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En las garras de la muerte... por Darkneko

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Notas del capitulo:

konichiwa Minna ^o^... bien se que me tarde y lo siento u_u... pero bueno lo importante es que ya esta aqui el siguiente capitulo... espero les agrade ^u^...

naruto es propiedad de Kishimoto-sensei y en este fic de sasuke... ^u^...

disfrutenlo...

     - ¿Por qué haces esto?… - fue lo único que atino a decir en ese momento. 

     - Por mi culpa te encuentras herido, es lo único que se me ocurrió para poder compensarte… mi mamá decía que si te sientes mal, con una flor te alegras… por eso te traje esta… - sonreía con dulzura extendiendo la flor para que la tomará, sus ojos tenían un brillo extraño, nostalgia podía ser, pero aquellos recuerdos le hacían feliz. 

     - ¿Compensarme?... – no comprendía el trato del menor, era simplemente una criatura que jamás imagino que sería, su cuerpo desprendía una calidez increíble, contrastando con la suya en esos momentos, una mueca de dolor se dibujo en su rostro alarmando al pequeño. 

     - ¿Te encuentras bien?... ¿aun te duele?... – de verdad que le dolía, pero no quería preocupar al pequeño ni tener una rabieta por el dolor delante de él, ya basta había sido con tratar de mancillarlo antes que su hermano menor. 

      - Descuida… estoy bien… - intentó esbozar una sonrisa pero el escozor que en esos momentos sentía en la espalda era insoportable, no podía mas que contraer su rostro en una mueca de dolor que el pequeño no sabía que hacer. 

     - Ya se… - mencionó el pequeño dejando la rosa blanca que traía hasta esos momentos en sus manos en el tocador, donde había un florero sin nada dentro, después de eso, entro al cuarto de baño propiedad del moreno que le miraba sin entender que ocurría, acto seguido se escucho el agua correr, el vapor del agua comenzaba a escapar de la habitación. 

     - Esto te ayudará… - comentó con una sonrisa en los labios, muy tierna para el mayor, que con esfuerzo regreso el gesto, el rubio estiró la mano en un gesto para que la tomara y se dirigieran al baño, el ojinegro lo siguió. 

     Al entrar observó como el pequeño lentamente se desprendía de su ropa y se arrodillaba cerca de la tina llena de agua templada, metiendo la mano para comprobar la temperatura del agua, su ropita yacía torpemente doblada en una repisita, sonrió para sí al ver que el agua no quemaba pero no estaba fría, esto le ayudara a sanar sus heridas, pensó para sí. 

     - Entra… te ayudare a lavarlas… mi mama siempre decía que si se toma un baño caliente o se vierte agua templada en una herida, le das un besito se cura mas rápido… - comentaba el menor observando al mayor confundido. 

     Al ver que no se movía ni un ápice, se acercó a él y comenzó a quitarle las vendas que le cubrían la espalda, el mayor se dejo hacer demasiado confundido como0 para pensar en algo, demasiado temeroso de lo que intentaba hacer el pequeño, pero sobre todo con el miedo de saber que haría su padre si se enteraba de que el niño estaba en su habitación y sobre todo desnudo. 

    Observaba las heridas que su cercanía había ocasionado a esa pálida piel, se sentía muy mal, las acaricio con cuidado de no lastimar al portador de aquellas lastimeras heridas aun sangrantes un poco, el cuerpo del mayor salio de su ensoñación por el contacto de los dedos del menor en su espalda. 

     - Gomen nasai… -  murmuro al momento de esparcir leves caricias reconfortantes y besitos intentando disminuir el dolor. 

     - ¿Qué haces?... – preguntaba Sai al notar los labios húmedo y pequeños sobre su piel, además de un tierno abrazo desde su espalda hacía su cintura, entrelazando sus pequeñas manos por delante. 

    - Mamá… cuando me lastimaba me abrazaba, para sentirme mejor y me daba un baño y besitos para que me curara rápido… anda yo te frotare la espalda… - murmuro al momento de separarse, sus ojos denotaban una profunda tristeza, había abierto el mismo una herida en su pecho que no supo como sanar. 

