Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Edge por Lovis_Invictus

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

[Advertencia]

Spoilers generales de la saga de Harry Potter. Añadiré o retiraré cosas canon también dependiendo del cómo guste que vaya la historia

 

————— [ • • • ] —————

 

Tras aquel fortuito e inusitado agradecimiento todo había caído en un desagradable, profundo mutismo; Sirius estaba muy incómodo como para decir algo, mientras que en Severus se arremolinaba una mezcla de vergüenza y arrepentimiento, llevaba ya un buen rato castigándose mentalmente por haber abierto la boca en primer lugar.

 

Fuera del pequeño armario, a lo lejos en el pasillo, alcanzaba a vislumbrarse a la profesora Minerva, quien zapateaba de un lado a otro dando zancadas, iracunda. Pues va y resulta que desde dentro del gran comedor había visto parte de lo ocurrido, ahora regañaba a los tres muchachitos de Slytherin junto con Slughorn, les reprendían duramente haber golpeado a alguien con el nimio motivo de ser mestizo. Cuando el primogénito Black se asomó por primera vez cayó en cuenta que ninguno de los dos podría darse el lujo de salir en un buen rato, o serían castigados por estar fuera del comedor y escuchar a hurtadillas. Se lo comunicó a Snape con un movimiento de cabeza, él le respondió de la misma manera, desde entonces no habían hecho nada más.

 

Severus, aún en la misma incómoda posición de antes, jugueteaba su elegante varita golpeteando con la punta una de sus huesudas rodillas, mientras que Sirius esperaba a la defensiva sobre sí cualquier maldición que su acompañante se supiese. Entonces, con la fuerza de un maremoto, los recuerdos difusos de la noche anterior aterrizaron en su cabeza, se incorporó inconscientemente y golpeó su cabeza contra un estante, alterado intentó que nada de lo que estaba encima se cayera, no obstante Snape fue más rápido, con un movimiento sutil de su muñeca y un susurro las cosas volvieron a quedarse como estaban y él, agradecido, volvió a tomar asiento a su lado.

 

— ¿Te hizo algo?— preguntó de repente y tras un instante, en una casi inaudible voz baja. El joven de la casa de las serpientes le miró extrañado, sin saber a qué se refería, alzaba una ceja, expectante— Voldemort, anoche que te fuiste con él ¿Te hizo algo?

 

Ante el oscuro nombre la mirada confundida pasó a tornarse aterrada por un pequeño momento, mas, en lo que dura un parpadeo, volvió a bañarse en la acidez que Sirius estaba acostumbrado a ver— No te interesa

 

Sirius frunció el entrecejo, colocando una expresión irritada y diciendo con tono irónico: — Creo que si te lo estoy preguntando es porque me interesa

 

Su compañero soltó una leve risa sardónica, rodando los ojos en son de hartazgo— ¿Por qué podría interesarte a ti, Black?

 

— Solo te estoy haciendo una pregunta, no te cuesta nada decirme si te hizo daño o no— Sirius contestó con calma, entendiendo bien que las cosas con Severus no saldrían adelante mientras él se la pasase a la defensiva también.

 

— Si tiene que ver contigo o tu grupito sí me cuesta— el otro le respondió mordaz, dando por finalizada esa conversación.

 

— Si sigues con ese carácter tan adorable entonces puedo suponer que no sucedió nada grave— habló sarcástico mientras que, gracias al sofoco del reducido espacio, intentaba arremangarse el suéter del uniforme con sus manos temblorosas, chasqueó la lengua cuando la sencilla tarea se le hizo imposible, aún estaba débil después del Cruciatus que su madre le aplicó la tarde anterior, y si bien los elfos de la mansión Malfoy habían intentado ayudarles a él y Bellatrix, al final sólo lograron sacarlos de la inconsciencia y disminuir un poco los efectos consecuentes. Él aún traía encima la cruda sensación de estupor, junto a algunos pinchazos dolorosos que de vez en cuando se clavaban sobre sus músculos cuan alfileres ardientes.

 

Severus resopló con desgana, irritado pero férreo a devolver aunque fuese un poco de la ayuda anterior tomó bruscamente el brazo de su compañero, el nerviosismo de tocar por primera vez a alguien que conoces ya desde hace tiempo se instaló con desagrado en la boca de su estómago, sin embargo y siendo un maestro en ocultar sus verdaderas emociones se colocó la bien practicada máscara de indiferencia, doblando rápidamente tanto el suéter como la camisa hasta debajo del codo.

 

— ¿Snape?— preguntó Black desconcertado, al escucharle el aludido soltó la extremidad como si ésta le quemara los dedos; desvió la mirada, nervioso, parecía desear arrancar a correr. Incómodo, Sirius carraspeó, buscando eliminar la calidez de los dedos de Severus sobre su piel lastimada— No... No soy tan inútil como parece, solo perdí mi coordinación por el Cruciatus de ayer— alcanzó a decir, su tono pseudo burlón no disminuyó las repentinas y extrañas sensaciones que le embargaban.

