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GREENHOUSE por Sakurako

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Notas del capitulo:

Este capítulo es un poco... intenso. 

No apto para menores 

CAPÍTULO 4

 

Los días se volvían lentos y tediosos, algunos hasta tortuosos, al menos para Kamenashi; su cuerpo comenzaba a reaccionar a las acciones de sus clientes y de alguna manera quería ir más allá, aunque no estaba seguro de lo que eso significaba.  Para Yamashita en cambio, los días pasaron rápido. Durante estas semanas Yamashita había pasado mucho tiempo al lado de Kazuya y sin adminirlo, sin querer admitirlo nunca, sabía que algo estaba creciendo dentro de él. El menor era curioso por naturaleza, a pesar de ser callado hacía muchas preguntas al moreno. Algunas de esas preguntas algo difíciles de responder a pesar del ambiente en que se desenvolvían.  

-¿Por qué quieres saber eso?

-Ví cómo un tipo abría su pantalón y entonces comenzó a…

-Kame…- sonrió al decirlo. Y al instante se arrepintió. Puso su rostro serio y luego corrigio. -Kamenashi, basta. Sigo sin entender por qué quieres saber eso… a veces me pregunto si de verdad eres tan inocente…

-Por favor, Yamashita-san, no digas eso. No soy inocentes, créeme…- lo dijo molesto. Pero no parecía molesto con Yamashita sino consigo mismo.

-¿Qué quieres decir?

-Yo…- el rubio dudó mucho antes de continuar hablando. Estaba temblando ligeramente y sin darse cuenta se mordió el labio inferior, algo que solía hacer cuando estaba nervioso. Yamashita lo había notado desde la primera vez que lo hizo y le pareció un gesto muy sensual. -Yo… no quiero que un tipo cualquiera sea mi primera vez…

-No es “un tipo cualquiera” en un tipo muy rico y poderoso. Es hijo de uno de los más grandes empresarios de todo Japón. Heredero de una gran fortuna.- Al terminar de decir todo ese vómito verbal, le pareció que sonaba tan idiota como creía.

-He visto a los demás hacer cosas, y por un momento creí que si ellos pueden soportarlo entonces…

-Es diferente, lo entiendo. Ellos tal vez no te lo dirán, pero para todos, esas primeras veces fueron realmente traumáticas. ¿Por qué para ti debería ser diferente?

Ahora fue Kamenashi quien tuvo ganas de vomitar. Se estaba sintiendo enfermo. Sin saber por qué comenzó a reírse. Las lágrimas comenzaron a agolparse en sus ojos. Se cubrió con las manos el rostro y se volvió hacia el ventanal.

Ambos estaban en la habitación del rubio. Su ventanal, al igual que todos los de la casa, estaban blindados y ninguno podía abrirse. Pero el de él daba hacía la parte del jardín donde había un pequeño estanque. Por alguna razón a Kamenashi le gustaba observarlo de noche, le relajaba tanto que a veces se quedaba dormido recargado en el alfeizar. Se descubrió el rostro y se quedó prendado del reflejo del agua.

-¿Podrías ser tú?- susurró.

-¿Qué? Por supuesto que no. Porque si yo me atreviera a tocarte, a tocar a cualquiera aquí, Kitagawa-san me mataría personalmente.

Esto llamó la atención del menor. Se volvió para mirarlo completamente extrañado.

-No tendría por qué enterarse…

-Créeme, se enteraría... -en este momento se dio cuenta que sin pensarlo estaba considerando. Se sintió terriblemente incómodo. -Además, los chiquillos insípidos como tú no me van. - dijo con frialdad, tratando de sonar cruel, y se levantó del lugar y salió de la habitación.

*******

-¿Yamashita-san?

-Sí…- fue la voz en el radio lo que lo sacó de sus cavilaciones.

-Le esperan en la oficina de Kitagawa-san.

-De acuerdo, ahora voy.

Un poco extrañado dejó aún lado la lista que tenía en la mano, era la lista de los clientes de esa noche, y se encaminó hacía la oficina.

-¡Vaya, Ya era hora!- se quejó el hombre al verlo entrar.

-Akanishi-san…

-Creí que Johnny estaría aquí.- el hombre tenía una sonrisa desagradablemente sarcástica, sin mencionar el timbre de voz. Yamashita observó con recelo como el tipo se sentaba en el lugar de Johnny-san.

-No, él está atendiendo otros asuntas, más importantes…- respondió.

-Comprendo… Bueno, quiero ver al chiquillo.- pidió como quien pide un vaso de agua. –Dime, ¿Cómo está?

En realidad, Yamashita no sabía cómo responder a esa pregunta.

