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Bajo mi protección y cuidado por neka19

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Estaba en el baño del edificio arreglando mi cabello para verme lo más presentable posible, tenía está extraña entrevista de trabajo, en el edificio “Emperium studios”, una llamada extraña me llegó ayer citandome a las 9 am en este edificio, por una propuesta laboral sin muchos detalles y con un sueldo excesivamente alto.

 

Mis deudas me estaban ahogando, así que no perdía nada venir a ver de qué trataba. Mire mi reloj, las 8:45 am, decidí ir al ascensor, mi ropa no calzaba en nada con el ambiente del lugar, todos en traje bien arreglados, mientras que yo estaba con jeans y una camisa blanca barata, no podía costear nada más que eso, las personas que entraban y salían del ascensor me miraban extrañados, hasta que llegue al piso 45.

 

Me tope con otra recepcionista.

 

— Disculpe, me llamo Alex Rodríguez, tengo una entrevista de trabajo a las 9 am. — La mujer me miró de arriba a abajo.

 

— Si, te está esperando el señor Vastit, muchas suerte — me dijo con una sonrisa más falsa que un reloj de pulsera en mercado callejero.

 

Entre a aquella oficina, la cual era más grande que todo el piso de mi departamento, y al medio un hombre muy alto, de aspecto tosco, pelo negro con canas a los costados y ojos azules muy oscuros que me miraban con seriedad. Él estaba sentado en un gran sillón de cuero, con una muralla de vidrio detrás suyo, visualizando todo el mundo que él tenía a sus pies, el hombre se debía bañar en dinero.

 

— Hola, debes ser el joven Rodríguez, me dieron muchas recomendaciones de ti, puedes tomar asiento. — apuntando a un asiento de cuero frente a él, nos dividía solo una enorme mesa de madera, la cual estaba llena de papeles.

 

— Muchas gracias— me sentí ligeramente nervioso. Le pase de inmediato mi currículum.

 

Él lo ojeó por completo, dando una pequeña sonrisa.

 

No sabía de qué trataba muy bien el trabajo, pero por ese sueldo, era hasta capaz de mamarle todos los días la verga a este hombre.

 

— ¿Tienes pareja?, ¿Hijos o planeas tener hijos en este tiempo? — Me preguntó curioso, ya era una pregunta que siempre me hacían, así que lo tome con calma.

 

—No, no tengo, y tampoco planeo tener hijos — admito que cuando era niño, me encantaba la idea de tener hijos, pero ahora, definitivamente está lo más lejos de mis ideales.

 

— Cumples con casi todos los requisitos, eres un omega, sabes pelear, has tenido experiencia como guardaespaldas, pero lamentablemente no como asistente personal.

 

— Puedo aprender rápido, soy jodidamente obsesivo en mi trabajo. — le interrumpí de inmediato. El señor Vastit elevó un poco su ceja. — o sea… — carraspeó un poco mi garganta y volviendo mi compostura. — Puedo hacer todo lo que me pidan de forma excelente.

 

— Necesito que cuides a mi hijo mayor, se llama Agustín, es un omega de veintiún años y es bastante rebelde, tú serías el quinto que voy a contratar este mes, y espero por lo que me dices, que sí aprendas rápido.

 

—¿Voy a contratar? ¿Estoy contratado? — pregunté emocionado.

 

— Si, estás contratado, partes mañana a las 9 am y te recomiendo que te mudes a la casa de mi hijo, el cuidado es 24 horas al día los 7 días a la semana, Agustín en cualquier momento puede solicitar tus servicios.

 

Me quedé helado, literalmente iba a perder toda mi libertad, aunque, tampoco era algo de lo que me importara mucho… Mi abuela estaba en un asiló, y los gastos de ese departamento arrendado solo ayudaban a aumentar más mis deudas.

 

— No se va a arrepentir de haberme contratado señor Vastit, haré mi trabajo de forma impecable

 

— Por cierto joven Rodríguez, usted debe firmar este documento, es de absoluta confidencialidad, nada de lo que haga mi hijo puede salir a la luz a través de usted.

 

Mire el papel, y lo firme enseguida, de esa forma, ya me encontraba trabajando para la familia Vastit.

