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Maestro de Seducción por _Emmyllie

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En cuanto se libró de las preguntas de su madre, quien apenas lo vio le aseguró que podía notar que algo no andaba bien con él, Harry se encerró en su habitación para poder sumirse a solas en su miserable y floreciente angustia.

Boca abajo en su cama, no paraba de pensar en Tom, el rastro de la calidez de sus labios aún cosquilleando sobre la sensible piel de los suyos. Recordaba su fresco aliento entremezclándose con el propio, la sedosidad de sus rizos oscuros enredados entre sus dedos, la textura tersa de su piel friccionándose contra la suya. El susurro de su voz entrecortada, la delicia de sus jadeos en su boca, el errático ir y venir de esa respiración muriendo bajo el fogoso peso de sus besos.

Había sido una experiencia tan intensa, tan erótica, tan adictiva. ¿Cómo alguien podía tener ese grado de sensualidad? Riddle era un jodido deleite, no importaba cuántas veces intentara negárselo a sí mismo. Y ahora que había degustado el embriagador sabor de sus labios, no sabía si sería capaz de resistir el impulso de probarlos una vez más cuando lo tuviera en frente.

El idiota debía enseñarle a seducir, no aplicar sus métodos en él para encantarlo con su hechizo.

Suspiró derrotado, estirándose para alcanzar su móvil, el cual llevaba ya un rato sonando insistentemente. Su estómago se apretó al ver el remitente de la llamada, un tembloroso dedo presionando la tecla para contestar.

—Tom —pronunció, el nombre deslizándose como un entrecortado susurro de sus labios.

—Harry —expresó éste desde el otro lado de la línea, ni el más mínimo amague de angustia o perturbación impregnándole la voz—, hubo un cambio de planes; en vez de la reunión de esta noche, Abraxas organizó una escapada de fin de semana a la casa que su familia tiene en las montañas —le comunicó, un sentimiento extraño de decepción abrumando a Potter al captar en su tono lo poco que había significado para él lo sucedido horas antes entre ellos—. La idea es pasar lo que queda de sábado y casi todo el domingo allá, para poder devolvernos por la noche y así alcanzar a asistir a clases el lunes. Tengo que acompañarlos sí o sí, porque me había comprometido con Abraxas desde antes. Pero tú no sé si quieras venir, aunque de todas formas le avisé que tal vez te llevaría conmigo. Draco irá también, así que supongo que sí te interesa... no creo que quieras desaprovechar la oportunidad de intentar algo con él.

—Iré —respondió sin pensar, cierto resentimiento haciéndose palpable en sus palabras—. Quiero hacerlo, si no te molesta, claro está —precisó, sintiéndose un completo idiota por el aparentemente infundado enojo que bullía en sus venas.

Debería estar complacido, eufórico, expectante al saber que su guapo crush y él estarían compartiendo el mismo espacio, lo que incrementaba de manera exponencial sus posibilidades de llamar su atención. Pero en cambio se sentía tan indiferente, incluso apático al respecto, y toda la culpa la tenía el hermoso bastardo de voz seductora que yacía al otro lado del auricular.

—No me molesta —expresó Riddle, esa maldita despreocupación aún presente en su forma de hablar—. Pasaré por ti en una hora, para irnos juntos al punto de encuentro que acordamos con Abraxas y de ahí partir todos en la casa rodante de los Malfoy. Empaca algo ligero, ropa abrigada y lo que consideres necesario para dos días. Yo me ocupo de tus padres, será fácil convencerlos.

—De acuerdo —accedió Harry, reprimiendo un suspiro extenuado—. Te veo entonces, Tom.

Éste respondió con un escueto "Ajá", colgando la llamada sin siquiera dignarse a decirle adiós.

El azabache gruñó enfurruñado, lanzándose boca arriba en el colchón, sumamente frustrado.

Llevaba horas atormentándose, pensando en la reciente sesión de besos que habían compartido, cuestionándose hasta la razón de su existencia por culpa de la abismal revolución emocional que le provocó, mientras que para el insufrible de su no amigo parecía tener menos relevancia que un encuentro casual y fugaz con un completo desconocido.

