Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

ÍMPETU E INSTINTO por Mon18Zu

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, aquí con un nuevo capítulo.

Pasaba de mediodía cuando T/N finalmente terminó su trabajo en el establo. Desde que se separó de Rico en la cocina ya hace unas horas no la había vuelto a ver, pero T/N supuso que la omega debía estar en la biblioteca o en el jardín o incluso aseando toda su recámara personal.

 

No importaba que se lo hubiera pedido, los fuertes instintos omegas de Rico la obligaban a compensar las acciones del alfa. Así que se resignó por el momento y dejó que hiciera lo que tuviera que hacer. De haberse vuelto firme, tal vez la habría hecho perder la cordura.

 

Le llevó más de una hora arreglar, cambiar y ajustar las cerraduras de hierro que habían permanecido en desuso, por lo que muchas se habían oxidado con el tiempo. También había restaurado la madera de las puertas y limpiado las sillas de los caballos. Antes de eso, se dedicó a recoger el heno del campo bajo los rayos del sol.

 

El tiempo era ligeramente caluroso pero jovial. Y necesitaba el ejercicio ahora que no se ocupaba de sus tareas en el ejército.

 

T/N acababa de cerrar la puerta de madera del último de los espacios del establo cuando dirigió su mirada hacia la casa y se preparó para volver a la vivienda; se sacó los gruesos guantes de piel de las manos al tiempo que percibía un ligero aroma a óxido, los dejó sobre una silla de madera cercana y caminó hacia el exterior, sin prisas, sintiendo placides en sus músculos. Ingresó a la propiedad por la puerta trasera de la casa y luego se dirigió a una de las piezas, disfrutando de la frescura del interior.

 

Una capa de sudor cubría su cuerpo y su ligera camisa blanca se pegaba a su torso, así que comenzó a desabotonarla por arriba. No obstante, apenas soltó los primeros cuatro botones cuando escuchó que llamaron a la puerta.

 

Dirigió su mirada hacia el sonido y parpadeó. No recordaba haber escuchado un caballo o un carruaje sobre el camino de piedra, pero debió ser porque acababa de dejar el establo.

 

Dejó lo que estaba haciendo, guardó una de sus manos en sus bolsillos y caminó hacia el vestíbulo. Ni siquiera se detuvo hasta que estuvo frente a la puerta principal porque no había creído que fuese un asunto importante, pero se equivocó.

 

Fue sutil, casi imperceptible, pero lo olió.

 

El aroma de su madre.

 

Se detuvo un momento, pero no podía hacerla esperar, así que abrió la puerta y sus ojos se toparon con una hermosa mujer, quien mostró una clara expresión estupefacta ante lo que sus propios ojos miraban.

 

La mujer era más alta que Rico, lo suficiente para que T/N lo notara. Llevaba puesto un delicado vestido que resaltaba su cintura, tan suave como el color de su piel. Un chal de finos bordados cubría sus hombros y se cerraba alrededor de su cuello. Sus manos estaban cubiertas con unos guantes de seda y momentos antes se había quitado el sombrero de la cabeza, preparada para mostrar su rostro.

 

No estaba sola, tal como había esperado. Había un hombre de traje negro resguardándola muy cerca de pie en el pórtico, pero la alfa no le dedicó ni una sola mirada. Le bastó con saber que estaba ahí.

 

- ¿T/N? – Preguntó la mujer más que sobrecogida. La miró de arriba abajo y se detuvo un momento sobre el espacio de su camisa que dejaba entrever su endurecido pecho desnudo y plano – Es increíble cómo has cambiado – Ella no respondió porque no supo qué decir.

 

Sin embargo, la omega salió de su estupor inicial. Desvió su mirada de T/N, lo que la entristeció un poco, y se concentró en sus manos. Primero estiró el brazo que cargaba con el sombrero y el hombre que la acompañaba lo tomó sin decir nada, luego se deshizo de los guantes y extrajo un pergamino de un bolsillo oculto entre los pliegues del vestido.

 

-Solo he venido a que firmes esto – Le enseñó el papel enrollado, sin sello – Es la orden para que las contribuciones de la compañía vuelvan a las tropas estacionarias – Y luego añadió, con una significativa y firme mirada – Como tu padre lo habría querido, T/N.

 

Ella parpadeó lentamente una vez, rechazando el hacerse con el pergamino que la omega tendía hacia ella.

 

- ¿Por qué estás tan segura de que voy a firmarlo? – Preguntó con los ojos fijos en los suyos. Su madre parpadeó con confusión pero se recuperó en seguida mientras encogía el brazo y sonreía.

