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El camino del sucesor por minima

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Capítulo 3:

Ya habían pasado unos cuantos minutos desde que el joven de ojos grises había ingresado en la vivienda del gótico, quien le veía con cuidado al igual que sus bots, el joven de cabello negro solo sonrió antes de sentarse en el sofá y dejar sus pertenecías a un lado, esperando al dueño de la mansión.

 

-¿Quién eres?- preguntó Jack sentándose frente a él en un sofá individual mientras se cruzaba de brazos, el joven frente a él solo le miró con ternura antes de acomodarse y mirarle a los ojos -¿Cómo supiste mi nombre?- volvió a cuestionar mientras sentía un escalofrió recorrerle el cuerpo.

 

-Mi nombre es Huan Yue, y su nombre lo deduje al escuchar como llamaba a su contraparte metálica- explicó mientras Robo-Jack se posicionaba tras su creador a manera de defensa, sin confiarse en el extraño quien le miraba con una curiosa sonrisa.

 

-Entonces... señor Yue, ¿Qué hace en nuestra mansión?, ¿Qué le trajo aquí?- preguntó el ser robótico al ver a su amo incómodo, tratando de sacar toda la información posible para su creador.

 

-Fascinante- susurró el joven de ojos grises mientras miraba al autómata –en mis años de vida, jamás había visto a un ser hecho de metal que tuviese conciencia, ni siquiera con mi entrenamiento podría lograr tal hazaña- alagó al menor mientras este sentía su ego inflarse, que alguien reconociera su obra le hacía sentir sumamente bien.

 

En ese momento fue que lo sintió, algo resonaba en su interior junto al joven frente a él, sus auras se aceptaban y sus Chi’s se buscaban, era una sensación bastante nueva, pero, para el joven de ojos grises, se sintió como una refrescante caricia del viento marino en su piel, era gratificante.

 

-Lo has sentido, ¿verdad?- preguntó mientras el albino asentía y robo-Jack le miraba con duda, aun sin fiarse del todo ante el desconocido –mi llegada a sus tierras tiene un fin bastante particular, sin embargo, para poder entenderlo, me veo en la penosa obligación de contarle una historia, una historia tan vieja como la misma China, ¿estaría dispuesto a escucharme?- pidió mientras veía al chico acomodarse y recibir un recipiente con curiosas nubes blancas y un extraño brebaje burbujeante.

 

Aunque suene raro, Jack siempre ha tenido debilidad por las historias, podría perderse horas en los relatos de Nana Spicer o en las historias de otros genios cuando descubrieron algo asombroso, también le gustaba escuchar las historias de Wuya cuando esta no se volvía desagradable, su hambre de conocimiento siempre le llevaba a escuchar historias, relatos o mitos, todo lo que pudiese saciar su curiosidad sería bienvenido.

 

-Por favor, continúe, me da mucha curiosidad su relato- pidió como si fuese un niño pequeño esperando a que su abuela le contase una historia, en el caso particular del longevo Yue se sentía como cuando su maestro le contaba viejas glorias, con solo un carraspeo y una sonrisa, procedió a contar su historia.

 

Hace más de tres mil años, justo en este país, existía un monasterio que se especializaba en el entrenamiento de monjes, mas, no eran monjes cualquieras, estos tenían afinidad con los dragones elementales, quienes les ayudaban en su entrenamiento.

 

 

Los primeros monjes con dichas afinidades datan de hace cinco mil años, justo cuando la cultura de China nacía, dichas personas, ya que en ese tiempo aun no existía el concepto de “monje” como tal, se encontraron con ocho huevos de dragón, cada uno diferente del otro, los jóvenes decidieron cuidarlos y “empollarlos” por así decirlo, según los registros, los dragones eclosionaron al mismo tiempo.

 

Pasaron los años y los dragones empezaron a obtener habilidades especiales, como la manipulación del agua o la creación de bosques, dichas habilidades fueron llamando la atención de los jóvenes, quienes creían que podían replicarlo, no se sabe a ciencia cierta el cómo lo lograron, algunos creen que los jóvenes dragones ya tenían sus secretos ya incrustados en su memoria para compartirlos, otros creen que es por una especie de ritual, yo, sin embargo, pienso que fue una comunión entre ambos, uniendo sus almas y sus corazones, creando una especie de híbrido o entes con dichas habilidades.

