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Where is the love? por ScorpioGirl

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Notas del capitulo:

Bien aquí estamos de nuevo con un Milo que es como un niño como juguete nuevo, entiendan al nene ta'chiquito jsjsjs espero que si les esté gustando la historia, recientemente te estado algo ocupada gracias a LA PANDEMIA, but me doy mi tiempo para lograr mi meta xd

Sin más que lo disfruten :3

       --¿MILO? – No se había percatado que Degel estaba tocando la puerta con insistencia ya que él no atendía a los llamados, habían pasado unos minutos cuando se dio cuenta de eso dio un brinco de susto y abrió rápido la puerta. Le dio vergüenza al ver al mayor mirándole con preocupación –  ¿Todo está bien? ¿Te sientes de nuevo mal? ¿Quieres que te lleve al hospital?

       --No… No es nada de eso, solo… Que su baño es muy bonito – El mayor suspiro aliviado.

       --Ay muchacho… Mira – Le dejo las cosas en el sillón de tres plazas – Ten te traje un par de cobijas y almohadas que podrían servirte – Fue allí donde se percató de otro detalle “la ropa” – Ve acomodando un poco, llevare a Sasha a su cuarto no me tardo

       --Gracias – Le vio alejarse cargando la mecedora para luego volver a prestar atención al espejo, con cuidado abrió el grifo, tomo agua entre sus manos y se lavó el rostro, tallando los restos de mucre que había en su rostro de una manera un tanto brusca y descuidada.

       --¿Te quieres bañar? – Degel había regresado y le tomo nuevamente por sorpresa.

       --No tengo ropa… Bueno no aquí – Dijo un poco apenado, mientras sujetaba la sucia correa de la mochila.

       --Es lo de menos, te puedo prestar algo para dormir, debe ser algo incómodo traer esa chamarra – Le comento sin pensarlo, a lo que el menor solo bajo su mirada pues sabía que su chamarra era vieja y tosca a la vista.

       --Ven la ducha esta en mi cuarto sígueme, te pondré el agua caliente

Milo le siguió sin pensar dos veces, aún seguía algo obediente a las propuestas señor, por lo que no pensaba que tuviera otras intenciones. Subieron al segundo piso no tenía pierde, una puerta rosa pastel decorada con flores y mariposas intuyo que era la de Sasha, el suelo alfombrado de color tinto, un pequeño recibidor, dos puertas color café oscuro al lado derecho y una de puerta doble del mismo color al centro del lado izquierda, las tres con decorados similares  y al fondo una puerta negra un poco menos ancha y sencilla, la cual llamo la atención.

       --Adelante – Le trajo de nuevo de sus pensamientos, el mayor camino a un extremo de la habitación adentrándose a otra puerta, por otro lado Milo estaba maravillado con la habitación, Las enormes cortinas azul marino, las paredes blancas, una cama hermosa de colchas azules oscuras aterciopelada y sábanas blancas, era gigantesca con un montón de almohadas de diversos tamaños y colores, un una combinación de rojo, blanco, negro y gris con una cabecera gris mullida con luces tenues alrededor que se le hacía sumamente elegante, una televisión igual de grande que la de la sala, unas mesitas de noche a cada lado de la cama y junto a esta un gran sillón reclinable y un mini librero con una lámpara.

       --“No puedo creer que en verdad exista una cama así de grande, cabría una familia entera allí” – Se acercó para acariciar el terciopelo de la cama, veía la puerta que era como un enorme espejo, que reflejaba justo en dirección de la cama.

       -- Ya está todo listo para que te duches… Oh, si quieres puedes colgar tu mochila en el perchero, para que no estés cargado con ella a todos lados– Le hizo una seña para invitarlo a pasar. Había una especie de vestidor con grandes puertas corredizas, cajones, una gran zapatera, el perchero donde con algo de desconfianza dejo su mochila, esa habitación era incluso del tamaño del departamento donde vivía. Entro por otra puerta entrando a un baño mucho más grande y hermoso que el anterior, las paredes con azulejos cafés, un enorme espejo que abarcaba toda la pared de enfrente, dos lavados, una puerta del otro lado y una pared a la mitad con cristal en la parte de arriba, le guio a ese lado, subiendo a un par de escalones y Milo quedo más que anonadado.

