Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una nueva vida por JennVilla

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Harry y Lily estaban frente a la puerta de la casa de los Dursley, esperando a que tía Petunia quisiera abrirles y les dejara pasar.

Era Navidad y Lily quería saludar a su hermana y desearle felices fiestas. También era hora de que conociera a su hijo; Harry tenía nueve años y Petunia Dursley jamás se había preocupado por saber algo de él.

—Mamá, tengo mucho frío. —dijo Harry, castañeando sus dientes a pesar de llevar un abrigo azul y un gorro que casi le cubría los ojos.

—Sólo aguanta un poco más, Harry —dijo Lily con una pequeña sonrisa—. Petunia nos abrirá y podremos tomar algo caliente en su casa.

Harry se abrazó a las piernas de su madre tratando de encontrar más calor. Su papá le había dicho que debía ser un caballero y acceder a los deseos de su madre. También le había dicho que, aunque era muy probable que tía Petunia no les abriera, él debía ser paciente y esperar a que su mamá desistiera para poder volver a casa.

Harry sabía que los Dursley no le querían, a él y a sus padres. Pero también sabía que Lily nunca había olvidado a su hermana, y que secretamente esperaba recuperar su relación con ella.

Esperaron por un tiempo más, pero la puerta no se abrió. La casa no estaba sola; los ruidos que se dejaban escuchar daban cuenta de ello. Lily suspiró y se inclinó para acomodar el gorro a su hijo y prepararse para Aparecerse a casa.

— ¿No nos quieren porque somos mágicos? —preguntó Harry, mirando los humedecidos ojos verdes de su madre.

Ella dio una última mirada a su espalda y frunció el ceño.

—No te preocupes, mi niño. Ellos se lo pierden, ¿eh? Vámonos a casa y cantemos villancicos con tu padre —las lágrimas al fin rodaron y Harry se apresuró a limpiarlas; eso también era ser un caballero, le había dicho su padre. Lily le sonrió y le besó la frente—. No te preocupes por mí, Harry. Al final del día sólo somos nosotros tres. No necesitamos a nadie más.

Harry le abrazó y sintió el tirón de la Aparición en su estómago.

Tirón que fue relacionado con la falta de aire allí, pues Draco le había saltado encima mientras Harry dormía.

— ¡Harry, despierta! ¡Tenemos que prepararnos para irnos!

Harry boqueó en busca de aire mientras Draco salía de su cama y despertaba de la misma forma a Blaise.

—No... tenías porque... despertarme así. —dijo Harry, en medio de un ataque de tos.

Draco le ignoró, y con una reluciente sonrisa, entró corriendo al baño. Blaise tenía el sueño muy pesado al parecer, pues ni siquiera se había inmutado y seguía durmiendo pacíficamente.


Las vacaciones de Navidad tenían a todos los estudiantes de Hogwarts expectantes y emocionados.

Harry y sus amigos charlaban alegremente en su compartimiento del tren. Ron pasaría vacaciones con su familia en la Madriguera y Hermione iría a Francia con sus padres. Pansy decía que viajaría por todo el mundo y Draco aún no sabía qué planes tenían sus padres. Blaise y Harry se quedarían juntos en casa y visitarían el Londres Muggle para hacer un pequeño paseo navideño.

—Pueden ir a la Madriguera también —ofreció Ron, mientras masticaba una rana de chocolate—. Mamá dice que hay espacio suficiente para muchas personas.

—Yo quisiera ir a la Madriguera también —dijo Hermione—. Seguramente volveremos antes de tiempo y podré ir allí.

Ron sonrió ilusionado y asintió.

— ¡Podremos volar en escoba allí entonces! Harry, tú también puedes venir. Con Blaise, por supuesto. ¡Jugaremos al Quidditch y practicaremos para entrar al equipo oficial!

El año había transcurrido en medio de clases, pruebas y muchos más amigos para Harry.

Slytherin le había ganado la Copa de las Casas a Ravenclaw por unos pocos puntos, pues ambas Casas habían estado muy a la par en el transcurso del año: una en cuanto a Quidditch, DCAO y Pociones y la otra en cuanto a Transformaciones y Encantamientos. Hermione había llorado desconsolada por la derrota de su casa, y por unos días no había querido dirigirles la palabra a sus amigos. Pansy y Ron fueron los últimos en perdonarla por su desplante, pues cada uno la consideraba muy quejumbrosa y desagradecida.

La puerta del compartimiento se abrió, y la cabeza de Greg asomó por ella.

