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En las garras de la muerte... por Darkneko

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Notas del capitulo:

bien... este es el ultimo de los clanes... el clan Inuzuka... ¿para qué sirve? o ¿qué función tiene en la casa Hatake?... pues... lean y averiguen...

advierto desde ahorita que para volver a actualizar este fic me tardare un piquitín ya que la ronda de actualizaciones se dio por sentada sin ningún postulado... por tanto... tengo que hacer la ronda completa... si... asi es los 13 fic que tengo varados van a actualizarse... y como compensación a que tardare... las actualizaciones seran de tres...

es decir... Tres días... Tres capitulos... Un solo fic... en otras palabras tres capitulos de un mismo fic... en tres dias o menos XD... por lo menos lo intentare... vayan haciendo cuentas... porque en este plano tambien incluyo los tres heteros que tengo en Fanfic.es... espero no me maten por esto n_nUU

Por cierto... Anne... *w* ya cumpli con mi regalo... feliz otanjo-bi ^u^... nos vemos en las notas finales... ^-*

Se me olvidaba XD... Naruto no me pertenece es de Mashimi Kishimoto... ^u^

     - ¡Comida!... ¡Chicos Minato-sama regreso con comida!... - dijo uno de los licántropos al ver al rubio cerca del alfa, ante el llamado todos con las orejas atentas a cualquier signo de actividad, al escuchar los pasos del líder, salieron contentos a su encuentro, algunos mostrando sus rabos moviéndose, Naruto pudo observar como algunas de esos personas tenían rasgos parecidos a él, sonrió un tanto incomodo.

     La manada de lobos rodeo a los rubios, algunos se relamían los labios al verlo o al aspirar el aroma de la sangre mezclado con el fango que cubría su cuerpo, simplemente era algo que no podían evitar. Minato mientras tanto solo brindaba apoyo, Naruto por su parte se escondía detrás del rubio mayor  sin percatarse de que una de las criaturas en la cueva le veía desde atrás, esperando a que se encontrara a su alcance, al estarlo, lo tomo por la espalda y tapo con su mano la boca del pequeño que al instante se sintió aterrado.

     - Estúpido... - grito encolerizado Minato soltando un certero golpe al contrario, quien por el impacto soltó al pequeño, siendo tomado por el mayor, Minato observó a todos con desprecio, mostró al rubio a los presentes quienes con miedo y respeto esperaron sus palabras.

     - Este es mi hijo y pobre de la rata infeliz que se atreva a ponerle un dedo encima... ¿escucharon?... - rubio comenzando la transformación temida por todos, Naruto tembló inconciente tomando su mano, acto seguido el mayor se percato del miedo que le estaba infundiendo, detuvo el cambio para poder estrecharlo en brazos al lugar que era conocido como "el nido" donde los más pequeños podían descansar y donde el mismo Minato reposaba cuando no salía de cacería.

     Al llegar al recinto, una cama de paja con pieles encima les esperaba, el lugar era iluminado por los rayos que se colaban del exterior, reforzadas por algunas antorchas alumbrando el lugar, el menor de los rubios comenzó a colapsar en los brazos del mayor, Naruto estaba cansado, de llorar, por el susto, por correr, sin poderlo evitar, cayo victima del sueño, Minato sonreía ante la figura que se le presentaba a los ojos, su pequeño durmiendo con tranquilidad en ese pequeño lugar, se acurrucó junto a él y le envolvió en su regazo, juntando sus cuerpos para poder compartir el calor de ambos cuerpos, aspiro el aroma de su pequeño, sintiendo la paz venir a sus adentros, por fin estaba con su pequeño, aquel pequeño al que le arrebataron desde el nacimiento, aquel niño por el cual ahora era líder de la manada, aquel que estuvo buscando por tanto tiempo, Naruto se acomodo en el pecho del mayor.

