Pero me hiciste una promesa. No vas a librarte de conocer a mi madre.

Sonrió temblando. 

—Casi prefiero esto.

—¿Por qué?

—Porque me pregunto si tu madre podría ser también la mía...pero... ¿y si no me quiere? Soy un asesino, ¿Quién quiere un asesino para su hijo? 

—No pienses en eso. Dijiste que mi misión en todo esto es darte motivos para querer ir arriba, conmigo ¿No? —Asintió— Pues, entonces ¡Arriba! Aprieta la herida y respira. Presiona así. 

Nolan asintió. Sus manos reales sustituyeron las de ese producto de su imaginación. Presionó tal y como le decía. La sangre caliente se condensó en su palma, la presión oprimió los vasos sanguíneos, dejando de brotar tan copiosamente.

—Hemos traído a alguien para convencerte —dijo Sky, su tono enigmático le hizo elevar el rostro hacia él.

—Vas a alucinar —apostilló Joel riendo a su izquierda.

—Ya estoy alucinando, sois alucinac...

 

—¿Te rindes? —Oyó que decía la voz de un niño, fría, dura, severa; que le interrumpía sin ningún atisbo de modales. Más animalejo que persona— ¿En eso me convierto yo? ¿En un llorica que se deja matar? ¿Después de todo... vas a dejar que nos mate un bastardo proxeneta en un pueblucho de mierda? ¿Estás tonto o qué te pasa?

Nolan jadeó ante ese niño enclenque que le miraba, sus ojos eran los suyos, su rostro era el que él hubo tenido. Era él, el Serhii de once años que se intentaba tapar la sangre que brotaba de su nariz después de que se la hubiesen roto de manera cruel el día en el que le arrancaron cualquier atisbo de inocencia y compasión. Verse frente al reflejo de su más profunda e intensa rabia le hizo tragar saliva.

El tatuaje de su rostro estaba recién hecho y todavía parecía enrojecido.

—¿Cuántos años llevas intentando olvidarme? —Su voz dolía, de la misma forma que lo hacía la propia— ¿Cuántos años llevas inventándote nombres, tatuándote para tapar las cicatrices, refugiándote en alcohol hasta que te desmayas y drogándote para no recordarme? ¿Y de qué nos ha servido?

—Así fui la basura que quise ser. Dejé de pensar en ti.

El niño se acercó a él, en pie y triunfante.

—Mientes. Yo siempre estoy contigo, todo lo que haces es por mí.

—No lo entiendes, Te van a hacer tanto daño... —le dijo Nolan negando— Nos han hecho —corrigió— tanto...

—Lo sé, y seguiré aquí, en pie. Porque tú y yo somos como la mala hiedra, que parece muerta pero rebrota por mucho que la intenten arrancar  —Retiró la mano de su rostro, su nariz hinchada goteaba sangre sin cesar. Nolan recordaba bien ese día, lo recordaba cada vez que se miraba al espejo—. Sigues huyendo de este dolor. Pero yo soy tú quieras o no. Lo que nos pasó... ya nos ha pasado. No puedes olvidarlo. No se borrará jamás. No puedes cambiar lo que no está en tu mano —Nolan tragó saliva asintiendo—.  Pero puedes acabar con esto. Con lo que está pasando aquí, ahora. Con lo que le hacen a ellos. Yo nunca me rindo, ¿Vas a rendirte tú?  —Nolan apretó la mandíbula y negó— No puedes dejarles ganar. Tenemos que levantarnos, ponernos en pie y taponar la herida para cortar la hemorragia —El niño señaló las fichas en el suelo—. Porque puede que ellos se salven... pero hay otros como Crandford, volverá a hacerlo, volverá a pasar ¡Y si Nacho se recupera nada de esto habrá valido para nada! ¡LES ENCONTRARÁ! ¡MATARÁ A JOEL, MATARÁ A LUCAS!

—No —dijo respirando con fuerza presa de la arritmia de su corazón.

—Si tu mueres muero yo —le susurró Lucas a su lado, parecía triste, asustado.

—¡NO!

Nolan tensó los músculos de su espalda y se irguió lo suficiente para apoyar con esfuerzo los brazos.

—Si tú mueres morimos todos —Corroboró Joel.

—¡NO!

El niño de cabello negro frente a él se adelantó un paso más antes de gritarle:

—¡ASÍ QUE DEJA DE HUIR Y PONTE EN PIE, SERHII SEVCHENKO PORQUE ESTO NO HA ACABADO Y TIENES TRABAJO QUE HACER! ¡VAMOS A REDUCIR ESTA PUTA CIUDAD A CENIZAS! ¡NO PUEDES DEJAR QUE GANEN!¡SI MORIMOS SERÁ POR UNA BUENA RAZÓN, NO AQUÍ, NO AHORA! ¡DEJA DE SER UN NIÑATO QUE SE DEJA MATAR Y LEVÁNTATE! 

—Levántate —Ordenó Lucas.

—No dejaré que nadie te toque —gruñó, la furia de su interior le ayudó a ignorar el dolor de la puñalada mientras cuadraba los homoplatos y se sentaba con esfuerzo.

 

El niño le tendió la mano ensangrentada y Nolan alzó la suya igual de manchada para agarrarse a ella, compartiendo la misma sangre, uniendo su rabia; aceptando su pasado, aceptando tener futuro.

Viktor le sujetó para que no cayera.

—Así, así, lucha ¡Lucha! ¡Vuelve conmigo! —le animaba Lucas ayudando a Viktor para no dejarle caer. Juntos le alzaron.

El niño tiró de él hacia arriba, y Nolan se concentró en reunir todas su energía en la tarea colosal de erguirse. Sus fantasmas posaron sus manos en su espalda y empujaron, les notó elevándolo y ayudándolo a seguir adelante.

El niño iracundo rugió desgarrándose la garganta, de la misma exacta manera que Nolan lo hizo del dolor de su carne rota cuando puso todo el peso sobre un pie y luego sobre el otro.

—Arriba, arriba conmigo —decía Lucas.

 

Su cuerpo fue hacia arriba impulsado por sus brazos invisibles.

Y de igual forma que se puso en pie en el mundo de su locura más profunda lo hizo en el real.

 

El mundo corpóreo de peligros tangibles recuperó el tiempo que había perdido permaneciendo estático en su mente, y lo que siguió a ese momento sucedió muy rápido.

Nacho, distraído por el dolor de su brazo, había creído que había vencido viéndole caer al suelo encharcado de sangre, se apoyaba en la pared de espaldas a él apretando los dientes y cuando notó que Nolan se ponía en pie con un grito enloquecido por la más incomensurable resolución se giró hacia él con el terror en la cara.

No le dio tiempo a recoger el arma, fue estampado contra esa misma pared del pasillo con un quejido.

 

—¿No te cansas de darme puñaladas por la espalda, Nacho? —Agarraba su cuello, fue su locura quién habló.

Nacho aprovechó y hundió los dedos de su mano en la herida, retorciendo hasta que gritó. Antes de apartarse encogiéndose en un acto reflejo chocó su cabeza contra la suya con fuerza.

—¡Mátalo! ¡Ayúdame! —gritó Nacho. Fue entonces cuando se dio cuenta de que el individuo que intentaba entrar en la propiedad se encontraba tras él.

Se trataba de Gorila, el guarda de su bar, pero pese a que había recogido del suelo la pistola el enorme hombre calvo no hacía caso a las órdenes de su jefe porque había tomado la ficha del niño llamado Miguel, y entre la sangre leía sus datos horrorizado.

"Olvídate de ellos. Tienes que dejar de sangrar".

 

Y salió corriendo hacia la escalera. Tenía una idea.

Nacho le siguió. Se tiró sobre él para evitar que huyera, intentando rematarle a golpes cayeron por la escalera rodando. 