 

El joven Slytherin se atrevió a verle de reojo, aún con la cabeza gacha— ¿Qué pudiste haber hecho en los diez minutos que no estuve para que él te maldijese?— preguntó sin esperar una respuesta, no obstante, por algún motivo que era incapaz de comprender, Sirius se sintió en la repentina necesidad de otorgarle una:

 

— No fue él, fue Walburga— soltó en un susurro rencoroso— Ella y su maldito estatus de sangre pueden restregarse en mis pelotas

 

Snape balbuceó una sonrisa que alcanzó a disimular a tiempo con una mueca extraña—. Entonces tú... — le animó, sin saber el porqué, a continuar hablando.

 

Ahora fue el turno del joven Black para titubear un poco, durante unos segundos soltó palabras sin sentido, pero al final terminó por revolotearse el cabello con las manos, alterado; exhaló, sintiéndose derrotado ante la enorme curiosidad que la pesada mirada ónix demostraba.

 

— Tenía miedo ¿bien? Había escuchado mucho de él, mis padres están encantados con lo que hace y obligan a mi hermano a participar en sus estupideces; aun así jamás tuve ni la oportunidad ni las ganas de verlo, es imponente y Orión halagó que apenas vio a Bella le lanzó la maldición sin pensarlo dos veces. Cuando ella soltó lo de tu sangre mestiza y él te pidió que lo siguieras me asusté aún más, creí que te mataría y... No lo sé, simplemente corrí detrás de ustedes cuando me cruzó en la cabeza que probablemente te mataría

 

La expresión indignada de Severus decía muchas cosas, abrió la boca dispuesto a reclamarle semejante y asquerosa mentira, mas Sirius alzó una mano, pidiéndole que se callara.

 

— Y antes de que digas más nada, déjame aclararte algo: Las dos disculpas que te pedí antes eran verdaderas, me juré que haría lo posible para cambiar y el dolor que siento ahora mismo es la prueba de que estoy dispuesto a cumplir mi palabra— Sentenció, sonando tan convincente que Snape, pese a todo y por unos instantes, anheló creerle.

 

Sirius se levantó, esta vez con cuidado; saltó el cuerpo del más pequeño con una zancada y abrió la puerta levemente solo para cerrarla tan rápido y silencioso como le fue posible, soltando un par de malas palabras porque estuvo a poco de ser descubierto por McGonagall

 

Severus permaneció en silencio, observando de reojo a Sirius cada tanto, quien a su vez se asomaba por intervalos hacia afuera, esperando a que la mujer y el profesor dejasen de reprocharles cosas al trío de jóvenes que a estas alturas ya lucían fastidiados.

 

— Hablamos— susurró Snape lo suficientemente fuerte para que fuese perceptible. Black volteó a verle, entre expectante y curioso— El Señor Oscuro y yo... sólo hablamos. Creí que desharía de mí, pero por alguna razón que no comprendo no lo hizo

 

Sirius le rehuyó la mirada, frunció el entrecejo y torció los labios, molesto— Tal vez mi hermano tenga algo que ver, habla mucho de ti, eres algo así como un héroe para él, de alguna extraña manera. Admira todas y cada una de tus facultades para con la magia, y no te miento yo también lo hago, pero no te conozco de la forma que él lo hace

 

— Sé que me sigue como un cachorro a todos lados, pero no creí que llegaría al punto de recomendarme con él, el mismo señor tenebroso me lo dijo— alegó sin mirarle, ignorando que el Gryffindor le había halagado.

 

— Sí, bueno, estoy seguro de que ese al que llamas señor te tiene ya un lugar apartado en su grupo de seguidores— al no recibir respuesta viró la vista en dirección al muchacho, encontrarle pensativo mientras mordisqueaba, nervioso, un tozo de su labio inferior, no era algo que hubiese esperado. El mayor de los herederos Black abrió los ojos estupefacto, se acercó a gatas hasta el chico, sin pestañear, por miedo a que hiciese cualquier movimiento— Hey, no me digas que realmente planeas entrar a los mortífagos— Severus volteó la cabeza, ignorándole. El Gryffindor perdió los estribos, le tomó de ambos hombros, reduciendo aún más el espacio entre ellos, obligándole a verle— No harás eso

 

Severus le encaró con enfado y el orgullo un poquito más roto que antes— ¿A ti que demonios te importa lo que haga?— subió un poco la voz, sin prestar atención a que pudiesen oírles allá afuera— ¿Quién eres tú para decirme qué o no hacer?— escupió, recalcando las palabras de la misma manera que se haría para explicarle algo a un niño pequeño. La tensión sobre su ropa se ablandó lentamente, el sangrepura clavaba sus ojos plata sobre los ajenos, lucía decepcionado y el joven Slytherin no tenía en claro porqué.