     - Sasuke-san... - murmuro entre sueños mientras sonreía, para Minato fue como si algo dentro de su pecho se partiera en mil pedazos, su pequeño, hablando entre sueños, de otra persona, aquella a la que tiempo atrás iba a convertirse en su hermano y que por culpa de los vampiros, ahora mismo era su amo, apretó los dientes con rabia al volverse a repetir ese nombre en los labios de su pequeño, acompañados por una cristalina lagrima recorriendo su mejilla.

     - Ese ser despreciable no volverá a lastimarte mi pequeño... - besó las hebras doradas de su niño acogiéndole en un abrazo, esperando de esta manera que la lluvia que aún estallaba a las afuera cesara, los presentes veían con resentimiento al pequeño en brazos de su ilusión.

    Mientras en la casa Hatake, se armaba un gran alboroto, algunos sirvientes limpiaban la sangre que Nami-chan había dejado en el cuarto del menor, algunos otros marcharon al pueblo para comprar algo para traer con seguridad al pequeño rubio de en las fauces de los licántropos.

    - Señor... lo hemos traído... - comentó Chouji acompañado por Kiba, del mismo modo que Temari y hinata llegaban detrás de ellos con las cosas que hacían falta, después de tener todo en su lugar, y Kiba sosteniendo la caja en sus manos, esperaron las ordenes de su señor.

    - Kiba... en cuanto termine la lluvia, necesito que rastrees a Naruto, sin importar nada... hay que encontrarlo... - la mirada dispar de Kakashi era determinada, tenían que encontrar a Naruto cueste lo que cueste, observaba a sus hijos reunidos del mismo modo que los demás, esperando a que las aguas dejaran su cauce hacía la tierra, la desesperación se apreciaba en sus rostros, el mismo Sasuke estaba paseando de un lado a otro de la sala esperando y maldiciendo a la lluvia por no dejar de caer, entre más tiempo tardara en cesar la lluvia, tardarían más en rescatar a su pequeño de donde quiera que se encontrara.

     Cuando la lluvia amaino y el sol comenzaba a salir de entre las nubes de tormenta, toda la casa se puso en marcha, dejando solo a unos cuantos en la vigilancia de la mansión.

     - Kiba... -  nombro Kakashi con algo de alteración.

    - Hai... - contestó el castaño e inmediatamente dio un salto en el aire, su cuerpo comenzó a cambiar de forma, haciéndose más grande y tomando la figura de una quimera, un gran perro de dos cabezas, sus patas retumbaron al momento de colocarlas en el suelo con pesar.

     - ¿Pero que demonios?... -  pregunto Sasuke sin saber que era lo que había ocurrido, los demás tenían la misma pregunta en sus mentes más no abrieron la boca, nadie avanzo, Kakashi debía dar un explicación al respecto.

     - Kiba es parte de uno de los clanes a los que se les da mejor el rastreo... el clan Inuzuka o mejor conocido como los Rastreadores, adoptan forma animal para hacer más sencilla la búsqueda... no tenemos tiempo... Sasuke... - llamó estirando la mano para coger una prenda que hacía poco el pequeño rubio había usado.

     - ¿Y esto?... - pregunto Sai al ver como su padre llevaba a las fauces de la fiera tan delicada tela impregnada del olor del ojiazul perdido.

     - Puede memorizar el aroma... encontrarlo a pesar de que no se encuentre cerca, sin importar que la lluvia se lleve un rastro perceptible a nuestros sentidos... Kiba puede localizarlo... andando... - sin más los hocicos caninos de la cimera pasearon por el suelo olfateando detectando la más mínima partícula de ese aroma infantil, siendo los sentidos vampirices de los presentes obstruidos por las gotas de lluvia que antes habían bañado el lugar.

     Hinata se había quedado en la mansión junto con Chouji, Temari y Tenten aguardando el regreso de los señores y el pequeño, haciendo los preparativos de su regreso y esperando entre oraciones y suplicas silenciosas que no fuese demasiado tarde.

     El enorme animal caminaba por todos lados olfateando, rastreando cada vestigio de olor que diera pista alguna de donde se encontraba el pequeño hibrido, metros atrás Kakashi, junto con sus hijos y algunos de los sirvientes leales, Shikamaru e Ino junto con Lee le seguían pasos atrás, esperando, mirando como su compañero seguía en esa búsqueda, al parecer sin  resultados.

