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Idiotas en la escuela [Kimetsu no Yaiba] por Wan chan

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Se acercaba uno de los eventos más importantes de la Academia Kimetsu, el festival escolar. Al ser una escuela reconocida debido a su sistema de invocación en batalla, cada festival era visitado incluso por personas ajenas a la escuela; desde familiares de los alumnos y docentes, hasta gente curiosa disfrutaban de las actividades que el alumnado organizaba.

Los estudiantes habían comenzado con anticipación los preparativos, acondicionando cada salón para lo que fuesen a ofrecer.

Sin embargo, el salón del 3F estaba…

—Bienvenidos sean a la 25va edición de pelea entre los hermanos Soyama —Kaigaku acomodaba las hojas que tenía en la mano — hace un buen clima para poder disfrutar esta disputa, ¿no crees Gyutaro?

—Claro que si Kaigaku. Los peleadores están listos, las gradas llenas y las apuestas mejor que nunca.

Habían armado un pequeño ring en una de las canchas de la escuela. En el suelo dibujaron un cuadrado con cal, alrededor estaban puestos pupitres que habían tomado del salón viejo, un escritorio fungía como palco para Kaigaku y Gyutaro, quienes se encargaban de ser los comentaristas.

—¿Por qué tenemos esta pelea el día de hoy Kaigaku?

—Qué bueno que preguntas Gyutaro. Tal parece Akaza se terminó el agua caliente y Hakuji quiere venganza por eso.

El vitoreo se escuchaba con fuerza. Aunque seguía siendo solo el grupo del 3F, gritaban con mucha energía.

—¡Te acabaste el agua caliente! —espetó Hakuji.

—¡Y tú la leche! —replicó Akaza.

Hakuji estaba furioso, pues esa mañana se metió a bañar después de Akaza, pero al abrir la llave de agua caliente lo único que le cayó encima fue un torrente helado que le hizo gritar. Al mismo tiempo, Akaza quería desayunar algo, pero se topó con el cartón de leche casi vacío, Hakuji había dejado tan poca leche, que el líquido apenas cubría el fondo del vaso.

—Recuerda, es un idiota confiado, puedes usar esa debilidad a tu favor —Kokushibo masajeaba los hombros de Hakuji, su papel en esa pelea era el coach del mayor de los Soyama.

Del otro lado estaba Douma, haciendo el mismo papel que Kokushibo, pero con Akaza.

—Pártele la cara —fue todo lo que dijo Douma, haciendo que Akaza lo mirara decepcionado, pues esperaba un concejo útil —. No me juzgues, era un buen consejo en mi mente.

La campana sonó, era hora de la pelea.

 

 

Rengoku pensó que hoy sería un día agradable.

Durante su trayecto al salón de profesores veía emocionado como todos los alumnos trabajaban diligentemente en sus locales, pero al llegar a su destino, se topó con Tomioka parado frente a su escritorio. Por supuesto la presencia del profesor de deportes ahí no era para nada bueno, lo primero que escuchó fue la queja de que su querido salón 3F no había escogido que actividad realizar para el festival.

En la hoja de planeación pegada a la pared, esta solo tenía escrito un “lo estamos pensando” como actividad.

Fue a encarar a sus tutorados, pero se topó con un salón vacío. Al asomarse por la ventana, logró ver de nuevo una pelea entre los hermanos Soyama.

Así fue como terminó en medio de aquel ring, deteniendo su ridículo espectáculo jalando las orejas de ambos hermanos.

—¿¡Que hacen saltándose los preparativos para el festival!? —espetó Rengoku.

Los alumnos que estaban en las gradas improvisadas abuchearon la situación mientras culpaban al delegado de la clase. Sin embargo, Kokushibo no les tomó importancia.

—¡Dejen de hacer el tonto y vayan a clase! —Kyojuro soltó a ambos hermanos —, devuelvan las cosas a su lugar y regresen al aula, ¡son el único salón sin haber escogido actividad!

Todos respondieron con un flojo “si”.

Una vez todos en el salón, Kyojuro terminó por reprenderlos y obligarlos a poner una actividad para el festival escolar. Suspiró cansado, dio el aviso de que los dejaría solos por un momento en lo que iba por el reglamento del festival.

