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Lagrimas de Luna por Seiken

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El sujeto con el que hablo, quien no le dijo su nombre, pero había sido claro que deseaba el dominio de la jauría de aquel llamado Aspros, le dijo que le permitiría escapar a su omega y lo único que tenía que hacer, era recuperarlo. 

 

Esa jauría estaba situada en una pequeña población de casas viejas, poco habitadas, era una zona tranquila, perdida en un pueblo que no tenía nada llamativo, los licántropos no eran como los vampiros, ellos preferían la discreción, ellos se movían en las sombras. 

 

Y generalmente no cazaban humanos, por lo que no entendía, que estaban haciendo con su omega en su posesión, un omega humano en apariencia, aunque con muchas características que esas criaturas podían encontrar agradables. 

 

Era alto, era fuerte, tenía colmillos afilados, una mirada rapaz y sus cejas, su piel, su cabello, como combinaba con sus ojos, todo él era perfecto, se dijo en silencio, así que tal vez, esperaban que su omega se transformara en uno de ellos, que padeciera su enfermedad, pero, eso no iba a suceder, aunque bebiera sangre, aunque fuera mordido, él era inmune a la licantropía. 

 

Como todos ellos, supuso, pero especialmente aquellos que presentaban las tan ansiadas anomalías heredadas del padre y la madre sombra, las que modificarian su apariencia cuando cumpliera cierta edad, algunos decían, que entre unos cien o doscientos años.

 

Así que tal vez, alguno de esos lobos deseaba a su omega, quería transformarlo en su compañero, sin embargo, eso no iba a pasar, no iba a permitirlo, además, el dinero, los favores pesaban mucho más que cualquier clase de lealtad o hermandad, los mortales, siempre se traicionaban entre ellos. 

 

Radamanthys era hermoso, como una joya y desde que lo vio le deseo, aunque lo pensaban un alfa, el deseaba a ese hombre para él, quería que fuera suyo, quería servirle cuando pensó que se trataría del anciano de esa familia, pero al saber que era un omega, supo que podía ser suyo, que podía apoderarse de su cuerpo, de su mente, de todo lo que le hacía existir, convertirlo en un buen esposo. 

 

Aun recordaba cuando su abuelo dejo ir toda su furia sobre su omega, golpeándolo con su bastón, esperando matarlo a golpes, pero sus anomalías se presentaron y tal vez así, el anciano Walden lo habría perdonado, pero no le hizo ver aquel milagro, solo guardo silencio, abriendo sus brazos, para proteger a su futuro omega, seguro que ese anciano no lo atacaria. 

 

-Si no quieres su vida, bien podrías dármela a mí. 

 

Eso fue pronunciado en el idioma de los antiguos, el que había aprendido con esmero, seguro de que su familia le daría la espalda, su hermano mayor era el favorito de su propio abuelo, lo que le transformaba en un tributo, en algo descartable y no deseaba ser eso. 

 

-Siempre supe que lo veías mucho, tal vez tu sabias que se trataba de un omega… de forma instintiva. 

 

Valentine media más de un metro ochenta, lo que le hacia un hombre alto, y pesaba mas de setenta kilos, todo eso de músculo, porque entrenaba muy duro, aunque su cuerpo se negara a ganar más masa física, era fuerte, podía defenderse o defender a Radamanthys, que apenas comprendía lo que estaba pasando. 

 

-Como su madre, ella trató de apartarlo de mí, no quería que lo educara… y de haber sido clara, le habría hecho darme otro heredero, un alfa, para no perder mi tiempo con ese omega. 

 

Valentine dio otro paso, para defender a su omega, sabía que el anciano Walden estaba muy enfermo, muy debil, asi que si lo atacaba bien podía lastimarlo, hacerle daño, como le estaba haciendo daño a su omega, su Radamanthys, lo sabia desde que cumplio doce, que deseaba a ese chico rubio a su lado, aunque en ese momento cumpliria diesisiete, era algunos años mayor que su amado. 

 

-Para lo único que sirve es para darnos más herederos, nada más… 

 

Valentine no impidió que los sirvientes trataran de alejar a su omega, que apenas comprendía lo que estaba pasando, porque su abuelo deseaba matarlo en medio de una de sus lecciones, quien le vio, suponiendo que lo deseaba para él. 

 

-Dame su vida, yo tomaré el sitio de Radamanthys, he aprendido mucho, he leído los libros, te hare sentir orgulloso y cuando mi omega se embarace, cuando nazca un alfa de su cuerpo, te lo entregaré, pero yo quiero que él sea mío… de todas formas, ya no te quedan demasiados años de vida, anciano Walden. 