Desde el suelo, se arrastró rápido sin prestarle atención a su jefe guiado por una pragmática frialdad.

Se puso en pie, la adrenalina le ayudó a poder correr, sus pies se movieron rápido como flotando por el mareo. Esa carrera a contrareloj no era contra Nacho, era contra su herida. Una vez taponada podría recuperar la fuerza necesaria para pelear, pero así...

Llegó a la cocina a tropiezos y sin apenas ver. Nacho le seguía enloquecido por el afán de venganza. Tropezó con una de las bolsas en las que guardaba su botín.

 

Nolan estiró la mano y encendió el fogón a toda potencia. Nacho le agarró y él le pegó un puñetazo para que le dejase agarrar la espátula de acero que había usado para machacar la pastilla penas unas horas atrás.

Dejó caer la espátula a tiempo entre las llamas del fuego del gas antes de que su jefe tirase de él para golpearle.

—¿POR QUÉ COJONES NO TE MUERES? —bramaba Nacho intentando ahogarle con sus brazo sano. Nolan se revolvió como el animal que era, intentando quitárselo de encima a pesar de sus escasas fuerzas.

—¡PORQUE NO ME SALE DE LA POLLA! —rugió.

Gorila les miraba desde el umbral de la puerta, sin intervenir, pasmado viendo como se retorcían intentando dañar al otro. Ambos, malheridos y más muertos que vivos rodaban por el suelo de forma patética entre gruñidos.

Golpeando sin piedad la quemadura de su cara consiguió apartarle lo suficiente como para agarrar el asa de la espátula calentada en el fuego al rojo vivo. Nacho se puso en pie apartándose de él creyendo que iba a usarla contra él, pero ese no era el plan de Nolan.

 

Respirando con fuerza para infundirse valor se levantó la camiseta y hundió el acero al rojo tan profundamente en su herida como le fue capaz. Estaba dispuesto a hacer lo necesario, a arrojarse al dolor para seguir allí en la tierra con un pie en el filo del precipicio y la mente en el jodido averno. Se plantó delante de la muerte y le dijo "NO".

Estar haciendo aquello le hizo feliz, algo había sucedido en las negruras de su desmayo mientras sus fantasmas le ayudaban a ponerse en pie porque había vuelto sin su lastre, había hecho las paces con todo lo que guardaba en su interior y se sentía realmente decidido a conseguir sus objetivos.

Se sentía ligero, fuerte, como un superhéroe.

El sonido silbante de la carne de sus músculos cauterizándose por el calor se mezcló con su grito de dolor.

No era la mejor forma de detener una hemorragia, de hecho parecía la peor posible, pero aunque fuera peligrosa era la única que estaba a su alcance en ese instante, haciendo ese acto desesperado dejó de sangrar. Y aunque dolió más de lo que se esperaba supo que había dado resultado porque estaba recuperando la normalidad en su presión arterial. El mareo aminoró, su vista se aclaraba. Los dos hombres le miraban sobrecogidos y él extendió los brazos soltando una carcajada, lívido como la puta cera.

—¡QUE NO ME VOY, CABRONES! ¡QUE ME QUEDO!

 

Nacho se tiró hacia él de nuevo y fue recibido por un puñetazo que le tiró al suelo. Nolan pasó las manos por su cuello, sin piedad, sin compasión. Él pataleaba sin encontrar aire que poder respirar.

—¿Notas eso? —susurró apretando el agarre fiero de su brazo construyendo su cuello— Bienvenido a la impotencia, mira como te ahogas, jodido cerdo. Puto asesino de mierda, ¿Estás viendo tú a tus fantasmas? Ojalá te escupan.

—Má... t-ta...m-me —consiguió decir.

Pero apretando los labios, rezumando el odio frío de quién está demasiado herido para sentir cuan profundo es el destrozo se inclinó contra la cara que siempre había deseado que fuese su padre para decirle:

—No. Te dije que yo no soy como tú —Porque él, bien lo sabía el cliente adicto a la hipoxifilia que solía reservarle los sábados, sabía hasta donde llevar la asfixia antes de matar, cegando al cerebro en un desvanecimiento reversible—. Yo soy peor.

 

Cuando Nacho se desmayó le soltó y elevó la mirada hacia Gorila, que con las fichas de los tres chavales en su mano miraba la escena sin moverse.

—¿Está muerto? —formuló la pregunta en un hilo de voz. Nolan levantó la mirada hacia él y le vio estremecerse.

—¿De qué me sirve muerto? —Gorila no supo responder —Gorila, ¿Tú estás conmigo... o estás con él? —habló tranquilo, completamente relajado aunque en su costado y en su mano las quemaduras palpitasen iracundas. Era tal el dolor que se mareó de nuevo, pero se sobrepuso cuanto pudo dejándose caer hasta el suelo.

—Contigo, Nolan. Estoy contigo —Se apresuró a decir el mayor mirando el lamentable estado de su jefe, o exjefe.

 

Nolan rio. 
Joder, se sentía renovado, renacido. Extendió los brazos satisfecho y rio de nuevo.

Miró a Gorila. Ese pobre matón no entendía tanto júbilo.

—¿Tú sabías algo de esto? —preguntó señalando las fichas. Gorila negó, tan asqueado que no encontró palabras para hablar.

—Pero sí sabías lo que le hicieron a Sky, y a los otros. Lo sabías y no hiciste nada —Su voz tranquila parecía la de otra persona—. Les dejaste morir. Me dejaste morir a mí.

—Lo siento, lo siento. Cuando entendí lo que pasaba yo estaba metido hasta el cuello, la policía está en el ajo, no podía delatarle, no podía huir... —Nolan levantó su mano para detener su verborrea.

—Me da igual, Gorila. Sinceramente, me importa una mierda —Gorila enmudeció—. Este tío de aquí le vendió a Crandford once vidas. Pero en esa carpeta de ahí hay casi treinta nombres más, treinta. Yo no lo sabía, TÚ SÍ. Pero necesito tu ayuda. No me fío de mi hermano, no me fío de nadie. Si me ayudas ahora, te perdono y te doy quinientos mil euros, ¿Trato?

—Tr-rato...—desconfiaba, lo sabía. Sabía que su fama de estafador era más que merecida— Nolan, créeme, nunca pensé que fuesen tantos. Yo... Nacho me llamó, me dijo que se iba de la ciudad y vine corriendo para asegurarme de que...

—Cállate y dame el arma. Ata a este tío antes de que despierte  —Ordenó— y dame las llaves de tu coche, vas a guardarme unas cositas en él.

 

El hombre asintió, apresurando su gran cuerpo a obedecer.

—Yo estoy contigo. Me d-das miedo—repitió tendiéndole la pistola. Como si quiera dejarlo claro para no recibir un balazo.

—Genial, pues obedece y ayúdame a levantarme. No es que esté para hacer flexiones, ¿sabes?

—Te ha apuñalado y tú has... Te has... ¿Cómo no te has muerto? ¿Por qué nunca te mueres?

Nolan ya estaba acostumbrado a que le preguntasen eso. Lo cierto era que hasta él se lo cuestionaba a menudo. El "mala hierba nunca muere" empezaba a saberle a poco, quizá solo fuese que era demasiado cabezón para aceptar su propio óbito .

—He hecho lo necesario. Y haré lo necesario hasta que esto acabe. Que no se te olvide ¡Y venga! ¡Arriba, Gorila! ¡Gordo perezoso! ¡Que no pare la fiesta!

Gorila le tendió la mano para ponerse en pie. Por muy cansado que estuviera debía hacer lo que debía hacer, para eso había vuelto.

Se sentía jodidamente invencible.

Cuando Nolan tuvo las fuerzas suficientes para poder abandonar esa cocina y subir las escaleras por su pie encontró su teléfono móvil tirado en medio de un enorme charco de su propia sangre. Tenía casi veinte llamadas perdidas y doce SMS.