—Chicos, ¿ya saben lo nuevo?

—No —dijo Draco que llevaba buen rato en un extraño silencio—. ¿Por qué no han venido a sentarse con nosotros?

—Lo siento, Draco —dijo Greg con gesto culpable—, estábamos apostando golosinas con otros de Gryffindor en el compartimiento de allá. Vincent y yo hemos ganado muchas.

—Puedes traernos ahora —dijo Pansy—. Nosotros también queremos.

—Yo no —se quejó Harry—. He comido mucha mermelada de zarzamora en el desayuno y no me siento bien.

— ¡Te advertí que no comieras tanto! —regañó Draco.

—Pero es que estaba deliciosa —se excusó Harry—. ¿No es cierto, Blaise?

Blaise también había exagerado al untar sus panecillos con mermelada. Ahora tenía la cara un poco verdosa.

—No me siento bien. —dijo simplemente.

Draco bufó y se cruzó de brazos y volvió a guardar silencio. Pansy y Hermione compartieron risitas y Ron sonrió para luego preguntar:

— ¿Qué nos ibas a contar, Greg?

—Oh, sí. Vincent y yo íbamos por el pasillo para comprar más golosinas y escuchamos a los de cuarto diciendo que el profesor Flitwick se iba a ir de Hogwarts. Ellos dijeron que el director estaba buscando un reemplazo y que estaba hablando con el señor Lupin.

Harry giró rápidamente la cabeza, resintiendo al momento el mareo y el retorcijón en su estómago.

— ¿Remus será el nuevo profesor? —preguntó ansioso.

—No lo sé. Sólo escuchamos que Dumbledore estaba hablando con él... ah, y que había sido recomendación del profesor Tom.

Blaise dejó de sostenerse el abdomen y sonrió con astucia.

— ¿De verdad? Me pregunto por qué será...

— ¿Qué sabes tú? —demandó Harry— ¿Ya sabías de esto antes?

—Te lo hubiera contado, Harry. No lo sabía, es sólo que parece ser muy cierto que el profesor Tom quiera que el señor Lupin sea el nuevo profesor.

— ¿Por qué? —preguntó Ron.

—Eso no lo puedo decir. Mamá dice que no puedo hablar de esas cosas con otros niños.

—Entonces dímelo a mí —dijo Pansy empezando a trenzar el cabello de Hermione—. Yo soy una niña.

—Me refiero a niños y niñas, Pansy. —dijo Blaise amablemente.

— ¿Y por qué no lo puedes contar? —preguntó Draco.

—Mamá no me lo ha explicado bien. Pero cuando llegue a casa, se lo diré.

—Entonces yo iré contigo para saber de qué habla ella. —dijo Harry mirando mal a la nueva rana de chocolate de Ron.

— ¡Pues claro! Vamos a la misma casa, hermanito. —Blaise sonrió abiertamente ganándose unos pequeños suspiros por parte de Hermione y Pansy.

— ¿También puedo ir yo a tu casa, Harry? —preguntó Greg— Y si quieres, Vincent también. Puedo decirle.

—Me refiero a que él y yo vivimos juntos, Greg —explicó Blaise—. Somos hermanitos ahora, así que debemos vivir juntos.

Harry sonrió, sintiéndose muy orgulloso por ser hermano de Blaise. A Parvati y a Cho parecía gustarles sonreír a Blaise. Así que, si Harry era su hermano, él también podría obtener sonrisas.

Greg se encogió de hombros y se despidió para seguir jugando con los demás.

—Yo también quisiera ser tu hermano. —murmuró Draco enfurruñado, después de un rato.

— ¿Por qué? —preguntó Harry.

—Porque quiero vivir contigo y que me mires como miras a Blaise.

Harry suspiró y se dio cuenta que Draco nunca dejaría de decir esa clase de cosas sobre él y Blaise.

—Tú ya sabes que eres mi mejor amigo. Y que te quiero.

El compartimiento quedó en silencio y Harry se sonrojó por completo al darse cuenta que su voz había salido demasiado alta. En cambio, Draco sonrió ampliamente y se abalanzó sobre Harry, abrazándole fuertemente.

— ¡Yo también te quiero, Harry!

Harry se sonrojó más, y escondió la cabeza en el regazo de Draco. El silencio siguió reinando en el compartimiento hasta que Blaise se adelantó y abrazó a los dos chicos, gritando:

— ¡Yo los quiero mucho, también!