 

-El comandante Dot Pixis se contactó conmigo poco después de tu declaración en aquel juicio – Dijo - Creyó que yo sería la persona adecuada para hacerte cambiar de opinión.

 

- ¿Cómo conoces al comandante Pixis? – La cuestionó, sorprendida.

 

-Es un hombre con muchas cosas inteligentes que decir – Se complació de revelar aquello – Me trae noticias de Rico a todas nuestra reuniones; solo desayunos ocasionales una vez al mes – Le restó importancia con un ademán - ¿Puedo pasar? – Luego dio unos pasos al interior sin esperar respuesta y T/N retrocedió.

 

T/N metió ambas manos en sus bolsillos mostrándose inofensiva delante de ella, pero respondió antes sus comentarios.

 

-El comandante Pixis debería saber que no debería haber contado plenamente con dichas contribuciones – Recitó, distrayendo a su madre de la inspección del vestíbulo – Cualquier consecuencia debida a sus pérdidas económicas no me afecta en absoluto – Luego hizo una pregunta, cambiando su tono de voz – ¿Es todo por lo que viniste?

 

-Así es – Asintió – Además, mi hermano espera seguir dirigiendo la compañía, en vista de que no pretendes retirarte del ejército – Se adelantó y volvió a extenderle el pergamino.

 

T/N hizo una mueca. No, ellos no creían que fuera lo conveniente para la compañía. ¿De qué dudaba? ¿De su salud mental? ¿O era solo que no confiaba en su hija al mando?

 

-No voy a firmarlo. – Sentenció con absoluta seguridad – Y no necesitas hacer nada más. Yo voy a hacerme cargo de todo a partir de ahora.

 

Cuando dijo eso, el alfa detrás de su madre se anticipó.

 

-Sabemos que tomaste a la hija del hermano de tu padre bajo tu protección – Declaró con una voz profunda, pero a T/N le molestó que se atreviera a hablar, así que no le dedicó ni un vistazo pero si todo su atención – Es una completa irresponsabilidad arrastrarla contigo a la legión, más aún con la desdichada reputación con que cargan.

 

Su madre asintió con una suave expresión.

 

-Rico puede quedarse con nosotros, en la capital. Hiciste bien en acompañarla durante todo ese horrible proceso, pero ahora que estoy aquí deseo llevármela conmigo – Adelantó su brazo izquierdo y acarició el antebrazo de T/N una vez – Estará mejor conmigo.

 

Luego decidió que sería prudente colocar la palma de la mano sobre su pecho, presionando los dedos sobre su piel desnuda. T/N la tomó casi de inmediato y la apartó, manteniendo el contacto.

 

-No pretendo apartar a Rico de mi lado – Dijo – Ni tampoco pretendo devolver las contribuciones a las tropas estacionarias.

 

Sus palabras desconcertaron de sobremanera a su madre, quien negó con la cabeza, en absoluta oposición.

 

-No lo has pensado bien…

 

-Está decidido, madre – Cerró los ojos un momento y soltó su brazo con ligereza.

 

-Yo hablaré con ella, hermana – El alfa se aproximó y la mujer se apartó unos pasos.

 

-Quédate donde estás – T/N adelantó una mano, indicándole que mantuviera distancia, aunque dejo su atención de reojo en su madre. Entonces parpadeó, porque se dio cuenta de que su voz fue diferente y no tuvo intención de ello, al menos conscientemente.

 

El hombre no se movió, de hecho, nadie más lo hizo, aunque vio una enorme pregunta reflejada en los rasgos de la omega que miraba a ambos alfas de un lado a otro. El hombre se estremeció en un intento de desobedecer sus órdenes, pero fue bastante listo para dejar de intentarlo y simplemente se relajó antes de decir:

 

-Solo firma la orden y nos iremos – Le quitó el pergamino a su hermana de las manos y lo extendió – Y deberás aceptar oficialmente mi cargo en la empresa, esta vez.

 

El hombre no era tan grande como lo recordaba, porque T/N era al menos media cabeza más alta.

 

-Hermano… – Suplicó su madre, quieta, aunque claramente pasmada – No te has movido – Fue solo un susurró, pero T/N no lo escuchó porque concentró sus pensamientos en otro tema.

 

Ahora lo entendía. Ese hombre se había estado beneficiando del dinero de la familia Brzenska y T/N se había convertido en una amenaza al tomar el cargo que por derecho le correspondía.

 

Estaba usando a su pequeña hermana como un banco.

 

-No me gusta esa actitud, sobre todo delante de mi madre – Se adelantó hacia el alfa.