 

Cuando le llamó la voz furiosa de Lucas le gritó que jamás volviera a desaparecer de esa manera sin una buena razón. 

Nolan se dejó caer hasta el suelo mirando su sangre a su alrededor preguntándose si palmarla era una buena razón. Joder, se sentía como si hubiese resucitado y ni siquiera sabía explicarlo. Desde luego, tenía aspecto de no muerto aunque su alma jamás hubiese estado más empeñada en vivir.

Le calmó como pudo, aunque Lucas insistía en que su voz parecía temblorosa y que no creía que estuviera bien ni de coña... Nolan repitió que aguardase unas horas antes de encontrarse en el piso de Sol. 

Debía adelantarse; no solo a los cabrones que apoyaban a Nacho en otras ciudades vecinas, a sus clientes asesinos o a la policía; debía adelantarse a su hermano.

 

No mucho después tres soldados de Yakov llegaron al hogar de Nacho. Para cuando entraron las bolsas de dinero no estaban en el suelo, al menos no todas. Se había ocupado de guardarlas en el coche de Gorila para alejarlas de su vista. Ellos no sabían de su existencia, de modo que se lo tragaron y no parecieron dudar cuando dejó una (previamente vaciada hasta la mitad) junto al agujero en la pared para justificar el destrozo.

Así de sencillo fue comprar su respeto, solo tuvo que entregársela como pago por su ayuda.

Ensangrentado y pálido les estrechó la mano y se presentó en ruso, intentando no sonar más español de la cuenta, ni más ucraniano de lo necesario. Uno de ellos le dijo, con un profundísimo acento de Siberia que estaban allí para ejecutar las órdenes que se le había comunicado.

Lo bueno de los soldados era que obedecerían sin plantearse los detalles, no veía necesario engañar a alguien que no decidía sus acciones. 

Nolan asintió y les señaló a Nacho, atado e inconsciente. 

Uno de ellos se lo llevó arrastrándole por los pies sin mucho cuidado, sin mediar palabra. Nolan llegó a ver como le metían en su coche, como se zarandea un saco de patatas, antes de que el coche arrancase con su dueño inmovilizado en el asiento trasero.

 

Gorila, que era un tipo enorme, parecía un niño temeroso pero se mantuvo a su diestra como hubiese hecho con su antiguo jefe.

La pequeña brigada de cinco mercenarios se dedicó a cumplir con su cometido: limpiar esa casa hasta dejarla como si se tratase de un quirófano. Nadie mejor que ellos sabían ocultar pruebas para confundir a la policía científica, era su puñetero oficio.

Cuando se aseguró de que habían limpiado su sangre se montó en el coche de Gorila y se marcharon.

 

***********************************************************************************************

 

La chaqueta de Viktor fue la única prenda que había tenido cuidado de no ensuciar mientras, un rato después, escondía el enorme botín de dinero. Enterró una tremenda cifra millonaria que en ese momento le pertenecía.

Solo ellos dos conocían el escondite escogido para ese tesoro, bajo las raíces de un enorme árbol muerto en la espesura de la zona rural más profunda y olvidada, solo las cigarras habían sido testigo de como escarbaban para acomodar las bolsas y luego lo cubrían con tierra y helecho. 

Del mismo modo sigiloso se había asegurado de ser solo él quien pudiera conocer en ese momento la información del papeleo de Nacho porque antes de abandonar la casa y entregar las llaves del reino a esos tontos armados, desentendiéndose de todo, había metido todos los papeles en la bañera de la primera planta y les había prendido fuego.

 

Pronto su hermano Yakov comprendería que no podía ser Rey de un día para otro sin conocer al dedillo la red comercial que quería manejar, ojalá se diera cuenta después de que sus chicos acabasen de limpiar esa casa de que sin tener acuerdos con nadie, ni conocer el idioma... le llevaría demasiado tiempo hacer alianzas comerciales por su cuenta.

Tarde o temprano entendería que para asimilar el control, maximizando beneficios, necesitaría su ayuda, y que para recibir esa información debía contar con el buen hacer de Nolan para explicarle, que no estaría dispuesto a colaborar y comunicarle lo mucho que había aprendido sobre la ciudad si ellos no aceptaban trabajar junto a él para que todos esos cabronazos follamuertos asquerosos asesinos peces gordos que se creían que el bufet libre de carne fresca duraría para siempre... también recibiesen su merecido.

 

No la muerte, eso sería estúpido; no.

Nada cambiaría si aparecían cadáveres sin ton ni son. No, Nolan quería exponer la miseria como señalada con luces de neón; quería derrumbar sus disfraces de ciudadanos modélicos, tirarles al escarnio público de esa sociedad hipócrita, quería arruinarles la puta vida, sangrar sus cuentas bancarias, hacer que sus esposas se marchasen dando un portazo, hacer que se avergonzasen de sus terribles actos, que deseasen morir.

 

En definitiva, se sentaría triunfante a ver el mundo arder. 

 

Y para pasear la verdad por las calles restregándola por el rostro de todas esas personas que intentaban ocultarla... necesitaba subordinados.

Nolan, de todas formas, era una de las persona más adineradas de la ciudad en ese momento y si Yakov no colaboraba podía comprar a base de billetes la ayuda de sus soldados. Porque al fin y al cabo... Nolan tenía dinero contante y sonante y Yakov tenía... ¿Qué? ¿Promesas?

Él todavía no lo había pensado, por supuesto, su hermano era un poco lentito para las tareas del pensamiento... pero lo haría, tarde o temprano se daría cuenta de que había caído en una trampa y le llamaría para encontrarse y charlar del tema como caballeros para seguir manteniendo el liderazgo de sus soldados, y con ello el control de la ciudad que le había prometido.

Pero todavía no había pasado, y le quedaba tiempo.

 

Después de esconder el dinero se había dirigido hasta el piso de Sol pensando en eso, él, que era escoria sucia, un puto huérfano que por no tener no había tenido ni dignidad, un ratero traicionero... era millonario. Portaba una de esas mochilas para demostrarlo, no solo eso... era la persona más poderosa en la ciudad, sabía las cosas justas de las personas justas.

Sabía quién, cuándo; sabría cómo.

 ¡Qué sorpresas tiene la vida!

Y, por supuesto ¡Qué jodidamente bien se sentía!

Pisaba el suelo con sus botas negras como los astronautas pisan la pasarela antes de dirigirse a los cielos y conquistar el firmamento.

 

El apartamento de Sol estaba vacío, pero oyó el barullo desde el apartamento de Marta y se giró para golpear su puerta teniendo a Gorila todavía a su diestra. 

Se miró a sí mismo nervioso, como si se tratase de una cita, estaba completamente embadurnado de sangre y de barro. Incluso tenía el rostro y el cabello pegajoso, acartonado.Lo malo de un lugar con tanta humedad ambiental era que la sangre nunca llegaba a secarse del todo.

Con esa espeluznante planta de asesino de película gore le encontraron cuando abrieron la puerta.

Y quien abrió la puerta fue su novio. 

 

La herida de su cuerpo no le dejaba moverse con fluidez pero cuando Lucas le abrazó violentamente no le importó demasiado y él también se entrelazó con su cuerpo fundiéndose con su calor.

Su boca le sabía a vida y sus labios eran como esas cuerdas invisibles que le habían llevado hacia arriba para no morir, le besó durante tanto tiempo que ni recordaba que Gorila estaba tras él sin saber donde mirar, tampoco recordó que la puerta de Marta estaba abierta y que los más de ochenta niñatos que trabajaban para su exjefe se habían acercado para observar. Notó las manos de Lucas acariciando su nuca y solo fue consciente mientras se alimentaba de su boca de que le provocó soltar un gemidito bajito y ronco que tiñó de rojo su rostro. Escuchar a Lucas gemir fue puta música celestial, y fue agradable saber que era capaz de conseguir ese sonido delante de tanto público.