Draco chilló y Harry se sintió agobiantemente asfixiado cuando los demás, uno por uno, se unieron al abrazo, gritando que se querían. Pansy saltaba alegremente y repartía besos en las mejillas a los demás y Hermione parloteaba sin parar sobre los amigos tan geniales que tenía.

Harry, a pesar de todo, se sintió muy bien; tenía a los mejores amigos del mundo.


Harry corrió alegremente hacia sus padres, quienes lo esperaban con los brazos abiertos y grandes sonrisas.

Lily cambió su expresión por una de terror cuando Harry se enredó en sus propios pies y cayó en el suelo provocando un fuerte golpe en la jaula de Hedwig quien ululó fuertemente y trató de alzar el vuelo. Por suerte, la absurda caída de Harry no tuvo muchos espectadores, pues él había tenido que esperar un poco más por sus padres pues ellos estaban en el trabajo.

— ¡Mi niño! —gritó Lily— ¿Qué te pasó, Harry? ¿Tuviste un mareo? ¿Te has lastimado? ¡Oh, Harry! Déjame ver tus rodillas... Dios mío, James. Debemos llevarlo rápido a casa y comprobar si no se ha roto algún hueso.

Blaise llegó junto a ellos y se arrodilló a un lado de Harry con preocupación.

—Harry, ¿estás bien? ¿Te hiciste daño? Mamá es muy buena haciendo pomadas. Una vez me caí en la escoba en el patio de mi mansión en Italia y me lastimé mucho las rodillas. Ella me dio...

Mientras Lily y Blaise hablaban a la vez y James se encargaba de contener la carcajada y recoger a la pobre Hedwig y su jaula del suelo, Harry quería que la tierra lo tragara.

Era bastante vergonzoso estar allí después de haberse caído de forma tan tonta como para que su mamá y Blaise estuvieran hablando y preguntando frenéticamente a su lado sobre si estaba bien. Menos mal Draco y los demás ya se habían ido con sus padres. Harry no se imaginaba las burlas de las que sería víctima si ellos le hubieran visto.

Mientras era levantado en brazos por Lily, Harry cerró los ojos para no ver más y evitar un poco la vergüenza.

—Adrianne está en casa preparando una deliciosa comida para los dos niños más preciosos del mundo —canturreaba Lily. James se afanaba en alcanzarla, llevando consigo el equipaje de Blaise y Harry—. Ya verás cómo te pondrás bien, Harry.

—Estoy bien, mamá —dijo Harry con la voz amortiguada, y la cara enterrada en el cabello de su madre—. Por favor bájame, Blaise me está viendo.

Blaise escuchó y se encogió de hombros.

— ¿Y qué? Yo también me he caído y me gusta que mamá me lleve en brazos.

Lily murmuró algo que sonó como "qué niño tan bueno y precioso" y siguió su camino con Harry en brazos sin hacer caso de las quejas de este, y de las ocasionales de James.


— ¿O sea que tú serás el nuevo profesor de Encantamientos? —preguntó Harry por centésima vez a un sonriente Remus Lupin. Este asintió nuevamente y levantó su copa de Whiskey de Fuego.

—Salud por eso.

Harry y Blaise levantaron sus vasos con jugo de calabaza y brindaron con Remus.

—Mamá dice que brindar con alguien te hace más elegante. —dijo Blaise.

—Así es. —gritó Adrianne desde la cocina, donde luchaba con Sirius para que este no robara más de sus ciruelas para la salsa que iba a preparar.

—Yo quiero tener muchas novias cuando sea grande —Blaise continuó—. Mamá siempre me dice cómo comportarme para que los demás gusten de mí.

Harry se ahogó con su jugo y Remus dejó salir una profunda carcajada.

—Ah, ¿sí? ¿Eso es lo que quieres ser de grande?

—No. Quiero ser Inefable y tener muchas novias.

Harry tosía y Remus le palmeaba suavemente la espalda riendo al mismo tiempo.

—Serás todo un conquistador entonces, ¿no?

Blaise asintió y Harry le miró boquiabierto.

—Tú no puedes tener más de una novia, Blaise.

—Es que con ninguna de ella será algo serio, Harry. Mamá dice que ambos debemos saber que la relación es abierta, para que ella pueda salir con más chicos y yo con más chicas.

— ¡Pero eso no es amor! —casi gritó Harry.

Remus temía que se le saliera el Whiskey por la nariz de tanto reír.