       --¡Tiene una tina! – Dijo asombrado, pues nunca en su vida había conocido una en persona, de color blanco, el agua tibia comenzaba a empañar el cristal con el vapor, la pared del lado era una enorme ventana cubierta en parte por una cortina, la luz tenue, estaba sin palabras, era una vista muy hermosa – ¡Woo! Es como una alberca pequeña y que vista… es increíble, es increíble – Repartía viendo como el agua humeante caía a la enorme tina – ¿Cómo puede tener tantas cosas geniales? – Volteo a ver que el mayor cerraba la ventana con una cortina delgada.

       --¿Quieres usarla? – Degel podía jurar que se veía cual niño pequeño lleno de emoción – Se acercó para llenar la tina y prendió las burbujas, veía de reojo la cara de asombro del menor por cada cosa así por más simple y pequeña que fuera – En unos 5 minutos estará lista – Le miro con una pequeña sonrisa – Aquí está todo, jabón, Shampoo, todo lo que necesites se libre de usarlo – le señalo los objetos – Y cuando termines le picas a este botón para tirar el agua y en el otro para apagarla… Ah y te dijo una toalla para que te seques – Milo asintió muy feliz – Deja tu ropa en el cesto de afuera, mientras yo busco algo que te quede – Sin más se retiró cerrando la puerta – La dejare en el tocador del vestidor, disfruta tu baño Milo

       -- Si gracias – Respondió sin prestar mucha atención.

El rubio estaba muy emocionado, cuando escucho el sonido de la puerta, se aseguró que el mayor ya se huera ido y rápido arremango las mangas de su chamarra, despacio se acercó a la tina y toco el agua apenas con la yema de los dedos, el agua estaba justo en su punto, jugo con el agua y la espuma entre sus dedos. Y luego con una gran sonrisa comenzó a quitarse la ropa, los tenis rotos, el pantalón de mezclilla ya descastados, al quitar la vieja chamarra dejo ver una camisa sucia y algo rota, despacio levanto sus brazos, aun le dolían, al quitarla fue inevitable voltear a ver al enorme espejo, se quedó paralizado, sintió temblar su cuerpo de miedo y de coraje, la impotencia de no haber impedido nada.

Tenía un enorme moratón aun le molestaba un poco al respirar, tenía cicatrices y señas de viejos golpes, estas iban de pies a cabeza, marcas en sus muñecas y tobillos. Le dio asco ver en lo que estaba convertido su cuerpo, no lograba entender muchas cosas en este punto de su vida.

       -- “¿Por qué me trata así? ¿Por qué no me puedo defender?” – Pensaba mientras acariciaba cada marca en su cuerpo le dolía el pecho – “Yo no hice nada… porque me hace todo esto” – Recordó como lo golpeo anoche por no llegar con dinero y en la mañana por quedarse dormido, pero ya hace dos días lo habían despedido por lo que salía a buscar algún nuevo trabajo.

       – “ – Tal vez ganarías más de prostituta, pero dudo que alguien quiera tu insípido cuerpo mugriento... No eres más que un vil muerto de hambre” – Recordaba las hirientes palabras de aquel hombre que lo había torturado toda su vida, una lagrima de rabia salió por su mejilla, la cual limpio con rapidez, él lo había convertido en un monstruo, el despojo de humana que se sentía ahora, pero rápido recordó donde estaba, el jacuzzi, pensó dos veces en si quitarse o no la ropa interior, por alguna razón le daba pena despojarse de esta, aunque algo le decía que el mayor no iba a espiar, pero por lo anterior le daba vergüenza ver su cuerpo completamente desnudo. Así que al final decidió quedarse con ella, total no quería que el mayor viera la lastima de ropa que traía, subió los escalones y poco a poco dejo envolverse por el delicioso aroma del vapor, ahora sabia porque el señor Dumont olía también.

