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The True Murderous Intent (Edited) por urumelii

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Aoi abrió los ojos, se había quedado dormido. Sintió hinchados los ojos de su conversación previa con Ayu, superó pensando en cómo había cambiado todo de pronto. Su venganza se había convertido en una misión de rescate y lo rectificó cuando se giró para ver al castaño dormido a su lado. Miró a la ventana para comprobar la hora, estaba seguro que todavía no amanecía. Uruha dormía boca abajo, con respiración tranquila; estaban muy juntos, tanto que el castaño en un solo movimiento podría tirarlo de la cama. Sonrió ante el pensamiento, retirándole un mechón rebelde de cabello que caía sobre sus ojos. Uruha se removió ante el contacto, al parecer tenía el sueño muy ligero y la verdad no le sorprendía en lo absoluto.

 El castaño despertó poco a poco, Aoi se mordió el labio no era su intención despertarlo tampoco quería que volviera a dormir; tenían poco tiempo antes de que tuviera que salir de ahí y quería hablar con él. Uruha abrió mucho los ojos cuando se dio cuenta de lo qué estaba pasando y lo que Aoi había hecho, como si todos los recuerdos le hubieran llegado de golpe; trató de moverse pero su cuerpo tembló violentamente, estaba muy débil para hacer movimientos bruscos. 

 —Cálmate —le dijo Aoi con voz tranquila, no quería tocarlo pues corría el riesgo de causarle más daño. 

Uruha dejó de moverse, suspiró—. No fue un sueño —dijo al confirmar que Aoi se encontraba a su lado—. Lo siento, no quería engañarte diciendo que soy chica, pero mi padre me obligó y las cosas se complicaron, si no quieres volver a hablarme —cerró los ojos como si el mero pensamiento le causara mas dolor que sus heridas. 

—¿Por qué querría dejar de hablarte? —Se rió ante la ocurrencia del otro, suavizó su mirada de inmediato—. No me importa si eres hombre o mujer, creo que eres la criatura mas hermosa de este mundo —dijo aún acariciando su cabello, sintió a Uruha tensarse debajo de su toque—. Tengo que sacarte de aquí —observó la habitación que parecía salida de una película de terror, varias cuerdas y cadenas colgaban del techo, sin mencionar los diferentes instrumentos que había por todas partes. 

Uruha negó, acomodándose mejor, era sumamente incómodo permanecer boca abajo, tampoco tenía mucha movilidad pero hizo lo mejor que pudo. Sintió el dolor punzarle la espalda y su pierna dolía horrores, fuera de eso su cabeza había dejado de darle vueltas, dormir esas pocas horas lo habían ayudado bastante. Si era honesto, tener a Aoi a un lado lo ponía mas nervioso que incluso las heridas, lo que había dicho, no podía discernir si era producto del dolor o el pelinegro hablaba en serio. 

—No podemos huir —dijo Uruha finalmente logrando cubrir su cuerpo con una sábana—, nos perseguiría hasta matarnos —entrecerró los ojos—. Tu única oportunidad es ganar Guren, eso si hablas en serio —soltó una risita incómoda. 

—Lo que me preocupa es lo que podría pasarte mientras llega ese momento —Aoi colocó su mano sobre la mejilla de Uruha quien lo miró sin entender sus intenciones—. Admito que es nuevo para mi, no había sentido nada por nadie desde… —miró a la pared—, creo que sentí atracción desde el primer momento, hablar contigo es mi parte favorita de todo este torneo. Me vuelvo loco de pensar que Yoshiki te ponga una mano encima, sé que es mucho para ti y no espero que sientas lo mismo, pero no puedo ignorarlo cuando hay tantas cosas en juego, cuando mañana podríamos estar muertos. 

—No te preocupes, llevo muchos años aguantando a mi padre, podré soportarlo unos meses más —aseguró haciendo una mueca—. Tengo miedo de no ser lo que esperas, no sólo hablo de ser una chica o no —dijo finalmente—, pero intentaré ser suficiente. 

—Lo eres —aseguró el otro—, no quiero que aguantes más tiempo, un día de estos va a matarte. No quiero volverte a ver con él —dijo con verdadero desprecio. 

Uruha sonrió ante la preocupación de Aoi, no iba a mentir diciendo que las palabras que acababa de pronunciar lo hacían la persona mas feliz, sin embargo, la situación era el perfecto ejemplo del por qué era una locura. No quería depositar sus esperanzas en Aoi, tampoco quería decepcionarlo, solo que de pronto se sentía más roto de lo que el peligro merecía. 

—A veces cuando mi padre me está haciendo todas estas cosas grita el nombre de mi madre —explicó como si fuera lo más normal del mundo—. No mataría a la única persona que le recuerda a ella.

