Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inesperado por iscristin

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola! Ha pasado demasiado tiempo, estoy consciente de ello. Lo lamento, fueron demasiadas cosas y apenas ahora me he dado el tiempo de sentarme a escribir de corazón.

Al principio intenté escribir el final, pero me sentía triste por cosas personales, y al no tener ultimamante muchos comentarios llegué a sentir que tal vez no estaba haciendo un buen trabajo, y no quise escribir con esas emociones empañando algo que amo tanto y es tan improtante para mí. Despues de levantarme de eso, tuve un esguince que, me tuvo en cama bastante tiempo y eso me mantuvo bastante  ansiosa y cuando pude sentarme a escribir me sentía lista, y estoy aqui para entregarme en cuerpo y alma a una historia que es tan valiosa para mí.

Muchas gracias a la gente que sigue lleyendo mi historia a pesar de mi ausencia, espero que alguien siga por aquí y le dé otra oportunidad. Como dije, el final es bastante largo por lo que lo dividí, este sera algo así como:

 

Final, parte 1

 

Gracias de corazón por su palabras de aliento y regalarme su tiempo para leer esta historia. En esta primera parte del final vemos hacia donde nos lleva el dolor que Seiya mostró en el último caítulo, y se resuelve una parte de su vida que necestiaba cerrar. Lamento si existen personas quienes no se sientan identificadas con lo que pasa en este capítulo, hablo desde la experiencia personal utilizada para enriquecer mi historia, y lo personal es muy subjetivo y puede ser no para todo el mundo. Lo que está aquí sale desde mi corazón, con la esperanza de volverme mejor con cada capitulo que escribo y llegar aunque sea a alguna persona.

 

Sin mas que decir, aqui esta el capitulo, espero lo disfruten.

Seiya estaba caminando lentamente a enfrentar lo que para él, era un escalón que inevitablemente tenía que pasar para seguir adelante; él lo sabía, y aun así su corazón latía con fuerza mientras su estómago se comprimía como si quisiera desaparecer, sudaba frío y solo podía concentrarse en respirar.

No sabía cuantos segundos habían pasado mientras dejaba que el aire inundara sus pulmones, hasta que una mano se posó sobre su hombro; volteó a ver al dueño de ésta, quien lo miraba con amor y preocupación. Salió por un segundo de aquel trance y miró detenidamente. Deathmask se había acercado un poco a él para hacerle sentir a través de su mano todo el apoyo que podía demostrarle, Seiya lo había sentido y lo miró con una sonrisa melancólica. Su novio, su maestro y su diosa estaban ahí, acompañándolo en aquel momento tan difícil pero tan importante, mirándolo con preocupación. No sabía cómo sentirse, ni mucho menos que decirles, simplemente agradeció desde el fondo de su corazón que no lo hubieran dejado solo, mientras le agradecía con su alma a los dioses por haber puesto a personas tan especiales en su camino.

Lo hacía lo por si mismo, claro que si, pero también lo hacía por ellos, por el hombre que amaba y las personas más importantes de su vida. Contuvo la respiración con los puños cerrados para luego voltear al frente y caminar con paso decidido, ya no había marcha atrás. Frente a él estaba el que alguna vez consideró un enemigo acérrimo, mirándolo mientras esperaba tranquilamente que se decidiera actuar. Nunca pensó estar frente al Dios de los muertos una vez más, mucho menos pidiéndole un favor como aquel, pero aquí estaba. El pelinegro lo miraba con los ojos inexpresivos, el pegaso no sabía a ciencia cierta qué era lo que pensaba, simplemente lo siguió cuando lo empezó a guiar hacia una de las prisiones del inframundo, donde se encontraba Radamanthys.

-Espera Seiya

El aludido volteó a ver a la única mujer presente en aquel lugar y la observó con cariño. Días atrás, cuando estuvo emocionalmente listo, el castaño había solicitado hablar con la pelimorada solos ellos dos. Saori había accedido y se había portado tan amable como siempre lo había sido con él, como con nadie más.

Sin rodeos y directo al grano, le había pedido a la mujer que le permitiera ir al inframundo a visitar al Juez del infierno, a aquel que lo había lastimado; no le dijo mucho más que eso, no sentía ni quería agregar nada más, no tenía fuerzas para hacerlo tampoco, simplemente fue honesto y le dijo lo que sentía, que lo necesitaba.

La diosa al principio se sorprendió, ya que jamás imaginó que le pidiera aquello, y guardo silencio un momento. Pudo haber dicho muchas cosas al respecto, lo mucho que le preocupaba aquello y como lo hiciera sentir, pero calló. Veía a través de sus ojos marrones, tan transparentes como siempre habían sido, y supo inmediatamente que de nada serviría, con lo terco que era y simplemente guardo silencio. Le dijo que sí y habló con Hades apenas tuvo oportunidad. El pelinegro, por alguna razón la había estado esperando, seguro de que aquello algún día llegaría a suceder, y cuando estuvo todo de acuerdo, Saori le notificó a Seiya que en el inframundo los esperaban cuando él lo deseara con las puertas abiertas.