—Estúpido Riddle, como te detesto —masculló contra la almohada, aguantándose las ganas de gritar a causa de la insoportable ira que llameaba bajo su piel.

~~~

La familia Malfoy tenía en su haber una muy grande y lujosa casa rodante, por lo que Abraxas debió persuadir a sus padres de que se las prestara como medio de transporte para el viaje de tres horas que él y su cuidadosa elección de invitados debían realizar. La única condición que le impusieron para acceder a su petición, fue que llevara a Bellatrix también, pues al ser su futura esposa, se esperaba de ambos que convivieran en harmonía fuera de las paredes de Hogwarts. No le quedó más remedio que aceptar, resignándose a tener que pasar todo ese tiempo en compañía de su insufrible y algo neurótica prometida. Su compromiso no era más que una fachada, así que poco le preocupaba lo que ella hiciera o dejara de hacer frente a él.

Había elegido a los más influyentes o populares de la escuela para acompañarlo, asegurando así que su selecta reunión tuviera provechosos frutos a futuro. De último año Fred y George Weasley; de tercero Neville Longbottom, su primo Draco, Tom Riddle y como inclusión de última hora, Harry Potter; de segundo Ginny Weasley y Luna Lovegood. Todos provenientes de familias acomodadas y de renombre, sin mencionar su excelente posición dentro de la jerarquía escolar.

Teniendo todo listo ya, acordaron reunirse en una concurrida y bastante conocida plaza al centro de la ciudad, donde aguardarían a que el rubio los pasara a recoger, luego de ir por el vehículo al aparcamiento privado de los Malfoy.

Mientras esperaban, Tom chequeaba sus notificaciones pendientes, las chicas cuchicheaban algo apartadas, los gemelos bromeaban con Neville y Harry observaba tímidamente a su alrededor, mientras un par de orbes grises lo escrutaban con curiosidad. Todos vestidos con ropa cómoda y casual, pero no por ello desabrigados, pues el clima en las montañas solía ser sumamente caótico e impredecible, más aún en época otoñal.

—Allí viene —señaló Neville, llamando la atención de quienes lo acompañaban.

Todos vieron como aquella bonita y elegante autocarabana estacionaba frente a ellos, tras lo cual Abraxas bajó luciendo notoriamente fastidiado.

—Suban —los invitó, haciéndoles un ademán con su mano para que se apresuraran.

Sentada en el lugar del acompañante, se encontraba una atractiva joven de ondulada cabellera negra y ojos oscuros, la cual centró una depredadora mirada en Tom en cuanto reparó en su presencia. Él le regaló una sonrisa encantadora, capaz de derretir un iceberg, y sin más abordó el lujoso vehículo, seguido de un indignado azabache de brillantes orbes esmeralda.

Fue así que se acomodaron al interior, el cual contaba con tres sofás de dos cuerpos, varias camas individuales, baño propio y todo tipo de comodidades para hacer el trayecto mucho más ameno y disfrutable. Abraxas arrancó el motor en cuanto vio que todos estuvieran listos, dando una ojeada rápida a través del espejo retrovisor para saber qué tanto hacían allá atrás. Ginny y Luna reían de alguna tontería que habían visto en el móvil, Neville llevaba puestos sus auriculares, Fred y George conversaban entre susurros con Draco, Tom leía ensimismado un grueso libro y Harry observaba en silencio a través de la ventana, viéndose completamente incómodo y fuera de lugar.

~~~

En cuanto llegaron a destino, los chicos se apuraron a bajar de su cómodo transporte, trayendo consigo sus mochilas llenas de enseres personales, además de las varias bolsas que contenían toda la comida y bebidas que habían comprado para sobrevivir esos dos días. Abraxas abrió la puerta e invitó a todos a entrar, recibiéndolos el característico aroma a encierro y humedad típica de una zona rural como aquella.

Mientras los gemelos se disponían a acomodar los alimentos en la cocina, las chicas junto a Neville exploraban el lugar, a la vez que Tom lanzaba sin cuidado su bolso sobre el gran sofá tapizado de cuero veige, ubicado en la amplia sala de estar, en el cual Harry se dejó caer con pesadez, viendo como Draco subía las escaleras sin mediar palabra alguna con nadie.

Una vez que todo estuvo acomodado en el refrigerador y las gabetas, hicieron un recorrido guiado por toda la vivienda, lo cual les serviría para familiarizarse con el lugar y de paso aprovechar de escoger cada quien la habitación que ocuparía durante su estancia.

