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En las garras de la muerte... por Darkneko

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Notas del capitulo:

Ohayo minna ^o^... perdón por la demora n_n... para todos aquellos que piensan que este fic se termina en la muerte del rubio XD... se equivocan ^u^... ya verán  a que me refiero, muchas gracias por leer... lo que llega siendo mi tercer fic de Naruto n_n... estos tres sasunaru son mis niños consentidos... en varios sentidos... tanto en leidas como en capitulos... por alguna razón es en estos tres fic que los capitulos salen mucho mas rapido...  ^u^...

Naruto no me pertenece es de Kishimoto ^u^...

Dato curioso... ¿Sabías que los murciélagos vampiros tiene que orinar mucho, incluso si se están alimentando?... esto es porque la sangre es demasaido pesada, además de contener gran cantidad de sales minerales y agua... por esa razón sino deshacen el agua excesiva pueden volverse demasaido pesados para volar... la próxima vez que observen peliculas de vampiros... fijense con cuidado que hace después... XD... puede que moje los pantalones... O.o que sexy? XD...

     Con lentitud le sacó la ropa bañada en sangre al pequeño, todo el entorno estaba de por más deprimente, realmente eso era algo que no tenía muchas ganas de hacer, ese pequeño, en los pocos meses que tenía viviendo como mascota bajo sus mandatos, le había robado algo más que solo cariño, ese pequeño rubio se había vuelto una parte esencial para su vida diaria, no sólo para él, sino también para sus hermanos y su propio padre, que día a día convivían con el rubio, como si siempre hubiese estado en ese lugar para ellos. 

    La tina llena de agua caliente les esperaba dentro del servicio, recostó por algunos momentos el cuerpo desnudo y aun inconciente del ojiazul sobre una cama provisional que le esperaba en su cuarto, se despojó del mismo modo de las prendas que cubrían su cuerpo, sus ojos ya no brillaban con ese tono carmesí con el que momentos antes había estado poseso por el influjo de la luna y el olor a presas frescas. 

     Acaricio los cabellos de su mascota, si fuese por él, esto nunca hubiera sucedido, preferiría matar al consejo de clanes antes que tener que arrancarle la vida a su mascota y el ser que se había convertido en todo lo que necesitaba para permanecer tranquilo, le cargo en brazos, llegó al cuarto de baño, tocó el agua, en el punto perfecto para relajarse y limpiarse aquellas manchas de sangre roja. Se metió con cautela y lentamente en al agua caliente, sosteniendo al pequeño entre sus brazos, la cola bailó juguetona en el agua, siendo mecida por la propia agua y los movimientos lentos que ejercía el mayor dentro de la tina. 

    - Esto… no tenía que ser así… - tomó la esponja, sumergiéndola en el agua caliente, al llenarse del vital líquido, lo esparció en la rubia cabellera, evitando el rostro del dormido hibrido. 

    Acomodo al pequeño de manera tal que quedase sentado sobre sus piernas, con su cabeza recargada en su pecho, de esa manera podría usar ambas manos para limpiarle y limpiarse a si mismo, espació en la cabeza rubia el limpiador con esencia de flores blancas, masajeando con cariño y cuidado cada una de ellas, hasta quitarles aquel olor, los colores que se le impregnaron, la sangre y la tierra fueron limpiadas por completo. 

     Aquella esponja mojada pasaba por toda la piel desnuda, suspirando desganado, se negaba a creer que realmente tendría que acabar con la vida de la criatura que ahora reposaba tranquila en su pecho, las expresiones en el rostro de Naruto se habían relajado, quizás por el agua caliente o porque había recobrado el sentido, más se encontraba dormido. 

     Acariciaba su piel tersa e infantil, podía sentir el respirar de ese frágil cuerpo que sucumbiría momentos más tarde entre sus manos, el ritual era muy estricto, debía ser el dueño quien lo llevará a cabo, tendría que morderle el cuello y succionarle cada gota de sangre, para conmemorar su recuerdo como alimento, la manera de darle muerte entre los clanes era diferente para cada raza, la mas benevolente eran los vampiros, que normalmente tenían a sus mascotas en tal estado de estupefacción que no eran capaces de reaccionar cuando su momento final llegaba.  Entre las razas mas sanguinarias los licántropos se encontraban, siempre feroces y peligrosos, a la hora de dar muerte a alguien de origen no puro en el clan, le hacían perecer después de una larga agonía a horda de mordidas. 