 —Eso es una estupidez —dijo Aoi con amargura, se acomodó mejor ante los movimientos del castaño—. Aun si te parecieras a tu madre, eso no es ninguna justificación. Tu eres tu, mi madre solía decir eso, no dejes que nadie te compare con tus padres por ningún motivo —arrugó la nariz ante el pensamiento y el recuerdo. Su madre se lo había repetido mil veces, siempre había creído que era para que le guardara rencor a su padre, ahora, después de lo que Tora le había dicho, parecía que su madre luchara desesperadamente por no cargarle el peso de los Shiroyama en sus hombros. Cerró los puños, Yoshiki lo había dejado sin padre y había sido lo suficientemente cinico para buscarlo a él y acabar con todos los Shiroyama de una vez. A pesar del esfuerzo que había hecho Hide por terminar esas peleas sin sentido.

 —Ciertamente odiaría que me compararan con mi padre —dijo Uruha entre sueños, se estaba quedando dormido de nuevo—. Siempre he pensado que no me parezco en nada a él, ni a mi madre, recién mi madre murió solía soñar con que mi padre no era Yoshiki, que tal vez era alguien más, alguien que se molestaba en hacer melodías para que yo pudiera dormir en las noches y entonces, durante toda la noche soñaba con esas melodías —rió—. Sueno como un loco, pero era la única forma que encontré para lidiar con todo, pensando que tal vez, había alguien incapaz de hacerme daño —dejó que sus ojos se cerrarán por completo.

 Aoi estuvo a punto de contestarle cuando escuchó un ruido, alguien caminaba por el pasillo—. Uruha —lo llamó para que no se durmiera, su instinto le decía que los pasos se aproximaban a ellos, sin que el castaño estuviera en sus cinco sentidos, lo levantó procurando no lastimarlo—. Perdón, no nos podemos arriesgar —lo sostuvo con trabajos y volvió a atarlo con las cadenas, lo más rápido que pudo, las pisadas se oían cada vez más fuerte. Escuchó como introducían la llave en la cerradura, alcanzó a barrerse por el piso hasta quedar oculto debajo de la cama, justo cuando la puerta se abría.

Yoshiki entró entonces con una sonrisa impresa en el rostro, caminó directo hacia a su hijo con la llave en la mano.  

—No tengo el corazón para dejarte toda la noche —dijo como si le estuviera haciendo un favor—. Creo que con este tiempo ha sido mas que suficiente, siempre y cuando hayas aprendido tu lección, aléjate de Shiroyama —advirtió.

Aoi sintió un dolor en el estomago, odiaba pensar que Uruha estaba en esa situación por su culpa, aunque el castaño le hubiera dicho que no se atrevería a matarlo, podría hacerlo si se enteraba que ambos sentían algo el uno por el otro. ¿Cómo reaccionaría Yoshiki ante eso? Seguramente pensaría que no era mas que una trata para vengarse de él, tenaz que dejarle muy en claro a Uruha que nada tenía que ver. Probablemente hubiera sentido lo mismo por él, fuera hijo de Yoshiki o no. 

Uruha suspiró después de lo que había dicho su padre, entre abrió los ojos—. ¿Por qué mi madre perdió la razón cuando Shiroyama nos atacó? —fue lo único que preguntó.

Aoi sabía que no había hecho la pregunta por casualidad, prestó suma atención a lo que había dicho. Era claro que el castaño tenía piezas de información que él no. 

—Shiroyama amenazó a tu madre, te lo advierto, aléjate de su hijo. No descansará hasta matarte —contestó sosteniéndolo en cuanto soltó las cadenas—. O el castigo será peor, soy tu padre y yo sé porque te digo las cosas —lo recostó sobre la cama.

 Aoi  no alcanzaba a ver nada de lo que pasaba, sólo lograba ver los pies de Yoshiki, tenía los puños apretados, tenía ganas de salir y matarlo pero sabía que no lograría nada y sólo les iría peor.

—Si vieras lo hermoso que te ves así —dijo Yoshiki mientras a Aoi le hervía la sangre de ira. Tuvo que contenerse, sabía que si el mayor se atrevía a tocar a Uruha en ese momento no podría evitar salir a protegerlo sin pensar en las consecuencias—. Ojalá pudieras apreciar lo hermoso que te ves —siguió diciendo, el castaño soltó un gemido de dolor—. Shiroyama me quitó todo lo que yo amaba, solo nos tenemos tu y yo —dijo en voz baja, probablemente Uruha había vuelto a caer dormido o a Yoshiki no le importaba decir mucho aquello—. Si tu madre siguiera viva, no tendrías que cargar con esto, pero es la única manera de demostrar que eres mío, ¿me escuchas? Nadie, ni siquiera un Shiroyama me va a arrebatar lo que tanto trabajo me costó conseguir. Por hoy te has salvado, mañana veremos —se alejó de la cama y permaneció unos instantes en la puerta, Aoi sintió que el corazón se le iba a salir del pecho, por un momento pensó que Yoshiki lo había sentido. Sostuvo la respiración como si aquello pudiera ocultarlo—. Descansa, hijo —dijo después de intensos minutos y salió dejando la puerta sin llave.