Cuando se separó de él, ambos miraron a las personas a su alrededor.

—¿Qué pasa, os aburrís? ¡Panda de mirones! ¿Para esto os salvo?  —Recriminó Nolan a los adolescentes. Se giró hacia el enorme guarda— Gorila, ocúpate de esta panda que tengo que hacer una cosa.

—Marchando. 

Gorila pasó a su lado por el umbral de la puerta con torpeza y entró.

Nadie mencionó nada, pero Nolan vio las miradas que intercambiaron sus antiguos compañeros de profesión, ese acto de ordenar y ser obedecido (añadido al aspecto sangrante que llevaba) fue suficiente para confirmar lo que llevarían sospechando toda la noche, que Nacho había caído. 

 

Nolan le sujetó de la mano y tiró de él hasta esconderse juntos en el pasillo para tener privacidad. 

—Por dios, por dios, estaba volviéndome loco —le decía Lucas contra su boca todavía tembloroso por los nervios. Enredaba los dedos en su pelo asqueroso sujetándole contra él, aunque Nolan no tenía ningunas ganas de apartarse de allí—. Te he llamado mil veces, no contestabas, no sabía dónde estabas. He pensado que te había... No vuelvas a hacerme esto, por favor ¿Qué ha pasado?

Se levantó la camiseta, olía realmente mal. Pensándolo bien esa tela contenía sangre de dos personas, y la suya propia. Más sudor, barro y polvo de cemento. Joder, hubiese matado por una ducha.

 

Lucas abrió los ojos por la sorpresa de toparse semejante destrozo en su piel.

—Sangraba mucho. Creo que me desmayé, luego volví y peleamos. No pude contestar, lo siento. Tengo que pedirte perdón por esto, Lucas, por mandarlo todo a la mierda, por meterte en este lío. Lo siento.

—Estamos en esto juntos, ¿vale? —Nolan se estremeció cuando le sujetó la mano—Parece profundo...

—Pero no toques, porfa.

—Dios mio... ¿Te duele mucho? 

—Define mucho —Bromeó para que se tranquilizara—. Antes de que me lo propongas, no voy a ir a un hospital, churri.

—¿Crees que Sol sabría curarla? No me llames churri.

—¿Prefieres churrita, churrota mía?

—¡SERGIO! ¡Esto es serio!

Nolan asintió quitándole importancia. Miró hacia la puerta cerrada de Marta. 

—Oye, ¿y Sol y Marta?

—Han ido a pasear al perro —respondió Lucas aunque su mente parecía estar todavía en su herida. Se obligó a mirarle a la cara y Nolan le sonrió—. Ellos necesitaban un descanso y ya sabes... a Tyson le da igual esta movida, él solo quiere hacer pipí y cagar. 

—¡Qué envidia de vida! —comentó para que le devolviese la sonrisa, casi gimió del gusto de volver a ver esos hoyuelos cuando así sucedió.

—Vamos a casa de Sol y te duchas. Hueles a muerto.

—Eso tiene gracia porque... —dijo muy bajito, no dejó que le escuchase para no asustarle.

 

No había cerrado con llave. Para cuando cruzaban el umbral de la puerta Lucas intentó estrecharle la mano. Le dio igual hacerse daño en la llaga palpitante de su palma, pero Lucas notó el leve movimiento y se apartó para juzgar la gravedad de esa quemadura. 

Cerró los ojos y negó.

Buena pinta no tenía.

—No es nada, Lucas. Cariño, no pasa nada. eh, eh —Se acercó a él intentando adelantarse a su preocupación. Le empujó suavemente para que se sentase en la cama.

 

Pero antes de que pudiera hablar Lucas le dijo:

—Nolan, todavía no te han atrapado. Por favor, huye. Puedes irte antes de que la policía descubra a Crandford. Estás a tiempo de...

Nolan negó sonriendo por tan enorme ocurrencia. 

—Si no fuese por ti lo haría —le dijo con una risita. Era mentira. Si no fuese por él, en realidad, estaría muerto. Hubiese muerto mil veces. En cada escalón de se le hacía enorme la vida él era el motivo para parar y recapacitar para no saltar al vacío sin ningún plan. 

—Pues nos vamos —No sonaba convencido ni para él mismo pero Nolan notó que si aceptaba lo haría, se iría con él hacia la incertidumbre.

Saber que le amaba tanto era el milagro que más le sorprendía, incluso más que los millones que tenía escondidos, ¿Cómo iba a ser él acreedor de tal tesoro que era su cariño, bonito, sincero y puro?

—¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¿Nos vamos a dónde? No. Lucas, no.

—Solo quiero estar contigo, me da igual el sitio —Fruncía el ceño, parecía enfadado. Nolan suspiró e intentó hacerle entrar en razón.

—¿Como fugitivos? —le preguntó, sonaba tan ridículo que Lucas bajó la mirada. Negó— Me parecía bien lo de Bonny and Clyde, pero no tan literal.

—Tienes razón, pero... 

—Lucas, mi amor, escúchame. Quien te quiere jamás te pedirá que te alejes de tu familia o de tus amigos. Nunca. Y yo te quiero. No te mereces eso, mucho menos por errores que decida cometer yo —Le habló tan tajante que Lucas acabó asintiendo suspirando, rindiéndose—. Todo saldrá bien, hazme caso, ¿Confías en mí? —Asintió más fuerte— He matado a un hombre y la justicia debe juzgarme como un buen ciudadano. Cumpliré para poder tener una vida contigo, sin huir. No, no voy a huir, de hecho... me voy a entregar cuando sea el momento oportuno. Porque eso es lo más inteligente. Es la única forma de ganar.

—Pero...

—Si huyo taparán el asunto y nadie sabrá lo que hacían. Nadie sabrá nada y Crandford será una víctima... Me tienen que juzgar para que salga a la luz toda su mierda. Es necesario, con la de Crandford también saldrá la de todos los demás. Confía en mí, sé lo que debo hacer —Le dio unas palmadas en el muslo en un gesto optimista que llamó la atención del psicólogo, le besó impulsivamente sin pensárselo demasiado—. Mírame, ¿no ves que algo ha cambiado?

Sus ojos castaños le recorrían la cara hasta que acabó sonriendo también. Tan bonito, Tan guapo.

—¿Estás contento? Pareces feliz.

Nolan asintió enérgicamente.

—Me siento como si hubiese estado arrastrando una mochila de piedras y se me hubiese roto. No lo sé, igual es que estoy loco. Pero... no sé si contártelo.

—Dime anda, sorpréndeme. Puedo encajarlo. Me tienes curado de espantos.

—A veces tengo alucinaciones —Se acercó para susurrarle como contando un secreto—. Te lo dije una vez, te veo. Tu recuerdo me acompaña, me mantienes vivo. 

Lucas abrió la boca un momento y luego la cerró antes de susurrar:

—Vale, para eso no estaba preparado.

Nolan se encogió de hombros.

—Me pasa a veces cuando me drogo mucho, o cuando me... muero, o casi muero —Lucas le escuchaba atento con el ceño marcado—. Cuando me apuñaló me despedí de Viktor como Dios manda. Sé que es mentira porque él nunca hubiese dicho lo que dijo, pero me sentó bien. También estaba Sky, e hice las paces con esa parte de mí que siempre está furiosa. Me quedé contigo. Hablamos de tu madre.

—Sergio, estás fatal —Parecía asustado, pero su perplejidad se acabó transformando en una carcajada que Nolan acompañó riendo.

—Más fatal estás tú que me quieres.

Se movió despacio para colocarse sobre su regazo, aunque le doliese la herida en cada movimiento.

—Pues también es verdad, oye. Te doy la razón.