    Sai no quiso preguntar más esos ojos vidriosos que desprendía el pequeño intentando con todas sus fuerzas de contener aquel amargo llanto frente a otros le hacía admirarlo más, como era posible que después de todo lo que le hizo, el pequeño se preocupe de esa manera por él, entró lentamente en la tina, después de despojarse la ropa bajo la mirada inocente de Naruto quien esperaba recibir los pantalones que le cubrían al igual que sus boxers negros para doblarlos y dejarlos donde las suyas se encontraban. 

     Se introdujo con cuidado en la bañera, haciendo un puchero por el escozor que sintió al tener la espalda abierta en contacto con el agua caliente, las heridas comenzaron a arderle, le punzaban, quiso contener un gemido de dolor mordiéndose el labio inferior, pero fue inútil, Naruto escondió las orejas, su cola permaneció caía, le provoco mas dolor. 

     - Gomen… creo que te lastime mas… - pronunció con la voz quebrada, realmente quería ayudar, pero solo empeoro las cosas. 

     - Arigato… me siento mejor… - comento después de unos pocos minutos, cuando su cuerpo se había acostumbrado al agua caliente y aquellas heridas ya no dolían tanto, tomo la barbilla del niño para que le mirara, cuando lo logró le sonrió un poco y besó su frente, ese pequeño realmente era especial. 

     El rubio levanto la mirada, sorprendido por aquella acción, no sabía que hacer, pero sonrió con dulzura al recordar el beso en su frente, se llevo una manita para sentir el calor que aun sentía en la zona. 

     - ¿Vas a curarme las espalda?... – pregunto el mayor dando la espalda al pequeño quien se acerco mas si podía al borde de la tina, tomar con sus manitas una esponja suave, la cual empapo en agua y acto seguido con mucho cuidado delineaba con ella las heridas, provocando pequeños temblores por la sensación que sentía al ser presionado el agua caliente sobre la zona lastimada. 

     Continuó de esta manera unos minutos, para después con las manos solas, delinearlas con delicadeza, mientras sus ojos se humedecían sin que el mayor no lo viera, esparcía besitos a las más profundas, para después volver a lavarlas con el agua caliente, evitando de esta manera que siguieran sangrando y sobre todo que una infección se hiciera presente. 

     Mientras muy alejado de la casa Sasuke caminaba por la ciudad cercana, buscando lo que el sentía sería lo mas adecuado para su mascota, tenía el presentimiento de que sus hermanos intentarían nuevamente apoderarse de sus cosas. 

     Las jóvenes que pasaban cerca de él no podían evitar mirarle intentando captar su atención, aquel cuerpo atlético que se presentaba tenía una belleza, su piel pálida, esos ojos penetrantes de un color negro tan intenso que podrías perderte en ellos, su cabello tan brillante del mismo color que sus ojos pero con ciertos destellos azules al momento de menarse con el ritmo de sus pasos o al momento de girar el rostro, sus labios delgados brillaban dándole un toque seductor, incitando a muchas a besarlos, su piel tersa pedía a gritos ser tocada, pero ninguno de ellos se atrevía. 

    Aquel joven tan enigmático era conocido como el menor de la renombrada familia Hakate, todos muy jóvenes aunque nadie sabía realmente su edad, los ancianos murmuraban haber conocido a Kakashi cuando eran pequeños y que tenía la misma apariencia, algunos murmuraban que habían hecho un pacto con el demonio, por esa razón no envejecían y tenían la misma apariencia por tanto tiempo. 

     Hakate Kakashi el mas famoso empresario de esos tiempo, conocido por muchas regiones, habían visto como de la nada comenzaba a tener hijos de una manera extraña, ya que nunca se les había visto salir a la calle con ellos y cuando por fin eran conocidos estos ya presentaba la mayoría de edad, Kakashi no aparentaba tener mas de 37 años su cabellos siempre fue de un color plateado, siempre una figura muy peculiar entre las personas de las ciudades conocido por su generosidad y su caballerosidad sobre todas las cosas, un hombre de negocios. 

