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Omega por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Hola nuevamente. 

[Aclaración: los alfas de mi historia viven muchos años, en promedio 230 años. Los omegas vivien menos que si no estan marcados, pero aún vivien mucho tiempo, en promedio 170 años y los betas viven hasta solo 80 años.]

ACTUALMENTE

 

Sam percibió una presencia cercana justo antes de sentir el toque de una mano fría sobre su cuello. Abrió los ojos, exaltado, y se topó con la penumbra de su habitación. Parpadeó un par de veces mientras aquella mano se alejaba, cortando el contacto.

 

-Tu temperatura ha vuelto a subir.- Susurró una voz baja algo adusta. Entonces, Sam cerró los ojos y respiró hondo, relajándose. Su madre, claro, pensó.

 

Escuchó el suave sonido de su lámpara de buró encenderse y volvió a abrir los ojos. Su cuerpo se sintió pesado y cerró en un puño su mano derecha, sintiendo el peso de su brazo izquierdo sobre su abdomen, en la misma posición que tomó al recostarse sobre la cama. Fue entonces que se percató de que su brazo derecho, que descansa a su costado, está incautado; unas tibias, delgadas y pequeñas manos, compradas con las suyas, rodeaban su brazo derecho con un toque descuidado, pero posesivo. Sorprendentemente, la piel de aquellas manos es tan tersa que no había advertido primeramente el contacto, sin embargo, su cuerpo si lo hizo. Giró su cabeza sobre la almohada y contempló el plácido rostro de su hermano a sólo unos palmos del suyo, brillante y pacífico; sus gruesas y largas pestañas negras le confiere un aire tan pasible que Sam no deseaba perturbarlo.

 

Su sueño fue profundo, pero sus instintos siempre estuvieron despiertos. Su cuerpo respondió a la cercanía de su hermano omega mientras dormía y comenzó a producir calor por sí mismo entretanto viciaba su aroma. Sam tuvo que admitir que le desconcertó la forma en que su biología se comportaba en su cercanía, ya que no sólo deseaba protegerlo sino que también buscaba la comodidad de Dean.

 

Tragó saliva y contempló los lisos y relucientes párpados cerrados de su hermano. Instintivamente olfateó con la nariz, captando su aroma con mayor profundidad y al mismo tiempo despertando a su nariz con algo de ansias. Pudo saborear el chocolate amargo y el suave matiz de lilas que deleitaron su paladar. Después suspiró sin hacer el más mínimo leve ruido.

 

-El consejo está aquí.- Dijo su madre con seriedad pero su rostro permaneció calmo, para nada severo, contemplando a Dean con ojos de cariño e inclinándose un poco sobre la cama. Sam volvió su mirada hacia ella y sus cabellos se dispersaron sobre la cálida almohada a causa del movimiento. Parpadeó, aún un poco confundido, mas al instante recordó al consejo y el porqué su madre lo despertaba tan cerca del amanecer. Y así, también reparó en que está noche no sería la única noche que tuviera que compartir su cama y, de cierta forma, lo incomodó. Y es que Sam gozaba de su total privacidad; ni siquiera se molestaba en echar el cerrojo a su puerta.

 

-La audiencia comenzará en una hora.- Dijo ella, posando sus ojos en él. Sam entrecerró un poco los ojos debido a la luz de la lámpara, la misma luz que cae en el rostro de su madre, quien tiene la cabellera suelta y cuyos rizos rubios empapan sus limpias mejillas y tersas. Casi al instante, sus ojos repararon en lo que fue la profunda pero fina herida en el pómulo de Mary, que apenas se apreciaba por los rizos, y se dio cuenta de que, en realidad, se había sellado y no quedaba nada más que una finísima línea rosada como testimonio de su pelea con Azazel.

 

-Debió despertar mientras atendía un asunto. Engalánate en silencio, esperemos que Dean duerma unas horas más.....- Mary dejó de hablar ya que Sam había movido el brazo derecho, el mismo brazo que al que Dean se aferraba mientras dormía. Dean movió ligeramente la cabeza, pero finalmente Sam logró hacerse de su extremidad sin alterarlo del todo. Los dedos de Dean se cerraron sobre las cálidas sábanas y volvió a quedarse quieto. Por su parte, Sam alzó el brazo hacia el rostro de Mary, quien permaneció quieta, y con los dedos hizo a un lado su cabello, dejando expuesto parte de sus rasgos. Mary parpadeó, mirándolo. Luego Sam acercó sus dedos a la mejilla derecha pero no llegó a tocar su piel.

