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"Innocence" por Dreamwave

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Notas del capitulo:

Final del capítulo anterior.

Capítulo 11: “Me gusta, pero me asusta” (Parte 3)

 

- Una hora antes -

Al salir de la cafetería South Sweets, Butters volteó para mirar a Kenny, y acto seguido le dio un apretado abrazo, el cual duró bastante y tomó por sorpresa al encapuchado.

—¡Gracias de nuevo por invitarme a comer waffles, Kenny! Fue muy divertido y estaban muy dulces, pero deliciosos. —dijo el chico de chaqueta color cyan, mientras se aferraba a McCormick.

—No más que tú.

—¿Qué?

—Tú eres más dulce que cualquier waffle. También me dan ganas de comerte~ —dijo Kenneth, mirando a Butters con ojos coquetos.

—K-Kenny, me haces sonrojar, para, jaja. —se rió, desviando la mirada, ya que no estaba acostumbrado a que flirtearan con él.

—Me encanta cuando tus mejillas se ponen rosadas, te ves lindo.

—¡Ya! Jajaja, me da vergüenza que me digas piropos. —dijo Stotch, soltando a Kenny—. Ups, lo siento, ¿Fue un abrazo muy largo?

—Jaja, para nada, sinceramente no me molestaría quedarnos abrazados todo el día.

—¿Lo dices en serio? —preguntó Butters, mirando al chico de anorak naranja.

—Claro que sí. ¿No crees que sería un fantástico panorama? Hasta podríamos ver una película. —dijo McCormick—. ...O no verla en lo absoluto. —pensó.

—Bueno, sí... Suena tierno. La verdad creo que me gustaría hacer eso. —dijo, ruborizado.

—Hmm... Oye, ¿Recuerdas que antes te pregunté si querías ir a un lugar después de comer?

—Sip.

—¿Aún quieres?

—Eh, sí, pero ¿A dónde iríamos?

—Es una sorpresa. Tú solo confía en mi, niño lindo~ —dijo Kenny, tomando a Stotch de la mano y llevándolo calles abajo, hasta llegar a una esquina en la que ambos se subieron a un taxi.

 

- El presente -

El coche se había detenido frente a un misterioso edificio, y luego de pagarle al taxista, Kenny se bajó del auto amarillo junto a Butters. Ambos caminaron hacia la entrada del local, que tenía decoraciones y carteles de neón color magenta. Gracias a ellos, Stotch comenzaba a sospechar de la clase de lugar a la que lo habían llevado.

—Kenny, esto es... ¿Un motel? —preguntó el chico de chaqueta cyan, ruborizado y jugueteando nerviosamente con sus manos.

—Un Love Hotel, para ser precisos. No es tan decadente como un simple motel, éste es más bonito por dentro.

—¿Ya habías venido a este tipo de sitios? —preguntó Butters, algo triste.

—Mira, no saco nada con ocultarte mis antiguos hábitos. Sí, he venido antes a lugares como este, y con múltiples parejas, aunque no es algo de lo que me enorgullezca. Pero esta es la primera vez que traigo a este sitio a alguien que no me interesa solo para echar un polvo casual. Butters, me atraes y me importas mucho, ya lo sabes... No te dejes influenciar por la atmósfera de este hotel, no tenemos que hacer nada que no quieras, yo solo deseo pasar tiempo contigo.

—Kenny... Está bien, ya estamos aquí de todos modos y yo t-también quiero estar contigo un poco más, antes de irme a casa.

—No sé si vuelvas a casa esta noche... —murmuró Kenny.

—¿Dijiste algo?

—No, nada, entremos ya al hotel. Que no te de vergüenza, mucha gente viene a estos sitios y además no verás al cajero cuando pidamos la habitación, él solo escuchará nuestras voces.

—B-bueno, vamos.