—Cada cuarto está equipado con dos camas y un baño propio —explicó Abraxas, abriendo la puerta de uno al azar y encendiendo la luz para que lo vieran—, pueden elegir el que más les guste, aunque sí o sí deberán dormir en pareja.

—Genial —Fred lanzó sin cuidado su mochila sobre una de las dos camas, sentándose a la orilla de la otra y moviéndose graciosamente para probar la resistencia del colchón—. No están nada mal, Malfoy. Hey, Feorge, se siente bastante cómodo, ven a probar —le dijo en tono sugerente a su hermano, sonriéndole con esa chispa de travesura que no auguraba nada bueno.

George rió, dejándose caer a su lado y empezando a revotar de espaldas en el colchón.

Ginny y Neville eligieron la habitación contigua a esa, Abraxas y Draco acordaron dormir juntos en la de en frente, sólo por cuestión de confianza, Luna no tuvo más remedio que quedarse con Bellatrix, lo que dejó a Tom y Harry obligados a compartir la que quedaba libre.

~~~

Una vez que todos estuvieron instalados apropiadamente, se reunieron en la sala de estar para charlar un rato y organizar algún panorama divertido para comenzar su improvisado fin de semana libre de control parental.

—Podríamos acampar a fuera un rato, al menos hasta que nos entre sueño —sugirió Abraxas, abriendo una lata de soda y dándole un gran sorbo—. Traje unas cuantas tiendas de campaña y sacos de dormir sólo por si acaso, así que la indumentaria para pasar la noche en la intemperie ya está cubierta. ¿Qué dicen?

—Yo me apunto —exclamó Fred, sentándose junto a su gemelo, luego de traer de la cocina una bandeja repleta de bocadillos—. Creo que deberíamos aprovechar que el cielo se ve bastante despejado, lo que significa que al menos hoy difícilmente lloverá.

—Cuenten conmigo también —lo secundó George, dándole un mordisco a un trozo de pizza.

—Me da igual —añadió Draco, ensimismado leyendo las notificaciones de sus redes sociales.

—¿Chicas? —inquirió Neville, dedicándoles una sonrisa bastante gentil—. ¿Ustedes qué opinan?

—Me parece estupendo, Nev —habló Ginny, depositando un suave beso en su mejilla.

Su novio se sonrojó, dejando una suave caricia en sus cobrizos cabellos.

—Creo lo mismo —añadió Luna, sonriéndoles con ternura—. Si ellos van, yo también voy.

—¿Qué tal tú, Tom? —preguntó Bellatrix, sentada muy cerca suyo en el sillón de dos plazas más apartado del grupo—. ¿Qué decides? ¿Acamparás fuera también? ¿O te quedarás aquí a hacer cosas más divertidas? —susurró justo en su oído, lo suficientemente bajo para que no escuchara Abraxas, pero lo bastante fuerte para que Harry captara el tono sugerente de su voz.

El chico de ojos esmeraldas percibió como un sentimiento ardiente y punzante reptaba a través de sus venas, despertándole instintos que estaban muy lejos de ser sanos. ¡Que ganas tenía de empujarla lejos de Riddle! Le asqueaba la forma tan descarada en que se le insinuaba, casi trepándosele encima para llamar su atención. ¡Era incluso más rastrera que la mayoría de chicas que le coqueteaban en Hogwarts! Y el bastardo ni siquiera se inmutaba, denotando tanta apatía frente a sus intentos de flirteo, que resultaba hasta penoso de contemplar. Aunque a Bellatrix parecía no afectarle en absoluto, pues seguía ofreciéndosele sin ápice alguno de vergüenza.

Harry en verdad necesitaba estrangular algo, de preferencia el cuello de esa mujer.

~~~

Instantes más tarde, cuando el sol se ponía poco a poco en el horizonte, el grupo de amigos comenzó a preparar todo para montar su campamento fuera de la lujosa residencia Malfoy. Fred y George, al tener experiencia de acampadas anteriores junto a sus hermanos, se encargaron de armar las cuatro tiendas de campaña. Abraxas y Neville se las arreglaron para encender una fogata y comenzar a asar varios cortes de carne, mientras las chicas iban y venían con bocadillos y todo tipo de bebidas para compartir.