 

-El corte...-Dijo en un murmullo.- Ya no está.

 

Mary parpadeó un par de veces, claramente confundida, y tocó con cuidado y con sus propios dedos el pómulo derecho. Abrió los ojos, sorprendida ante el liso tacto de su piel.

 

-Tienes razón.- Expresó, cohibida.- Se ha cerrado...por completo.- Tanteó la fina marca un momento antes de tomar una postura recta, alejándose de él y cerrando el puño de su mano derecha sobre su rostro, rozando su piel con los nudillos. Luego tragó un poco de saliva y le dijo con seriedad, mientras Sam colocaba su brazo nuevamente a su costado:

 

-Tienes que brindar tu declaración al consejo.- Luego ella posó una mano fría sobre su frente, bajando el puño de su rostro. Sam no esperó aquel contacto, pero dejó que pasara.- Tú cuerpo se adecuó a las necesidades de Dean.- Susurró, nada sorprendida.- Recupérate.- Acto seguido, Mary se volvió hacia la puerta entreabierta de la recámara sin hacer ruido. Sam la vio salir, recostado, y vio ondear su camisón blanco por arriba de sus tobillos desnudos.

 

 

 

.........

 

 

 

-¿Por qué atacó usted, joven Samuel Winchester, al alfa Azazel?.- Sam escuchó la pregunta con claridad, pero tardó unos segundos en responder. Sam pasó su mirada entre el grupo de hombres mayores que tenía en frente con rapidez.- ¿Cuál fue su propósito?.- Preguntó el viejo alfa con voz rasposa. Sam posó su mirada en él , parpadeó y abrió sus labios.

 

-Hacerle daño.- Respondió secamente, sin intención de ser irónico. Volvió a mirar hacia su izquierda, donde está su padre de pie, mirándolo sin ninguna expresión en su rostro y con un semblante imperturbable, y con los brazos cruzados. La sala de audiencias es una sala semicircular de paredes de madera oscura; se encuentra en la planta baja, en la parte trasera de la mansión Winchester, justo por arriba de la prisión de la mansión. Un hombre alto de cabellera oscura y ojos marrones sonrió. Sam ignoró la explícita burla y pasó su mirada por los rostros hasta que se topó con el tranquilo semblante de Castiel.

 

-Pero esa no fue la voluntad de su padre.- Afirmó el alfa con voz sosegada, interpelando.

 

-No.- Parpadeó, volviendo su mirada hacia su interrogante.- No lo era.- Admitió, avergonzado. Movió los dedos de su mano derecha, que reposa sobre el brazo de la silla en que está sentado, justo en el centro de la sala de audiencias.

 

-Es un joven alfa.- Susurró una voz masculina desde la tarima, algún otro miembro del consejo, sin intención se dirigirse a él.

 

-¿Hace cuándo fue que presentaste como alfa?.- Preguntó su interrogante en consecuencia, levantando la mirada de un cúmulo de papeles sobre la superficie del gabinete.

 

-Hace casi ocho años.- Dijo, con seguridad. El anciano asintió desdeñosamente. Sam lo miró con detenimiento y observó las arrugas de sus mejillas y el par de verrugas que adoraban su peluda barbilla blanca. Es la primera vez que tiene que brindar su declaración frente al principal consejo del país. La luz de la sala es bastante intensa y al principio llegó a molestarle en los ojos. No le sorprendía que todos los miembros del consejo fueran tan viejos.

 

-Específicamente, ¿Cuál era tu misión en la operación que se llevó a cabo en ese bar al sur de la ciudad, joven Winchester?.- Lo cuestionó.

 

-Asegurarme de que nadie escapara por el acceso del callejón. Tenía que evitar que intentaran salir a la fuerza y no involucrarme en la pelea.- Respondió concisamente.