Los chicos se dirigieron a la puerta del edificio, que tenía un cartel que decía “Toxic Cherry Love Hotel”, todo escrito en letras fluorescentes. Kenny pagó por la habitación y tal como había dicho, no vieron a nadie cuando lo hizo, solo escucharon la voz del empleado, que les entregó la llave correspondiente y les dijo que si necesitaban algo, nada más tenían que usar el teléfono del cuarto. De modo que Butters siguió a Kenny hasta la habitación 48, que estaba en el cuarto piso. Al entrar, quedó impresionado de lo bonita que era la decoración. La cama, de color granate, era grande y se veía cómoda, el piso estaba cubierto de una suave alfombra blanca, había una televisión moderna, un baño con una preciosa tina de porcelana, muebles blancos, flores naturales y un teléfono rosa cromado sobre la mesita de noche. Además, todo se veía muy limpio y podía sentir un delicado olor a rosas y vainilla.

—Y, ¿Te gusta? —preguntó Kenny, rodeando a Stotch con el brazo.

—S-sí, tengo que admitir que para ser una especie de motel, este cuarto tiene bastante clase. —respondió Butters, algo nervioso.

El chico de ojos celestes caminó hacia la cama, mientras se bajaba el cierre de su anorak naranja, quedando en camiseta, la cual también se quitó en un parpadeo, dejando al descubierto su sexy y tonificado torso, luego se acostó sobre el colchón, mirando a Stotch con ojos deseosos.

—Butters... ¿No quieres venir acá conmigo?~ —preguntó McCormick, dando palmaditas sobre la cama.

—Cla-claro, enseguida... —respondió el rubio, sentándose junto al chico. Su cuerpo estaba tenso y por alguna razón le costaba hacer contacto visual con Kenny.

—Acércate más, no seas tímido~

—O-ok... —dijo Butters, pero ni alcanzó a moverse, pues Kenny comenzó a bajarle el cierre de la chaqueta—. ¡Waaah, es-espera!

—¿No quieres jugar? Te haré sentir bien, lo prometo... Solo déjate llevar y relájate, no tienes que estar tan nervioso... —murmuró, mientras acariciaba el pecho de Stotch, jugueteando con sus pezones y provocándole escalofríos—. ...Eres muy sensible aquí, ¿Será posible que te corras solo con hacer esto? Se te pusieron duros en segundos... Y allá abajo parece que también lo estás, ¿No?

—¡Aah! Ke-Kenny, no... Ah... Dijiste que no teníamos que hacer n-nada sexual... Waah, ¡Deja mis pezones! Hmm...

—Podría detenerme, pero sé que en el fondo no quieres eso, porque te gusta que te toque de esta manera, ¿O me equivoco?

—N-no puedo mentirte... Sí se siente bien, pero... Aah... —gimió, ruborizado.

—Entonces lo reconoces, eres un buen chico... Mereces una recompensa~

En ese momento, Kenny sacó unas esposas de su mochila y se las colocó a Butters rápidamente, luego lo acostó sobre la cama y le quitó el resto de la ropa. Se posicionó sobre él, acercándose a su pálido cuello para llenarlo de besos mojados, los cuales descendieron por su pecho y estómago, hasta llegar a su parte más privada.

—¿¿Q-qué haces?? ¿Por qué cargas esposas en tu mochila? Espera, Ken-

—Tu pene está gritando por atención, no puedo ignorarlo. Relájate... —dijo McCormick, y acto seguido comenzó a lamer y succionar la erección de Stotch, con una habilidad que sorprendía a cualquiera.

—¡Aah! Uwahh, Kenny... Aah... P-para... Aah, mmh...

—Dulce... Sabes, desde que me empezaste a gustar, me he preguntado qué sabor tendrías~ ¿Es la primera vez que te hacen esto?

—S-sí... Aah...

—Qué tierno eres... Tan inocente, no puedo controlarme cuando se trata de ti. —murmuró, y luego continuó complaciendo al chico, llevándolo lentamente al orgasmo—. Hmmm.... Mmm...