El pegaso inmediatamente hablo la situación con sus amigos, con su novio y con su maestro al respecto, antes de actuar. Recibió respuestas muy variadas al respecto, las cuales en general se esperaba, coociendolos bien a todos. Sus amigos todos estuvieron inseguros al respecto, para finalmente darle su apoyo incondicional, su maestro lo intentó convencer de lo contrario en una charla de muchas horas, hasta que accedió con la condición de que él estaría presente en aquello para cuidarlo, y Aioria abrazándolo y apoyándolo con su siempre carácter fresco; de todos esperaba una respuesta muy parecida a la que recibió de cada uno, pero quien logró sorprenderlo, fue sin duda su novio, estaba seguro.

Le había contado un día que estaban pasando el rato en su habitación, sentados sobre la cama; ambos estaban hablando animadamente, hasta que cayó un silencio espeso, y bastante inseguro, el castaño le compartió lo que planeaba hacer. El peliazul solo lo miró a los ojos intensamente.

-¿Cuándo será? – dijó con una sonrisa

-ooh… pues… no lo sé, quisiera que fuera lo antes posible –

El peliazul lo siguió mirando, Seiya se sentía tan vulnerable ante esa mirada azul profundo, al punto de sentir que se sumergía en el mar abierto.

-¿Estas molesto?

-¿Por qué lo estaría?

-No lo se… yo… sé que esto es tan extraño… incluso yo no termino de entenderlo. Esta idea salió de la nada, y todo mundo me expresó abiertamente lo poco convencidos que estaban al respecto, por lo que, incluso pensé que tú me dirías muchas cosas…. Que no lo hiciera, que es peligroso, que estoy loco… no sé, cualquier cosa

-¿Necesitas que te diga algo así?

-no no… es solo… no lo sé- miró hacia otro lado, avergonzado

El peliazul al escuchar aquello solo sonrió, tomó con una de sus manos una de las  mejilla de su castaño y deposito un suave beso en la que estaba libre. Lo tomó de los brazos y lo abrazó con fuerza, con Seiya quedado con la cabeza apoyada sobre su pecho

-No estoy a tu lado para decirte qué es lo que tienes que hacer Seiya. Yo solo quiero estar a tu lado en cada momento de tu vida y compartir juntos cada instante. Si esto es lo que necesitas hacer para seguir adelante, yo te seguiré hasta el fin del mundo… solo dime que día planeas hacerlo e iré contigo.

Seiya sonrió y cerró los ojos, aspirando el aroma varonil que desprendía el italiano. ¿Cómo pudo haber vivido tanto tiempo sin haberlo conocido?

Si había tenido alguna duda sobre lo que tenía que hacer, esta había desaparecido en aquel momento. Simplemente siguió los pasos que le dictó su corazón y habló con Saori para ver qué día podía hacerlo. Lo que pasó después de eso fue tan rápido que apenas y fue consciente de ello, simplemente espero paciente hasta que llegó el momento que lo lleve hasta aquel preciso instante, en el que estaba al lado de Hades y Saori lo miraba con melancolía.

Ambos se miraban intensamente. Desde lo que había pasado con Radamanthys se había creado un lazo emocional muy fuerte entre ellos dos. A pesar de todo, Saori seguía guardando con recelo sus sentimientos en espera de que algún día estos se extinguieran dentro de ella.

-Yo… solo…. Ten cuidado ¿de acuerdo?- sus bellos orbes azules se llenaban de lágrimas reprimidas, no se opuso ni por un segundo a lo que estaba pasando, pero eso no significaba que no estuviera preocupada por él.

Seiya sonrió, sus ojos también reprimían lágrimas y se acercó a ella para abrazarla con toda la ternura que le era posible. Saori se aferró a él como si fuera el aire que respiraba y le dijo en un susurro– prométeme que no vas a hacer una locura… que vas a estar bien y que vas a volver a mi lado…

-lo prometo

-Yo quiero que estés bien… Tú eres lo más importante para mí, y sin ti yo no podría seguir nunca más

El castaño abrió los ojos un instante y luego abrazó con más fuerza a la pequeña mujer. Él lo sabía, que ella lo amaba. No se lo dijo directamente, no se lo gritó con la fuerza  que guardaba en su alma, pero ni siquiera así hubiera logrado transmitirlo con la fuerza que lo estaba haciendo en aquel momento.

