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Idiotas en la escuela [Kimetsu no Yaiba] por Wan chan

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Una semana antes del inicio del año escolar, Kyojuro Rengoku estaba más que emocionado.

Ese mismo año le darían el importantísimo papel de ser tutor de alguno de los dieciocho salones (debido a la vacante que había dejado el profesor Jigoro después de su retiro), y fue gracias a su arduo trabajo que lo obtuvo.

Estaba ansioso por saber que grupo le tocaría, pero como todo en esa escuela, el EIB es lo que rige, incluso en esas decisiones.

Los profesores tutores pueden escoger el salón al que quieren tutorar, pero el primero en escoger es aquel que tiene el salón con el mejor promedio y quienes tengan más EIB ganados entre los grupos.

Para Kyojuro era obvio, lo dejarían hasta el final de la lista.

Al ser nuevo, no tiene ningún historial que lo respalde, y el aprecio que le tienen sus alumnos no es suficiente.

Además, era obvio, nadie quería los grupos F.

—Solo buenas personas son los que pueden ser los tutores de los F —había comentado Shinazugawa cuando el nombramiento de salones ya iba por la mitad.

Y no mentía. Los tutores de los F parecían hacer su trabajo por buena fe, pues estaban catalogados como los profesores más “nobles”.

El profesor Kyogai se encargaba del 1F, los chicos son nuevos en la escuela así que aún son fáciles de manejar. El profesor Himejima era el tutor del 2F, los chicos que comenzaban a malignizarse de diferentes formas, sobre todo, al hecho de no querer estudiar.

No se sorprendió cuando al ponerse de pie y anunciar a su futuro grupo tutorado, el único disponible en el pizarrón era el 3F, ya que era prácticamente difícil tratar con ellos.

Kyojuro solo había trabajado poco más de dos años en la Academia Kimetsu. En su primer año solo era profesor sustituto, para su segundo año le tocaron un par de grupos de primero, pero ahora que iniciaba el tercero tenía hasta de último año y su título de tutor.

Se sentía orgulloso por haber avanzado tan rápido profesionalmente, pero se sentía presionado por la enorme responsabilidad que representaba el 3F.

Solo había tratado un par de veces con esos chicos cuando suplía a algún profesor durante su primer año, pero eso fue suficiente para dejar una buena impresión. Aun así, los conocía muy poco, pues en la escuela solo se enseña historia en el primer y último año, historia japonesa e historia mundial, respectivamente.

Por lo que, esos pocos días que interactuó con ellos era su único recuerdo. Dos años después volvía a topárselos, esperaba que el cambio en ellos no fuera para mal.

Tomó la carpeta en sus manos y empezó a leer los nombres de sus alumnos y sus calificaciones. Realmente no destacaban, en su mayoría, a duras penas habían podido aprobar el año. Al costado de cada nombre se encontraba el resultado del examen de ubicación, desglosado por materias con resultados en puntaje.

Le tomó por sorpresa ver números altos, pero desperdigados por toda la hoja. Era como si solo fueran buenos en una cosa y el resto no les importara.

Sonrió.

Ya tenía idea de qué clase de grupo era el 3F. Eran de ese tipo de chicos que, al ser buenos en una cosa, se esmeraban por mejorarla.

De repente, Tomioka colocó una enorme caja de cartón en el escritorio de Rengoku.

—Todo tuyo.

—¿Qué es todo esto?

—Los reportes del año pasado del actual 3F. La directora decidió que sería buena idea que te vayas familiarizando con ellos de esta manera.

Kyojuro tomó la primera hoja, con un reporte el primer día de clases del año pasado. Este era de una chica llamada Ume Shabana, por portar mal el uniforme. Todo normal hasta ahí, hasta que empezó a leer el resto de reportes.

“Por intentar encender una hoguera en el salón y enjuiciar injustamente a su compañero”

“Por tomar fotografías indebidas”

“Por hacer y cobrar apuestas clandestinas”

“Por organizar un concurso de camisetas mojadas”

“Por robar y comerse el almuerzo del profesor Tomioka”

“Por dejar inconsciente a todo el club de Kendo”

Rengoku no entendió el último reporte, así que se lo mostró a Tomioka para que le diera una explicación.

—Michikatsu Tsugikuni le ganó al capitán del club de kendo. Dijo que eran demasiado débiles y que les enseñaría a blandir una espada, terminó por golpear a todos con el bokken con el pretexto de “hacerlos más fuertes”.

Kyojuro tragó saliva. Sería un muy largo año.

