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ÍMPETU E INSTINTO por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Este capítulo es algo corto, pero espero que les guste.

Esa noche ambas residentes de la propiedad durmieron en sus respectivas recámaras, aunque T/N notó que su ropa sucia no se encontraba donde debería estar.

 

Ella no podía considerarse una persona organizada, por muchas otras cualidades que posea. No solía lavar su ropa muy a menudo, ni siquiera la organizaba correctamente. Simplemente la dejaba tirada en el suelo. Y eso no solo Rico lo notó sino que seguramente le pareció excesivamente molesto porque decidió hacer algo al respecto.

 

Se olvidó de que al tomar a un omega bajo su protección, T/N no solo tenía el cargo de salvaguardarla, sino que Rico también cumplía un papel en respuesta.

 

No durmió mucho esta vez. Era verdad que estaba ansiosa ante la idea de volver a reunirse con su madre, después de lo que le parecía una eternidad.

 

Lo más probable es que llegara al día siguiente. Así que cuando el Sol salió y se filtró a través del balcón de la recámara abandonó la cama y se dispuso a leer la carta que había dejado en espera el día anterior.

 

Estaba en lo correcto. La carta fue mandada por el comandante Erwin.

 

Estoy sorprendido de recibir tales noticias. Para la Legión son buenas noticias, pero no me atrevería a decir lo mismo para usted, T/N Brzenska.

 

Con relación a su petición, estaría más que encantado de recibir a su prima Rico Brzenska como parte de nuestras filas. Solo he oído cosas impresionantes sobre ella y debido a eso, la recomendaré al capitán Levi como parte de su escuadrón especial.

 

La veré en la ceremonia del escuadrón 102 dentro de unos días.

 

Saludos

Comandante Erwin Smith

 

 

Nanaba debió dispersar el mensaje que le dio justo antes de partir del cuartel, tal como esperaba que lo hiciera. Si se viera en problemas, un alfa subyugado buscaría una solución que beneficiara al alfa amo. No podía evitarlo, ya estaba en su naturaleza.

 

Tampoco estaba muy feliz de sacarle provecho a la situación.

 

Salió de su recámara, caminó por el corredor y bajó las escaleras, percatándose de que la puerta de la habitación de Rico estaba cerrada. Apenas llegó al pie de las escaleras, pudo oír el relinchido de un caballo cansado. Se dirigió de inmediato hacia la puerta principal y cuando la abrió, se topó de frente con un mozo cartero, a quien por supuesto sorprendió.

 

Cargaba en la mano derecha un bonche de cartas selladas y envueltas en un cordón. A simple vista, podía decir que eran más de siete. En la mano izquierda cargaba el periódico de la semana, con noticias de la capital.

 

T/N se sintió un poco decepcionada tanto por el hecho de que tenía que leer todas y cada una de esas cartas y redactar una respuesta como porque no era su madre a quien estaba viendo.

 

Estiró la mano y le arrebató todo al joven, a quien aún no le daba la oportunidad de decir nada.

 

- ¿Tienes mucho trabajo que hacer? – Le preguntó. Los carteros usaban un simple uniforme y siempre cargaban con una bolsa de tela donde guardaban la correspondencia. Usualmente, solo iban a caballo. En la Legión no los usaban mucho, salvo en situaciones cotidianas. Por seguridad, era un soldado quien cargaba con la obligación de hacer entrega del mensaje al destinatario.

 

-Si, un poco – Musitó.

 

-Antes de que lo mates, dale un poco de agua y deja descansar a tu caballo en los establos detrás – Señaló a la vuelta de la propiedad y el mozo se sonrojó, avergonzado – Vuelve mañana, tendré las respuestas listas.

 

-Si…- Escuchó débilmente antes de cerrarle la puerta en la cara. A mucha clase de idiotas se les da un caballo y no se les enseñaba a cuidar de ellos apropiadamente.

 

Luego se dirigió a la cocina y dejó toda la correspondencia sobre la pequeña mesa de centro. Se preparó un café y luego se sentó a leer la primera página del periódico, donde venía un folletín de una obra de teatro que se estrenaría la próxima semana en la capital.

 

Estaba leyendo el adelanto cuando Rico ingresó en la cocina, bien vestida y arreglada. Su corto cabello rubio, lacio y delgado se amoldaba perfectamente sobre su cabeza. Incluso se había peinado las tupidas cejas ocre oscuro.

 

-Buenos días – Dijo. Miró los papeles sobre la mesa y luego se sirvió algo de café, tomando asiento frente a ella. T/N dejó el periódico, la saludó de vuelta, tomó una jugosa manzana roja del frutero y enseguida le dio un gran mordisco.