 

Eso era cierto, no tenía tiempo para engendrar a otro alfa, ni siquiera si su nieto pudiera producirlo, pasarían años, décadas, antes de que estuviera listo para tomar su lugar en el círculo, para aprender de su saber, solo para entregarlo a la criatura de ese abismo. 

 

Valentine lo sabía, lo comprendía en ese momento, sin embargo, cuando llegara el momento de pagar los favores de esa criatura, a quien tomaría no era a su omega, ni a los niños nacidos de su vientre, mucho menos a él, a quien tomaria seria al anciano Walden, que pensaba podía manipularlo a su antojo. 

 

Pero Radamanthys no comprendía lo mucho que había hecho por él, lo mucho que le amaba y cuánto estaba dispuesto a realizar por tenerlo a su lado, por ser correspondido, por ser amado. 

 

Sin embargo, cuando lo recogiera de esa sucia ciudad, esperaba que lo comprendiera por fin, que comprendiera cuanto lo amaba, que los dos estaban destinados a estar juntos, se dijo a sí mismo, agradeciendo su buena suerte que en ese momento lo había hecho un hombre especialmente rico, dueño de una hermosa mansión y de un hermoso omega. 

 

Así como de una manada de sombras, que lo seguían a cualquier lado, que lo protegían, las que actuarían en el momento en el que lo deseara, esta vez, su omega no iba a escapar de su lado y mucho menos regresaría a ese hospital donde no pudieron mantenerlo seguro. 

 

*****

 

Algunas horas después, un cuantioso desayuno estaba servido en una charola, enfrente de un Teneo bastante sorprendido, que lo veía como si no pudiera creerlo, aunque su aroma era sin duda espléndido. 

 

-Anda, come un poco, se ve que tienes hambre. 

 

Aspros seguía sonriendo, seguía encantado con la presencia de su cachorro en su habitación, porque, pronto su omega regresaría a su lado y con este sus hermanos, Defteros, Saga y Kanon. 

 

-Esta delicioso, te lo prometo. 

 

Eran varios tipos de pasteles, hot cakes, trozos de carne, jamón, salchichas, alguno que otro vegetal, frutas, todo lo que supuso podía ser del agrado del pequeño, del muchacho de unos quince años de edad, pero que en ese momento casi lo alcanzaba en estatura y creceria mucho mas, no tanto como su omega, pero si lo suficiente para sobrepasarlo en estatura. 

 

-Tu y tu omega… lo han pasado muy mal… lejos de la jauría. 

 

Siempre había comida, estaban calientes la mayoría del tiempo, sin embargo, en ocasiones les era difícil conseguir suministros que no fueran de primera necesidad, además, durante la noche generalmente el orfanato se enfriaba mucho y en invierno, debian abrigarse bien, porque nunca cerraban la puerta de la capilla.

 

-Puedes confiar en mí… no le diré a nuestro omega que me dijiste. 

 

Teneo tomo una taza de chocolate espeso, el que aún estaba caliente, el que bebió con cierta reverencia, porque nunca lo había probado, sonrojándose debido a lo bien que le hizo sentir, viendo como Aspros le observaba fijamente, acariciando poco después su cabeza, alborotando un poco su cabello. 

 

-No pasamos hambre ni nada de eso… pero… pero nunca hay comida de sobra y generalmente solo comemos pasteles o dulces a finales de año, cuando algunas familias de la zona las traen… 

 

Esa información era suficiente para Aspros, que se preguntaba porque su omega prefería pasar frio, hambre, estar lejos de la jauría, cuando sabía claramente que de presentarse en ese sitio, tendría todo lo que quisiera, solo por un poco de afecto para él, especialmente, cuando tenían un hijo, un pequeño de quince años, una edad que era muy complicada en la vida de un omega, al que debían cuidar con especial esmero. 

 

-Bueno, de ahora en adelante te prometo que tendrán comida de sobra, pasteles y todo lo que mis pequeños necesiten y tú, tú tendrás hermosos vestuarios, tendrás perfumes y cremas, creo que eso le gusta a los omegas de tu edad. 

 

Teneo no estaba seguro de eso, porque solo tenía dos cambios de ropa y nunca tenían dinero para comprar perfumes, o cremas, o jabones con aromas, su vida era buena, el era feliz, pero no tenían lujos, su omega apenas podía mantener ese orfanato en pie o cuidar a esos niños. 