El pelinegro esperó por varios minutos en caso de que alguien volviera a entrar a la habitación, cuando no sucedió, salió arrastrándose debajo de la cama. 

—Tu padre es un loco, mira que dejarte así —dijo, sin embargo Uruha estaba completamente dormido, el cansancio y el dolor habían podido con él—. De verdad te ves hermoso —suspiró—. Y no tiene nada que ver con lo que tu padre acaba de decir —corrigió pensando en las razones por las que seguramente Yoshiki había pronunciado aquellas palabras. Para Aoi era diferente, todo en el castaño se le hacía perfecto, trazado a mano, aún con la respiración agitada y su cuerpo lleno de heridas y sangre, para el pelinegro era una visión perfecta. El ángel de una pintura antigua que en una perfecta visión había caído del cielo. Sacudió la cabeza, si Ruki lo escuchara seguro le pegaba un tiro. Se inclinó ligeramente y le plantó un beso en la frente, dispuesto a dejarlo descansar.

Salió de la habitación después de eso.

 

-x-

 Ruki no esperaba ver a Aoi sentando en el comedor a las siete de la mañana, habían pasado dos días desde que habían tenido la plática con Tora y no había dejado de entrenar desde entonces. Habían hablado poco, el pelinegro había encontrado una nueva obsesión en el hijo de Yoshiki. Lo cual para Ruki hubiera sido una locura si no hubiera sido porque Aoi parecía mas motivado que antes, lo cual le daba gusto, sabía el enorme potencial de su amigo y no dudaba que con un objetivo tan certero como sacar a Uruha de ahi, pudiera ser capaz de ganar el torneo. Claro que primero tendría que vencerlo a él. 

Entró al comedor esperando ver solo a Kai, sin embargo para su sorpresa el chico no estaba solo. Platicaba muy alegremente con el chico tatuado llamado Miyavi, se acercó sin muchas ganas de entablar una plática con los dos pero no le quedó de otra, también quería comer y no iba a salvarse de un reclamo si se iba a otra mesa. Saludó a los dos con un gesto de la cabeza y se sentó frente a Kai, azotando la charola en la mesa con mas fuerza de la que hubiera querido.

—Así que ahora Sakito debe pelear contra Reita —dijo Kai con aparente interés, Miyavi asintió. 

La segunda ronda se estaba desenvolviendo con bastante atención de parte de todos. La pelea de Tora con Aoi seguía siendo motivo de varios cuchicheos entre los participantes, sin embargo no era el único. Sakito, el chico del látigo era toda una atracción para muchos en Guren, tal vez era porque el chico era diminuto y sumamente atractivo, pero Ruki sabía que era su forma de pelear la que había llamado tanto la atención. También estaba Shou, quien se decía había acabado con su primer contrincante sin moverse y por supuesto, Miyavi con quien tendría que pelear esa misma tarde. No tenía absolutamente nada de información al respecto, pues al momento de que el chico había peleado su primera batalla, él había estado muy ocupado con Kai. Había escuchado habladurías de otros contrincantes, que él no peleaba, sino usaba magia, incluso algunos se llegaron a quejar que debería ser descalificado del torneo pero al parecer su técnica era completamente legal.

Comió tranquilamente mientras escuchaba a Miyavi y a Kai hablar cual mujeres chismosas acerca del torneo y la gran cantidad de rumores que se habían generado después de la pelea de Aoi con Tora, al parecer los participantes ya habían hecho toda una historia alrededor de Uruha y el pelinegro.

—La familia Shiroyama siempre ha tenido problemas con la familia Hayashi desde muchos años atrás —dijo Miyavi captando la atención de Ruki—. La pelea final del último torneo fue incluso entre Yoshiki y el padre de Aoi, dicen que fue una de las peleas más impresionantes que se han visto en Guren. Muero por ver como serán los resultados esta vez —suspiró con un deje de melancolía.

Kai torció la boca—. Sólo espero que no gane Yoshiki, sea quien sea que llegue al final —comentó con amargura

—Al parecer todo el mundo tiene un problema con ese hombre —Miyavi se estiró levantando los brazos.

Ruki terminó su desayuno tomando el último trago de té, sin dedicarles una mirada a ninguno de los dos.

—Yo no. Sólo quiero demostrar que soy el mejor, si mato a Yoshiki en el proceso entonces será una ganancia, no hay nada de él o sus sirvientes que me interese en lo más mínimo —dijo con voz indiferente.