—¡Aaah! Ngg... Ken-Ah... Me voy a co... ¡Aaah! Mmm...

—¿Se siente bien, guapo? Puedes ser honesto. —masculló el chico de ojos celestes.

—S-Sí... Es... Aah... Asombroso... Mmm... No puedo aguantarme, ¡Kenny, sal! Aaah... M-me voy a venir, aléjate ya... Ken-¡¡Uwaaah!!~ —exclamó Butters, eyaculando dentro de la boca de su amigo— Aah... Haah... Hah... ¡Wah, Kenny, lo-lo siento! ¡No quise-

—Tranquilo, ya me había pasado antes, y no me molesta que me llenes la boca de tu leche, jeje~

—¡Kenny! D-deja de decir cosas raras...

—Y dime, ¿Cómo se sintió tu primer sexo oral? —preguntó el chico de pantalones naranjas, relamiéndose los labios.

—Me da vergüenza admitirlo, pero estuvo... Se sintió increíble... ¿Cómo es que eres tan bueno en eso? —preguntó, sus mejillas lucían rojas como tomates y sentía el cuerpo cansado.

—Créeme, no quieres saberlo realmente. En vez de hablar, podríamos seguir divirtiéndonos, dulzura... —murmuró, y después de hacer que Butters se sentara, rebuscó algo en su mochila—. Cuando te pregunté si podías ser mi sumiso, accediste. Esto es algo así como el primer paso, quédate quieto un segundo... —le dijo, colocándole un choker negro alrededor del cuello, que tenía una cadena.

—¿Q-qué es este collar? A todo esto, ¿Puedes quitarme las esposas? Me duelen un poco las muñe-

—No. No te las quitaré. —respondió Kenny, serio—. Este no es un collar, pequeño, es un choker. Usando la cadena conectada a él, puedo mantenerte bajo mi control. Te enseñaré el “lenguaje” de este juego. Cuando haga esto... —dijo, tirando de la cadena suavemente—. ...Quiero que te olvides de toda tu estúpida vergüenza y que digas “Me someto ante ti, puedes hacer lo que quieras conmigo, mi amo” ¿Ok?

—Ngg, está b-bien...

—Y cuando haga esto —continuó McCormick, tirando de la cadena nuevamente, pero con más firmeza, provocando que Butters se ahogara un poco—. Me suplicarás que te toque, porque si no suplicas, no lo haré, y no me importa si te duele allí abajo, tendrás que rogarme para que te estimule. Sé un sumiso obediente y la pasaremos bien. De lo contrario, no dudaré en castigarte. —dijo, mientras sacaba un par de objetos más de su mochila, y se los mostraba al chico que le gustaba—. ¿Qué prefieres, paleta de azotes o látigo?

—¿¡A-azotes!? N-no sé, sí que tienes cosas extrañas. ¿Vas a hacerme daño? —preguntó el adolescente, algo asustado.

—Solo si te portas mal o me desobedeces. Hmm, creo que la paleta servirá esta vez, el látigo es demasiado, aún no estás listo para que lo use contigo. ¿Empezamos, dulzura? No te asustes, puede que esto del sm termine gustándote tanto como a mi~

—O-ok, trataré de mantener mi mente abierta. Pero por favor sé gentil, sabes que es mi primera vez haciendo este tipo de cosas. —dijo, ruborizado.

—Claro que sí, te lo prometo. Confía en mi, el miedo está solo en tu cabeza. ¡Oh, casi lo olvido! Tengo un último juguete para enseñarte.

Kenny se bajó de la cama, y extrajo de su mochila una mordaza de esfera roja, con detalles en látex negro brillante. Se la puso a Stotch sin previo aviso, y éste se sorprendió, balbuceando, ya que obviamente nunca había usado una antes.

—¿¡Mmhhp!? ¡¡Mmmh!!