 

Metió un pie primero lentamente, se fascinó en demasía pues era una sensación que no podía describir pero le encanto como esa cálida agua iba cubriendo su piel, luego metió la otra pierna, pateo un poco en el agua espumosa, se sentó en el escalón, mirando el fondo de la tina, el ventanal cubierto por la elegante cortina, no imagina otra cosa mejor, o bueno si, una enorme sonrisa se posó en sus labios y sin más se hundió por completo en el agua. La calidez en su cuerpo era indescriptible, no quería salir del esta nunca, pero ponto sus pulmones le recordaron lo importante que es respirar y al salir de la espumosa agua se sintió como su fuera otro, la pesadez, había desaparecido, se sentía completamente bien, como si nada más existiera el en ese momento. Se relajó y acostó dejando su cabeza recargada en el borde mullido, cerro sus ojos, por un momento, podía apostar que se podría quedar dormido allí, las burbujas en su espalda le daban cosquillas pero era muy placentero. Pasaron unos minutos luego recordó donde estaba, se creyó abusando de la amabilidad del Señor Dumont así que con pesar comenzó a tallar su cuerpo, tomo un poco del shampoo del frasco que recordó que le había señalado el mayor ya que había varios pero el rojo le llamo la atención, era muy cremoso y con un exquisito olor a manzana dulce, de no ser porque era jabón pensaría que era comestible. Froto su cabello varias veces, hasta que creyó que estaba limpio, se volvió a sentar en el borde del jacuzzi y así restregar bien su cuerpo, y limpiaba con el agua que juntaba entre sus manos, recordaba que la última vez que había tomado un baño completo fue hace tiempo, por lo general era en baños públicos y con toallas de papel, porque en “casa” no había agua por falta de pago.

Una vez terminado con su ritual de limpieza, el agua de la tina había quedado algo turbia por lo cual oprimió los botones, para drenar el agua, vio la regadera y pensó que sería mejor para que no quedaran restos de suciedad. Así que la tomo y a lo que vio por el mayor, movió la llave a un lado dejando salir un enorme chorro de agua que fue a para a mojar el techo. Asustado movió la lleve para el otro lado y el agua salió sumamente hirviendo, movió la otra y ahora salía muy helada. Cerro ambas y vio que había una regadera grande en la parte superior y más palancas, soltó un suspiro, sí que era complicado y temía romper algo, así que a lo poco que vio, comenzó a imitar a lo que había hecho el mayor. Primero abrió un poco una llave, luego la otra hasta que la pudo tolerar, se enjuago todo el cuerpo, por debajo del bóxer y el cabello, que este le había quedado muy suave, a comparación a como lo tenía antes.

       --“Dioses, como me encantaría pasar así cada noche, sin tener que preocuparme de nada” – Suspiro cansado, caviló varias veces en quitarse el bóxer empapados y lavarlos, le daba mucha vergüenza, no estaban en su mejor estado pero no había más que hacer, así que los bajo de una y comenzó a tallarlos rápidamente con sus manos, los exprimió y se los volvió a poner pues dudaba que el mayor le prestara también ropa interior. Se colocó la toalla en la cintura y dejo su ropa sucia en el cesto donde indico el mayor, no quería volverse a poner sus zapatos así decidió en hecharlos a su mochila. Salió escurriendo al vestidor, guardo los zapatos y justo donde había dicho el otro, estaba un conjunto de ropa perfectamente doblada, acaricio la tela con la punta de sus dedos, era tan fina, pareciera como si estuviera nueva. Se colocó el camisón sin desabotonarle los tres botones del pecho ya que no le vio necesario, pero al tomar el pantalón cayo una bolsa de celofán trasparente, algo dudoso la abrió rompiendo la envoltura para darse con la sorpresa de que eran un par de bóxer nuevos, puesto la bolsa traía etiqueta. Se sonrojo al ver eran simples y de color negro, ya que por un segundo cruzo por su mente el Señor Dumont usando una prenda así. Se abofeteo suavemente, no era tiempo de pensar cosa como esas, nunca había tenido pensamientos similares – “Perdóneme Señor Dumont, no quise ser imprudente” – Pensó mirando a la puerta cerrada que conectaba con la habitación de dicho anfitrión, podía apostar que tardo más de una hora en bañarse, no quería que pensara mal de él, por lo que se apresuró a terminar de cambiarse, arrojo los calzoncillos mojados a su mochila y se colocó los nuevos los cuales se amoldaban bien a su figura, se colocó el pantalón el cual sujeto bien de su cintura  y al no saber qué hacer con la toalla húmeda la arrojo al mismo cesto del baño. Estaba a punto de salir cuando volteo a verse al enorme espejo del baño nuevamente.