Kokushibo estaba enfrente de todos, como el presidente de la clase era su obligación poner de acuerdo a sus fieles peones.

—Vamos a escoger la actividad para el festival escolar. Quien tenga una idea levante la mano.

Pocos le prestaban atención, por lo que Kokushibo se molestó. Al no ver la iniciativa de sus compañeros, decidió meter presión.

—¡Kaigaku! ¿Qué idea tienes?

El nombrado saltó sobre su precario cojín. Tenía una idea, pero no creía que fuese buena.

—¿Un café maid?

Hubo un par de cuchicheos, sin embargo, Kokushibo intervino.

—Es buena idea, pero los del A ya tienen esa temática.

Kaigaku suspiró, al menos lo intentó.

—Yo tengo una idea —habló Koyuki desde el televisor —, que les parece una cafetería nupcial —susurró mientras sus mejillas se ponían rojas ante la idea —. Sería como un café maid, pero en vez de sirvientas, nos vestiríamos de novias.

Hakuji también se sonrojó.

—Bien — Kokushibo apuntó la idea en el pizarrón de tiza —¿alguien más?

—¡Lucha en lodo! —la voz de Douma sonó emocionada —ponemos chicas bonitas a pelear y cobramos una cuota por verlas.

—¿Y a quien pondrías a pelear, idiota? —reprochó Gyutaro —los participantes tienen que ser del mismo salón, y dudo que las únicas dos mujeres quieran hacer algo así.

—Lucha tú, cabrón —chilló Daki.

Al no tener más opciones, Kokushibo lo apuntó en el pizarrón.

—Yo tengo una idea —Akaza alzó la mano —, ¿Qué tal un club de pelea? Cualquiera puede participar, sería una buena oportunidad para aquellos que tienen alguna rencilla la solucionen en un mano a mano.

—¿Sigues molesto por lo de la leche? —Hakuji se levantó de su asiento, su aura era amenazante.

—Como no tienes una idea —Akaza imitó a su hermano, listo para pelearse de nuevo.

Kokushibo apuntó la idea en el pizarrón.

La puerta de shogi se abrió y por ella entró Rengoku preguntando si ya habían escogido actividad, a lo cual Kokushibo mostró sus tres opciones. El profesor guardó un largo silencio, no esperaba nada de sus chicos, pero aun así logran decepcionarlo.

Masajeó el puente de su nariz para tratar de mantener la compostura y su lado positivo. Trataba de convencerse de que lo estaban intentando.

Rengoku relevó de su lugar a Kokushibo, colocando en el deteriorado estrado un pequeño cuadernillo.

—Lamento decirles que dos de sus tres opciones no son viables —hubo una pequeña queja grupal — según las reglas, ninguna actividad debe de lastimar a los alumnos o clientes.

Claramente vio como todo su grupo se desmoronaba mentalmente. Necesitaba animarlos de alguna manera.

—¡Confío en ustedes! Por eso les diré algo importante —sonrió —, con el dinero que recauden del festival podrán comprar nuevo material para su aula.

De repente, todos se motivaron.

—No sabía que podíamos hacer eso —Kokushibo se había puesto de pie al escuchar a su tutor —¿es eso posible profesor?

—Aunque las normas de la escuela dicen que los alumnos no deben usar el dinero obtenido del festival, ustedes no tienen un equipo adecuado para estudiar y eso afecta su progreso —, las mejillas del profesor se ruborizaron un poco —, por eso hablaré con la directora, para ver si hace una excepción.

Gritos y chiflidos se escucharon por todo el salón, elogiando al profesor Rengoku como el mejor tutor de toda la historia.

—Si alguien tiene otra idea compártala —Kokushibo retomó su lugar en el estrado.

—Tengo una idea —Daki se puso de pie para continuar hablando —, ¿Qué tal un café atendido por alfas? Tenemos suficientes en este salón, y me molesta decirlo, pero, son atractivos.

 Varios murmullos se dejaron escuchar, aun así, Kokushibo apuntó la idea en el pizarrón.

—Bien, es hora de votar.

 

 

—Maldita sea, no puedo creer que esa estúpida idea haya ganado —Douma se quejaba mientras terminaba de escribir en el cartel —¿qué tenía de malo mi idea?