 

— No, Snape, no soy nadie para ti y no creo serlo en un futuro, pero debes entender que ese no es el camino ¿Acaso crees tú que Voldemort llegará lejos? ¿Un ser incapaz de sentir puede llegar a la gloria? Esa forma suya de ser lo dejará caer en picada directo a la ruina y lo peor del caso es que se llevará a muchos incrédulos con él ¿Vas a ser uno de esos? ¿Lo dejarás todo por un megalómano con aires de dios e ideales estúpidos? ¿Qué hay de Lily?— pronunció difícilmente el nombre, que por diferentes razones le supo áspero en la garganta— ¿No ella es nacida de muggles? Escuché anoche que planean exterminarlos, si no hacemos algo van a matarla—Severus puso una expresión de terror en el rostro y Sirius se arrepintió de haber metido a la peliroja en la conversación— Aún hay esperanza en todo esto, Severus, voy a demostrarte que no importa como vayan las cosas, aún queda algo porque luchar. Quiero un futuro para ti, un buen futuro

 

Un grupo de pisadas pasando por enfrente de la puerta finalizó la conversación abruptamente. Ambos esperaron un par de minutos sumidos en un mutismo incómodo antes de abrir la puerta y salir cada quien por su lado, Sirius hacia las cocinas por haberse saltado el desayuno y Severus directo a la biblioteca, necesitaba estar solo, no quería admitir que las palabras del molesto muchacho habían hecho mella en su conciencia.

 

[ • • • ]

 

Tres días después de aquella curiosa conversación ninguno se había dirigido la palabra. A ojos de Sirius, Severus lucía realmente decaído, no tenía idea de lo que pudiese estar afectando al muchacho y por ende tampoco sabía cómo acercarse. Eran inicios de diciembre y pronto debían informar al profesorado si se quedarían en Hogwarts durante las fiestas o marcharían a casa. Sirius no quería que Snape se fuera, pero el chico se había ido sin falta todos los años, Black nunca entendería porque, aunque regresara al colegio golpeado y con el corazón un poquito más roto, siempre volvía a ese horrible lugar.

 

Mientras caminaba hacia la salida de la cancha, agotado por su recién terminado entrenamiento de Quidditch, sus ojos plata se desviaron hacia tres figuras escondidas tras las enormes gradas, conversando: Se trataba de Lucius Malfoy, quien conversaba con su hermano Regulus y un muchacho moreno a quien creía reconocer como John Mulciber; Malfoy se veía irritado, peinaba su largo cabello hacia atrás en una especie de tic mientras negaba con la cabeza a lo que John y su hermano le mencionaban.

 

Del modo más rápido y disimulado posible se dirigió hasta una zona boscosa cercana a las gradas, se quitó su uniforme del equipo de Gryffindor, quedando solo con sus pantalones y la camiseta blanca que tenía debajo, entonces procedió a transformarse en Canuto, era media tarde y ciertamente no debería, pero no había visto a Snape en lo que llevaba del día, no apareció en el desayuno o la comida, tampoco estaba en la biblioteca o algún aula en desuso; con un poco de pena admitía haberle estado buscando, recorriendo los pasadizos secretos del castillo en su forma animaga con el mapa del merodeador en el hocico, fallando en su cometido cuando al acercarse a las mazmorras el nombre del muchacho se marcaba en lo que parecía ser el pasillo de habitaciones de Slytherin, inmóvil. No, no debería arriesgar su pellejo así, pero estaba preocupado lo suficiente como para que le importara un demonio ser descubierto.

 

Así pues, con su varita bien escondida bajo un agujero y llena de tierra se dirigió, entre la maleza, hasta la zona donde los tres amigos de Severus conversaban. Como un cazador se deslizaba bajo ramas y arbustos, sus patas a duras penas se oían sobre el suelo de tierra, con el hocico pegado al piso y las orejas bien paradas pudo ser capaz de escucharles hablar estando lo suficientemente lejos como para no ser descubierto.

 

— No creo poder hacer más al respecto— John Mulciber espetó con frustración, recargando su espalda contra la fría pared de piedra— No va a hacerme caso, saben como es, se encierra en sí mismo y no entiende razones

 

— ¡Tenemos que hacer algo!— Lucius terminó por gritar, iracundo. Sirius escuchó que algo salía volando y se estampaba contra un árbol cercano, una piedra, probablemente.

 

Regulus soltó un suspiro resignado, cruzándose de brazos e imitando la posición que John habría tomado segundos atrás— No podemos hacer nada si él no quiere que lo hagamos, se supone que somos sus amigos pero ni siquiera notamos una diferencia en su comportamiento

 

— ¿¡Y cómo nos enteraríamos de que su madre murió si él no nos dice nada!?— la voz barítono de Malfoy había abandonado su neutral tono elegante, en su lugar se oía amenazante, furibunda, decepcionada, completamente emocional, como Sirius creyó que nunca sería posible escucharla.