Tom, aún dentro de la casa, se mantenía al margen de todo, observando con ojos entrecerrados la escena que protagonizaban Harry y Draco en el rincón más aislado de la antesala. El azabache acorralado contra la pared, siendo vorazmente besado por un apasionado rubio de ojos grises.

—Vaya, vaya —canturreó Bella por lo bajo, situándose justo al lado del impasible chico de rizos oscuros—. ¡Que guardadito se tenía Draco su romance con el heredero Potter!

La burla y la diversión eran palpables en su voz, pero eso a Riddle no podía importarle menos.

Chistó la lengua y dando un paso al costado se alejó de ella, encaminándose con displicencia hacia el enorme jardín de la ostentosa vivienda. Escuchó que lo llamaba, pero hizo caso omiso, adentrándose en una especie de mini bosque que parecía adornar los límites de aquel recinto.

Se apoyó en el tronco de un enorme roble, justo al final del camino, exhalando el aire en un sonoro suspiro. Las voces de los demás le llegaban amortiguadas a la distancia, risas y exclamaciones divertidas dejándole saber que todos se la estaban pasando fenomenal.

Sus párpados se cerraron, aplacando el escozor en sus ojos. De pronto se sentía más hastiado de lo que había estado en mucho tiempo, unas irrefrenables ganas de largarse de allí abarcando mucho más terreno que su practicada racionalidad.

La visión de Potter besándose con Malfoy, tan pegados que parecían un par de repulsivas sanguijuelas, despertó tal sentimiento de rechazo en su pecho, que debió morderse la lengua para no gritar. En cambio, pateó con fuerza la corteza del gigantesco árbol, frotándose frustrado la frente y sintiéndose un completo imbécil por permitirse semejante arrevato.

—Maldito seas, Harry —masculló entre dientes, cubriéndose los ojos con el antebrazo, gesto de desesperación ante el ardor en aumento que escocía sus pupilas.

Le habían bastado sólo un par de besos con él, para perder la vergüenza y lanzarse a los brazos de ese rubio insufrible, al que no sabía qué demonios le veía de todas formas. No era más que un niñato mimado, arrogante y pretencioso, que se creía dueño del mundo sólo por su asqueroso e influyente apellido.

¡Joder! ¡Se sentía tan asqueado!

Harry merecía a alguien mejor... alguien que viera el potencial que tenía, sin necesidad de que lo hiciera notar... alguien que disfrutara de su compañía, celebrara sus victorias, incluso adorara esa personalidad tan voluble e infantil que lo caracterizaba. Harry era digno de grandeza, algo que no obtendría saliendo con ese idiota presumido que sólo pensaba en sí mismo.

—Mierda... —susurró agobiado, dándose cuenta del rumbo que tomaban sus pensamientos.

¿Desde cuándo le veía tantas virtudes al tipo? ¿Por qué le importaba con quién se relacionaba? ¡Hasta ayer no era más que otro del montón! ¿Qué diablos había cambiado para ponerlo así?

«Que lo besaste, él te correspondió, y estás deseando repetirlo, más de una vez.»