     El mayor de sus hijos Itachi, con una apariencia de un joven de 25 años de edad,  cuando Kakashi recién llegaba a la ciudad, años mas tarde otro joven apareció con ellos como el segundo de sus hijos de nombre Sai con una elegante apariencia de un joven de 23 años de edad, siempre consiguiendo todo lo que se proponía sin recibir castigo si era malo o por lo menos ellos así lo veían, ya que siempre traía consigo una sonrisa en los labios, ardedor de 2 años mas tarde un joven de no mas de 20 años llego a ser presentado como el pequeño de la familia  de nombre Gaara con unos ojos hipnotizantes como todos sus hermanos solo que de un color mas claro, de un verde muy suave y atrayente, siempre serio, un toque de misterio a su alrededor siempre un gran motivo de conversación entre los ciudadanos y ahora el joven Sasuke de 19 años de edad era el centro de conversación  y discusión entre los aristócratas que deseaban tener a un miembro de esa renombrada y tan bella familia como parte de la misma suya, sin resultado, al parecer a la familia Hakate no le importaba en lo absoluto tener relaciones y mucho menos separarse como familia para expandirse. 

     Como era posible que un hombre tan joven tuviera tantos hijos a tan joven edad, nadie lo sabía y temían preguntar, algunos rumores oscuros decían que eran seres de las sombras, una de las primeras familias inmortales, pero quedaba descartado por algunos al ver a los jóvenes y al propio padre salir con ellos de paseo, aunque nunca duraban muchas horas fuera, camino decidido por las calles buscando un local en especial, al entrar, todos quedaron mudos, solo aquellos que realmente conocían de las criaturas sobrenaturales o que estudiaran la magia negra entraban con ella. 

     - Sakura… hisashiburi… - mencionaba el azabache entrando a un local con olor a incienso, muchos frascos alrededor al igual que diferentes objetos esparcidos y colgados por las paredes, animales extraños en jaulas, pidiendo libertad con chillidos y berridos, mientras que las aves y los gatos cantaban sin dejar espacio para el silencio, alarmados al notar que la persona que se hacía llamar en ese momento su dueña se acercaba para recibir el invitado. 

     - Sasuke-kun… siempre tan apuesto… ¿Qué te trae por aquí?... por fin descubriste que estas enamorado de mi y vienes a pedir mi mano… - comentaba feliz, llevaba media década tratando de conquistarle, ella sabía perfectamente de que clase era sasuke y si bien ella no era tan joven como él lo aparentaba, el poder controlar el tiempo y los estragos que hacían en su cuerpo era fácil para ella. 

     La joven aparentaba tener 19 años al igual que Sasuke pero tenía 75 años, tiempo en el que conoció a Sasuke antes de que éste renaciera y se volviera inalcanzable, aun permanecía con esperanzas hacía el azache. 

     - Sakura no tengo tiempo para tus tonterías, solo quiero que me des algo para que no se aleje de mi lado… - murmuro observando a todos los animales con un gesto de repulsión en su rostro, mientras aquella joven que en esos momentos traía los ojos verdes y el cabello de un color rosado se desilusionaba por lo escuchado en su amor platónico por el cual había vendido su alma a los seres infernales para conservar la vida por el tiempo que el azabache lo hiciera. 

     - Hai… hai… ¿Qué es lo que tienes planeado?... – pregunta mientras buscaba una pócima de color extraño y se acomodaba su cabello esperando las indicaciones de la persona que desde hacía tanto tiempo le había robado el corazón. 

     - Tengo una mascota nueva… y necesito algo para que Sai no le ponga las manos encima… ya intento hacerse de él, sin mi permiso y sin haberlo estrenado… - resumía el azabache mientras, caminaba hasta un sillón frente a una bola de cristal donde su figura se podía distinguir entre las cosas, Sakura por su parte, buscaba entre los estantes la pócima correcta y otro regalo para él. 