 

Bueno, ese es el inicio de los monjes elementales, ahora, avancemos un poco más en el tiempo, hace ya casi tres mil años atrás.

 

La cultura e historia de China ya había avanzado, los dragones volaban tranquilamente por los cielos y se reunían en el “Templo de las almas”, el cual era conocido por entrenar a los dragones elementales, cada cierto tiempo, nacían humanos con afinidad elemental, los cuales, al recibir el entrenamiento de su respectivo monje, lograban obtener sus habilidades.

 

En el pasado, las cosas eran muy diferentes, ya que solo podía haber un maestro elemental junto a su discípulo, lo cual creaba un balance, ahora te preguntaras, ¿Qué pasa cuando el alumno alcanza el nivel de su maestro?, bueno, en ese tiempo, el alma del dragón junto a los conocimientos del maestro eran vertidos dentro del escogido, no mal entiendas, es una forma de decir que el entrenamiento junto a la convivencia hacían un traspaso de energía de un recipiente a otro, con lo cual se creaba un ciclo.

 

Los maestros que ya habían enseñado todo a sus discípulos tenían la orden de retirarse del monasterio, ya que su función había sido efectuada y ahora disponían de libertad, dependiendo del tiempo de servicio y del tiempo en que aparece y entrenan al nuevo monje, la esperanza de vida del maestro era larga o corta.

 

En ese tiempo existían los ocho dragones elementales, sus nombres y títulos eran los siguientes: la serena y tranquila dragona de madera: Xiaoli; el todo poderoso y brillante dragón de la Luz: Shaiming; la gentil e impredecible dragona del agua: Shui; el temerario y temperamental dragón del fuego: Wang; la elegante y humilde dragona del viento: Fei; la siempre fiel y calmada dragona de la tierra: Mei Lin; el misterioso y amable dragón de la oscuridad: Kun; y por ultimo pero no menos importante, el amable y triste dragón del metal: Huan Yue.

 

 

-¿Eh?- su relato fue interrumpido por el joven de ojos rubíes mientras dejaba caer algunas de sus pequeñas nubes de su boca -¿tienen el mismo nombre?, ¿Por qué su título es diferente?, ¿Por qué están cambiados sus órdenes?, ¿Qué sucedió con los demás dragones?, ¿Por qué...?- mas sus palabras quedaron mudas al ver los ojos del mayor, por unos momentos se quedó perdido en estos, como si viera un gran universo a través de dichos ojos, trasmitiéndole calma y serenidad.

 

-Sí, ese es mi nombre- contestó finalmente el joven, sacando de su ensimismamiento al menor –y mi título es diferente porque así me bautizaron en el monasterio- Sonrió con nostalgia mientras una lagrima caía de sus ojos –y tal como lo piensas joven, yo soy el dragón de metal de la historia, el por qué sigo con vida y más detalles se darán a conocer con el relato- le respondió a sus mudas preguntas mientras el menor asentía y bebía de su brebaje burbujeante, en ese momento, un robot de color aceituna, se le acerca y le extiende un té, el cual fue tomado y agradecido, luego de soplar un poco y beber, fue que sintió un sentimiento cálido nacer en su pecho -Té de Jazmín, curiosa elección, ya que era el que él me daba cuando...- sin embargo, sus palabras se detuvieron para ser sustituida con una sonrisa, la cual fue cubierta por la manga de su Kimono blanco, en dicho movimiento, el chico de ojos rubíes vio con detalle la prenda, sorprendiéndose de los toques plateados en los hilos, creando algunas figuras de nubes y dragones, aquello le pareció bello –lamento eso, ahora continuaré- habló llamando la atención del gótico quien asintió y, luego de darle un sorbo más a su bebida caliente, se dispuso a continuar.