—Cálmate, es solo una mordaza. O “Gagball”, como también le dicen. Apuesto a que es la primera vez que ves una. Parece que hoy es una noche de primeras veces.

—¿¡Mmmhp!?

—¿Qué pasa? ¿Te sorprende que ya sea de noche? —preguntó Kenneth.

—Mmh...

—Jajaja, ¿Qué creías? No te dejaré regresar a casa esta noche, dormiremos juntos~ Pero antes de eso, es hora de jugar. —afirmó, quitándole la mordaza al chico, y dándole un jalón (no demasiado fuerte) a la cadena metálica—. Sabes lo que quiero escuchar.

—Waah... Haa... Me da vergüenza decirlo, Kenny...

—Ya no debes decirme “Kenny”, y será mejor que me hagas caso, o si no... —murmuró, golpeando la paleta contra la palma de su mano derecha.

—Ok, ok, tú ganas... M-me someto ante ti.

—Oh oh... No lo dijiste correctamente, tendré que castigarte. —dijo McCormick, dándole un azote a Butters sobre uno de sus pezones.

—¡Auch! H-hey, eso duele-

—Si no quieres que lo haga de nuevo, di tu línea correctamente. Vamos, quiero oírlo.

—...Me someto ante ti, puedes hacer lo que quieras conmigo, m-mi amo.

—¿Ves? No fue tan difícil. Mmm, te estás poniendo duro de nuevo... Parece que te gustó que te azotara. ¿Quieres más? —preguntó, cerca del oído del rubio.

Al sentir el cálido aliento de Kenneth, Leopold se estremeció y antes de que alcanzara a responder, sintió dos golpes sobre su pecho, el segundo más fuerte que el anterior. Un tercer azote de igual intensidad causó que la piel cercana a sus pezones se enrojeciera.

—¡Aaah! Ah... Ouch, Kenny, d-detente-

—Que no me llames “Kenny”. Eres mi esclavo, eso me convierte en tu amo. —dijo, azotando al chico por cuarta vez. No se detuvo ahí, y lo hizo otras dos veces más.

—¡¡Aah!! ¡Ah! P-por favor... No más...

En ese momento, McCormick volteó a Stotch, que estaba completamente desnudo sobre la cama. Deslizó la paleta plástica desde su nuca, recorriendo la delicada y tersa piel de su espalda, hasta llegar al sector de sus nalgas.

—¿¿Qué vas a hacer?? ¡N-no me pegues ahí! P-por fav-

—¿Qué eres? —preguntó Kenny, sin vacilar en usar la paleta con fuerza, esta vez sobre el firme y suave trasero de Butters.

—¡¡Aaah!! Ah... Soy tu esclavo... Tu sumiso... —murmuró, con voz temblorosa.

—Muy bien. —dijo, volteando al chico y dejando expuesta su palpitante erección—. Vaya, miren eso... Qué linda vista~

—¡¡Waah!! No me mires tan fijamente, me da mucha vergüenza... —dijo, cubriéndose la cara con sus manos esposadas.

—¿Otra vez con eso? Vas a hacerme enojar, te dije que no tienes nada de que avergonzarte. Mírame. —ordenó Kenneth, apartándole las manos de la cara—. Si te olvidas de esa emoción, te liberarás y disfrutarás más, te lo aseguro. Solo déjame tener el absoluto control de tu cuerpo... Y ríndete al placer. —dijo, jalando con fuerza de la cadena conectada al choker.

—¡¡Gaahh!! ¡Ngg! Gah... Ah... —gimió con dificultad, ya que el movimiento brusco le había generado una sensación de asfixia.

—Sabes lo que tienes que hacer, mi lascivo sumiso~ —dijo, con voz coqueta, mientras jalaba la cadena con determinación y violencia

—¡Gyaah! Gaah... Ngg... N-no...

—Vamos, dilo de una vez. Sabes que lo quieres... ¿O prefieres que te azote de nuevo? —preguntó Kenny, dispuesto a golpear al chico con la paleta plástica.