Al final, poner un café atendido por alfas fue la opción ganadora.

Aunque la mayoría aprobaba el café nupcial, Hakuji influyó en la toma de decisiones. En primer lugar, alegó que su prometida no podía participar, pues era peligroso para su salud; en segundo lugar, su alfa interior no dejaría que su querida Koyuki atendiera a otros hombres.

Se volvieron a hacer votaciones para los roles que iban a tomar todos, terminando Enmu y Daki cocinando los aperitivos; Kaigaku y Gyutaro como los encargados de seguridad; Akaza, Hakuji, Douma y Kokushibo atendiendo a la clientela. El resto del salón apoyaría haciendo las decoraciones y llevando clientes.

Habían acordado quedarse resto de la tarde en la escuela para terminar de acondicionar el salón, ya que el festival se efectuaría al día siguiente.

—Si queremos dejar las cajas atrás, no hay de otra —Hakuji ayudaba a cargar las decoraciones que el club de teatro les había prestado, gracias a que Koinatsu accedió cuando Gyutaro se las pidió.

Enmu, Daki y Akaza entraban al aula, el alfa de cabello rosa llevaba en sus manos un plato con dangos. Akaza había instruido a ambos omegas pues al parecer, dentro de su repertorio de pocas habilidades, cocinar era una de ellas.

Dejaron el plato frente a todos para que pudieran probarlos.

El primero en probar fue Kokushibo, alagando el dulce sabor y lo ricos que estaban. Hakuji también probó y felicitó a los tres.

—Se me antoja con un té —mencionó Gyutaro mientras jugaba con el dango que se iba a comer.

Daki jaloneó a Enmu para que la acompañara a cumplir el pequeño capricho de su hermano.

Douma tomó uno y lo comió con mucha seguridad.

—Esto está rico. Es dulce pero no mucho, su interior es suave, picante, algo viscoso y…

De repente Douma se desplomó contra el suelo mientras tenía ligeros espasmos.

—¿Lo envenenaron? —Hakuji trataba de darle primeros auxilios al alfa rubio —¡Douma! ¡no mueras! hazlo mañana después del festival.

—Akaza, esos dangos los preparaste tu ¿verdad? —Kokushibo arrebató de la mano de Gyutaro el dango que sostenía.

Akaza tuvo un repentino recuerdo. Durante su estadía en el club de cocina, Shinobu Kocho se les acercó para aprender también. Akaza no tenía problemas con ella, así que aceptó de buena manera.

—Kocho también estaba y cada uno hizo dos —susurró, al hacer la cuenta se percató de que el total de dangos eran ocho, contando los que se habían comido y el que Kokushibo tenía en la mano.

Después del incidente con la comida de Shinobu, aquel que había mandado a la enfermería a Douma y a Akaza al más allá durante el festival deportivo, Akaza platicó de lo peligrosa que podía ser la comida de esa chica. Aunque los únicos que sabían eran Hakuji, Kokushibo, Kaigaku, Gyutaro y el mismo Douma.

—Viendo a Douma no hay duda de que algunos dangos los hizo Kocho —Kaigaku picó con un lápiz el rígido cuerpo de Douma.

—Este plato es peligroso —Kokushibo dejó el dango que sostenía junto al resto —, es como jugar a la ruleta rusa.

—Hay que aislar ese plato —propuso Hakuji mientras daba RCP a Douma.

Ese día Douma se quedó a la mitad del puente que cruza el rio Sanzu.

 

 

Pequeños fuegos artificiales daban inicio al festival escolar, los pasillos de la Academia Kimetsu se encontraban llenos de decoraciones llamativas, los alumnos alzaban la voz para promocionar su propio estante y otros entregaban panfletos.

Había puestos incluso en el patio, pues algunos salones habían decidido vender sus alimentos al aire libre.

Los chicos del CDLI se encargaban de anunciar el café en su salón, alzando carteles y guiando a los clientes, pues el salón del 3F estaba prácticamente escondido.

Lo primero que las personas veían al llegar, eran cuatro apuestos alfas recibiéndolos con un “bienvenidos”. Cada uno estaba vestido elegantemente con un traje de mayordomo. La dinámica era que uno de ellos acompañaba al cliente a la mesa, tomaba y dejaba el pedido y después regresaba a la entrada para seguir recibiendo clientes.