 

 

Los ocho dragones vivíamos en tranquilidad, bueno, relativa tranquilidad, en esos tiempos los humanos solían tener el mal hábito de invocar criaturas demoníacas para diversos fines, desde tener a alguien para protegerse hasta crear bastos ejércitos con los cuales dominar el mundo, claro está que nuestro deber era derrotar a dichos espíritus y purificar a los humanos que los invocaban, a veces era sencillo, otras una batalla titánica, aún recuerdo la vez que un grupo de bandidos intentó invocar a un ejército de muertos vivientes, claro está que lo consiguieron, fueron tres años de lucha interminable hasta que logramos dar con el soldado original y los invocadores, ¿me creerás que Shaiming, nuestro líder, se empecinaba en un ataque directo?, realmente era muy joven en ese tiempo, también estaba Wang quien, cada vez que atacaba a un batallón, aparecían dos más, el perjuraba que se multiplicaban cuando los vencías cuando solo se trataban de nuevos grupos, oh, y como olvidar a la serena Shui, la pobre casi tuvo un colapso nervioso por ver a los muertos vivientes, según ella, los demonios eran “bollitos comidos”, pero los muertos vivientes les daba pavor, entre Xiaoli y yo tratábamos de calmarla mientras Kun y Mei Lin se hacían cargo.

  

-Disculpe, ¿podría continuar su relato por favor?- llamó robo-Jack mientras el joven de cabello negro se sonrojaba y llevaba su manga a su boca en signo de vergüenza mientras Jack sonreía al imaginarse a esos inútiles peleando entre ellos mientras avanzaban los muertos vivientes, se sentía y sonreía como un niño.

 

-Lo lamento, hacía tantos milenios que no hablaba con alguien que simplemente me dejé llevar- susurró mientras bebía nuevamente de su taza, dejándola con la mitad del líquido en su interior.

 

 

Como había dicho, vivíamos en paz, sin embargo, unos años más tarde, hubo una batalla interna, los dragones de la luz y la oscuridad entraron en conflicto, nadie supo el por qué, pero la batalla entre ambos guerreros duraron días, muchos trataron de detenerlos, pero no había resultado alguno, en esas fechas, ambos se habían quedado en el templo por órdenes del gran maestro Pa Kua, quien fungía como máximo exponente en las áreas místicas y físicas, mientras el resto del equipo y yo fuimos mandados a atender un asunto en el norte, ya que se decía que un demonio estaba aterrorizando a un pueblo con fuego frio y agua seca, nunca supimos el por qué les pidió a Shiaming y a Kun quedarse, sacamos nuestras conclusiones, pero nunca supimos la verdad.

 

 

Cuando volvimos de nuestra misión les vimos pelear, intentamos entrar al templo que seguía ligeramente intacto, pero al notar nuestras presencias, se empecinaron a atacar con mayor violencia, jamás había visto tanto odio en la mirada de Shaiming como en ese día, y Kun se veía tan destrozado internamente... oh, lo siento, quizás no lo habré dicho, pero los dragones de la luz y la oscuridad eran gemelos, se diferenciaban en sus personalidades y color de cabellos y ojos, mientras que Shaiming poseía un cabello cobrizo como el atardecer y luceros celestes como el firmamento diurno, Kun poseía un cabello azabache con toques azules oscuros junto a unos bellos e hipnóticos irises del color de la brea, tan profundos y gentiles que podían intimidar o calmar a cualquiera.

  

Luego de que logramos entrar a la batalla y poder separarlos fue que el Gran Maestro Pa Kua decidió castigarles, pero no fue un castigo pequeño, fue muy doloroso para todos, ya que les expulsó del monasterio, les quitó su afinidad elemental y bloqueó sus canales de Chi, jamás volverían a ser monjes, ni su descendencia tendría ese privilegio.

 

En ese momento, los dragones de la luz y la oscuridad fueron sellados para siempre dentro del Gran Maestro, quien, al morir, se llevó consigo dichos elementos, sin darles la oportunidad de volver al ciclo de la vida.

 

Esa fue la última vez que los vi, ambos se marcharon del templo, llenos de vergüenza, sin ninguna posesión material, simplemente se fueron sin decir adiós.

