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Go back in time: First year. por Nakamura Yuuki

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“Es ridículo.” 

Al llegar a la sala común ya tenían una gran cantidad de miradas aliviadas y suspiros. La tensión en el ambiente se redujo considerablemente con solo verlos enteros. Draco casi salta cuando Pansy chilló sobre su mejilla sangrante. El profesor Snape le dio algo y rápidamente lo bebió. Siseo ante el ardor en su mejilla, pero cuando se limpió la sangre ya no había nada allí. Suspiró.

Se entretuvieron contando lo que pasó, aunque recibieron unas cuantas miradas cautelosas por haber ido en busca de una nacida de muggles, Draco y Harry ignoraron el tema casi como una segunda naturaleza. Tuvieron un delicioso banquete, y cuando estuvieron en su cuarto Draco refunfuñó sobre la mala suerte de la vida, armando las cosas para el pequeño ritual. Era bastante simple, solo la foto de los Potter, un arreglo de lirios y dos velas con runas especiales talladas.

Harry se sentó donde Draco lo pidió, de alguna forma sintiéndose más conectado que nunca con su magia en ese momento. Tendría que preguntarle al rubio más tarde muchas más cosas sobre esta tradición.

El chico en cuestión dejó las velas encendidas junto al cuadro antes de darle un apretón a su hombro.

—Háblales tanto como quieras, Harry. —Le sacudió el pelo, dando una última inclinación hacia el cuadro de los padres de su amigo—. Llámame cuando estés listo y pueda venir a dormir.

El azabache tragó el nudo en su garganta, escuchando la puerta cerrarse tras él. Ya sentía las lágrimas llegar, siendo todo eso muy intenso, más de lo que el creyó posible.

—Hola mamá, hola papá… Ese niño que se fue es mi mejor amigo, me encantaría poder presentárselos… Me encantaría conocerlos yo mismo, la verdad. —Dejó salir una risa acuosa, jugando con sus dedos, pellizcando suavemente la piel—. Estoy en Slytherin, espero que eso no los decepcione o moleste. ¡También jugaré Quidditch, como buscador! ¿Eso los enorgullece? Espero que sí.

Se limpió las lágrimas que caían, las llamas se movieron, titilando. Harry sonrió tristemente, sabiendo que eso era lo único que podría obtener de sus padres.

—Hoy me enteré de que tengo un padrino, y un tío. También sobre la traición. Créanme, no voy a dejar que esa rata salga limpiamente de esto. Pagará por lo que les hizo, por lo que le hizo a Sirius… Por lo que me hizo. —Sacudió la cabeza, eso no era algo de lo que quisiera hablar en ese momento—. Espero poder irme a vivir con mi padrino, seguro que eso querrían ustedes, porque odio a tu familia mamá. Son horribles… Lo siento por eso, pero me trataron muy mal. Quiero saber que es vivir en un lugar lleno de cariño, que se sienta como un hogar, que sienta esa conexión con ellos. Quiero vivir como un niño normal… A pesar de que aquí solo mis compañeros de casa me ven como tal. Soy una especie de celebridad, a pesar de que no sé cómo hice lo que hice… Es raro. Todo aquí lo es, pero debería acostumbrarme. También tendría que escribirle una carta a Sirius, como me pidió Draco. Les prometo que me llevaré bien con él, y que me comportaré.

Dejó salir una risita rota, y cuando la vela volvió a parpadear continuamente, balanceándose en el aire, se rompió. Lloró por un largo rato, sus lentes habían volado al suelo.

Deseaba tanto saber que era tener padres, que era celebrar sus cumpleaños, las fechas importantes, las navidades y otras tantas cosas juntos. Deseaba discutir con ambos, sentir lo que era que dos personas se preocuparan incondicionalmente. Luego miró la cama de su amigo, ese chico que parecía burlarse constantemente de él, pero acababa demostrando su preocupación mediante tantas pequeñas cosas.

Quizás si tenía a alguien así. Y luego pensó en Neville y Hermione. En Sirius… Quizás no estaba del todo solo, y sí tenía personas que se preocupaban por él.

—Les hablaré de nuevo en Yule, Draco dice que la magia es más pura en ese momento. —vio la llama flaquear y luego titilar dos veces más antes de que se apagaran por completo.