—¿Qué nos recomienda?

—Una rebanada de nuestro pastel de fresas armonizará perfectamente con sus rojos labios —para Douma, actuar coquetamente no era ningún problema, tampoco lo era el alagar el físico de las chicas.

Kokushibo era bueno imitando, por lo que solo copiaba lo que hacía Douma. Hakuji solo imaginaba que a quien atendía era a su preciosa Koyuki, y las palabras fluían fácilmente. Pero Akaza…

—¿Qué nos recomienda?

—Postres.

—Toda la carta es de postres.

—Pues puedes escoger cualquiera.

—Das un pésimo servicio —la chica solo hizo un puchero y se fue del salón junto a su amiga.

A pesar de que uno de sus camareros era pésimo en su trabajo, el café del 3F estaba lleno de comensales. Los clientes eran principalmente chicas y omegas. Tal parecía que Daki había dado en el clavo con su propuesta.

—Realmente está muy animado aquí —Kyojuro entraba al salón para corroborar que todo estuviera normal, no quería que algo extraño sucediera. A su lado iban Kanae y una chica de cabellos rosas con puntas esmeralda, esta última se sostenía del brazo de Rengoku, escondiéndose tímidamente detrás de él.

También fueron recibidos de la misma manera que todos, y aquel que los guio a su mesa fue Akaza.

—Estoy feliz de que todos se estén esforzando —sonrió Kanae mientras tomaba la carta —, ¿Qué me recomiendas?

Akaza se tensó, realmente no le importaba ser indiferente con el resto, pero Kyojuro estaba ahí observándolo con sus enormes y bonitos ojos, por otro lado, la presencia de esa chica de cabellos parecidos a los de él le intrigaba, más por lo cercana que se veía con su, aun no oficialmente ante todos pero sí en su imaginación, pareja.

—P-Postres —susurró.

Está nervioso”, pensó Rengoku, por lo que cerró la carta y se la devolvió a su camarero.

—Qué te parece si nos traes el postre que más te guste —la sonrisa que le dedicó a su destinado solo hizo que, a los ojos de Akaza, brillara como si expidiera luz propia.

Akaza solo asintió y se retiró para llevar el pedido de los profesores y aquella chica.

—Tengo que admitir que este lugar no está tan mal —alagó la chica de cabello rosa —, después de que Rengoku-san me dijera que hicieron todo de un día para otro, pensé que se vería más desorganizado —sus mejillas se sonrojaron —, además está atendido por alfas atractivos.

—Lo importante es que los alumnos se diviertan —le interrumpió Kanae —. Kanroji, trata de no decir esas cosas en voz alta, no querrás que Obanai se moleste.

Mitsuri Kanroji se tapó la boca de manera sorprendida. No quería hacer malos entendidos en la escuela donde sus amigos, conocidos y prometido trabajan.

Akaza los había atendido de manera eficiente, dejándolos para que los tres omegas platicaran entre ellos.

Todo iría de maravilla, pero empezaban a tener más clientes. De repente, a una mesa de ellos, dos sujetos empezaron a hablar de manera fuerte y grosera.

—Oye, ¿hasta cuándo nos van a atender? Llevamos rato esperando.

—¿Qué diablos con esta cafetería? Nadie viene a tomarnos el pedido.

—Una disculpa, en un momento le atenderemos —Hakuji era el que se encontraba más cerca, pero atendía otra mesa.

—¿¡Qué!? ¿¡Seguir esperando!?

—Llevamos mucho tiempo aquí, solo nos hacen perder el tiempo.

Kokushibo se estaba fastidiando. Él los había acomodado en esa mesa dejándoles la carta ya que también estaba atendiendo clientes, pero solo habían pasado menos de cinco minutos.

—Además, este sitio es horrible, ¿Quién quisiera ser atendido por una bola de desagradables alfas? ¿No crees, Urogi?

—Cierto. Mil veces mejor esa bonita chica de cabello rosa —Urogi guiñó un ojo a Mitsuri —, un sitio como este apesta, Karaku.