     - Tengo esto… es la pócima llamada “se fiel”… solo reacciona con la persona que da el brebaje… te explicaré como funciona, se lo das a tomar, pero advierto que esta sustancia tiene un sabor muy fuerte… si tu regalo es especial, necesitaras verterlo en la comida para que no perciba su esencia, cuando se termine todo y esto es muy importante tiene que ser durante tres días… cada vez que se lo termine debes decir una palabra, para que sea relacionaba con ella y la pócima tenga el efecto deseado… si se hace correctamente podrás tenerlo a tu disposición para lo que quieras, sin importar el trato que le des, te seguirá como un perro a su amo… - termino sentándose frente al moreno extendiendo el frasco entre sus manos, con una sonrisa indescifrable en los labios, y una mirada que a la gente común le daría escalofríos pero que no causaba efecto alguno en el azabache que tomo el pomo, se levanto dispuesto a irse, más fue detenido por la voz de Sakura. 

     - Matte… esto es un regalo para tu mascota… - le extiende un collar de un tono negro, brillaba al parecer le habían dado lustre al cuero curtido en ese tono oscuro, en el un cascabel dorado parecía de oro de buena calidad por sus detallados, en el escrito en una caligrafía de lo más precisa el kanji “Ai”. 

     - ¿Y esto?... – pregunto un poco desconcertado por la pieza entre sus manos. 

     - Es para que tengas el control completo de tu mascota… - su mirada decía otra cosa, pero como era un regalo no le dio importancia, lo metió en su bolsillo y salió perdiéndose de la vista de la pelirrosa quien al verse sola comenzó a reír como maniaca, asustando a todos los animales que se encontraban presa en aquellas jaulas llenas de polvo, las serpientes que allí se encontraban siseaban alteradas por la actitud de su dueña. 

     - Puede que él te sea fiel Sasuke-kun… pero no estés tan seguro de que los demás lo respeten… lograré que te alejes de él y vengas a mis brazos… - estas palabras solo fueron escuchadas por aquellos animales que se movían alterados, buscando una salida a lo espeluznante que en ocasiones se ponía su dueña, más cuando se trataba de Sasuke. 

     En la mansión cierto pelirrojo buscaba a un pequeño que aun no almorzaba nada y ya era muy tarde, lo más seguro es que Sasuke lo ignorara o encerrara, sus hermanos menores siempre le traían muchos problemas, recordó parte de su infancia cuando era aun un mortal. 

__________________ Flash back ________________________ 

     Un pequeño de 13 años corría a los brazos de su madre llorando desesperado por los tratos que le proporcionaba su padre, si bien no era su padre biológico era lo único que conocía con esa figura de respeto. 

     - Okâsan… ¿Por qué me odia ojîsan?... – preguntaba entre llanto mientras que de su espalda un escozor terrible sentía, la sentía humedecida la playera y no se había mojado, en sus manos manchas de sangre se apreciaban, era su propia sangre, su padre en el otro cuarto enfurecido por alguna razón desconocida, su aliento era puramente alcohol y sus ojos se encontraban enrojecidos por la ira. 

     - Shhh… no pasa nada… shhh… - calmaba su madre protegiéndolo con su cuerpo, mientras que el padre cambiaba de habitación, con algo en la mano, al parecer una botella rota. 

     - Perra quítate de él… no le protejas… lo tiene merecido por tomar lo que no es suyo… - inquiría el padre mientras alzaba en alto la botella para asestar un golpe.

     - No lo lastimes… entiende que eso fue un regalo… él es un buen niño… nunca robaría nada… - gritaba la mujer escondiendo mas a su pequeño entre sus brazos, no quería que ese hombre lo tocara, demasiado tarde, la botella descendió partiéndose en mil pedazos sobre la nuca de la mujer, algunas de los fragmentos cortaron su cuello con maestría, dejando que la sangre corriera libre por el lugar. 

     - ¿Te gusta robar?... pues de ahora en adelante… así conseguirás el pan… anda ve… - con un fuerte golpe le mando a las calles. 

     A partir de ese momento siempre lloraba cuando se encontraba solo, sabía que lo que hacía estaba mal, no era correcto tomar las cosas que no te pertenecían, pero si no llevaba dinero o joyas a la casa, aquel hombre que se autodenominaba padre le llenaba de golpes. 