Se limpió las lágrimas con cuidado, frotando el cristal de sus lentes para eliminar la humedad que pudiese quedar en ellos. Se levantó y corrió escaleras arriba. A veces era divertido saber que estaba tan abajo del colegio, pero también había momentos en los que era escalofriante. Ahora mismo estaba entre ambos, por lo que se apresuró a ir con su amigo.

 

 

Al día siguiente, ni bien ambos estuvieron en pie, Harry y Draco enviaron su carta, dos a Sirius y una a Remus, por medio de Aquila, el búho águila de Draco. Luego de eso se vistieron, casi que a las apuradas, Harry quería ver a Hermione, y aunque lo negara, Draco también estaba preocupado por Granger.

Cosa que le daba algo de escalofríos, teniendo en cuenta como se llevaban antes… Aunque también se llevaba bastante mal con el que ahora es su mejor amigo. El pensamiento lo hizo sonreír y mirar a Harry, quien estaba concentrado atándose la corbata.

El moreno lo miró al sentirse observado, y le devolvió la sonrisa con una mucho más brillante. Ambos terminaron de vestirse, sin embargo, Draco se detuvo en las escaleras. Harry lo miró confundido, pero el rubio no lo notó.

Hoy saldría a la luz la noticia sobre Sirius, y aunque no estaba directamente involucrado en el artículo, el hombre seguía siendo de su familia. Pasó saliva, sabiendo que también se hablaría de Harry, siendo el ahijado de Sirius.

La mano de Harry lo hizo sacudirse, el niño estaba sosteniendo su mano, transmitiéndole confort inmediatamente. Sonrió sin poder evitarlo, sintiéndose algo aliviado de tener apoyo.

Apretó la mano del niño, subiendo el último tramo que los separaba de la sala común. En ella había aun pocos alumnos, pero debido a la hora no era de extrañar. Apenas fueron reconocidos por una pequeña mirada antes de que todo siguiera su curso.

Esperaron a los otros integrantes de su año sentados en el sillón, hablando en voz baja.

—Hagrid nos invitó a tomar el té, ¿crees que…?

El rubio ladeó la cabeza, sabía que Harry iba a esas citas con el semigigante bastante a menudo, pero era la primera vez que lo involucraban directamente. Terminó por asentir, una sonrisa asomándose a sus labios.

—Claro, Harry. Me encantaría acompañarte.

El moreno sonrió, pasando su brazo por sobre los hombros del chico, acurrucándose. Así los encontraron las chicas cuando subieron desde sus habitaciones. Ellas arrullaron en son de burla, acomodándose para abrazarlos también. Draco pudo haber saltado lejos, dejando a Harry hundirse solo en eso. Luego subieron los chicos, y al fin pudieron irse a desayunar.

Fue bastante tranquilo al inicio, pero a mediados del desayuno, con el comedor parcialmente repleto de estudiantes, la correspondencia llegó. Varios búhos y lechuzas repartieron cartas, paquetes y diarios. Fue lo último lo que puso los nervios de Draco al límite, aun si ni siquiera pestañeo cuando todo pasó.

Supo perfectamente cuando la historia fue asimilada por el alumnado. Los murmullos se alzaron fuertes y claros, las miradas descaradas volando hacia donde estaban ellos de nuevo. Suspiró, mirando a Harry con disculpa, pero el niño solo le sonrió.

Blaise los miraba de cerca, y estiró su mano hacia ellos, con el periódico en ella. Draco lo tomó, mirando la portada con el ceño fruncido. Bien, la foto por lo menos no era de Sirius siendo encarcelado.

« ¿MORTÍFAGO LIBRE?

El conocido mago oscuro Sirius Black, quien traicionó a los Potter en el pasado, fue liberado… Pero, ¿realmente fue un mago oscuro y un traidor?

En los pasados meses la jefa de aurores, Susan Bones, se encargó personalmente de investigar el caso de Black, desde sus inicios en el colegio hasta la segunda guerra mágica.

“Fue exhaustivo, porque nadie realmente quería hablar del tema o siquiera darle el juicio justo que merecía.” nos contó la señora Bones, luciendo bastante molesta por la negligencia que mostró el ministerio. “Al final conseguí que algunos superiores me escucharan y vieran las pruebas. El Wizengamont se reunió inmediatamente, y luego de unas largas horas se demostró que Sirius Black había sido inocente todo el tiempo”.

El ministerio cometió un grave error, y un hombre inocente terminó perdiendo casi su vida en Azkaban, ¿Cómo actuará el lord Black?, ¿Habrá consecuencias para el ministerio por esto?

