En cuanto el pelirrojo entro la puerta se cerró. Inspecciono el lugar y solo había una cama. Al parecer estaría solo en esa celda. Coloco la vieja fotografía en la que estaba con George en la pared junto a la cama. Sonrió triste. Se acomodó en la cama colocando los brazos detrás de la cabeza. Cerró los ojos mientras sus lágrimas caían. Quería salir, escapar de ese infierno. Él no era una prostituta…
- ¿En qué tanto piensa mi perrita? – dijo alguien a su lado
- ¡Fenrir! – dijo el pelirrojo mirándolo sorprendido y miro hacia la puerta intentando levantarse
- La van a abrir recién mañana – dijo el castaño deteniéndolo y acostándose a su lado – así que tenemos toda la noche para conocernos
- Déjame ir por favor – suplico Fred
- ¿Sabías que esta es mi celda? – pregunto el mayor acariciándole el rostro
- ¿tu… celda? – dijo Fred y cerró los ojos mientras Fenrir le acariciaba la cintura debajo de la camisa
- Te propongo un trato – dijo Fenrir deslizando su mano hacia le entrepierna del detective debajo del pantalón
- ¿Qué trato? – gimió Fred cuando su miembro fue masajeado
- Tú te portas bien – le dijo Fenrir al oído – aquí – y comenzó a besarle el cuello – y yo te tratare como una princesa allá afuera. No más manoseos, no más tomarte en todos lados
- ¿Y si… no quiero? – pregunto Fred
- Seguirás siendo mi… prostituta – dijo con voz seductora mientras le masajeaba su órgano viril – Vamos Fred, desde que te vi la primera vez lo supe. Te encantan los hombres, y aunque no eres amanerado, tu más grande fantasía es ser dominado por uno.
- Estás loco – dijo el pelirrojo girándose violentamente
- Prometo dominarte completamente – dijo Fenrir acostándose sobre él
- Yo no soy tu juguete – dijo Fred intentando zafarse pero se asustó más cuando algo frio rodeaba sus muñecas – ¡suéltame! ¡auxilio! ¡guardia! – pero ya había sido enmanillado a la cama
- Acepto el reto cachorrita – dijo Fenrir abriéndole lentamente el pantalón
- Suéltame – exigía forcejeando
- Te quebrare totalmente y tan profundo – jalando sus pantalones hacia abajo – que serás tú el que me suplique para que te tome
- Suéltame por favor – lloraba el ex detective
- Cumpliré tu mayor fantasía – prometió Fenrir acariciándole los testículos con cada mano – Te hare mi esclavo sexual en todo el sentido de la palabra
E inclinándose sobre la entrepierna del otro hombre empezó a succionar sus testículos mientras le estimulaba el miembro mientras le quitaba el plugin y lo lanzaba lejos. Poco a poco los gritos de auxilio disminuyeron para convertirse en gemidos de placer. Su cuerpo fue recorrido por manos grandes que lograban estremecerlo completamente
Un grito retumbo en toda la celda cuando un chorro blanco se estrelló en el rostro de su amo. Su boca fue asaltada por besos intensos
- Apenas una promesa y unas cuantas caricias y ya te tengo gritando – le susurró al oído –, imagínate cada noche, cuando nos divirtamos a gusto. Yo haciendo pedazos tu voluntad y tú inventando mil técnicas para que mis ganas de ti no terminen
- No quiero – lloraba desesperadamente el pelirrojo pero sus gritos fueron acallados por una lengua que invadió su boca explorándola completamente
Las manos bajaron hacia sus muslos, que fueron manoseados como si de un pedazo de carne cualquiera se tratara. Lentamente una de las manos se deslizo hacia su entrepierna hasta tomar su miembro ya completamente despierto, mientras la otra introducía un dedo por su trasero moviéndolo de manera circular.