 

Los brazos de Lucas le rodearon la cintura introduciendo las manos bajo su camiseta para acariciarle la espalda amoratada de pelear. Esas manos eran reales.

—Me siento nuevo, me siento bien. Estoy juntado todas mis partes rotas —Se agarró la cabeza sonriendo—. Ahora me siento como una locomotora, como si pudiera atravesar una montaña a cabezazos. Oye, Lucas, ¿Te gusta jugar al ajedrez? 

—Sí, pero prefiero no jugar contra ti, gracias. Yo me quedo en nivel amateur de persona normal.

—Aunque nadie se haya dado cuenta todavía ya hemos ganado. Lo que va a pasar es como cuando prevees un jaque, sabes que si haces unos movimientos sucederá y es inevitable. Pero todavía tu oponente no se ha dado cuenta, y las piezas no parecen ordenadas porque todavía no las has movido. Coño, sé que estoy hablando como un loco. Solo quiero que entiendas que no tienes que preocuparte por mí. Todo está controlado ¿Vale? 

Lucas asintió. Tan bonito, tan inocente.

Nolan le abrazó, aunque intentó no mancharle de la mugre que le recubría el cuerpo.

Recostado sobre él con la mejilla apoyada en su hombro notaba las manos de Lucas acariciarle la espalda bajo la camiseta. Iba de su lumbago hasta su trasero y volvía a recorrer ese camino una y otra vez. Nolan sabía que estaban perdiendo un tiempo valioso, pero esas caricias serían el alimento del que se nutrirían los recuerdos que le mantendrían centrado cuando ambos se separasen y no quería apartarse de allí, simplemente no quería.

—Dios, echaré de menos esto —Oyó que susurraba Lucas, que tal vez estaba pensando lo mismo que él.

Nolan se apartó para mirarle a la cara. Tan bueno, tan cariñoso.

—No será por mucho tiempo. Soy menor. Lucas, un menor de edad no tiene la misma responsabilidad penal que un adulto. Con mi edad soy imputable, pero no penable de igual manera, ni en plazo ni en forma ¿Por qué te crees que Nacho me usaba a mí para pegar palizas?

—¿Porque peleas bien?

—Usa a menores para hacer el trabajo sucio porque el código penal no impone penas a los menores de edad sino medidas de reinserción, con un máximo de cinco años de internamiento y tres de libertad vigilada. Si demuestro que no tengo dieciocho años...

Lucas comprendió. Tan listo, tan maduro.

—En tu DNI pone que eres mayor de edad. Pero es un DNI falso. No estás en la base de datos del estado. Tíralo. Si no lo ven... es como si no lo tuvieras.

—Pero sigo sin forma de demostrar mi edad. Necesito que me juzgue el tribunal penal de menores —Nolan tomó aire antes de decir—. Tengo que pedirte un favor muy importante, pero es que... solo confío en ti para esto. No te lo pediría si no fuese necesario.

—Claro, Sergio. Haría lo que fuera por ti, ya lo sabes.

Tan valiente.

—Necesito que vayas a Lugansk —Su cuerpo pegó un respingo bajo él, pero se sobrepuso y asintió—. Ve a mi orfanato y encuentra mi acta de nacimiento, mi ficha de adopción, mi célula de identidad... lo que sea. De poder demostrar mi edad depende que me juzguen como un menor o como un adulto, la diferencia es comerme un máximo de cinco años... que ya te digo que no serían tantos, o un mínimo de diez.

Lucas rumió la información unos segundos, hasta que negó resuelto y luego asintió de nuevo.

—Claro, claro. Voy. Vamos, vamos al aeropuerto —Intentó ponerse en pie. Nolan negó y le empujó. 

—Tranqui, todavía no. Quédate conmigo un ratito más así, por favor.

—Pero cuanto antes vaya... 

—Te he comprado ya el billete, tenemos tiempo.

Lucas le miró con un gesto a medio camino entre la sorpresa y la ofensa.

—¿Y si te hubiese dicho que no? —Soltó una risita pero se esforzaba en parecer digno. Luego se rindió arrugando la nariz— No está bien usar tu coco para manejarme a mí, eh. Ya tienes bastantes títeres, yo no.

—¿Tú no querías que fuese un BMW? Pues toma alta gama. Escucha, cariño.

—A ver, explícame el plan.

—Tienes que ir a Luganks pero el Gobierno de España ha cortado los vuelos por el conflicto, en su web explican que...

—¿Qué web?

—La del ministerio de asuntos exteriores. Lucas, ¿Te centras? Bueno, pues que ahí dicen que España no recomienda el vuelo a Lugansk, allí dentro tu embajada no será válida, que si vas es bajo tu responsabilidad, etcétera. La única forma de entrar es por tierra. Por la frontera Ucraniana no es buena idea, necesitas tener unas divisas especiales de viaje, una autorización del ejército ucraniano... y la frontera está muy vigilada. Puede ser peligroso si hay jarana. Lo mejor es que entres por Rusia.

—Entonces voy a Rusia —Pese al ligero nervio que mostraba su tono, sus ojos brillaron con emoción.

—Sí, vas a Rostov. Allí te encontrarás con un amigo... —Nolan se llevó la mano a la cruz de su pómulo instintivamente— Te encontrarás con Vanko Bernyck en el aeropuerto. Con él estarás bien, te llevará en su coche para pasar la frontera sin problemas. Vanko te llevará al orfanato, buscas los papeles y vuelves.

—Vale. No parece difícil —Asentía, parecía ilusionado—. Puedo hacerlo. Estará bien hacer turismo, claro que sí. Venga, ¿Cuándo me voy?

Nolan chocó sus labios y se separó de él para ponerse en pie, se quitó la chaqueta.

—Tres horas. Gorila te llevará al aeropuerto. Ah, Lucas. Cuándo vayas... dale esto a Vanko. 

 

Lucas la sujetó extrañado, se le veía en la cara que él notaba esa prenda como un relicario que le daba respeto tocar, extendió la mano incómodo y la sostuvo alejada de su cuerpo.

—Pero si es la chaqueta de Viktor... ¿No la quieres tener tú? —susurró sin apartar ojos de su cuero.

Deshacerse de esa prenda no era fácil, pero Viktor no estaba en esa chaqueta, no estaba en ningún sitio; estaba muerto. 

Solo vivía en sus recuerdos, no le hacía falta aferrarse a ese objeto símbolo de tiempos en los que Nolan era débil. Era el comienzo de una nueva etapa, una mejor, por estúpido que pareciera sentía que no podía ser así mientras conservara esa prenda que llevaba puesta cuando se drogaba, bebía y se desmayaba en cualquier esquina envuelto en dolor y melancolía sin saber afrontarlo de otra forma menos autodestructiva. No, Viktor no se merecía ser recordado así.

—Quiero que se la des. Viktor era su hermano —Explicó. Lucas abrió los ojos sorprendido— Creo que él debería tenerla. Vanko lo pasó muy mal cuando él murió, se merece tener un recuerdo suyo. Yo... bueno, yo ya la he tenido mucho tiempo...

Nolan se quitó la camiseta, prueba inculpatoria donde las hubiera, se acercó al baño sin darle importancia a como Lucas le observaba y comenzó a limpiar la mugre de su tronco superior primero con agua.

—Vale, como quieras —Lucas sonrió un poco mirándole tirar la ropa en la bañera.

—¿Puedes ir a la cocina de Sol y traerme algún detergente que ponga "oxígeno activo", Neutrex o algo así? —Pidió Lucas desapareció del umbral de la puerta para rebuscar bajo el fregadero— con lo limpio y lo señor de su hogar que es... seguro que la lejía le sabe a poco. Trae lejía también, mejor prevenir que curar.

