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La Mejor Defensa por Charmeine

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Notas del capitulo:

Lamento que tardase tanto, pero mi conección a internet fue cortada por un largo tiempo, y no me daban ganas de seguir traduciendo si nose podía postear.

Aqui esta la siguiente parte.

Enjoy

 

Y no dejen de recomendarme historias de Yu Yu Hakusho interesantes, que no esten escritas en formato de obra.

Capítulo 11
De Vertimiento, Sueños, y Habilidad

   Kurama se sentó en la mesa de Slytherin bajo sospechosas y nada amigables miradas fulminantes.

   "Así que..." Una de las chicas de quito año preguntó dulcemente. "¿Cómo es?"

   Kurama la miró curiosamente. "¿Cómo es que?"

   "Tabuco. Asociarse con sangre sucias y amantes de Muggles." Clarificó ella.

   Kurama subió la mano, rozando con las puntas de los dedos su arete de traducción. "Lo lamento, ¿Señorita...?"

   "Pansy Parkinson." El desayuno apareció mágicamente en los platos mientras hablaba.

   "Señorita Parkinson. No se pudo haber traducido bien. ¿Sangre... sucias? ¿Qué es eso?"

   Refunfuñó a su densidad, y empezó a llenar su plato con comida. "¡Magos de familias Muggle, por supuesto!"

   Kurama sonrió, y comenzó a llenar su propio plato. "¡Oh, ya veo! Herencia sucia. Llamamos a eso, um... ‘nacidos del daño'. Toscamente."

   "¡Oh! ¡Así que entiendes!" Pansy radió.

   Definitivamente comprendía. La palabra que él le había dado a ella no se refería a magos Japoneses nacidos de familias Muggle. Por supuesto, los Slytherin Nacidos del Daño no necesitaban saber eso.

   "¿Pero si entiendes, por qué estabas en la mesa de los Gryffindor?" Continuó. Parkinson era, obviamente, la interrogante del grupo esa mañana, y Malfoy no hacía nada para detener el cuestionamiento. Kurama no hubiera esperado más del chico.

   "¿Hay alguna razón por la que no debiera estar?"

   "Entre los Gryffindors no hay nada excepto sangre sucias y amantes de Muggles." Escupió. Los ojos de Kurama se agrandaron, y después de un atónito instante empezó a reírse suave y calladamente, detrás de una mano que ocultaba su boca. "¿Qué?" Preguntó, ofendida.

   "Estoy terriblemente apenado, Señorita Parkinson. ¡Solo intentaba imaginar a Hiei como un amante de," otra risita. "Muggles! ¡Apenas nos tolera a nosotros!" Lentamente controló su risa, aunque una brillante y divertida mirada se quedo en su rostro. "De cualquier modo, su pregunta, sobre porque estaba yo ahí..." Se detuvo un instante y bajó la voz, entretenimiento travieso endulzando sus palabras mientras decía, crípticamente, "Solo estaba difundiendo la situación. Este será un muy... interesante año para Gryffindor, con esos tres en residencia, pero preferiría que no comenzara interrumpiendo mi desayuno." Dio unos golpecitos a su plato de arroz con los palillos contentamente.

   Los Slytherin lo miraron blancamente, sin comprender.

   "¿Qué quieres decir?! Pansy presionó.

   "Ya verá."

   Un cambio en el aire distrajo a Kurama de juguetear con su casa, y miró arribe mientras un centenar de lechuzas, silenciosas como la noche en su vuelo, entraron al Gran Comedor. Debía de haber algún tipo de entrada para ellas en el techo, pensó, mirando mientras las aves dejaban cartas y paquetes en las mesas y en los regazos de los estudiantes.

   Malfoy recibió dos lechuzas. Una era un ave simple con la copia de el periódico, similar a muchas de las aves en el Salón, pero la otra era grande, fiera y negra con la arrogancia de un halcón. Llevaba una gran caja, la que Malfoy abrió con la seguridad de que era suya, revelando una multitud de trinquetes  que parecían ser caros y dulces. Kurama los miró curiosamente, notando que Malfoy estaba sutilmente colocándolos para que la mesa los viera --seguramente para causar envidia.