 

— Porque no nos tiene confianza— resolvió Regulus rápidamente, se le notaba abatido.

 

John se talló el rostro en señal de frustración, finalizando por alborotar su cabello al no saber cómo reaccionar a todo lo que estaban pasando con su misterioso compañero— Entrar a los mortifagos le ayudará a romper sus barreras, debemos convencerle, no crean que no me he dado cuenta de que está dudando

 

Lucius y Regulus se dieron una rápida mirada, siendo los más cercanos a Severus sabían que, si bien el muchacho odiaba a los muggles y gustaba de practicar las artes oscuras, en realidad no parecía querer estar junto al señor tenebroso por eso, había algo ahí que nadie más allá de él sabía, un motivo que no estaba dispuesto a mencionar en voz alta, aunque Regulus tenía la teoría de que Severus buscaba poder, no venganza.

 

El heredero Malfoy saltó en defensa a su amigo: 

 

— Severus duda porque el Señor Tenebroso tiene poco de haberse hecho un nombre, pero cada día gana más autoridad entre los magos, además ya le tienen contemplado para tomar la marca al finalizar el séptimo curso, todo estará bien, John

 

— Un bajón emocional lo tiene cualquiera, apenas tiene unos meses que falleció su madre, déjalo ser por ahora, cuando se recupere volverá con más fuerza, siempre lo hace— Regulus le hizo segunda a Lucius, ellos querían a Severus lo suficiente como para soportar su arisca forma de ser, pero John era un caso aparte, estaban seguros que no dudaría en maldecirlo si le veía titubear.

 

Sirius creyó haber escuchado lo suficiente como para hacerse una idea de lo que estaba sucediendo puertas cerradas con su indescifrable compañero. Se retiró tan silenciosamente como había llegado, yendo de reversa sin dejar de prestar atención a los tres Slytherin, no deseaba que ninguno se moviese, sería problemático si le atacaban o se esparcía el rumor de un perro parecido al Grimm recorriendo los campos de Hogwarts. Regresó a donde hubo dejado sus cosas, desenterró su varita y cuando estuvo seguro que nadie le vería volvió a transformarse; se vistió y salió corriendo en dirección a la torre. Tomaría un baño rápido y esperaría por el muchacho en el comedor, si no salía, entonces tomaría prestada la capa de James y se metería a la sala común.

 

No podía simplemente quedarse sin hacer nada, eso no era muy Gryffindor de su parte.

 

[ • • • ]

 

Cuando Severus despertó faltaba poco para la cena; se talló los ojos, en el silencio y oscuridad que le propinaban los hechizos que había colocado antes de acostarse rebuscó sobre el colchón hasta dar con su varita, soltó un ronco Finite Incantatem, entonces la luz atravesó los doseles verdes de su cama, y el ambiente se llenó con los múltiples sonidos de los alumnos saliendo de sus habitaciones para dirigirse al gran comedor. El muchacho se estiró escuchando sus huesos crugir, no tenía muchas ganas de levantarse pero el haberse saltado el desayuno y la comida le estaba pasando factura, se sentía mucho más cansado y enfermo de lo había estado al amanecer. Se levantó de la cama, perezoso, notando la nula presencia de sus compañeros de cuarto y agradecido por ello; sus pasos tambaleantes le llevaron hasta los pies de la cama, donde tomó de su cofre un par de pantalones de vestir color negro, se colocó una de las dos camisas que tenía y encima de ella la túnica de su casa junto su respectiva bufanda. Sobó sus brazos apenas abrir la puerta, le dolían los huesos.

 

Al salir de la habitación varios alumnos se le quedaron mirando, algunos lo señalaron, otros cuchicheaban entre ellos sin vergüenza alguna, lo mismo se repitió por donde quiera que pasaba, Severus se preguntaba si esas actitudes eran por la escenita en la mansión Malfoy o si en realidad era tan malo escondiendo su miseria.

 

Cuando estuvo dentro del gran comedor las miradas curiosas no se hicieron esperar, incluidos los penetrantes ojos de Albus Dumbledore quien le observaba analítico, como si de esa manera pudiese saber qué era lo que estaba pasando por la cabeza de su alumno y propiciaba su extraño comportamiento. El joven se dejó caer en la silla con un ruido sordo, no intervino ni se quejó mientras Regulus tomaba de todo un poco en el banquete y llenaba su plato al tiempo que Lucius le sermoneaba en voz baja sobre su descuidada salud tanto física como mental. Pudo sentir cuatro pares de ojos al otro lado del salón que resaltaban de entre la multitud, miel, dorado, verde y plata se centraban en la figura despeinada, mal arreglada y de aspecto moribundo que jugueteaba con el tenedor a picar la comida sin meterse nada a la boca.