¿Y qué dirá el niño que vivió al descubrir que su padrino fue injustamente encarcelado y apartado de su vida durante tantos años? »

Draco volvió a mirar a Harry, quien estaba levantándose. El rubio dejó caer el periódico, yendo tras él. Mientras seguía a Harry escuchó pasos a sus espaldas y al mirar se encontró con Weasley (al verlo casi se detiene, sorprendido de que el niño intentara apoyar a alguien con tan poca relación), Granger y Longbottom. Los tres corrían detrás de ellos.

Terminaron nuevamente en un aula vacía, Harry caminaba de un lado al otro, como león enjaulado. Si Draco no lo supiera mejor, creería que el muchacho recién se enteraba de lo que sucedía, pero él bien sabía que estaba tratando de contener su furia contra el ministerio, no estaba enojado por el estado de desinformación que pudo haber protagonizado. Draco miró a sus acompañantes, Granger se veía bastante estresada, como si pudiera llorar por Harry si es que el niño no lo hacía pronto. Neville estaba nervioso, jugando con las mangas de su camisa, mordiéndose los labios tan fuerte que empezaba a dolerle a Draco.

Observó a Weasley, quien tenía en manos a su rata, acariciándola con los ojos desorbitados. El animal se retorcía de vez en cuando. El rubio entrecerró los ojos, notando que le faltaba un dedo.

Maldita sea, esa cosa realmente era Pettigrew. Era asquerosa a simple vista, pero sabiendo la clase de persona que era, lo hacía lucir aun peor.

El pelirrojo capturó sus ojos, y quizás malinterpretó su mirada, o quizás trató de ser amable, pero le pasó la rata y Draco por inercia la tomó, apoyándola contra su pecho. Harry se detuvo para mirarlo, un brillo peligroso en sus ojos, y el rubio no supo si correr hacia él, o lejos del mismo.

La puerta se abrió, dejando ver al profesor Snape y al director Dumbledore, ambos mirándolos con cautela. Harry alcanzó a la rata de Ron, una mirada casi lunática en sus ojos mientras se encaminaba hacia Snape. Draco, parpadeando rápidamente, notó que tomarían esa oportunidad inmediatamente. Disparó un leve desmaius a la rata, ganándose una mirada horrorizada de Weasley y otras alarmadas de los demás. Harry volvió a llamar la atención de todos cuando habló.

—Esta rata… Es un animago, profesores. —Dumbledore parpadeó, el brillo sobrenatural de sus ojos titilando mucho más. Snape frunció el ceño, sacando su varita—. Si pudieran revelar su verdadera forma, se los agradecería.

Draco volvió a agitar su varita, sin pronunciar palabra, para bloquear toda salida posible. Granger lo miró con sospecha, sin embargo no dijo nada. Luego, viendo las intenciones de Weasley, se colocó a sus espaldas, sujetándolo de los brazos para mantenerlo inmóvil. No iba a arriesgarse a utilizar magia sobre él enfrente de las autoridades.

— ¡Suéltame Malfoy!

Snape pareció ignorarlos mientras movía su varita, Harry soltó a la rata ni bien comenzó a mostrar su verdadera naturaleza. Para el horror de los leones y profesores, un hombre desastroso y demacrado apareció. Weasley dejó de luchar, optando por pegarse al pecho de Draco. El rubio lo soltó cuando se dio cuenta de que no había más peligro de su parte, alejándose para pararse frente a Granger y Longbottom. Ambos se apiñaron cerca, Weasley tras ellos, los tres más blancos que una hoja. Draco se sintió particularmente enfermo al ver al hombre.

—Peter Pettigrew… Vaya, eso es interesante. —comentó el director. Snape volvió a mover su varita, atando al mencionado—. Creo que iré en busca del Ministro y algunos aurores. Severus, llévalo a mi oficina y cuídalo mientras estoy fuera.

—Sí, señor. —el maestro inclinó la cabeza, mirando a Harry con ojos llenos de algo más que la habitual incomodidad, casi se veía la curiosidad en ellos.

Una vez quedaron solos, Harry y Draco se tomaron de las manos cuando se pararon juntos, ocultándolo entre sus túnicas. Ambos miraban a los leones, quienes se veían aturdidos, horrorizados y llenos de dudas.