Para Kyojuro fue suficiente, ese par de personas molestaba al resto de comensales con sus comentarios. Enojado, se puso de pie y fue directo a encararlos. Tenía entendido que para sacar a tipos molestos como ellos dos Kaigaku y Gyutaro se harían cargo, pero ¿Qué clase de tutor sería si no pone el ejemplo y si deja que sus preciados alumnos manchen sus manos castigando gente ajena a la institución?

—Disculpen, están siendo una molestia para todos aquí presentes, así que les pido de la manera más atenta que se retiren, por favor.

Los dos hombres solo se vieron entre ellos, y después empezaron a reír.

—Oye bonito, tal vez tu quisieras atendernos a nosotros —Karaku se inclinó un poco, acercando rápidamente la mano a Kyojuro para darle una nada disimulada nalgada.

Ambos chicos empezaron a reír de nuevo, haciendo crecer el enojo del rubio.

Lo siguiente que Karaku sintió fue que su rostro besaba el duro tatami del salón, pues Rengoku le había dado un buen golpe que lo mandó al suelo. De inmediato, Urogi arremetió contra él, pero el profesor lo dejó fuera de combate con una simple patada.

—Hermano, vámonos de aquí —Karaku jalaba de la ropa a Urogi, de los dos, era el menos afectado —¡Esto no se va a quedar así! —espetó mientras jalaba a su hermano a la salida y desaparecían por el pasillo.

—Ellos no me agradan —susurró Kyojuro —Kanroji, Kocho, quiero estar seguro de que todo vaya a estar en orden.

Las chicas asintieron. Antes de salir, Rengoku felicitó a todos sus alumnos y los motivó a que siguieran trabajando así.

Hakuji estaba sorprendido, nunca creyó que su tutor fuera alguien que llegara a los golpes, justo como su hermano menor. Al voltear a verlo se topó con el rostro sonrojado de Akaza, mientras juntaba sus manos sobre su pecho, pareciendo querer ocultar las intensas palpitaciones de su corazón.

—Kyojuro es tan divino —sus ojos brillaban con la intensidad de alguien perdidamente enamorado.

 

 

Esperaban tener muchos clientes en la hora de comida, sin embargo, poco a poco las personas dejaron de llegar a su pequeño local.

La puerta fue abierta, emocionados dieron la bienvenida, pero quien entraba por ella era Senjuro Rengoku. El pequeño rubio al ver a Akaza fue directamente a abrazarlo.

—¿No deberías de estar en tu propio festival? —Akaza correspondió el abrazo con unas palmaditas en la cabeza.

—¡No te preocupes! Terminamos todo lo que teníamos que vender, por eso decidí venir a ayudarles.

—Eso es muy amable de tu parte —Akaza lo invitó a tomar asiento en la mesa donde estaban todos —, pero como te habrás dado cuenta, el lugar está vacío.

Senjuro se entristeció un poco. Pensó que sería divertido estar con Akaza y ambos sorprender a su hermano —. Tal vez sea por aquel rumor —susurró.

—¿Rumor? —preguntaron al unísono.

El menor asintió, relatando que mientras iba para el salón, se extravió debido a que las decoraciones se sobreponían sobre las señalizaciones, por lo que terminó desorientado, pero al preguntar a los estudiantes acerca del alfa de cabello rosa apodado Oda Nobunaga, inmediatamente sabían guiarlo al salón.

—Tu idiotez es muy conocida Akaza —se burló Kokushibo.

—Debido a la popularidad de Akaza pude llegar, pero todos decían al final que odiaban este sitio.

Los presentes se sorprendieron al escuchar aquello. Habían puesto mucho entusiasmo en limpiar y acondicionar su pequeño y maltratado salón, por lo que el escuchar que odiaban el sitio les dolía.

—¿Podrían ser aquellos dos chicos? —inquirió Enmu.

—Probablemente.

La voz de su tutor les hizo voltear. Rengoku estaba en la puerta, detrás de él estaban Kanae y Mitsuri.

Senjuro fue a saludar a su hermano y a la chica de cabello rosa.

—Senjuro, ¿en dónde escuchaste esos rumores?

—Fue cerca de ese enorme y bonito salón. ¿Sucede algo malo, hermano?

