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Lagrimas de Luna por Seiken

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Valentine al sentir sus caricias, como sus manos se posaban en sus hombros, al escuchar su voz y sentir el aroma de su cuerpo se estremeció, sintiendo que una oleada de salvaje adrenalina se apoderaba de su cuerpo, sus iris convirtiéndose en un pequeño punto, sus labios medio abiertos, mostrando sus dientes blancos, dándole una apariencia salvaje. 

 

Acorralando a Radamanthys contra la cama, quien apenas podía reconocerlo, su mirada, su expresión, era algo que nunca había visto y le atemorizaba, ni siquiera cuando le forzó a ser su esposo ni en ese auto, era como si se tratara de otra persona completamente diferente, tranquila, en control. 

 

-Al fin… me has aceptado. 

 

Radamanthys tragó saliva, cuando Valentine lo empujó en contra de la cama, para que cayera en esta con aprensión, aunque aún sentía que su cuerpo estaba caliente, que sus extremidades apenas le sostenían, como si fuera un celo, al menos eso se suponía que sucedía en esa dolorosa etapa de la vida de cualquier omega. 

 

Su cuerpo traicionando a su mente, su sexo, humedeciendose aun con la ropa puesta, gateando, tratando de alejarse de Valentine, cambiando de opinion, no deseaba pertenecerle, no queria ser suyo y lo peor de todo era que el mismo se habia entregado al alfa de cabello rosa que no dejaba de mirarle fijamente con esa expresion salvaje.

 

-Yo… espera… 

 

Valentine solo se relamió los labios con una sonrisa salvaje, respirando hondo, dejando que sus feromonas inundaran el ambiente, pensando que si ese fuera un celo, su amado estaría más que dispuesto para el, su propio cuerpo presentandose como un manjar, abriendose para recibirlo. 

 

-Yo me encargare de ti… 

 

Subiendo a la cama con movimientos lentos, su mirada fija en él, sin perderse uno solo de sus movimientos, acorralando a Radamanthys  en la cama, colocando ambas manos a sus costados, aspirando su aroma, para poco después lamer su cuello, mucho más seguro que cualquiera de las otras ocasiones. 

 

-Yo… yo siempre supe que tu eras mi omega destinado. 

 

Su omega destinado, se preguntó aun retrocediendo, jadeando cuando Valentine recorrió su cuerpo desde su cintura hasta su muslo, sintiendo una sensación demasiado agradable para ser cierta, sin comprender qué estaba pasando por su cuerpo, sin creer que el afrodisiaco actuara tan rápido. 

 

-Y que tarde o temprano lo comprenderías.

 

Valentine al darse cuenta que Radamanthys jadeaba al sentir sus manos en su cuerpo, sus dedos recorriendo su piel, se rió entre dientes, pensando que ese sonido era por demás precioso, especialmente al verlo sonrojado, respirando hondo, lo estaba aceptando, como si se tratase de un celo, lo que se imaginó que pasaría  en su luna de miel o cuando comprendiera todos los sacrificios que había realizado solo por él, para salvar su vida. 

 

-Yo te amo, no sabes cuanto te amo. 

 

Radamanthys quiso apartarse y aunque estaba seguro de que deseaba manipularlo, para que pensara que lo deseaba y le diera todo lo que deseaba, que hiciera todo lo que le dijera, pero no pudo moverse, su cuerpo ya no lo escuchaba, ni siquiera podía voltearse para tratar de arrastrarse en la cama, sosteniéndose de las sábanas o cobijas. 

 

-Y veo que me deseas, tu cuerpo necesita de su alfa, no es verdad… 

 

Valentine empezo a recorrer su cuerpo, su sexo por encima de la ropa, con la palma de su mano, escuchando otro gemido de su omega destinado, por el que daria la vida, o destruiria todo el mundo, solo por estar a su lado. 

 

Radamanthys quiso decirle que eso no era cierto, pero no lo hizo, porque no deseaba perder esa oportunidad para convencerlo de su cambio de actitud derivado de su embarazo y porque un gemido lánguido escapo de sus labios, cuando Valentine presiono un poco más, riendo entre dientes, olfateando su cuello, que tenía su aroma, el de sus jabones, su esencia. 

 

-Y yo te necesito, siempre lo he hecho, mi amado señor. 

 

Era su señor porque se trataba de uno de los tres guardianes del dios de la muerte y él era un creyente ferviente de esa deidad, que le había dado todo cuanto deseaba, riqueza, poder, sabiduría, quien le presentó a su omega cuando apenas eran niños, quien era tan hermoso que aun la misma Pandora le tenía celos. 