     Cuando sus cuerpos estuvieron limpios, cargando en brazos al pequeño le llevo de nuevo al cuarto, por su cabeza pasaba cada uno de los momentos que había vivido con el pequeño, su llegada, la presentación, todas y cada una de las veces que se alegraba y meneaba la cola con tan solo una palmada en la cabeza, todas esas sonrisas sinceras llenas de alegría que desprendía por la más mínima clase de atención, todas esas mañanas en las que el pequeño se despertaba temprano con el único motivo de verle dormir por unos momentos, sin importar que tan cruel se comportará con él en ocasiones o que malas pasadas le hiciera vivir, el ojiazul siempre regresaba con una media sonrisa en los labios y una mirada suplicante, un perdón se escuchaba y un beso finalmente le otorgaba. 

    Sin poder evitarlo o percatarse siquiera de cuando comenzó, las lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas, su pecho se oprimía con fuerza, en esas dolorosas palpitaciones que su envenenado corazón hacía sólo cuando realmente algo le causaba impacto, perder al pequeño estaba entre las cosas que en ese momento no quería, sin ánimos para ejecutar su horrible tarea, comenzó a vestir al pequeño del mismo modo que el ya se había vestido anteriormente, una camisa azul cielo con unos pantalones blancos. 

     Arrodillado a pies de la cama donde descansaba el pequeño, veló su sueño, observando cada facción existente en ese rostro, hasta que cayó presa del sueño, se recostó con sigilo al lado del pequeño, envolviendo ese frágil cuerpo con sus calidos brazos, entre llantos silencios y lamentos dolorosos, pasaron las horas mientras ellos descansaban. 

    El sol ese día no apareció y a las ventanas de la tarde la luz nunca atravesó, el cielo se encontraba oscurecido por aquellas nubes negras presagiando una tormenta que caería en cualquier momento, Sasuke ya estaba despierto, pero sólo él, nadie más, no había podido dormir en paz toda la noche, recordando cada una de las facciones de terror que el pequeño les regalo un momento antes de regresar a la mansión. 

    Poco a poco el momento final se acercaba y la hora de terminar el sufrimiento del pequeño comenzaba, sus pequeñas manos en sus ojos se tallaron para poder por fin dar, final a su larga letanía donde sus sueños fueron su única compañía, el moreno le observó, limpiando el rastro de su llanto anterior, suspiro por última vez, cerrando los ojos para poder darse valor a si mismo, había matado a muchos seres antes, pero Naruto era algo que especialmente no quería matar, cambio ese semblante abatido al abrir de nueva cuenta los ojos, la mirada fiera nuevamente presentaba y su rostro ningún sentimiento mostraba. 

    Naruto se sentó de golpe, al percatarse de que no estaba en aquel bosque que había visitado horas atrás, observó sus ropas, no había rastro de sangre, giro su rostro para ver a quien le acompañaba, el rostro de Sasuke se presentaba aun ecuánime, sus orejas se alzaron y la cola salió de su escondite, meneándose levemente, buscando una sonrisa en su amo, cosa que no logró, bajo la mirada posándola en su regazo, intentando buscar las palabras que no salían de su garganta, las imágenes de la cacería regresaron a su mente, su cuerpo tembló levemente, giró su rostro para encontrarlo con el del mayor, quien no se movía ni un ápice, sus orejas descendieron hasta perderse en su rubio cabello, cerrando los ojos tratando de borrar aquellos rostros agonizantes de las personas que yacían muertas horas atrás, verdaderamente algo atroz, como alguien tan perfecto como lo era su nueva familia podía volverse tan sangriento, tan sádico y feroz al momento de encontrar alimento, sin poder evitarlo, lágrimas por cada vida perdida descendieron por sus mejillas. 

    - Sasuke-san… - giro su rostro para encarar al mayor quien al mirarle le regreso una mirada sumamente fría, estiro su mano, como siempre hacía cuando le regalaba una caricia, por lo que el menor no rehusó aquel contacto, chasqueando la lengua un tanto molesto, el pequeño aun con lagrimas dolorosas cuales espinas que se clavaban en su corazón, de un rápido movimiento la mano del moreno aprisionó su cuello, ejerciendo un poco de presión, sin cambiar ese semblante inexpresivo. 

