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Cuento de Navidad por RLangdon

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Nevaba. Tal como los meteorologos habían predicho que ocurriría. Finos copos se adherían al empañado parabrisas, deslizándose por el vitral, dejando un camino de rocío a su paso.


Por tercera vez en el trayecto, Sasuke maldijo el clima, su impulsividad por resolver las cosas a la brevedad posible. Y, sobre todas las cosas, a ese miserablemente adorable niño, su perdición y quien lo hubo inmiscuido en una serie de situaciones de lo más impertinentes y estrafalarias. Hmp, y todo en un maldito día..


El colmo se suscitó cuando Sasuke aparcó en el unico lugar disponible de la plaza. A pesar del mal (pésimo) tiempo, había una fila interminablemente larga para acceder a las tiendas. Gente corriendo de un lado al otro con las compras navideñas de último minuto. Un bullicio sin igual ante la increible demanda de productos tales como ropa, golosinas y juguetes. Oh si, la mercadotecnia haciendo uso de la galante y apropiada fecha. Como no.


Con un exhalido de resignación, rebuscó la hoja entre sus bolsillos, rodando los ojos inevitablemente tras repasar los burdos pedidos. Maldición, si él no era el ridículo viejo gordo de traje al que tanto aclamaban los niños, y el cual -lógicamente- se llevaba el crédito de los malditos obsequios navideños puestos al pie del árbol. Porque si, por más estúpido que sonara, Sasuke conocía la fantasiosa -y extremadamente materialista- tradición que involucraba seres sacados de cuentos de hadas. Habría que ser sumamente ignorante (por no decir bruto) para no reparar en lo que acontecía en derredor. Aquello tan insipidamente aclamado como "el espiritu navideño" que conducía a los padres a gastar el último centavo de sus billeteras para complacer a sus hijos y mantener viva la esperanza en sus corazones...¡Já!, puras patrañas.


Y sin embargo, ahí estaba él. Quien se consideraba "anti-navideño", congelandose hasta los huesos, envuelto en un abrigo costoso de piel que no evitaba al frío filtrarse hasta su delicada e inmaculadamente blanca dermis. Con la punta de la nariz roja.


(Como Rodolfo el reno).


Maldito chiquillo del demonio que le había inculcado toda esa basura de los duendes malvados y los ratones de las nieves. No era como si Sasuke creyerá en esa basura, para nada, pero sus razones para estar en ese lugar eran otras, y por ello seguía maldiciendose hasta el cansancio.


Estaba de pie en el comedor, aguardando por la llegada del chiquillo ingenuo que no había querido revelarle sus travesuras la noche anterior. Puede que haya sido un poco extremista, y hasta estúpido en su afán por arrancarle la verdad, pero ciertamente no se arrepentía. Era un Uchiha, y como tal, poseía un orgullo elevadamente valioso que le impedía admitir cualquier indicio de emoción hacia un vil mocoso que fantaseaba con personajes navideños y que, además, solía contagiar su dicha al resto de los niños del orfelinato. Al menos eso había comentado Shizune en su bana perorata por deshacerse en halagos y disculpas por los incidentes que pudiera ocasionar el Uzumaki.


Ya empezaban los villancicos cuando Sasuke lo vio llegar. Tan veloz y desastroso como un remolino, tropezando con la alfombra del comedor y tirando algunos ornamentos a su paso.


-¡Hoy es, de veras!- exclamaba el pequeño, abriendose paso entre sus compañeros, todavía vistiendo su piyama naranja con estampado de sapos. Su gorro de dormir le caía graciosamente por un costado. Y Sasuke pudo identificar la figura de un castor en la tela de fieltro.


Naruto, radiante como sol en pleno verano, atravesó el comedor con un objeto rojo entre sus manos. Se trataba de un calcetin, y su destino fue la parte frontal de la chimenea.


Varios niños aplaudieron la iniciativa y se precipitaron a sus respectivas camas para buscar su propio calcetin que, como bien era sabido, sería llenado de golosinas tales como bastones de caramelo, coloridas gomitas de ositos, y quizá alguna sorpresa.


Con un bufido, Sasuke esperó a que el niño se acercara. Sin embargo, Naruto pasó de largo junto a él -sin siquiera mirarlo- y corrió en dirección al baño.


¿Quería acaso molestarlo otra vez con una travesura?


