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Azul Rosario por Annie Escamilla

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Notas del capitulo:

Smells Like Teen Spirit, Nirvana: https://www.youtube.com/watch?v=hTWKbfoikeg

And I will learn to love you right

I lived only for this moment

For this moment of our love with you

With you

 

Los músicos se detuvieron casi al mismo tiempo. Jonne frunció los labios y apagó el micrófono; la señal inequívoca del llamado a descanso.

—¿Qué pasa, Pelusa? —preguntó Larry, dejando la guitarra a un costado—. ¿Aún no te convence?

Jonne se encogió de hombros y se sentó sobre las cajas de Kris. Por algún motivo tenía más de una docena de enormes cajas llenas de revistas apiladas en su cochera, dejando apenas espacio para la batería y los amplificadores.

—Como que deberíamos acelerarla un poco, ¿no? Al menos en los coros... ¿Qué opinas, Jay?

—Estoy contigo, más bien parece una balada. No es que sea algo malo, pero... mmm... eso.

Los chicos se echaron a reír. Kristian regresó de la cocina con un paquete de cervezas y se acomodaron en torno a las cajas con las piernas cruzadas.

—Deberíamos hablar con Tommi para que nos consiga una tocata en el bar —comentó Larry, encendiendo un cigarrillo—. Creo que ya sonamos lo suficientemente sólido como para tocar en vivo.

—Pero cobran —objetó Jonne, dejando a un lado su cerveza sin abrir—. Y no tienen backline, tendríamos que llevarlo todo nosotros.

Los chicos estallaron en maldiciones. Antti sacó su casette de Nirvana y dejó correr la cinta por sobre el volumen de sus voces.

—Este bajo es increíble.

Todos estuvieron de acuerdo. Jonne cantó los coros en voz baja y su voz se mezcló con la de Kurt mientras Jay seguía las percusiones con sus baquetas.

Cuando acabó el último tema, los chicos ya iban por su tercera cerveza. Jonne había optado por beber agua bajo la excusa de cuidar su garganta, aunque en realidad le avergonzaba admitirle a sus amigos que tomaba pastillas. Larry se había acomodado a sus espaldas y se afanaba en hacerle una trenza con sus manos torpes.

— ¡Ay! ¡Me jalas el cabello!

—Ups, lo siento.

—¿Saben? La próxima semana habrá una tocata en la universidad —anunció Kris, pensativo—. Deberíamos ver qué tal. Sé que hay de todo para tocar, y si el público es bueno, podría funcionar.

—¿En tu universidad? ¿Crees que nos dejen pasar? —preguntó Jonne preocupado. Él era el menor del grupo y ni siquiera había cumplido los diesciséis. Al menos en el bar donde Tommi trabajaba les conocían lo suficiente para hacer una excepción y dejarles tocar.

—Claro, mientras luzcan como universitarios.

—Es un buen plan —se entusiasmó Antti—. ¿Quién toca?

—¿Han oído hablar de HIM?

—¡Tiene que ser una broma!

—Wow, ¡no puedo creerlo!

—Esos son los vampiros, ¿cierto? ¿Los de Helsinki?

Jonne repasó los rostros entusiastas de sus amigos con una sonrisa desorientada, convirtiéndose de inmediato en el centro de las bromas. Jay incluso le lanzó una bola de papel.

—¡Ay, Pelusa! ¿Acaso no escuchas la radio? —exclamó Larry, conteniendo la emoción—. En realidad se llamaban His Infernal Majesty, sacaron su primer disco el año pasado. A mí me encanta. Si quieres te lo puedo prestar, me lo regaló mamá por mi cumpleaños.

Jonne aceptó contagiándose del entusiasmo de sus amigos. Comenzaron a soñar despiertos con la posibilidad de tocar en vivo y darse al fin a conocer. Después de casi dos años tocando en la cochera de Kristian, sentían que no había más tiempo que perder.

Hacia las siete de la tarde empezó a oscurecer y Kris los acompañó hasta el autobús.

—¡Hasta mañana!