     Pasaron años sin que pudiera expresarse libremente de nuevo, todo sentimiento quedo olvidado, gracias a las acciones que no le agradaban y sobre todo a los golpes, que ahora a pesar de traer dinero a casa, caían sobre él por mero capricho del mayor. 

     A la edad de 20 años intento escapar, viendo su intento frustrado cuando un tubo metálico le golpeo por la espalda, tenía miedo, estaba adolorido y sobre todo, confundido, creía que moriría, aquel hombre al que de pequeño idolatro traía en la mano un tubo manchado con sangre, le había pegado varias veces en la cabeza intentando desnucarlo y con ello terminar con su existencia, pero por alguna extraña razón no conseguía caer victima de la inconciencia, estiro su brazo tomando lo primero que encontró, cerró fuertemente los ojos y se defendió del golpe que le proporcionarían, al no sentir golpe alguno, abrió los ojos, su sorpresa era grande, en sus manos un metal con el que se atizaba el fuego y de ella la sangre del que una vez llamo padre, su cuerpo inerte se desangraba poco a poco, no sabía que hacer, estaba reviendo el fallecimiento de su madre, estaba solo y lo Único que sabía hacer era robar. 

    Nuevamente salió a las calles con el corazón en la mano, le dolía bastante, había hecho lo que se prometió nunca hacer, convertirse en un asesino como su padre, en sus cavilaciones estaba cuando se tropezó con un joven de cabellos plateados, que le miraba buscando algo, sus ojos se posaron en aquellas orbes agua marina, para después de unos momentos de dudar, esbozar una sonrisa, al parecer algo le había agradado del chico, a pesar de sus ropas sucias y manchadas con la sangre suya mezclada con la del hombre, no le tuvo miedo, le abrazo en gesto lleno de ternura, beso el rojizo cabello y pregunto. 

     - ¿Estas cansado de todo?... – como contestación el pequeño solo sollozo esa persona ya le conocía, pero no lloraba por el hecho de que le descubrieran, sino por el hecho de que desde la muerte de su madre no había recibido un acto cariñoso de parte de nadie, solo golpes e insultos. 

     - Tu corazón es puro, pero esta manchado por el dolor… ¿quieres que te alivie y ser mi nuevo hijo?... te cuidare y todo el dolor que sientes desaparecerá… - aseguraba el peliplateado mientras se colocaba en el cuello del menor quien cerró los ojos ante el gesto, con timidez cabeceo en forma afirmativa, preparado para lo que fuera, en ese instante, toda su vida cambio. 

     Tenía una familia que le aceptaba, que no le pedía nada más que fuera el mismo, pero odiaba la sangre, mejor dicho odiaba la sangre en casa, aquello le recordaba cuando murió su madre a manos de su padre y cuando mato a su padre con sus propias manos, tenía miedo de que se repitiera nuevamente esa desgracia, por alguna razón odiaba a las personas que no fuesen de su familia, las ganas de matar se apoderaban de él y el deseo por ver la sangre correr de las personas era insaciable. 

__________________ Fin de Flash back ___________________

     Sus recuerdos fueron cortados de momento al notar una pequeña presencia salía del que era su hermano mayor, Naruto corría hacía la cocina mojado, descalzo, con solo una playera al parecer de Sai y por la cola al moverse se notaba que no tenía nada debajo, le siguió con sigilo hasta su destino y pudo ver su sonrisa tan maravillosa como siempre, al parecer su hermano no le había hecho nada, pero era extraño que se le acercara después de lo que intento hacer. 

     - Arigato Chouji-san… - mencionaba el pequeño con un paño lleno de lo que parecían galletas y un vaso de leche en la otra mano, regresando sobre sus pasos, adentrándose a la habitación del moreno, les siguió y se poso cerca del marco de la puerta para escuchar, Naruto dejó las cosas cerca de la cama, mientras arrojaba de nueva cuenta la playera que le prestaron, metió una de las galletas a su boca y tomo un poco de leche, dirigiéndose finalmente al baño, donde el chapoteo le hizo prestar atención. 

