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Héroe en la sombra por Fullbuster

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Prólogo

Todo su cuerpo temblaba. Ni siquiera podía ponerse en pie sin creer que caería al suelo. Con la cabeza agachada hacia sus rodillas y las manos sobre su cabello, intentaba ocultar las lágrimas que sus ojos derramaban. Siempre había sido un chico orgulloso y algo engreído pero... no podía creerse que estaban en esa situación, no ahora que le había conocido mejor, no desde que había descubierto que le quería a su lado.

 

En la unidad de cuidados intensivos del hospital, su compañero se moría. Hizo acopio de toda su fuerza de voluntad y se levantó del asiento del pasillo. Apoyó las manos contra el cristal y observó al chico en la camilla. Los aparatos médicos no dejaban de hacer ruidos y en la mascarilla de oxígeno se notaba que, por ahora, respiraba. Sus preciosos ojos estaban cerrados, inconsciente... ¡No! En coma inducido.

 

¡Crítico! Es lo único que había podido escuchar y entender de los médicos que habían atendido a su compañero. Estaba crítico, tanto... que todos dudaban que fuera a recuperarse. Golpeó su frente contra el cristal y lloró en silencio. ¿Por qué no había llegado a tiempo? ¿Por qué no pudo decirle que se estaba enamorando cuando empezó a descubrirlo? ¿Por qué había ocurrido todo de esa forma?

 

A su espalda, todos le trataban como un héroe, le había traído al hospital, seguía vivo, pero... él no se sentía como uno. El chico que se debatía entre la vida y la muerte en la camilla, él era el auténtico héroe, él se había quedado atrás, él le había salvado y ahora... se moría.

 

Un aterrador grito se escuchó en el pasillo cuando dejó escapar todas las emociones contenidas. Rabia, ira, dolor... la gente le miró atónita ante el grito. ¡Era un hospital! Sin embargo, todos entendieron el dolor cuando sus rodillas fallaron hasta derrumbarle. Tan sólo intentó encogerse, hacerse lo más pequeño posible sosteniendo sus manos en el pecho. ¡Dolía! Dolía más que cualquiera de los golpes que hubiera recibido en su vida. ¡No podía morir ahí! Él no.

Capítulo 1: Intimidación

Su espalda golpeó con fuerza contra la pared pero ningún quejido brotó de sus labios. La calma permanecía en él pese a la ira que recorría el cuerpo de su compañero. ¡El muy desgraciado no había peleado en serio! Eso le hacía hervir la sangre. Había esperado tanto tiempo enfrentarse a él y éste, pese a haber dado una buena pelea al inicio, terminó por apagar sus llamas en el momento crítico.

Prefirió perder... salir herido antes que darle batalla con todo lo que tenía. ¿Por qué? Era la pregunta que se repitió durante días mientras el chico estuvo en la enfermería. ¿Por qué con Deku había luchado a plena potencia y con él apagó sus llamas? ¿Es que no le tomaba en serio?

- ¡Pelea conmigo otra vez! – ordenó completamente enfadado.

- No.

¡Siempre igual de tranquilo y reservado! Su actitud le enfadaba más que si le hubiera gritado, porque no parecía en absoluto, interesado en nada. Bakugo dejó escapar un gruñido, casi como si de un perro se tratase antes de alejar la mano con la que sostenía la muñeca de Shoto de la pared, y golpearla una vez más con fuerza.

- No te lo estoy pidiendo, idiota.

- No.

- ¡MALDITA SEA!

¡Le soltó! Enfadado y golpeando la máquina expendedora de al lado, Shoto miraba cómo su compañero perdía los estribos ante sus negativas. No quería volver a pelear, era su victoria. ¿Por qué le costaba tanto aceptar que había ganado? Ni siquiera controlaba el fuego. ¿Qué pelea buscaba Bakugo con él?

- TE ESTOY DICIENDO QUE PELEES DE UNA PUTA VEZ Y RESOLVAMOS ESTO.

Su rostro se acercó repentinamente al de Shoto, pero éste no se movió ni un milímetro. Mantuvo la compostura y su rostro inexpresivo pese a la cercanía del rubio. Estaba muy enfadado y se notaba que por lo general, estaba acostumbrado a que la gente le hiciera caso o a salirse con la suya.

- He dicho que no – se quejó Shoto con la misma suavidad con la que él siempre hablaba, esta vez intentando marcharse de allí, lo que Bakugo, no le impidió.

Se sentía ignorado completamente. La rabia se apoderaba de él y sus puños se cerraban con fuerza. ¡Ese idiota! ¿Por qué no peleaba en serio? ¿Por qué teniendo ese poder no lo utilizaba? Él quería superarle, quería demostrar y dejar claro que era el número uno.

Ni siquiera se giró para ver a Shoto alejarse de allí, pero pudo escuchar la voz preocupada de su mejor amigo. Había presenciado la escena pero no le importaba, sólo quería luchar contra él, quería demostrar que podía vencer a Todoroki, pero él... se rehusaba.

- Bakugo, ¿estás bien?