 

-¿Por qué nos dejaste? 

 

Pregunto ahora el lobezno, tratando de comprender porque vivian lejos de su padre, que se veía como una buena persona, quien le observó sin saber que decirle, porque su omega le dijo que la única razón por la cual no quiso regresar con él, aunque no lo quisiera tanto como él amaba a Hasgard, era porque temía lo que sucedería con su cachorro, que era un omega. 

 

-Hubo un malentendido, él pensaba que yo les dejaría buscarte un compañero y eso nunca va a pasar, tú serás el líder de la jauría y tú, solo tú, elegirás a quien amar. 

 

Pero aun así, secuestró a su omega, a quien pensaba que sus aliados salvaron sin saber que había sido secuestrado el también, así que, esas palabras solo le confundian un poco más. 

 

-Estaba con otros omegas… cuando ustedes llegaron. 

 

Uno de ellos estaba en los aposentos de Sisyphus, inconsciente, otro había sido llevado a la mansión de las rosas, donde Albafica habitaba en un desfile de fiestas interminables, como todo buen vampiro, el omega de su hermano, esperaba por él, había asuntos que debían tratar, que eran sumamente importantes por el bien de la jauría. 

 

-Están en otras habitaciones… 

 

Teneo por un momento quiso preguntarle si podía verlo, pero cuando su alfa suspiro, pensó que no deseaba hacerlo enojar, su omega merecía una mejor vida que la que tenía en ese orfanato y el no haría nada para evitarlo, no se lo merecía y no deseaba que su padre se molestara con el. 

 

-Están seguros, no debes temer por eso. 

 

Y para Aspros, esa era una verdad, Sisyphus era un buen hombre, que ayudaba a varios omegas a escapar de sus alfas, lo sabía, porque lo había seguido algunas ocasiones, cuando creyó que él fue el culpable de la desaparición de su amado, Albafica, él era un vampiro honorable, era la clase de chupasangre en la cual se podía confiar y estaba mejor con ese anciano, que de donde había escapado, y el rubio, bueno, él estaría con Kanon, cuando este se dignara a presentar su pellejo en la jauría. 

 

-Pero come… los panqueques pueden enfriarse. 

 

Teneo asintió, para seguir comiendo del cuantioso desayuno, disfrutando de cada uno de sus bocados, sin saber que su padre estaba preparándose para recibir a su omega y hacerle ver, que lo mejor para ambos, especialmente para su cachorro, era que se quedara a su lado. 

 

-Y no quiero que Hasgard crea que no te alimente durante mi cuidado, quiero que sepa que seré un buen padre, que ustedes pueden ser felices conmigo. 

 

Teneo asintió, creyendo cada una de las palabras de Aspros, quien, sin proponérselo, había dejado a Ilias sin vigilancia por demasiado tiempo, quien había descubierto la verdadera identidad del omega rubio, cuyo esposo iba en camino a la jauría. 

 

-Que ustedes están seguros. 

 

*****

 

Algunas horas después, uno de los licántropos le llevó comida a Radamanthys, dejándola en el suelo, era carne como en un estofado, acompañado de papas, de pan y de algo que parecía sopa de verduras, así como una botella de vino ligero. 

 

Dejándolo solo después, sin vigilarlo siquiera, tal vez pensaban que no podía escapar, que se quedaría en ese sitio esperando por lo que tuviera que pasar, pero eso no iba a ser de esa forma, se dijo en silencio. 

 

Tomando uno de los cubiertos, con el cual trato de abrir la puerta de su celda, con demasiada facilidad, como si no hubiera sido cerrada del todo, tal vez, ese licántropo era un omega o simplemente le tuvo piedad. 

 

Minos y Aiacos, debía dar con ellos, se dijo a sí mismo, caminando con lentitud, tratando de guardar silencio, de ser sigiloso, pero claro, con su estatura no era muy fácil lograrlo, porque de pronto, escucho que lo señalaban, que ordenaban que dieran con él, el mismo licántropo rubio que le dijo que sería su omega. 

 

Por lo cual, tuvo que correr, buscando un lugar donde esconderse, sin saberlo, dirigiendose a donde se encontraba una puerta trampa, una salida oculta que utilizaban cuando no deseaban llamar la atención, cayendo en ella, sumergiéndose hasta la mitad en un montón de agua sucia, barro y otras cosas que no deseaba saber que eran. 

 

*****

 

Al mismo tiempo, en el edificio antiguo que era la fachada de la jauria habia al menos cuatro licantropos custodiandolo, quienes al ver a dos lobos, uno de pelaje blanco y otro de pelaje azul, los reconocieron inmediatamente. 