     - ¿Trajiste tu merienda?... – pregunta la voz inconfundible de su hermano mayor al pequeño quien terminaba de pasar el bocado y con una gran sonrisa adornando su rostro afirmaba con la cabeza. 

     - Deberías tener cuidado… si Sasuke te encuentra en mi habitación no creo que le agrade… - era increíble lo que el pelirrojo detrás de la puerta escuchaba, su hermano mayor estaba sugiriendo que el pequeño se fuera, a pesar de que no le importaba lo que le hiciera su padre o lo que dijera quien fuera, cuando se trataba de algo que él quería no se detenía, al parecer ese niño era algo mas de lo que aparentaba. 

     - Descuida Sai-san… solo terminare de curar sus heridas y me retiro a mi habitación… - respondía el pequeño ayudando a salir al mayor del agua y drenando la tina de aquella agua manchada con algo de sangre, el pelirrojo corrió nuevamente fuera de la habitación sin ser detectado, mientras que ambos llegaban de nueva cuenta cerca de la cama, donde yacía ropa limpia que seguramente Kiba les había sacado puesto que la del pequeño también se encontraba. 

     - Arigato… te tomas muchas molestias y podrías estar en peligro si te encuentra alguien aquí… - comentaba el azabache mientras se colocaba su ropa interior y el pantalón, pues la espalda aun le ardía por los golpes. 

     - Descuide… estoy acostumbrado a los malos tratos, no sería diferente… pero fuiste lastimado por mi culpa… es lo menos que puedo hacer… - contestaba el menor colocándose su ropa nueva, cuando termino observó la espalda del mayor y se acercó para depositar un suave beso en las heridas, haciendo al mayor sonreír por la ternura que desprendía aun a su agresor. 

     Gaara no sabía que decir, era sorprendente el cambio de actitud de su hermano, nunca le había tratado a alguien con tanta dulzura, siempre se había preocupado únicamente por lo que el quería, sintió una mano en su hombro, su sorpresa fue grande al ver al menor de sus hermano a su lado, su mirada regreso a la habitación con miedo, por el rubio, por lo que ocurriría. 

     - ¿Sabes donde esta Naruto?... tengo algo para él… - mencionó Sasuke con tono neutral mientras dejaba ver una bolsa de papel donde el collar regalo de Sakura descansada, pero no recibió contestación, en la habitación un gemidito se escuchó, logrando captar la atención del moreno. 

      - Con esto mañana te sentirás mejor… - pronunció la voz inconfundible del rubio, Sasuke estaba furioso, ¿como era posible que su mascota esperara a que se fuera de la casa para regresar al lado del que quiso mancillarlo?, al parecer esa criatura no entendía a quien debería obedecer. 

      - Así que esto es lo que esperabas… solo te doy la espalda unas cuantas horas y ¿así me pagas?... aun no entiendes quien es tu amo, ¿verdad?... – tomo con brusquedad el brazo del menor que le miro confundido, por la ventana de Sai podía apreciarse las nubes grises y los truenos que indicaban que la tormenta comenzaría muy pronto. 

     Con brusquedad lo saco de la habitación, el moreno mayor solo le miró con tristeza, no podía intervenir, no en esas condiciones, sabía que él era regalo de Sasuke y que éste podría hacer lo que le viniese en gana con él. 

      - Gomen… - susurro Sai al ver como salían de su habitación en la que enseguida llego Kiba para vendar al pequeño de su espalda, pidiendo que Sasuke no tuviera uno de esos arrebatos violentos con el pequeño. 

     - Sasuke-san me lastima… - murmuro el pequeño que era casi arrastrado por la mano del moreno que le apretó con mas fuerza por el quejido. 

     - Calla… - ordeno por de menos molesto, ingreso al pequeño con violencia a su habitación, aventándolo dentro, para después cerrar las puertas con seguro y apoyarse en ellas para evitar cometer una locura. 