—¡¡No!! ¡No me castigues, por favor! L-lo diré, diré lo que quieras.

—¡Te escucho, sucio esclavo! —gritó, halando enérgicamente del extremo de la cadena plateada.

—¡Gaagh! Ngg... Hah... Tócame... Tócame, por favor... Amo, quiero que me toques... —suplicó Butters, su miembro le empezaba a doler y honestamente ansiaba correrse, aunque la situación sadomasoquista en la que se encontraba no le gustaba del todo.

—¿En dónde? Tendrás que especificar.

—Amo... ¿En serio? ¿Tengo que decirlo?

—Dime dónde quieres que te toque. ¡Rápido! —exclamó, azotando a Leopold en el vientre.

—¡¡Aah!! Ah... Tócame arriba... Mis pezones...

—¿Y en qué parte más? —preguntó, tirando bruscamente del choker, y provocando que Butters tosiera.

—¡Ngg! ¡Gaah! Ah... M-mi pene. Quiero venirme, amo... Por favor, tócame ya... —suplicó, estaba a punto de ponerse a llorar debido a la humillación y al bochorno que sentía.

—Tu forma de rogar por mi atención es bastante buena. Muy bien, tendrás tu recompensa, esclavo, aunque te advierto que no podré ser gentil, tu rostro en este momento me excita mucho. Ah, si, la palabra de seguridad es “bunny”. Si piensas que estoy yendo demasiado lejos, o si sientes que no puedes soportar más el dolor, solo di esa palabra y me detendré, sea lo que sea que te esté haciendo. ¿Entendido?

—S-sí, amo... —respondió Stotch, temblando.

Butters notó que McCormick lo volteaba y se posicionaba encima de él, con la mano derecha muy cerca de su trasero. Lo palmeó suavemente un par de veces, y luego deslizó los dedos entre sus nalgas, para acariciar con extraña delicadeza el rosado orificio.

—Waah, ¿¡Qué haces!? Ken-digo, amo, pensaba que me tocarías el frente... ¡H-hey, eso da cosquillas!

—Creo que esto se sentirá mejor para ti que una simple masturbación. Quizás hasta logre encontrar tu punto g, o punto p, mejor dicho.

—¿Qué es eso?

—Ya lo averiguarás... Prepárate. —murmuró Kenny, introduciendo un dedo dentro de Butters, y moviéndolo tratando de encontrar ese sector especial que le haría sentir bien.

—Aah... Ah... Se siente extraño... ¿Qué le haces a mi trasero? Ah... N-no sigas... —gimió, todavía muy avergonzado, y experimentando cierta incomodidad.

—Si no continúo haciendo esto, no encontraré tu punto más sensible, y quiero encontrarlo antes de darte la verdadera “cosa”, si sabes a lo que me refiero~

—¿Qué? Ah... ¿A que te refieres? —preguntó Stotch, sintiendo como los dedos de su amigo se movían en su interior, hasta presionar un lugar que le provocó un súbito, pero delicioso espasmo—. ¡Aah! Uwah... ¿Qué fue eso? Aah...

—Bingo. Se siente distinto cuando presiono aquí, ¿Cierto? —preguntó, estimulando aquella protuberancia repetidamente y con más presión.

—¡Aaah! S-sí... Es diferente, amo... Ah... —gimió, sintiendo oleadas de un placer desconocido recorrer todo su cuerpo, desde el lugar en donde Kenny lo estaba tocando.

—¿Te gusta? ¿O te encanta? ¿Mmm? —preguntó el chico de ojos azules, con una sonrisa malévola.

—N-no lo sé... ¡Aah! Aah... Haah...

—Deberías ser más honesto contigo mismo, esclavo. Quería seguir preparándote, pero como andas con rodeos, no me dejas más opción que destrozar ese adorable trasero tuyo.

—¡¿Qué?! ¡No! Por favor, no lo hagas...