 

-Aspros los está esperando. 

 

Ese era Ilias, que les veía fijamente, pensando que Hasgard tenia un pelaje como de luna, que era bastante hermoso, a pesar de su estatura, pero nunca se había molestado en apreciar su belleza, le interesaba mucho mas, encontrar la forma de robarle  el poder al buen Aspros. 

 

-¿Dónde está? 

 

Kanon fue el primero en transformarse en un humano, furioso por que tomaron al omega rubio, que en ese momento corría en dirección de los brazos de su esposo, pero no deseaba que el gemelo menor, comprendiera sus intenciones. 

 

-En una jaula, acompañado de los otros dos, que no parecen importarte demasiado. 

 

Hasgard le observó con algo parecido al desprecio acompañado de la decepción que sentía por él, por sus actos, dos sentimientos que no eran de su agrado, pero no le interesaba en lo absoluto. 

 

-Adelante, Aspros estará feliz de verlos… 

 

*****

 

Radamanthys avanzo con demasiada dificultad buscando una forma de salir de alli, porque no podía regresar por donde había caído, estaba a demasiados metros de distancia y sin embargo, no sufrio ningun daño. 

 

Apenas podía ver algo, la oscuridad era absoluta y solo porque no era del todo humano era que sus ojos podían distinguir algunas figuras, algunas siluetas, escuchando como algo grande se movía en el agua. 

 

Un ente que pasó sobre su cabeza, produciendo un sonido como de vapor escapando de una chimenea, un sonido desagradable, proveniente de un bulto mucho más desagradable aún. 

 

Un ser que le hizo retroceder, debido al temor que sintió, uno instintivo, que le hizo comenzar a correr en cualquier dirección, hacia donde podía percibir un poco de luz, encontrando una coladera dentro de una casa vieja, donde salió, cerrando la trampa con un tubo de metal, creyendo que eso, sea lo que sea que era, lo seguiría. 

 

Y tuvo razón, lo que fuera que lo perseguía se azotó contra la coladera, casi soltandola de sus bisagras, para después rugir, un sonido como de alarido, un gorjeo animal que terminaba como en un ronroneo, de una criatura que estaba seguro no se detendría hasta que destruyeran esa barrera, una cosa que pensó estaba hambrienta, que no era de esa realidad.

 

Radamanthys se levantó de un salto, buscando la salida de esa construcción, viendo unos rayos de luz a través de una puerta casi abierta, estaban en el sótano, tenía que apresurarse a subir las escaleras, escuchando como esa cosa volvía a chocar contra la barrera de metal, doblandola con la fuerza de ese golpe. 

 

Escuchando como esa cosa la tercera vez que chocaba contra la coladera la rompía, pero él estaba cerca de la luz, esperaba que de alguna forma, esa pesadillesca criatura no soportara la luz intensa, de lo contrario estaba perdido. 

 

Pero estaba equivocado, esa cosa soportaba la luz solar y era aún más horrible de lo que lo había pensado, además, solo se detuvo cuando dio con un callejón, uno que no tenía salida, escuchando otros gritos, otros rugidos, de más de esas cosas, que lo veían desde los muros, eran cuatro en total, las que lo rodeaban. 

 

Y de nuevo, se preguntaba porque no perdía la razón, porque el miedo no lo hacía acurrucarse en el suelo, llorar desesperado, pedir piedad, que había mal en su cuerpo, en su psique, que podía ver eso, ser perseguido por esas cosas, sin mostrar temor alguno. 

 

Pero en las noches soñaba con su esposo, con Valentine, con lo que le había hecho y le atemorizaba su destino, le hacia creer que pronto perdería su vida, que seria destruido por aquel en quien llegó a confiar. 

 

-¿Por qué no terminan con esto? 

 

Les pregunto, al notar que esas cuatro cosas no lo atacaban, no lo devoraban, aunque podía ver el hambre en sus ojos dentro de esas fosas como de cadáver pudriéndose, escuchando unos pasos y cómo, de pronto, esas cosas regresaban a las sombras de donde habían nacido, todas menos una, que comenzó a olfatear el ambiente. 

 

-Porque son mis mascotas y saben que yo no deseo lastimarte… esposo. 

 

*****

 

Hola, espero que esto sea de su agrado, muchas gracias por leer esta historia, por dejarme sus maravillosas estrellas y sus espléndidos comentarios. SeikenNJ. 


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