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Un amor que va más allá de la sangre. por Niche

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-¡Ya déjame!-tenía a Axel sujeto del brazo luego de bajarlo del carro para meterlo a la casa. Se quejó mucho de camino aquí.

Ambos estábamos molestos y enfurecidos. Yo por la escena que había presenciado y él por haber interrumpido y tratado mal a esa chica que decía ser “su amiga”. Me sentía tan traicionado por él y aparte de eso no me pidiera alguna disculpa por lo que había hecho.

-¿Por qué tanto escándalo?-mi madre salió de la cocina para ver qué pasaba cuando Axel me estaba golpeando el pecho molesto por haberlo traído a la fuerza.

-¡Tu hijo Axel estaba besándose con una chica en lugar de hacer la tarea!-dije enfadado.

-¿Mi pequeño ya tiene novia?-se vio burlesca cuando preguntó mientras lo  veía, de pronto recordé a aquella madre que le hacía mimos a Axel cuando era un bebé, se veía justamente como está ahora.

-No es mi novia.

-¡Claro que no es su novia, porque yo soy!-estuve lo más cerca posible de decirle a mi madre que yo era actualmente la pareja de él, pero afortunadamente me contuve. Algo malo que tengo es que cuando me enojo no puedo controlar todo lo que digo. Me veían atentamente, como si esperaran que terminará la oración, Axel era el que se veía más sorprendido, al sentir que casi decía la verdad-soy, soy su hermano mayor y debo de cuidarlo, por ahora eres sólo un niño y no puedes tener novias, ¿comprendes?-tomé una de sus manos acariciándola.

-No, y déjame en paz-se dio la media vuelta y corrió hacía las escaleras para irse a su cuarto. No lo entendía, yo no era capaz de entender todo lo que estaba pasando en aquel momento.

-Últimamente tu hermano esta de mal humor, debe de ser la adolescencia.

-Sí, puede ser…-Ni si quiera podía culpar a eso porque Axel se comportara de esa manera, yo sabía que todo era culpa de esa chica-Madre, quisiera que Axel obtuviera un profesor privado, por favor, no puede seguir en esa horrible escuela rodeado de personas que lo pueden corromper.

-Ya habíamos hablado de eso Daniel, sabes que ahora estamos sin mucho dinero, un maestro particular es caro.

-Pero tú no puedes dejar que tu hijo crezca de esa manera.

-Daniel, no exageres, tu estudiaste como Axel, no le pasará nada, ya me voy porque no he terminado de cocinar.

Como era de esperarse, ella no entendía por lo que pasaba en ese momento, nadie lo entendía.

-No quiero que vuelvas a verla-le dije a Axel mientras irrumpía su privacidad en su cuarto. Como de costumbre me ignoro y siguió leyendo un libro que sostenía en ambas manos.

Que él me ignorara me hacía enfurecer, así que le quité ese libro para que lograra poner su atención en mí. No funciono de nuevo, se recostó en su cama de lado mirando a la pared.

-¡Hazme caso!-nuevamente hablé, comenzaba a desesperarme-Axel, no quiero molestarme más de lo que ya estoy, sabes cómo me pongo.

-Vete de mi cuarto-lo dijo en voz baja, pero aun así alcance a escucharlo.

-¿Te salvo de esa chica y me corres?-duré unos segundos esperando a que me respondiera, pero ni así logré hacerlo decirme una sola palabra-Escucha Axel, si vienes ahora mismo a mi cuarto y lo hacemos no me molestaré tanto-me acerqué a su cabello y lo olí mientras se lo decía. Amaba ese aroma suyo, me relajaba tanto y me hacía enamorarme más de él.

-No tendré más relaciones contigo y vete de mi cuarto-cubrió su cabello con su palma para que dejara de olerlo.

-No, aunque no quieras lo haremos y esta vez no seré tan amable.

Le sujete del brazo haciéndolo levantarse bruscamente de su cama. Lo iba a llevar a mi cuarto, pues allí tendríamos más privacidad, ya que aún no funciona la cerradura de su puerta desde aquél día que la rompí. Apenas y lo había logrado mover un poco cuando comenzó a gritar.

-¡No, suéltame, suéltame, déjame, no quiero!-lo gritaba como loco, realmente parecía desagradarle mi idea.

-¡Ya basta!-se escuchó una fuerte voz de mujer en la entrada del cuarto-¡¿Qué es lo que se traen ustedes dos?!-mi madre nos estaba gritando, estaba realmente enfadada. La voltee a ver cuándo escuché sus últimas palabras, luego giré mi cabeza para poder ver la cara de Axel y noté como sus ojos se humedecían, lo estaba haciendo llorar-¡Ya déjalo Daniel, no toques más a Axel, déjalo tranquilo!

¿A caso ella estaba de parte de él? ¿Ella sabía lo que yo le hacía? ¿Por qué de pronto todo se vuelve en mi contra? Lo único que siempre he querido en la vida es proteger a Axel y espero que a cambio de eso él me lo agradezca teniendo relaciones conmigo, pero jamás quise lastimarlo de esta manera.

Solté el brazo de Axel mientras veía que mi madre tenía los ojos llorosos, ¿acaso también la dañé?  No dejaba de voltear a ver a ambos, mi madre parecía decirme algo, pero sólo veía como sus labios se movían, mis oídos se bloquearon por completo, sólo resonaba dentro de mí un zumbido.

Comencé a caminar hacía la entrada, esquivando a mi madre, no dije una sola palabra al ver su mirada confundida por lo que yo hacía. Bajé las escaleras y me dirigí hacía a fuera, me subí al coche y me fui. No podía estar dentro de esa casa, quería golpear algo, quería gritar lo más fuerte posible sin que alguien me interrogara el motivo de mi enojo.

Me paré en un lugar algo alejado de casa, estaba muy sólo ese lugar. Entonces grité como nunca antes lo había hecho, sentía frustración porque todo se me salía de control con Axel y mi madre, no sabía que más hacer.

-¿Te perdiste niño bonito?-pensamientos interrumpidos por la voz de un hombre, ni si quiera lo había visto ni escuchado llegar, lo escuché justamente detrás de mí. Di media vuelta y noté que no era solamente un hombre, sino cuatro-no eres de por aquí, ¿o sí?

-No-fue todo lo que respondí al escuchar el sonido de un metal cuando es sacado de algún lado. Esos hombres portaban armas blancas. Lo cual me hicieron confirmar dejándome ver una de sus navajas.

-Largo sino quieres problemas-no dije una sola palabra y comencé a caminar evadiéndolos. Ellos se quedaron a mis espaldas y luego de dar unos cuantos pasos lejos de los hombres pude escuchar esas leves carcajadas entre ellos. Me detuve en ese instante.

-No-lo dije tan fuerte que al parecer atraje su atención.

-¿Qué estás diciendo?

-¿Estás sordo acaso?-di media vuelta y lo vi con tanto desprecio que ni yo mismo sabía por qué tenía esas ganas de matarlo.

-¡Hey a nuestro líder no le hables así!-de inmediato interfirió uno de sus acompañantes.

-Golpéenlo muchachos-el hombre que se hacía llamar líder trono los dedos mientras me sonreía. Los tres hombres corrieron hacía mi con sus navajas en mano, tenían la intención de matarme tal vez. Pero lo que no sabían es que esa noche tenía ganas de matar a alguien.

No pasaron ni diez minutos cuando ya tenía a los cuatro hombres tirados cerca de mis pies rogándome piedad, aunque los había golpeado hasta casi destrozar sus rostros aun me faltaba más, no había sido suficiente.

 


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