—Oh, pequeño... Te voy a coger~ —murmuró McCormick, tomando al chico del mentón, y robándole un ardiente beso de sus rosados labios.

—¡¡Mhhmp!! Mmm...

Rápidamente, Kenneth se sacó su pantalón naranja y lo lanzó lejos, luego se quitó la ropa interior y se dirigió hacia su inocente sumiso, que lo miraba con ojos asustados, temblando de frío.

—No tengas miedo. Te haré sentir muy bien, tanto que no serás capaz de pensar claramente. Sin embargo, no podrás gemir ni correrte hasta que yo te lo permita, ¿Está claro? Puedes asentir. —dijo, poniéndole nuevamente la mordaza roja al chico.

Butters movió la cabeza en señal de afirmación, al tiempo en que Kenny se ubicaba detrás de él, sobre el aterciopelado cubrecama color granate. Se colocó un condón que había sacado previamente de su mochila, y lentamente, introdujo su miembro dentro de Leopold, causando que éste gimiera de dolor y apretara los párpados.

—¡¡¡Mmmh!!! Nngg... ¡Mmhp!

—Tranquilo, se sentirá mejor cuando te acostumbres... Aah... Resiste un poco más, mi precioso sumiso... Aah...

—¡Mmmh! ¡¡Mmhp!! Hmm... Ngg... —gimió Butters, al borde de las lágrimas.

—Aah... Tu interior es alucinante, no puedo parar... Aaah... Sí que eres un esclavo excelente... Serías incluso mejor si te olvidaras de tu maldita vergüenza y pudor... Ah...

—Mmmh... Ngg...

—Aah... ¿Te molesta usar la mordaza?

—Mmhp... —masculló el rubio, asintiendo con la cabeza.

—...Está bien, te la quitaré... Ya está. —dijo Kenny, removiendo la gagball de la boca de Stotch, y provocando que la saliva acumulada en ella humedeciera la cama.

—¡Uwaah! Haah... Hah... P-por favor, detente... Me duele...

Kenneth se quedó en silencio por unos segundos, y como también había detenido las estocadas, Butters pensó que aquella tortura sexual había terminado, pero desafortunadamente, estaba completamente equivocado.

—¿A-amo? ¿Qué-

—A ver, dime, ¿Qué te hace creer que puedes decirme que pare? ¿Te atreves a ordenarme lo que tengo que hacer? —preguntó, enfadado y penetrando al chico de una sola vez, profundamente y sin piedad—. ¡No olvides tu lugar! No eres más que un esclavo para mi, ¿Entendiste? ¿Qué, estás sordo? ¡Respóndeme cuando te hago una pregunta! —exclamó McCormick, bombeando el trasero de Stotch a un ritmo tan intenso, que le hizo llorar.

—¡¡Aaah!! ¡Waah! Aah... D-duele... ¡Gyaah! N-noo...¡Por favor, p-para! ¡Aah! ¡Me duele! —gritó, sintiendo que su trasero se rompería—. Parece otra persona, este no es Kenny... Este no es el Kenny que yo conozco... Tengo miedo... Dios, ¡Estoy tan asustado! —pensó Butters, tratando de aguantar la desagradable sensación que le generaban las estocadas.

—Puedes suplicar todo lo que quieras, pero aquí el amo soy yo. Parece que necesitas ser disciplinado... —dijo, dándole una palmada violenta a una de las nalgas del chico—. Ahora, dime, ¡¿Quién es tu amo?! ¡Habla! ¿¡Quién es tu amo!?

—¡¡Aaah!! Aah... T-t-tú... —musitó el rubio, apretando la tela del cubrecama con sus manos esposadas.

—¡No te escuché! Dilo claramente, ¡¿Quién es tu amo?! —vociferó, azotando tres veces el trasero de Butters.

—¡Aah! ¡Ah! Waah... T-tú lo eres... E-eres mi amo... Ah... —sollozó, humillado y sintiendo que moriría.