Estaba tan jodido...

~~~

Harry se sentía extraño. Tan extraño, que hasta era ridículo.

Su mundo aún daba vueltas, interminables vueltas colmadas de confusión, mientras su mente luchaba por asimilar los sucesos apenas vividos instantes atrás.

Se había encontrado a Draco de camino al jardín, justo al pie de la escalera que conducía al recibidor, y con la confianza adquirida de su reciente y única lección de seducción con Riddle, logró reunir suficiente valor para hablarle. Un saludo recíproco, inicios de una conversación superflua y sin relevancia, acompañada de tímido flirteo de parte de un inexperto azabache, cuya boca fue asaltada por otra sin aviso y de forma violenta cuando menos se lo vio venir.

Reclinado contra la dureza de una pared, presionado por el tonificado cuerpo de su crush, besado con demanda y pasión por esos labios que durante meses habían sido los protagonistas de sus más eróticas fantasías. Y sin embargo se sintió tan incómodo y abrumado, que sólo atinó a empujar al rubio para apartarlo, incapaz de disfrutar la realización del que creía su mayor deseo hasta ese momento.

—¿Qué ocurre? —lo cuestionó Draco, contemplándolo desconcertado.

—Yo... —Harry desvió la mirada, ruborizado y jadeante—. Yo lo siento. Es sólo que...

—Pensé que querías esto —lo cortó Malfoy, frunciendo el ceño—. He notado como me miras, como prácticamente babeas el suelo que piso cuando me ves pasar. No eres muy discreto que digamos, Potter —sonrió burlón, enderezándose con altivez propia de su estirpe—. Ciertamente no planeaba hacerte caso, porque ya sabes... eres un don nadie en Hogwarts, aunque seas el futuro heredero de una gran fortuna. Pero luego vi que te codeabas con Riddle, y si él te presta una minúscula gota de su preciado tiempo, no veo por qué yo debería ignorarte —finalizó, encogiéndose de hombros—. Así que no vengas ahora a hacerte el interesante conmigo, porque créeme que no te queda. Querías mi atención, ¿no? Felicidades, ahora la tienes.

Amagó volver a besarlo, pero el azabache fue más rápido esta vez, moviéndose fuera de su alcance y regalándole la más mortal de sus miradas asesinas.

—Que asco de persona eres —fue su trémulo susurro, ira y decepción envenenando sus entrañas.

—Díselo a tu cara de tonto cuando me miras —se burló Draco, dando media vuelta para alejarse de él—. Hasta nunca, don nadie —exclamó entre risas, ya en la puerta que dirigía al jardín.

Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas, impotencia y furia anudándose entorno a su garganta.

¡Jodida suerte! Fijarse en el tipo más soberbio de toda la escuela... ¿Se podía ser más estúpido?

Le llevó varios minutos recobrarse, tiempo que ocupó en uno de los baños esparcidos a lo ancho y largo de ese piso, mojándose el rostro con abundante agua fría para despejar el enmarañado caos de sus pensamientos. Cuando tuvo la suficiente entereza para salir, se encaminó hacia el grupo de los más populares e influyentes de todo Hogwarts, quienes ya tenían armado un envidiable campamento al centro del inmenso patio delantero.

—Harry, al fin te nos unes —exclamó Luna, regalándole una soñadora sonrisa.

Él se la correspondió, sentándose a su lado y recibiéndole a George el vaso de soda que le ofreció, mientras los demás alrededor de la fogata reían y charlaban de trivialidades.

Minutos después se les unió Tom, alegando que había estado explorando el área para justificar su demora, algo muy probable viniendo de alguien tan especial e introvertido como lo era él.

~~~

Ya entrada la noche, y para amenizar un poco el ambiente, los chicos decidieron jugar el tradicional y muy bien conocido Verdad o Reto, utilizando las bebidas alcohólicas que habían llevado como penitencia y una de las botellas ya vacías para escoger a las víctimas.

—¿Verdad o reto, Fred? —preguntó Abraxas, luego de girar el objeto, sonriéndole malicioso.

—Verdad —respondió muy seguro él, estirándose con pereza en su sitio.

—¿A qué edad perdiste la virginidad? —demandó saber, ampliando aún más su malévola sonrisa.

—¿Es necesario que nos enteremos de eso? —objetó Ginny, entornando la mirada con hastío.

—Sí —canturreó el rubio, jugando con la botella ya vacía de bodca entre sus dedos.

—A los quince —contestó con simpleza el pelirrojo, arrevatándole el objeto—. Ahora voy yo.

Puso la botella al medio de todos y la hizo girar, mientras los grises ojos de Draco le observaban con marcada insistencia.

—¿Verdad o reto, Tom? —inquirió Luna, regalándole una soñadora mirada.

—Reto —contestó el aludido, estirándose hacia atrás apoyado de sus codos.

—¡Que nos haga un baile sexi! —propusieron los gemelos en tono de broma, pasándoles una lata de Soda a Neville y Ginny.

—Jódanse —fue la respuesta de Riddle, mientras les mostraba el dedo de en medio.

—Eso sólo puede hacerlo para mí —medio bromeó Bellatrix en tono seductor, abrazándose a él en gesto asquerosamente meloso—. ¿Verdad que sí, Tom?

Éste no le respondió nada, disimulando su hastío e incomodidad con una encantadora sonrisa muy bien practicada, al tiempo que se alejaba muy sutilmente de ella.

Harry desvió el rostro, frustrado y asqueado, mordiéndose la lengua para contener un insulto.

