Tuve una nueva discusión con mis padres por la noche. Había intentado obtener respuestas sin llegar a nada. Burdas excusas que auguraban que yo estaría bien y que no necesitaba recordar lo sucedido.
¿Cómo esperaban entonces que retomara mi vida?
¿Cómo puede una persona seguir adelante cuando su pasado esta plagado de sombras?
No sabía ni quién era. Ignoraba si era una buena o mala persona, y hasta ese momento no se me ocurrió indagar sobre experiencias pasadas. Yo había estructurado en mi mente una fortaleza que no era plenamente capaz de derribar.
A veces me resultaba imposible alejar esos pensamientos tóxicos sobre suicidarme. Tenía la demencial idea de que todo mejoraría si yo dejaba de existir, además, podría estar junto a Naruto, la única persona que me entendía.
El séptimo día volví al almacén. Con el paso de los días, Naruto se había ido apagando, apenas si conversabamos y ya le era imposible salir de la azotea. Sabía que tenía que darme prisa. No quería verlo desaparecer sin esclarecer nuestro vínculo y, sobre todas las cosas, sin haberle ayudado.
No paré hasta remover la última caja. Para entonces ya había oscurecido. Yo sudaba copiosamente, estaba agitado y las piernas me temblaban debido al esfuerzo fisico empleado. Estornudé varias veces debido al polvo, pero lo que más me molestó fue no encontrar absolutamente nada.
¿Acaso estaba buscando dónde no debía?
Pensé en ir a una de las plantas superiores a investigar, pero entonces alguien entró a la infraestructura. Me mantuve oculto entre una de las pilas de la esquina, apoyado contra la pared y reteniendo la respiración. No sabía si había hecho algo malo al indagar entre los materiales, por lo que opté por permanecer en mi sitio.
El hombre que entró era alto, de complexión delgada. Un destello se reflejó en la pared aledaña cuando se ajustó los anteojos. Llevaba su cabello grisáceo sujeto en una coleta.
¿Qué hacía aquel tipo a estas horas?
Sus rasgos se me antojaron familiares en demasía. Lo vi pasear entre las cajas y detenerse en la parte media de uno de los muros. Palpó uno de los ladrillos de la pared y, una puerta lateral, hasta entonces camuflada, se abrió.
Lo observé adentrarse, mi mente debatiendose entre seguirlo o marcharme. Podía ser peligroso, pero ya había desperdiciado mucho tiempo. Asi que me armé de una valía inexistente y me encaminé en esa dirección.
Apenas traspase el umbral, mis pies dejaron de responderme. Una luz celeste bañaba el lugar, una especie de laboratorio. Había material quirúrgico rezagado en algunas mesas, estanterías tan altas que resultaba imposible divisar las ranuras superiores, pero no fue eso lo que me perturbó, sino la cámara del fondo que contaba con un enorme vitral.
Busqué al individuo de anteojos, pero no lo encontré, por lo que seguí avanzando en esa dirección. Del otro lado de la vitrina había tres camas, en cada una de ellas había una persona, cada una ligada a un respirador artificial y una especie de lector de ondas cerebrales.
Sentí que perdía el aliento. La tercera cama estaba siendo ocupada por Naruto.
Me sujeté la cabeza con ambas manos y retrocedí unos pasos.
¿Naruto estaba vivo?
***
La ambulancia llegó poco después de que hiciera la llamada. No había rastro de ninguna otra presencia dentro del laboratorio, y a mi se me pidió presentarme a la comisaria a hacer mi respectiva declaración de lo sucedido.
Tuve que limitarme mucho en mi relato. Aún se desconocía la identidad de las otras dos personas, ambos varones. Todos en aparente estado de coma, Naruto incluido.
Permanecí horas junto a él en el hospital. Lucía tan frágil, que temí dejarlo, aún si estaba en compañia de enfermeras. Yo quería quedarme con él, pero no podía. Aún tenía cosas por hacer.
Le hice una promesa antes de marcharme.
Cuando llegué a la azotea, Naruto no estaba. Le llamé en varias ocasiones y lo esperé por casi una hora, sin embargo, él no se presentó. Temí lo peor en el fondo.
¿Esto era todo? ¿No podría hacer nada más por él?
Lógicamente no era libre. Quizá...quizá había vuelto a su cuerpo fisíco. Ahora que lo había encontrado, él había dejado de errar sin rumbo.
Si, eso debía ser. Pero...
¿Y si nunca más despertaba?
-Naruto...- caminé hasta el borde, me puse de espaldas y separé los brazos, extendiendolos mientras cerraba los ojos e imaginaba el vacío. Recordé como Naruto había evitado que cayera, como me había salvado la vida aquella vez. Ya no esperaba que nadie lo hiciera.
"Él se suicidó"
Abrí los ojos.
"Era mi amigo"
Bajé a terreno seguro.
"Te amo, Sasuke"
Una a una mis lágrimas fueron cayendo hasta ser absorbidas por el suelo.
No podía acabar así. Simplemente no tenía las agallas para hacerlo.
***
Esperé hasta bien entrada la noche y me hice con el material necesario antes de abandonar mi casa. Al llegar a mi destino, dudé inicialmente. No debería hacerlo, pero quería. Asi que forcé la cerradura y entré con sigilo, guiando mis pasos detrás del débil halo de luz de mi lampara. Fui directo por la fotografia. No podía perder más tiempo.
Desprendí el marco para retirar la imagen y entonces noté aquello que no encajaba. La fotografía había sido doblada un tercio hacia dentro. Cuando la desdoblé vi a Naruto junto a Sakura.
La sensación que me embargó fue demasiado extraña para procesarla. Sentí que tenía fuego en los dedos, acabé soltandola y una maraña de imagenes, de voces, de rostros, todo se agolpó en mi subconsciente.
Caí de rodillas al perder el equilibrio.
Ya recordaba todo.
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