Seiya la quería infinitamente, con toda su alma, siempre fue su prioridad en la vida mantenerla a salvo, pero no correspondía tan ardorosos sentimientos. Le dolía, le quemaba el alma, pero no podía obligarse a sí mismo amarla, no podía darle lo que necesitaba de él. Era consciente que ella lo sabía y que había hecho un enorme esfuerzo por estar para él y ser su mejor amiga a pesar de todo. Estaba infinitamente agradecido con aquello hermosa mujer y solo podía pedir a los dioses que le dieran la oportunidad de encontrar el amor donde fuera correspondido. Volteó a verla, aun abrazándola y limpió sus lágrimas con los dedos. Le dio un beso en la mejilla y le dijo

-Jamás me alcanzarán las palabras para agradecerte todo lo que eres y haces por mí, Saori

La pelimorada negó, con las torrentes de agua escurriendo sin reparo sobre sus ojos. Era ella quien no podía dejar de agradecerle por todo lo que hizo por ella, por la entrega y el cariño tan intenso que le había otorgado indiscriminadamente ¿Cómo podía no amarlo?

-Voy a volver en una pieza, lo prometo. Y voy a seguir haciendo tu vida de cuadritos, haciéndote reír cuando no debo, haciéndote seguir mis travesuras hasta que hagamos explotar de ira a Shion ¿de acuerdo?…. Tranquila, voy a estar bien

Saori sonrió, y abrazo fuertemente a su mejor amigo. Se quedaron así un largo instante hasta que se soltaron para que el castaño pudiera seguir con su trayecto. La pelimorada no pudo evitar expresar lo que sentía por él y no sentía ningún remordimiento por ello. No quiso faltarle al respecto al de Cáncer, pero si no se lo decía, sentía que iba a ahogarse en su propia garganta. Lo soltó y le permitió ir hacia su destino. Se acercó nuevamente a los otros dos, sin voltear a verlos, simplemente encogida en sí misma. Aquello había sido muy valioso para ella y no quería confrontar a nadie en aquel momento.

El peliazul lo había visto todo con respeto. Era un celoso maniaco con su niño, pero con la pelimorada simplemente no podía ni siquiera enojarse con ella, todo lo lo contrario. Se sentía feliz de que pudiera sacar lo que tenía en el pecho, y guardó sus distancias, permitiéndole tener su momento. Cuando se soltaron, Seiya se acercó rápido tanto a Aioros como Deathmask y los abrazo intensamente antes de seguir al Dios. Los tres lo vieron partir y se quedaron esperando por él, sin saber muy bien que hacer mientras lo hacían.

------

Seiya iba con la cabeza gacha mientras caminaba tras Hades. El Dios iba en silencio, simplemente llevando hacia el lugar indicado al caballero de Athena, como había prometido. No sentía la necesidad de decir nada, u opinar al respecto de lo que sucedía.

El Dios de inframundo había cumplido adecuadamente con lo pactado con Athena y había castigado a su Juez con toda la fuerza de su ira, más que nada, haciéndolo pagar por osar ir en contra de sus inquebrantables órdenes.

 Al principio había sido divertido y desestresante ante su gran carga de obligaciones, pero después de un tiempo se había convertido en un lastre por que robaba su precioso tiempo y energía al pensar en maneras de torturarlo. Quiso deshacerse de él rápido pero intuyo desde un principio que el agredido Pegaso, necesitaría para dejar atrás todo aquello ver a Radamanthys sufriendo y seguramente algún día querría presenciar cómo se retorcía de dolor; y claro, no se había equivocado.

Era entendible ¿no? Si algo adoraba Hades era ver arrastrarse por el fango a sus enemigos y al menos podía simpatizar con eso. Se aseguró de que el rubio se viera lo más deplorable posible para que el santo se regocijara en su dolor, lo dejará atrás y él, tener la libertad de por fin poder deshacerse de aquella insignificante molestia de una buena vez por todas.

El rubio juez se encontraba en una prisión especial, donde se le hacía pasar por una gran variedad de torturas orquestadas por la Deidad a la que alguna vez había sido fiel con toda su alma, pero a quien no guardaba rencor alguno. Ese Dios cruel y despiadado era a quien había adorado e idolatrado toda su vida en cuerpo y alma, por ser el monstruo frio y sanguinario que era; la piedad era una vanidad hueca que ni siquiera él mismo sería capaz de perdonarle. Prefería degustar con amargura el dolor y la vejación que causaba sobre su atormentado cuerpo hasta hacerlo añicos, mientras él, grandioso y cruel se regocijaba en su majestuosidad maquiavélica y su poder onmipresente. Prefería eso mil veces a verlo arrodillarse a su lado con ojos tiernos y tratarlo como un perro callejero.

Si, prefería verlo usarlo como una herramienta en sus tratados con otros Dioses a que le perdonara la vida gracias al poder del amor y la amistad como seguramente lo haría la asquerosa perra de pelo morado. Repugnante.