—Bingo —Oyó que decía. Le llevó un bote de dos litros de oxígeno activo y una botellita de lejía para superficies— ¿Te vale esto? Solo he encontrado... 

—Perfecto, gracias —susurró echando un largo chorro sobre la ropa, se quitó los pantalones e hizo lo mismo. Se desnudó frente a la atenta mirada de Lucas, que no apartaba los ojos de su cuerpo, Luego se inclinó para entrar en la bañera y con ese mismo detergente para lavadora se enjabonó cada hueco de piel que pudo. Se raspó a conciencia bajo las uñas y en el pelo.

 

Le escocía en las heridas, pero más le escocería acabar con dos condenas de asesinato.

 

Debía deshacerse de la sangre de Nacho, no iba a pringar por una muerte que no había ocurrido.

El peróxido de hidrógeno liberado reaccionó a las enzimas que componen la sangre, y con ello eliminó cualquier rastro de ella en cuanto mezcló el detergente con agua y frotó, asegurándose que cualquier prueba de criminalística diera negativo, tanto el luminol como la de hemoglobina o la fenolftaleína.

—Me gustas tan decidido, es bonito verte sin toda esa tristeza en los ojos. Pareces más guapo todavía. No sé cómo eso es posible —Lucas se acercó a él y alzó la mano lentamente hasta tocarle el abdomen mojado. 

—Yo estoy decidido. Aquí dentro tengo una luz que parpadea, antes era tenue... ahora brilla. Y es toda tuya ¿sabes? Tuya como yo, como lo es esta polla que me cuelga, como los millones, todo pa' ti —le dijo Nolan, estaba tan cerca que el agua chocaba sobre su cuerpo y salpicaba su ropa, parecía no importarle. Le soltó, él no entendía a qué se refería—. Pero si tu dejas de estarlo... No te lo reprocharía, ¿vale?

—¿A qué te refieres?

—Que si la situación te sobrepasa... entendería que me dejases, a veces no hace falta dejar de querer a una persona para que lo mejor sea alejarte si es demasiado complicado. Yo lo entendería, de verdad. Sabría que me quieres, no te sient...

—¿Me estás dejando?

—¿Qué? ¡No! Te estoy diciendo que... Solo te digo que yo no renunciaría a ti por nada, pero renunciaría a ti por ti. Si todo esto se tuerce mucho y no te hace bien...

Quizá no era el mejor momento para hablar de eso, allí desnudo enjabonado por completo de detergente.

—Cállate, Sergio —le interrumpió Lucas negando muy serio—. Si quisiera dejarte te dejaría. No necesito que me des permiso para eso. Ya sé lo que hay ¿Y sabes qué? No te vas a librar de mí. He esperado años para estar tan bien con alguien, me da igual esperar un poco más. Porque lo que tú y yo tenemos no se encuentra todos los días ¿sabes? Confío en que... lo que sea que estés planeando salga bien.

—Saldrá bien. Si juego bien mis cartas pronto estaremos juntos, te lo prometo; y te aseguro que sé jugar bien mis cartas. Soy un actor que te cagas, y Diego es un buen abogado, tú lo sabes.

 

Abrió el grifo y se enjuagó con esmero.

—Nunca ha perdido un caso, espero que no sea este el primero. Lo mato. No en plan literal como tú, lo mato de... Tú ya me entiendes, de reñir —le lanzó una miradita divertida y Lucas alzó las manos—. No me mires así, que yo también hago mis actos criminales, eh. Le disparé a ese policía asesino. Pero no te rías, cabrón ¿Te ríes de mí?

—¿En serio hiciste con él "actos criminales"? Suena tan íntimo... —Sonrió bajo el chorro de agua, notando el detergente escurrirse por su cuerpo— ¿Me pongo celoso o qué?

Lucas asintió con la intención de parecer digno.

—Le disparé. Dos veces.

—¿De verdad? Todo lo malo se pega, ¿Te mando a Yuri para que te proteja y acabas disparándole a alguien? —Exclamó Nolan riendo. Cerró el grifo y agarró con su mano buena la botella de lejía. 

Eso iba a doler.

—Tu amigo Yuri es muy majo, pero me dio escalofríos lo pirado que está, aunque claro, ahora que sé que tienes alucinaciones... tiene razón en que tú estás más cu-cú que él.

—Yo los llamo fantasmas. 

 

Tiró un largo chorro sobre la ropa. 

—Claro, súper normal. Buen nombre para que parezca menos creepy. Cariño, creo que tienes un brote psicótico. 

—Me da igual como se llame, me gusta —farfulló Nolan bajo el agua. Jamás se había sentido tan bien—. De todas formas Yuri es peor. Siempre ha pensado que tiene poderes. Insiste desde pequeño en que él nunca ha fallado un tiro porque tiene poderes sobrenaturales que le dan puntería, en plan superhéroe venido a mal, ¿En serio crees que ese tío está menos cu-cú que yo? —dicho eso agarró la botella de lejía y respirando hondo dejó que su contenido cayese sobre sus manos. Apretó los dientes porque su quemadura burbujeaba irritada por la química, pero un poco de dolor no iba a poner en peligro su plan. Podía aguantar. 

"Adiós ADN de los cojones".

—Pues ahí ahí estáis. No te creas —susurró Lucas sobrecogido.

—Ya puede venir el C.S.I que estoy más limpio que la conciencia de un recién nacido.

Lucas se quitó los zapatos y se metió en la bañera completamente vestido para abrazarle.

 

********************************************************************************************* 

 

Lucas se marchó para buscar su pasaporte después de un largo beso en el que le hubiese gustado habitar para siempre.

Se habían vestido con ropa prestada de Sol, esa negra y sobria que guardaba para asistir a reuniones familiares con su abuela. En cuando entró en el apartamento de Marta llevándola puesta Sol se llevó las manos a la cabeza diciéndole que le estaban quitando todo lo que tenía.

—Primero fue el piso, luego mi ropa, Nolan, ¿quieres algo más? ¿Te doy mi sangre, la vida de mis venas? —le decía Sol en voz baja para que solo Marta y Gorila pudieran escuchar sus quejas en la cocina. Reían, parecían agradecidos de ese momento de tranquilidad. Ellos llevaban sin dormir tanto tiempo como él.

Los chaperos estaban en el salón viendo la televisión, aunque más atención le prestaban a él.

—No tenía otra cosa. Deja de quejarte, cuando te pones intenso te pareces a la Martirio.

—¡Y a mucha honra!

Dejó la bolsa de deporte medio vacía sobre la barra americana.

—Sol, tienes un cuarto de millón escondido debajo de tu fregadero. Es un regalo. No se lo digas a nadie —le susurró acercándose a su oído, Sol se giró hacia él sorprendido. Sus ojos cansados ni pestañearon asimilando la información.

—Puedes quedarte el jersey, si quieres. 

—Gracias.

 

Le agradeció a Marta la enorme ayuda que había supuesto y le prometió una compensación. Gracias a ella los niños estaban a salvo en la cafetería 24h, y sus compañeros permanecían escondidos.

 

Se acercó a la multitud de adolescentes que le miraban en silencio, con el miedo de la incertidumbre pintado en la cara. Después de haberle visto cubierto de sangre el silencio reinaba en la estancia. Muller levantó la mano lentamente, como pidiendo permiso para hablar.

—¿Qué ha pasado con Nacho? —preguntó asustado. Él y Muller nunca se habían llevado bien, quizá fuera porque era valiente y no le tenía tanto miedo como sí le tenían el resto de niñatos. Aunque en ese momento, comprendiendo que Nolan era algo parecido a su nuevo jefe, parecía arrepentido por todas esas veces que le había plantado cara.

—Se ha ido  —respondió resueltamente, instintivamente se miró la mano herida—. Ni idea de a donde. Lejos, no creo que vuelva.

Sabían lo suficiente de la calle para saber lo que eso significaba en realidad. 

