Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lagrimas de Luna por Seiken

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-¿Dónde está mi esposo? 

 

Valentine Barentain había llegado temprano al hospital psiquiátrico, un día antes, deseando ver a su esposo que llevaba un mes en ese sitio, donde se suponía curaban sus males, haciéndole ver lo mucho que lo amaba y lo afortunado que era al ser su esposo. 

 

-Quiero verlo ahora mismo. 

 

Había decidido darle una sorpresa para asegurarse de que su amor estuviera cómodo y pensaba, que no tendrían ningún problema en dejarle verlo, en una de esas cómodas mesitas donde los pacientes recibian sus visitas, que su amado estaría más que dispuesto a regresar a su lado una vez que pasó un mes lejos de su cariño. 

 

-Señor Barentain… su esposo está… 

 

Barentain, aunque era un poco más bajo que su esposo y un poco más delgado, era un hombre bastante alto, bastante fuerte, con una expresión molesta, porque no veía a su esposo por ningún lado y porque la recepcionista estaba demasiado nerviosa. 

 

-No me importa lo que esté haciendo mi esposo, quiero verlo ahora mismo y más les vale no hacerme perder más tiempo. 

 

Esperaba que no lo estuvieran escondiendo de él, que no quisieran apartarlos, porque no estaba dispuesto a permitirlo, de ser necesario, ingresaria al hospital para verlo, decirle que podría regresar, si a cambio se portaba bien. 

 

-Señor Barentain… su esposo no está por ningún lado, creemos que escapó con otros dos pacientes. 

 

Un enfermero se atrevió a decirle con nerviosismo, logrando que perdiera la paciencia, porque les había pagado bastante dinero para mantenerlo seguro, cómodo y darle una leccion, asi sabria que era preferible quedarse a su lado, que en un sanatorio, pero, parecía que no pudieron proteger a su omega, a su Radamanthys. 

 

-¿En serio? 

 

Pregunto demasiado amable para el enojo que sentía, acercándose al enfermero que le veía nervioso, porque su paciente se había marchado del sitio en donde se suponía, estaría seguro, tratando de pensar en un castigo para ese infeliz. 

 

-¿Está diciendo que mi esposo se fugó del hospital el mismo día que vine a verlo? 

 

Valentine fingió meditar esas palabras, ladeando un poco la cabeza de un lado a otro, como si estuviera sopesando sus opciones antes de sostener al enfermero de la cabeza y hacer que chocara contra el mostrador, dejándolo inconsciente de un solo golpe, para observar a la enfermera, que estaba sin duda aterrada. 

 

-Exijo ver al encargado de este cuchitril para que me diga como demonios es que mi esposo se marchó enfrente de sus narices. 

 

Un hombre de cabello verde se acercó a ellos con un paso lento, observando al enfermero que sostenía su nariz, que sangraba, a quien una enfermera le ayudó a ponerse de pie, al mismo tiempo que él carraspeó un poco para llamar la atención de Valentine. 

 

-Su esposo estaba en el ala de pacientes muy importantes, parecía a punto de curarse, pero me temo que fue secuestrado por Aiacos Garuda y Minos Griffon, el último es un psicópata, demasiado bueno engañando a la gente. 

 

El doctor que le hablaba vestido de traje era un sujeto alto, fuerte, de cabello verde algo esponjoso, que le miraba fijamente con una expresión que claramente le decía que podían llegar a un entendimiento si no saltaban a conclusiones precipitadas. 

 

-Minos mató a su esposo y desde que llegó puso a varios de los enfermos bajo su mando, uno de ellos Aiacos, un omega viudo que perdió a su cachorro junto a su alfa, durante el parto… él también ha desaparecido, otro es su esposo. 

 

Valentine supuso que por pacientes importantes se referian a enfermos con cuentas gordas que podrían vaciar lentamente, sin embargo, no creía que tuviera que lastimar al buen doctor, si lograban localizar a su esposo. 

 

-No me importa quienes están con él, o sus historias, y usted sabe que deje a mi esposo en este sitio como un castigo, para que aprendiera a quererme, al menos, apreciar su casa y su única tarea era mantenerlo aquí, para que yo pudiera pasar a recogerlo. 

 

Valentine usaba un parche donde su omega le encajo la pluma, podía verse una herida roja, aún fresca, pero lo que más llamo la atencion del medico, fue la frialdad con la cual decía esas palabras, seguro de que ser tratado en ese sitio era un castigo, no una ayuda. 

 

-Tengo amigos poderosos y si no veo a mi esposo mañana por la mañana, haré que lo destituyan o cierren este infierno, quedó claro. 

 

El médico asintió, había quedado bastante claro y ya los estaban buscando, le habían dado aviso a las autoridades para que los buscarán, era prácticamente imposible escapar en un auto, mucho menos a pie, de varios policías con sus perros, seguramente por la mañana los tendrán de regreso. 

 

-Si, bastante claro. 