 

Al siguiente día, me encontraba con una maleta y una caja con mis cosas, frente a la enorme casa de Agustín Vastit. Siempre he trabajado para omegas, así que otro no sería ningún caso muy particular, aún si este tiene mucho dinero.

 

Toqué la puerta, y una señora ya mayor y regordeta me saludó contenta.

 

— Bienvenido joven, llegó increíblemente puntual, 15 minutos antes, me llamo Martha, soy la señora de la limpieza y además hago la comida — me decía con una sonrisa sincera, se veía muy maternal. La casa era enorme, llena de lujos, me sentía levemente incómodo ante tanta opulencia, todo se veía nuevo, como si apenas fuese ocupado.

 

— Mucho gusto, me llamo Alex Rodríguez — dije mientras entraba a la casa.

 

La señora me guio a mi nuevo cuarto, era muy amplio, definitivamente este lugar no era para nada parecido a dónde yo vivía, una pocilga de mala muerte.

 

Ordené un poco mis cosas y decidí ir al comedor, no había rastros del tal Agustín.

 

—Buenos días joven amo — dijo Martha con una sonrisa dirigida a atrás mío. Me di la vuelta de inmediato y vi a un bajito omega, con su rostro levemente magullado, posiblemente ya había pasado tiempo, pero se notaba que lo habían golpeado muy fuerte, aún así, aquello no opacaba su belleza, parecía un modelo de revista, definitivamente era el omega más bonito con el cual he trabajado. Me tente en preguntar que le había ocurrido en el rostro, pero decidí no parecer entrometido.

 

— Mucho gusto, me llamo Alex Rodríguez, soy su nuevo asistente. — le dije con una sonrisa, mientras me acercaba a él, y le alzaba mi mano para que me la estrechará en modo de saludo, pero para mí sorpresa me miró con el ceño fruncido y cruzando sus brazos.

 

— Te puedes referir a mi como joven amo, amo, señor de la casa, o joven Agustín, no quiero que nunca llegues tarde, quiero todos los días mi desayuno a las 9 am en mi habitación, te encargues de mi agenda y de todo lo que yo necesite, además de ser mi chófer, ¿Entendido?

 

Me quedé un momento procesando toda la información, nunca había tenido que llevar el desayuno a alguien, ni mucho menos ver una agenda, ¿Cómo se veía eso?

 

— ¿Me estás escuchando?¿Eres sordo o mudo?, interesante si mi padre contrató a un discapacitado para cuidarme, un aplauso a su modo de inclusión en nuestras vidas. — dijo con una sonrisa burlesca en su rostro— No sé con qué mentiras habrás engañado a mi padre para contratarte, pero si no eres eficiente mejor ni te intereses en sacar ropa de tu maleta, porque definitivamente no duraras acá.

 

Me crucé los brazos de la misma forma que él estaba.

 

— Lo tengo entendido joven Agustín, créame que haré mi trabajo de la forma más eficiente posible, y descuide, mi menor interés es dejar este trabajo — no planeo ni en sueños rendirme a este trabajo, y este niñito, no va a provocar que yo salga huyendo.

 

— Así que si sabes hablar, no quiero que andes cerca mío con esa ropa, siempre debes estar en traje negro, compra los que creas necesario, no es necesaria la corbata — me decía mientras me pasaba una tarjeta de crédito negra, era de las más exclusivas — esa tarjeta estará en tu dominio, si haces compras de las cuales yo no he solicitado, mejor que ni te dignes a aparecer frente a mi.

 

— Lo tengo entendido joven Agustín — dije ofreciendo una sonrisa igual de falsa que la recepcionista de su padre.

 

— Por cierto, si algún día, tú celo de calor decide molestarme en mi presencia, estarás absolutamente despedido, tienes el deber de cuidarme, no de joderme.

 

Me encontraba apretando ya mis puños, sentía que muy en el fondo mío ya quería golpearlo, y arrastrar su lindo cabello por todo el suelo dejándolo más brilloso de lo cual ya estaba.

 

—Nunca le causaré problemas joven Agustín, lo tengo todo controlado — dije confiado en ello. Algo que estaba seguro es que mi celo, nunca sería un problema.