—Tu niño es un encanto, Lily. —ronroneó Adrianne lentamente. Miró por un momento a Sirius y este dejó caer la cuchara con ciruelas como si estuviera bajo un hechizo. Remus, desde su silla, puso los ojos en blanco por la debilidad de su pareja. Él no tenía muy claro qué hacía Adrianne con la Legeremancia para que a cualquiera que mirara con profundidad, se le obnubilaran los sentidos. Remus y Lily habían comentado entre risas que quizás ella era una especie de Medusa, pero con otros fines.

Lily y James estaban decorando con adornos muggles la chimenea de la sala. Había botas navideñas para cada miembro de la familia, contando con Remus, Sirius, Adrianne, Blaise y los Malfoy.

— ¿Crees que deberíamos poner a los Weasley también? —preguntó Lily mientras trazaba con su varita el nombre de Narcissa en una de las botas.

—Oh, mi amor... ¡no podríamos andar por la cantidad de botas que quedarían! Haz una que diga "Los Weasley" y quedamos listos.

—Está bien. Bórdala tú entonces y yo haré la de Severus.

— ¡No quiero a Quejicus en mi chimenea! —se opuso James.

—Te aguantas. Es mi amigo y el profesor de Harry.

—Ah, ¿sí? Bueno, entonces pondremos también a Tom.

— ¡No! —fue el turno de Lily de oponerse.

—Él también es profesor de Harry. —James se encogió de hombros.

Los dos siguieron discutiendo y Adrianne continuó preparando el pavo tranquilamente con un Sirius picando verduras dócilmente a su lado.

La conversación en la mesa siguió:

—Yo cuando grande, seré Auror. —dijo Harry.

— ¿Y cuántas novias tendrás? —preguntó Blaise.

—No me gustan las novias.

—Me dijiste que Cho era bonita.

—Sí. Pero no quiero que sea mi novia.

— ¿Entonces quieres tener novios? —preguntó Blaise. Ahora fue el turno de Remus de ahogarse con su bebida.

—Los chicos tienen novias. —dijo Harry confundido. Blaise levantó una ceja con desdén y señaló con obviedad a Remus.

—El señor Lupin tiene novio.

—Sí, así es. —Remus trató de sonreír.

—Y él es un chico. —dijo el niño con obviedad.

Remus tuvo que reír ante la ingenuidad de ambos niños. Adrianne le sonrió desde la cocina y Sirius pareció despertar de un sueño al ver su sonrisa.

—Agradezco que me consideres un chico aún, Blaise. —dijo Remus. Blaise le sonrió y siguió bebiendo de su jugo.

—Bueno, en todo caso, tampoco tendré novios. —dijo Harry.

— ¿Por qué, Harry? —la voz alegre de Sirius se dejó oír. Él se acercó a la mesa y se sentó junto a Remus— Puedes enamorarte algún día, ¿no crees?

—Sirius. —la voz llena de advertencia de Lily llegó desde el vestíbulo.

—Seré Auror —dijo Harry—. Así que no tengo tiempo para ello. En el trabajo no se puede tener novios.

—El señor Lupin tendrá novio en el trabajo. —dijo Blaise, balanceando las piernas en la silla.

—No, Blaise. Él trabajará en Hogwarts y yo seguiré en el Cuartel. —dijo Sirius.

—Yo me refería al profesor Tom.

Ni Harry ni Blaise entendieron el revuelo que le siguió a esa declaración. Adrianne había gritado en italiano, regañando a su hijo y James había casi rodado por las escaleras después de que Lily le golpeara con enfado. Sirius, quien había estado bebiendo de la copa de Remus, había escupido todo el Whiskey y Remus había enrojecido mientras trataba de explicar que él y el profesor Tom no eran novios.

Harry no entendía. ¿Por qué Blaise diría que el profesor Tom y Remus eran novios?

Blaise no entendía. ¿Acaso el señor Lupin y el señor Black no estaban en una relación abierta?

Hubo más revuelo después de eso, para luego ser olvidado por la deliciosa cena italiana que había preparado Adrianne. Más tarde, Sirius volvió a recuperar su humor y Remus siguió charlando con los niños con normalidad. Lily y Adrianne cuchicheaban entre ellas y James bajó al sótano por escobas para jugar al Quidditch.

Era bueno volver a casa, pensó Harry mientras capturaba la Snitch en su mano derecha después de una hora de juego. Allí abajo pudo ver a su madre y a Adrianne bebiendo té, junto con Remus. James y Sirius se perseguían mutuamente y Blaise intentaba una nueva pirueta en su escoba.

Todo sería muchísimo más divertido cuando todos estuviera reunidos. Draco y él podrían jugar al Quidditch más a menudo y eso era lo único que importaba.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).