 

 

Empezaba el último viernes de las vacaciones, cuando recibió una llamada de Uzui. Aquella acción de su amigo le desconcertó, más por la hora que era, normalmente eran mensajes los que le enviaba.

—¿Qué pa…

—¡Odio estar aquí! —la voz del albino sonó con enfado.

—Cálmate, ¿en dónde estás?

—¡En la maldita escuela!

Kyojuro se espantó, así que miró la fecha en su celular para corroborar que no había entrado en un largo sueño de fin de semana y se haya quedado dormido por tres días y ya fuera lunes, como una de esas siestas de medio día que en cuanto se despierta no sabe en qué día vive.

Respiró aliviado cuando miró la palabra viernes.

—¿Qué te pasa Uzui? Casi me matas del susto.

—Unos chicos transferidos, eso es lo que me pasa.

Hubo un breve silencio por parte de Uzui, lo único que se escuchaba en el auricular era el sonido de alguna envoltura.

—¿Sabes qué hora es? —a través del auricular se escuchaba como Uzui masticaba un chicle.

—Las nueve de la mañana.

—¡Exacto! ¡Las nueve de la mañana! Yo no debería de estar supervisando el examen de ubicación de unos chicos, yo debería de estar en mi quinto sueño reparador antes de iniciar el ciclo escolar.

Kyojuro bufó cansado.

—No eres tutor, así que es tu trabajo como profesor sin cargos extras.

—Que no se te suba la fama, profesor Rengoku.

Eso hizo reír al rubio.

Desde que eran amigos en la universidad, Uzui bromeaba con llamarlo profesor. El albino tenía aires de querer ser un gran artista, pero por obras del destino terminó enseñando artes en la misma escuela que él.

—Tómalo como experiencia para tu siguiente obra.

—Sí, sí, como digas. Ya llegaron, me seguiré quejando luego.

—Te cobraré la consulta.

Uzui solo gruñó y colgó.

¿Alumnos transferidos? Era bueno que se integraran iniciando el año. Esperaba que se posicionaran en buenos salones, aunque no le molestaría tener más alumnos en su salón.

El rubio negó con la cabeza, ¿en que estaba pensando? Aunque ya quería a los chicos con los que iba a pasar un año entero, él sabía de antemano que era mala idea. Mejor almorzaba algo para poder ver a su hermano.

 

 

—Llegas tarde —la voz de Uzui sonó molesta.

—Es mi hora de llegada normal —reprochó Rengoku mientras dejaba sus cosas en el escritorio.

—¡Nada de eso! Debiste de haber sido tu quien guiara a tus fabulosos nuevos alumnos a su salón.

Tal parecía que su petición se hacía realidad. Ahora estaba un poco preocupado, no le deseaba el mal a nadie, pero tal vez el querer que estén en su salón contaba como eso.

—Son dos chicos y una chica. Ten —Uzui entregó una carpeta, en ella estaba la información de sus nuevos alumnos, estructurada de la misma manera que el del resto del grupo.

—¿¡Cero!? ¿Cómo es posible que obtuvieran tan mal promedio en el examen de ubicación?

—Dos de ellos se salieron a mitad del examen. La chica se sintió mal y uno de los chicos la llevó a la enfermería.

—¡Eso no es justo!

Y no lo era, los exámenes se encontraban en la misma carpeta, por lo que pudo ver sus respuestas. Lo poco contestado por ambos estaba correcto, sin falla alguna. Se notaba de inmediato que eran muy inteligentes, dignos de estar en la clase A.

Pero el tercer examen…

Solo tenía literatura bien contestada. El resto parecía haber sido contestado al azar. Incluso las ultimas veinte no tenían respuesta.

—Se le acabó el tiempo —respondió Uzui a la pregunta no formulada.

Bueno, al menos uno de ellos realmente pertenecía a la distinguida clase F.

Repasó los nombres de nuevo y se percató que los chicos eran hermanos.

—Por cierto, la chica sigue enferma. Así que no asistirá hoy.

—Gracias.

Rengoku se despidió de Uzui y se retiró a dar su clase de tutoría. El albino lo había entretenido lo suficiente como para hacer creer a los chicos que tendrían hora libre.

 

 

Tenía que sacar algo positivo a la situación, ¿no?

Antes de entrar al salón pudo escuchar en el pasillo el potente grito que soltaron todos los del F, ese bonito “idiota” al unísono. Debía admitir que podían ser algo unidos, pero seguido a eso, sus oídos eran invadidos por los montones de discusiones entre ellos.

Al menos estaban llenos de energía, y eso era bueno.

Sin esperar más abrió la puerta de shogi y una sensación cálida le pegó directo en el pecho. Aun así, pudo controlarse y saludar a sus tutorados.