Miyavi abrió la boca y los ojos—. Ruki es tan genial —abrazándolo de pronto y voz soñadora, acción que causó que el rubio desenfundara la pistola.

—Si me sigues tocando, te dispararé —le puso la pistola en la frente.

Kai se quedó sin habla, esperando la reacción de Miyavi quien no había dejado de sonreír. Cualquiera podría asustarse por tener un arma en la cabeza, Miyavi parecía entretenido. 

—Que malhumorado —soltó el de los tatuajes como si no hubiera pasado nada, como si su vida no hubiera estado en riesgo. Kai estaba seguro que Ruki sería capaz de dispararle al más alto sin pensarlo dos veces.

—Odio el contacto —se excusó como si debiera decir algo. 

Kai sonrió, sabía que eso no era del todo cierto, pero sí odiaba las cursilerías. Desvió su vista para evitar reírse y entonces vio a Reita, quien de inmediato volteó a otro lado y siguió bromeando con uno de los sirvientes de Yoshiki, iba caminando con la bandeja de comida en las manos. Estaba vestido completamente de negro, con los brazos descubiertos, no pudo evitar pensar lo bien formado que estaba el rubio. Sin embargo lo que más le llamó la atención era la sonrisa que adornaba su rostro. No era nada espectacular, era que lo hacía verse: normal; un extraño adjetivo pero era exactamente lo que estaba pensando. Era como si pudiera ver que Reita no era ese ser despreciable que pensaba eran todos lo que trabajaban para Yoshiki.

Se preguntó cuál sería su historia, ¿qué cosas habrían tenido que pasar para que le rindiera completa lealtad a su tiránico jefe? Al final Reita era sólo un chico, probablemente de su edad, incluso en otras circunstancias sería totalmente su tipo. Sabía que al rubio no le agradaba el tipo de vida que llevaba, lo había visto en sus ojos, por mucho que se hubiera negado a aceptarlo. Sabía que no era una persona y entendía que eso era lo peor que podía pensar de él, no quería pensar en él coo buena persona porque borrar los limites podía ser muy fácil. Ahí encerrados en una enorme mansión pensando que el rubio era muy guapo, se obligó a entender que en algún momento se enfrentarían, en algún momento tal vez lo mataría si es que eso le permitía encontrar a su hermano. Prestarle atención a Reita no iba a traerle nada bueno. 

—Kai —la voz de Ruki lo sacó de su ensimismamiento, sus claros ojos azules lo veían con una ceja alzada—, tu mente se fue —chasqueó la lengua levantándose.

El mencionado sonrió negando—. Lo siento —suspiró.

—¿Qué pensabas después de todo? —Fue le turno de Miyavi de preguntar.

Kai alzó los hombros—. Nada importante, te lo aseguro —se volvió hacia Ruki—. ¿Nos vamos? Tienes que prepararte para la pelea —dijo con doble intención. Se levantó para marcharse con el mercenario, su mirada se dirigió a Reita nuevamente. Seguía riéndose, aunque esta vez ya estaba sentado disfrutando su comida, le daba la espalda pero por su posición podía verlo de perfil, sostenía un pedazo de pan mientras hablaba con la persona a su lado.

Un misterioso chico esperando a ser descubierto.

 

-x-

Uruha no había sido capaz de moverse por dos días, para ese momento ya podía levantarse sin sentir mucho dolor. Ponerse el kimono había sido poco menos que un martirio, pero no quería estar mas en cama, quería verlo, quería ver a Aoi Shiroyama casi con desesperación. No habían hablado después de las palabras que habían intercambiado ese día en la habitación roja y Uruha no podía esperar más, tenía que hablar estando en sus cinco sentidos, preguntarle si aquellas cosas que había dicho eran verdad o solo una cruel alucinación a la que se había aferrado para sobrellevar su castigo. 

Caminó tranquilamente por los pasillos, sabiendo que lo encontraría en uno de los salones de entrenamiento, y así fue, se quedó estático en la puerta viéndolo entrenar, no se había percatado de su presencia. Vestía su increíblemente sexy pantalón de entrenamiento y camisa de tirantes. Sostenía la espada con una sola mano, tenía ambos brazos levantados, mientras el sudor resbalaba coquetamente por su pecho y su respiración agitada lograba que todos sus músculos se movieran en sintonía.

El castaño luchó por no mantener la vista en ese punto en especifico y alzó la cabeza aclarando fuertemente su garganta para hacer notar su presencia. Aoi lo miró y de pronto aflojó los músculos parándose de manera normal y bajando la espada. Sonrió al instante en que recorrió a Uruha desde los pies a la cabeza.

