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La Apuesta por SelPattz

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Tony Stark disfrutaba de su noche en compañía de su adorada Pepper Potts, esa despampanante rubia que toleraba sus estupideces y continuaba siendo su mejor amiga y asistente a pesar de las mismas. Le aludida en este momento se encontraba bailando con Happy Hogan, quien tímidamente (después de que Tony le insistiera en que dejara su labor de guardaespaldas y por fin fuera tras su eterno amor) se había acercado a la mujer quien con una sonrisa le había arrastrado a la pista. Tony les miraba con una amplia sonrisa mientras descansaba en la barra dándole un sorbo a su Martini.

-Buenas noches- una varonil y rasposa voz le llamó a su espalda

-Buenas noches- contestó el castaño girando en su silla para analizar al dueño de aquella sensual voz

Frente a él se encontraba un hombre muy alto, cabello negro adornado con tenues canas platinadas, barbilla marcada, nariz perfilada y pómulos prominentes, sus labios delgados adornados por una sonrisa confiada que mostraba una prístina dentadura, su cuerpo delgado mostraba una discreta musculatura oculta detrás del carísimo traje Dolce de tres piezas

-Disculpa mi atrevimiento, pero te vi desde el otro lado y me parece que alguien tan guapo no debería estar solo- murmuró el extraño

-No estoy solo, simplemente soy exigente para elegir mi compañía- susurró el castaño con altivez haciendo sonreír al otro

-¿Bailamos?- cuestionó el más alto extendiendo una mano en su dirección

El castaño simplemente sonrió mientras tomaba la mano y se ponía de pie

Bella y sensual, sobrenatural
Uno de nosotros te tiene que conquistar
Bella y sensual, sobrenatural
Uno de nosotros te tiene que conquistar

A la tarde siguiente Tony descansaba en su lujoso pent- House, se encontraba vistiendo una suave bata de seda roja con una taza de café en la mano mientras hojeaba desganado su último proyecto. Había tenido una noche divertida y muy movida, había bailado hasta caer rendido, se besó y manoseó con dos ardientes especímenes masculinos, uno que por cierto le escribía justo en ese momento.

-“Fue cruel que me dejaras así, me debes una noche”

Tony rio bajito, aun recordaba la ligera decepción del pelinegro cuando no accedió a irse con él

-“Soy un hombre decente. No me voy con cualquiera que conozco en un club” – le contestó

-“Para suerte tuya, no soy cualquiera. ¿Mañana a las nueve?”

-“Claro ¿Por qué no?”

Quiero ser dueño 'e tu cama, ah
Tratarte como una dama, ah
Los tres tenemos la fama, ah
Pero a mí nadie me gana, escúchame

Transcurrieron tres semanas desde que se conocieron, Stephen solía llevarle a clubs exclusivos y hacerle regalos caros, y Tony disfrutaba de la atención que recibía, pero era sincero consigo mismo, lo que le gustaba del hombre era su porte altanero y su aura sexual, sabía que una vez que se acostaran sólo habría dos opciones: o se perdía la magia o se conseguía un amigo con derechos estable, porque los sentimientos eran impensables entre ellos

-Vamos Tony- susurró el pelinegro contra la suave piel de su cuello

-Cuanta insistencia Dr. Strange- suspiró el castaño sintiendo aquellas manos estrujando su trasero

-Sé que lo quieres tanto como yo… vamos a mi apartamento- susurró Stephen

-¿Por qué perder tiempo en el traslado?- inquirió Tony colgándose de su cuello y haciéndole gemir guturalmente

El pelinegro se separó de él y le tomó de la mano guiándole por los pasillos del club hasta el área V.I.P., donde ambos sabían que había habitaciones listas y disponibles. Sin detenerse, el cirujano dio un fajo de billetes al guardia y caminó hasta la primera puerta que encontraron abierta.

En cuanto estuvieron a solas el infierno se desató, el más bajo fue estampado contra la pared mientras sus labios eran ultrajados con salvajismo, las manos de ambos luchaban por deshacerse de las estorbosas prendas.

-La cama- susurró Tony entre besos, el más alto le jaló contra su cuerpo guiándole hasta la frondosa cama donde le arrojó con fuerza

-Te voy a enseñar lo que es el verdadero placer- murmuró el médico acercándose cual depredador

-Promesas vacías- respondió el castaño antes de ser atacado de nueva cuenta

La noche aún era joven, las horas les serían apenas suficientes a los nuevos amantes para dar rienda suelta a toda esa tensión sexual que surgió en el primer instante que se vieron. Cuando el Sol se alzara de nueva cuenta, el castaño sabría cuál de sus opciones proyectadas sería la correcta.


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