—Sus corazones arden jóvenes, ¡sin embargo!, la clase va a comenzar.

En cuanto vio el pequeño y deteriorado estrado entendió una de las muchas cosas por las que el salón F no era el favorito de los profesores, sería cansado estar de pie por una hora completa.

Cuando dejó sus cosas se percató del par de hermanos.

Pero en ese momento pasó algo extraño.

Justo cuando sus ojos pasaron del chico de cabello negro y ojos azules y enfocaron al de cabello rosa y ojos amarillos, algo dentro de él se removió.

Ah, es él”, fue el vago y repentino pensamiento.

Sí, es él, su alfa, su destinado, al que su omega interior le está gritando a todo pulmón que se abalance sobre él y lo llene de besos, sea cursi y se deje mimar.

Y tal parece que aquel chico también se dio cuenta, pues no dejaba de mirarlo.

Para fortuna de Kyojuro, su propia reacción fue enterrada rápidamente por su sentido del deber y su moral. No puede hacer escenas en la escuela, mucho menos pensar querer ser marcado por un alumno… ¡Un alumno! ¿¡Qué clase de profesor sería si se abre de piernas a un chico menor que él!?

Todo eso fue procesado en su mente en menos de un segundo.

Lo mejor por ahora era guardar las apariencias. Primero lo primero, su preciada primera clase de tutoría.

—Ustedes dos deben ser los nuevos, soy Kyojuro Rengoku, su profesor de historia y su tutor este año.

El resto del salón comenzó a celebrar, ayudando a calmar su omega interior.

—Tomen asiento en donde gusten.

Ya tendría tiempo para pensar en eso, por lo que el resto de la clase se la pasó enfocado en su trabajo.

 

 

Se mintió a si mismo cuando dijo que tendría tiempo para pensar. Ahora con más salones tenía más asistencias que registrar, y en un futuro más trabajo cuando dejase tareas. No es como si él se lo hubiera buscado, solo son gajes del oficio.

A la mañana siguiente se topó con Tsugikuni y Hakuji, detrás de ellos, alejado al menos dos metros, estaba el otro hermano, el de cabello rosa, su futuro alfa… ¡No! ¿En que estaba pensando?

Regresó su vista a los dos chicos enfrente de él, por suerte captó un poco de lo que le decían.

—¿Un EIB? ¿No es muy pronto? Además, joven Soyama, su puntaje es de cero, y el resto de sus compañeros no tiene uno muy bueno que digamos.

—Lo entiendo profesor, así que para organizarnos le queremos pedir esta hora y que le aprueben la solicitud —la voz de Hakuji sonaba determinada, pero con un toque de súplica.

—¿Qué planean? —sus ojos se enfocaron en Michikatsu, por todo lo que había leído acerca del salón, el mayor de los hermanos Tsugikuni tiene una mala fama por querer demostrar (de la peor manera) que es más mejor que su hermano.

—Le seré sincero —habló Hakuji —quiero que Koyuki venga a la escuela. Ella es de una salud muy delicada, por eso siempre está en casa. Quiero que ella disfrute una vida de estudiante común.

—El salón A tiene un buen sistema de ventilación —mencionó Michikatsu.

Kyojuro sonrió de manera comprensiva. Notaba los bonitos sentimientos y la genuina preocupación en el chico, así que solo puso su mano sobre su hombro y aceptó ayudarles con su cometido.

Aun así, pudo distinguir la cara de descontento que ponía Akaza, y eso también le ponía mal.

 

 

Sabía que el plan de los chicos fue un éxito desde que Obanai le llegó a reclamar acerca de que su salón provocó a los suyos y solicitaban un EIB.

La verdad Rengoku estaba orgulloso de sus alumnos por esa primera gran victoria.

No le sorprendió el que rechazaran el cambiar de aulas, después de todo, Michikatsu Tsugikuni es de los que busca más, por lo que al perder el EIB contra los del A, pensó que el representante de la clase F estaría desanimado, sin embargo, lo encontraba igual de tranquilo.

—No se preocupe por mí. Acepto la derrota, porque eso solo me motiva a conseguir venganza.

Ese último comentario le dio escalofríos a Kyojuro. No cree que vaya a hacer algún atentado ¿o sí?

Esperaba que no.

Lo que si fue sorpresa para él fue el gran arrepentimiento que mostró Akaza después del EIB. Incluso se arrodilló frente a él con todo y frente en el suelo. La verdad Kyojuro no mentiría, estaba molesto con el chico, y más porque había contestado casi a la perfección el examen, pudo haberle ganado a Rui sin problemas, de no haber sido por ese error al momento de colocar las respuestas.