 

-Pero lo hiciste.- Dijo el hombre enseguida. Su voz tuvo un matiz de decepción y Sam supuso que había avergonzado a su padre.- ¿Cómo supieron que Azazel estaba en ese bar?.- Preguntó. La voz del viejo alfa volvió a ser inexpresiva.

 

-Gabriel lo descubrió.- Dijo él. Hubo silencio por varios segundos. Gabriel Novak observó al rededor, dándose cuenta de la conversación iba por mal camino, sin embargo, el interrogatorio se desvió misteriosamente. La mirada de Gabriel se posó en el rostro de Balthazar, cuyos ojos se movían con algo de desosiego por los integrantes del consejo.

 

-Ahora háblame de la ejecución de Azazel, ¿Tú la presenciaste?.- Continuó el interrogante.

 

-No.- Respondió Sam. Todos los alfas del consejo lo miraron al mismo tiempo y él se obligó a seguir hablando.- Azazel estaba sólo, observando a sus alfas defenderse y protegiéndolo al mismo tiempo. Creí que sería vulnerable y descuide mi posición.- Dijo, cuidando sus palabras.- Creí que si lo atacaba mientras estaba distraído tendría alguna oportunidad. Y así fue, al principio.- Sam rememoró el ataque y su mente viajó horas atrás. Suspiró.

 

 

 

En cuanto la primer unidad de alfas ingresó en el local, desde las escaleras de incendios que conducían al departamento del primer piso, los miembros de la manada de Azazel comenzaron a atacar, sorprendidos. El plan estaba funcionando a la perfección. La segunda unidad ingresó por la entrada principal un minuto después y finalmente, Sam fue el primero en cruzar por la entrada oeste, seguido de Mary Winchester y Castiel Novak. Cuando ingresaron, ya habían cuerpos en el piso, la sangre manchaba el suelo de madera y se filtraba entre las rendijas de los tablones. Sam observó al rededor: muchas de las mesas estaban volcadas y algunas silla rotas se distribuían irregularmente por el lugar. El lugar había estallado en estrépito.

 

Los primero cuerpos que Sam distinguió en el piso no pertenecían a las unidades de su padre, quienes llevaban puesto un traje oscuro protector. Sam introdujo la mano en la funda de su costado derecho y extrajo su larga cuchilla de ataque y al tiempo que lo hacía, fue derribado al suelo con fuerza. Castiel se había adelantado pero su madre permaneció rezagada.

 

Sam cayó boca arriba con un sordo y fuerte sonido, las tablas del piso temblaron bajo su peso y sintió las vibraciones en su espalda. El alfa que lo había atacado exhibió sus blancos y peligrosos colmillos antes de lanzarse sobre su cuello, pero Sam clavó su cuchilla justo en la carótida y terminó cargando el pesado cuerpo del hombre sobre el suyo mientras sus dedos de manchaban de sangre y sobre su camisa se desperdigaba el caliente y denso líquido rojo. Escuchó el borboteo de la sangre en sus labios tensos antes de que los ojos del alfa se apagaran.

 

Sam se deshizo del peso rápidamente y se puso en pie. Sus ojos bagaron por el bar y distinguieron a Azazel del resto inmediatamente, incluso el fuerte estrépito no lo distrajo. Su corazón dio un vuelco y los vellos de sus brazos se erizaron súbitamente. Supo que era Azazel por la posición en la que se encontraba, detrás de la barra, protegido por la gruesa y resistente estructura, sin atacar y sin ser atacado. El alfa movía sus ojos a su alrededor, observando, tal como un lobo al asecho. Azazel es rubio y sus ojos brillan con un color ámbar extraordinario. En su dedo medio de la mano derecha, que mantiene firmemente sobre la superficie de la barra lustrosa, Sam distinguió un pesado anillo color ámbar con matices dorados. Sus dedos parecen presionar sobre la madera y sus facciones son duras, temibles.

 

Por el rabillo del ojo Sam vio a su madre en las cercanías, batiéndose en duelo con dos fuerte hombres y con una sola espada en mano. A Sam le tomó un segundo tomar la decisión; sintió miedo y sus pies se clavaron sobre el piso bajo sus botas. No obstante, el sutil pero intenso aroma a chocolate amargo, que su hermano dejó impregnado sólo con un suave roce en su cuello fue suficiente para él. El hecho de que se sintiera culpable por no darse cuenta de que su hermano necesitaba de él, incluso cuando visitó el bar unas semanas atrás, le dio el impulso que necesitó en ese momento; ni siquiera se molestó en buscarlo, ni en llamar. Dejo que Dean diera el primer paso por ocho largos años y fue egoísta de su parte.