     - ¿Cómo puede hacer eso?... - pregunto desconcertado Sasuke olisqueando el aire, tratando de  buscar la pista olfativa que el enorme can de dos cabezas insistentemente seguía, trazando un camino invisible para muchos, excepto para su increíble olfato canino.

     - El clan Inuzuka es de los pocos de la división animal... puede transformarse en cualquier mamífero, aunque siempre prefiere los caninos o los grandes felinos para su propósito, dice que tienen mejores los sentidos... - contesto el mayor siguiendo al enorme can que aullaba al descubrir la pista que les llevaría al niño.

    - ¿Y porque dos cabezas?... que yo sepa los perros solo tienen una... - acoto con algo de enfado Sai mientras que Gaara mentalmente se hacía la misma pregunta e Itachi comenzaba a saber la respuesta al ver la caja en manos de su moreno hermano, más guardo silencio.

    - Es por el regalo... - fue su contestación.

     Aumentaron el paso, puesto que Kiba en su forma animal había comenzado a correr a gran velocidad,  el aroma del pequeño que momentos antes había memorizado se encontraba cerca de ellos, freno sus zancadas largas al detectar otro aroma cerca, los contrarios detuvieron por completo su marcha observando al canino virarse para encararlos.

     - ¿Qué pasa Kiba?... ¿lobos?... - pregunto seriamente, el can asintió en respuesta, con cuidado y pausando sus pasos, siguió olfateando el lugar hasta llegar a lo que probablemente sería la guarida de los licántropos.

    - Hisashiburi...  Kakashi-san... - llamo una voz dentro de una cueva a la que se acercaron, los pasos lentos del habitante de aquel lugar se hicieron presentes en los oídos de los contrarios, detrás de aquel hombre, varios lobos le hicieron guardia, mostrando los dientes y gruñendo levemente.

    - ¿A qué debemos el honor de tu visita?... - pregunto de manera burlona al peliplateado que frunció el cejo, demostrando la molestia que le traía el ver a ese hombre frente suyo.

     - Sabes perfectamente a lo que vine... regrésalo... - fueron las escuetas palabras, los lobos dentro de la cueva comenzaron a salir mostrando los dientes, con el cejo fruncido en demasía mostrando el desagrado por los inmortales, Shikamaru e Ino dieron un paso hacía el frente, algunos de los lobos al reconocer el aroma del clan Nara retrocedieron aun gruñendo levemente.

     - No tengo la menor idea de lo que estas hablando... - contesto encogiéndose de hombros, mostrando esa sonrisa tan desagradable, Sasuke, Gaara, Sai junto con itachi comenzaron a sentir que sus entrañas se encontraban hirvieron por la ira, sus ojos brillaban con esos destellos tan llamativos que causarían escalofríos a cualquiera que tuviera la sangre caliente, sin embargo, a aquel hombre no les importo, estiro sus manos y de ellas unas serpientes de gran tamaño reptaron hasta quedar cerca del jefe de la familia, amenazando con inyectar su veneno en aquel ser de ojos dispar.

     - ¿Qué es tanto ajetreo?... - se escucho una voz serena y gentil sin  dejar de sonar atemorizante, los lobos encogieron rabos y orejas, abriendo paso a quien comenzaba a salir al encuentro de sus invitados, a su lado, tomado de la mano una pequeña criatura, aquella por la que estaban haciendo toda la búsqueda y la razón por la que se encontraban esos momentos en ese lugar.

     - Kakashi-san... hace mucho que no lo veía... - Naruto se veía diferente, su mirada estaba opacada y el olor que momentos antes era completamente del rubio estaba mezclado con la de licántropo.

     - Minato... - sonó la voz de Kakashi, observo por unos momentos esos orbes azules del mayor para después desviar su mirada para con el pequeño que se encontraba a su lado,  Naruto parecía indiferente al sonido de su voz o al aroma que desprendía, sus pequeños labios estaba un poco entreabiertos, su mirada se encontraba perdida en la nada, opaca, estaba claro que algo le habían hecho.