     Naruto envolvió la mano del mayor entre sus pequeñas manos, uno de sus ojos se estaba cerrando por la fuerza ejercida, gemiditos dolorosos salieron de su garganta, las lágrimas cesaron su recorrido, su cola se zarandeaba de un lado a otro de vez en cuando, mientras sentía que la presión en su frágil cuello aumentaba de intensidad. 

    - ¿Sasuke-san?... – se forzó a preguntar, mientras sus ojos se comenzaban a blanquear, estaba sintiendo presión en la cabeza, ni la sangre ni el aire le estaban llegando a esa parte tan importante, observó como pudo aquel semblante del mayor, podía sentir sus manos, estaban temblando. 

     El cejo de Sasuke se frunció un poco de manera dolorosa, un chasquido de su lengua nuevamente de escucho, estaba dudando, no quería matarle, pero allí estaba, la traquea del pequeño siendo estrujada por una de sus manos y el rubio aun permanecía con vida, sus ojos se cristalizaron y una segunda mano le hizo compañía a la primera. 

    - Esto no tenía porque haber sido así… Naruto… - la voz de Sasuke se quebraba en momentos, la presión en su pecho también aumentaba, el azabache agacho la cabeza, el pequeño pudo ver en ese momento una gota transparente caer por aquel rostro. 

    - ¿Por… por qué?... – pregunto sintiendo como cada palabra expulsada por sus labios, lograba que la presión de su pecho aumentara. 

    - ¿Sabes porque nuestro padre tiene un ojo de otro color?... – pregunto de repente, Naruto no entendía a que venía esa pregunta tan compulsiva, el moreno no espero respuesta y continúo con su relato. 

    - El consejo… el consejo se lo arranco… porque él no quiso matarme cuando nací… mi corazón aun late dentro de mi pecho, puedo permanecer todo el día si quiero a la luz del sol, sin el riesgo a morir calcinado como muchos otros… no soy hijo de la noche, no soy un humano, tampoco soy un licántropo… el consejo me temía y por eso intento matarme… pero Kakashi, mi padre… me protegió arriesgando todo lo que tenía a su alcance… por eso… - alzó la mirada para chocarla con la azulada del pequeño que se esforzaba para seguir conciente aun de ese sufrimiento. 

    - No quiero… no quiero que le vuelva a pasar nada… - grito de repente, siendo solo su lamento escuchado por el padre que se encontraba en la entrada de dicho cuarto, su cuerpo le había dicho que uno de sus niños estaba sufriendo más de la cuenta, era ese el motivo por el cual esperaba paciente el desenlace de esa pequeña historia. 

     - El consejo dictó… que si no lo resistes… si gritas… en una cacería… debes morir… no importando de que raza seas… gritaste… ¿Por qué gritaste?... ahora yo… sólo puedo hacer esto… - ejerció más presión a la zona, el cuerpo del ojiazul se estremeció ante el acto, sus ojos se cerraron y el pequeño quejido se escuchó salir de sus labios, lastimaba, realmente lastimaba pero ahora comprendía varias cosas, ahora sabía del tremendo cariño que le profesaba el peliplateado a sus hijos, recordando las palabras que le habían mencionado la tarde atención, que él gustoso accedió a morir si no lo resistía, dejo de tomar la mano del mayor y las posó a los lados, permitiendo que la asfixia que ejercía el moreno le comenzara a afectar en sus sentidos. 

     - Gomen… no me resistiré más… - pronunció con lo que le quedaba de voz, Sasuke alzó la vista, derramando lágrimas que se negaban a abandonar sus ojos, sus manos temblaron, el agarre se aflojo un poco, permitiendo al rubio tomar aire, necesario para su sistema, a grandes bocanadas, tosiendo de vez en cuando al atragantarse con el oxígeno que aspiraba. 

     - ¿Por qué lo haces tan difícil?... – pregunto el mayor recargando la cabeza en el hombro del pequeño, le abrazó con gentileza, sintiendo su calor, aspirando su presencia, simplemente eso era algo que no podía hacer. 