 

— Severus Snape, ¿Me estás escuchando?— reprochó Malfoy, indignado, el aludido asintió levemente, soltó el tenedor, procediendo a tallarse el rostro con ambas manos en ademán frustrado.

 

— ¿Podríamos seguir con esto mañana? He dormido una mierda y me duele la cabeza como la vida misma— se quejó, admirando a las velas que iluminaban desde el techo con cierto resentimiento, pues le molestaban la visión.

 

Lucius bufó inconforme— No creo que sea necesario— dijo, recargando su barbilla sobre sus manos cruzadas, pensativo— A veces me gustaría saber en qué piensas o porqué haces lo que haces, no te entiendo y creo que ni con un Legerement voy a lograr hacerlo

 

— Lo mismo digo yo— respondió Regulus en un susurro molesto, tomando el tenedor del plato de Snape trozó algo de carne y lo extendió a la boca del muchacho, quien le tomó de la muñeca, viéndole amenazante— Entones come, o voy a tratarte como a un bebé hasta que comprendas

 

Severus rodó los ojos, no podía esperar más de un Slytherin haciendo un pésimo intento para subirle los ánimos a alguien. Le arrebató el cubierto y comenzó a comer pese a no estar tan hambriento, mejor eso a tener que soportar dos abuelitas preocupadas encima suyo veinticuatro de siete.

 

Desde la mesa de Gryffindor cierto alumno no perdía de vista al mestizo en el otro extremo, no hacía el más mínimo esfuerzo por ocultar que le veía pese a las expresiones confundidas de los compañeros de cercanos a él, incluso con las burlas entre gestos de James, que interpretaba con sus manos como Snape y él se besaban. Cuando Potter comenzó a reírse producto de su notorio rubor todo el alumnado giró la cabeza en su dirección y no fue hasta que se ahogó con lo que masticaba que el líder del equipo de Quidditch se apresuró a socorrerlo y Sirius se ganó una pequeña amonestación por reírse de la casi muerte de su compañero.

 

Apenas terminaban sus alimentos los alumnos iban retirándose; la plantilla de docentes, por su lado, conversaba animadamente sobre temas banales, relajados, como hacía bastante no lo estaban, y no es que las cosas en el mundo mágico hubiesen mejorado, por el contrario, de la noche a la mañana todo había empeorado a gran proporción y era por ello que ahora mismo se darían el lujo de, tal vez, hablar todos juntos por última vez.

 

Sirius observó como Severus se levantaba, vio a su hermano y a Lucius conversar un poco con él, siguiéndole hasta la puerta, sin embargo y tras discutir unos segundos Snape negó con la cabeza y se fue. Malfoy se alejó casi ofendido, zapateando, Regulus se quedó atrás.

 

— ¿Vas a ir con él?— susurró James al oído del Black aprovechando que Remus y Peter conversaban con Lily y una chica morena casi al otro lado de la mesa.

 

— Sí, aunque me mande al demonio cuando me vea— le respondió el otro en tono irritado, y es que se encontraba sumamente molesto con el muchacho de Slytherin, él quería ayudarlo y al fin poder llevarse bien, pero lo único que el otro había hecho desde que se habían quedado en el armario de escobas era evadirlo y dejarse decaer cada día más.

 

— Parece un cadáver andante— resolvió James mientras veía a su amigo ponerse rápidamente la capa, de su pantalón extrajo el mapa del merodeador, extendiéndolo a Sirius, quien lo tomó en seguida con una expresión de agradecimiento en el rostro.

 

— Ya lo sé — dijo condescendiente, bebió el líquido restante de su copa y salió corriendo en busca del Slytherin. Al verlo desaparecer por la puerta Potter se mordió los labios, solo esperaba estar haciendo lo correcto.

 

Una vez fuera de la habitación Sirius observó bien su entorno, quedaban pocos alumnos en el gran comedor y los profesores habían desaparecido entre carcajadas por una de las puertas laterales a su mesa. Podría entrar a uno de los pasadizos, sería menos engorroso viajar por el castillo de esa manera, no debería haber problemas mientras se mantuviera a alerta de la Señora Norris. Convencido de la eficiencia de su improvisado plan metió sus manos en las bolsas del pantalón y comenzó a caminar con normalidad por el pasillo; giró la cabeza de izquierda a derecha, sus rizos se movían graciosamente hacia los lados conforme intentaba discernir si alguien se encontraba alrededor, una vez seguro de estar solo entró cuan exhalación al estrecho pasadizo más cercano. Tras un Lumus y el juramento al mapa ya se encontraba buscando aquel nombre sobre los cientos que se movían en la cercanía; comenzó a correr hacia abajo, dirección a las mazmorras, esperando ansiosamente la aparición de aquel muchacho en el pergamino amarillento. 

 

Después de un rato le encontró, saliendo del castillo, su nombre había dejado de moverse en la entrada al bosque, detrás de la cancha de Quidditch. 

