Narra Shaka:
Otro día más en mi vida, oculto tras las columnas o estatuas del templo observando el ir y venir de los turistas. Tanto tiempo me he dedicado a observarlos desde las sombras que a veces quisiera ir y presentarme ante ellos, tener algún tipo de comunicación y tal vez, sólo tal vez, una amistad, pero sé que no debo hacerlo, por mi bien y por el de mi padre.
Hay días en que siento tanta envidia de aquellos que pueden darse el lujo de viajar libres por el mundo sin que nada ni nadie los detenga. Sueño con el lejano viento de los Himalayas acariciado suavemente mi rostro y revolviendo mis dorados cabellos, con poder recorrer la Gran Muralla China, de pasear por los Canales de Venecia, explorar las antiguas ruinas griegas y muchos otros lugares, sin embargo, no soy capaz de contradecir a mi padre.
Simplemente me quedo ahí, observando...
Cuando ya no encuentro nada interesante de ellos, me alejo lo más silencioso posible, me escapo del templo y me dirijo al lugar donde mis amigos elefantes me esperan, ellos son lo más cercano que tengo a una familia, pues aunque mi padre me visita sin falta cada mes, no es lo mismo a que pueda estar con alguien todos los días, los monjes son muy buenos y amables pero siempre están ocupados con las labores del templo, sino fuera por Naya, Shakti y los demás elefantes de la manada me sentiría bastante sólo.
Es casi fin de mes, lo que quiere decir que mi padre vendrá el próximo fin de semana para estar conmigo, sé que es difícil para él venir y dejar todos sus negocios por pasar tiempo a mi lado pero, no quisiera separarme de su lado cada vez que viene, sé que es un deseo egoísta pero me hace tanta falta que ya no sé qué hacer.
Si sigo así creo que me voy a volver loco, simplemente ya no soporto estar más tiempo en soledad.
Narra Death Mask:
Bien, ya que estoy en este dichoso templo voy a aprovechar para distraerme un rato de mis obligaciones, al fin y al cabo la bruja me dio dos semanas para averiguar qué es eso que trae a este lugar a ese pobre diablo, ¡ja! deseará no haberse cruzado en el camino de estos tipos, no sabe lo que le espera.
Algunos días después...
¡Mierda! Ya llevo aquí casi una semana y no he logrado dar con nada lo suficientemente interesante como para llamar la atención de ese empresario, tal vez y sólo es uno de esos aficionados que se creen que todo lo pueden resolver con rezarle a su Dios o lo que sea.
Narrador:
Por fin había llegado el tan ansiado día para el joven de rubios cabellos en el que su amado padre dejaría de lado todos sus negocios para pasar tiempo con él, se había levantado apenas salió el Sol, se aseó en tiempo récord y preparó su té favorito acompañado de unas galletas de avena que él mismo había hecho la noche anterior, pensando que sería la mejor manera de recibir al mayor; el cual seguramente estaba a nada de llegar.
Sin embargo, el tiempo pasaba y aquel al que esperaba con tanto anhelo no aparecía por ningún lado. Preocupado, el muchacho fue en busca de los monjes superiores para ver si ellos tenían noticias de su padre, pero lo único que recibió fue un "lo siento, no nos ha dicho nada".
Esas palabras solamente lograron alterar más al pobre chico que lo único que podía imaginarse en ese momento era que su papá había sufrido algún accidente o fue víctima de un nuevo atentado y por eso no se había presentado ante él.
Los monjes más cercanos al rubio se preocuparon al verlo hecho todo un manojo de nervios y no era para menos, pues Shaka había estado dando vueltas por todo el templo y sus alrededores para ver si no había señales de su progenitor (obviamente ocultándose de los turistas y de prácticamente todas aquellas personas ajenas al templo), preguntando a cada rato a todos los monjes si tenían noticias de este. Y por más que los monjes trataban de hacer que el ojiazul se tranquilizara lo único que lograban era aumentar la tensión con el adolescente.
