Harry entró en el aula donde cada noche entre semana él y Draco elaboraban su poción favorita.
Draco estaba allí, troceando sus ingredientes con la cabeza gacha.
—Hola—saludó más tímido de lo que él realmente era—. Estás mucho mejor.
Pero Draco seguía sin mirarle, y Harry comenzaba a sentirse fatal.
—Si te hice daño anoche, lo siento.—Harry solo podía imaginar que había sido eso. En el fondo solo había sido un beso en la mejilla, pero ya le había prometido no tocarle.
De nuevo, mutismo, otra vez con el silencio. Eso no lo llevaba nada bien, prefería pelear, siempre.
—Por favor, Draco, háblame, prometo no hacerlo de nuevo.
Se había acercado a la mesa del rubio, que empuñaba un cuchillo pequeño para cortar raíces.
Draco le miró, seguía siendo bonito, pero también daba un miedo que te cagabas. Harry dio un paso atrás.
Draco estaba muy, muy enfadado.
—¿No vas a volver a hacerlo? ¿Pero sí le vas a besar a ese?
El ese fue dicho de tal modo que aquello parecía dejar claro que Ron corría peligro de muerte.
—¿Estás celoso?—sonrió Harry un poco demente, no era momento de hacerle gracias a un veela enfadado.
Draco esgrimía su cuchillito como si fuera su varita, y se estaba acercando a él peligrosamente. Condenadamente bonito y peligroso, también peligroso.
Harry levantó las manos intentando calmarlo.
—Yo no quise besarlo, él lo hacía porque decía que yo no sabía besar y por eso no me mirabas.
—Tú no me has besado así.
—¿Podría hacerlo?
—No.
—¿Por quéééé?—gimoteó Harry, quería besarle, besarle mucho.—¿Te duele?
Draco le miraba aún hecho una fiera, calma y peligrosa, que eran las peores. Al final bajó su cuchillito.
—No, ya no me duele.—Le miró contrariado y volvió a su mesa con su poción.
Harry caminó detrás de él despacito, y ocupó su lugar.
Cortaron caquitas de dragón y patitas de rata, una delicia.
—¿Por qué te dolía?—preguntó Harry cuando creía que Draco ya se había relajado cortando algo que no fuera a Harry,
—Me atacaste.
—¿Cuándo?—Intentó hacer memoria Harry.
—En clase de pociones, me empujaste.
—No lo entiendo.
Draco se rio, claro que Harry no entendía.
—Mi parte veela es muy sensible cuando es atacada...
—Solo fue un empujoncito, tú lo sabes.
—Mi veela no.
—¿Y ya no? Tu veela me ha perdonado.
Draco le miró, le volvió a sonreír, como cuando volaron, como cuando fue a verle a la enfermería. Harry podría no ser rápido para comprender algunas cosas, pero sabía cuando alguien le estaba guardando información.
Draco no le estaba contando algo, pero Harry se conformaba con que parecía que todo andaba bien entre ellos dos de nuevo.
Esa noche hicieron su ración de poción y se despidieron en las escaleras que subían a Gryffindor, porque estas se aparecieron antes que las que bajaban.
Harry se acercó a Draco, y le dio un beso en la mejilla, salvo que estaba vez estuvo mucho más cerca de su comisura.
Lo que obtuvo fue un beso en su mejilla de parte de Draco.
Mejor, mucho mejor.