 

Justo al poner un pie fuera del castillo pudo verlo a la lejanía, una helada ventisca nocturna azotaba fuertemente y sin piedad los terrenos del colegio haciéndole temblar, sin embargo, al muchacho sentado allá sobre un tronco caído, parecía no importarle demasiado. Black se quedó estático, había corrido hasta ahí con el objetivo de hablarle, más ahora, al tenerlo a tan solo unos metros de distancia, no sabía qué decirle o cómo acercarse.

 

Tomó aire, con la valentía típica de un Gryffindor pero a pasos cortos y temblorosos fue acortando el espacio entre ambos, no sabiendo que esperar. Estando unos dos metros detrás de él logró escuchar leves susurros, Severus parecía querer invocar algún hechizo, pero eran palabras que él no comprendía o jamás había escuchado.

 

— Vas a enfermarte si sigues aquí— soltó lo único que le había pasado por la mente. 

 

El otro, sin voltear a verle, detuvo sus extraños rezos sólo para responderle con un aterrador tono de voz sin emociones:

 

— Si me importara, no estaría aquí

 

Black decidió rodearlo para quedar de frente y poder mirarle a los ojos, pero Severus no le estaba dispuesto a dejarle hacer eso, mantenía la cabeza alta, mirando la luna creciente cubrirse y destaparse por las nubes que, empujadas por el fuerte viento, viajaban demasiado rápido allá arriba. Su cabello largo bailaba con al son del las hojas y ramas, moviéndose a como las ráfagas de aire quisiesen; tenía las mejillas y su nariz cubiertas de rojo, eso, por alguna razón, le hacía parecer aún más enfermo.

 

— Hay gente a la que sí le importa— comentó Sirius por lo bajo, las pequeñas gotas de llovizna que empezaban a aparecer estaban comenzando hacerle arder la piel, lenta pero progresivamente.

 

Un bufido sarcástico se dejó escuchar por parte del más bajo, finalmente se atrevió a mirarlo, desviando levemente el rostro en su dirección— Un par, sí, pero tú no eres uno de ellos— respondió desganado, lucía abatido, ni siquiera parecía molesto con su presencia, en su lugar daba la ilusión de estar harto de sí mismo. Sirius, lamentablemente, comprendía el sentimiento.

 

El Gryffindor se hincó despreocupadamente en el suelo enlodado, siendo seguidos sus movimientos por los imperturbables ojos negros— Oh vamos, me estoy empapando, dame algo de crédito ¿Quieres?

 

El mismo silencio incómodo que se instauraba cada vez que cruzaban palabra volvió a aparecer. Severus se negaba a prestarle atención y Sirius comenzaba a desesperarse. Fue entonces cuando la impulsividad siempre presente en el animago decidió hablar por él y tocar una fibra que consideraba sumamente sensible: 

 

— ¿Vas a volver a tu casa ésta navidad?

 

La pregunta tomó Snape por sorpresa, le dirigió una mirada despectiva antes de preguntar— ¿De qué demonios estás hablando? ¿A ti qué te importa?

 

— Hay cosas que, por más que quieras ocultar, al final terminan siendo muy evidentes— Severus le vio, sus ojos bañados en confusión mentían de cierta manera, puesto que el Slytherin ya se hacía una idea del camino por donde se iba dirigiendo esa extraña conversación y no le agradaba para nada. Un relámpago iluminó el cielo que poco a poco comenzaba a nublarse y Black se tomó un momento para apreciar las duras facciones ajenas antes de proseguir: — Hace poco me di cuenta que tú y yo volvemos de la misma manera cada que terminan las vacaciones, aunque debo decir que no eres muy bueno para cubrir los moretones

 

Las palabras del joven sangre pura actuaron en Severus como una navaja que revivía horrores y cortaba su orgullo; se levantó tan rápido como le fue posible gracias al penetrante frío, no era capaz de sentir las piernas en su totalidad y estaba seguro hubiese caído de no ser por los ágiles movimientos del jugador de Quidditch que no estaba ni por asomo enterado de lo mal que había comenzado a sentirse físicamente.

 

— Suéltame— ordenó justo antes de que las fuerzas abandonaran su cuerpo y se dejase caer involuntariamente sobre el otro, que, teniendo un físico bastante más proporcionado, pudo sostenerlo sin mucha dificultad.

 

— Claro que sí, campeón— Sirius añadió con sarcasmo— Vamos adentro, y no te estoy preguntando— dijo. Le tomó por la cintura, arrastrándole literalmente hacia el pasadizo por el que había llegado.

 

Severus no sabía si sentirse agradecido o humillado, la repentina fiebre que le había azotado desde hacía un par de días tenía su mente dando vueltas, y aunque en principio gracias a ello había salido a tomar algo de aire fresco, ahora se arrepentía, pues parecía haber regresado con más fuerza. Odiaba su precaria salud.