 

Rico aprovechó la oportunidad y se hizo con el habitual.

 

- ¿Una obra de teatro? – Preguntó, mirando la primera página.

 

-Podemos ir a verla, si quieres – Comentó – De cualquier manera, debo presentarme en Mitras – Rico parpadeó y se ajustó los anteojos, leyendo con cuidado las primeras líneas. T/N pudo ver la astucia brillar en sus ojos.

 

- ¿Por qué tienes que ir a Mitras? – Se extrañó – El hermano de tu madre vendrá hasta aquí, ¿no? Debería acompañarla – Debió ver el ligero desconcierto en la mirada de la alfa porque añadió con seriedad – Me prohibiste leer la carta de Ian, ninguna otra más.

 

T/N tenía que admitir que fue su culpa. Al menos no fue tan osada como para leer la carta del comandante sin que T/N lo hubiera hecho primero. Eso si la habría molestado.

 

Le dio otro mordisco a la manzana y tragó.

 

-Espero que lo haga – Dijo – Pero con ello solo podré destituirlo del cargo. Necesito presentarme frente al concejo de la compañía para dejar en claro mis términos y condiciones.

 

-Has decidido hacer unos cambios – Afirmó con un asentimiento mientras abandonaba el periódico sobre la mesa, pensativa – Será bueno para pasar el tiempo – Consintió y T/N estuvo de acuerdo. Tomó de vuelta el habitual y comenzó a pasar las grises hojas una tras otra, buscando algo interesante para leer.

 

- ¿Y qué vas a hacer? – No levantó la mirada pero supo que Rico tenía fija la suya en ella.

 

- ¿Con qué? – La cuestionó despreocupadamente.

 

-Con tu madre – T/N dejó de pasar las hojas. Algo con lo que tenía que cargar, era con la increíble habilidad deductiva de Rico, pero esta vez se equivocaba.

 

-No voy a hacer nada – Respondió con un suspiro, mientras sus ojos examinaban una nota que le llamó la atención – Si quiere quedarse o irse siempre será su decisión.

 

- ¿Por qué no la obligas a quedarse? – Rico sonó algo molesta, así que T/N levantó la mirada.

 

-Estaría sola aquí – Le dijo con suavidad – No puedo hacerle eso.

 

Eso cambió de parecer a Rico, porque su expresión se volvió compungida.  

 

-Si – Murmuró – Olvidé que tendremos que irnos – Sus hombros se ablandaron levemente.

 

T/N no comprendió del todo sus palabras. ¿No habían hablado ya de eso los últimos días, de volver al trabajo?

 

Lo dejó pasar y terminó de beber su café al tiempo que examinaba palabra por palabra aquella nota que encontró. Era concisa y hablaba sobre la pérdida de contribuciones de las tropas estacionarias con un detallado análisis sobre porque afectaría en la toma de decisiones de los reclutas los próximos años.

 

Ciertamente, las tropas de guarnición era la división preferida de los soldados y mucho tenía que ver con que gozaban de grandes contribuciones, tanto de compañías privadas como del imperio.

 

-Por cierto – Llamó la atención de Rico, un poco más seria – Mantén tus instintos omegas al mínimo en lo que respecta a la limpieza de mi espacio personal.

 

Rico hizo una mueca medida entre la vergüenza y el reproche.

 

-Eres muy desorganizada – Se quejó – No entiendo cómo has sobrevivido hasta ahora.

 

T/N parpadeó, algo ofendida.

 

-Pues lo he hecho – Sentenció mientras se ponía en pie y tomaba el bonche de cartas. No obstante, antes de hacer nada más, Rico sacó algo de un bolsillo de su chaqueta y lo depositó sobre la mesa, lo más cerca de T/N que pudo sin estirarse demasiado. Encogió el brazo enseguida y lo escondió tras el mueble.

 

T/N reconoció entonces el anillo de su padre. Mientras lo miraba, aseguró las cartas en el bolsillo trasero de su pantalón.

 

-Lo encontré en uno de tus bolsillos anoche – Susurró con cautela, evitando su mirada – No lo limpié, no quise hacerlo.

 

No, lo que querías era una explicación.

 

T/N lo tomó entre sus dedos y lo observó a la luz que entraba por la ventana de la cocina. Debió suponer que T/N no tenía intención de decir nada, porque preguntó:

 

- ¿Por qué tiene manchas de sangre? – La alfa la miró directo a los ojos, ensimismada.

 

-No sé si deba decírtelo – Murmuró más para sí misma – Pero supongo que te enterarás cuando lleguemos a Mitras.

Claramente, sus palabras desconcertaron a Rico. Manejó el anillo de modo que puso la cubierta llena de sangre escarlata hacia arriba.