—No te preocupes Senjuro —Kyojuro le sonrió, acariciando dulcemente sus cabellos —, a veces la gente mala tiene que aprender lecciones.

Senjuro se preocupó, su hermano tenía esa sonrisa que no auguraba nada bueno.

 

 

El salón 3A ofrecía un servicio de cafetería al estilo maid. Muchas de las alumnas de esa aula vestían con largos y elegantes vestuarios de sirvientas de color negro, adornados con delantales blancos.

Sentados en la barra, Kyojuro era acompañado por Kokushibo. Tanto el tutor como el presidente de la clase del 3F se harían completamente responsables de sus acciones, todo con tal de proteger a los suyos.

Quien les atendía era Nakime.

—Bienvenido amo —Nakime hizo una reverencia a Kokushibo, pero este la ignoró.

Por un momento Kyojuro se sintió mal por el rechazo de su alumno hacía la chica.

—¡Este lugar es mil veces mejor que el apestoso café alfa!

—¿Quién quiere ser atendido por un montón de chicos? ¡El servicio de aquí es mejor! Además, ese sitio apesta a mierda.

De inmediato Kyojuro reconoció la voz de aquel par que estaba buscando. Quería ponerse de pie y callarlos de una buena vez, pero fue detenido por Kokushibo. Al ver la sonrisa del joven alfa supo que tenía un plan.

—Nakime, quiero uno de sus trajes de maid —la nombrada asintió con la cabeza y comenzó a desnudarse —¿Qué diablos haces?

—Me pediste un uniforme, y te daré el mío —sus mejillas se sonrojaron mientras su rostro se veía ilusionado.

—Estoy seguro que tienen de repuesto —Kokushibo sacó su celular para realizar una llamada —, por favor, trae el más grande.

Nakime se entristeció, aun así, fue a cumplir con lo que le pidió Kokushibo.

—¿Qué planeas hacer con el traje? —Kyojuro había regresado a su asiento después de serenar un poco su mente.

Kokushibo solo sonrió de lado, en cuanto su llamada fue tomada pidió a Enmu dirigirse al salón A junto a las acompañantes del profesor de historia.

 

 

—Por supuesto que no voy a volver a esa asquerosa cafetería del 3F.

—Aparte tienen un pésimo servicio.

Karaku y Urogi seguían soltando pestes en el salón A, aprovechaban la oportunidad pues era uno de los locales con mayor clientela.

Aunque solo bebían una simple taza de café, ninguno de los chicos del A se atrevía a correrlos, pues eran clientes después de todo. Incluso Yoriichi se mordía internamente el labio mientras soportaba las estupideces de ese par.

El perfume dulce de vainilla captó la atención de ambos, detrás de Karaku se encontraba una hermosa chica usando el vestuario de maid, su largo y rubio cabello se encontraba suelto, pero adornado con una bonita diadema roja que se confundía con las puntas rojas de esa abundante cabellera.

Aquella chica tomó por debajo de los brazos a Karaku, abrazándolo por la espalda. Eso emocionó al joven, sin embargo, fue jalado con fuerza, alzándolo de su asiento hasta volar por el aire y golpear su cabeza contra el suelo después de que le aplicaran un suplex.

—¿Qué diablos? —Urogi se puso de pie al ver cómo habían ejecutado tremenda técnica a su hermano —, ¡eres ese omega rubio que estaba en el otro café!

Kyojuro soltó un ligero “tsk” mientras se mantenía aun con aquella técnica. Aun le faltaba golpear a uno de ellos, así que actuó según el extraño plan de Kokushibo.

—¡Kyaa! Ese hombre está viendo debajo de mi falda —gritó agudizando su voz, personificando nuevamente a Renko.

Aquella llamada que Kokushibo había hecho era para traer a Enmu, Mitsuri y Kanae, todo con el fin de hacer parecer una mujer al profesor y pudiera golpear sin problemas a ese par de hombres. Para Kyojuro era un plan estúpido, sobre todo por el hecho de tener que volver a ser Renko.

—¡Sucio pervertido! —Kokushibo llegó lanzando un golpe al rostro Urogi, mandándolo directo al suelo.

En un rápido movimiento Rengoku sacó de entre su ropa un sostén colocándoselo en la mano a Karaku, para después alejarse y ocultarse detrás de Kokushibo, quien fingía ser su salvador.