—¿y ahora qué va a...?

Nolan se acercó tranquilamente hasta el salón, frente a ellos elevó la voz de líder nato para que sonase clara y sin vacilar:

—¿Cuántos de vosotros estáis aquí porque le debéis dinero a Nacho, pero os gustaría volver a donde sea que seáis? —Nadie se movió— Responded, por favor. Sed sinceros ¿Cuántos os queréis marchar, pero os da miedo? —La mayoría levantó la mano despacio— Cualquier deuda que tuvieseis con él, o con cualquiera de sus negocios, queda anulada. Os podéis largar cuando queráis.

—¿Sin más? 

—Sin más. Nacho se ha ido. Ya no trabajáis para él. Si el problema es el dinero no os preocupéis, os pagaré el viaje. Nadie os buscará. Sin palizas, ni amenazas. Si es lo que queréis... volved a casa —les sonrió—, aunque tenéis que hacer una cosita para mí antes.

—Ya sabía que no podía ser tan fácil  —dijo uno de ellos.

—Antes de salir, me dejáis vuestros contactos. El nombre de vuestros clientes habituales y qué les mola hacer. Tampoco os pido la puta luna, joder —Se giró hacia la cocina—. Oye Sol.

—¡Dime jefe todopoderoso, gran señor! —Aunque su voz sonase burlona se puso en pie para quedar a su disposición.

—Ve a tu apartamento con estas fichas. Según vayan yéndose les tachas y les das tres mil euros a cada uno para que puedan ir a donde quieran a empezar de cero. Vamos a ir desalojando el apartamento de Marta, bastante nos ha ayudado ya. 

Sus compañeros se miraron entre ellos como debatiendo sin palabras hasta qué punto podían creerse eso, pero la propuesta era demasiado buena para rechazarla o indagar en los motivos.

 

Poco a poco se fueron poniendo en pie y salieron del apartamento siguiendo a Sol. Frente a Nolan, como él ya había previsto, quedaron veinte chicos, los más mayores, los más belicosos. 

—¿Y los que no tenemos casas a las que volver? —preguntó Muller con el ceño contraído.

—¿De verdad queréis seguir haciendo lo que hacéis? ¿No preferís el dinero? —Muller se puso en pie y negó.

—Algo me dice que contigo hay más plata. Yo no...

Nolan elevó la mano y el chico enmudeció, en su puño descansaba una colección de tarjetas SD. Se las mostró antes de depositarlas en la mano de un chico negro.

—Ya que estáis viendo una película... os he traído material para hacer un maratón juntos, ¿Quién conocía a Sky? ¿Queréis saber lo que le pasó? ¿Y a Jeque? ¿y a todos vuestros amigos que se marcharon tan rápido que no se despidieron de vosotros?

—¿Lo que dijo Psicólogo es cierto? ¿Los han matado? ¿Nacho les...?  —preguntó Bruno en un hilo de voz.

 

Nolan asintió e introdujo en la ranura del bluray la SD perteneciente a Sky.

 

Los ojos de esos veinte muchachos se agrandaron observando el contenido de esa tarjeta y desesperados comenzaron a buscar entre las tarjetas buscando alguna descripción que concordase con la de sus seres queridos. Nolan sacó de la bolsa las fichas del resto de muchachos vendidos y se las tendió.

Algunos lloraron cuando reconocieron a sus amigos. Gorila, que se mantenía en la cocina lo observaba todo con rostro de culpabilidad, su piel morena casi parecía pálida por el mal cuerpo intentando no mirar como Sky moría en la televisión.

 

Nolan se plantó frente a la pantalla.

—Crandford está muerto  —dijo, y ellos levantaron bruscamente la cabeza— pero no era el único, como podéis ver. Que yo sepa, son culpables de matar a cuarenta y uno. Se han aprovechado de nosotros, de nuestra tristeza y nuestro miedo, del hambre y la adicción —Los chicos se fueron poniendo en pie, escuchándole hablar embelesados por su rabia fría y objetiva, dejándose llevar por su afán de venganza— Nos tratan como si fuésemos mercancía, cosas que usar y tirar, cosas que vender y romper, ¡Pues se acabó! Trabajad para mí, ayudadme a usar a esos cabrones hasta hacerles llorar. Porque ya es hora de que NOSOTROS LES FOLLEMOS A ELLOS, DE QUE NOSOTROS NOS APROVECHEMOS DE SU MIEDO. Y PRONTO, SE PREGUNTARÁN CÓMO PUDIERON TENER TANTO QUITÁNDOSELO TODO A LOS DEMÁS, COMO PUDIERON CREER QUE PODRÍAN JODERNOS TANTO SIN PAGAR LAS CONSECUENCIAS, ¡ESTA ES NUESTRA PUTA CIUDAD Y NO VAN A MATARNOS MÁS!

Ellos asentían, los gritos de Sky resonaban en sus oídos como una banda sonora que les quemaba dentro llenándoles de cólera espesa, difícil de tragar, difícil de eliminar.

 

—¿Cómo...? —Muller hablaba con la vista clavada en las fichas, las pasaba una a una hasta que su rabia explotó y las tiró contra el suelo. Nolan se acercó a él.

—Muller, tú y yo nunca nos hemos llevado muy bien. Pero sí con Sky. Tú eras su amigo también —Él asintió en movimientos casi espasmódicos por la inmensa rabia que le recorría el cuerpo. Nolan conocía bien esa sensación que veía en su rostro, aunque a él ya le fuera ajena— . Eres fuerte y valiente, cabezón... no demasiado tonto, y sabes cuidarte bien en las calles. Te necesito —Se giró hacia el resto—. Os necesito a todos. Para el mundo somos errores del sistema, escoria, rateros... pero somos sus errores, somos SU basura. Nos subestiman. Porque nosotros sabemos sus secretos más ocultos, sus deseos más depravados y asquerosos. Ninguno ha conocido un hijo de puta como yo, ¿me ayudaréis?

—¿Qué tenemos que hacer? —preguntó Bruno asintiendo, apretando los puños, lloraba mirando a Sky en la pantalla.

—Sed mis pajaritos.

 

**************************************************************************************** 

 

Nolan suspiró mirando la alboreda a su alrededor. 

Lucas ya había sido llevado al aeropuerto, de modo que el puñetero amor de su vida estaría en ese momento fuera de la ciudad, a más de diezmil metros sobre ellos, elevado como siempre lo estaba... y también a salvo.

Su vida estaba en sus manos, cuando llegase a Rostov y más tarde a su orfanato debía encontrar algún documento que acreditase su edad o estaría jodido; aunque, bien mirado, Nolan estaba dirigiéndose al encuentro con su hermano, de modo que si él le pegaba un tiro en plena frente no había nada de lo que preocuparse tan a largo plazo.

Poco después de asegurarse de que los chicos de Nacho estaban de su lado Yakov le había llamado serio, conciso, sin atisbo de cariño. Le había dicho que se encontrarían en las afueras de la ciudad, bien alejados de cualquier rastro de población.

Gorila aparcó varios metros tras el coche de su hermano en el lugar acordado, una pequeña explanada en medio de la nada frente a una colina. Desde ahí solo veían campo. Eso no gustó a Gorila, insistía en acompañarle.

Nolan negó. Ese encuentro era crucial.

Su hermano estaba esperándole sentado en el capó de su coche con tranquilidad, completamente solo, observando el paisaje.  

—Quédate aquí con cara de mala leche —Ordenó —. Si ves que me mata entonces no sé, haz lo que quieras.

—Le veo lagunas a ese plan, Nolan —Gorila apretó el volante fuerte entre sus manos.

 

Nolan, bajo el sol del medio día, se acercó subiendo por la colina. Las piedrecitas que rodaron hacia abajo anunciaron su llegada, pero su hermano no se movió. Acarició la carrocería del coche y se acercó poco a poco, sin hacer movimientos bruscos, hasta sentarse a su lado en el capó.

