Me comenzaba a estresar esta semana, ya que las peleas de mis padres eran cada vez más fuertes. Ya nada estaba bien entre Axel y yo.
La última vez que lo vi fue para reclamarme de cómo le fastidia mi manera de ser.
-Daniel-fue como si estuviera soñando despierto, escuché la voz de mi madre por sobre mis pensamientos pero no pude reaccionar-¡Daniel!-giré mi cabeza hacía la cocina donde ella se encontraba en ese instante-¿Podrías explicarme que es lo que pasa entre tu hermano y tú?
-Nada-me levanté del sofá con destino hacía mi cuarto, me cargaba una sonrisa tan hipócrita que hasta el menos mentiroso se daría cuenta de que es falsa.
-¡Alto allí!-dio órdenes como si fuera un general. Me sentía extrañado de que ella me hablara de esa manera-Ayer vi llorando a tu hermano y tú me vas a decir que es lo que le pasa.
Me recargué en dónde comenzaba la agarradera de la escalera y la vi desde allí. La cocina estaba junto a las escaleras para subir a los cuartos, así que no era difícil ver desde allí a las personas que se encontraban en la cocina o en la sala.
-¿Quieres saber que le pasa?-me crucé de brazos esperando que me negara la pregunta.
-Ahora mismo-típico de las madres, nunca temen por las respuestas.
-Axel está cansado de escuchar a mi padre y a ti pelear por todo, ayer fue a mi cuarto rogando que los detuviera. Estamos hartos de sus peleas, eso es lo que le pasa, se volvieron unos malos padres, ¿Es lo que querías escuchar?-bajé un poco la cabeza y des cruce mis brazos, comencé a subir las escaleras dando por terminada esa charla tan incómoda.
Al ir subiendo las escales vi a Axel viéndome directamente desde arriba, parecía estar molesto por lo que dije. Cruzamos miradas mientras me aproximaba hacía él. Me fui de paso hacía mi cuarto, no tenía ganas de verla la cara a algún miembro de la familia, me sentía arto de estar allí, ahora el adolescente parecía ser yo.
Hice un fuerte puño con la mano izquierda y golpee la pared tantas veces fueran posibles para dejar mis nudillos cubiertos en sangre. Me sentía desesperado. Jamás le había hablado a mi madre de esa manera y sentía que era la correcta para que dejara de hacerme tantas preguntas sobre Axel. Ya no lo estaba obligando a hacer cosas que no quisiera, así que me sentía libre de todo interrogatorio.
Al día siguiente.
Lo había llevado a su escuela y vi que no se bajaba del auto, ambos nos quedamos callados, parecía ser que él quería hablar pero no sabía que decirme para comenzar la charla.
-¿Estás molesto?-no pude aguantar las ganas de preguntarle.
-Te odio-bajo ambas cejas casi juntándolas, esa era una señal de que estaba enojado.
-¿Me odias?-hice una leve risa burlesca-dime algo que no sepa.
-Esa chica debe de ser linda.
-¿A qué te refieres?
-La chica que amas, por la que siempre estás ocupado.
-No sé de qué hablas y ya vete que se te hará tarde-trata de cambiar de platica, lo menos que quería era discutir con él.
-¡¿Entonces por qué ya no soy tu prioridad?! ¡Siempre estás molesto, ocupado, ausente!-nuevamente estaba se había puesto enojado.
-Axel, cálmate, por favor.
-¡¿Ahora la mala persona soy yo por querer que estés conmigo?!-cerró sus ojos gritándolo, casi podría jurar que se escuchaba hasta a fuera del auto.
-Hablaremos de esto en la casa, ahora no es…-no me dejó terminar.
-¡Ni si quiera cuando me siento triste me abrazas, ya no me preguntas como me fue en la escuela!-abrió la puerta y se bajó bastante enfurecido, casi pude ver que estaba llorando.
-¡Axel!-me bajé de inmediato yendo detrás de él-¡Hey!-lo sujete del brazo deteniéndolo. Las personas de alrededor parecían espectadoras de una escena dramática entre novios-Tranquilízate-lo hice que me viera a los ojos poniéndome frente a él. Era como si viera de nuevo al pequeño hermanito al que siempre protegí de todo lo malo que le pasaba, se veía tan desprotegido que quería volver a los de antes, volver a cuidarlo como yo sabía. Lo abracé y pude oler su suave cabello castaño, acaricie sus hermosas orejas pequeñas, me contuve de querer besarlo en público, una vez que nos quedamos más de dos minutos abrazados.