-Tráelo.- ordenó cómo si de su casa se tratara. Yamashita estuvo apunto de sacarlo a patadas, pero recodó las palabras de Kitagawa y simplemente asintió.

 

*******

 

-¡Kazuya…!- le llamó. Sin siquiera tocar a la puerta, la abrió y encontró al chico sentado frente a la ventana, con la mirada melancólica perdida en algún punto del jardín. Se volvió al escucharlo entrar y Yamashita se quedó prendado por un momento de su mirada triste. –Vístete, tienes visitas.- dijo al fin reponiéndose.

-¿Yo?- preguntó extrañado.

-Rápido.

-¿Creí que no vería clientes hasta que…?- no pudo terminar la frase. Bajó la mirada avergonzado.

-Tienes cinco minutos.- dijo y salió de allí.

 

Kazuya bajó con una yukata sencilla, pero bastante linda. El cabello ligeramente lago, atado en una media cola que no hacía sino resaltar sus facciones andróginas. Yamashita no pudo evitar seguirlo con la mirada, este chiquillo era realmente hermoso. Se detuvo frente a él. Yamashita abrió la puerta de la oficina y le indicó con un gesto que entrara. Así lo hizo. Y dentro se encontró con el hombre que había conocido la misma tarde que llegó allí.

-Pasa, no tengas miedo.- le dijo el tipo, levantándose del sillón y acercándose hasta él. –Vaya, eres más hermoso de lo que recordaba…- con un gesto le invitó que se sentara, Kazuya así lo hizo. Akanishi se sintió fascinado con los ademanes del chiquillo, sus movimientos sutiles y esa inocencia que parecía irradiar. Se quedó observándolo un largo rato, la manera en que colocaba las manos en su regazo como si intentara protegerse, de él tal vez. -¿Cómo te llamas?

-…………- el chico no contestó. Simplemente se encogió en su lugar.

-Te pregunté tu nombre…- aclaró en tono alto. Pero el chico seguía sin contestar. -¡Te hice una pregunta!

-Roku…- respondió de prisa y temeroso.

Creo que no lo había mencionado, pero, los chicos allí no utilizaban sus verdaderos nombres, por obvias razones, a todos se les daba un alias, el que usaban para sus clientes, un número, de hecho. Roku, en este caso, significa seis. Cada uno de los chicos tenía un número, normalmente cambiaba cada vez que un chico nuevo llegaba o alguno salía, algo que no pasaba muy a menudo, de hecho.

-Tu verdadero nombre…- le pidió ahora en tono más calmado y condescendiente.

-Lo siento, se supone que no debo dar mi verdadero nombre.- susurró con voz apagada.

Akanishi sonrió, se acercó al chiquillo y se sentó a su lado. Podía sentir el nerviosismo en él, su temblor; casi podía escuchar los latidos de su corazón. Lentamente el mayor se reclinó hacia el chico y le acarició la mejilla. Kazuya cerró los ojos por instinto, los apretó fuertemente, con miedo de lo que ese hombre pudiera hacerle.

Pero Akanishi simplemente le besó la mejilla.

-Tengo que irme, pero volveré mañana.- se levantó y antes de cruzar la puerta de la oficina se giró. –Por cierto, mi nombre es Jin, Akanishi Jin…

 

*******

 

Cuando Akanishi salió de la oficina, Yamashita se acercó apresurado.

-Tenlo listo para mañana… vendré por él antes de las siete.

-No creo que esté listo para salir de aquí, podría intentar huir…

-Puedo controlarlo.

-Todos dicen lo mismo. Hasta que somos nosotros los que nos encargamos…

Akanishi le lanzó una mirada llena de fastidio, odiaba que las cosas no se hicieran como él las disponía, aunque, por otro lado… -De acuerdo, que sea aquí…

Los labios de Yamashita se curvaron en una sonrisa de victoria y Akanishi pareció ofenderse.

-Descuide, lo tendré todo listo. Pasará una gran noche.

*******

Kamenashi se observó en el espejo por quinta vez. El elegante Kimono le sentaba de maravilla, eran sus ojos tristes los que no hacían juego con él.

-No lo pienses tanto. Esto pasará rápido, ya lo verás…

-Él pagó por mí, ¿cierto?

-Sí.

-…Él es guapo y parece amable…- Kamenashi se giró para mirar a Yamashita sentado en la vera de la cama. Yamashita se levantó y fue hasta el lado del castaño, Kamenashi regresó la mirada al espejo y se relajó al sentir cómo el moreno le cepillaba el cabello, la caricia le hacía casi ronronear.

-Para él no significas nada. De hecho, no significas nada para nadie.