     - Naruto... - susurro Sasuke queriendo acercarse a su mascota, siendo detenido por su padre que negó levemente con la cabeza, ante el familiar y  lejano sonido que se había convertido la voz de Sasuke, Naruto alzó la mirada, sin encontrar a alguien frente a si, a pesar de que estaba el lugar lleno de personas que le querían.

    En ese momento el enorme can de dos cabezas regreso a su forma original.

     - Señor... Naruto esta... - susurro sin saber como continuar, no fue necesario Kakashi ya sabía que era lo que le quería decir uno de sus mas leales.

     Negó con la cabeza para que no saliera palabra de los labios del castaño, Kakashi por su parte se acuclillo para quedar en dirección del rubio, las orejas del pequeño se movieron en dirección de ese misterioso sonido, reconociendo parte de la esencia a canela que desprendía el ambiente y que no era parte de la cueva,  Minato enarco una ceja, dudoso de que hacer o decir, sabía que por parte del consejo no podría intervenir, solo podría esperar el resultado de las palabras dichas por la serpiente a la que hizo parte del clan dieran resultado, luchaba contra si mismo para no meter nuevamente al interior al pequeño y que se marcharan de una vez por todas los desgraciados que tenían en frente.

     - Naruto... vamos a casa... - susurro en tono paternal Kakashi expandiendo los brazos mostrando la protección que quería mostrarle en un abrazo, sin embargo Naruto no se movió, miraba al frente con esos ojos vacíos intentando ver a dueño de aquellas calidas palabras, pero solo alcanzaba a vislumbrar una mancha, Minato sonrió.

     - Esta en casa Kakashi-san... - dijo de forma altanera, Kakashi ignoro el comentario y siguió con ese susurro esperando a que el pequeño supiera en que lugar se encontraría realmente a salvo.

     - No era la intensión de Sasuke que Nami-chan tuviera ese final... - comentó sintiéndose un tanto mal al recordar al pobre animal, Naruto elevo la mirada, su manita se fue soltando del agarre en que mantenía prisionera la mano del licántropo.

     Minato no podía creer lo que estaba ocurriendo, su propio hijo estaba saliendo del encantamiento de la serpiente, primera vez que lo presenciaba, sin embargo, suspiro aliviado, su pequeño no se movió de ese lugar, miraba al frente procesando los sonidos que viajaron en el aire hasta sus oídos.

     - Nami-chan... - murmuro quedito siendo escuchado por el peliplateado que sonrió, aun no era demasiado tarde para que el pequeño regresará a su hogar, observó momentáneamente a la serpiente que fruncía el cejo con enojo creciente en sus entrañas, un hibrido, un pequeño hibrido había roto su ilusión.

     Sin poder evitarlo las lágrimas de dolor al recordar lo ocurrido en aquella habitación donde el pequeño hibrido convivía con el moreno, aquella forma en la que sin piedad arranco la vida a una pobre criatura, su colita se enrosco en sus piernas mostrando la indecisión que en esos momentos inundaba su ser, los Hatake estaban perdiendo una batalla, la batalla en la mente del ojiazul menor, las orbes bañadas en cristalinas gotas saladas chocaron con las orbes azules del lobo quien le ofreció una sonrisa confortante, acto seguido poso sus ojos en aquellas criaturas que tan familiares y lejanas a la vez le hablaban.

     Sasuke se agazapó del mismo modo que su padre, los hermanos mayores le siguieron el gesto, mientras tanto Ino, Kiba y Shikamaru estaban al pendiente de no ser atacados por sorpresa, aquella caja en las manos de Sasuke comenzaba a moverse, inquieta por el calor que  comenzaba a sentirse dentro de aquellas finas paredes de cartón, Naruto tenía su manita cerca de la boca, sin atreverse a mover un solo músculo, al ver que las sombrías  figuras comenzaban a acercarse lentamente no pudo evitar, con miedo, dar un paso atrás y refugiarse en el hombre que tan gentilmente le cuidaba.