 

Dirigió una mirada de reojo al león de Gryffindor, los rizos en su cabello húmedo ahora se veían un poco menos notorios, incluso algunos se pegaban a su frente, dándole si cabía en ello un toqué aún más rebelde a su persona; desvió la cabeza a un costado durante una buena parte del trayecto, molesto consigo mismo por no ser capaz de enviarle una maldición al irritante muchacho.

 

— Iremos a la enfermería, y eso tampoco te lo estoy preguntando— sentenció Sirius, jalándole de entre los pasillos ahora sorprendentemente solitarios. No recibió respuesta, desde que se había volteado Severus se negó a decir más nada, no se quejó cuando le tomó brutamente entre los brazos para acortar el tiempo de camino, ni le respondió con su típico sarcasmo bañado en acidez cuando le riñó por estar tan ligero, simplemente se mantuvo en silencio, con la mirada perdida en la nada hasta el ala del castillo donde se encontraba la enfermería de la escuela.

 

Al traer al Slytherin encima tocó la puerta con el pie un par de veces, se oyeron risas dentro de la sala y cuando Poppy abrió la puerta el alumno pudo notar que dentro se encontraban todos y cada uno de los pertenecientes al personal del colegio, incluidos Dumbledore, el gran hombre que vigilaba la entrada al bosque prohibido y el irritable intendente junto a su inseparable gata.

 

— Joven Black ¿Qué ha pasado?— preguntó Albus levantándose de la cama en donde se encontraba sentado.

 

— Eso quisiera saber yo— susurró el aludido, enojado; entró sin pedir permiso, ignorando los rostros incrédulos, mientras más se acercaba al fondo del recinto los docentes se iban levantando y despidiendo antes de retirarse. Para cuando llegó a la última cama ya solo quedaban Dumbledore, Slughorn, McGonnagal y Pomfrey, quienes intercambiaron miradas preocupadas después de verlos mojados y con la piel enrojecida por el frío— ¿Puede atenderlo?— preguntó hastiado al notar que ninguno de los adultos parecía querer salir de su asombro. La mujer encargada del área accedió de inmediato, correteó hacia ellos lo más rápido que sus bonitos tacones beige le permitieron, seguida por la profesora de transformaciones, el pocionista y el director, quien, como ya era su costumbre, analizaba la situación a detalle, intentando encontrar algo bajo la latente preocupación en los ojos platino del estudiante de Gryffindor.

 

— Severus— le nombró el más viejo mientras se hincaba frente al muchacho, quien seguía siendo apresado por los brazos de Sirius, que ahora estaba sentado en un extremo de la cama.

 

— Tiene fiebre, no creo que te haga mucho caso, Albus— soltó la medimaga al aire mientras rebuscaba entre los frascos de un estante algo en específico. Tomó una botella de cristal muy frágil, contenía en la mitad de su capacidad un líquido color verde limón que desprendía un aroma cítrico bastante fuerte. Se dirigió entonces de vuelta a donde el par de alumnos y los tres profesores se encontraban— No estoy segura de que pueda, pero debe beberlo— meneó la botella.

 

Albus observó minucioso el rostro del muchacho más pequeño, el chico respiraba agitado, sus manos temblorosas trataban de aferrarse a la capa de Sirius como escape al dolor físico que probablemente estaba sintiendo— Lamento informar que lo mejor será utilizar algunos hechizos y cuidarle del modo muggle, al menos por ahora, parece que no está en sus cinco sentidos y dudo que pueda beber cualquier cosa— comentó el anciano; luego se incorporó, lanzando una pesada y represiva mirada al estudiante de Gryffindor, se sentía molesto con el muchacho, aún le irritaba el haber sido engañado más de cuatro años por sus estudiantes estrella. No lograba entender cómo era que después de tanto tiempo siendo un cruel verdugo Sirius ahora quisiese tomar el papel de salvador— Horace, Minerva, no tenemos nada que hacer aquí, hora de dormir

 

El jefe de Slytherin estaba por replicarle con indignación que él sí debía permanecer con su alumno, pero el director fue más rápido, tomándolo a él de un brazo y empujando levemente a Minerva por la espalda los sacó de la enfermería. Antes de cerrar la puerta se dio media vuelta y con un movimiento de varita secó a los dos jóvenes, dándoles un sentimiento de alivio a sus congeladas pieles.

 

Madame Pomfrey le ordenó al joven Black que colocase a Severus en la cama, le dio una pijama blanca indicándole en contra de su voluntad que iba a dormir ahí quisiera o no; a regañadientes corrió por completo ruborizado hasta el rincón más alejado de la mujer para comenzar a desvestirse, dejando el uniforme pulcramente doblado sobre un pequeño buró cuyo único cajón se encontraba bajo un candado hechizado. Ella le suministró la mitad de un vaso con el líquido verduzco de antes y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no vomitar apenas tragó la poción. 