Estaba de rodillas inclinado sobre sus hombros, intentando retener el aire en sus pulmones; últimamente se estaban ensañando con él con especial odio. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba encerrado, no sabía de días, semanas, horas, nada. Pero estaba seguro que al menos en aquellas ultimas ¿horas? Había recibido un trato más despiadado de lo normal. La sangre escurría de su cuerpo copiosa, su maltratado cuerpo luchaba, más por orgullo que por fuerza por no desplomarse en el olvido de la muerte. Si alguien lo viera así, arrodillado en una posición tan lastimera, pensaría que estaba rogando por su vida, pero nada podía estar más alejado de la verdad.

Él Radamanthys, no había pedido ni una sola vez misericordia, perdón o seso ante su castigo. No estaba arrepentido de lo que hizo, no sentía la más leve pisca de culpa en sus entrañas, estaba orgulloso de sí mismo y su temple ante su destino; todo lo que había hecho había valido la pena, el daño causado era irreversible y había sanado su propio rencor a través de sus acciones. Toda decisión tomada fue la correcta y había ganado esa batalla. Era el vencedor y su orgullo estaba intacto. Era un fuerte guerrero, el más fuerte de los jueces del inframundo. El más fuerte…

Una y otra vez, una y otra vez, las palabras ya memorizadas se repetían en su cabeza como un mantra sagrado, mientras era sometido a las peores condenas físicas y psicológicas. Se lo repetía cuando despertada de sus sueños fortuitos, cuando le dejaban solo un momento, cuando estaba a punto de quedarse dormido o muerto, no estaba seguro; no había momento en el que no se dijera aquellas palabras. Tan centrado estaba en repetirlas en su mente una y otra vez que no se dio cuenta cuando alguien quedó frente a él, al otro lado de los barrotes.

Cuando el pegaso y el oscuro Dios estuvieron frente a la prisión, Seiya se quedó quieto, callado, sin saber qué hacer. Habiendo cumplido su cometido, Hades se retiró en silencio.

El joven pegaso, no imagino la cantidad de emociones que iban a atravesar con furia su, en aquel momento, agitado corazón; ni siquiera la espada del Dios que hace un instante se encontraba a su lado había perforado su piel y sus entrañas de tal manera, y por un momento pensó que iba a perder el control sobre sí mismo y terminaría huyendo de todo aquello. ¿Estaba realmente listo? Probablemente no, y probablemente huir hubiera sido justo, merecido, incluso correcto, pero sus pies estaban clavados en el suelo.  El miedo estaba ahí todavía, podía sentir el interior de su cuerpo cimbrar y la sensación de peligro atravesar sus nervios desde sus piernas hasta llegar a su maltrecho y agónico corazón. Quería gritarle hasta que se le despedazara la garganta, lo quería. Estaba constando demasiado no hacerlo. Se aferraba con todas su fuerza a los oxidados barrotes, como si con aquello estuviera aferrándose a sí mismo con la poca fuerza que tenía. No estaba ante sus ojos un hombre sufriendo, estaba frente a él sus propios demonios, sus pesadillas y las agonías de su alma.

No pudo evitar soltar lo que sonaba como un grito ahogado, y fue entonces que el rubio, apenas sosteniéndose con todas sus fuerzas, fue capaz de notar otra presencia frente a él. No volteó a ver a quien lo perturbaba en un principio ya que pensó que seguramente vendría alguien a seguir torturándolo y simplemente espero paciente a que siguieran con su tormento.

Claro que había sentido la presencia de su Dios, además que eso significaba que su “descanso” había terminado, pero lo había ignorado olímpicamente. Ya no estaba a su servicio, ya no era uno de los suyos, perdió su sápuri, su honor y su cosmos, y terminó siendo solo un esclavo y traidor, por lo que no le debía ya ninguna reverencia. Cuando se retiró supuso, que ya aburrido, simplemente había ordenado a un espectro cualquiera que se divirtiera con él por un rato. No había levantado la vista, porque no tenía ganas de confrontar ya la mirada de burla y asco de nadie, pero después de lo que le pareció una eternidad se cansó de que lo tuvieran ahí esperando y levanto con toda la fuerza que le quedaba su rostro para gritarle al otro que empezara de una condenada vez.

Lo que vió, no se lo espero ni en sus más sádicas pesadillas. Ahí frente a él, estaba quien, era el causante de su lastimera situación.

Por un instante su rostro dejó ver la sorpresa y el miedo reflejado en su rostro, para luego pasar a la ira ciega y la burla. Sabía a consciencia que tenía un castigo que pagar por su insolencia, que Hades estaba fúrico por casi arruinar sus putos acuerdos, pero aquello sobrepasaba toda humillación. ¿Cómo había sido tan despiadado de dejarlo, en aquella posición tan degradante frente a la mierda asquerosa aquella?