 

Podía ver el enojo del médico, pero también que no se atrevía a contradecirlo, por lo cual, decidió tomar el teléfono que descansaba en el recibidor, para hacer unas llamadas, conocía a las personas indicadas para dar con ellos. 

 

-Ahora, si me disculpa, tengo que hacer unas llamadas. 

 

El doctor asintió, tragando su molestia, para retirarse, dejando solo a Valentine, que empezó a marcar el teléfono para localizar unas personas que podrían dar con ellos, unos cazarrecompensas con muy pocos escrúpulos, además, tenía que avisarle a Pandora que se tardaria un poco más en regresar, porque Radamanthys había decidido comportarse como un chiquillo y escapar. 

 

*****

 

Habían pasado varias horas y el automóvil los había alejado del hospital, apenas lo suficiente, porque se había acabado la gasolina, haciendo obsoleto, obligándolos a caminar. 

 

-Maldito tacaño, esperaba que tuviera mucha más gasolina que esto. 

 

Pronunció Aiacos, completamente furioso, Minos había robado todo lo que pudo del automóvil, dinero, credenciales y algunos cigarrillos, así como una pistola, que no sabía cómo utilizar, pero les serviria de algo, si daban con ellos antes de que pudieran llegar a un lugar seguro. 

 

-¿De casualidad sabes disparar Radita? 

 

Radamanthys observo a Minos, que sostenia un arma, para asentir, sabia disparar, sabía conducir, le habían enseñado a pelear, lo habían educado como un alfa los primeros quince años de su vida, porque su celo había llegado demasiado tarde, como una maldición. 

 

-Si, mi abuelo me enseñó, cuando pensaba que era alfa, también a manejar, a pelear, pensaba que podría heredar su puesto o su fortuna, pero después llegó mi celo, como si fuera una maldición. 

 

Eso le molesto mucho a Minos, que pensaran que ser omegas era una maldición, porque no eran considerados como ciudadanos, no podían votar, no tenían derechos y cuando se nace en familias como las suyas, era por mucho peor. 

 

-Bien, porque ya debieron notar nuestra ausencia y la policía debe estar buscándonos, rastreando el camino con perro, con armas, para regresarnos a la casa de la risa. 

 

Radamanthys asintió, guardando el arma, pensando que los otros dos eran unos inútiles, preguntándose a sí mismo qué era exactamente lo que sabían hacer, cocinar y bailar, tal vez recitar poemas. 

 

-Sigamos nuestro camino… 

 

Minos comprendía que Radamanthys los veía con cierto desagrado, pensando que eran unos inútiles, pero para no saber disparar o conducir, el mató a su alfa, Aiacos lastimo a varios otros y el rubio, solo le saco el ojo a su esposo, no pudo matarlo, cuando eso hubiera sido lo mejor. 

 

-Me obligaron a casarme con un tipo llamado Apolo, como el dios griego… 

 

Pronunció divertido, adelantándose por varios pasos, colocando una mano sobre sus ojos, para constatar que estaban perdidos en la nada, ni siquiera estaban cerca del orfanato a donde deseaban llegar. 

 

-Pero lo maté, en mi noche de bodas, lo ahorqué con mi velo de novio y Aiacos, daño bastante a sus pretendientes, después de enviudar, perdiendo a su alfa con su niño, ella estaba embarazada, en cambio tú apenas pudiste sacarle un ojo a tu esposo, asi que no me veas con esa cara de superioridad, no te queda. 

 

Radamanthys había tratado de matarlo, pero los hombres de Valentine, tres de ellos, pudieron sostenerlo para que no siguiera haciéndole daño, Pandora lo golpeó en la cabeza y despertó en el hospital, donde lo dejarían un tiempo hasta que se curara de su agresividad, así como de su ninfomanía. 

 

-No, se que no me queda, fui lo suficiente estupido como para confiar en Valentine y bajar mi guardia, solo porque nos criamos juntos. 

 

Minos pensaba que Radamanthys iba a molestarse por sus palabras, pero no fue asi, simplemente acepto que era un idiota, asi que sonrio, levantando su dedo pulgar cuando vio como un automovil se acercaba a ellos a una velocidad demasiado alta. 

 

-¿Qué estás haciendo? 

 

Pregunto Aiacos, que estaba preocupado, pensando que tal vez eran policías o personas del manicomio, sin embargo, al detenerse el auto con una nube de polvo que les hizo toser, pudieron ver a dos gemelos, de cabello azul, los dos bastante hermosos. 

 

-Nuestro auto se descompuso, podrían darnos un aventón. 

 

El gemelo que se veía más distante, el que conducía, estuvo a punto de decirles que no, que solo se detuvieron porque Minos prácticamente se había puesto enfrente de ellos, pero no lo hizo, cuando el que estaba en el asiento del copiloto se bajó, para abrirles la puerta trasera de su vehículo. 

 

-No somos unos animales, por supuesto que podemos ayudar a tres omegas en desgracia. 

 

Los tres compartieron una mirada sorprendida, pero no tenían mucha opción, solo ingresar en el automóvil, donde cada uno tomó su sitio, Minos una de las ventanas, Radamanthys la otra y Aiacos en el centro. 