Era completamente diferente a lo veía con anterior, parecía otra persona, si no fuera por la marcas de su rostro, pero se sintió muy feliz, no perdía detalle de su nuevo atuendo, giraba de un costado a otro, le gustaba como le quedaba y así con un nuevo suspiro se dispuso a abrir la puerta.

Al salir encuentra al mayor ya con su pijama y una pequeña toalla alrededor de su cuello, al parecer el también se había bañado pues se miraba algo húmedo su cabello, pero le llamo la atención de que estuviera mirando lo que parecía ser una foto que guardo rápido en el primer cajón de su mesita de noche. Justo en ese momento Degel le volteo a mirar con una sonrisa amable, lo cual le hizo sentir esa ligera calidez en sus mejillas.

       --¿Qué tal estuvo el baño? – Le dijo mientras se acercaba y le daba un par de pantuflas – Toma, no debes de andar descalzo

       --Ah… Si… Gracias – Se colocó torpemente las pantuflas que por cierto eran iguales a las que el traía – Señor Dumont el baño estuvo genial… No… Bueno más que eso… Fue súper… fantástico, Fenomenal, nunca me había duchado en un baño tan moderno y elegante, de verdad no me imaginaba un baño así de increíble… Toda su casa es fabulosa… Todo usted… Uh... Perdón no quise... Yo solo – Comenzó a ponerse nervioso y balbucear, no podía hilar una oración completa.

       --Ay Descuida, no pasa nada, gracias por el cumplido – Decía entre una ligera risa a pesar de la actitud retraída del menor, le causaba cierta ternura cuando por pequeños momentos dejaba ver su verdadero ser, aunque sea con una mueca mal simulando una sonrisa o con pinta melancólica – Eso es grandioso, me alegra que te estés… ¿Adaptando? – Dijo algo confundido ya que por primera vez no sabía que decir o como continuar la conversación.

       --Ah y Señor Dumont… – Bajo su mirada cubriendo con su cabello la mayor parte de su rostro – Muchas gracias por la ropa – Dijo por lo bajo en lo que parecía ser un tono agradecido y feliz.

       --Por nada Milo… Bien, pero ya veo te quedan algo grande pero no importa, tu ropa la llevare al cuarto de lavado para la lavare mañana temprano… A y toma – Le extendió una pastilla con un vaso de agua que tenía en la mesa de noche – No vaya a ser que en la madrugada te de fiebre de nuevo

       --Creo que no será necesario, ya me siento mucho mejor – Estiro los brazos y se paró en las puntas de sus pies en señal de alivio.

       --Me alegra que te gustara – El mayor dejo las cosas de lado y comenzó a acomodar el enorme sillón a un lado de su cama.

       --Fue lo mejor de mi vida, enserio – Aun seguía muy contento que no prestaba atención a lo que estaba haciendo el otro, pero aun así lograba contenerse en su tono de voz.

       --Milo – Le llamo con voz suave.

       --¿Sí? – Pregunto con esa pequeña mueca que semejaba una pequeña sonrisa.

       – ¿Porque mejor no pasas aquí la noche?, la estancia es muy fría y este sofá es mucho más cómodo que el de la sala – La sonrisa de Milo desapareció rápidamente, podía jurar que se puso pálido del miedo al escuchar esas palabras, no esperaba una propuesta de ese tipo.

El mayor saco un estuche de lentes del cajón, dejando ver un par de lentes sencillos circulares de cristal con bordes muy delgados de color plateado, no prestaba atención a la reacción del otro, ya que se había “acostumbrado” a la seriedad y carácter algo hermético del joven cuando algo le incomodaba pero intuía lo que posiblemente pasaba por su mente en esos momentos.

       – No mal intérpretes, solo pensé que sería mucho mejor, si no te sientes cómodo lo entiendo, no quiero que te sientas forzado a hacer algo que no quieres, ¿Okay? – Fue cuando por fin le volteo a mirar con una amable sonrisa.