    Naruto acarició las hebras negras del azabache con cariño, era cierto, había prometido el día anterior que soportaría las imágenes que le vería en la cacería, aceptando el hecho de morir a manos de Sasuke si llegase a temer o a gritar, pensando en el castigo que le darían al peliplateado por no cumplir con ese pacto, recordando también las escalofriantes escenas de la caza a la luz de la luna llena, el frío recorrió nuevamente su espalda, estaba siendo abrazado de forma tan gentil por las mismas manos que destruyeron a la niña en pedazos, aquellas palabras dulces y a la vez dolorosas estaban saliendo de la misma garganta la cual, horas antes bebía la sangre de personas inocentes antes de darles la muerte, los ojos que ahora derramaban lágrimas mojando la camisa clara que llevaba puesta eran los mismos ojos que observaban con ira mal contenida todo a su alrededor, cerró los ojos por unos momentos pensando en que hacer y que consecuencias traería, no quería que alguien resultará herido por su culpa, tomó con cuidado las manos de Sasuke llamando su atención al instante, las coloco de nueva instancia en su cuello, ahora marcado por finos dedos en un tono morado mezclado con amarillos y verdes. 

     - Hazlo… no quiero ver a nadie triste por mi culpa… - murmuro cerrando los ojos a su destino, el mayor incremento su llanto por unos momentos, el silencio reinó entre ellos por unos minutos, no salía palabra alguna, los pensamientos eran confusos para ambos, pero aun así, no había motivo por el cual estar alarmado, era de suponerse que cualquier decisión que tomaran en ese momento les marcaría para siempre y de una forma algo dolorosa. 

     La mente de Sasuke era un caos, sus manos temblorosas estaban aun en el pequeño cuello del pequeño, quien esperaba con los ojos cerrados el final de sus días, daba gracias al cielo por haber conocido a esa familia, intensamente había sido muy feliz, había pedazos en los que no comprendía las cosas que pasaban a su alrededor, algunas buenas otras malas, pero siempre feliz, realmente estaba encantado por haberles conocido, no se arrepentía de nada, por eso asumía su final como solo podía hacerlo, con calma a manos de la persona a la que quería mas que a nada y comprendía que ese fragmento de su vida no era nada fácil para él hacerlo, lo sabía por el modo en que sus manos temblaban. 

    - ¿Sasuke-san?... – pregunto al no sentir las manos en su cuello, abrió los ojos, el mayor no lloraba, nuevamente ese semblante de frialdad se había apoderado de su cuerpo, apretó las manos con furia en el aire, decidiendo que hacer en el futuro, chasqueo la lengua al alzar la vista, con determinación atemorizante, tomó el rostro del pequeño, mostrando los colmillos y el cejo fruncido, torció un poco el cuello y con un rápido movimiento clavo sus afilados dientes, bebió por última vez la sangre del infante, lamió la herida para que dejase de sangrar, ahora solo quedaba una cosa, terminar.

    Se distanció un poco suspirando en el proceso, estiro la mano, cazando en un movimiento rápido el rostro del rubio, presionó un poco, intentando de ese modo poder dar final a los sueños rubios, pero no tuvo el valor, sus manos temblaban, aun con esa mirada radiante de ira de forzó para hablar. 

    - Lárgate… - pronunció con ácido en su voz, afuera las gotas de lluvia comenzaban a caer, una tormenta comenzaba, bañando los verdes árboles con el líquido vital. 

    - No quiero irme… quiero estar a tu lado… - pronuncio con seguridad el pequeño abrazándose a si mismo, cerrando los ojos, sintiendo un dolor en el pecho indescriptible, realmente no le importaba morir a manos del que tenía enfrente, su miedo era otro. 

    - No quiero verte más… - volvió a murmurar de mal humor el moreno, alzando el pequeño por el rostro y caminando hacía la puerta del cuarto. 

    El peliplateado al escuchar los pasos acercarse, marcho del lugar para no ser visto, sus hijos aglomerados en el cuarto de su padre se encontraban de esperando su regreso, todos con una angustia en los rostros, todos esperando que el final de ese niño no llegara pronto, el mayor ingreso momentos después, con los ojos ocultos en sus parpados, se recargo en la puerta al cerrarla, le miraron interrogantes sus descendientes, suspiro. 

     - Padre… ¿Sasuke ha?… - murmuro Gaara acercándose al mayor, incluso pronunciar aquella pregunta hacia que su garganta escociera y que el lugar donde antes un corazón palpitante reinaba se llenara de una extraña sensación. 

    - ¿El pequeño ya murió?… - pronunció el mayor de los hijos, con una postura muy segura en sus palabras y una mirada desconcertada en su rostro, eso era algo que realmente no quería saber cierto. 