 

No iba a entregar a su hijo y no estaba dispuesto a entregar a su amado señor, por quien daba su vida, su lealtad, pero al mismo tiempo pensaba que se merecía un poco de calor, un poco de afecto, después de todo, quien le amaba era él, quien lo protegeria era el, quien lo adoraba era el, asi que, en vez de ser su sirviente, su esclavo, podía ser su consorte, su sacerdote, su guerrero, su espada, su amante, su esposo, su alfa. 

 

Y no cabía de emoción, de agradecimiento, cuando su omega se retorcía sintiendo sus caricias, permitiéndole recorrer su cuerpo, pero aun estaban vestidos, aún les estorbaba esas piezas de ropa, por lo cual, debían quitarselas, tenian que desvestirse. 

 

Valentine abrió su ropa primero con dedos hábiles de tanto imaginar aquella ocasión, admirando la suave piel que apenas era cubierta por la ropa de omega que utilizaba debajo de una sobria camisa blanca, un chaleto y un saco de color oscuro, en cambio esta ropa de omega se trataba de un corse de color blanco que dejaba su pecho al descubierto, ciñendo su cintura que ya era bastante pequeña. 

 

No había pensado que su señor quisiera utilizar alguna de esas prendas y deseaba descubrir que mas se había puesto del guardarropa ideado para el, quitandole el saco y el chaleco, que lanzo al suelo sin mucha preocupación, disfrutando de la vista que su omega le brindaba. 

 

Radamanthys no había encontrado ropa interior que no fuera de esa clase y no deseaba tratar de usar aquella de Valentine, no creia entrar en esta, así como tampoco quería tener su aroma sobre su cuerpo, sin embargo, eso fue cuando despertó esa mañana, después del incidente del piano, supo que debía convencerlo de que su embarazo, que su instinto omega le pedía complacerlo. 

 

Valentine recorrió entonces la espalda desnuda de su omega, enfocando su atención en uno de sus pezones, el que comenzó a lamer y a chupar con fuerza, succionando como si esperara beber leche fresca de su cuerpo, escuchando más gemidos de su omega, que llevó sus manos a su cabeza, a su cabello, arqueando su espalda, cuando sintió una mordida en su piel suave. 

 

Radamanthys creía que perdería la razón dentro de poco, esas caricias no debían sentirse tan agradables y su aroma no debería serle placentero, así que, la medicina que le había dado ese médico era por mucho más potente de lo que pensaba, la que se apoderó de su cuerpo, de su psique, haciéndole gemir y retorcerse en esa cama, sintiendo como un poco de líquido escurría de su cuerpo, mojando su ropa interior, sus pantalones con su esencia. 

 

Algo que Valentine sintió casi inmediatamente, sus pupilas haciéndose un poco más alargadas, mucho más salvajes y de ser posible sus colmillos se verían mucho más afilados, jadeando, liberando más de sus feromonas que amenazaban con asfixiarlo, pero esta vez no eran desagradables, esta ocasión eran mucho mas placenteras, le hacían sentir seguro y acompañado. 

 

Mucho más exitado, pensando en el alfa en esa habitacion, en su compañia, en su presencia y en su cuerpo, en sus labios, en su sexo, haciendole gemir cuando Valentine comenzo a abrir sus pantalones, despues de quitarle el cinturon, pensando por un momento en amarrar sus muñecas con este, pero no era necesario, su omega lo aceptaba, su omega lo queria con el, en el, su cuerpo sudoroso en esa cama se lo decia, su humedad manchando su ropa, estaba listo para ser poseido. 

 

-Mi señor… si supiera lo hermoso que se ve en este momento… 

 

Valentine lamió su muslo con algo de frenesí, restregando su mejilla poco después contra este, observandole gemir para el, envuelto en esa ropa de omega de color blanco, el corset que hacia su cintura mas pequeña, ropa interios blanca que apenas cubria su sexo, ya humedo, su hombria despierta, erguida. 

 

-Lo feliz que estoy de ser aceptado por usted, yo, su fiel Valentine. 

 

Valentine descubrió su cuerpo sin quitarle esa ropa blanca, relamiendo sus labios antes de apoderarse de su hombría, de sumergir sus dedos en su humedad, escuchando un gemido de su omega, cuyos ojos estaban nublados, debido a lo excitado que estaba, su cuerpo caliente, sudor recorriendo su piel, sus labios entreabiertos para gemir, sonidos que encontraba dulces, que le hacían desearle más. 