       --“No es como si no hubiera estado haciendo eso desde que me insistió en que viniera su casa” – Milo solo le miro y soltó un pequeño suspiro asintiendo levemente – De acuerdo… Como diga – Voltio la mirada al enorme sofá rodando sus ojos y encogiendo su hombros. Estaba en un punto en el que no sabía qué hacer, si esperar que el mayor le indicara que hacer o le diera permiso para ir a sentarse, el silencio se estaba volviendo incómodo. La mente de Milo iba a mil por segundo procesando cada parte del rostro del otro que ahora tenía una mirada gélida directo hacia él causándole algo de temor.

Fue en ese momento que Degel le estaba miraba impactado, era como un duelo de miradas, pues para él el menor  se veía aún más pequeño y adorable con su ropa, una camisa azul celeste que le quedaba un poco larga de las mangas y de los costados y un pantalón azul marino que era obvio que le quedaba muy flojo largo a pesar de sujetarlo con el cordón, con el cabello rubio revuelto. Milo comenzó sentirse aún más nervioso por la mirada fija del mayor, no soporto más por lo que aparto su vista al suelo alfombrado y llevo sus manos a tirar de su cabello batallando al intentar desenredarlo con sus dedos.

       --Espera, yo te ayudo a peinarte, aun tienes el cabello muy mojado, si lo dejas así podrías pescar un resfriado… Anda, Ven aquí – Le hizo una seña de que se sentara en la cama mientras iba por un cepillo al vestidor. Milo hizo lo que le ordeno y espero que el otro volviera.

Una vez que Degel regreso, se sentó a un lado de él, colocándolo de lado para así manejar mejor su melena, se quitó la pequeña toalla de su cuello y comenzó a exprimir por partes hasta que considero suficiente, le coloco lo que parecía ser una crema para desenredar el cabello y comenzó a tirar suavemente, cepillando las rubias hebras.

       – Sí que tienes el cabello largo, debajo de esa chamarra no se veía nada – Dijo poniéndose los lentes, Milo quedo impactado, cambiaba mucho con lentes, se veía más maduro, serio e incluso se le hacía más atractivo por lo cual se sonrojo al pensar tal cosa. Degel traía una pijama con botones de satín color verde esmeralda de manga larga igual que la de él. No le quedo de otra que hacer lo que le mayor le indico, se dejó consentir una vez más.

Milo hacía gestos de dolor cada que el mayor daba con un nudo, pero se aguantaba dejar salir cualquier queja, pues sabía que su cabello era un rival difícil de vencer. Por otra parte el mayor estaba tan concentrado en su tarea, pues Milo tenía el cabello casi por debajo de los hombros, unos mechones largos y otros cortos, lo que le complicaba un poco más el desenredar los hilos dorados. Así pasaron diez minutos destramando nudos, pero el cabello del menor ya estaba tomando un mejor aspecto, suave y algo rizado.

       -- Gracias – Dijo  de la nada, mientras el mayor seguía con su labor y le cepillaba con suma delicadeza.

       --No tienes por qué agradecer… y dime ¿Siempre has tenido el cabello así de largo? – Decía mientras  acariciaba las finas hebras que expedían un exquisito ahora a manzana del cual creyó jamás más volver a oler.

       --Sí, no tengo dinero para ir a una estética o algo, en veces solo lo corto con tijeras pero no me queda muy bien que digamos… Debe de ser algo tedioso esto ¿No?

       --No, me sirve para entrenar – El menor le miro curioso, el otro le recogía el cabello en una coleta suelta dando por terminada la tarea –  Así estaré listo para cuando a Sasha crezca la greña – Dijo soltando una risita bufona y recibiendo esa mueca de sonrisa del menor del cual pudo notar que rápidamente tiraba de su fleco para cubrir su rostro, de pronto flash de un recuerdo ataco su mente, como un deja vu  – Vaya sí que pares mucho a mí…  – De repente cayo en cuenta de lo que iba a decir y se regañó mentalmente –  Eh… Listo, ya está Ahora si a dormir… ¿Te gusto la pijama? – Retiro la enorme maraña de cabello que se le había caído al peinarlo y lo boto al cesto de basura de la habitación.

       --Si está muy suave y huele rico – Dijo feliz, se levantó y camino hacia en enorme sofa dónde pasaría la noche.

