Dia 3: Silencio
Una tenue luz invadió por la ventana de la habitación, la luz de un sol que acababa de sobrepasar la copa de los árboles, al fin la oscuridad de aquella habitación lentamente comenzaba a desaparecer, dejando ver a su paso un habitación mal cuidada, restos de muebles en el suelo cerca de la fogata apagada.
Abrió los ojos encontrándose recostado en una cama de madera añeja y un colchón de paja que le causaba picazón con el contacto con su piel, sus manos y pies atados a la cama con una soja sucia, y sus ojos envueltos en lo que parecía un trapo sucio y mal oliente. Intento liberarse de sus ataduras en un intento inútil, no solo estaba débil por sus batallas vividas, claramente también llevaba muchos días, podía sentir su estómago lánguido, las sojas terminaron por lastimar sus muñecas ante aquel fallido intento de soltarse.
— Hermano — exclamo rompiendo el silencio, no requería de demasiada imaginación para saber que quien lo tenía en aquellas condiciones no era otro que su hermano gemelo, todo era una venganza de Alcor hacia el—. Perdóname Bud.
Silencio, eso fue lo que recibió, no había nadie que lo escuchara, nadie estaba a su lado, se encontraba solo ante aquella oscuridad. Comenzó a llorar desesperado, no podía imaginar cual sería el siguiente movimiento de su gemelo, quizás lo mataría con sus propias manos, o tal vez disfrutaría torturándolo en el trascurso de los días hasta que moriría por inanición.
— ¡Por Odín!, ¡Ten piedad! — grito llorando, mojando el paño que le tapaba la visión, produciendo que el mal olor de este se acrecentaran y le causara nauseas por la fetidez que este tenía, comenzó sentir asco, deseos vomitar no tardaron en aparecer.
El sonido de la puerta abriéndose de un golpe rompió aquel silencio sepulcral, seguido por el retumbar de algo cayendo pesadamente al suelo y una voz preocupada — Syd — grito el recién llegado dejando caer todo lo que tenía en el suelo, desato solo un lado de Mizar, su mano y pie derecho, y lo coloco de lado.
Mizar Z respiro profundo antes de devolver todo el contenido de su estómago, el cual percibió tenía un sabor amargo — Bud — musito apenas sintió la voz de su hermano gemelo, por momentos sintiéndose aliviado.
— Tranquilo, aquí esto — exclamo colocándolo de nuevo en la cama y atándolo.
— Perdóname Bud…Perdóname por favor.
— No tengo nada que perdonarte, Syd — dijo con dulzura mientras le colocaba una manta encima —. Eras inocente ante el error que cometieron nuestros padres…descansa, prenderé la chimenea…
— Desátame…por favor, prometo no escaparme.
— No te coloque las cuerdas porque te fueras a escapar — dijo con severidad.
— ¿Por qué entonces? — pregunto alterado.
— Es complicado conseguir las hierbas medicinales para tus heridas, no permitiré otra vez te saques los vendajes porque sientas escozor.
— ¿Y mis ojos?
— El dolor te ha hecho llorar mientras dormías, tus ojos se hincharon con el pasar del tiempo, se fuerte Syd, es temporal — le pidió tomándole la mano.
— Hermano — exclamo conmovido, todos sus temores, sus pensamientos sobre una posible venganza se disiparon, podía sentir la sinceridad en las palabras de su igual, no buscaba hacerle daño.
— Syd, por favor perdóname, para compensar mi error, yo como tu único hermano prometo llévate a la tierra donde nacieron nuestros padres…
— Quédate a mi lado, por favor — pidió suplicante
Alcor Z asintió al pedido de su hermano, se separó de el por un instante en lo que prendió la chimenea, pronto el calor de la fogata invadió toda la choza, y aquel que era la sombra de Z se dispuso a cambiar aquella ambiente frio y opaco por uno más cálido y confortable para el dios guerrero de Mizard y se juró cumplir su cometido, llevar a Syd ante tus progenitores.