 

-Su fiel alfa, que hará lo que sea por tenerlo a su lado… 

 

Valentine se apartó un poco para empezar a desvestirse, quitándose de una sola vez su camisa, su chaleco y su saco, dejándolo caer al suelo, para poco después arrancar su propia camisa interior, relamiendo sus labios, al ver a su señor recostado de lado, con una mano a la altura de su cabeza, la otra sobre su estómago. 

 

Tal vez lo que le dijo una vez Pandora era cierto, estaba loco y obsesionado de su señor Radamanthys, aunque ella dijo “ese omega” pero ella no comprendia la belleza de su señor, la nobleza de su amado, que respirando entrecortado, apenas podia moverse en la cama, mirando como se desvestia, liberando su piel, su sexo, que era grande, con un tinte rosado, naciendo en una mata de vello rosa. 

 

Su sexo que estaba erguido, su nudo apenas un poco inflamado pero visible, reaccionando a sus feromonas, a su deseo salvaje por hacerlo suyo, a su euforia por pensarse correspondido unicamente porque su omega estaba embarazado, sin entender que si actuaba como lo hacia, era por el afrodisiaco que habia bebido, uno bastante potente, que era capaz de iniciar un celo en cualquier omega. 

 

-Por tenerte solo para mi. 

 

Aquellas palabras estremecieron a Radamanthys, quien solo podía ver como Valentine había perdido toda clase de ropa, acomodándose entre sus piernas, abriendolas para que quedaran a los lados de su cadera, mirandole con una expresión que seguía siendo la de un depredador, la de un alfa deseoso por poseer a su omega. 

 

-Nuestros hijos nacerán sanos, seras felices y serán poderosos… justo como tu y yo lo somos ahora mismo. 

 

Valentine ya no podia mas, ya no toleraba un solo instante sin sentir a su omega y empujando en su cuerpo, de un solo movimiento ingreso en el, con un sonido gutural, casi un gruñido salvaje, que le estremeció, que le hizo ver estrellas, sintiendo el calor de su omega rodearlo, quien a su vez, arqueo la espalda, aferrándose a las sabanas, gimiendo, un sonido de puro placer. 

 

-Tu y yo mi señor… tú y yo estamos destinados a estar juntos. 

 

Y mataría a cada ser que quisiera apartarlo de su amado, dulce y noble señor, sin importar de quien se tratara, porque el era suyo, suyo, como la mordida que marcaba líneas rojas en su piel, la que se sintió con la necesidad de remarcar, mordiendo su cuello con fuerza, escuchando un gemido de su omega, que se estremeció, retorciéndose al sentir como una corriente eléctrica recorría cada célula de su cuerpo, como no había sucedido la ocasión pasada, esta vez era diferente, esta ocasión sintió que algo lo ataba a Valentine, tal vez, un celo, tal vez su placer, tal vez, el haberlo aceptado en su cuerpo. 

 

E intentó pronunciar su desagrado al sentir esa mordida en su cuello, sosteniéndose de los hombros de Valentine, quien pensaba trataba de acercarlo más a él, besando sus labios, hambriento, descontrolado, ingresando su lengua dentro de su boca, aumentando el frenesí de sus embistes, sintiendo como su nudo iba en aumento, algo que decían sucedía con el celo de los omegas y como el suyo parecía estar en ese estado, aunque estaba embarazado, solo se dejo llevar por esa sensación, atándose al cuerpo de su señor, que era hermoso como ninguno. 

 

Perdiéndose en sus ojos, en su sabor, gimiendo su placer, gritandolo cuando separó sus labios de los suyos, hasta que por fin, después de gloriosos minutos, se derramó en su interior, anudado en el cuerpo de su amado, quien con las piernas abiertas lo recibía, sosteniéndose de sus hombros, casi perdido en su placer, en su deseo y calor, que no disminuia, que solo empeoraba, que solo aumentaria cada minuto en compañía de su alfa, de aquel que se llamaba su fiel sirviente, su compañero y esposo. 

 

Que cerró los ojos al sentir el cambio en su cuerpo, la forma en la cual le aceptaba y como su lazo, que iniciaba con la mordida, se afianzaba, un sentimiento físico, un sentimiento psíquico, que le llenó de gozo, porque eso significaba que su amado señor lo aceptaba como su alfa, que desde ese momento, su vida juntos, sería mucho más fácil, mucho más amena. 