—Muy bien... Ahora quiero escucharte gritar. —dijo Kenneth, penetrando y azotando al chico enérgicamente, una y otra vez; había perdido totalmente el control de sus acciones y no podía apartar la mirada del delgado cuerpo que dominaba—. Vamos, deléitame con tu adorable voz... ¡Grita para mí!

—¡¡Aaah!! ¡Aah! ¡Gyaah! ¡Por favor, para! Me estás-Ah... Me haces daño... ¡Aah! —exclamó, tratando de recordar la palabra de seguridad que le habían dicho.

—Oh, nada de eso, aún me... Aah... Me falta mucho para acabar... Ah... Metértela se siente tan bien... Apuesto a que te encanta cuando te doy azotes, tu erección se endurece más cada vez que lo hago. —comentó, aumentando el ritmo del sexo y de las nalgadas.

—¡¡Uwah!! ¡Aah! A-amo... Te-te lo suplico... Ngg... Detén esto, no puedo más... ¡¡Aah!! —gritó, sintiendo una mezcla de dolor y placer que no le gustaba, ya que en ella predominaba el dolor.

—Qué, ¿Ya quieres correrte? No te atrevas a hacerlo hasta que yo te lo permita. —ordenó, apretando el miembro de Butters para evitar que goteara líquido preseminal.

—¡Aaah! N-no hagas eso... Aah... Por favor...

Leopold gemía y lloraba, pero Kenny ignoró sus súplicas y continuó follándolo, acompañando el acto sexual de fuertes nalgadas, hasta que sintió que alcanzaría el orgasmo, fue entonces cuando aumentó la velocidad, mientras seguía con la charla sucia que usaba para someter psicológicamente al chico.

—Aah... Ya estoy al límite... ¡Ah! Me voy a venir... Dentro de ti... Ah... Eres mío... ¡Mío! —gritó McCormick, su personalidad se había transformado y su voz parecía la de un demente en celo.

—¡Aah, ah, ah! ¡Aah! Y-ya basta... Por favor, amo... ¡Aah! ¡Me duele! Hmm... Ah...

—¡¡Eres MÍO, y de nadie más!! Tu cuerpo me pertenece, y puedo hacer lo que se me venga en gana con él, ¡¿Escuchaste?!

—¡Aaah! Ah... S-sí... Ngg... S-soy tuyo... Pero por favor... No más, me voy a... ¡Aah!

—¿Quieres venirte? Ah... Pues hazlo, ¡Córrete! Aah... Tienes mi permiso... ¡Córrete de una vez! —gritó, y acto seguido, soltó el pene de Butters causando que eyaculara instantáneamente, casi al mismo tiempo que el suyo—. Hmm... Ahh... Me vengo... Mmm... ¡¡Aaah!!~

—Ah... ¡Aah! ¡¡¡Uwaaah!!!~ Ah... Hah... Haah... Sniff... —gimió Stotch, tratando de recuperar el aliento, mientras las lágrimas rodaban por sus ruborizadas mejillas.

—Hah... Haah... Hah... Eso fue increíble, tienes mucho potencial de sumiso. ¿Te sentiste tan bien como yo? —preguntó Kenny, pero no obtuvo respuesta—. ¿Butters?

El chico de ojos azules se quedó mirando el tembloroso cuerpo que yacía sobre la húmeda cama, sin fuerzas, sollozaba y la piel de su trasero estaba enrojecida, sus muñecas marcadas, y su cuello, lacerado a causa del choker y la cadena. Fue ahí cuando volvió a ser él mismo, y se dio cuenta de lo que había hecho. Le quitó todos los elementos bdsm a su "sumiso" y se llevó una mano a la boca, cubriéndola, mientras con la otra trataba de tocarle el hombro gentilmente.

—Ay, diablos... ¿Qué he hecho? H-hey, Butters... ¿Estás-

—¡No me toques! ¡No vuelvas a hacerlo jamás! —gritó el rubio, llorando.