A pesar de eso lo perdonó, haciéndole prometer que saldría bien en su materia en el primer examen de evaluación.

Akaza se había levantado de golpe y vuelto a tomar sus manos como aquella vez que le pidió que le enseñara, pero esta vez para agradecerle su infinita misericordia.

Tal vez el acercamiento repentino y confianzudo del chico era por su propio instinto alfa, pero más que coquetear eran acercamientos involuntarios y un poco torpes, pero que para Kyojuro, quien al parecer era más consiente de la situación entre ambos, son más que suficientes para alterar a su omega interior.

No debía recordar eso, menos en la soledad de su departamento donde fácilmente puede auto complacerse. Debía despejar su mente y olvidar por un momento la escuela, sus alumnos y a Akaza.

Sobre todo, quería olvidar el hecho de que se disfrazó de mujer y el chico no lo reconoció. ¿Qué tan idiota puede ser?

Tal vez se estaba haciendo el que desconocía. No, Akaza era realmente distraído en muchas ocasiones, solo cuando se lo propone es cuando algo le sale bien. Sus calificaciones son el reflejo de eso.

Por dios, mi destinado es un idiota”, pensó. “Un muy lindo idiota”.

Suficiente. Tenía que ir a despejar la mente de alguna manera, y el centro comercial era buena idea.

 

 

El centro comercial fue una mala idea.

Tantos acontecimientos lo volvieron a llevar a vestirse de mujer, ¿acaso la vida lo odia tanto?

Lo peor fue cuando tuvo que disfrazarse... No, se corregía, lo peor fue escuchar a Enmu decir que tenía una cita con Akaza. Su pecho se estrujó tanto que por un momento se olvidó de la amenaza que lo perseguía.

¿Akaza ya tenía pareja? ¿Era ese delicado y dulce omega a quien le sentaba mil veces mejor un kimono para mujer que a él? ¿No se suponía que él y Akaza eran destinados? Tal vez la vida estaba jugando cruelmente con él haciendo que ese lazo solo sea unilateral.

Por un momento se había desmotivado, hasta que el instinto de supervivencia se activó de nuevo cuando un escalofrío le recorrió la espalda, pues la intensa aura de Shinazugawa era amenazante. Sudó frío cuando escuchó lo que iba a hacer con él, ahora entendía a su alumno Kaigaku cuando era amenazado por el CDLI.

Pero gracias a eso y al pequeño empuje de adrenalina que tuvo, pudo alzar sus puños para defenderse de Shinazugawa cuando apareció frente a ellos, aunque quien terminó peleando con él fue el recién llegado Akaza.

Y una vez más, sin entender lo que pasaba, terminó corriendo por el parque bajo su alter ego de Renko entre un tumulto de gente vestidos como los del CDLI, mientras era guiado por Akaza.

Cuando estuvieron solos empezó a escuchar las quejas de Akaza, los problemas económicos que pasaba y el como una salida de amigos terminó mal.

Quería reírse, pero por respeto al chico prefería guardárselo.

Sin embargo, la duda lo asaltó.

—¿Entonces no sales con el joven Enmu?

La respuesta que le dio Akaza hizo a su corazón sentirse relajado, menos inquieto. Hasta que el alfa mencionó que ya tiene a su destinado.

Muy pocas situaciones hacían sentir nervioso a Kyojuro, pero ésta era una de esas. Si no fuera porque sabía controlarse, todo su cuerpo estaría temblando. Aunque sus manos estaban sudando por la ansiedad.

Sabía que, en su interior, su yo omega estaba esperando por escucharlo, pero que algo malo pasaría si no era la respuesta que esperaba.

Ni siquiera podía conversar, por lo que su falsete realmente salió mal cuando preguntó acerca del destinado del de cabello rosa. Entonces escuchó a Akaza hablar.

—Mi profesor de historia.

Era lo único que necesitaba saber por el momento, y por su propio bienestar, cambio abruptamente de tema al saber la necesidad económica del chico.

Así que aprovechando que su padre requería de un ayudante en el dojo, ofreció el trabajo, y gracias a eso logró regresar a casa.

 

 

El lunes por la mañana le tocaba su preciada clase de tutoría.

Pero no se encontraba de ánimos.

Todo el fin de semana estuvo prácticamente pensando acerca de sus sentimientos y sobre su propio destinado.

Ahora que sabía que Akaza estaba al tanto de su “relación”, no quería que eso afectara la forma en la que ambos se trataban. Como simples profesor y alumno. De hecho, pensaba que eso era lo mejor para ambos y que ninguna fuerza sobrenatural debía de regirlos.