 

- ¿Ves lo que parece gema?

 

Rico asintió con seguridad, observando con cuidado y con un poco de confusión. La sangre no permitía ver la suave rotura de la gema, pero ahí estaba.

 

-Solo es una débil cubierta que contiene una poderosa toxina – La expresión de la omega cambió y T/N pudo ver horror en sus ojos mezclado con esa singular inteligencia que la alfa misma apreciaba – Es lento pero la muerte es segura – Apartó un momento la mirada y guardó el anillo en el bolsillo delantero del pantalón – Una vez que se rompe y entra en contacto con una herida.

 

- Lo usaste con Floch – Se echó hacia atrás, intimidada. Su voz fue profunda, así que T/N cerró los ojos, incómoda.

 

-Por favor, no te sorprendas – Le dijo – Hice lo que tenía que hacer.

 

Se dio media vuelta, lista para marcharse.

 

- ¡Pero…! – Exclamó aún sin salir de su estupor, inclinándose esta vez hacia el frente, con una mano sobre el respaldo de su silla y la otra sobre la mesa, como si estuviera lista para saltar. T/N se detuvo y le devolvió una mirada intransigente – ¿Por qué lo tomas tan a la ligera? Podrían apresarte, ¿Es que…? – Sus palabras se perdieron en un hilo de voz al escuchar la suave y sedosa risa del alfa, lo que por supuesto, la desconcertó aún más. Así que T/N trató de explicarse.

 

-El capitán Kitz Neilman supo todo el tiempo que fui yo quien le dio esa paliza a Floch y aun así, ¿lo escuchaste decir algo? – Rico no respondió. Se limitó a parpadear un par de veces, buscando signos de algo oculto en su expresión.

 

-Mi libertad no corre peligro – Le aseguró – Confiaré en que no vas a delatarme, pero incluso si fuera así, el veneno es imposible de identificar. Le da treinta horas de vida a la víctima y usualmente muere mientras duerme – Luego añadió innecesariamente – A decir verdad, fue una muerte bastante piadosa.

 

Luego se volvió hacia ella y estiró la mano derecha hacia el rostro de su querida prima, quien no se movió en absoluto. De haberle tenido miedo de verdad, hubiera retrocedido. Era bueno saber que Rico no temía que T/N pudiera lastimarla. No tenía porque temer por ello, sencillamente.

 

-Floch ya no podrá hacerte daño – Sostuvo con dulzura, acariciando una sola vez con el pulgar su delgado pómulo izquierdo, haciendo que la omega se relajara. Pudo ver en sus ojos que Rico sintió alivio, luego le devolvió una profunda mirada de gratitud, asegurándose de mantener el contacto visual con la alfa.

 

-Gracias – Susurró un segundo antes de lanzarse a sus brazos por segunda vez en una semana. Esta vez, T/N no cargó con su cuerpo. Rico la abrazó por la cintura, pegando su pequeña cabeza a su endurecido pecho y olisqueando su aroma. T/N lo supo porque Rico sujetó con fuerza su camisa.

 

El alfa la abrazó de vuelta y nuevamente se maravilló por lo pequeña y frágil que se sentía en sus brazos.

 

Debieron pasar varios minutos, pero cuando Rico rompió el abrazo tuvo que hacer a un lado sus grandes anteojos para poder limpiarse las lágrimas que escurrían por sus mejillas.

 

-Has hecho tanto por mí – Susurró después de un ligero suspiro – Fuiste al funeral de mis padres pero yo tomé conscientemente la decisión de no asistir al funeral de tu padre – Se lamentó, posicionando los puños bajo su cuello, los codos flexionados, y dejando la mirada fija en el suelo, sumamente avergonzada, tal vez incluso decepcionada de sí misma.  

 

- ¿Y te arrepientes? – Le preguntó la alfa, algo desconcertada por el giro de la trama. Rico asintió pero fue tan imperceptible que T/N dudó de que lo hubiera hecho.

 

-Lo hago – T/N trató de sonreír cálidamente ante esas palabras.

 

-Yo también – Rico por fin alzó la mirada con una pregunta brillando en sus finas facciones. Sin los anteojos sus relucientes luceros realzaban la verdadera delicadeza de su omega – Yo tampoco asistí a su funeral – Se explicó.

 

Vio el ligero y lento parpadeó de la omega, impresionada por aquella revelación, aunque también vio otra cosa…tal vez admiración.

 

Pero T/N no tenía aún la confianza para contarle a nadie la verdad de porqué no lo hizo, así que se adelantó a ella.

 

-Estaré en los establos – Le dijo, girándose hacia la salida. Rico no la detuvo y tampoco se movió en algún tiempo considerable aún después de que el alfa abandonara la habitación.


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