     - Lo hizo… ¿padre?... ¿lo hizo?... – preguntaba Sai una y otra vez, su cejo se encontraba alzado en signo inequívoco de sufrimiento, sus labios temblaron. 

    El mayor negó con la cabeza, su mirada antes clavada en el suelo, se alzó un poco, mostrando una sonrisa gratificante por las acciones de su hijo, ahora había aprendido algo nuevo, todo gracias a Naruto, solo que ahora, gracias a esas mismas acciones, su vida estaría nuevamente vacía, ese rubio ojiazul era la alegría de la casa, no hubo día alguno en que sus travesuras no hicieran a los demás destacar una sonrisa en sus rostros, esta vez, ya no abría más. 

     - Por fin a comprendido que es amar a alguien con intensidad… desde ahora, Naruto será libre… - pronuncio para calmar a su descendencia, camino hasta su lecho donde sus tres hijos le abrieron paso, necesitaban más explicación, ya sabían que de boca del moreno, no saldría palabra alguna. 

    - Sasuke hizo… - murmuro nuevamente Sai intentando de ese modo que su progenitor comenzara con el relato. 

    - Lo mismo que Gaara hizo en el pasado… - respondió al apoyarse hacía atrás con las manos apoyadas en el colchón y la vista fija en el techo, sonrió complacido, al parecer aquella vieja herida en su rostro no era tanto sacrificio, si el menor de sus hijos, pensaba de esa manera. 

     - Lo dejo escapar… - musito Gaara recordando a su mascota, aquella joven de cabellos marrones que hacía mucho tiempo le habían traído de regalo, pero que ahora, yacía muerta, no encontrando el descanso en las manos del pelirrojo sino en las de un asesino que se encontraba en su cuidad natal, lugar al que tiempo después la llevaron. 

    - Así es… sólo que tardó en darse cuenta… - el moreno le quería demasiado, aun recordaba las palabras que le pronunció a su mascota, pudo escuchar con claridad las lagrimas emanando de sus ojos y todo aquel dolor emanando de su, aun, palpitante pecho. 

     Todos en la mansión no comenzaban las actividades, tenían que esperar el desenlace de una historia amo-mascota, todos en sus cuartos rogando a una presencia desconocida que el amo no dañara al pequeño, pidiendo en silencio que no llegara el final de sus días de esa manera en manos de esa persona. 

     Sasuke llevó al pequeño a la entrada, no se resistía solo se aferraba a esa mano que le oprimía un poco el rostro, lágrimas al no estar un momento más cerca de todas aquellas personas a las que había querido tanto, en tan poco tiempo, tenía que obedecerle, no importando nada, él seguía siendo una mascota, el moreno abrió la puerta, soltando al pequeño en la entrada que cayó al suelo, giro su rostro para poder ver a su amo, aquella mirada fría le hizo sentir escalofríos. 

    - Lárgate… - volvió a pronunciar, las lágrimas de sus ojos continuaron emanando mientras que su cabeza le pedía a gritos pronunciar aquellas palabras que no salían de su garganta, se acercó de nueva cuenta a su señor con el rabo entre las patas y las orejas gachas. 

    - Quiero… quedarme aquí… - pronunció agarrando el borde de aquella camisa tinta que llevaba en esos momentos, el ojinegro cerró los ojos, tenía que darse valor. 

    Tomando valor de nueva cuenta, tomo al pequeño nuevamente por el cuello, lo alzo hasta quedar cara a cara, mostrando aquel semblante ensombrecido por la ira descomunal que comenzaba a sentir, la seguridad en sus palabras se hizo presente. 

    - Si te quedas beberé tu sangre y te mataré… - mostró con fiereza sus colmillos, soltando el cuello con un empujón para alejarlo de la puerta. 

    - Ve… largo… - grito haciendo la señal con la mano para que marchara, el rubio con las orejas gachas le miraba, sus ojos llenos de lágrimas que seguían emanando en silencio, un puchero se formo en su rostro, el mayor pudo verlo con claridad, pero tenía que resistir y no flaquear, el pequeño corrió a la salida, sin importarle que su cuerpo, estaba siendo empapado por la fuerte ventisca, le observó abrir el cancel y correr en dirección al bosque, lugar donde se perdió de su vista. 