—¿Cantas, Tom? Es decir, ¿qué tal es tu voz? —cuestionó Luna, sonriéndole a Riddle con ilusión.

—Supongo que... no lo sé... —musitó él, haciendo una ligera mueca de fastidio—. ¿Por qué?

—Porque el reto es que cantes All of Me de John Legend, y elijas a alguno de nosotros para que te acompañe con la guitarra —sentenció la rubia, sonriendo imperceptiblemente al verlo fruncir los labios en una mueca de absoluta disconformidad.

—Que malévola eres, Luna —la elogió George, revolviéndole el cabello de manera juguetona.

—Pero, que yo sepa, nadie de nosotros aquí toca la guitarra —alegó Ginny, bebiendo de su lata.

—Yo sí —confesó Harry, recibiendo expresiones sorprendidas, lo cual lo cohibió al instante.

—¿De verdad? —indagó Abraxas, notándose visiblemente complacido.

El azabache asintió, el aire atascándose en sus pulmones al notar la mirada intensa que le dirigían los ojos imposiblemente azules de Tom.

—Entonces hagámoslo —le dijo el chico de rizos oscuros, levantándose de su sitio junto a Bellatrix para sentarse a su lado, justo al final del círculo que habían formado entorno al fuego.

Harry asintió, entrecerrando los ojos para infundirse calma. La idea de tener que tocar en frente de todos, aunado a que el blanco de sus más difusos sentimientos yacía así de cerca, producía en su interior un cóctel emocional sumamente difícil de digerir. Buscó la partitura de la canción en Google, recibiendo de manos de Abraxas una hermosa guitarra blanca con finos detalles plateados, que acababa de sacar de quién sabe dónde.

Todos acortaron el círculo alrededor de ambos, dejándolos enfrentados al centro, mientras los veían con sumo interés. El joven de ojos esmeraldas rasgó las cuerdas para familiarizarse con el instrumento, mientras repasaba los acordes que se mostraban en la pantalla de su celular.

—¿En qué idioma la cantarás? —preguntó de la nada Abraxas, ganándose una mirada desconcertada de parte de Riddle—. Me refiero a que también te manejas con el francés y el italiano —explicó para aclarar su punto.

—Ustedes decídanlo, a mí francamente me da igual —replicó él, restándole importancia con un encogimiento de hombros.

—Italiano —exclamaron todos al unísono, robándole a Tom un suspiro de resignación.

—Como quieran —accedió, desviando el rostro para no tener que seguir siendo el blanco de sus miradas.

Neville apagó la tenue música que resonaba a través de un pequeño parlante ubicado en una de las esquinas, mientras Harry deslizaba suavemente sus dedos a través de las metálicas cuerdas, replicando de forma prolija y hábil el comienzo de la canción. De vez en cuando sus ojos se desviaban a su celular para chequear los acordes en la partitura, asegurándose de reproducirlos bien, pues era la primera vez que tocaba algo con lo que no estaba familiarizado.

Desde su lugar Abraxas filmaba el momento, apreciando fácilmente la latente incomodidad que se reflejaba en la esquiva mirada de Tom, quien mantenía en su rostro una expresión en blanco.

Finalmente llegó la hora de que la voz se integrara a la guitarra, lo cual dejó a todos gratamente sorprendidos cuando sucedió. Y es que el joven Riddle, si bien denotaba cierto fastidio a la hora de iniciar su entonación, era dueño de un timbre de voz sumamente afinado, potente y bello. Su interpretación sonaba impecable, cada palabra saliendo de sus labios con la elegancia propia del idioma que había sido escogido para cantar. Y aunque no fuera su lengua materna, todos conocían lo suficiente la canción para saberse a la perfección la letra.

"¿Qué haría yo sin tu inteligente boca

Atrayéndome y pateándome lejos?

Mi cabeza da vueltas, no es broma;

No logro encontrar mi lugar.

¿Qué pasa por esa hermosa cabecita?

Voy en tu misterioso viaje mágico,

Estoy tan mareado, no sé qué me golpeó;

Pero sé que estaré bien.

Aun estando bajo el agua puedo respirar;

Tú estás loco y yo no estoy en mis cabales..."