Yakov no había cambiado apenas en los tres años que había pasado desde que se marchó de su lado, seguía siendo un hombre alto, ahora de veintinueve años, grande como un enorme roble de brazos musculosos y espalda ancha. Su cabello seguía del color del centeno, más dorado que castaño, algo largo y recogido sin mucho cuidado en un moño destartalado; del mismo color era su barba ensortijada. 

 

—Hola, hermano —dijo Nolan en ruso, mirando al frente. 

Aunque una parte de él (la mayor parte, de hecho) se moría por girarse hacia su hermano y abrazarle fuerte, por sentir aunque fuese durante un momento efímero el amor de una familia... de SU familia, tan escasa y dividida. Todavía así se mantuvo firme y seco, mirando al frente para no mostrar debilidad. 

 

Él tampoco le mirada. Su mano grande sujetaba un cigarro y fumaba tranquilo, sin decir nada. Ese silencio era un pulso invisible que Nolan, que había ganado a la misma muerte, no iba a perder. Finalmente Yakov se giró hacia él para mover sus labios, unos labios que se parecían a los suyos. Aunque Nolan fuese muy parecido a su madre, vio en el rostro de su hermano reflejos de él mismo. Eso le hizo sentir bien. 

 

—¿Me la has jugado, Serhii? —dijo como saludo, después de tantos años. Su voz grave retumbaba en su pecho cuando hablaba, haciéndola tan profunda que inspiraba respeto.

—No soy de fiar —Se encogió de hombros. Se dio cuenta de que él, que ya era adulto, tenía una voz ronca y áspera parecida a la de él. Sus ojos negros, por ejemplo, también eran parecidos; no el color, Nolan portaba la mezcla de colores que heredó de su progenitora, pero sí la forma... ambos achinaban los ojos al sonreír, y ambos sonreían poco.

—La misma calaña traicionera que tu madre, puta gitana de mierda.

Nolan suspiró.

—Tú tampoco lo eres, Yakov. No debería extrañarte que me asegure de ser...

—Imprescindible —Terminó la frase asintiendo. Aunque parecía serio, notó que parte de él parecía orgulloso, como si estuviese gratamente sorprendido por su jugada.

—¿Lo he conseguido? ¿Lo soy? —Yakov se giró, pese a que le gustase que su hermano pequeño fuese capaz de ponerle de esa forma entre la espada y la pared... también parecía irritado por ello. 

—Nadie es imprescindible en esta vida, Serhii, ¿no te enseñaron nada esos curas?

—Ya te conté lo que me enseñaron —Yakov seguía sintiéndose levemente culpable por dejar que su hermanastro creciera en un lugar tan horrible. Bajó la cabeza. Nolan notó ese gesto y aprovechó para decir—: Por cierto, ¿Cómo está tu madre?

—Muerta. Una trombosis. Hace dos años —respondió. Yakov sacó su paquete de tabaco y se lo tendió. Nolan aceptó el cigarro.

—Lo siento.

—Ahora los dos somos huérfanos. Somos la única familia que nos queda —y aunque su tono parecía casi cariñoso, también fue sincero cuando le amenazó—: Me entristecería tener que enterrarte.

Nolan pegó la primera calada con los ojos cerrados.

—Yakov, has venido sin compañía porque no quieres que tus colegas sepan que estás en desventaja. No me amenaces. 

Yakov se giró hacia el coche de Gorila, aguardando pistola en mano, y dibujó una mueca impresionado.

 

—Has hecho que venga desde tan lejos para hacerte el trabajo sucio. Tienes los cojones de papá, eso te lo admito.

Yakov rio y por ello Nolan suavizó su tono. Siguió hablando despreocupadamente:

—Lo único que deseo es que todo salga bien, para todos... también para ti. No me interesa quitarte esta ciudad. Quiero dártela a ti. Te juro que mi intención al principio era entregártela sin más, de verdad. Pero luego descubrí que esto está lleno de gilipollas mataniños y... el plan cambió. Lo siento.

 

Yakov gruñó, su pecho vibró como si hubiesen arrancado un motor.

 

Nolan siguió hablando. La mejor forma de obligar a un orgulloso a pasar por el aro era fingir que suplicaba ayuda, darle una manera de mantener su orgullo intacto.

—Te necesito Yakov, necesitaba alguna forma de que me prestases atención.

—Enhorabuena, escucho.

—Te he dado las claves para hacerte con este cortijo en una noche, pero sin los contactos de Nacho no puedes asimilar sus negocios tan rápido como creíste ¿verdad? Sin saber con quién hablar, ni saber hablar español, tardarías mucho tiempo en conseguir lo que yo puedo darte así —Chasqueó los dedos— ¿Qué alternativa te queda, mandar esos acuerdos al cuerno y empezar de cero? ¿Barres a balazos y acabamos todos muertos? Uno: tus mercenarios verán que has perdido el control, no te conviene que duden de ti, esa debería ser tu mayor preocupación... que sepan que te la he jugado —Después de alzar un dedo alzó otro—. Dos: No te lo permitirán. Ni las ciudades vecinas, ni la policía. Nadie querrá colaborar contigo si no cumples con lo que ya tienen establecido y lo mejoras. Yo sé lo que establecía Nacho. Ha sido una noche muy larga, hermano, he aprendido mucho. Tres: Estás aquí por el dinero, así tendrías beneficios desde ya, hoy mismo. Sé exactamente qué debes hacer ahora. Ayúdame a ayudarte.

—Tengo a Camila. Ella ayudará.

—Camila sabe español pero no el funcionamiento de estas calles, estarías en el mismo problema. Es más, mientras Camila lleve la cruz que lleva tatuada en la cara seguirá siendo más mía que tuya, y también lo sabes.

—Yo tengo soldados —replicó enfurruñado.

—Y yo dinero. Te los puedo quitar si pago lo suficiente.

—Yo tengo armas.

—Y yo a Yuri.

—Yo peleo mejor que tú —Eso sonó casi con cabreo fraternal.

Nolan soltó una carcajada.

—¿Nos metemos de hostias para comprobarlo? 

—Yo teng...

—Yo tengo a Joel.

—¿Y ese quién es? ¿Tu novio? 

—Si eso es un intento homófobo de ofenderme ni lo intentes, ya he oído de todo; y tengo novio, la verdad. Pero no es Joel. Bueno, con Joel tengo un rollo raro pero...

—Qué puto asco, Serhii. No me cuentes esas cosas o te pego un tiro.

—La cosa es que nos necesitamos. 

—¿y qué me propones? ¿Que yo trabaje para ti? Antes me tiro ladera abajo.

—Oh, no. Te propongo que nos aliemos  —Sonrió tímidamente—. Tú me ayudas en mi plan, y yo te ayudo en el tuyo. Hablaré con ellos y te apropiarás de todo, tus soldados ni se enterarán de esto, el dinero fluirá mucho más rápido de lo que lo hacía en Yakutsk. Lo juro: No me entrometeré en tus asuntos. Tuyos son. No los quiero.

—¿Sin trucos?

—Eres mi hermano, Yakov, y te aprecio. De verdad quiero que te vaya bien. Sé que me odias, pero somos familia, ¿Trato?

Le tendió la mano.

Yakov elevó las comisuras en una sonrisa.

—¡Qué cojonazos tienes, hermanito!

Se la estrechó fuerte, uniendo fuerzas y le dijo zarandeándole un poco "¿Sabes? Yo no te odio, aunque seas puto, yonki y marica".

Nolan cerró los ojos, por fin estaba completo.

Notas finales:

¡Hola! Espero que os haya gustado, realmente no sé si alguien sigue leyendo esto. jaja Espero que sí.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).