      - Sasuke-san… yo… - no pudo decir mas, el mayor se había molestado bastante por encontrarlo en un lugar que no era su habitación, las gotas de lluvia comenzaban a caer, golpeando las ventanas mientras que Sasuke mantenía una mano en el cuello del pequeño cortándole la respiración, acercó su rostro y comenzó a olfatearlo, buscando un olor en particular, pero no había nada, al parecer no le habían tocado ni un solo cabello, pero en sus labios el olor a la sangre de su hermano se expandía al igual que en sus pequeñas manos. 

    - No quiero tus excusas… - nuevamente le soltó arrojándole al suelo, Naruto le miraba confundido, no sabía que había desatado ese comportamiento en él, las puertas fueron abiertas nuevamente, fue tomado con brusquedad y sacado a tirones de la habitación. 

      Sus gritos por lo lastimero del agarre no se hicieron esperar, Naruto fue llevado al cuarto donde la noche anterior había sido castigado Sai y el miedo le inundo por todo el cuerpo al ver aquellos aparatos y la sangre correr libres por el lugar, observó a Sasuke por unos momentos, mientras era jalado por él, esperando que no pensara lastimarle con eso, pero el moreno solo tomo unas esposas que se encontraban colgadas en la pared, al verlas sonrió complacido, le haría saber quien es el que manda por las buenas o por las malas, volvió a tomar camino rumbo a la salida, bajo las miradas expectantes y de terror de todos, especialmente la mirada de unas orbes verdes quien no sabía que hacer para confortar al pequeño después de esto. 

     Abrió las puertas con fuerza, haciendo que estas azotaran por la brusquedad, se dirigió a un árbol cercano, que daba debajo de su ventana, no le importaba mojarse con la lluvia, el pequeño le mira confundido, ¿para que salían?, apretó a una de sus muñecas aquel aro de metal pasándolo por el tronco de aquel árbol de poco follaje, terminando el amarre con su otra muñeca, dejando que su pequeño cuerpo mojara por completo, temblando por el viento y los truenos a los que le tenía miedo, querían intervenir, pero el joven de oscuras orbes le miro por última vez en esa noche, dirigiéndose a paso rápido a la casa para cerrar las puertas, dejando a todos muy preocupados por el pequeño. 

     - Aquel que intente ayudarlo… lo pagara… - sentenció con aquella mirada asesina, la mas temida por todos, quienes con dolor regresaron a sus actividades preocuparos por la salud del pequeño, el pelirrojo se quedo un  momento para hacer frente a su hermano menor quien le miro desafiante. 

     - Si se enferma tu serás quien lo cuide… - sentenció frunciendo el ceño el pelirrojo, decidido a ir con su padre y explicarle lo ocurrido en todo el día. 

     - ¿Qué hice?... – preguntaba a la nada el pequeño mientras que las lágrimas de culpa invadía sus ojos, el tronco de aquel árbol le lastimaba de sobremanera sus mejillas pegadas por el amarre, sus no alcanzaban a rodear completamente el árbol, sus orejas gachas y su colita cubriendo parte de su cuerpo, intentando no perder el calor que le quedaba. 

     Las orbes de un peliplateado se posaron en el pequeño cuerpo atado a un árbol, sabía que su hijo menor se sentía celoso por no ser el centro de atención del pequeño, pero debía entender que no se puede dominar a las personas, no son objetos, le llevaría tiempo al pequeño llegar a ser comprendido por su hijo, solo esperaba que nada malo le sucediera. 

      Afuera unos ojos amarillos miraron el acto efectuado por el menor de los Hakate, el pequeño no emitía sonido alguno pero su cuerpo sucumbía a los espasmos del llanto, dio media vuelta dispuesto a regresar donde su señor. 

      - Esto es importante… no podemos dejar que lo traten así… podría morir y eso no será agradable para el alfa… - pronunció dando la vuelta, corriendo lo más que podía para llegar a la cueva donde el resto de la manada le esperaba y sobre todo donde el lider se encontraba esperando el reporte.

Notas finales:

que les parecio?... alguien reconoce de quien son esos ojos amarillos?... y que es lo que pasara ahora?... quien cree que el pequeño naruto se enferme? sakura podrá lograr sus obejtivos?... bien si quieren saber que pasara nos vemos en el siguiente capitulo, matta ne... ^u^


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