- ¡Ese idiota! – se quejó lleno de frustración –. ¿Por qué? – golpeó la pared con rabia donde antes había estado Shoto empotrado –. ¿Por qué no activa sus llamas conmigo? ¿Por qué no me toma en serio?

- Bakugo, hay que entrar en clase – susurró Kirishima en un intento por calmar la tensa situación que se había generado.

El rubio no pronunció palabra alguna. Caminó con clara muestra de enfado hacia el aula, pero al llegar a ella y ver a Shoto sentado en su asiento y mirando por la ventana, como si nada hubiera ocurrido instantes antes, le hizo enojarse todavía más, apretando nuevamente los puños.

Se sentó en su lugar y trató de olvidar el tema. ¡Era imposible! Incluso cuando el profesor entró y empezó con la lección, él no dejaba de desviar su mirada hacia ese bastardo que le negaba la posibilidad de demostrar de lo que era capaz. Sólo una frase le sacó de sus pensamientos. ¡Entrenamiento! Se iban de campamento para entrenar sus habilidades. Eso sí le motivaba y fue lo primero que escuchaba ese día que le alegraba, sacándole finalmente una sonrisa.

***

El campamento debería servirle para mejorar sus habilidades, sobre todo el control del fuego. ¿Por qué lo apagó en el momento crítico? ¿Por qué prefirió dejarse golpear y perder a usarlo? Sentado en una de las sillas, con el brazo extendido sobre la mesa de roble, Shoto miraba su brazo izquierdo. No había nada raro en él y, sin embargo, sentía odio por esa parte suya.

Elevó la mirada y miró a Bakugo. Discutía con sus compañeros, les gritaba, pero era lo normal en él. Sentía que escondía una parte de todo el mundo, que ese carácter tan engreído sólo era una coraza frente a los demás. Ocultaba sus inseguridades con su mal genio, con los insultos y los gritos como él la ocultaba con su inexpresión y tranquilidad.

¡Estaba agotado! El entrenamiento que le habían pedido realizar no era fácil. Debía controlar la temperatura del barril de agua donde lo habían metido y le era imposible sin congelar más de lo que debería, sin caldear más de lo necesario. Todo había empezado con el fuego.

La primera vez que tocó el barril con su palma derecha, el fuego salió sin control, hirviendo el agua y lanzando las llamas hacia los árboles cercanos, por lo que tuvo que usar su hielo con rapidez, evitando que el fuego los alcanzase y enfriando el agua de golpe. ¡Todo había empeorado ahí! Para descongelar todo, el fuego volvió a salir sin control y tuvo que volver a congelar. No podía centrarse en el barril.

- No hay forma – se quejaba una de las compañeras de clase – no consigo encenderlo.

- Vamos, sigue intentándolo. Seguro que al final consigues una pequeña chispa.

Shoto miró hacia las chicas. Intentaban encender el fuego para preparar la cena pero no conseguían crear las chispas suficientes para que los troncos ardieran. Revisó al resto de compañeros, nadie lo conseguía excepto Bakugo, quien sonreía con egocentrismo por ser el único.

No estaba seguro si podría controlar sus llamas a ese nivel como para encender algo tan pequeño, pero... estaba realmente agotado. Debía ser más fácil ahora que no tenía tanta energía. Se acercó a las chicas y con su seriedad habitual, las miró desde arriba. Ellas seguían acuclilladas en el suelo, intentando encender los troncos.

- ¿Necesitáis ayuda?

- ¿Todoroki? – exclamaron al unísono al verle de pie tras ellas – no, de verdad... creo que podremos, tú estás cansado también y...

- Creo poder encenderlo – les confesó.

- Si no te importa entonces – sonrió Uraraka – gracias.

Se agachó frente a los troncos y los miró. Elevó su brazo izquierdo un poco, extendiéndolo hacia los troncos y sin dejar de mirarlos ni por un segundo, encendió los troncos. La llama no era demasiado grande, pero pese a su agotamiento, incluso había salido algo más potente de lo que esperaba. ¡Controlarlo iba a ser complicado!

- Chss – escuchó un quejido a su espalda.

Bakugo había pasado por detrás, quejándose por estar él allí ayudando a los demás a encender lo que él había podido encender en segundos.

Miró una vez más su mano derecha. Realmente quería ser un oponente digno para Bakugo, para todos sus compañeros, pero ahora mismo, no podía serlo. Si hubiera usado su fuego ese día, quizá habría hecho daño a Bakugo, o puede que él hubiera podido esquivarlo o anularlo, ¿Quién sabía? Pero lo que sí sabía era que habría sido potencia sin control. No quería una pelea así. ¿Realmente Bakugo quería eso? Una pelea donde él no tenía control alguno de su elemento, donde no podía pensar con claridad una estrategia. Tampoco le parecía justo. Simplemente... decidió no usarlo pero su compañero no entendía ni entendería su decisión.

- ¿Estás bien, Shoto? – preguntó Uraraka con algo más de confianza, llamándole esta vez por su nombre. Él sonrió ligeramente.