—¿Volvemos a ser princesas? —Preguntó sarcásticamente sin borrar la sonrisa de su cara.

Uruha infló la mejillas y apretó fuertemente la falda del kimono—. No te burles, no es como que yo escogiera vestirme así —entró por fin y cerró la puerta detrás de él.

Aoi asintió—. Lo sé, debo admitir que no te queda nada mal. Aunque tengo curiosidad por verte vestido de chico —miró con orgullo la forma en la que Uruha se sonrojaba mientras se apoyaba en la pared con las manos detrás—. Por cierto, ¿qué haces aquí? Si tu padre nos ve...

El otro comenzó a negar rápidamente—. Piensa que estoy con Tora, tampoco me está vigilando todo el tiempo, a Reita no le da la vida —sonrió alzando los hombros—. Además tenía que verte, no tuve oportunidad de agradecerte —se mordió el labio.

—No tienes que agradecer —caminó hacia donde estaban sus cosas y tomó su botella de agua, abriéndola sin cuidado. Al tomar de ella el agua comenzó a resbalar por su barbilla por la forma tan descuidada en que ingería el liquido. Se limpió con el antebrazo y se volvió hacia Uruha, quien lo miraba con la boca abierta—. ¿Qué pasa? —Preguntó alzando una ceja.

—Nada, es sólo que me alegra que sepas que soy chico, y que no tengas ningún problema —tartamudeó. 

Aoi suspiró—. Creo que era obvio, ninguna chica se comporta como tu —guardó la espada en su funda sin borrar la sonrisa.

Uruha hizo el amago de moverse pero permaneció recargado en la pared—. ¿A qué te refieres? —Trató de no sonar enojado, pero no sabía si el comentario venía porque era una lastima que no fuera una chica. 

—No importa, lo que importa es que estás bien. Que puedes estar aquí conmigo —le sonrió. 

—Aoi, podrían matarnos —dijo mirando al piso. 

—¿Eso es lo que te preocupa? —El pelinegro guardó su botella de agua en la maleta, y la tomó. 

Uruha negó—. Solo no quiero tener una esperanza vacía —dijo inquieto. 

—Cada una de las cosas que dije, las dije en serio. La pregunta sería, ¿sientes lo mismo? —se acercó mucho al castaño, casi pegándose contra él. 

Cerró los ojos dejando envolver por la presencia de Aoi—. Sí, obvio sí. Es solo que parece muy bueno para ser cierto y yo —el beso que Aoi le plantó fue suficiente para callarlo. Le respondió de forma torpe pero lo hizo. 

Cuando se separaron el pelinegro lo tomó de la mano, lo jaló hacia la salida. 

—Me agrada que estemos en el mismo barco, vamos —le indicó sin soltarlo—. Es la pelea de Ruki y no pienso perdérmela por nada. 

 Caminaron tomados de la mano, teniendo cuidado de no encontrarse con nadie, lo menos que querían era levantar rumores acerca de ellos, aunque parecía que a Aoi le importaba poco. Uruha no quería subir a su palco, tomó la mano de Aoi con fuerza en cuanto llegaron a la arena, sabía que su padre no se tomaría la molestia de asistir a esa pelea por lo que estarían seguros. 

—Supongo que tienes una gran explicación para esto —la voz de un chico hizo que Uruha temblara ligeramente, pero Aoi lo calmó de inmediato. Se habían sentado en las enormes gradas ocultos entre varias personas del público.  

—¿Es decir que Ruki no te ha dicho? Que raro si es la vieja más chismosa que conozco —se burló Aoi haciendo un gesto al otro para que se sentara. 

—Por supuesto que me dijo —contestó con superioridad—. La verdad no creí que fueran tan, poco cuidadosos —escogió las palabras con suma delicadeza—. Soy Kai por cierto —se presentó ante el castaño sonriendo—, la falta de modales de Aoi es sorprendente —ignoró la expresión del mencionado y siguió mirando a Uruha—. De verdad pareces una chica —dijo en voz baja y verdaderamente impresionado.

Aoi se giró bruscamente viéndolo de forma alarmada. 

—¡Kai!

—No lo dije en voz alta —le restó importancia con un gesto de la mano.

Uruha permaneció callado sin saber muy bien qué decir, los amigos de Aoi parecían muy al tanto de la situación y él no lograba descifrar si era bueno o malo. Pensó que si ese chico era amigo de Aoi seguro era alguien de confiar así que dejo de preocuparse por ese lado y le dedicó una sonrisa tímida.

—Hasta tiene gestos de niña —Kai ladeó la cabeza sonriendo.

El castaño se ofendió bastante, ¿cómo que tenía gestos de niña?—. Claro que no —dijo en voz baja y dedicándole una mirada de muerte.

El pelinegro soltó una carcajada—. Lo sé, es parte de su encanto —permaneció con la mirada al frente.

