La tregua que Malfoy les estaba dando en la escuela sirvió para que algunas parejas se formaran, descubrir a Hermione y Ron besándose le dejó una sensación incestuosa, pero ¿quién era él para juzgar a sus amigos?
Malfoy había dejado de brillar, de hecho, estaba como grisáceo. Ya no salía casi nunca de su habitación en sus horas libres, lo que hacía que Harry tampoco saliera mucho.
Pasaba las horas mirando los puntitos que conformaban el nombre de Malfoy, ¿qué estaría haciendo tan quieto todo el tiempo?
Por eso, cuando esa tarde Malfoy pareció cambiar de planes y no recluirse, Harry se lanzó tras él.
Estaba harto de no perseguirlo, pero esa no era una explicación que darse, ni siquiera a sí mismo.
El rubio parecía ir hacia el bosque prohibido, Harry aceleró el paso. No iba a perderlo de nuevo.
¿Estaría tramando algo con las criaturas del bosque? ¿Se estaría encontrando con alguien allí? ¿Había encontrado ya a una víctima lo suficientemente tonta para caer en sus redes?
Lo único que supo fue que la figura alta y estilizada de Malfoy se coló entre los frondosos árboles que hacían parecer que estaban en otro lugar alejado de todo.
El cabello tan claro y brillante parecía como una luz que guiaba a Harry en la oscuridad.
Malfoy no parecía darse cuenta de que estaba siendo seguido, aunque Harry había tomado la capa de invisibilidad por si la necesitaba.
Pero todo parecía tranquilo, Malfoy parecía solo estar dando un paseo por un grotesco lugar plagado de peligros.
Hacía años, dos pequeñas versiones de ellos mismo caminaban por allí muertos de miedo, para encontrarse con una malvada sombra que resultó ser Voldemort.
Jamás pensó que Malfoy volvería al lugar de motu propio, pero parecía bastante familiarizado con el lugar. Como si se estuviera encaminando a un lugar en concreto.
Y así resultó ser, era un pequeño claro, un espacio escasamente abierto dentro de un enmarañado entramado de ramas de árboles.
La luz era escasa, pero de nuevo, Malfoy parecía brillar sin necesidad de luz.
Para lo que Harry no estaba preparado era para que el rubio se desprendiera de su capa, mostrando que bajo ella no vestía la habitual túnica de Hogwarts sino una simple camisa blanca que también apartó de él.
Tanta piel pálida que Harry se quedó impresionado, nunca había visto a Draco Malfoy sin un montón de ropa cara y elegante, inclusos sus uniformes eran de mucho mejor calidad que la de la mayoría de los alumnos.
No veía su pecho, pero sí su espalda, donde unos suaves músculos la tonificaban. No era como Ron o él, en Malfoy todo parecía ser más delicado, más estilizado, más... bonito.
El pensamiento le resultó incorrecto, pero no por ello real.
El grito que emitió su compañero le sobresaltó y sacó su varita rápidamente al pensar que estaba siendo atacado. Pero nada de eso ocurrió, lo que sucedió fue que al maldito Draco Malfoy le habían salido alas, unas enormes alas del mismo color que su cabello.