-¿A ti te pasó lo mismo?

-¿Qué?- se extrañó de la pregunta. –No. Yo terminé aquí por otras razones.

Ambos se quedaron en silencio un largo rato y de pronto…

-Por favor…

-¿Ahora comienzas a llorar? si que eres extraño…

-…N-no, no quiero…- sollozaba con furia -¡No quiero hacer esto!- ahora lloraba en un llanto ahogado. –No quiero que ese tipo me toque… yo…

-Oye, oye…- intentó tranquilizarlo. –No tienes opción, tienes que hacerlo.

-… P-pero…

-Escucha, este tipo pagó una gran cantidad de dinero por ti.- el sollozo de Kamenashi cesó un poco y le miró con los ojos brillosos. –Puedes hacerlo fácil o difícil. De cualquier forma él te poseerá, y vendrán otros, y habrá noches en que preferirás morir. O, puedes simplemente disfrutarlo. Tú lo has dicho, el tipo el guapo, tú decides.  ¿Entiendes?

Más lágrimas. Yamashita las secó suavemente. Kamenashi le miró, una mirada llena de súplica. Pero a Yamashita no pareció importarle. En ese trabajo había aprendido a ocultar muy bien sus sentimientos, y aunque algo en él no quería que alguien más tocara a ese chico, su semblante era impasible.

-¿Sabes lo afortunado que eres?- preguntó repentinamente y Kamenashi no tenía idea de a qué se refería. –Un hombre pagó por ti, él vendrá y tendrá sexo contigo, y eso será todo. Te podría haber pasado como a Koyama, que fue ultrajado por más de cinco hombres y llevado a los burdeles de la zona más baja de la ciudad, donde tenía que hacer turnos de hasta veinticuatro horas. Siendo tomado, ultrajado, sobajado y torturado por un hombre tras otro hasta no ser nada más que un pedazo de carne inerte tendido en una hedionda cama… llegó a ese lugar a los catorce años.

Kazuya le miró casi aterrado.

-O como Yuya… salió a celebrar su fiesta de quince años con unos amigos, el hijo de uno de los jefes de la yakuza lo vio y se “enamoró” de él. Así que para poder tenerlo tuvo que matar a su padre y a su madre delante de sus ojos. Y allí, justo en el lugar donde aún yacían sus cuerpos sin vida, el tipo lo tomó a la fuerza. Fue llevado con él y se convirtió en su “mascota sexual”, cuando digo mascota me refiero a que vivía en una jaula. Lo mantuvo durante meses, un día se cansó de él y lo “regaló” a sus enemigos, que le usaron hasta que casi le destrozan el cuerpo y el alma… entonces. ¿Sabes dónde los encontramos? Hubo una redada en el burdel, Koyama se quedó tirado y desnudo en un colchón sucio y desecho, al llevarlo al hospital descubrieron que estaba deshidratado, desnutrido y físiamente deshecho. En cuanto a Yuya, de alguna manera se las arregló para escapar de su captor, subió a un edificio e intentó lanzarse y acabar con su vida.  

-Ahora ¿entiendes lo afortunado de eres? Hay muchas historias como estas, peores. Así que da gracias por tu buena fortuna. Ellos no tenían a nadie, tú me tienes a mi… bueno… quiero decir, a este lugar…

Kamenashi se secó las lágrimas.

-¿Y… tú? ¿Cuál es tu historia?

Se volvió molesto. -Escucha niño, escúchame bien porque no volveré a repetirlo, ¿me entiendes?- Kamenashi asintió asustado. -Yo no tengo historia. Vámonos.  

*******

El timbre que anunciaba la llegada de un cliente hizo que se tensara. Lo hacía cada vez que se escuchaba esa tonta campanilla. Yamashita recibió al hombre y lo guio hasta la habitación designada donde Kamenashi “trabajaría”.

Lo guio en completo silencio. No que fuera una persona muy habladora, pero al menos, no era tan antipático con los clientes tampoco. Al llegar a la habitación, Yamashita tocó la puerta, Kazuya la miraba expectante y temeroso, al tercer golpe la puerta se abrió.

Yamashita se hizo aún lado para que el tipo pasara. En cuanto Akanishi cruzó el umbral, la puerta se cerró.

-Vaya, te esmeraste mucho en el arreglo…- le dijo el hombre a manera de saludo. Kamenashi simplemente sonrió, o eso intentó. –Acércate...- le ordenó al momento en que se sentaba en el sillón al lado de la cama. Kamenashi le devolvió la mirada y comenzó a caminar hacia él. –Odio esa clase de vestuarios tan elaborados. Quítatelo.