Siempre debería de mantener su distancia sentimental con el joven alfa, después de todo, a Kyojuro aún le causaba conflicto la diferencia de edad, a eso se agregaban las reglas de la escuela y el “qué dirán”, por lo que se decidió por algo simple: sepultaría todos esos sentimientos muy en el fondo y nunca los dejaría salir.

Suspiró cansado, mantener las apariencias gasta energías, por lo que debería de recuperarlas comiendo algo.

—Es extraño verte de esa manera, algo te perturba.

La voz de Uzui hizo que Rengoku apartara sus ojos de los reportes que firmaba. Esa mañana había ido a comprado un anpan en la cafetería en donde se topó con Tomioka, quien le dijo que dejó en su escritorio los reportes de la clase 3F.

—Creo que ya empiezo a sufrir el gasto de energía con mis tutorados.

—Después del ritual que hicieron nada me sorprende —Uzui se asomó curioso para leer las razones de los reportes.

“Por romper propiedad de la escuela”

“Por invocar a un ser dimensional sin permiso”

“Por inscribir a un ser dimensional en la escuela”

Kyojuro terminó y se puso de pie, tenía que ir a entregar esos reportes a sus alumnos para que regresaran firmados por sus padres o tutores.

Justo cuando estuvo a dos salones de llegar se escuchó un grito que provenía de su clase. Horrorizado, se preguntó que tramaban ahora.

De repente, la puerta de shogi fue abierta de golpe, de ella salía corriendo Akaza que por alguna razón tenía su camisa destrozada y en algunas partes quemada, dejando a relucir la parte superior de su trabajado cuerpo.

Entonces sus miradas se toparon, y el alfa sonrió como si la luz de su existencia y salvación estuviera frente a sus ojos.

—¡Kyojuro!

Akaza corrió hacia él, cuando estuvo enfrente pudo sentir el varonil aroma de su alfa, haciendo que su omega interior se regocijara. No, debe de enterrar todos esos sentimientos muy en el fondo de su cerebro. Pero que le tomara las manos no le ayudaba en nada. Y su sugerente aspecto tampoco.

Rengoku maldecía internamente. Se dio cuenta de que, pesar de que Akaza era solo unos cuantos centímetros más bajito que él, esos brazos parecían que podían cargarlo con facilidad, y esos tatuajes solo acentuaban sus bíceps, en los cuales quería hundir sus uñas mientras el chico se lo foll…

No. No debe dejar que su omega interior se apodere de su mente con pensamientos pecaminosos.

—¡Tengo que pedirte algo importante!

Para colmo, el chico parecía no conocer el espacio personal, pues su rostro estaba muy cerca del suyo.

Pero, ¿qué era lo que tenía que pedirle? A lo mejor ya sabe también de sus sentimientos y está pensando en declararse.

—¡Ahí está!

—¡Atrápenlo!

Los del CDLI se acercaban peligrosamente a ambos, así que Akaza lo puso detrás de él. Esa pequeña acción hizo que el corazón de Kyojuro palpitara con fuerza, instintivamente lo estaba protegiendo de alguna amenaza, y eso se sentía bien.

—¡Has sido juzgado por salir con una belleza madura en el parque! Se te declara culpable por tener una sugar mommy.

La dulce nube rosa que se había apoderado de la mente de Kyojuro se esfumó abruptamente, ¿había escuchado bien? Ojalá pudiera enterrarse en un hoyo, ¡ahora el CDLI conocía a Renko! ¡Qué vergüenza!

—¡Yo no tengo nada de eso! —replicó Akaza.

—¿¡Entonces quien era esa belleza de kimono azul con blanco!?

—¡Una conocida!

—¡Mentiroso!

Akaza gritó desesperado, un grito idéntico al que el profesor escuchó al llegar.

—¡Kyojuro! ¡Pido un EIB contra el CDLI! —Akaza había tomado la mano de Rengoku para llamar su atención.

Rengoku sabía que debía de sepultar esos sentimientos por el chico frente a él, que estaban mal pues él es profesor y el otro un alumno, el reglamento escolar así lo estipula y muchos no verían con buenos ojos su relación… pero podía esperar, menos de un año era lo que restaba para que Akaza pudiera darse cuenta de sus sentimientos y que, si las cosas entre ellos iban bien, iniciar una relación.

Una amplia sonrisa se formó en su rostro, no enterraría esos sentimientos, solo los guardaría hasta que fuera el momento indicado.

Aceptaba esos sentimientos y dejaría que florecieran como las flores de primavera.

—¡Lo acepto! —anunció Kyojuro.


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