 

No esperó una respuesta tampoco, solo vio la sorpresa en el rostro de la omega un milisegundo antes de que T/N tomara al hombre por las vestiduras a la altura de su pecho y lo alzara en el aire como si de un simple niño se tratara. También había visto el espanto en la expresión del alfa, pero esa la ignoró por completo.

 

Sin embargo, no hizo más porque su madre se arrojó hacia ella por el costado, tomándola del brazo y pegando su cuerpo al suyo, imitando un posesivo abrazo. Temblaba como si hubiera estado expuesta a una fría ventisca de invierno.

 

- T/N no lo lastimes, ¡Es mi hermano! – Respiró con dificultad, sus cuencas abiertas de par en par y sus mejillas pálidas. T/N mantuvo su mirada inalterada, la vista fija en el sudoroso rostro del alfa al que pretendía dar una lección.

 

- ¿Y crees que eso me importa? – Le preguntó con severidad y su madre soltó una exclamación de atroz – Este hombre ha entrado en mi casa exigiendo mi dinero y además ha tenido intención de apartar a Rico de mí.

 

- ¡Fue idea mía! – Lo defendió. Pero T/N respondió con una sonrisa provocando que la expresión de su madre pasara al horror. Todo ese escándalo era por nada, pero entendía que los omegas se atemorizaran e intimidaran con demasiada facilidad.

 

-Sabes que eso no vale nada – Luego añadió, compadeciéndose de sus nervios – No voy a matarlo. Dije que no lo haría.

 

De pronto, otra voz se hizo oír en el vestíbulo, desviando su atención, pero mantuvo su mirada firme donde la tenía.

 

-T/N – La voz de Rico fue suave, con un toque de sedosidad en ella – Bájalo.

 

Y añadió con un tono sumamente cordial.

 

– Por favor – T/N ni siquiera parpadeó.

 

Cargando con la suplicante mirada de su madre, quien había colocado la barbilla sobre su pecho y esperaba expectante por su siguiente movimiento, T/N suspiró. La ira, si eso fue, se había disipado ya. El alfa lo supo, porque antes de bajarlo sobre el suelo ya había respirado de alivio.

 

-Sentémonos a hablar, cariño – Interpeló su madre, quien de pronto dejo de estremecerse también, y tuvo afán de tomar su otro brazo, asegurándolo con su pequeño cuerpo.

 

T/N, a pesar de que solo quería amedrentar al alfa, su aroma también actuó sobre la omega, afectándola de sobremanera. Rico, por su parte, estuvo consciente de ello porque mientras le pedía que bajara al hombre se mantuvo a una distancia prudente.

 

-En la sala de juntas en una hora – Fue su respuesta.

 


 

Rico removió con una cucharilla de plata su propia taza de té después de dejar caer un terrón de azúcar. Miró un momento a la mujer sentada enfrente hacer lo mismo.

 

-Tú debes de ser Rico. No nos habían presentado antes – Habló el hermano de su tía y Rico percibió su aroma, acercándose.

 

-Evitemos otro conflicto y no te acerques lo suficiente. De lo contrario, tu olor se mezclará con el mío – Recitó, tomando su taza de té y bebiendo un sorbo. No se percató del asombro en el rostro del hombre y la razón de eso fue que Rico jamás mostró señales de temerle, ni siquiera una muestra de sumisión.

 

El alfa retrocedió y siguió sus recomendaciones porque tomó asiento en el extremo más alejado de la mesa.

 

-Puedo oler el aroma de T/N en ti, Rico – Dijo su tía después de unos segundos acompañada de una sonrisa y con una voz aterciopelada – Estoy un poco sorprendida, después de cómo ustedes dos se separaron – Tomó su propia taza y bebió.

 

Rico parpadeó, afectada por esas palabras.

 

-Ya no significa nada – Respondió, abandonando su taza sobre la mesa.

 

-Yo no estaría tan segura. Yo jamás le dije lo que tú me contaste en el salón ese día – Rico dejó caer un poco su cabeza y su cabello cubrió sus ojos. La mujer pudo ver el reflejo de la luz en sus anteojos.

 

- ¿Vas a decírselo? – La cuestionó en voz baja, suspicaz.

 

-Dejaré que tú lo hagas – Sentenció y sus manos se movieron con una gracia digna de apreciar mientras sostenía su taza con la otra mano.

 

Ciertamente, su tía debía pensar que Rico era un persona bastante hipócrita al permitirse correr a los brazos de T/N.

 

Estaba avergonzada, era cierto.