       --Qué bueno que te gusto, pensé que no tendría nada como de tu talla ya que estas muy delgado, desde que nació Sasha la ropa me está quedando más ajustada últimamente – De pronto se puso algo melancólico, pues recordó que en un inicio no fue así – Aplique el efecto rebote, baje rápido de peso pero subí el doble – Dijo para disimular el mal rato.

       --Usted está bien como esta, no se mira gordo ni nada de eso – Dijo en tono monótono, como si estuviera hablando consigo mismo sin el mayor presente – No es como si estuviera fuera de forma… Se ve perfecto… Eh-así luce bi-¿en?– Se sorprendió por lo dicho “¿Lo dije o lo pensé?”, una vez más se tomaba la confianza de hablarle así – No, este… Bien… Está bien como esta – Se mordió el labio nervioso en reprimenda a si mismo por pensar en voz alta.

       --Pues si hago ejercicio… Cuando Sasha me deja, bueno pensándolo bien antes estaba mucho más delgado, pero la comida rápida está dándose a notar rápidamente – Dejo escapar una sonrisa suave al ver las mejillas encendidas del menor que intentaba disimular, aparto las sabanas y se acomodó en su cama, Saco una especie de pantalla monitor para ver a su pequeña – Que descanses Milo.

       --Buenas noches Señor Degel… En verdad… Gracias por todo – Dijo en un hilo de voz  sin mirarlo como si lo dijera para sí mismo, el otro solo le sonrió amable asintiendo en gesto mudo, entendía al menor, sabía que no estaba pasando por el mejor momento de su vida y él le demostraría que siempre vale la pena vivirla por más dura que se torne, al menos se pudo quitar el insabor de verlo con esa navaja vieja, realmente no creía que fuera un delincuente, es por eso que le ofreció su ayuda, tal vez así lograría guiarlo por un buen camino, pensó mientras apagaba la luz de la habitación dejando una lámpara encendida como si fuera un niño pequeño, tal vez para que no tuviese miedo de la oscuridad (Que no era el caso, ya que él menor siempre se acostumbró a pasar la mayor parte de su vida a oscuras) pero en sí para darle un poco más de calidez y comodidad a la habitación.

Milo solo veía como el mayor se arropaba entre las sabanas así que le imito, no tardo ni cinco minutos cuando escucho la respiración profunda del mayor, se imaginaba que ya estaba dormido, tal vez tuvo un día agitado y más por lo sucedido. Suspiro cansado, habían sido muchas cosas en un solo día... O más bien  noche, no podía recordar una noche que hubiera dormido con el estómago lleno y una cama decente. Milo estaba pensando en los que sería de su vida no hubiera encontrado a esa bebé, sino hubiera tomado la propuesta de venir a casa de un completo desconocido, que no se arrepentía en absoluto de momento, simplemente no podía conciliar el sueño, era imposible y  no era porque estuviera incomodo, al contrario el sillón era muy mullido, las cobijas eran cálidas y suaves, miraba al techo, a las cortinas, a todos lados menos a la enorme cama, le daba vergüenza voltear a ver al hombre que le brindaba tantas atenciones, el Señor Degel era un ser amable al darle todo sin esperar nada a cambio, se preguntaba una y otra vez porque le ayudaba y le trataba de una manera tan… ¿Cariñosa? “Un Ángel tal vez… Un ingenuo… Lo más probable” Bien no tenía idea, respiro profundo, enserio estaba cansado tanto física y mentalmente, el tiempo parecía eterno, era como si hubieran pasado horas y el reloj solo marcara un par de minutos, Por un lado no quería que la noche terminara, no quería dormir y que al despertar todo desapareciera, cual cenicienta a las 12 am, pero también estaba ansioso porque llegara la mañana y empezar “su nueva vida” por así decirlo. Así estuvo mirando todo alrededor suyo mientras pasaban los minutos hasta que fijo su vista en la mesita de noche cerca de él, era el monitor de Sasha, podía ver a la bebe dormida tranquilamente entre peluches, así duro unos minutos hasta que ni cuenta se dio cuando cayó dormido.

Notas finales:

Mi pirdonan por tardar? Bien, espero que les este gustado la historia, que tengan un excelente fin de semana mis bichines hermosos :3??’?


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