Que pregunta tan estúpida, pensó inmediatamente. Estaba hablando del Rey del horror y la brutalidad, aquel a quien solo algo tan denigrante podría ocurrírsele por mero placer y diversión; estaba seguro que esto había sido una artimaña le da perra de Athena, pero también estaba seguro que Hades lo había aceptado gustoso, sabiendo lo humillado y colérico que iba a sentirse. Mil veces malditos los dos.

No iba a dejarse vencer. Incluso si aquello era parte de sus torturas, él, Radamanthys de Wyvern era un orgulloso guerrero y no iba a permitirle ni a él ni a nadie verlo débil, mejor iba a buscar disfrutar de aquel momento tanto como pudiera.

-Vaya… nunca imaginé que tendrías la fuerza para confrontarme, sí que eres un pendejo….

La voz, entrecortada y cansada, delataba apenas su débil intento de parecer fuerte, pero ni siquiera así Seiya podía encontrar sosiego en su alma. No podía dejar de mirarlo, intentando encontrar dentro de sí todo el odio y asco que había guardado en su alma, matándolo en vida, para poder desearle hasta el cansacio que se fuera a la mierda. Solo podía sentir la bilis acumularse en su garganta y como su cuerpo estaba cansado hasta el hartazgo, estaba cansado de correr en círculos en búsqueda de algo que no estaba aquí en el inframundo ni en ningún otro lado, estaba dentro de él, en su alma, y solo en aquel momento pudo descubrirlo.

El rubio tampoco se sentía mejor ni por asomo. Pensó que si alguna vez tuviera que ver nuevamente a aquel pendejo, que rarísima vez lo pensó, siendo honestos, sería algo completamente diferente, que se sentiría… distinto. No estaba seguro de qué era lo que esperaba pero se esforzaba con todas sus fuerzas por verse cruel, fuerte y poderoso, pero era falso incluso para él mismo.

-¿Qué pasa? ¿Estas asustado? –“Tranquilo, no pierdas la calma” -¿Quieres un abrazo? Jajajaja. Sigues siendo un pendejo cobarde y un débil. ¿A qué mierda haz venido? – “Esconde tus verdaderas emociones” - ¿Quieres cobrar venganza eh? ¿Saldar cuentas? Entra aquí a mi modesto palacio, aprovecha mi debilidad y gózame como yo te gocé a ti, pequeña mierda… eso es lo que deseas ¿no? Me das asco – “Sigue así, no te rompas, no te rompas….” – ¿o acaso quieres que te de tu merecido nuevamente eh?  ¿Quieres… quieres nuevamente?

-Callate… Callete… es suficiente

-Ja! ¿No quieres escucharme ya? ¿Te he lastimado nuevamente? ¡Ponte a llorar como el marica que eres y vete a la mierda de una buena vez, pendejo! – “Tienes que mantenerte calmado, no te muestres débil”

-Ya es suficiente- dijo el castaño, aunque por dentro estaba teniendo una revolución emocional, por fuera estaba manteniendo la compostura, no por que estuviera fingiendo, si no por que más que nunca se sentía listo – Pensé… por mucho tiempo que te odiaba y que verte hecho pedazos como ahora, iba a calmar a mi corazón, que podría sacar toda la ira  y el odio que guarde por ti por tanto tiempo y que eso me ayudaría a sanar pero… estaba muy equivocado. - Guardo silencio un momento, al igual que el rubio, quien apenas y podía contenerse y prefería usar su poca fuerza en mantenerse firme ante aquel mocoso insufrible

El castaño tomó aire -Tal vez a mi ego le habrá traído un instante de gozo verte en tan lamentable estado, pero mi alma solo está cansada de luchar contra ti.... estoy cansado de odiarte y desgastarme en entender el porqué de lo que hiciste, ya que, ahora mismo entiendo que no hay un por que…. – se agachó, quedando su rostro más cerca del juez, que lo miraba con sorpresa disfrazada de ira, el moreno comenzó a llorar – Estoy cansado Radamanthys, de odiarte… ahora que estas frente a mí puedo ver lo pequeño que eres….

-¡Yo no soy débil! Eres un cobarde… si yo tuviera mi armadura ahora mismo….

-Cállate… por todos los dioses, ¿no lo entiendes? nada tiene que ver con lo lastimado que está tu cuerpo... nada tiene que ver… incluso cuando reluces tu armadura prepotente, eres tan insignificante que odiarte es casi ridículo…. No puedo perdonarte y no sé si voy a hacerlo algún día, solo lo sabré hasta el último de mis días, pero sé que puedo perdonarme a mí mismo, por haberte dado tanto poder sobre mí y por no haber podido hacer algo para defenderme- lo miro con tristeza, pero igualmente con tanta lástima que el rubio perdió la poca compostura que tenía sobre sí mismo, rojo de la ira comenzó a llorar – Espero que algún día puedas perdonarte por lo que me hiciste, por lo que has hecho a tantas personas y a ti mismo… Adiós Radamanthys-