- Sí. Voy... a ayudar a los demás.

- Gracias por encenderlo – hizo una reverencia hacia el chico que se marchaba.

¡Un héroe! Es lo que siempre quiso ser, es lo que su padre le exigía y, en cambio, no se sentía como uno en este momento.

Cenó frente a la hoguera con sus compañeros aunque ni él ni Bakugo fueron demasiado extrovertidos. De vez en cuando se lanzaban alguna mirada de reojo, pero nada más. Desde el altercado no habían vuelto a hablar pese a que parecía que sus compañeros ya sabían que algo ocurrió. Ellos también les miraban muy de vez en cuando, como asegurándose que estaban bien.

- Acercaros todos aquí – ordenó Eraser frente a la sorpresa de todos los estudiantes – se ha decidido hacer una caminata del terror para entreteneros. Un equipo se esconderá en el bosque para intentar asustaros. Vamos a hacer grupos. Bakugo y Todoroki, vais juntos.

- ¿Qué? Ni de coña – se quejó Bakugo pese al silencio de Shoto.

- Salís en diez minutos, así que preparaos.

Eraser ni siquiera tuvo en cuenta las quejas de su estudiante. Estaba acostumbrado a su humor pero también era consciente de que acataría la orden. Desde que se enteró de su discusión, decidió ponerlos juntos para intentar mitigar la tensión que se generó en la competición. Quizá arreglasen algo si empezaban a trabajar en equipo.

***

Completo silencio. El bosque movía sus ramas y muy de vez en cuando, escuchaban gritos de algún grupo delante de ellos siendo asustados por otros estudiantes. ¡Ridículo! Es lo que les parecía a los dos, quienes caminaban uno junto al otro en silencio.

Bakugo miró a Shoto. Su camisa azul remangada se movía con suavidad con sus movimientos y la suave brisa. Hoy no hacía frío realmente y lo agradecía. Su compañero no parecía estar demasiado interesado en iniciar una conversación, pero él... a él le estaba costando mantener el silencio. Quería gritarle, quería pelear con él en serio, pero Shoto sólo le ignoraba. Nunca antes había sentido tanta rabia. Se sentía impotente y menospreciado.

Los dos se detuvieron al instante al escuchar un pequeño ruido que les hizo temblar ligeramente. ¡Un segundo paso y otro ruido! Ambos agacharon el rostro entonces, observando a sus pies la cabeza que emergía de la tierra de una chica. ¡No gritaron! ¡No hicieron ningún gesto! Tan sólo permanecieron quietos con ese ligero temblor en sus cuerpos.

Ninguno pensaba decirle al otro que se había asustado un poco. Antes muertos que confesar algo así. Continuaron su camino con lentitud, esta vez más atentos a lo que se encontrarían mientras escuchaban risas a su espalda.

- ¡Malditos críos! – refunfuñó Bakugo – no me he asustado.

Shoto le escuchaba, aunque prefería ignorar los comentarios y permanecer en el silencio. Un fuerte sonido se escuchó entonces y una bandada de pájaros surcó los aires ante el asombro de los chicos.

- ¿Qué ha sido eso? Sonaba como una explosión – sugirió Bakugo, acostumbrado a ese ruido.

- No lo sé. Creo que deberíamos volver y reunirnos con los demás.

Asintiendo por primera vez al unísono, decidieron retroceder sus pasos. Donde antes había silencio sólo roto por gritos aterrorizados de algún grupo, ahora había miedo de verdad. Explosiones y combates, era lo que escuchaban desde donde estaban, porque les gustase o no, estaban en el centro del problema.

Siguiendo el camino, finalmente se encontraron con uno de los chicos que anteriormente les había asustado. Estaba herido e inconsciente. Shoto fue el primero en arrodillarse para comprobar su pulso mientras su compañero esperaba una respuesta.

- Aún respira, pero está inconsciente.

- Qué molestia – se quejó Bakugo – supongo que habrá que llevárnoslo.

- Yo lo llevaré, tú puedes cubrir si nos atacan.

¡No pensaba discutir con Shoto! Realmente prefería luchar y encargarse de los villanos a tener que cargar a alguien. Ese plan le gustaba. Observó a cierta distancia cómo los músculos de Todoroki se tensaban para cargar al chico a su espalda. Algo molesto al ver que debía pesar una barbaridad intentar subir un peso muerto, se acercó para tomar uno de los brazos del chico y ayudar a subirlo a la espalda de su compañero.

- Gracias – susurró Shoto.

- Ya... larguémonos de aquí cuanto antes. Aún queda un buen trecho.

Iniciaron la marcha con lentitud. Sí debía pesar ese tipo, porque Shoto, pese mantener el ritmo, se notaba que iba más despacio a cuando habían recorrido la misma distancia al inicio. Aun así, Bakugo permaneció a su lado, absorto en los alrededores y listo para atacar si fuera necesario. ¡Luchar junto a Shoto! Eso nunca lo imaginó. Realmente él quería derrotarle pero ahora... debía hacer equipo. No le quedaba más remedio.

 


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