     - Pierdes tu tiempo Hatake... - murmuro un tanto enfadado por la situación el pelilargo reptil que reía bajito al ver que no había escapado del todo de su hechizo, él y el lobo cruzaron miradas, fue cuando las serpientes que mantenían una distancia prudente entre los vampiros se acercaron a los inmortales listos para licuar la sangre que habían consumido y de esa manera darles un final como el que se merecen, doloroso y horrible.

     - Mi señor... - Shikamaru e Ino se colocaron frente a las serpientes, encantándolas con sus poderes dignos de su clan, evitando de esta manera que fuesen mordidos por aquellos reptiles que regresaron a su lugar de origen, la piel del pelilargo con el soplo de la brisa del bosque por la tarde.

     - Naruto... perdí el control un poco... sabes que en ocasiones me pasa... vamos a casa... - la voz de Sasuke salía dolida al ver que su mascota no parecía entender las palabras que salían de sus labios, sin poder contenerse, una lágrima salió de sus ojos, recorriendo esa piel  pálida hasta caer a la húmeda tierra, en ese momento los ojos de Naruto parpadearon regresando a ellos el brillo que hacía poco habían perdido, más se quedo inmóvil.

     - Por favor... - suplico con la voz cortada el menor de los Hatake, los demás le miraron in saber que hacer, era la primera vez que aquel ser tan orgulloso se rebajaba a tanto como arrodillarse en la fría y mojada tierra y suplicar a un niño de raza indecisa.

     - Sasuke-san... - murmuro quedamente el hibrido, la serpiente y el lobo les miraron, a las espaldas de Minato se murmuraba la derrota en una pelea sin armas, Minato había perdido una vez más a su hijo a manos de los Hatake, sin embargo, aun no estaba todo decidido, aún quedaba una salvación, el consejo, hablaría con ellos para poder tener la potestad de lo que desde el principio era suyo.

     - Vamos a casa... - repitió suplicante.

     - Pero Nami-chan... - replicó el pequeño con un nudo en la garganta.

    - No me gustan los conejos... - dijo en su defensa el moreno, pero eso no aplaco el hipar del rubio.

    - Te tenemos algo para ti... - dijo Gaara mostrando la caja, Naruto curioso, soltó las ropas del mayor y con pasos inseguros se acercó, sabía que el pelirrojo no era una persona peligrosa, Minato quiso detenerle, pero se arrepintió, si su hijo era feliz, entonces no le quedaba otra cosa que aceptarlo, pensaba por el momento.

     - Es más divertido que un conejo... - dijo Sai mostrando una media sonrisa en sus labios, Naruto meció la cola inseguro, sus orejas se mantenían gachas ante lo que fuera a ocurrir al destapar aquella caja.

     - Puedes jugar con él cuando no haya nada que hacer... - comentó Itachi con los ojos cerrados esperando las reacciones del hibrido.

     - Espero te guste...  - fueron las palabras de Kakashi al verle cerca, con cuidado abrió la caja y de ella una bola de pelos blanca con  unas leves manchas marrones le saltó encima, haciéndole caer por la sorpresa, lo que sintió después fue una húmeda lengua rozarle con frenesí el rostro.

     La risa general por parte de la mansión no se hizo esperar, Naruto pudo apartar aquello que con tanta insistencia le limpiaba con la lengua la cara y pudo notar un cachorro de color blanco, observo al mayor acariciando al can, Kakashi, del mismo modo que sus hijos sonrieron.

    - Su nombre es Akamaru... cuídalo bien... - al escuchar tan dulces palabras salir con tanto cariño de la boca del peliplateado que se levantaba en ese momento del suelo, la sonrisa regreso a los labios del ojiazul y su cola se meneo inconciente por la emoción que estaba guardando, se puso de pie, del mismo modo que los hijos del hombre de ojos dispar.