Kai cruzó los brazos y sonrió aún mas al ver a Uruha con ganas de matar a su compañero—. Aprovecha que no está Ruki, si te escucha decir esas cosas —hizo la mano en forma de pistola y la puso sobre su sien haciendo el sonido de un disparo.

—Ya quisiera —contestó Aoi—. Además ha de ser peor de cursi, ya lo imagino diciendo cosas lindas en tu oído cuando te está cogiendo —se rió. Uruha puso cara de alarma pero no hizo comentario.

—Eso, no es tema de discusión —Kai le enseñó la lengua y se volvió a la arena. 

Sin embargo no se atrevió a decir que no era así. Ruki era todo menos romántico y tampoco era que quisiera que lo fuera, solo no alcanzó a entender por qué de pronto sintió cierta molestia al respecto; recordó lo que Reita le había dicho, si nadie jamás se había comportado romántico con él y la verdad era que no había nadie. Él no sabía lo que era estar enamorado, no le afectaba puesto que nunca lo había necesitado o querido; ahora se sentía verdaderamente molesto de no obtenerlo de Ruki. Tal vez si no fuese porque el rubio era sumamente inflexible en cuestiones de sentimientos, ni siquiera admitía que le tenía cariño y estima a Aoi, quien se suponía era su mejor amigo, mucho menos se portaría como un enamorado con él.

Por supuesto el sexo era increíble, pero era todo, sólo sexo. No entendió porque de pronto quería algo más, sabiendo que de Ruki nunca lo obtendría, ¿por qué el rubio tenía que ser tan cerrado? Hizo una mueca y desvió la mirada cuando el dueño de sus pensamientos entró en la arena vestido con su tradicional traje y la mueca que hacía que nada tuviera importancia. 

Desvió la mirada al público no tenía ganas de seguir pensando en un aspecto romántico de Ruki, en realidad el rubio ni siquiera le despertaba esos gestos. Dudaba que si de pronto Ruki se portara muy cariñoso, le hiciera muy feliz, tal vez lo necesitaba pero no de él. Su mirada se desvió hasta que chocó nuevamente con la de Reita, como si lo hubiese invocado de alguna extraña manera. 

Kai no sonrió, al contrario, se quedó estático en un instante que para él parecieron horas. El rubio de la banda en la nariz se levantó bruscamente y se acercó a los tres, al principio no desvió su mirada de Kai, al estar cerca se dirigió de inmediato a Uruha, haciéndolo sentir ridículo por un momento, era obvio que no se había acercado por él.

—¿Qué haces aquí? —Le espetó al castaño en tono autoritario—. ¿Te volviste loc..loca? —estiró el brazo para tomarlo de la muñeca, Aoi fue más rápido y lo tomó a él primero por el brazo.

—No hay ningún problema, la señorita no corre ningún peligro y su padre no está —era claro que estaba ejerciendo una presión intensa sobre el brazo de Reita, quien lo aguantaba perfectamente.

—Corre peligro siempre que esté cerca de ti, infeliz —siseó, parecía a punto de iniciar una pelea, estaban tratando de hablar en voz baja, si seguían así llamarían mucho la atención.

—¿Por qué no te sientas y la vigilas de cerca? —Fue Kai quien interrumpió el momento incómodo. Los tres lo miraron con asombro y ninguno parecía contento con la solución—. Te prometo que nos comportaremos —sonrió como sólo él sabía hacerlo—. Si no te parece, te invito a que te retires, la pelea está a punto de comenzar y no quiero escándalos —se cruzó de brazos.

Para Reita fue como si el asunto de Uruha se le fuera de la mente, logró zafarse de Aoi y miró  a Kai—. Por supuesto no querrías perderte la pelea de tu amorcito, ah no perdón, tu compañero de cama —se sentó a lado del castaño oscuro.

 —¿Celos o ganas? —Replicó Kai con autosuficiencia.

—¿Qué demonios? —Le preguntó Uruha a Aoi al escuchar el intercambio entre ambos, era inverosímil que Reita hubiera aceptado tan rápido a sentarse a lado de Kai, sin objetar mucho más. 

Aoi negó—. A mi ni me preguntes, si fuera por mi hubiera molido a golpes a tu guardaespaldas —dijo verdaderamente molesto. También lucía sorprendido por la interacción de los otros dos.

—No voy a tratar de cambiar ese pensamiento, gracias por no hacerlo —apuntó el castaño acomodándose con esfuerzo en su asiento.

—Espero que no se confíe —completó el pelinegro. No supo si Uruha iba a decir algo más puesto que en ese momento el presentador de las peleas comenzó su cantaleta de las reglas en voz bastante alta.