— ¿Por qué sabes tantos hechizos? —La chica fue la primera en tomar la palabra, el rubio arrugó la nariz—. ¿Y por qué sabes hacerlos sin hablar?

— ¡¿Eso es lo que te preocupa?! ¡Acabamos de ver a una rata transformarse en un hombre! ¡Y esa cosa dormía conmigo!

Draco sintió pena por él, estremeciéndose al imaginarse en su lugar. Harry apretó su mano, tratando de infundirle algo de confort. Tomó algo de aire, dispuesto a responderle a la chica primero.

—Sé más hechizos que ustedes porque, a diferencia de ti, vengo de una familia de magos, y a diferencia de Weasley o Longbottom, a mí me han enseñado magia durante años. Además de que estudio mucho. —Explicó el chico, ya sabiendo que en algún momento debería de responder estas cosas, por lo que se había armado una excusa perfecta—. Y en mi familia, como en otras tantas, las varitas de los antepasados se guardan, por lo que puedo usarlas… No es lo mismo que tener una propia, pero como práctica le sirve a cualquiera.

La niña abrió la boca, pero luego lo pensó mejor. Estaba hablando con alguien que debía saber mucho más sobre la cultura mágica, tradiciones y hechos sobre sangrepuras que ella. Puesto que una solo lo leyó en libros, otro probablemente lo vio, vivió y escuchó de los cuadros de sus antepasados.

—Y, por otro lado, ugh, que asco, Weasley. Lo siento mucho por ti.

El pelirrojo se vio un poco agradecido porque alguien entendiera su sufrimiento. Longbottom le dio unas palmaditas en la espalda, luciendo igual de enfermo que él. Harry tenía una mueca de asco también, todos sintiendo el mismo horror que Weasley.

Hablaron un rato más, compartiendo su repudio para con la rata, explicándoles un poco más sobre quien era y porque llamarían al ministro de magia y a los aurores. La más horrorizada esta vez fue Hermione, quien no se abstuvo de abrazar con fuerza a Harry. Neville también tomó valor y se unió al abrazo, mientras que él y Weasley solo se pararon a los lados, dando palmaditas a la espalda de los tres. Compartieron una mirada por sobre las cabezas del trio y sonrieron.

Bueno, quizás podría llevarse bien con Ron Weasley esta vez.

 

 

Al final, esa tarde fueron los cinco a la casa de Hagrid, con Draco y Harry a la cabeza del grupo. Se estaban llevando regularmente, debido a la tensión entre Granger y Weasley, quienes discutían por todo. Draco estaba algo sorprendido de que se llevaran tan mal, teniendo en cuenta que en su vida pasada siempre estuvieron juntos. O bueno, eso desde su mirada ajena.

Quizás si se habían llevado mal al inicio.

Longbottom estaba en silencio, demasiado asustado para tratar de detenerlos. Ambas serpientes sentían algo de lástima por él, puesto que tenía que aguantarlos en las clases, y en horas de descanso.

La choza de madera se alzó ante ellos, y Draco se preguntó vagamente como era posible que Hagrid viviera cómodamente allí. Tocaron la puerta, y rápidamente fueron recibidos por la peluda y feliz cara del semigigante.

Entraron, los leones mirando todo a su alrededor, mientras Draco simplemente necesitó una vista general para sentarse junto a Harry, quien ya estaba saludando enérgicamente al hombre.

— ¡Hagrid! Deja te presento a mis amigos. —Pidió el azabache. Draco inconscientemente se acercó más a Harry cuando Fang saltó hacia Weasley—. Ese de allá es Ron Weasley, ella es Hermione Granger, el que se esconde tras ella es Neville Longbottom, y este es mi mejor amigo, Draco.

Uno por uno fueron saludando al hombre, en tanto Fang parecía perder el interés en el pelirrojo, mirando su alrededor, antes de dirigirse hacia el rubio. Draco se encogió más, y Harry instintivamente lo rodeó con un brazo, mirando a Fang con ojos gélidos. Le gustaba el perro de Hagrid, pero no le agradaba para nada que su amigo se sintiera incómodo.

El can se detuvo inmediatamente, acostándose. Hagrid parpadeó impresionado, y se giró a ver a los niños.

—Un placer, chicos… —comenzó, sonriendo amablemente—. Otro Weasley, huh. Pórtate bien, muchacho. —el mencionado se ruborizó, asintiendo—. Y tú eres el hijo de Lucius Malfoy, ¿Correcto?