 

-¿Estás bien?- preguntó Jack al ver las lágrimas cayendo de los grises ojos de su acompañante, quien sacó un pañuelo bastante gastado y quemado por los años de una particular caja con la forma de un dragón en su tapa, el cual tomó con todo el cuidado y amor posible.

 

-Lo lamento, solo es una muy triste memoria para mí- susurró el joven enjuagando sus lágrimas en dicha tela, la cual fue colocada en la caja con rapidez –bueno, debemos seguir- comentó con una triste sonrisa mientras bebía de su te, el cual ya casi se había acabado.

 

 

Cuando ellos se fueron, el tiempo pasó sin piedad alguna, inviernos y veranos por igual, el templo fue reconstruido y todo volvió a la normalidad.

 

En ese tiempo, los nuevos elegidos elementales nacieron, excepto dos, las almas resonantes de los elementos madera y metal nunca hicieron actos de presencia, mientras nuestros compañeros entrenaban a sus pupilos, Xiaoli y yo nos quedábamos al margen entrenando, por alguna razón, nuestros cuerpos no envejecían y las enfermedades no nos atacaban, pasaron cuatro siglos que para nosotros solo fueron un parpadeo, vimos crecer, morir y renacer a los demás dragones, pero nosotros seguíamos inmutables en el tiempo.

 

Según los antiguos pergaminos, se debía a nuestros elementos, mientras que la madera viva puede durar eternidades en el tiempo y crear vida por siglos, el metal estaba destinado a ser longevo y resistente, sin embargo, según registros anteriores, jamás se habían mostrado tanto tiempo sin nuevos dragones, mi anterior maestro solo tenía cincuenta años cuando llegué al templo, y su maestro anterior tenía treinta, y así, generación tras generación pasada fue igual, quizás, por la pérdida de ambos dragones el equilibrio se resintió, creando esta particularidad.

 

Dos siglos más tardes fue que apareció por fin el dragón de madera, quien fue entrenado por mi amiga Xiaoli, sin embargo, a cada entrenamiento, ella se deterioraba notablemente, cuando llegó al final del entrenamiento ella falleció bajo su árbol favorito del templo, justo a mi lado, yo la cuidaba por no tener más que hacer. Sabes, es doloroso ver como tus amigos caen uno tras otro sin poder hacer nada al respecto, aún recuerdo su sonrisa antes de convertirse en polvo y unirse a la tierra, la longevidad obtenida se le fue quitada en cada entrenamiento, de aquella valerosa y fuerte guerrera solo quedó un cuerpo marchito cual flor en otoño para, finalmente, morir en invierno, fue doloroso, pero también fue hermoso.

 

Durante el siguiente siglo le pedí al maestro en turno que me dejara salir a buscar a mí pupilo, estaba cansado de vivir tanto tiempo, solo quería descansar y reunirme con mis compañeros en el más allá, no sé qué fue lo que pensó el maestro, pero me dio su bendición, entonces, tomando las pocas cosas de valor que poseía, salí del templo, en busca de mi destino. Pasaron los días, que se volvían años y luego centurias, siempre vagando por la tierra, con mi Chi al mínimo para no alertar a los demonios de mi existencia, busqué en cada rincón de China sin éxito alguno, cuando ya habían pasado mil quinientos años aproximadamente pude sentir algo, una distorsión en el universo, si no mal recuerdo, fue cuando se crearon por primera vez los Sheng Gong Wus por ese tal Maestro Dashi.

 

Sus creaciones, a pesar de ser poderosas herramientas mágicas, crearon una fractura en la balanza, primero fue una pequeña grieta, pero con los años venideros se volvió una gran fractura, la cual creaba irregularidades místicas, cada cierto tiempo podía sentir que el lado del mal se fortalecía o debilitaba, al igual que el lado del bien, también me enteré que se creó una nueva facción en el lado del mal: “los Heylin”, aquello me dio curiosidad e investigué un poco, siempre y cuando no dejara de lado mi propia búsqueda. Siguieron pasando los siglos, sin embargo, al pasar tanto tiempo sin meditación y en climas casi extremos, mi mente empezó a castigarme, creando ilusiones de mi pasado, no es algo que me guste mucho, pero, algunas veces, solían ser hermosos recuerdos que creía olvidados, otros más amargos y dolorosos como la muerte de Xiaoli, o peor aún, creando momentos inexistentes y llenos de horrores, realmente es complicad y, cuando pasaba eso, mi cuerpo se movía solo, llevándome a lugares nunca antes vistos o explorados, retrasando mi búsqueda.