Pasaron aproximadamente 6 horas para que el padre del chico por fin llegara, cuando Shaka lo vio inmediatamente corrió a abrazarle en un mar de lágrimas, y no era para menos, si el hombre que le dio la vida no había avisado sobre su retraso lo más lógico era pensar en la peor de las situaciones. A Asmita le sorprendió la reacción de su hijo, y tratando de consolarlo un poco lo abrazo fuertemente.
Luego de unos minutos, por fin se separaron de aquel abrazo y caminaron rumbo a la habitación que ocupaba el empresario cuando iba de visita para que nadie los molestara en su conversación, fue entonces que el más joven se atrevió a cuestionar a su padre.
- ¿Estás bien padre? - dijo aun con lágrimas en los ojos.
- Claro, ¿por qué no lo estaría? - le contesto tranquilo.
Esa respuesta dejo descolocado al menor, pues él había estado demasiado preocupado por su padre, pues siempre que lo visitaba lo hacía a primera hora.
- Bu... bueno es que... yo pensé... que algo te había pasado para no venir como siempre lo haces... y...
- Ya Shaka, tranquilo, no me ha ocurrido nada.
- ¿Entonces por qué? ¿Por qué no enviaste siquiera un mensaje avisando que llegarías tarde? - le dijo casi en un grito, aunque en el último momento pudo contenerlo.
- Escucha hijo - le respondió sujetándole por los hombros - han pasado muchas cosas en la empresa que no puedo darme el lujo de simplemente ignorarlas, espero que comprendas que en ocasiones no puedo dejar todo de lado por venir y pasar tiempo contigo, de hecho tengo que volver mañana mismo a resolver unos asuntos que deje pendientes, lo lamento, Shaka - trato de no sonar muy tosco pero tal parece que no lo logro, pues las lágrimas de su hijo volvieron a caer.
- ¿Eso es todo? - dijo incrédulo y notablemente molesto.
- ¿Qué? - pregunto confundido el mayor al ver el ceño fruncido de su hijo.
- Yo me la paso encerrado aquí desde que era un niño esperando con emoción los pocos días que vienes a verme... ¡¡¡PERO A TI LO ÚNICO QUE TE IMPORTA ES TU MALDITA EMPRESA!!! - esta vez no pudo contener un fuerte grito que sin querer llamó la atención de un joven de azulados cabellos que merodeaba por aquel templo.
- ¡Shaka!, no digas eso, tu eres lo más importante que tengo en mi vida pero tienes que entender que todo lo que hago es por tu bien, quiero lo mejor para ti, darte todo lo que yo no puede tener cuando tenía tu edad ¿entiendes?
- ¿Y nunca te has preguntado lo que YO quiero? - esta vez se alejó de él, sabía que no había vuelta atrás, era ahora o nunca si quería confrontar a su padre y decirle todo lo que sentía, lagrimas seguían cayendo de sus orbes mientras hablaba - A mí no me importa tener todo el dinero del mundo, ni siquiera me importaría vivir en un pequeño cuarto rentado como tú a mi edad... lo único que quiero... es a ti... quiero... quiero a mi familia... - a este punto su voz ya se había quebrado completamente.
- Shaka... escucha - camino hacia su hijo para volver a abrazarlo, aunque este no le correspondió - sabes que lo único que quiero es protegerte, el mundo es un lugar muy peligroso rodeado de muchas personas que solo buscan hacer el mal a otras u obtener un beneficio propio, yo no quiero que sufras como tu abuela y yo hemos sufrido.
- ¿Y por eso me tienes encerrado aquí, en esta jaula, completamente solo? - dijo apenas en un susurro, pero bastante molesto como para herir al mayor.
- Ya te lo he dicho Shaka, todo lo que hago es por tu bien...
- ¡¿Y ACASO CREES QUE ESTANDO TODA MI VIDA AQUÍ ENCERRADO VOY A ESTAR BIEN?! - de un empujón aparto a su padre, ya tenía suficiente, estaba enojado y esta vez nada podría hacerlo callar - en primer lugar, yo no tendría por qué estar en esta situación de no ser por culpa tuya...
- ¿Mi culpa?
- ¡Sí! Si no te hubieras esforzado tanto por ser un empresario y ganar tanto dinero no tendrías a todos esos enemigos que te has ganado y yo podría haber tenido una vida normal...