     Una sensación de vació sintió emanar nuevamente de su cuerpo, ahora el pequeño no regresaría, cerró la puerta después de unos momentos, pensando que era lo mejor, de esa manera ninguno saldría herido, el pequeño permanecería con vida y su padre, no sería castigado por el consejo, cerró la puerta, recargándose en ella, intentando borrar de su memoria la última imagen que le regalo, ese semblante abatido en el rostro del pequeño. 

    A lo lejos en el bosque Naruto corría hasta donde sus piernas le dieron alcance, su pecho dolía y las lágrimas en sus ojos no podían dejar de emanar, sin poderse contener, de su pecho intento casar el dolor que se albergaba, clavado cual estaca en su fino pecho.  Cayó rendido al suelo, apretó la tierra bajo sus manos, hecha barro por el agua cayendo, gotas saladas de sus ojos seguían emanando, alzó su mirada al cielo buscando salida alguna, un fuerte alarido salió de sus labios, grito que se escucho hasta en la gran mansión que durante algunos meses, llamó hogar. 

     - Sasuke… - llamó Itachi al menor de sus hermanos, el cual al verle acompañado, limpio con premura su rostro, borrando el dolor que sentía en esos momentos, no quería que nadie mas supiera que él también estaba sufriendo. 

    - ¿Qué quieres Itachi?... – pregunto recobrando la postura, no quería sentirse débil, no en esos momentos, no delante de sus hermanos mayores. 

    - ¿Realmente eso era lo que querías?... – pregunto Gaara, dando un paso al frente para encararle, Sasuke rehusó la cara, ladeándola antes de contestar. 

    - Ya no va a haber problemas con que esté con nosotros… estoy cansado… me voy a mi habitación… - quiso evitar las preguntas de sus hermanos, abriéndose paso por entre ellos, solo quería estar sólo por algunos minutos refugiado en la oscuridad de su habitación. 

    - Sasuke… no tienes porqué hacer algo que no quieras… - alzó la voz Itachi, mirando al menor de los Hatake, realmente era testarudo, pero sabía que esas palabras le hicieron impacto. 

     - ¿Quién a dicho que yo no deseaba que se fuera?... era ruidoso, dejaba pelo por todos lados y… y… - buscaba más defectos en el pequeño, pero realmente no había ninguno, inclusive, aquella acusación sobre la caída de su pelo era falsa y el lo sabía pero no encontraba manera de poder callar las acusaciones de sus hermanos. 

     - Yo también lo voy a extrañar… - habló Sai por primera vez desde hacía un buen rato, todos bajaron la mirada ante esta suposición tan acertada y tan dolorosa. 

    - Soy un idiota… - se regañó el moreno tomando una sombrilla, aventando a un lado a sus hermanos para adentrarse en el bosque lluvioso, los demás contemplaron la escena sonriendo al ver que sus palabras habían sido escuchadas y comprendidas. 

    - Por fin entendió… - Kakashi salía de su escondite detrás de un muro. 

    - Es un cabeza dura… - espeto Sai, para después bostezar, los días de lluvia no eran buenos para su sistema, les dejaba adormecidos, regresaron a sus habitaciones con la seguridad en sus corazones sin latidos que el moreno regresaría con el pequeño en brazos. 

    Sasuke buscaba por todo el bosque el olor del rubio, pero no podía encontrarlo, demasiado, rastreaba por el suelo marcas de alguna pisada, paso varias horas buscando por todo el lugar, hasta que a la lejanía pudo apreciar una pequeña figura agazapada, parecía estar herido, sintiendo culpa por su mismo se acercó con pasos presurosos, el rubio giro el cuerpo al escuchar como alguien se acercaba, mostró una sonrisa cuando le pudo distinguir, sus orejas se encontraban alzadas y la cola se meneaba un tanto abatida y animada a la vez. 

    La lluvia estaba cesando cuando se encontraron uno frente a otro, permanecieron en silencio por un instante, hasta que el pequeño se alzó en pie sosteniendo algo entre sus manos, mostró una sonrisa que el mayor no supo distinguir. 

    - Naruto… ¿Qué estas haciendo?... – pregunto el mayor al mirarle meneando la cola con algo de temor, esperando las reacciones del mayor. 

    - Sasuke-san… ¿no son bonitas?... pensé que se verían bien en su habitación… - mostró unas flores de varios colores entre sus pequeños dedos, no se movía de su lugar aunque quería acercarse a él y abrazarle. 