Sin romper el beso, Fenrir sonrió con malicia cuando percibió que los gritos del pelirrojo en un determinado momento se habían convertido en gemidos de placer, que eran confirmados por los espasmo de su cuerpo
- ¿Ves? –dijo besándole el cuello mientras el chico trataba de controlar su agitada respiración – amas ser tratado así. Como un esclavo que por única función es complacer a tu dueño
- No – gimió Fred con los ojos cerrados y resistiéndose a dejarse llevar por el placer
- Pues tu cuerpo me está gritando otra cosa en este momento – dijo bajando los besos por los costado y doblando hacia su vientre – él quiere demostrarme cuan mujer se puede volver solo para mi
- No… – gimió moviendo las caderas al ritmo que ese dedo le marcaba – quiero… ah
- Para no querer que te tome este bastante excitado – dijo introduciendo otro dedo – si lo moviera hacia acá…
- ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! – gemía Fred presa del placer
- Me encantas cachorra – dijo Fenrir – hacia muchos que no me topaba con alguien con talento natural para ser un esclavo sexual. Yo te puliré. Te ensañare como tienes que comportarte, cuando tienes que hablar, cuando levantar la mirada – le explicaba mientras un orgasmo sin precedente hacia explotar los sentidos del pelirrojo –. Cuando termine de trabajar en ti tu mundo entero seré yo, vivirás solo porque yo quiera que respires, lamerás el suelo que piso sin importar cuál sea, porque solo eso te hará feliz – y asalto nuevamente su boca –. Bienvenida cachorra a tu verdadera prisión, de la cual no escaparas ni siquiera, cuando te vayas de aquí
El estado de éxtasis en el cual Fred se encontraba no le permitía pensar, por lo tanto no fue consiente cuando su muñecas fueron liberadas y su cuerpo acomodado sobre el del Alfa. Su cabeza quedo sobre el pecho de este y su cintura rodeada posesivamente mientras su cabello era hachado hacia atrás para que su frente fuese besada
Instintivamente Fred rodeo el pecho de Fenrir y se dejó arrastrar por el sueño, ya mañana con más calma analizaría algunas cosas como el ¿por qué a pesar de haber peleado para que no lo volviesen a violar, había disfrutado tanto de las atenciones de Fenrir? ¿Y por qué lo excitaba tanto el hecho de restregarles a todos en la cara que desde ese día dormiría oficialmente con su Alfa? Pero por sobre todo debía analizar ¿Por qué su cabeza llamaba mi alfa a su violador?
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Era de noche y él corría con George por un campo abierto. Sabía que la vida de ambos peligraba, cuando el grito de su hermano lo detuvo en seco. Miro hacia atrás y a sus pies había una fosa llena de lodo, se notaba que era profunda. Se puso de rodillas para ayudar a su hermano, pero por más que estiraba su mano hacia él simplemente no lograba alcanzarlo. De pronto George salto y tomo su mano, pero en vez de impulsarse para salir de ahí lo arrastro a él
Fred cayo de espalda y su gemelo se sentó ahorcaja sobre él. Fred intento escapar pero por más que lo intentaba no podía zafarse, mientras George le besaba el cuello colando sus manos bajo la ropa de su gemelo
- No te resistas – le susurró al oído – sé que por años has muerto de ganas de meterte en mi cama. Aunque fuese solo una vez. Déjate llevar
- No – decía Fred luchando por alejarse – solo mi Alfa me puede tocar. ¡Suéltame! ¡Auxilio! ¡Alfa! – gritaba desesperadamente
- vamos cielo, sé que te gusta que te tomen así – dijo George –, a la fuerza
- ¡Suéltame! ¡Auxilio! ¡Auxilio! – gritaba llorando
George lentamente empezaba a entrar entre sus piernas mientras el forcejaba para liberarse, mientras gritaba llorando. Algo entraba en él y no lo podía impedir. Fenrir le había dicho que nadie lo debía tocar o lo mataría y su hermano lo estaba…
- Fred, despierta cachorrita – decía Fenrir moviéndolo suavemente – ¡hey! Es una pesadilla. Cachorra – Fred despertó asustado y miro hacia todos lados – ya paso hermoso. Ven aquí – y lo abrazo arrastrándolo hasta sentarlo en sus muslos – tranquila cachorrita – estoy aquí cielo – susurro besándole el cabello – ¿quieres decirme que soñaste? – pero Fred negó sin poder hablar – está bien. No importa. Estas seguro ¿sí? Mientras estés en mis brazos siempre vas a estar seguro – y Fred cerro los ojos
Estaba mal. Estaba mal que George hubiera muerto. Estaba mal haber hecho hasta lo imposible para entrar a Azkaban. Estaba mal dejar de pelear y convertirse en el juguete de su compañero de celda. Estaba mal haber soñado que su hermano lo tomaba. Todo estaba mal. Pero no lo podía evitar. Se sentía tan cómodo dejar de pensar y simplemente dejar que Fenrir tomara las decisiones por él, hacer lo que él quisiera igual que un juguete en manos de un niño pequeño
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La luz le molestaba en sus ojos, aun cerrados. Se movió intentando volver a dormir, pero los recuerdos de la noche anterior lo golpearon sin piedad. Se había entregado prácticamente sin pelear, y no a Fenrir. No. Se había entregado a sus instintos más bajos. Había abierto una puerta totalmente desconocida, y dudaba que alguna vez pudiera volver a cerrar. Sus lágrimas cayeron mientras él se resignaba a su destino, enterrando al hombre que había sido hasta el día anterior.
Después de varios minutos, respiro hondo y se giró lentamente. Con la espalda apoyada en la reja de su celda, con los brazos cruzados y en completa desnudes, Fenrir lo observaba con una sonrisa maliciosamente en los labios
- Ven aquí – ordeno y el pelirrojo obedeció sin dudarlo ni un instante – de rodillas. El desayuno está servido
Y la mirada de ambos se cruzó