El antes orgulloso juez tomó todas su fuerzas y se levantó para gritarle fúrico mientras el otro simplemente se iba a y lo dejaba ahí, actuando como un desquiciado. Incluso si lo humillaba profundamente, incluso después de haberlo violado…. el maldito pendejo siempre encontraba la manera de vencerlo. La vida era una puta injusticia. Ni siquiera en su agonía, aquella mierda lo había dejado en su patético encierro gozar de la pobre mentira que se había contado a sí mismo. Se dejó caer al suelo de rodillas, llorando descolocado y rojo de ira, mientras se repetía el mantra que le habría traído una paz artificial, aunque fuera efímera…

-No estoy arrepentido de lo que te hice…. No siento nada de culpa por todo el daño que te causé, estoy orgulloso de mí, estoy orgulloso de mí… te odio… te odio- Una y otra vez, se reproducía en su mente, una y otra vez hasta que alcanzara el día, aunque le tomara toda la eternidad, en el que se creyera su farsa absurda y sus demonios dejaran de atorméntalo día y noche… algún día.

No muy lejos de ahí se encontraba mirándolo en las sobras el que fue una vez su amo y Señor. No lograba entenderlo ¿En qué momento se había convertido uno de sus guerreros más fieles en esa patética broma de mal gusto? No podía sentir nada más que asco, y tal vez, solo tal vez un dejo de lástima, de esas que dejan un regusto amargo a miseria. Sintió incluso más ira hacia el rubio de ser posible. Tal vez matarlo no era necesario al fin de cuentas. Supo de buena fe que dejarlo solo con sus pensamientos por un largo tiempo iba a ser peor que el más terrible de sus infiernos, no por nada era una deidad da la condena y el suplicio. Se fue de ahí en busca del caballero de pegaso para llevarlo con Athena y poder por fin terminar con aquel circo.

Seiya se había alejado todo lo que le fue posible de Radamanthys hasta que no fue capaz de escuchar su voz. No sabía dónde estaba, simplemente se recargó sobre un pared mientras respiraba agitadamente. Las lágrimas corrían copiosas y solo pensaba en correr a los brazos del hombre que amaba. Cuando sintió a Hades llegar solo volteó a verlo mientras este le hacía una señal para que lo acompañara. Lo siguió manso, sintiendo como poco a poco el peso de su alma iba a reduciéndose y convirtiéndose en un enorme deseo por salir adelante. Cuando ambos llegaron a donde estaban los otros tres, estos quisieron hablarle a Seiya, pero Hades, ya cansado de que gastaran su tiempo en sus dramas humanos, paró en seco todo y hablo solemne.

-Espero que esto haya sido de utilidad. Tengo mucho trabajo esperando por mí por lo que debo acabar ya con esto y pedirles que se retiren. Athena, espero nuestros acuerdos sigan de pie y sigamos trabajando en mejorar nuestras relaciones.

-Así será, Hades. Te agradezco por otorgarme esta oportunidad.

El aludido solo hizo un gesto con la mano de “no es nada, pero lárguense ya” y se retiró a su Castillo a seguir con sus infinitas obligaciones.

Seiya simplemente se acercó a Deathmask y lo abrazo mientras lloraba en silencio, quien le correspondió el abrazo mientras le preguntaba si estaba bien. Seiya no dijo nada, solo se dejó llevar por la tranquilidad que traía a su alma el estar por fín en brazos del peliazul. Ya había acabado todo; se terminó por fín. Incluso si él había buscado aquello, incluso si él sabía que lo necesitaba, había sido una de las cosas más difíciles que había tenido que hacer en su vida, y esperaba nunca más tener que pasar por algo semejante. No estaba seguro de cuanto tiempo pasó hasta que sintió la mano de Aiorios en su hombro, y sin pensarlo se lanzó a sus brazos. También lo necesitaba a él.

Los tres abrazaron al castaño, para luego retirarse de aquel lugar, que esperaban nunca más tener que visitar. Cuando volvieron al santuario Aioros se quedó hablando la situación con Athena después de haber dejado a Seiya en el templo de Sagitario descansado; estaba seguro de que el otro cínico infeliz aprovecharía su ausencia para colarse en su cuarto pero no había vuelto con arco y flechas en mano a sacarlo a patadas de SU templo porque sabía que Athena lo necesitaba y quería hablar con ella. Maldito cangrejo.

Seiya estaba recostado en su cama mirando el techo de su cuarto mientras pensaba en todo lo que había pasado aquel día. ¿Había sido en serio real? No terminaba de creerlo. No se sentía triste, aunque realmente no estaba sintiendo nada en aprticular, solo estaba muy cansado. Estaba a punto de cerrar su ojos hasta que sintió una familiar presencia detrás de su puerta y no pudo evitar sonreir.