Los ojos verdes de Harry ya no se desviaban hacia su celular, sino que ahora seguían el acompasado movimiento de esos labios sonrosados que apenas horas atrás había tenido el privilegio de besar. Su voz angelical y tan jodidamente bella, el aire de rebeldía mezclada con inocencia que irradiaba su ser, el tenue aroma a perfume y hierba húmeda que desprendía su piel. Tom lo tentaba, lo incitaba, lo arrastraba a perderse en él y nadie más que él, despertándole un deseo tan grande que en ese instante se creía incapaz de contenerlo. Escucharlo vocalizar esas frases tan rebuscadas, que por alguna inexplicable razón calaban tan hondo en su sistema, sólo hacía que su corazón latiera desbocado dentro de su pecho, mientras un caos de emociones explotaba cual volcán en su interior. Y es que de pronto todo se aclaraba y al segundo mismo volvía a oscurecerse, dejándolo a la deriva en un inmenso mar de pura confusión, sin balsa alguna a la cual aferrarse para sobrevivir.

A medida que Tom cantaba aquella sarta de cursilerías, su corazón se sentía cálido y todo dentro suyo experimentaba un infinito bienestar, como si cada palabra que saliera de sus labios fuera justamente lo que su subconsciente desde hace mucho se empeñaba en confesar. A ratos su mirada conectaba con la de Harry, prendándose en el hechizo de su expresiva y brillante profundidad, esparciendo una placidez inmensa en cada átomo de su ser. Ese imán que lo atraía a Potter parecía cobrar cada vez mayor fuerza, tirando de él hasta que llegara el momento en que le fuera imposible alejarse. Por algún bizarro motivo que en absoluto comprendía, sentía que su vida era una extraña versión paralela y muy confusa, casi como si sin siquiera notarlo lo hubieran arrojado a una especie de universo alterno donde cualquier cosa podía suceder.

¿Por qué todo se había vuelto así de su real?

"Porque todo de mí, ama todo de ti;

Amo tus curvas, cada arista y temor;

Todas tus perfectas imperfecciones.

Dame todo de ti, te daré todo de mí.

Tú eres mi final y mi comienzo,

Incluso gano si estoy perdiendo.

Te daré todo de mí, si me das todo de ti..."

Los acompañaba el constante crepitar de la fogata que habían encendido, además del suave y persistente soplo de la gélida brisa otoñal. Sus rostros eran iluminados por la tenue luz que la luna creciente irradiaba, dándoles un aire de misterio sumamente favorecedor e interesante.

"Tengo que decirlo una vez más;

Incluso cuando lloras te ves hermoso.

El mundo se derrumbará,

Pero de tu lado jamás me separarán.

Mi perdición, mi musa eres tú;

Mi distracción, también mi ritmo y mi blues.

Por eso sigo cantando, sigue sonando mi voz

Y es sólo por ti..."

Para el joven de rizos oscuros aquella era una situación que superaba lo inverosímil, la cual ni en sus más locas e ilógicas fantasías habría concebido posible. Cada palabra que rehuía sus labios, muy a pesar de no ser más que la creativa composición musical de alguien más, parecía provenir desde lo más profundo de sus sentimientos, su necesidad de acercarse a Harry para unir sus labios en un demandante beso, ganando cada vez mayor fuerza en su interior. ¡Era una total locura! ¡Una absurda ridiculez! ¿Cómo diablos podía pensar en rebajarse así por alguien?

"Las cartas sobre la mesa,

Ambos mostramos corazones.

Lo arriesgamos todo,

Aunque sea difícil..."

De pronto todo cuestionamiento y falta de aceptación, se desvaneció igual que la niebla de media mañana. Únicamente quedó en ellos la enorme y creciente sensación de calidez que les embargaba ante el sólo hecho de tenerse tan cerca, por un instante el corazón siendo el innegable vencedor de la batalla. Y aunque sabían que más temprano que tarde toda aquella magia desaparecería, el sentimiento de confort que los invadía era tan inmenso, que les hacía sencillamente imposible dejar de anhelarse.

Se sentían tan completos, sólo con mirarse a los ojos.

"Te doy todo de mí,

Si me das todo de ti..."

Fueron tres minutos donde todos observaban hipnotizados como la destreza para tocar guitarra de Harry y la encantadora voz de Tom al cantar les transmitía una paz infinita, emocionándolos casi hasta las lágrimas. Era simplemente una manifestación de talento innegable, la cual ni en sus más locos sueños pensaron llegar a presenciar.


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