Kya, este tipo se ha sobrepasado conmigo.

Karaku cerró su mano, dándose cuenta de la prenda que sostenía. Dio un pequeño grito, arrojando el sostén haciendo que cayera en la cara de Urogi.

Los murmullos comenzaron a esparcirse, hablando mal de aquel par de hermanos. Aquel teatro que habían montado improvisadamente estaba dando resultado.

—¡Fuera de nuestra escuela, pervertidos!

—Este evento es familiar, ¡hay niños pequeños aquí!

—Qué asco me dan.

Tanto Urogi como Karaku fueron señalados. Molestos, comenzaron a caminar a la salida del aula y huir de la escuela.

Kyojuro estaba feliz de haber vengado a su grupo, pero antes de irse, Urogi soltó con saña:

—¿Crees que esto ha terminado? Esos chicos van a ser golpeados académicamente.

Un mal presentimiento invadió al profesor de historia.

 

 

El plan de Kokushibo daba sus frutos. Aunque a Akaza le molestó dejar a Kyojuro con otro alfa, sabía que había cosas en las que no debería de interferir. Gracias a ellos dos, ya tenían tres clientes después de casi dos horas.

Los habían recibido con el ensayado “bienvenidos”, pero uno de ellos simplemente negó con la cabeza y pidió un EIB al profesor que se encontraba ahí.

Iguro Obanai aceptó aquella contienda. A pesar de que habían pasado meses y que su preciado salón de tutorados, el 3A, había ganado, se sentía resentido por el hecho de que alumnos tan mediocres hayan causado inseguridad en sus pupilos.

—Lo siento, pero han tratado mal a mis hermanos y esta es una venganza.

El joven que habló es Aizetsu Hantengu, perteneciente a la clase 3B. A su lado se encontraba su hermano menor, Zohakuten Hantengu, del salón 2A.

Cada uno sacó a su ser invocado, siendo el de Aizetsu una miniatura con un kimono negro y un hakama, empuñando una lanza estilo Yari. Por otro lado, la invocación de Zohakuten vestía un hakama negro y en su pecho una armadura dorada, rodeándolo se encontraban una serie de tambores conectados entre sí.

Los puntos en química eran de 309 para Aizetsu y 403 para Zohakuten.

Entre los dos hermanos terminaron con la mitad del salón F, mandándolos a clases complementarias a pesar de estar a la mitad del festival escolar.

Afortunadamente el grupo de amigos de Akaza estaba sobreviviendo a la masacre gracias a Hakuji, pues él solo entretenía a Zohakuten.

En un ágil movimiento, la invocación de Aizetsu se acercó a la de Akaza, tratando de igualar su velocidad.

—¡Iguro Obanai!

La dulce voz de Mitsuri resonó por todo el salón, ella se encontraba justo en la entrada, un poco jadeante debido a la repentina carrera que tuvo que emprender desde el salón A hasta el F. Detrás de ella se encontraba el resto que había ido a dicho salón, entre ellos Kyojuro aun personificando a Renko, ya que, en su desesperación, no le importó seguir vestido de esa manera.

—¡Detén esto ahora mismo o me enojaré contigo por las siguientes dos horas!

Lo peor que le podía hacer Mitsuri a Obanai era esa horrible ley del hielo, el profesor de química no podía vivir sin su dulce prometida hablándole hasta por los codos.

Molesta, Mitsuri se fue indignada al ver que sus exigencias no eran tomadas en cuenta.

—¡Mitsuri! ¡Mi amor espera! ¡No me ignores mi vida!

Obanai se fue detrás de su prometida, haciendo al campo del EIB desaparecer, y con ello, dejando a los hermanos Hantengu a la merced del peor salón de la Academia.

—Los golpearía hasta cansarme, pero no quiero estar en detención —Akaza se tronaba los nudillos con molestia.

—Para eso están los EIB —Hakuji imitaba a su hermano —, ¿Qué les parece un dos vs dos a manera campal?

Zohakuten sonrió mientras aceptaba con la cabeza. El puntaje en química del de cabello rosa era risible, suponía que era así en el resto de materias.