     - Minato... un placer... hasta la reunión de los clanes... con permiso... - dio la media vuelta y comenzó a marchar seguido de sus hijos y sus leales, sin embargo, Naruto no dio un paso, cosa que todos a los pocos segundos notaron, deteniendo su marcha para averiguar la razón.

     - Kakashi-chichi... yo... - los presentes viraron para ver el cuerpo del pequeño, en sus manos el cachorro se había quedado dormido en sus brazos, Naruto mantenía la cabeza baja, sin saber concretamente que es lo que tenía que hacer, aquel hombre a sus espaldas, tenía valiosos relatos que él no sabría como conocer, acerca de su madre, de la única humana que le protegió cuando pequeño, quería conocer más de ella, pero sabía que la única manera de hacerlo era siendo parte del clan de los lobos, pero, alzo la vista nublada por las lagrimas de la confusión que presentaba, allí estaban, las personas que durante m eses le habían tratado igual o con más cuidado que su propia madre, cierto era que había momentos dolorosos, como la cacería o la muerte de Nami-chan, pero esas ocasiones eran contadas; Sasuke regreso sobre sus pasos, sintiendo empatía por el hombre a sus espaldas que mordía desesperación su labio inferior, había esperado siete largos años para poder estar cerca de su pequeño y ahora, se lo llevaban de su lado, para nunca regresar.

    Probablemente Sasuke sabía como se sentía ese hombre,  él mismo fue presa de la desesperación al creer mil veces que ese regalo que le habían otorgado y por el cual daría gustoso más de un sacrificio mortal o su propia vida inmortal si fuera necesario, llegó a su mascota, se arrodillo para estar a su altura, colocó con suavidad sus manos sobre la cabellera rubia mostrando una sonrisa, una que pocos conocían y que Naruto sacaba a flote con tan solo una mirada.  Si bien los licántropos eran sus enemigos naturales, lo eran, pero no del hibrido que tenía como padre al líder de la manada, era natural para un pequeño curioso conocer a su progenitor, eso lo entendía; y era esta simple razón que le hacía tomar la decisión más aberrante que surco por su cabeza en esos momentos, pero que sabía de antemano, colocaría una de esas sonrisas angelicales en los pequeños labios de Naruto y él... por ver esa sonrisa, haría cualquier cosa, inclusive lo que estaba a punto de autorizar.

    - Puede venir a jugar contigo de vez en cuando... pero que anticipe su llegada... - susurro acariciando los cabellos de Naruto, mostró esa sonrisa que tanto le agradaba, incrédulo de lo que sus orejas percibían, busco la aprobación en el peliplateado que con un asentimiento de cabeza le dio la confirmación.

     - Gracias... Sasuke-san... - su sonrisa se ensancho y acercando su rostro al vampiro, besó con delicadeza a manera de una gratitud inmensa la mejilla fría del azabache, para momentos después llegar a donde su padre y darle la noticia, Sasuke por su parte, anonadado por la caricia calida que había recibido, llevó su mano a la mejilla para sentir la tibieza del toque, sin percatarse siquiera que Orochimaru, aquella serpiente viviendo entre lobos, le clavaba una mirada llena de varios pensamientos y a la vez ninguno.

     Después de avisar el permiso de las visitas, Naruto se despidió de su padre con un beso en la mejilla y alzando su mano meciéndola de un lado a otro, con un pesar en su corazón, pero con aquella promesa de un noble clan, dejo que su pequeño, una vez más partiera de su lado, Naruto llegó a donde Sasuke quien sin dudarlo dos veces, le alzo en brazos, comenzaron a caminar de esta manera de regreso a su casa.

    Cuando los vampiros junto con el hibrido habían desaparecido del alcance visual de un sonriente padre licántropo, los presentes esperaron unos minutos, allí, en la misma posición, esperando, en el momento en que el fétido olor a carne sin vida y sin descomposición, llena de sangre mezclada se marchó, las miradas escrutadoras se fijaron el en el líder que se quedo en la misma posición un momento, Orochimaru se acercó a él, con ese semblante decepcionado y a la vez burlesco.