    - Ven aquí… - ordeno el azabache con calma en su voz, el pequeño ensancho su sonrisa y su cola se meneo con alegría corriendo a donde el mayor se encontraba, Sasuke le alzó en brazos y ambos se estrecharon en un abrazo que tanto necesitaban, sintiendo el cuerpo contrario, la sombrilla con la que el menor de los hermanos había salido, se encontraba tirada en el suelo desde hace un buen rato. 

     Las manitas del Naruto se aferraron con fuerza al cuerpo contrario, su voz quebradiza se hizo presente para decir algo que nadie tenía determinado que el ojiazul diría. 

     - No hay problema si me matas o bebes mi sangre… sólo… no me dejes sólo… - murmuro logrando que el pelinegro formara en su garganta un nudo que le dificultaba mucho sacar las palabras, realmente nunca tuvo esa intensión, aquellos arrebatos asesinos hacía el pequeño habían terminado cuando descubrió que era lo único que necesitaba para sentirse feliz, estrecho su abrazo sintiendo como las calidas lágrimas comenzaban a descender por sus mejillas. 

    - Está bien… ya nunca intentaré matarte… - murmuro en el abrazo, sintiendo la calidez que tanta paz le traía. 

    - Perdón por gritar en la cacería… recordé algo que me hizo sentir triste… - confeso de repente, Sasuke no comprendió las palabras del pequeño, se separó del abrazo para mirarle interrogante. 

    - Hace mucho tiempo… cuando mamá estaba conmigo… un oso intentó comerme… mi mamá me protegió… me pidió quedarme en la cueva… pero… no regresaba… fui a ver que pasaba… y el oso estaba comiendo sus entrañas… sé… que necesitan beber sangre y matar… Shikamaru-sensei me lo explicó… no imaginé que al hacerlo tendrían el mismo semblante del oso… tenía miedo… pero no de Sasuke-san o sus hermanos… - apretó sus manitas en las ropas del moreno que ahora comprendía porque al despertar no rehusó ser tocado por sus manos. 

    - Vamos a casa… - no sabía que mas decir, pero ahora no era necesario, caminaron a casa, donde la familia completa les esperaba esperanzada, el baño estaba listo, para evitar que cogieran resfrío, un tazón caliente de ramen para el rubio y un plato con arroz para el moreno les esperaban en la cocina, donde toda la familia esperaría para comenzar a desayunar, ahora solo faltaba prepararse para la reunión de los clanes.

Notas finales:

Que les parecio ^o^... creo que me ha salido sumamente extraño este capitulo XD... alguein descubrio la trampa?... ^u^... no dire nada mas... muchas gracias por leer... nos vemos en el sigueinte capitulo, cuidense mucho, matta ne... ^o^...

Para todos aquellos que salieron de vacaciones... que las pasen felices ^o^...

Dato curioso... Todos sabemos que el mito del vampiro es europeo. Sin embargo, para los zoólogos de América no queda duda de que el origen de la tradición proviene de un pequeño animalito de Sudamérica. El murciélago vampiro es un animal de nuestro continente con una serie de hábitos alimenticios desagradables, muchos de ellos muy significativos.

Veamos las coincidencias con el mito: Duerme de día; llega por las noches, cuando los animales están descansando; muerde el cuello de sus víctimas (sólo que en el lado de su lomo, no de frente); adormece de inmediato la herida con su saliva, que posee un fuerte anestésico (en el mito europeo esta calma biológica del dolor se convierte en la "fascinación" de la víctima por el vampiro); lame la sangre para alimentarse y se retira subrepticiamente para volver noche tras noche al mismo animal.

La saliva tiene un anticoagulante, de modo que la herida no se cierra. Y además, para completar el cuadro de la leyenda, los murciélagos vampiros suelen transmitir una enfermedad que producía horror en la Edad Media, ya que se creía que las víctimas estaban poseídas por demonios: la hidrofobia o rabia. La rabia ataca el sistema nervioso. Los infectados de rabia se ponen pálidos, sufren de contracciones musculares en sus gargantas por los cuales no pueden comer, beber ni hablar, y babean y pierden la cordura, volviéndose violentos.

Si bien los europeos tienen la "patente" porque fueron los que escribieron la novela e hicieron famoso el mito, he aquí un texto que demuestra que los vampiros no pasaron desapercibidos para nuestros ancestros americanos. n_n


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