Preocupado, Itachi observó el camino zigzagueante de agua que conducía hasta debajo de la cama. Le parecía tan surrealista lo que había sucedido hacia escasos segundos que, su raciocinio, era incapaz de procesarlo.
En primera instancia, había procurado duchar al Kitsune para ayudarlo a conciliar el sueño, pero lo que Itachi no esperó fue encontrarse con que el agua de la tina se había teñido de una tonalidad ocre. Cuando frotó con delicadeza el cuello del cachorro, Itachi se dio cuenta de que la sangre provenía de alguna herida imposible de apreciar por el tupido pelaje.
Por lo tanto, quiso palpar con sus dedos más allá del enmarañado pelaje cobrizo, con el afán de ver mejor la gravedad de dicha herida, asi como la ubicación exacta de la misma. Fue lo que aconteció despues, el motivo de la actual angustia y el pesar que aquejaban al joven de mirada obsidiana.
-¿Naruto kun?
Y es que, en su descuido por buscar algo para desinfectar la zona dañada, el pequeño y astuto zorrito había saltado de sus brazos (todavía humedecido por la ducha incompleta), para correr a ocultarse en algún lugar seguro (en cuyo caso resultó ser la amplia cama de la recamara principal).
E Itachi ahora temía por dos cosas. La primera y principal derivaba en aquella herida que no podía vincular con nada, salvo, quizá, con el designio establecido por la especie de Naruto.
La segunda cuestión que le angustiaba tenía que ver con el estado actual del Kitsune. Si permanecía aislado de nuevo, había altas probabilidades de que no sobreviviera.
-Por favor, sal de allí- poniéndose de rodillas sobre el pequeño charco que evidenciaba la ubicación del Kitsune, Itachi alzó el borde del edredón que cubría el costado del colchón al que lo había guiado el recorrido de las humedas huellas.
Bajo la cama, un pequeño gruñido de inconformidad se hizo perceptible para los oídos de Itachi, quien esta vez decidió mirar en dirección al ruido zorruno que perder el tiempo llamándolo. Si Naruto se ocultaba, significaba que algo grave estaba ocurriendo.
-Ven, no te haré daño- movió su mano en un gesto para que se acercara. Justo debajo de la cabecera, situado en la parte intermedia y de espaldas, estaba Naruto, tiritando de frío pero reacio a abandonar su escondite por temor a alguna represalia.
Itachi suspiró frustrado al cabo de varios minutos infructuosos por hacer salir a Naruto por voluntad propia. Por un segundo incluso llegó a pensar que tal vez lo había lastimado accidentalmente mientras lo duchaba.
Sin embargo, cuando volvió a echar un vistazo bajo la cama, pudo apreciar el inconfundible destello azul de los ojos del Kitsune que lo vigilaba recelosamente a la distancia, expectante de sus movimientos, como si temiera que Itachi fuera a intentar algo más, pero a la vez preocupado de que se marchara y lo dejara solo.
Ya cansado de las evasivas, Itachi alargó su brazo en dirección al zorrito, recibiendo a cambio una firme mordida en el dorso en señal de advertencia.
-Naruto kun- vio las diminutas marcas que habían dejado los colmillos de Naruto en su palida piel y se sintió más atraído a llevar a cabo su labor por sacarlo y llegar al fondo del asunto cuánto antes. -Tendré que sacarte a la fuerza- oyó otro gruñido en respuesta, pero no le tomó importancia. En menos de dos minutos hizo la pertinente transformación, permitiendo que la (ahora) inservible ropa se deslizara de su cuerpo lobuno. Luego se impulsó en sus cuartos traseros para llegar a su objetivo.
-¡No, Itachi!- chilló el Kitsune en tanto se aferraba con las uñas de las tablas de madera que constituían el suelo de la pieza. El interpelado, sin embargo, hizo caso omiso, y cerró su fuerte mandíbula en torno a una de las esponjosas colas para tironear firmemente con el proposito de sacarlo.
Al principio, Naruto se resistió, haciendo uso de cada gramo de energía almacenado en las últimas horas. No obstante, de nada le valió, puesto que la fuerza del Alfa era mucho mayor a la suya, y muy pronto se vio liberado de su seguro escondite temporal, arrastrado hacia donde llegaba la luminicencia del foco para ser escudriñado de cerca por los ojos negros del imponente lobo.
Aquella mirada tan incisiva hizo sentir intimidado a Naruto, lo suficiente para no poner resistencia alguna cuando Itachi se abalanzó sobre de él para olisquearlo con su fría y humeda nariz canina, inspeccionando cada recoveco de su cuello y nuca, hasta dar con el aroma rancio y metálico de la sangre.
Asustado, Naruto atinó a dar un pataleo, queriendo quitarse de encima al enorme lobo que fisgoneaba su cuello, invadiendo su espacio personal y de paso aplastándolo con su peludo cuerpo.
-Quedate quieto.
Naruto no supo identificar el tono empleado por Itachi, pero supuso que más que ser una simple petición, se trataba de una orden, casi una amenaza. Asi que se estuvo quietecito, tendido boca arriba como Itachi lo había dejado al lanzarsele encima. Apretó los parpados ante el nuevo cosquilleo producido por el contacto con su lastimada piel y la nariz del lobo. Como Itachi siguiera asi...
-Mhn...¿Itachi?- Naruto dio una ligera sacudida involuntaria cuando el aludido pasó su lengua sobre la herida, primero despacio, suave, entre contrariado y vacilante, para despues hacerlo deprisa y con brusquedad, ansiando despojar ese terrible aroma ajeno del cuerpo del pequeño. -Me...lastimas- se quejó el Kitsune, conteniendo los sollozos que amenazaban con salir de sus ojos, los cuales cerró en el momento de ser acorralado contra el suelo.
Lentamente, Itachi se apartó. Del mentón le goteaba sangre, la misma que intentó limpiar en vano.
-Lo siento- rodeó al Kitsune con su cuerpo y se sintió fatal cuando el cachorro buscó refugio bajo su mentón, deslizando su sedosa cabeza zorruna en una tierna caricia que dejaba entrever más que admiración y respeto.
E Itachi tarde se dio cuenta de que era correspondido.
Porque ahora alguien más amenazaba con quitarle a su primer amor.
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