     - Minato... pensé que tendrías más garra para estas cosas... - murmuro divertido, el rubio ni siquiera le presto atención a estas palabras, lo que ocasionó, una sonrisa satisfecha al pelilargo, el ojiazul marchó dentro de la cueva siendo seguido por la serpiente y los lobos, Orochimaru sabía a que se debía eso, podría ser que Minato, mejor conocido como el rayo amarillo por su velocidad y fuerza destructiva entre los licántropos fuera noble, pero cuando algo se interponía entre él y sus recuerdos del pasado, no habría nada que le parase y como prueba de eso, en el nido se encontraba la piel de aquel oso que se atrevió a darle muerte a la mujer que más  amó en la vida, del mismo modo que se encontraba él, como la prueba de que el clan de los reptiles fue suprimido por  un licántropo sediento de venganza.

     - Minato-sama... - murmuro dentro de la cueva el más joven de los adultos, había sido una buena temporada de apareamiento y los niños que fueron tiempo atrás ahora eran participantes activos en la cacería y la recolección de información del mismo modo que vigilaban a la asquerosa serpiente, que Minato sabía, tramaba algo.

     - ¿Qué harás?... - pregunto llegando al recinto Orochimaru, recargando su cuerpos en las paredes de granito que había formado la cueva con el pasar de los años.

     La piel de Minato comenzó a destellar cual rayo solar, mostrando orgulloso aquel pelaje rubio del mejor licántropo de la era, el cuarto en su generación, Yondaime, el guerrero invencible, capaz de destruir todo a su paso cual fuego en un bosque secó, sus ojos destellaban en ese rojo, las fauces comenzaron a agrandarse, los colmillos del mismo modo, al ver esto, el resto de la manada le imitó, al poco tiempo todos los presentes exceptuando a Orochimaru, mostraban su forma más poderosa.

     - Prepárense para la batalla que pronto lucharemos por lo que me pertenece... - rugió con fuerza, aullando como muestra de su mandato, sus subordinados siguieron ese son ido animal y antes de que la tarde terminara el ambiente se lleno de clamos a la luna que, a pesar de aún verse los rayos del sol iluminando la tarde, se apreciaba en lo alto.

     Naruto alzó las orejas escuchando a la lejanía algo que le causaba nostalgia, de la misma manera que Akamaru y Kiba, quienes miraron al horizonte y al unísono estallaron en aullidos, dejando a los presentes un tanto  sorprendidos.

     - Kiba... - murmuro Kakashi parpadeando aún impresionado por eso, el castaño apenado rasco su nuca con una mano.

     - Lo lamento... la transformación de la quimera siempre deja algunos efectos secundarios... - encogió sus hombros con pesar, esta era la primera vez que el llamado de los lobos salvajes le hacía clamar de aquella manera.

     - ¿Cuándo será el ataque mi señor?... - pregunto Orochimaru inclinándose un poco para esconder en aquella muestra de respeto una sonrisa llena de satisfacción, el manipular las acciones de los demás era su juego y ese lobo no se salvaba de los efectos de su veneno.

     En el cuello de los licántropos, pequeñas y casi imperceptibles marcas de mordidas se presentaban, a sus espaldas, las serpientes reptando regresaban a su cuerpo,  incorporándose a éste.

     - Después de la reunión... - respondió con la voz ronca, acto seguido y producto de la adrenalina recorriendo su cuerpo, aullaron nuevamente, Orochimaru marchó a su habitación, riendo bajo hasta perderse por los pasillos, conforme sus pasos avanzaban esa risa se acrecentaba hasta que al llegar a su habitación y cerrar lo que él llamaba puerta una carcajada estridente salía de sus labios, sus ojos amarillos abiertos a más no poder estaban embargados de satisfacción pura.

     - Todo está saliendo según mis planes... - después de estas palabras la carcajada regreso a sus labios, pero esta vez más estridente, más maléfica, y sobre todo, marcando el destino del que nadie tenía conocimiento y del cual, nadie escaparía, ya que él controla el tiempo, o eso se creía.