 

-Mucho más tiempo pasó y henos aquí, hablando y conociéndonos- comentó el joven terminando su té, el cual ya se encontraba frio –ahora que sabes lo que sucedió, creo que entenderás mucho mejor mi petición- habló con tranquilidad mientras Jack lloraba a raudales, algo en su ser se removió con la historia, incluso, algunos de sus bots junto a Robo-Jack, poseían cierto rictus de tristeza en sus mecánicos rostros, aquello le pareció tierno al dragón de metal, quien miró fijamente a los ojos rubíes de su acompañante -no llores pequeño, el pasado puede doler pero es necesario para seguir avanzando- susurró el joven levantándose de su lugar mientras secaba las amargas lágrimas del albino con sus delicadas manos, el joven Jack solo tomó su mano y la apretó con cierta amabilidad mientras le sonreía.

 

-¿Al final, nunca encontraste a tu sucesor?- preguntó en un hilo de voz el joven genio mientras el mayor le sonreía con ternura.

 

-No... hasta ahora- le susurró en un tono cómplice, aquello hizo detener las lágrimas de Jack mientras se alejaba un poco y le daba la espalda, el pelinegro podría jurar que podía escuchar algunos engranajes en su mente dando vueltas, pensando en sus palabras, luego de unos segundos, el menor se gira y le queda mirando con los ojos abiertos.

 

-¡¿Yo soy tu sucesor?!- soltó casi en un grito mientras se levantaba de su lugar y le encaraba, aquello se le hizo curioso al joven de ojos grises, quien solo asintió con una sonrisa –pe-pero ¿Por qué yo?, digo, sé que soy el mejor prospecto para cualquier cosa y que mi genio es infinitamente más elevado que cualquiera, pero soy malvado, no puedo ser un tonto monje Xiaolin, lo de ser buen samaritano jamás se me dio bien- soltó por experiencia mientras recordaba todas las traiciones y metidas de pata que había hecho en su joven vida, incluso su futuro y versión alterna, realmente no quería volver a ser ese santurrón nunca más.

 