 

Cuarenta minutos más tarde, luego de lanzar un par de hechizos a los que Sirius no prestó mucha atención y colocar paños húmedos repetidas veces sobre la frente del ahora inconsciente Slytherin, consideró que la fiebre había menguado, pidió al heredero Black se recostase en la cama contigua a la de su compañero para poder irse y así sucedió.

 

Tras dormitar un par de horas Sirius despertó a eso de las tres de la madrugada, permaneció quieto otros tantos minutos, sintiéndose como un conejo acorralado por una enorme bestia, no quería hacer ruido, tenía el presentimiento de que el otro no se encontraba durmiendo y le cobraría larga factura por arrastrarlo en contra de su voluntad hasta la enfermería del colegio. Se regañó mentalmente por ser tan impulsivo. 

 

Con la poca luz que la única antorcha al fondo les podía otorgar pudo percatar el leve movimiento continuo de las sábanas en la cama de al lado.

 

El joven se incorporó hasta quedar sentado sobre el colchón, casi en estado de shock— ¿Snape?— preguntó en un susurro, el pelinegro dejó de moverse apenas escuchó su apellido salir de boca del Gryffindor.

 

— ¿Qué?— soltó en un murmuro ronco, tosco, quebrado.

 

Black se quedó mudo al escucharle en ese tono que nunca creyó oír proviniendo de él; no sabiendo si lo correcto era abrir la boca terminó cediendo a sus emociones cuando después de tragar en seco apretando las blancas sábanas entre sus dedos musitó, casi tan bajito como el otro:

 

— Lo lamento

 

Un fuerte sollozo resonó en el enorme y deshabitado recinto. Severus se incorporó como pudo, despacito, encarando al otro con una expresión dolida que intentaba disfrazar de odio; por el marcado rubor en su rostro sudado Sirius pudo suponer que la fiebre había vuelto.

 

— ¿De qué demonios estás hablando?— inquirió entremedio a un lamento.

 

— No lo sé— respondió sincero, gracias a la tenue iluminación Sirius era capaz de notar el brillo en las pestañas mojadas de su compañero. Suspiró, moviéndose hasta quedar sentado al borde del colchón— Por todo, supongo

 

Severus resopló, sonriéndole con ironía, ya completamente ido, a poco de desvariar— ¿De verdad eres tú, Black?

 

— ¡Lo soy!— protestó rápidamente, casi ofendido, pero entendiendo que su cambio tan radical probablemente había asustado al muchacho— Escucha, sé que he estado la mitad de mi vida escolar comportándome como un imbécil ¡Y de verdad lo lamento! No te estoy mintiendo, Severus, pero... pero no sé cómo arreglarlo, no sé cómo darte lo que mereces

 

Una risa sarcástica fue seguida por un suspiro y más sollozos— ¿Merecer? ¿Qué puede merecerse alguien como yo? Débil, inútil... no pude ayudar a mi madre, no pude mantener a Lily a mi lado... Desearía desaparecer, pero soy tan cobarde inclusivo para eso— se lamentó con suma amargura, ignorando a Sirius, o más bien dando la ilusión de no recordar que éste se encontraba presente.

 

Black por su parte apenas le escuchó se levantó cuan resorte para lanzarse entre tropezones hasta la cama del contrario; le abrazó, le abrazó con fuerza, no importando que pese a llevar cuatro años viéndose las caras aún fuesen prácticamente desconocidos, omitiendo el hecho de que el muchacho intentaba empujarle sin mucho éxito, pasando por alto el picor en sus ojos producto del llanto culposo que quería salir.

 

Cuando Severus dejó de moverse se deshizo en sus brazos, apretando los puños contra el pecho de Sirius mientras, entre desvaríos dolorosos, susurraba palabras de odio hacia sí mismo. Black aprovechó la cercanía para tocarle la frente con el dorso de la mano, pudiendo corroborar que la fiebre había regresado; sin saber qué hacer se limitó a apretujarle un poco más, pegando lo máximo posible sus cuerpos, esperando así transmitirle un poco de esperanza y conforte.

 

Severus terminó dormido entre hipidos a causa del llanto y él, mucho más tarde, atormentado por sus acciones del pasado.

 

 

Notas finales:

Listo, se ha dado el primer paso con estos dos, y vaya primer paso JAJAJA 

 

En fin, solo quería aclarar que sí, puse a Severus como un mártir, pero realmente quería trabajarle así, espero que no sea tan OOC, trato de apegarme a las personalidades originales y pensar qué haría o cómo se comportaría equis personaje en cierta situación, pero la última palabra la tienen ustedes.

 

Oh, por cierto: ¡Ya llegamos a las 4000 visualizaciones! Muchísimas gracias por todos sus comentarios, me hacen muy feliz y sirven como motivación para poner a trabajar mi flojo trasero, les amo mucho <3

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).