 

-Yo soy Kanon, él es Saga, no dejen que su cara de pocos amigos los convenza, no es mala persona. 

 

Aiacos asintió, Minos sonrió al escuchar esas palabras, pero Radamanthys, después de notar que ese Kanon lo veía un poco más que a los otros, desvió la mirada, enfocándose en el paisaje, esperando poder alejarse un poco más de su esposo. 

 

-Yo soy Minos, él es Aiacos y él es Radamanthys, no habla mucho. 

 

Kanon asintió, regresando su mirada al camino, pensando que tres enfermeros en su auto eran señal de buena suerte, especialmente, cuando acababan de hacer un retiro de varios cientos de miles de un pequeño banco, unos rehenes nunca estaban de más. 

 

-Es todo un placer… verdad Saga. 

 

Saga asintió, sin prestarles demasiada atención, todo el tiempo su mirada fija en el camino, al mismo tiempo que Minos no dejaba de observarlos, preguntandose si no los había visto antes, pero con una nariz diferente. 

 

-Se me hacen familiares… 

 

Susurro entonces, dandose cuenta del saco de color blanco que habia detras de su asiento, notando que habia demasiados fajos de dinero en su interior, escuchando como alguien cargaba un arma y de pronto, Kanon, los tenía amenazados con el cañon de una pistola. 

 

-Será porque ya nos has visto, en algunos carteles horriblemente mal hechos. 

 

Kanon y Saga eran ladrones, habían robado dos o tres bancos por esa zona, estaban armados, así como tenían tres rehenes, tres enfermeros de un prestigioso hospital psiquiátrico, quienes intercambiaron una mirada, sin mostrarse asustados. 

 

-Pero, descuiden, cuando logremos alejarnos de este maldito lugar, los dejaremos ir, pero antes ustedes son nuestro seguro de vida, espero lo comprendan. 

 

Radamanthys observaba a Kanon en absoluto silencio, quien le miro de reojo, preguntandose porque no estaban asustados y porque Minos sonrio, como si fuera un demente. 

 

-Pero tu piensas que somos enfermeros y que nos importa quienes sean ustedes, cuánto han robado, pero nos da lo mismo que tengan dinero o un cadáver en su equipaje. 

 

Los rehenes generalmente lloraban, o trataban de escapar, pero estos estaban tranquilos, uno parecía hasta cierto punto apático, otro estaba divertido con todo eso y el tercero, estaba molesto, portando una expresión que no podía ser linda, mucho menos con esos colmillos un poco más afilados de lo normal. 

 

-Acabamos de escapar del Infierno y seremos sus rehenes, estoy seguro que el esposo de Rada moverá cielo, mar y tierra para que tengan lo que desean, pero a cambio, tendrán que ayudarnos a alejarnos del maldito manicomio. 

 

Saga estuvo a punto de frenar, pero Kanon lo evito, lo que decían era interesante, especialmente lo del esposo del sujeto rubio de las cejas depiladas, podía notarlo, porque ya comenzaba a formarse una ligera capa de vello en su rostro, especialmente, entre sus cejas. 

 

-Su nombre es Valentine Barentain… y Minos tiene razón, tal vez puedan llegar a un acuerdo con él, para que salve sus pellejos, a cambio del mío. 

 

Kanon guardó silencio, pensando en aquellas palabras, pero Saga inmediatamente negó eso, no iban a entregar a tres omegas a ese sanatorio, era un infierno por lo que habían llegado a escuchar y estaba en contra de entregar a cualquiera que hubiera escapado de su hogar, eso iba en contra de sus principios. 

 

-¿A dónde se dirigen? 

 

Fue la pregunta se Saga, quien ya había tomado una decisión, les acercarian a donde se dirigian y después, regresarian con su jauría, ellos siempre podían protegerlos, ademas, estarían encantados con su botín, no siempre llevaban esa cantidad de dinero con los ancianos. 

 

-Al orfanato que se encuentra al otro lado del condado, un amigo mío vive en ese lugar y nos ayudará a alejarnos, tal vez, hasta a salir del continente. 

 

Kanon dejó de apuntarlos, deteniendo su mirada en la de Radamanthys, que se veía bastante molesto, como si hubiera sido traicionado, sonrojándose inmediatamente al pensar, que le gustaría poder protegerlo de su esposo, para después, sentarse, dándoles la espalda. 

 

-Los dejaremos cerca y después, seguiremos con nuestro camino. 

 

*****

 

Hasgard despertó algunas horas después encadenado de pies y manos, en lo que seguramente era una sala del trono, no sabia de quien, pero alguien le observaba fijamente, en la oscuridad, con un par de ojos que brillaban en la oscuridad, encantado de verlo, de dar con él después de todo ese tiempo. 

 

-Al fin te encuentro… 

 

*****

 

Hola, muchas gracias por sus lecturas, sus comentarios y sus estrellas, espero que este segundo capítulo sea de su agrado. SeikenNJ. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).