-Jack, escúchame- pidió el Dragón de metal mientras tomaba las manos del joven, quien se vio calmado por dicha acción -no te estoy pidiendo que seas un monje Xiaolin, tampoco que dejes tu estilo de vida, eso sería muy egoísta de mi parte, solo te pido que me escuches- volvió a pedir mientras el menor, reticente, asentía, mirando los grises luceros de su acompañante -veras joven Jack, yo deseo morir, deseo librarme de esto, sin embargo, para poder morir, necesito que alguien tome mi poder y no puede ser cualquiera el que lo reciba, hay condiciones- instruyó mientras Jack le analizaba seriamente, tomando atención a sus palabras –en primera instancia, debe ser una persona cuya alma tenga amor por el elemento, lo cual, por lo que he visto, posees- alagó mientras sonreía un poco por el ligero rubor que apareció en el más joven -la segunda condición es que el joven no posea más afinidades elementales, muchos seres nacen con dos o hasta cuatro afinidades, y muchos otros sin ninguna, en tu caso, puedo ver que tienes afinidad con el metal- comentó mientras apretaba las manos del joven, notando los cayos propios de los artesanos –y la tercera, y más importante, tu alma debe resonar junto a la mía, con esas condiciones ya cumplidas, te conviertes en el mejor prospecto a dragón, ¿me sigues bien hasta aquí?- preguntó mientras el menor suspiraba y agitaba su rostro de manera afirmativa –muy bien, realmente eres un chico muy inteligente Jack, además de guapo- le soltó con una ligera sonrisa de ternura, una sonrisa que al menor le recordó a su Nana Spicer cuando le visitaba y le veía crecer –ahora, debo decirte todo Jack, no todo es tan hermoso como se pinta- se sinceró mientras atraía al joven hacia sí y le abrazaba en un cálido gesto de protección, provocando que el pelirrojo se asustara al principio pero luego se relajó al devolver el gesto -como dragón de metal, deberás estar sujeto a las reglas, las cuales especifican que debes encontrar un sucesor algún día, de traspasar tus conocimientos, de lo contrario… te ocurrirá lo mismo que a mí- susurró a modo de secreto, haciendo temblar al menor, en ese momento, el dragón de metal hace que su Chi se eleve y expanda por el lugar, creando un ambiente con diferentes motivos grises y plateados, todo con tal de calmar al menor, quien sintió una sensación cálida cubrir su cuerpo –será una especie de inmortalidad, serás longevo gracias al metal, las enfermedades no te alcanzaran, tu cuerpo no se resentirá por los años, en otras palabras, serás un mortal incapaz de morir por enfermedad, pero si puedes ser herido de gravedad, mas la muerte jamás vendrá a menos que entregues tus conocimientos a la siguiente generación- soltó aquello con cierta amargura mientras se separaba del menor y le miraba a los ojos –puedo entender que tengas miedo, el tiempo no es algo para tomarse a la ligera, sin embargo, esto te lo ruego, no como monje ni como dragón, si no, como un hombre, por favor, permíteme morir- pidió mientras Jack se alejaba de su tacto y se giraba, pensando en aquella proposición, sin embargo, el dragón de metal continuó -no te pediré que escojas un bando ni cambies tu estilo de vida, sé que pedirte esto es egoísta, aún más porque sufrirás mucho si tienes la misma suerte que yo, pero... justo ahora, deseo con todo mi ser volver a ver a mis amigos, a mis familiares, a mi...- mas sus palabras quedaron en su boca, había cosas que eran mejor no decir en pos de la estabilidad mental del contrario.

 

-¿A quién?- sin embargo, las palabras y curiosidad del pelirrojo le desarmaron, él no quería decirlo, no debía, quizás sea demasiado y le haga cambiar su decisión -no te juzgaré, según tu relato y forma de ser, algo me dice que estas ocultando algo más, dímelo, si no, no podré ayudarte- chantajeo al mayor, quien se lo pensó, quizás ser honesto no sea tan malo después de todo.

 

-Deseo volver a ver a mi amado Kun- se sinceró el joven mientras el albino abría sus ojos y su boca, aquello no se lo esperaba –Kun y yo fuimos amantes, el siempre cuidó de mí y me amó como nadie más me había amado, quizás sea egoísta esto, pero deseo verle, aunque mi alma arda en el infierno o vague en el purgatorio, yo solo deseo volver a verle aun que sea una ultima vez, por favor- rogó mientras se arrodillaba, sus piernas habían fallado y amargas lágrimas caían de sus ojos, por primera vez en milenios, se permitió llorar frente a alguien más, por primera vez desde que conoció a Kun, se sintió humano nuevamente.

 

Las palabras ya habían sido dichas, los sentimientos de ambos jóvenes eran un revoltijo, nadie decía nada, los robots estaban atentos a las palabras de su amo, quien miraba al frágil hombre frente a él, rogando y suplicando por libertad, ya todo dependía de él.

 

Continuará…

Notas finales: Notas de Autores:

Kaoru: ay, pobre de Yue, ha pasado por tanto ×seca sus lágrimas con pañuelitos de zorros× en verdad costó hacer esta parte, pero fue muy divertido crear toda una historia del pasado, les prometo que este no será el último vistazo que veremos de los antiguos dragones, habrán muchas más sorpresas a futuro, lo prometo, gracias por llegar hasta aquí, son los mejores, no olviden votar, comentar, guardar en favoritos y esperar pacientemente por nuevos capítulos, son los mejores, nos vemos.
Minima: Kaoru creo un estupendo personaje, más adelante descubriremos más de él y chan channn CHAN sobre el dragón de metal y demás sorpresas.

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