 

Corrió directamente hacia Azazel, esquivando tanto cuerpos que yacían descuidadamente por el piso o sobre las mesas, como los objetos. Por un momento, antes de llegar a él, el sonido de la batalla a su alrededor lo acometió...los gritos, los rugidos, el borboteo de la sangre, los últimos gemidos y suspiros de los alfas que caían. Sus botas rompieron los restos de los vasos de cristal destruidos y desparramados por el piso, las mesas rodaban y las sillas se rompían....todo ello y más, invadió su concentración. Y luego escuchó el sonido de la sangre en sus oídos. La presión de su propia sangre fue lo único que escuchó cuando se abalanzó sobre el fuerte y viejo , pero vigorizante alfa Azazel.

 

Lo tomó desprevenido y eso lo enorgulleció a sí mismo.

 

Ambos cayeron sobre el piso, fuera de la barra. El cuerpo de Azazel arrasó consigo cristalería y al tocar la superficie, los vidrios estallaron. Ninguno tocó a Sam, quien buscó caer de la mejor manera con ayuda de sus manos. Sin embargo, Azazel lo tomó de la nuca con una gruesa y gran mano y apretó. Debió lastimarse al caer porque sus brazos sangraban.

 

Sam se giró sobre sí mismo, buscando la mejor posición. No le sirvió de mucho ya que en menos de un segundo, Sam tenía sobre él el cuerpo de Azazel, presionando su cadera y su abdomen sobre el piso, y clavándolo con fuerza. Entonces, Azazel separó la mano de su nuca y con la otra, lo sujeto del cuello. Luego acercó su rostro al suyo....su nariz se movió, olfateándolo, y al mismo tiempo, Sam lo olfateó a él. El tabaco fue lo primero que distinguió, luego, el romero combinado con una faceta de naranjo.

 

Sam tomó su grueso brazo y giró la cabeza hacia un costado, intentado evadir el agresivo aroma. Sus ojos se toparon con el cuerpo de un hombre de color que yacía a su lado; su garganta estaba desgarrada y su sangre empapaba abundantemente la madera. Los grandes ojos del sujeto muerto estaban a la altura de los suyos y le miraba, vacíos.

 

Sam se agitó al mismo tiempo que Azazel apretaba con mayor fuerza su cuello, enterrando sus dedos en su piel. Se vio obligado a devolverle la mirada mientras forzaba a su pecho a alzarse para respirar.

 

-¿Por qué tienes el olor de mi omega en ti?.- Exigió saber Azazel. Sus ojos brillaron con locura y sus labios se tensaron, desparramando saliva por doquier. Alzó el otro brazo, amenazándolo con sus garras. Sam respiró con fuerza, agitándose.

 

-Él no es tu omega.- Respondió Sam con coraje, apretando su mandíbula y tirando del brazo de Azazel, que apenas se movió. En ese momento, Azazel enterró sus uñas en el pecho de Sam y desgarró su camisa al tiempo que abría su piel, enterrando cada vez más profundo hasta su abdomen. Sam aguantó el grito que luchaba por salir de su boca y apretó sus dientes con fuerza. Su garganta se llenó de saliva e hizo nuevamente esfuerzo para tirar del brazo de Azazel que lo mantenía quieto.

 

Azazel volvió a desgarrarlo, esta vez con más ira.

 

 

 

-¿Cómo lograste liberarte de él?. Azazel era un alfa mucho más fuerte que tú, un alfa de ciento setenta años.- Interrumpió sus pensamientos el interrogador. Sam aclaró su mirada y respondió.

 

-No lo hice.- Dijo. El consejo lo miró con detenimiento y él bajó la mirada hacia su brazo izquierdo, reposado sobre su abdomen.- Castiel lo alejó de mí. Él se lanzó sobre él.  

 

Continuó un silencio. De pronto, más de una mirada se posó sobre la persona de Castiel, quien permanece a un costado de Gabriel y quién fingió que no tenía la atención encima.