—Butters... Lo siento, se me pasó la mano. Cuando hago estas cosas, es como si me transformara en otra persona... ¡Lo siento!

—¡No me importa! Lo que hicimos fue humillante, ¡Y muy doloroso! Te dije que pararas, te rogué que te detuvieras, ¡Pero no lo hiciste! No lo hiciste... Sniff...

—No funciona así, si tanto te desagradaba lo que hacíamos, ¿Por qué no dijiste la palabra de seguridad? —preguntó Kenneth.

—¡Porque no pude recordar la palabra! No podía pensar con claridad... Me sentí tan mal. —confesó, enjugándose los ojos.

—Mierda. Mierda, ¡Mierda! ¡Tendrías que haberme dicho eso!

—¿Y hubiese importado que te lo dijera? No lo creo, de seguro hubieses seguido follándome... —sollozó.

—No, Butters, perdóname, por favor-

—¿Esto es lo que gusta? ¿Te excita verme sufrir?

—Butters... Sí. Pero te juro que cambiaría esta parte de mi sin pensarlo, si pudiese hacerlo. Fui demasiado brusco contigo, lo sien-

—¡No quiero escuchar tus disculpas! Ahora lo entiendo... Eres de este modo y no hay nada que yo pueda hacer para cambiarte. Me hiciste daño. De verdad, me hiciste daño, Kenny. —dijo, levantándose de la cama y vistiéndose apresuradamente.

—Espera, Butters, ¿Qué haces?

—¡Me voy! Lo siento, Kenny, no puedo ser tu sumiso. ¡No quiero volver a pasar por algo así nunca más!

—¡Espera! Es de noche, no es seguro allá afuera. No te vayas, por favor... —dijo, tratando de abrazar al chico, pero éste se alejó al instante, empujándolo.

—Estaré mucho más a salvo en la calle, que pasando otro segundo aquí contigo. —dijo Stotch, caminando hacia la puerta.

—¡Butters! No me dejes solo, ¡Enserio lo lamento, soy un idiota! ¡Lo lamento mucho! Escúchame, ¡Por favor!

—No. No volverás a tocarme. ¿Sabes que es lo más triste de todo esto? Que estoy enamorado de ti. Y lo detesto. ¡Odio que seas la persona que me gusta! Me voy.

—¡Noo! ¡¡Butters!! ¡¡Vuelve!! —exclamó Kenny, colocándose su chaqueta anaranjada y persiguiendo a Butters, pero fue inútil, debido a que él ya se había ido corriendo del love hotel.

Kenny bajó las escaleras como si fuese el fin del mundo (en cierto sentido, lo era para él) y llegó hasta la recepción, el cajero al verlo por la cámara le gritó que si salía no podía volver a entrar, pero Kenneth lo ignoró y salió a la fría y oscura calle. Miró a ambos lados, desesperado. No habían rastros de Leopold.

—Butters... Dios mío, ¿Qué he hecho? Esto era justamente lo que no quería que pasara... ¿Qué se supone que debería hacer ahora? Jamás va a perdonarme, lo he perdido, quizás para siempre y todo por mi maldito SM... Soy un imbécil. —pensó, deprimido.

Unos diez minutos después, el chico de anorak naranja entró nuevamente a Toxic Cherry Love Hotel. Llevaba bolsas llenas de botellas de cerveza en las manos. El cajero no dijo nada cuando lo vio entrar. En realidad, ya conocía a McCormick y no le importaba que rompiera un poquito las reglas. Además, sabía exactamente como se sentía aunque no lo estuviese viendo, porque el adolescente ya había tenido noches malas en aquel hotel.

Kenny pasó el resto de la noche encerrado en la habitación 48, bebiendo cerveza hasta quedar completamente ebrio y perder el conocimiento.

Notas finales:

Gracias por leer, nos vemos pronto!


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