 

De pronto, su tía dejó su taza haciendo un ruido al depositarla sobre el platillo de porcelana. Lo hizo para llamar su atención y lo logró, porque Rico levantó la mirada.

 

-No te arrepientas. Ella te dará todo lo que necesitas – Sentenció con absoluta firmeza pero con una expresión de decepción en el rostro.

 

Rico parpadeó. Si no estaba entendiendo mal, su tía le pedía que tomara con buena cara la situación.

 

No dijo nada, así que ella continuó, con un suspiro silencioso.

 

-No sabes lo que tienes ahora, ¿cierto?, ¿El control que puedes llegar a tener sobre mi hija?

 

-Yo… – Tartamudeó – Yo no diría eso – La mujer soltó una expresión de entendimiento.

 

-Eres bastante ingenua – Rico se sorprendió y se molestó al mismo tiempo. Una cosa era que T/N la llamara tonta, pero otra diferente que alguien más insinuara que era ingenua.

 

Su tía continuó hablando como si no hubiera notado su cambio de humor.

 

– No sé cuánto escuchaste, pero lo que le molestó de verdad fue que propusiera que te alejaría de ella. Se ha encaprichado contigo, indudablemente – Luego añadió con voz más baja – Fuiste tú quien la convenció de no proseguir, no lo hice yo.

 

La mujer tomó otro sorbo de té y Rico pudo ver en sus ojos tristeza, pero se recompuso rápidamente, sorprendiéndola.

 

-Mientras no encuentre un omega al que unirse, tú eres y serás la única capaz de influir en sus decisiones.

 

Rico parpadeó y continuó con su silencio porque había descubierto que ella tenía razón, por sorprendente que sonara.

 

Fue Rico quien le pidió que bajara al hombre y T/N lo hizo. Lo que es más, pudo ver en su rostro cómo la ira se disipaba una vez que la escuchó, como si no fuera más que humo.

 

Simplemente, era algo impresionante. La ira de un alfa era implacable, muchas veces incontrolable y, sin embargo, hace unos instantes, estuvo bajo su control.

 

T/N siempre mostró dominancia sobre ella. Rico jamás creyó que las cosas podían invertirse.

 

-Pero debes tener cuidado – Rico alzó nuevamente la mirada, atenta. Ni siquiera supo cuando la bajó – Si llega a saberlo va a castigarte y los alfas tienen mucha imaginación en cuanto a castigos se trata.

 

Rico se extrañó de que su tía fuera capaz de decir esas cosas delante de un alfa, pero cuando volvió la mirada hacia el hombre que las acompañaba en la estancia, éste parecía perdido en sus propios pensamientos con la mirada extraviada del otro lado de la ventana.

 

-Le mentiste, ¿cierto? No solo viniste esperando que firmara aquella orden. Ella mencionó que no respondes sus cartas – Comentó, volviéndose hacia ella con seriedad.

 

-Me preocupo por mi hija, si es lo que preguntas – Cerró un instante los ojos, afirmando sus palabras – Pero le di un ultimátum el día que salió por la puerta de esta mansión y no puedo simplemente retractarme.

 

- ¿Ultimátum? – Tanto Rico como su tía parpadearon, algo confusas – Ella no me lo dijo.

 

Permanecieron en silencio unos minutos hasta que sus tazas quedaron vacías. Luego Rico decidió que valía la pena preguntar.

 

- ¿Ocurrió algo? – Su tía la miró, sin comprender - ¿Entre T/N y su padre?

 

- ¿Algo, dices? – Miró la confusión en su rostro, así que se aclaró.

 

-Ella no asistió a su funeral – Vio la comprensión en sus rasgos.

 

-No lo hizo, tienes razón – Asintió – Tuvo prisa en irse – Pasó las manos por el chal y se lo retiró con delicadeza – En realidad, creo que estaba huyendo de algo. El ejército debió parecerle una idea bastante atractiva – Procedió a doblar la preda y la depositó sobre su regazo.

 

- ¿De qué estaría huyendo? – Le preguntó dudando de que eso fuera cierto.

 

-Eso tampoco te lo dijo, comprendo – Cerró nuevamente sus ojos y luego los abrió, acomodando sus manos en su regazo – Yo no la culpo por no hacerlo, aún debe serle difícil.

 

- ¿Qué es lo difícil? – La cuestionó, perdiendo paciencia. Su tía inclinó un poco la cabeza y simplemente dijo, sin ningún tono particular de voz:

 

-Fue ella quien vio morir a su padre.

 

En algún momento, el familiar de su tía se levantó y salió de la cocina, pero Rico apenas se dio cuenta.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).