Los días habían pasado y el tratamiento para Tora había sido prospero, sé sentía más motivado de ir a su visita con el doctor y comprobar el cambio de sus parámetros, desde su frecuencia cardíaca hasta la presión arterial. Lo que no se espero es que el propio doctor planificó en detalle la próxima rutina.
Cuando ambos se reunieron en la pequeña sala de consulta, Tora sonreía ampliamente, aunque aquel gesto en su rostro era más bien inconsciente, era solo por ver al doctor. Tora sentía que aquello era irracional pero no podía evitarlo. Sakamoto inicio la conversación de una forma muy profesional, hasta que escuchó el próximo paso a seguir. "Amano-san usted debería comenzar una rutina de ejercicios" la sonrisa de Tora se desvaneció de su rostro y frunció el entrecejo. Cuestionó la razón, pero pronto lo detuvo.
- Seguro es porque estoy gordo según su apreciación. — Mencionó un poco molesto, sorprendiendo al doctor.
- No exactamente. Usted necesita los ejercicios para un óptimo funcionamiento de su corazón. Ello junto a una rica dieta, y sus pastillas hará que viva por muchos muchos años. — el médico hizo una pausa, mientras tomaba nota en detalle de las expresiones puras de su paciente. —Y usted es joven.
- No me gusta hacer ejercicios. Incluso tengo algunas máquinas en mi casa pero están juntando polvo. – confesó el más alto, dando por seguro que no sería capaz de seguir una rutina de ejercicios.
- Comprendo, pero es cuestión de volverlo un hábito. Piense que con ello todo se estabilizará y le permitirá hacer mucho más actividades. Sin sentir el desgano, incluso tendrá más ganas de embarcarse en otras cosas. – Sakamoto estaba sugiriendo aquella rutina pero no estaba del todo seguro de convencerlo. Tora parecía algo desganado.
- Mi vida no cuenta con muchas cosas que me motiven. No le veo el porqué quisiera embarcarme en cosas nuevas. – su negatividad había salido a flote y el doctor sabía que ya había tratado con él en ese punto.
- Le propongo que empecemos con lo más básico, sin tener que esforzarse demasiado solo lo suficiente para hacerlo un hábito. No quiero tratarlo como un niño al que tengo que estar llamando para que haga sus ejercicios o al que tenga que vigilar las 24 horas. — planteo risueño, para calmar la ansiedad opuesta ante la conversación.
- ¿Sería un problema para usted hacer eso?— Preguntó de repente el más alto, no entendiendo como se había animado a decir aquello de la nada. – Disculpe… —
- Añadió a los pocos segundos, bajando su cabeza un tanto apenado por su extraño comportamiento, pensó que tal vez sólo le faltaba fruncir sus labios formando un pucheros.
- Mhm nunca lo he hecho con un paciente. Pero no creo que sea un problema. —
Sakamoto había aceptado aquello sin chistar. Anoto en su libreta aquella actividad. — Pero si usted no cumple con esas actividades, me perderá como doctor. No estaré dispuesto de cuidar de un bebé. – Añadió en un tono severo.
Masashi asistió ante esa advertencia, y gracias a ese repentino impulso, logro obtener el número del doctor. De ese modo se mantendrían conectado. Una vez que salió del consultorio, repasaba la rutina de ejercicios, a medida que repasaba sus pros y sus contras. Pero aunque le diera mil vueltas al asunto, llegaba a una sola conclusión, ya tenía el número de su doctor.
Los días posteriores habían sido para tomar valor, antes de iniciar con la caminadora. Su primera rutina fue fiscalizado por el propio Sakamoto quien lo llamó a la hora determinada y al contrario de lo que pensó Masashi sobre dicha comunicación que sería escueta y solo tomando en cuenta de que se encontrará realizando dicho ejercicio, el doctor se había tomado su tiempo para hablarle sobre cosas cotidianas, quizás para distenderlo. Masashi en un principio no sabía si seguirle el tren, puesto que temía que ello sea tan sólo por ser la primera vez y no quería acostumbrarse a escucharlo y que quizás en las posteriores llamadas ya no existiera dicha conversación. Sabía que no podía pasarse de listo, menos aun de quedar en evidencia, demostrando lo mucho que le gustaba Sakamoto. El doctor le hablo del clima, de las últimas noticias y se tomaba su tiempo para oírlo, de modo que Masashi no sé sobre esforzará, significando aquello como una compañía para que el paciente sintiese que no estaba solo. Incluso el propio Sakamoto lo felicito por terminar dicha actividad, anunciando que lo volvería a llamar a mediodía siguiente.
Aquellas conversaciones se volvieron una constante entre los dos, mientras Masashi lograba terminar con cada rutina. En alguna ocasión fue el propio Masashi que se atrevió a preguntar que se encontraba haciendo, sin querer ser demasiado invasivo en la privacidad opuesta. Pero Sakamoto le respondió como si estuvieran conversando con un amigo, que aquella hora era precisamente en la que se encontraba descansando. En algunas ocasiones estaba comiendo, en otras solo revisaba historial de pacientes. Masashi se impresionaba de su habilidad para generar buenas conversaciones, mientras incluso estaba revisando papeles.
A medida que las conversaciones se volvieron más y más frecuentes, llegaron a hablar sobre música y sus gustos respectivos. Todos ellos eran similares, incluso se recomendaron música. Masashi había sentido como la conexión entre ambos había crecido día a día, que incluso sus charlas llegaban a ser un poco más largas que sus rutinas.
En un principio él había pensando en esa posibilidad pero también sabía que ello nacía de su ilusión y que suponía Sakamoto no sería capaz de dejar de ser un profesional en todo momento. Pero había algo que ayudaba mucho, los dos compartían edades cercanas, lo que hacía que todo sea incluso menos formal y más distendido. Sea la razón por la que su doctor se había permitido aquello, él solo podía sentirse feliz y más motivado para cuidar su salud.
Masashi había pensado que quizás algún día el doctor dejaría de llamarlo, ya que la idea principal era que él comenzará aquella rutina, y lo cierto es que al mayor le encantaba esperar por esa hora y poder hablar con Sakamoto, cumplía la rutina sólo por oír su voz. Sabía que estaba mal pero no podía evitarlo, ni siquiera se atrevió a mencionar aquello a su mejor amigo, pues seguramente el mismo lo retaría por su tonta actitud.
Todo dio un giro inesperado cuando en uno de aquellos días en que hablaban de música, Sakamoto le mencionó un bar al que tenía buena música en vivo. El doctor le relato sus ganas de concurrir a dicho lugar pero que sus tiempos eran limitados y cuando él podía sus amistades no, dándole a entender que no quería asistir solo. Masashi sintió que aquella era su oportunidad y le sugirió al doctor acompañarlo, en ese momento sentía que había sido demasiado caradura para mencionar aquello pero grande fue su sorpresa cuando Sakamoto exclamó que la idea era de su agrado. Por lo que juntos acordaron un día y un horario, que podría estar propenso a cambios, pero que ambos estarían dispuestos a encontrar el momento exacto para coincidir.
Masashi se recalcó una y otra vez que aquello no era una cita, solo una salida de amigos. Eso tenía que pensar o sino todo se saldría de control.