 

— Por cierto, mi desayuno era a las 9 am, y son las 9:20 am, llevas 20 minutos atrasado — Me decía mostrándome su reloj — te lo dejaré pasar por esta vez, pero quiero en 10 minutos mi desayuno en mi oficina y ni sueñes en llegar tarde. — Se dio media vuelta y desapareció entre el pasillo.

 

Miré desesperado a la señora Martha, no tenía idea que desayunaba este niño.

 

— Tengo galletas y frutas picadas preparadas, pero debes hacer su café — me decía Martha apuntando la cafetera.

 

Sentía como todas mis neuronas estaban explotando, miraba el aparato eléctrico y sus miles de botones.

 

— Debes hacerle un “café americano”, y si un día el joven amo está con resaca debes hacerle un “café espresso doppio” — me dijo mientras me ayudaba y enseñaba a ocupar aquel aparato.

 

Le agradecí enormemente a Martha, me había salvado por esta mañana al menos, así que me dirigí a la oficina de Agustín, con la bandeja en la mano, le golpee la puerta y luego entre de forma hábil.

 

La oficina no era tan grande, pero si estaba llena de papeles, los cuales Agustín revisaba mientras fumaba un cigarro, el lugar apestaba a nicotina, él me miró fijo para luego mirar su reloj, yo había llegado dos minutos antes de lo que él había solicitado .

 

— Puedes dejar la bandeja en la mesa — dijo de forma sería. Yo la dejé obediente, cuando algo me llamó la atención, tenía un mini bar en la esquina, lleno de botellas de alcohol de los más fuertes. Él me miró de vuelta — ¿Qué ocurre?¿Por qué sigues acá como imbécil? No te he pedido nada más, puedes retirarte y si necesito algo, te llamo.

 

Salí de su oficina de inmediato, definitivamente él era completamente diferente a mis anteriores jefes, los cuales en mayoría eran adorables, solo niños mimados que gastan todo el dinero de sus padres o sus esposos.

 

Él resto del tiempo estuve buscando tutoriales de como manejar una agenda de un empresario, Martha también me ayudó en lo que era posible.

 

Durante el transcurso del día, me di cuenta que Agustín quería más un esclavo que le cumpliera cualquier de sus caprichos, no quería comer el almuerzo que le sirvió Martha, por lo que tuve que salir corriendo a buscar un almuerzo a un restaurante, después de ello, él quería que lo acompañase a buscar unos portafolios, luego que ordenará su oficina, e hiciera inventario en tiempo récord. Y ni soñar que iba a recibir un gracias por el trabajo que yo hacía, su “gracias” era siempre una mirada arrogante.

 

Aunque lo que más agradecí del día, fue poder comprarme ropa de marca, era de lujo, nunca en mi vida había ocupado trajes a medida, y en todos lucía muy bien, por alguna razón a Agustín le gustaba mantener a sus asistentes elegantes, aunque su estilo propio de ropa era más holgado.

 

Después de ello, fui de inmediato a buscar a Agustín quien estaba en una reunión de trabajo. Lo vi salir de la entrada, y enseguida salí del auto para abrirle la puerta. Él entró sin siquiera mirarme y empezó a fumar en el auto, yo ni siquiera fumo y tenía que aguantar a la pequeña fábrica de cigarros atrás mío.

 

— Has durado, pensé que ibas a renunciar, varios me dejaban plantados esperando el primer día. — me dijo con una sonrisa burlesca, lo mire a través del retrovisor.

 

— ¿Por qué iba a renunciar?, él día estuvo muy tranquilo — le respondí con la misma sonrisa burlesca.

 

—¿Tranquilo? Ya veo… pues esto recién empieza — decía mientras se acomodaba en el sofá.

 

Lo miré nuevamente por el retrovisor, su mejilla aún se veía morada, quizás uno de sus ex asistentes lo había golpeado, o quizás otra cosa, de cualquier forma, decidí no preguntar por ello.

 

Además si este jovencito cree que voy a renunciar está muy equivocado, la única forma de que deje de trabajar en esta mierda es que me echen ellos mismos y tendrá que ser a la fuerza. 

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer! 


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