Jonne y Larry fueron los últimos en bajar. El camino hasta la casa de su amigo era particularmente solitario a esas horas, bordeado por antiguos edificios de estilo soviético. Cada vez que Jonne le visitaba sentía que viajaba en el tiempo.

—¿Quieres quedarte a cenar? A mamá le agradará verte —indicó Larry, tomándole la mano—. Y podemos oír la cinta en mi cuarto.

—No lo sé, aún no he comenzado el ensayo de literatura. No me he sentido muy bien últimamente... —observó sus dedos entrelazados y sonrió tímidamente. La mano de Larry era cálida.

—¿Quieres hablar de eso?

Jonne se encogió de hombros. Larry se detuvo y le rodeó con un fuerte abrazo que el menor también correspondió. La cercanía de su amigo resultaba un bálsamo que calmaba su ansiedad.

—Estoy aquí para tí. Sabes que te quiero mucho.

—Y yo a ti.

—¿Jonne?

—¿Mmm?

Larry retrocedió avergonzado y negó con la cabeza. Jonne también desvió la mirada con las mejillas encendidas y ambos rieron nerviosos.

Jonne se había dado cuenta hacía algunos meses atrás. Se habían conocido en preparatoria y eran mejores amigos desde entonces, pero desde el último verano Larry había comenzado a actuar de manera extraña y se ponía nervioso cada vez que estaban solos. No podía evitar sentirse incómodo. Lo cierto es que hasta el momento no se había sentido muy interesado en el tema y aunque él había gustado a un par de chicas, a Jonne no le gustaba nadie.

Tal vez era culpa de los antidepresivos.

Larry no volvió a tomar su mano el resto del camino.

El apartamento en el que vivía con su familia estaba en el segundo piso y la ventana del cuarto de Larry daba hacia el extenso bosque desde donde soplaba la brisa veraniega. Jonne sonrió al recordar las múltiples ocasiones en que había amanecido en aquel cuarto luego de una noche de videojuegos.

—¿Pelusa?

Se distrajo mirando por la ventana. Cogió la pequeña caja y alzó las cejas con decepción.

—¡Es un CD!

—Claro, el formato casette suena horrible. Ten —de un cajón cogió su reluciente Discman—, puedes devolvérmelo cuando quieras.

—Demonios, Larry, ¡eres jodidamente genial! Lo cuidaré con mi alma.

El mayor le dedicó una torpe sonrisa. A Jonne le exasperaba un poco su actitud pero tampoco se sentía preparado para tomar la iniciativa; no quería que su curiosidad fuese confundida con interés o afecto no correspondido.

—Entonces, ¿no te quieres quedar a cenar?

Jonne negó con la cabeza mientras guardaba las cosas en su mochila.

—No, le prometí a Tommi que lo esperaría en casa.

—Vale, te acompaño abajo —El rostro de Larry era la expresión de la derrota.

Jonne se rió para sus adentros con un poco de culpa. Antes de despedirse, decidieron compartir el último cigarrillo.

—¿De verdad crees que algún día seremos como ellos? ¿Como HIM?

—Sí, estoy seguro —indicó Larry, haciendo una pausa—. Sólo tenemos que tocar ante más gente. ¿Quién sabe? Tal vez un productor nos escuche y decida lanzarnos a la fama.

—Tommi se lo está tomando en serio. Ha estado ahorrando para ayudarnos a tocar en el bar.

—¿Lo ves? Tenemos todas las herramientas para hacerlo.

Jonne sonrió inseguro. El sol ya había comenzado a hundirse en el horizonte y las aves volaban bajo en dirección al sur, anticipándose a la próxima temporada de frío. El camino parecía extenderse infinito hacia ambos lados…

—¿Pelusa? ¿Me estás escuchando?

—Lo siento —se sobresaltó, sacudiendo la rubia melena—. Estoy un poco distraído…

—Olvídalo, no importa —gruñó Larry, tirando la colilla al suelo. Tenía las manos temblorosas y las mejillas encendidas—. ¿Estás seguro de caminar? ¿No quieres que le hable a mi mamá?

—Estoy bien, descuida.

—¿Jonne?

—¿Qué?

—¿Me dejas besarte?


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