Sasuke creía que si. No se podía ser tan tonto como para osar jugar con él de esa manera. Primero el niño se deshacía por atraer su atención y ahora simplemente lo ignoraba.


¿Se sentiría intimidado por él?


El interminable ego de Sasuke Uchiha clamaba por todo tipo de respuestas. Asi que decidió aventurarse a obtenerlas por su cuenta.


Había recibido por fin respuesta a sus mensajes y en menos de dos horas una grúa iría al domicilio señalado. Entre más pronto se fuera de allí, tanto mejor. Además, cabía la posibilidad de que cerraran las cerreteras por el mal tiempo.


Silbidos melodiosos seguían entonando "Rudolf de nariz roja" cuando Sasuke viró en el pasillo correspondiente. Aguardó con paciencia a que el pequeño abriera la puerta, y ni bien lo hubo hecho, lo empujó del pecho, forzandolo a entrar nuevamente para luego cerrar con seguro.


Tomado por sorpresa, Naruto parpadeó repetidas veces, Sasuke lo había tomado de la cintura para subirlo al labavo y mirarlo con "esos ojos" tan profundos y oscuros que opacaban a la noche misma.


-¿Y bien?- indagó el Uchiha en tanto elevaba una de sus cejas a la expectativa. Naruto sintió deseos de volver a silbar, pero ni bien frunció los labios, Sasuke lo lo tomó del mentón y lo obligó a mirarlo.


-No me gusta que me ignoren.


-No te ignoré. Solo iba a lavarme las manos, de veras.


Sasuke abrió los labios para replicar, pero justo en ese instante, llamaron a la puerta. Era otro de los niños que quería entrar al sanitario.


**


Yacía sentado frente a la chimenea, esperando que los minutos pasaran. Pronto vendrían por él y todo quedaría en una ilusión más de una mente egoísta como la de su padre.


-Kurama quiere conocerte.


Sasuke resopló al sentir la suave caricia en una de sus mejillas. Naruto estaba restregandole la cabeza de un peluche con insistencia. Al comienzo la circunstacia no molestó a Sasuke en lo más minimo. Inclusive dejó que el niño jugueteara con el muñeco sobre su espalda. Pero al notar que no se apartaba de él, sus alarmas internas se encendieron. Pronto se iría y Naruto solo sería un recuerdo más de tan deprimente fecha.


No. Todo tenía que acabar ahí.


-Naruto, apartate.


El pequeño sonrió efusivo mientras simulaba que su viejo peluche se deslizaba por la espalda del Uchiha como en una resbaladilla.


-Creo que le agradas, de veras.


-Vete- repitió Sasuke, con la mandibula tensa. No iba a permitirse reconocer lo mucho que le había afectado conocer a Naruto porque sabía de lo contrario le resultaría más doloroso irse. -Alejate...


-Puedes abrazarlo si quieres- Naruto lo dejó caer en el regazo del Uchiha. Y entonces ocurrió.


-¡Es suficiente!


Para cuando quiso reaccionar, ya era tarde. Todo lo que oyó fueron un par de hipidos y el ruido voraz de las llamas consumiendo el zorro de peluche.


Naruto había corrido a llorar al dormitorio. Y si, Sasuke se sintió como el bastardo mas ruín del mundo.


Habían cosas que eran inevitables. El impulso, por ejemplo.


De buena gana, Sasuke habría dejado la situación por la paz. Era cuestión de apegarse a su mal genio y culpar al niño por su irritante insistencia.


¿Consciencia?


Sasuke creía que ya no poseía una. Hasta que Shizune le dijo la verdad que escondía el aparentemente insignificante peluche.


Al parecer la madre de Naruto había llegado una noche del frío mes de octubre con el niño en brazos. Había tenido tiempo de llamar a la puerta antes de desplomarse inconsciente debido a la pulmonía que había padecido, y la cual la condujo a su muerte una semana más tarde de ser ingresada al hospital.


Tsunade había accedido quedarse con el niño de escasos dos meses de nacido que llegó portando un diminuto traje naranja, envuelto en una manta con estampado de sapos y un pequeño peluche de zorro que el bebé se rehusó a soltar debido al calor que le proporcionaba.


Arrastrando los pies sobre la nieve, Sasuke maldijo por décima vez su caracter y escasa paciencia, después volvió la vista hacia el papel.


¿En dónde diablos iba a encontrar un zorro real?


Mph...


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