Kazuya, que estaba de pie frente él se tensó. No se movió, tenía miedo, sentía un frío extraño en el vientre.

-Vamos, quítate eso…- repitió con voz condescendiente, no quería asustarlo.

Kamenashi asintió algo distraído y comenzó a deshacerse del cinturón. Pronto el kimono se deslizó por sus brazos delgados, dejándolo en paños menores. Akanishi elevó la mirada y pudo notar el leve sonrojo en las mejillas del chico. Lo tomó del brazo y jaló de él. Aún sentado en su lugar, lo acomodó entre sus piernas. Kazuya, un poco confundido, se arrodilló e intentó desabotonar el pantalón del rubio, creyendo que esto era lo que él quería, pero lo detuvo.

-No, ¿Qué haces? Levántate…- Kamenashi se puso en pie más confundido que antes. –Déjame verte… Quiero saborearte…- le dijo. En ese momento obligó al chico a inclinarse para poder besarlo. Un beso extraño, incómodo, Un beso brusco, lleno de lujuria, pero carente de pasión. Cuando se separaron Kazuya se tocó los labios, nunca le habían besado así, le dolía tanto que creyó que le había roto el labio.

Akanishi comenzó a pasar sus manos por el pecho del menor. Kazuya se encogió ante el contacto. El rubio comenzó a besarle el pecho y el vientre y el castaño comenzó a perderse en las sensaciones. No creyó le trataran con tanta ternura, estaba algo confundido. En algún momento sintió que jalaban de él y lo tendían en la cama. Sintió las sábanas suaves debajo de su espalda. Sentía el peso del hombre sobre su cuerpo, sentía los besos, las mordidas, las caricias… la lengua sobre sus pezones, la mano sobre su sexo…

-¡Ahh….!!!- gimió cuando sintió que le desprendían de la ropa interior. Nunca se había sentido tan expuesto. Entonces abrió los ojos, sentía frío en todo el cuerpo, Akanishi se había incorporado para poder quitarse su propia ropa. Cuando se sacó los calzoncillos, Kamenashi pudo observar su erección y eso le provocó un estremecimiento de cuerpo entero que se concentró en su vientre.

Akanishi notó la mirada de éste, tomó su mano y la llevó a su miembro.

-Tócame…- le ordenó. Y el castaño obedeció. Comenzó a masajear débilmente. El rubio, impaciente, le tomó del rostro y lo acercó a su miembro erecto. -¿Sabes qué hacer?- le preguntó y Kamenashi asintió. Lamió ligeramente y luego lo metió todo en su boca. Akanishi comenzó a embestir ligeramente, su boca era cálida, la lengua realmente sedosa. Y su rostro lucía tan existente y sus labios tan deliciosos…

Akanishi no pudo esperar más, estaba a punto de explotar, tomó al chico violentamente y lo colocó de espaldas, le levantó la cadera ligeramente y le separó los glúteos para luego besar y lamer su entrada. Kazuya no pudo evitar retraerse, tensarse, sentía miedo, casi tanto como placer, se sentía tan bien la lengua tibia en esa zona... un segundo después, sintió la dureza tanteándolo, luego empujó fuerte hasta que de un solo tajo le penetró completamente.

-¡No!- intentó resistirse. Pero el mayor le sujetó fuerte y comenzó con las embestidas al instante. -¡Por favor… espera!- volvió a suplicar. Pero Akanishi simplemente se inclinó sobre él para susurrarle al oído.

-Cállate…- gimió fuerte.

-¡Duele!!!- Akanishi odiaba que no le obedecieran, así que como castigo le penetró más hondo, más fuerte. -¡Ay… ahhh…!!

-¿Qué ocurre?- le preguntó al tiempo que comenzaba a masturbarle. –¿No te gusta?

-No… no puedo…- gemía. -Por favor… ahhh…

-¿Qué cosa?- preguntó con una sonrisa siniestra, Kamenashi la notó y sintió miedo. Sin salir de él, le dio vuelta y acomodó las piernas del chico sobre sus hombros, le hizo juntar sus rodillas y luego embistió más fuerte y más rápido... La posición era dolorosa pero excitante a la vez y sintió su miembro endurecerse aún más. –parece que realmente lo estás disfrutando… Te gusta, ¿verdad?- se burló de él.

-N…no… no lo sé… Ahh… A-ahhh…

*******

Yamashita se había quedado fuera de la habitación, y desde allí podía escuchar perfectamente los quejidos del menor. Perecía estar disfrutando…. Bueno, al final todos lo disfrutaban… sonrió con tristeza antes de decidir alejarse.

 

CONTINUARÁ...

Notas finales:

Por favor, díganme qué les pareció. 


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