-Pasa Death- se incorporó, sentándose, para luego, cuando abrió la puerta palmear sobre su cama, invitándolo a sentarse a su lado.

-¿Cómo estás amor? – dijo sentándose frente a él mientras ponía una mano sobre su mejilla. Estaba infinitamente preocupado por su niño, pero al mismo tiempo, sentía hervir en su corazón un infinito orgullo. Seiya les contó a grandes rasgos lo que pasó, y no dejó de preguntarse si él sería capaz de hacer algo como eso. Fue una situación muy dura y no pudo si no respetar a su novio con infinita admiración por haber confrontado a su agresor. Ojala que el malnacido aquel se pudra en el infierno (literalmente) y que pase esta vida y las que tenga que revivir pagando por sus atroces actos. Él por su parte nunca iba a dejar de odiarlo hasta el último de sus días.

-No lo se… yo, fue algo difícil, pero estoy bien. Me siento fuerte y quiero seguir adelante. Solo espero que esto quede atrás y pueda ser feliz – lo dijo muy en serio, solo quería encontrar la paz que se le había robado y vivir su vida.

- te amo Seiya, y estoy muy orgulloso de ti ¿Te lo dije hoy?

Aquellas palabras nunca dejaban de calentar el corazón de Seiya y poner rojas sus mejillas, se sentía cálido por dentro y su alma bailaba de alegría, aunque agachaba la mirada y juagaba con los dedos – nop, pero lo hiciste ahora mismo… yo también te amo Deathmask… con todas mis fuerzas. – lo miró intensamente, siendo honesto de corazón.

El italiano vio en su rostro el cansancio físico y no pudo evitar sentirse un poco culpable – Estas cansado… no quise molestarte… sé que debes estar bastante agotado pero no quise dejarte solo en un momento como este… ¿me perdonas?

-No, haz interrupido mi sagrado descanso y tendrás que pagarlo caro – hablo con la misma solemnidad que utilizaba en su voz el dios del inframundo. Sabía que el Dios era así en serio y que realmente se sentía la última soda del desierto, pero a él le parecía bastante gracioso, no creía que fuera tan malo como intentaba aparentar. Estaba agradecido con él por haberle permitido hacer aquello y lo estaría para siempre.

-¿Ah sí? ¿Y cómo vas a hacerme pagar por mi terrible pecado? –dijo sentándose cerca, muy cerca de él con una voz seductora.

-Ven aquí- lo jaló de la camisa para robarle un beso apasionado. No estaba listo para tener algo sexual con él, pero lo necesitaba ardorosamente a su lado y que lo hiciera sentir amado. El peliazul correspondió el beso con la misma pasión mientras lo abrazaba de la cintura. Como le hacía falta tener un momento así con su niño. Se sentía en el cielo hasta que, de manera sorpresiva se abrió la puerta.

-Gracias por tu bienvenida y tan estimada visita a mi discípulo mientras no estaba, Deathmask, seguramente no aprovechaste que no estaba para sacar ventaja de su fragilidad y jugar al conquistador, lo cual valoro mucho pero he vuelto y tienes la libertad de volver a tu templo ¡de inmediato! – dijo el arquero. Despues de hablar con la pelimorada y darle su apoyo había prácticamente corrido hacia su templo para sacar a patadas a Cáncer.


Los novios separaron al instante, solo porque el castaño se apartó avergonzado, aunque ya bastante acostumbrado. Si por el peliazul hubiera sido, hubiera seguido besándolo en su cara para que se le quitara lo cabrón y lo entrometido, pero era tarde para peleas y no quería perturbar a Seiya de aquella manera. Se retiró de ahí, despidiéndose con un abrazo a su castaño, para luego caminar hacia la puerta mientras miraba “cálidamente” al arquero mientras se iba. Que ganas de romper las pelotas.

Aioros se quedó un momento hablando con Seiya, lo abrazó y se quedó un rato consolándolo mientras el peliazul esperaba fuera del templo. Supo perfectamente que el castaño querría hablar con Seiya sobre lo que había pasado y lo entendía de corazón, en verdad que sí, pero quería seguir a su lado, y pensó animadamente que tal vez si esperaba lo suficiente el arquero del infierno se iría a dormir y podría volver a estar con Seiya a escondidas.

Había pasado un buen rato mientras miraba de reojo hacia dentro en espera de ver al castaño mayor salir del cuarto de su niño, no estaba muy seguro de como llevar a cabo aquella situación sin morir en el intento, pero nada perdía con intentar…. esperaría lo que fuera necesario y cuando se descuidara….

-Supuse correctamente que estarías aquí, como el rufián delincuente que eres esperando que me dé la vuelta para entrar al cuarto de Seiya ¿no es cierto?