—Profesor Rengoku, solicito un EIB contra los hermanos Hantengu —pidió Hakuji.

Akaza se quedó confundido, por más que volteó a ver en donde estaba Kyojuro no lo encontraba, pero al momento de ver a la señorita Renko alzar la mano y aceptar el EIB, sintió un extraño hueco en su estómago.

Los Hantengu invocaron al igual que Hakuji, Akaza lo hizo momentos después, aún seguía en shock.

—Ese idiota es bueno —la sonrisa de Zohakuten desapareció en cuanto vio que el puntaje de Akaza era superior a los 400 en historia.

La pelea entre ambos bandos de hermanos inició. Las poderosas vides de Zohakuten buscaban atrapar a Akaza, pero Hakuji cubría a su hermano; al mismo tiempo, mientras Aizetsu arremetía contra Hakuji, Akaza protegía a su hermano.

En un despliegue de técnica del soryuu, los hermanos Soyama terminaron derrotando a los hermanos Hantengu.

Todos celebraron la victoria mientras los otros chicos eran arrastrados a clases complementarias.

 

 

Para cerrar con broche de oro el festival escolar, la Academia había contratado un espectáculo de fuegos artificiales, mientras daban luces de bengala a sus estudiantes.

A pesar de lo bonito que se iluminaba el cielo, Akaza se sentía extraño y tonto. Todo ese tiempo que interactuó con la señorita Renko, no era nadie más que Kyojuro. Ahora se daba cuenta lo imbécil que fue al no darse cuenta pues era más que obvio. ¡Eran dos gotas de agua! Renko solo es Kyojuro con un poco de maquillaje y un vestido.

Se sentía apenado, de hecho, cuando el CDLI se enteró fue la burla de todos ellos, por eso terminó escondiéndose para evitarlos.

Ahora estaba sentado detrás de unas cajas encendiendo sus luces de bengala, completamente desmotivado.

No quería ver a nadie, ni siquiera a Kyojuro, pues recuerda perfectamente que se confesó a él. Ahora estaba preocupado, ¿qué pensará Kyojuro del hecho de ser destinados? Tenía miedo de saber.

—Te estamos esperando —Hakuji se asomaba a un costado de las cajas, no quería molestar a su hermano, pero tampoco quería que estuviera solo —, Kokushibo encontró un buen lugar para ver los fuegos artificiales.

—No quiero ir.

Hakuji gruñó. Akaza hacía un puchero de niño inmaduro, entrando en una negativa irracional y tonta, así que para sacarlo usó su infalible arma secreta: reprender a Akaza jalando su oreja.

—Escucha, no eres un idiota —Hakuji lo soltó —, a veces eres un cabeza dura, pero tienes la capacidad de reflexionar tus actos.

De su bolsillo trasero del pantalón Hakuji sacaba una bengala, acercándola a la casi extinta de su hermano y así encenderla.

—Estoy seguro que cualquiera que sea tu preocupación, tarde o temprano la solucionarás —sonrió —. Si sus burlas es lo que te molesta, tómalo como esta bengala. Habrá un punto en el que se rían de más, pero pronto se acabará.

—¿Y si no lo hacen?

—Extínguela tú, ignorándolos —Hakuji lanzó la bengala hacia atrás —. Si él realmente es tu destinado, estará ahí para ti a pesar de las burlas.

Akaza sonrió. No era el mejor consejo de su hermano, y aunque las burlas no era lo que realmente le preocupaban, se encontraba satisfecho por la plática con él. Se puso de pie y Hakuji lo recibió pasando su brazo sobre sus hombros, guiándolo hacía el lugar que habían apartado.

Antes de alejarse lo suficiente, escucharon un extraño siseo que los hizo voltear.

Sin darse cuenta, Hakuji había lanzado la bengala adentro de una de las cajas, las cuales contenían los fuegos artificiales. De un segundo a otro las mechas se encendieron y terminaron detonando, dañando parte de la fachada de la escuela.

Para su fortuna, ambos hermanos salieron ilesos, para su desgracia, el dinero recaudado en el festival escolar serviría para pagar los daños hechos. Sorprendentemente aún les quedaba dinero para comprar material nuevo.

El salón 3F dejó de usar cajas de cartón, para regresar a mesas de té.

 


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