Ruki estaba parado frente a Miyavi, no se encontraba nervioso, solo un poco ansioso. El chico de los tatuajes permanecía sentado abrazando una guitarra de color negro, recargando la cabeza ligeramente en el instrumento como si tratara de dormir sobre ella. ¿Qué clase de técnica podría tener un sujeto como él? Seguro era de largo alcance, por la posición en que se encontraba se notaba que no necesitaba moverse mucho en su ataque.

Aoi por su parte, pensaba exactamente lo mismo que Ruki. Estaba cruzado de brazos mirando atentamente a Miyavi, pensando en todo lo que podría hacer el chico y la mejor manera para que su amigo contrarrestara el ataque, la ventaja del rubio era que a pesar de que su técnica era de largo alcance, también podía ser de corto. Por su visión periférica alcanzó a ver a dos personas caminando hacia los asientos detrás de ellos, los reconoció de inmediato. Sakito y Shou habían llegado a ver la pelea.

 —Que gane la mejor familia —dijo el presentador y salió de la arena.

 Ruki sacó su revolver y le apuntó a un inmóvil Miyavi, bajó el arma directamente a la guitarra, sea cual fuere la técnica estaba seguro que tenía que ver con esa guitarra y si no, al menos haría que el más alto se moviera o hiciera algo. Sin embargo Miyavi rasgueó tres cuerdas sin tocar una nota en especifico, ni siquiera acomodó la guitarra; simplemente pasó los dedos sobre las tres cuerdas y eso bastó para que Ruki sintiera una extraña parálisis en el cuerpo.

Permaneció con la mano alzada y los pies separados, sin poderse mover ni un centímetro. Absolutamente nada en el cuerpo le respondía, a excepción de los ojos que aún podía mover sin dificultad, miró fijamente a Miyavi quien por fin había alzado la vista sin borrar la ligera sonrisa que adornaba su rostro. 

—Tienes la voluntad mas grande con la que me haya topado, incluso a Shou le costó trabajo permanecer de pie al primer ataque —comentó acomodando la guitarra correctamente en su regazo.

Aoi se giró bruscamente hacia el mencionado para pedir una explicación a lo que estaba sucediendo. 

—Generalmente cuando toca esas tres notas, la persona que recibe el ataque cae directo de rodillas, sin poder moverse —explicó Shou tranquilamente—. El hecho de que Matsumoto siga de pie significa que no ha de ser una persona fácil de doblegar —le dijo en voz baja.

—¿Es magia? —Preguntó Uruha impresionado de verdad.

—No —volvió a contestar Shou—, la técnica de Miyavi se basa en las ondas sonoras y sus conexiones con el cerebro —en ese momento el mencionado comenzó a tocar una melodía en su guitarra y a entonar una canción que nadie había escuchado jamás—. Cuando toca ciertas notas en la guitarra le imprime fuerza a las ondas sonoras, las cuales chocan contra el cerebro activando puentes neuronales muy específicos. Es decir que con la melodía correcta puede controlar completamente tu cuerpo —explicó con calma—. Sin embargo Matsumoto tiene una fortaleza bastante grande, probablemente es bueno escondiendo sus sentimientos, por lo que es difícil doblegar a su cerebro. Miyavi va a intentar dominarlo al romper su fuerza de voluntad —Sakito sonreía de lado sin pronunciar palabra, a pesar de que era su guardaespaldas no daba ningún signo de decir algo o siquiera estar orgulloso de lo que estaba pasando.

Uruha miró a Miyavi y después a Shou de nuevo—. ¿Y, cómo se supone que logre eso? —preguntó verdaderamente interesado, nunca había visto una técnica semejante.

—Metiéndose a lo más profundo de sus recuerdos, los más tristes y dolorosos —contestó con simpleza, lo cual fue suficiente para que Aoi abriera mucho los ojos.

Ruki era una muralla, nunca hablaba de su pasado, nunca se conmovía y por supuesto, nunca parecía tener recuerdos de ninguna forma. No contaba alguna anécdota que le hubiera pasado antes de que él y Aoi se conocieran. Nunca parecía nostálgico o melancólico, era un témpano de hielo de los pies a la cabeza. No era que no creyera capaz a Miyavi de lograr volverlo vulnerable pero ciertamente lo veía casi imposible y en caso de que fuera así, tal vez la voluntad de Ruki ganara antes que la siniestra canción que el chico de los tatuajes entonaba surtiera efecto.

Al principio el rubio vio fijamente a Miyavi, a pesar de no poder moverse escuchaba perfectamente la melodía de la guitarra y la letra de la canción. Era como una canción de cuna, le producía sueño extremo, e incluso sus párpados se cerraban. ¿Era así cómo perdería? ¿Por quedarse dormido en plena pelea? NO, se dijo así mismo y se obligó a abrir los ojos. Se dio cuenta que su oponente lo miraba sin dejar de cantar, era su fuerza de voluntad, no podía caer ante semejante truco. Sus ojos volvieron a cerrarse, se obligó una vez mas a abrirlos. Vio a Miyavi sonreír antes de volver a cerrarlos.