Notas finales:

¿Qué tal?... ¿les gusto?... ¿no les gusto?... ¿alguien ya adivino que es lo que pasara?... por cierto... Ceica... *w* tu respuesta es la mas cercana XD... pero ya verán, ya verán...

Dato curioso...

una quimera: cuyas células animales derivan de dos o más cigotos distintos resultado del cruce de dos individuos de la misma especie; esto quiere decir que es una fusión desde antes del nacimiento de una raza con otra... Ejemplo, el Liger:

el liger o tigón es una quimera porque se trata del apareamiento de dos felinos de distinta raza... el tigre y el león... dando como resultado un hibrido (animal que no puede tener descendencia) puede haber de dos clases dependiendo de cual sea la hembra... por ejemplo:

- El ligre es el híbrido producto del cruce entre un león y una tigresa. Su aspecto es el de un gigantesco león con rayas de tigre difusas. Al igual que los leones, los ligres macho desarrollan melena. Su nombre científico es Panthera tigris × Panthera leo

El ligre generalmente llega a medir hasta 4 metros, llegando a poseer un tamaño mayor que su padre (león) y su madre (tigresa); esto se explica fácilmente debido a que el gen inhibidor del crecimiento se transmite por vía materna en los leones y paterna en los tigres, por lo que el ligre no hereda ningún gen de este tipo y crece durante toda su vida. Las patas y cola, por el contrario, son cortas en relación al cuerpo, ya que sí dejan de crecer; por ello, es posible que los ligres machos más ancianos lleguen a quedar impedidos para caminar al no poder sostener su propio peso.

El caso opuesto se da con el tigón (también llamado tigrón o tigral): este cruce entre tigre y leona produce un animal más pequeño y estilizado, con unas patas y cola largas que le dan un aspecto desgarbado y menos corpulento, o sea, poco imponente. Es por ello mucho menos abundante que el ligre, ya que éste es intensamente buscado y explotado por circos y en menor medida zoológicos, deseosos de atraer al público.

Es precisamente la influencia humana la responsable de que existan los ligres. Generalmente tigres y leones no comparten territorios, de manera que tendrían pocas posibilidades de encontrarse para formar este extraño cruce. En la actualidad leones y tigres sólo coexisten en la naturaleza en el bosque de Gir, en India. Antiguamente coexistieron en Persia, China y probablemente en Beringia. Por otra parte, los hábitos de ambas especies son muy diferentes (predominantemente diurno y al descubierto en el león, más nocturno y forestal en el tigre) lo que hace más improbable aún el cruce en la naturaleza.

Todos los ligres macho conocidos son estériles. Aunque, por su parte, las hembras pueden ser fértiles en algunos casos, llegando a aparearse con tigres para dar una descendencia denominada ti-ligre, o con un león resultando un le-ligre.

- Un tigón o tigrón es un híbrido de un tigre macho y de una leona criados en cautiverio. Los tigrones no son tan frecuentes como los híbridos inversos, llamados ligres, producto de la unión de un león y de una tigresa. Es poco probable que los tigrones se den en la naturaleza debido a que tigres y leones sólo comparten habitat en El Parque Nacional y Santuario de vida salvaje del Bosque de Gir, en La India y porque sus habitos, preferentemente nocturnos y solitarios en el caso del tigre y diurnos y sociables en el león, hacen que rara vez se encuentren.

Los tigrones presentan características de los dos progenitores: con aspecto de leones con rayas de tigres. Crecen mucho menos que las especies de origen, debido a que heredan genes inhibidores de crecimiento de ambos padres, generalmente pesan cerca de 150 kilogramos, y vistos de lejos parecen gatos domésticos.

Generalmente los tigrones son estériles, sin embargo, una tigrona de nombre Noelle en la Reserva Shambala se apareó con un tigre y produjo un "ti-tigón", aunque no se conocen casos de machos fértiles.

Ahora si... me despido... cuidense mucho ^u^...

"El mundo es tan pequeño... que cada vez más especies crecen... abre los ojos y mira el horizonte... que a cada centimetro... descubres un nuevo mundo dentro del tuyo..."


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