 

-Mi señor, mi amado señor… usted y yo, somos uno, ya somos uno. 

 

Radamanthys escuchaba esas palabras como perdido, sintiendo los besos de Valentine recorrer su cuello, sus hombros, emocionado por ser aceptado por fin, por ser suyo al fin, cerrando los ojos, complacido por esa bendición, por conocer a su omega destinado en semejante criatura. 

 

-Por fin somos uno. 

 

*****

 

Luco caminaba en las calles del pequeño poblado a los pies del bosque de una siniestra reputación donde había sido creada la mansión donde residía la familia, buscando un pequeño café con unas mesas al aire libre, donde se sentó, enfrente de una mujer de cabello rubio corto y lacio, que le llegaba a la altura de la barbilla, de unos cuarenta años de edad, con un sombrero demasiado llamativo, con una pluma inmensa en este. 

 

-Le di el afrodisiaco que solicitaste Ursula Walden, el mismo lo pidió para intentar controlar a su alfa usando su cuerpo. 

 

Ella habia sido lanzada de la casa familiar cuando su hermosa hermana se habia embarazado, no deseaban un alfa mas en la familia, mucho menos uno que fuera mujer, asi que, su padre, el anciano señor Walden, quien habia tomado a ese alfa demente como su alumno y protegido, la desheredo, robandole su futuro, su fortuna, pensando que su amado nieto era un alfa, pero no, era tan solo un omega que pensaba estar embarazado. 

 

-Es muy probable que el celo de ese omega inicie y con esto Valentine estará distraído, una semana más o menos, tiempo suficiente para recuperar lo que me robaron. 

 

Luco había escuchado las ordenes de esa extraña mujer, quien deseaba recuperar su fortuna, ignorando de alguna forma que esta había pasado a las manos del esposo de su sobrino, al ser la heredera universal Chris Walden, después del fallecimiento de su padre, que a pesar de que se movía como un humano, que actuaba como cualquier persona, no era más que un cadáver que estuvo varias horas en una morgue, para las autoridades, el ya estaba muerto. 

 

-Me prometiste llevarme ante Thanatos si hacía esto señorita Walden. 

 

Ella asintio y saco de su escote un papel amarillo doblado, un mapa, escrito por un humano que conocia el lenguaje secreto de los licantropos, donde se mostraba un mapa, el que le dio a Luco, quien al verlo, podia notar que estaban grabadas varias jaurias, aunque varias de estas tenian una calavera sobre sus ubicaciones. 

 

-Este es el mapa del que te hable… aunque no entiendo que es lo que deseas conseguir al ver a Thanatos, es un sujeto tan aburrido… 

 

Lo que conseguiría solo era asunto suyo, se dijo Luco, que le había dado esa droga a ese omega por ese mapa, quien tal vez en ese momento estaba sufriendo de un estado de celo, uno especialmente malo, del cual terminaría embarazado, aunque no sería demasiado sorpresivo, el mismo omega pensaba que ya estaba embarazado. 

 

-Y yo no entiendo que es lo que desea conseguir, al unir a Valentine Barentain con su sobrino, tal vez de brindarle ayuda le estaría tan agradecido que le daría lo que usted desea recuperar. 

 

Ella nego eso, ya no solo deseaba la fortuna de los Walden, ahora tambien deseaba su tesoro, así como la maravillosa promesa de vida eterna, de hacerse con el libro del gusano o el innombrable libro negro, que estaba en posesion de esa chiquilla estupida llamada Pandora. 

 

-No tengo porqué ayudarle a ese omega, pero si deseo que Valentine deje de estorbar algunos días. 

 

Fue su respuesta, bebiendo un poco del chocolate caliente en la mesa, con una expresión soberbia, demasiado divertida y ensimismada. 

 

-Al menos una semana, que es lo que dura el celo de un omega con las drogas necesarias.

 

*****

 

Violate seguía avanzando, siguiendo un sentimiento o una pista, creyendo escuchar un llanto, el de un bebe, un pequeño recién nacido que sabía estaba en peligro, porque estaba en las manos de ese alfa a quien odiaba, el que le había separado de su omega. 

 

*****

 

Hola, muchas, muchas gracias por sus lecturas, por sus estrellas y por sus comentarios, los adoro, y me hacen sumamente feliz el poder leerlos, hacen que esta locura que estoy escribiendo sea mucho más agradable todavía. Ahora, mis agradecimientos especiales, en verdad, no saben cuánto les agradezco el que comenten esta historia @SailorFighter @Charlize_bramsc y @Valperine 


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