Recuperó la movilidad absoluta y sintió un extraño jalón al casi caer por la posición en la que se encontraba. Le tomó varios segundos darse cuenta que no se encontraba en la arena, seguro era una ilusión provocada por Miyavi. Estaba en un restaurante de Tokio, era de mañana, afuera estaba lloviendo, no alcanzaba a comprender qué es lo que estaba pasando y por supuesto, donde estaba.

Al menos hasta que vio a un chico rubio acercarse a una de las mesas, su cabello tenía algunas mechas negras y las perforaciones en sus labios lo hacían inconfundible. 

—Jin —llamó casi en un susurro, el otro pareció no haberlo escuchado, seguía atendiendo la mesa con la charola en la mano, portando la sonrisa con la que a veces soñaba.

Jin levantó la mirada sonriendo—. ¡Taka! —Lo llamó, sin embargo no lo estaba viendo a él, sino a alguien detrás de la barra. 

Se giró para verse a si mismo salir del cuarto de atrás, tenía esa misma mirada de fastidio que lo caracterizaba y al mismo tiempo sonreía, nunca hubiera pensado que podía sonreír de esa forma, lucía incluso contento. 

—¿Que quieres? Tus gritos se escuchan tres cuadras mas arriba —se escuchó decir.

Jin lo miró feo—. No me pareces gracioso, ya está el desayuno —avisó moviendo la cabeza.

Ruki observó toda la escena, sabía de memoria lo que pasaba, lo recordaba a la perfección, lo que no entendía era cómo estaba ocurriendo aquello. Sin embargo, no estaba pensando en la pelea de Guren, en Miyavi o en otra cosa, miraba a Jin materializado frente a sus ojos. Lo veía reír junto con él, como sus manos se rozaban como mínimo contacto, se miraba a si mismo y lo feliz que lucía a su lado. Era increíble como había pasado el tiempo, después de todo, el recuerdo de Jin dentro de su cabeza era casi borroso, viéndolo ahí tan nítido no podía evitar pensar en cosas que hacía mucho tiempo, juraba enterradas.

Sin pronto aviso, la habitación comenzó a dar vueltas, fue cuando recordó lo que estaba pasando, que debía estar en la pelea y no pensando en Jin, pensó que volvería a ver la arena, pero se encontró en una habitación. Las paredes y el piso eran de madera, sólo había una pequeña ventana en lo alto desde donde se notaba que era de noche. Justo frente a él estaba una enorme cama de cobijas azules y sabanas blancas revueltas. Él y Jin estaban acostados ahí, desnudos, el más chico estaba recargado en su pecho y sonreían.

—Es en serio —dijo Jin finalmente—. Imagínate como podríamos vivir si estuvieran muertos, sería perfecto. No tendríamos que ocultarnos Taka, ellos jamás entenderían lo nuestro. Lo ven como algo malo, un pecado y yo, yo quiero estar contigo siempre —abrazó su estomago acomodándose en su hombro.

—Tal vez Jin, pero sería incapaz de matarlos. Tus padres me han dado un hogar, se han portado como nadie —argumentó no muy seguro.

—Ellos jamás dejarían que estuviéramos juntos, mátalos. Mátalos y seré tuyo por siempre sin problemas. 

Ruki sintió como la respiración se le dificultaba, recordaba eso, recordaba lo que había pasado después. Todo aquello de lo que siempre huía regresaba a él sin poder controlarlo, un increíble dolor se instaló en su estomago. Aquel sentimiento de perdida, de arrepentimiento regresó. Todas las noches que había pasado en vela tratando de olvidarlo, ahí estaba como si fuera una horrible película. 

—No lo hagas —le gritó a su otro yo, nadie lo escuchó. Los dos permanecieron platicando sin saber que los observaban.  

La habitación volvió a dar vueltas y esta vez no tuvo que pensar o reconocer donde estaba, lo sabía perfectamente.

—No, por favor. No de nuevo —trató de salir de ahí, se encaminó hacia la puerta, esta sólo lo condujo de nuevo a la misma habitación—. Por favor, ¡no quiero recordar eso! —Gritó violentamente buscando su arma.

Aoi se levantó bruscamente de su asiento al ver como Ruki permanecía ahí tirado mientras Miyavi seguía cantando,  las lagrimas resbalaban de los ojos del rubio tan violentamente que se preguntó si realmente estaba sucediendo, se giró hacia Kai quien veía fijamente la arena. ¿Qué podría estar recordando?


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