Draco lo miró, encontrando algo de renuencia y desprecio en esos oscuros ojos. Pasó saliva disimuladamente, sintiendo a Harry tensarse a su lado. Asintió.

—Sí, así es.

El semigigante asintió, e inmediatamente comenzó a charlar con los demás chicos sobre las clases y el altercado del día anterior. Sin embargo, Hermione tomó la palabra rápidamente.

—Fue realmente extraño, y no sé si alguno más lo notó, pero el profesor Snape tenía la pierna herida, como un mordisco gigante.

Draco y Harry se observaron de reojo, ya habiendo hablado de eso la noche anterior. Ambos estaban de acuerdo con lo que podría haber sucedido. El rubio se aclaró la garganta, viendo a Hagrid demasiado nervioso como para decir algo.

—Debió ser algo sin importancia, Granger. —sacudió la mano en el aire cuando ella abrió la boca para protestar—. Mejor dinos, Hagrid, ¿Qué tanto sabes sobre las criaturas del bosque?

El hombre lucía tan aliviado que comenzó a hablar y hablar sobre muchísimas criaturas, y el tema de Snape quedó en el olvido por un rato. Harry y él dirigían la conversación a través de diversas criaturas, disipando perfectamente las sospechas, hablando de criaturas mitológicas al azar hasta llegar a la que les importaba.

Hagrid ni siquiera notó que sucedía, muy emocionado por contribuir con sus conocimientos a los niños curiosos.

— ¿Me estás diciendo que criaste un cerbero, Hagrid? —chilló Granger, inclinándose hacia él.

— ¡Si! Es un cachorro tan dulce, mi pequeño Fluffy. —el hombre suspiró soñadoramente, y todos ellos se miraron entre sí, tratando de entender cómo demonios le pondrías esa clase de nombre a una criatura tan atemorizante.

Weasley abrió la boca, y Draco anticipó que echaría a perder todo, por lo que le dio una patada en la espinilla. El chico lo miró con molestia, pero él negó, pidiéndole guardar silencio. Milagrosamente los tres leones acataron la orden.

— ¡Eso es genial! —comenzó Harry, sonriendo brillante—. ¿Podríamos verlo, Hagrid?

—Oh, no, no. Ahora mismo no lo tengo, se lo presté a Dumbledore.

Draco le envió una mirada cautelosa a Granger, antes de sonreír con amabilidad a Hagrid.

—Es una lástima… Pero podrías contarnos sobre él. Me imagino que no fue fácil criarlo y entrenarlo. —tanto Harry como Draco lo alentaron a hablar, consiguiendo tanta información que podrían escribir un libro sobre el tema, pero no se detuvieron allí, en vez de eso, siguieron con otras criaturas, hasta que se hizo demasiado tarde y debían volver para poder cenar.

Los niños se despidieron efusivamente del semigigante, prometiendo volver pronto, ya sea todos juntos o por separado.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Granger chilló y Weasley parecía querer saltar, mientras Neville lucía perturbado. Draco y Harry compartieron una mirada.

— ¿Lo que acaba de decirnos es lo que creo?

Draco asintió—. Fluffy está en el tercer piso, resguardando una trampilla que lleva a algo de sumo valor. Y sabemos cómo calmarlo… Pero si Hagrid nos lo dijo a nosotros sin notarlo, podría decírselo a cualquiera que pueda engatusarlo.

—Snape. —murmuró Neville y Hermione asintió, señalándolo.

— ¡Eso mismo! El profesor Snape tenía una marca de dientes gigantes en su pierna, es obvio que quiere robar lo que sea que Dumbledore guarde allí.

Weasley inclinó un poco la cabeza, y Draco casi vio la lamparita encenderse.

— ¡Lo que trataron de robar en Gringotts! —Granger le envió una mirada dudosa, lista para refutar—. No, escúchenme. ¿Qué otro lugar sería más seguro que el mismísimo Gringotts? ¡Hogwarts!

Granger asintió, al igual que Longbottom. Las serpientes solo los miraban mientras se metían en una discusión sobre lo que podía ser y porque Snape querría robarlo. Draco negó con la cabeza y observó a su amigo, quien tenía una mirada llena de apatía.

Harry dudaba de eso, y Draco no creía que fuera Snape el que estaba tras eso tan valioso, no tendría ningún sentido. Además de que, él sabía, el primer sospechoso jamás era el culpable.


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