 

-Me desmayé después de eso.- Sostuvo, volviendo la atención de todos a él.- Cuando desperté, Azazel ya estaba muerto.- Aseguró, mirando a los ojos a todos los alfas del consejo quienes comenzaron a susurrar entre ellos. Mientras tanto, Sam apartó la mirada y se concentró nuevamente en el pasado.

 

 

 

Se quedó en el suelo, respirando con irregularidad. Su cuerpo estaba herido y sus heridas sangraban profusamente. Sam esperaba que aquello terminara pronto. Intentó ponerse en pie, pero desistió casi enseguida. Su pecho se alzaba con furia y con fuerza sobre su barbilla y él se concentró en eso y no en el estrépito que producía la pelea de Azazel y Castiel cerca de su cuerpo. Tenía que disminuir su ritmo cardíaco, de esa manera se desangraría más lentamente y le daría tiempo a sus padres de ayudarlo. Cerró los ojos un momento y se quedó dormido.

 

-¿Sam?.- Habló alguien muy cerca de su rostro en un susurró suave. Al principio no reconoció la voz.- Sam, despierta.- Le dijo en un tono ligero pero autoritario.

 

Sam abrió los ojos y se topó con el techo del bar. Trató de enfocar el bello rostro de su madre por encima el suyo, el cual tenía un profundo corte en le pómulo que sangraba con unas pequeñas gotas que caían por la herida, a solo unos palmos. Los caireles de su rubio cabello rozaron las mejillas de Sam y acariciaron su piel, devolviéndole al presente. No supo cuanto tiempo estuvo inconsciente, pero creyó que fue poco.

 

-Azazel...-Dijo en seguida, intentando ponerse en pie.

 

-Está muerto.- Le cortó ella, colocando una mano suavemente sobre su hombro. Sam se relajó. El bar estaba casi en silencio salvo por los pasos a su alrededor y la voz de su madre. Sam posó su mano derecha en su abdomen y sintió su propia sangre.

 

-Estoy sangrando.- Le comunicó, como si ella no lo supiera.

 

-Es verdad, pero no es mucha sangre.- Ella sonrió con cariño, tratando de calmarlo. La imagen de su padre se interpuso de la de ella. John estaba detrás de Mary, de pie, observando.- Rasgó tus músculos abdominales, pero no tocó ningún órgano. ¿Puedes ponerte en pie?.- Sam lo pensó un minuto antes de asentir, con la mirada concienzuda de su madre sobre él.. El dolor le hacía arder; su cuerpo estaba entrando en calor.- Es tu brazo el que tardará tiempo en sanar. No te preocupes, tendrás a los mejores sanadores.- Le consoló. Mary se puso en pie y entonces Sam se percató de la sangre que manchaba sus pantalones y que aún escurría por la prenda, goteando hasta el piso. Se preguntó que habría ocurrido, pero en vez de ello, miró al rededor mientras se ponía en pie.

 

-Revisaré el departamento de arriba. Vuelve con Dean, Sam. Y asegúrate de que Dean no te vea tan debilitado.- Le ordenó su padre, molestó con él. Por supuesto, los omegas son sensibles al sufrimiento, él había dicho. Esa fue la razón por la que le dijo que se mantuviera apartado de la pelea, pero cometió el error de no ordenárselo, al menos no como su alfa.

 

 

 

-Eso es todo, Samuel Winchester. Hablaremos ahora con la señora Winchester.- Sam desvió su mirada hacia su padre, quien apenas se alteró por la situación. Sam creía que le harían un millón de preguntas, no esperó que su audiencia terminara tan pronto. Mary Winchester, quien estaba de pie junto a su marido observó al consejo antes de dar un paso al frente. Sam se puso en pie, aún un poco desconcertado. Caminó hacia su padre, quien se dirigió hacia él discretamente cuanto estuvo lo suficientemente cerca y le dijo:

 

-Vuelve con Dean.- Su voz fue apenas un susurro grave, pero Sam lo escuchó perfectamente.- Podría despertar en cualquier momento.- Sam lo comprendió enseguida.

 

Su madre tomó asiento donde antes había estado él y comenzó su interrogatorio.


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