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Memories por RLangdon

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En una semana, mi rutina dio un nuevo cambio radical. Las visitas a la azotea del edificio se convirtieron en visitas cortas y esporádicas al hospital. Ver a Naruto tendido en una camilla, aplastaba el escaso ánimo que me quedaba.
 
A veces me aburría de estar sentado con él en la misma habitación, en ocasiones le hablaba pero sabía que era inútil. Kabuto debió inducirlo al coma por el exceso de medicamentos que le suministraba para mantenerlo en un estado de absoluta inconsciencia.
 
Desde los primeros días, memorice el recorrido de las instalaciones. Había algunas máquinas de sodas, siete jardines, dos estacionamientos. Visitar a Naruto implicaba el hecho de tener que usar ascensor. Los pacientes de terapia intensiva se encontraban en el cuarto piso del edificio. Ver tantos enfermos me ponía a mi en un estado emocional deplorable. Jamás lloraba, pero sentía la tristeza golpeando desde adentro. Quería ser realista y dar por zanjado el asunto. Para Naruto debía ser mucho más trágico el encontrarse atrapado entre la vida y la muerte, y no poder hacer nada con ello.
 
¿Yo había provocado todo esto?
 
La culpa solía inundarme con frecuencia mientras recorría los pasillos con las manos enfundadas en los bolsillos.
 
Alcohol, medicinas, antisepticos. Aquellos olores me tenían asqueado.
 
Llanto, quejas, resonaban por las habitaciones.
 
Yo verdaderamente no tenía ningún próposito en la vida. Y perder las conversaciones triviales con Naruto, arrasó con todas mis esperanzas.
 
Me sentía solo e incomprendido en el mundo. Los días más grises solía vestir con una sudadera oscura, encendía mi móvil, colocaba los audífonos, subía el volumen y fingía que nadie más existía a mi alrededor. No los miraba, yo no estaba en su mundo, ahora ellos estaban en el mío, y no había cavida para nadie en él.
 
La oscuridad empezaba a seducirme, y yo no quería poner resistencia.
 
El octavo día me presenté a la azotea, aguardé unos minutos en soledad hasta que Sakura traspasó el umbral de la puerta.
 
Llevaba su cabello rosa alborotado por la reciente carrera que había emprendido. Aún respiraba con agitación y mantenía sus manos unidas cerca de su pecho, como en muda suplica.
 
-Sasuke kun, lamento haber tardado.
 
Contesté con un simple monosílabo y me senté en el borde. Pronto ella me imitó.
 
-Creí que no me recordarías más- trató de tomar mi mano y se lo permití. -Yo haría cualquier cosa por ti, Sasuke kun. Cualquiera que me permitiera seguir a tu lado- sus mejillas se sonrosaron al hacer mención a lo último.
 
Ella no estaba enterada de nada, no sabía que mientras nosotros estabamos allí, Naruto se debatía entre la vida y la muerte, todo por culpa nuestra. Mía por no haber estado allí, por dejarme arrastrar a la locura en lugar de hacer frente a los hechos. Suya por haber amedrentado a Naruto con su intento de suicidio y por haberle dado la espalda cuando él más la necesitaba.
 
-Tú no eres luz, Sakura. Eres oscuridad, igual que yo- mencioné, mirando el abismo bajo mis pies. A pesar de las circunstancias, eramos, en cierta manera, compatibles. Él unico que destilaba luz era Naruto, y su brillo se había opacado por nuestra causa.
 
Sakura siguió aferrandome de la mano, sus ojos aguamarina delataban su sentir. Me amaba. Lo hacía con la misma intensidad con que odiaba a Naruto. Yo sentía lo mismo, pero a la inversa.
 
-Podríamos intentarlo de nuevo- sugirió, alzandose de hombros en un gesto que aparentaba inocencia. -Naruto habría querido que...
 
-Naruto no existe más- la interrumpí, furioso porque lo nombrara de aquella forma tan hipocrita. Me levanté de súbito, tan rápido que generé una suave brisa con mi movimiento. -Y tú deberías estar muriendo en su lugar- coloqué mi pie sobre su espalda con firmeza y...la empujé.
 
Lo último que escuché fue un fuerte crujido contra el pavimento y el grito de alguien que intercedía por ayuda.
 
***
 
Pasado un tiempo, pude retomar mis estudios academicos. Contrario al sentimiento de triunfo que experimentaban el resto de individuos tras ver un logro concretado, yo me sentía cada vez más vacío. Tenía éxito en todo lo que me proponía, todo era demasiado sencillo que, terminaba perdiendo el interes en las escasas actividades que llamaban mi atención.
 
El mundo seguía girando, el tiempo transcurría sin reparos. Era yo quien me había quedado estancado y me rehusaba a integrarme al resto de individuos que componían mi entorno.
 
Mi relación con mis padres se volvió aún más hueca. Dejé de asistir con Tsunade pero ella ocasionalmente se presentaba para conversar con mis padres.
 
Llegó un punto en que volví a fastidiarme. Cesé con las visitas al hospital y me centré en mi solitaria rutina.
 
El día que volví a verlo, pensé que estaba alucinando. Recién salía del instituto cuando lo vi abordar un vehículo junto a un hombre mayor, de cabellera platinada y rasgos maduros.
 
Desacredité mi visión en ese mismo momento, pero el corazón es débil y los sentimientos te llevan a doblegarte aún cuando te resistes. Así que decidí cerciorarme y volver al hospital.
 
Había perdido la noción del tiempo, pero lo que más temía (e intuía) en el fondo, era que Naruto hubiera muerto. De nuevo me sentí culpable, esta vez por abandonarlo. Sin embargo, era muy tarde, y no pensaba retroceder.
 
Cuando recibí el parte medico con el alta, sentí que una parte dentro de mi cobraba vida, la otra se inundaba de un sentimiento contradictorio.
 
-Naruto- musité, dejando las hojas en la ventanilla. Tenía que salir a buscarlo, enfrentarme al mundo y traerlo de vuelta a mi vida.
 

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