El de Cáncer brinco sobre sí mismo, espantado hasta los huesos, sintiendo que a su corazón le había faltado poco para tener un infarto. Volteo a ver a su “suegro” horrorizado, quien había salido detrás de él, quien sabe de dónde sin haber hecho notar en lo más mínimo su presencia, con cara de pocos amigos. Por primera vez que tomó en serio las palabras de Seiya, quien aseguraba que Aioros tenía poderes que no eran de este mundo. Cielos.

-¿De qué hablas? Solo quería despedirme de ti, Aioros…. Es que yo…

-Basta… no seas un cobarde- levantó su mano, cansado del espectáculo tan patético- No confió en ti y nunca lo haré, pero supongo que eso ya lo sabes

-Si Aioros, lo sé perfectamente- Dijo con una sonrisa forzada ¿Se lo tenía que decir a diario?

-Voy a visitar a Aioria a pasar tiempo con el rufián sinvergueza de mi cuñado. Cuando vuelva, espero que te hayas ido a tu templo… si llego a notar tu presencia, si llegas a pasarte de listo con mi muchacho… vas a volver hoy mismo al inframundo, pero no te va a llevar Athena cálidamente como hace unas horas, yo mismo te llevare arrastrando y te pondré en el lugar más recóndito y ruin que encuentre en aquel lugar. Buenas noches. – dijo para luego retirarse inmediatamente.

El arquero se dirigió hacia el templo de Leo sintiéndose bastante cansado. Sentía que se iba a volver visco y loco un día de estos. Un ojo en el cangrejo calenturiento que no le quitaba las amnos de encima a Seiya y otro en el fénix amargado y cínico que había elegido su hermano como pareja era trabajo de tiempo completo. Suspiro, sintiéndose derrotado sin terminar de entender por qué las personas que más quería se empeñaban en escoger como compañeros de vida a vagos sin futuro y sin un gramo de decencia. Resignado fue a tratar de llevarse bien con aquella sabandija. El cabello azul es el signo inequívoco de la maldad, se dijo.

Por su parte el peliazul se quedó estático, con la cara desencajada, en su lugar mirándolo partir. ¿Acaso había entendido bien? ¿Le había dado la oportunidad de quedarse con Seiya sin tenerlo detrás de él respirando en su nuca como un psicópata? No estaba seguro pero no lo debatió demasiado en su cabeza y entro al templo como alma que lleva al diablo, para volver a los brazos del hombre que amaba agradecido con todos los dioses, el universo, Aioros, e incluso al Fénix por quitarle de encima un poco de la atención obsesiva de Aioros e incluso las atenciones “fraternales” de Aioria hacía con Seiya. Los dioses le sonreían y se sentía en las nubes.

Abrió lentamente la puerta del cuarto del pegaso, para encontrarse con él, dormido como un muerto, vencido por el cansacio. Sonrio enternecido, y feliz de que en su rostro no se veía el dolor y la angustia que había visto muchas veces en otras ocasiones, sino una paz que hace mucho no le había visto. Entró sigilosamente y se acostó a su lado, abrazándolo protectoramente. El castaño entre sueños se volteó para abrazarlo, y completamente feliz se quedó a su lado por aquella noche, cuidando de su sueño tranquilo. Antes de dormirse le dio un beso en la frente mientras le decía que lo amaba.

“Todo estará bien”. Fue lo último que cruzó su cabeza antes de quedarse dormido.

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer. Me parece que esta primera parte tiene un final alegre, que da paso a lo que concluye esta historia. Estoy muy feliz y agradecida por que se tomaran el tiempo para leer. 

Qusiiera comentar algunas cosas: Es muy ambigua la parte de donde se encuentra Radamathys, y seguro se sentirá de esa manera; no supe por donde empezar a investigar al respecto y preferi pecar de ambigua que de ignorante sobre un tema tan fascinante. Espero de igual manera lo disfruten

En estos dos ultimos capitulo quise darle un cierre a cada personaje que tuvo un valor sustancial en esta historia, algunas personas lo preferiran de otra manera, o pude ser mas sutil, simplmenete quise a darle a cada quien su momento especial, y me siento contentar por ello. Intentaré en nuevas historias utilizar herramientas distintas, voy aprendiendo y esto es muy divertido.

Por último, aproveché estos momentos de inmovilidad para realizar una "portada" para esta historia, está a lapiz, y puedo ponerle color pero no pude esperar y se los comparto ahora a través de instagram, ya que no supe de que otra manera hacerlo, aqui dejó la información necesaria:

Mi usuario: is.cristin

Portada:  https://www.instagram.com/p/CQAIZ9pjOEx/

 

Si les gusta y les interesa verlo con color por favor denme amor en la publicación, y si les interesa que dibuje algún ship que les gustem sientan la libertad de pedirlo, me es dificil elegir entre tantos que disfruto y me es mas facil de esa manera. Muchas gracias por todo, les mando un abrazo enorme y nos vemos en el sigueinte capítulo, que es el final.

¡Besos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).