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Flufftober por Girlyfairly

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14. Cepillar el cabello del otro.     


L espera sentado frente al tocador, su sospechoso lleva días con la idea de peinarlo, hasta pidió algunas cosas en línea y cuando algo se le mete en la cabeza, no hay nada que lo haga cambiar de opinión. El único motivo por el que accedió a soltar la cadena es porque el pedido será entregado en el primer piso y Watari lo acompañó, jamás lo hubiera dejado ir solo. Está un poco nervioso, en el tocador hay un sinfín de productos que el adolescente utiliza a diario, no entiende por qué tenía que pedir más.


—¡Volvimos! —Anuncia el castaño con una voz chillona que usa cuando está realmente emocionado. L a veces hasta duda que sus sospechas sobre que él sea Kira sean correctas.


Watari viene detrás de Light, empujando un carrito de dos pisos repleto de cremas y herramientas para el cabello. El detective abre los ojos más de lo usual y parpadea asustado.


—¿Y con mi tarjeta de crédito...? —murmura, señalando el carrito.


—Ajá. —Tal vez no se hubiera excedido si L no lo hubiera retado usando la frase «ni tú podrías lograrlo», va a demostrarle que esa melena rebelde puede ser domada— Bien, comencemos. —Dice tras colocarse una gabacha como la que usan los barberos.


Empieza aplicando un tratamiento y le envuelve la cabeza con un gorro térmico. Watari no ha dejado la habitación, por lo que debe llevarse un par de dedos a los labios para evitar reírse del detective.


—¿Y para qué es esto? —se abraza las piernas contra el pecho sin dejar de ver curioso su reflejo, parece un alíen o algo así— Me veo raro.


—Tienes el cabello reseco. —Responde de forma seria, está concentrado en ordenar las cremas y herramientas en el orden que las utilizará.


Una vez que pasa el tiempo del tratamiento, Light procede a quitar el gorro y es cuando los problemas inician. Se supone que el cabello debería estar más suave, pero el peine queda atrapado tan pronto como intenta pasarlo.


—Auch... —se queja el detective cuando siente un tirón, y a ese se le añaden muchos más en los que su cabeza se mueve de un lado a otro— Te... lo... auch... dije...


Como si no hubiera sido suficiente con obligarlo a tomar un baño, ¿ahora también se mete con su cabello? Una mejor pregunta sería: ¿por qué él le permite todo esto?


—¡Deja de quejarte que me desconcentras! —Gruñe el castaño, sacando a L de sus cavilaciones con un jalón de pelo al seguir intentando desenredar esa melena.


De tanto hacerlo, el peine termina enredándose por completo. Light se detiene de inmediato y traga saliva, olvida que su rostro no pasa desapercibido en el espejo.


—¿Qué? ¿Qué pasa?


—¡Nada! —Se apresura a responder fingiendo una sonrisa. Disimuladamente saca unas tijeras de su gabacha y corta el mechón. Debe hacer un esfuerzo sobrehumano para no poner cara de espanto al ver que su "corte sutil" dejó un hueco en la melena del otro— Sigamos. —Sonríe, solo tendrá que ocultarlo con algunos mechones de cabello.


Cree que su error fue no haber usado el peine adecuado, así que el siguiente que escoge es uno con los dientes bastante separados. No obstante, el pelo de Ryuzaki se niega a ceder tan fácilmente.


Pasa el tiempo y lo único que ha logrado es que el peine se deslice con menos dificultad.


—Uf, ¿alguna vez te habías peinado? —Pregunta el castaño, pasándose el dorso de la mano por la frente para retirarse el sudor.


L tan sólo encoge los hombros mientras engulle un pastel. Hace un rato Watari le trajo un carrito lleno de postres porque se estaba aburriendo y era la única manera de animarlo y convencerlo de seguir ahí.


—¿Light-kun ya se dio por vencido?


El aludido frunce el entrecejo y menea la cabeza. Aunque esté cansado sabe que puede lograrlo. Sin embargo, no sabe cómo. Desenredarle el cabello fue la parte fácil, el verdadero reto es hacer que esa esponjosa melena quede manejable.


—Hora de la artillería pesada. —Dice Light, tomando una plancha de pelo y chocando las placas entre sí.


Intenta con todo: proteínas, combinación de cremas, secadora, cepillos que prometían un liso extremo con solo un par de pasadas, y nada. Está a punto de rendirse aunque eso signifique admitir que estaba equivocado. No obstante, de pronto lo inimaginable se vuelve realidad.


La mano de Ryuzaki deja caer una fresa, Watari se acomoda de forma apacible los anteojos y Light se talla los ojos para asegurarse que lo que ve es real: el cabello de L cae en sus hombros completamente lacio.


—¡Te lo dije! —Celebra el adolescente mientras el detective se toma con desconfianza un mechón— ¡Hay que mostrarle a los demás! —Light ni siquiera le da tiempo de asimilar el cambio, lo sujeta del brazo y lo lleva con él.


Todos los miembros de la Task Force se quedan anonadados al verlo.


—Ry-Ryuzaki... ¿eres tú? —Balbucea Matsuda, acercándose despacio.


Light les presenta orgulloso su más reciente creación, haciendo alarde de lo que ocupó para semejante resultado. Sin embargo, algo pasa de pronto, así como el cuento de hadas de cenicienta terminaba a las doce, lo mismo parece ocurrir con el cabello del detective, el cual vuelve a su estado natural tras un suave «¡puf!». 


El primero en emitir sonido es Light, quien suelta un chillido antes de dar media vuelta y dirigirse a la habitación, tiene un sinfín de páginas a las cuales reclamar por publicidad engañosa. Los demás miembros se quedan en silencio por unos segundos, hasta que cada quien vuelve a su asiento, si el espectáculo ya terminó tienen trabajo que hacer.


L también camina hacia el suyo, y mientras lo hace, va jugando con un mechón de pelo, está tan sedoso que es agradable al tacto. Pero al llegar a su puesto, le da la espalda a los demás, y es cuando notan cierto hueco en la parte trasera de su cabeza.


—Emmm... —Matsuda carraspea la garganta, sin saber cómo decirle. No obstante, Watari interrumpe antes que pueda decir algo.


—Ustedes no han visto nada, caballeros.


Lo que resta de la tarde L pasa más ocupado tocándose el cabello que trabajando, fascinado porque nunca lo había tenido tan suave.


 


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