- Shaka, ya es suficiente, ¿te estás escuchando?, ¿es que acaso no puedes comprender que yo solamente quiero lo mejor para ti?, ¿crees que no me duele no poder tenerte a mi lado todos los días? - él también sabía de lo mal que se sentía su hijo pero un berrinche de este tipo no estaba dispuesto a permitirlo.
El muchacho se quedó callado por un momento, pero luego de pensarlo detenidamente volvió a enfrentar a su progenitor con la mejor arma que sabía que tenía.
- Si sabías que era peligroso tenerme a tu lado, entonces... ¿Por qué no dejaste que me fuera con mi papá? - esa pregunta tomó por sorpresa al mayor, jamás pensó que su hijo le llegaría a reclamar el hecho de haberlo separado de su otro padre.
- Él no podía hacerse cargo de ti y lo sabes... en su necedad por convertirse en un artista reconocido jamás te hubiera dado todo lo que te merecías, ¿qué esperabas que te ofreciera eh? ¿Noches durmiendo en cualquier posada u hotel de paso?, ¿comida rápida?, ¿y qué hay de la educación?, ¿crees que él te hubiera ofrecido todo lo que yo con tanto esfuerzo te he dado? - su paciencia se estaba agotando, la mención del hombre del que se enamoró perdidamente en el pasado y que luego decidió tomar un camino diferente, había sido la gota que derramó el vaso.
- Tienes razón... - dijo en un susurro y agachando la mirada - tal vez... él nunca hubiese podido ofrecerme un buen plato de comida o pagar maestros particulares, pero... al menos él me habría dado lo único que necesito para ser feliz... y eso es el amor de una familia... - jamás esperó que esas palabras causaran tal reacción por parte de su padre.
Únicamente pudo reaccionar cuando sintió el ardor en su mejilla, aquel que estaba frente a él le había golpeado, ese era el primer golpe que había recibido de su padre, ya no lo reconocía. No esperó a recibir palabra alguna de parte del contrario, simplemente salió corriendo de la habitación bañado en lágrimas, tal vez si se había pasado un poco de la raya al mencionar al hombre que lo dejó por cumplir su sueño, pero eso no era para que le golpeara, pues él sabía que todo lo que había dicho era verdad, de lo único que culpaba a su papá era el no haber luchado por llevárselo con él y recorrer el mundo juntos.
Por su parte, Asmita se quedó observando el lugar por el que su hijo había salido corriendo, él tampoco sabía por qué había reaccionado de aquella manera, definitivamente él jamás quiso golpear a su retoño, pero ya no podía borrar el hecho de que lo había golpeado porque ya no sabía cómo defenderse de tal acusación. Sabía que un día llegaría el momento en que ya no podría mantener a su pequeño encerrado, lo que jamás se esperó fue todo lo que le acababa de reclamar, tenía que pedir ayuda a su hermano, pues él solo definitivamente no podría manejar esa situación.
Sin siquiera molestarse en buscar a su hijo para despedirse se marchó de regreso a la ciudad, no sin antes pedirle a los monjes que cuidaran de su pequeño, creyó que lo mejor sería dejarlo pensar mejor las cosas por unos días, en los que trataría de convencer a su hermano Degel para que fuera a hablar con él.
Mientras tanto...
En las afueras del templo podemos ver a un joven rubio sentado en posición fetal detrás de unas rocas, escondido del mundo, solo están él y su dolor... o al menos eso cree él, ya que a unos metros de ahí, justamente detrás de un par de árboles está escondido un muchacho de piel morena, ojos azules al igual que su cabello corto que había visto cuando el blondo salió corriendo hacia ese lugar, siguiéndolo cautelosa-mente pudo darse cuenta del increíble parecido con el famoso empresario Asmita Virge, era una copia perfecta de él, entonces lo comprendió, ¡LO TENGO! fue su pensar al darse cuenta de lo que había descubierto.
Por fin había encontrado aquello que había venido a buscar, definitivamente este descubrimiento haría muy feliz a Medea.
Continuará...