   "¿Celoso, Minamino?" Molestó.

   "Curioso." Kurama corrigió gentilmente. "No creo jamás haber visto ninguna de esas cosas."

   "¿Oh? ¿Eres así de pobre?"

   "No, pero la mayoría de los productos que he visto desde que llegué no se venden en Tokio." Kurama respondió.  El chico realmente necesitaba aprender el arte de la sutileza.

   El rubio le dio un mal gesto, y se volteó, cerrando su caja para que Kurama ya no pudiera ver dentro. El resto del desayuno pasó en silencio incómodo, con los Slytherin cercanos captando el mensaje de un rubio algo deprimido y molesto.

   Kurama se ‘apropió' del periódico de Malfoy en su camino fuera.


   Después del desayuno, cuando un grupo de chicas Hufflepuff se habían llevado a Yukina lejos de Kuwabara con risitas idiotas, Hiei abandonó al resto de los estudiantes y se dirigió al tapete al que había entrado la última vez.

   La entrada estaba cerrada. ¡Maldita sea! No había visto lo que los bromistas habían hecho la noche anterior para abrirlo, y ahora estaba atrapado. ¡Genkai debió de haberles dado una contraseña!

   /Tu pequeña humana vieja de mierda,/ siseó al tapete, en uno de los muchos dialectos del Makai. Muchos eran más satisfactorios respecto a insultar que las simples y suave-sonantes lenguas humanas, y este en particular era su favorito.

   El tapete obedientemente se abrió. Hiei gastó medio segundo con sorpresa antes de entrar al pasillo y dirigirse a la puerta de Genkai. A la trampa ya la habían activado, notó, antes de gruñirle a la puerta en el mismo lenguaje.

   /¡Ábrete!/ La puerta lo hizo, y Hiei entró, deteniéndose cuando pudo ver a la anciana mujer. Estaba sentada en sus rodillas frente a una mesa baja cubierta de rollos de pergamino, haciendo notas en una hoja de papel de arroz y aparentemente ignorante de el pelaje grueso, color naranja neón cubriéndole la piel hasta los ojos. Una pila de pelaje caído, idéntico al de su cuerpo, la rodeaba, un montón de casi una pulgada de espesor.

   "Entra, Hiei." Dijo, sin necesidad.

   "Colocaste el lenguaje a un idioma entero." Hiei le soltó, algo sosegado por la diversión de el predicamento peludo de Genkai.

   "Es temporal." Genkai dijo ausentemente. "Lo cambiaré a algo que todos ustedes puedan recordar después. ¿Qué es lo que quieres?"

   "Arreglar la seguridad."

   "Te acabo de decir que lo haré."

   "La seguridad de el castillo," Hiei clarificó, "no tu estúpida contraseña."

   "Haz una lista de los problemas y se la llevaré a el director. No vayas por ahí tratando de arreglarlo tú solo. Ningún estudiante común podría." Tomó un rollo del final lejano de la mesa, y se lo lanzó. "Y lee esto. Tenemos problemas mayores que solo algunas protecciones débiles."

   Hiei arqueó una ceja, pero desenrolló el pergamino y comenzó a leerlo. Diez segundos después, lo bajó. "Esto es una broma."

   "¿Eso piensas, no? Ahí va un año entero de Defensa perdido en el ego de Lockhart, y casi nada de trabajo remedial hecho en los siguientes dos años." Revisó otro rollo, unas gráficas de color bloqueado, contra sus notas. "Si tenemos suerte, quienquiera que hizo esto," señaló hacia su pelaje anaranjado facial. "hace las bromas seguido, y a ayudado a mantener los reflejos de sus compañeros. Tal vez lo reclute a él o a ella para hacer exactamente eso."

   "Ellos."

   "¿Oh?" Genkai arqueó una ceja, recibiendo solo silencio de disgusto de Hiei. "Ya veo. Encontraré a los culpables yo misma." Se detuvo. "¿Hay algo más?"

   "La nueva contraseña.

   Genkai pensó por un momento. "El mocoso empujador de papel del Ambicioso."

   La ceja de Hiei se alzó ante la manera youkai más educada de referirse a Koenma, y lentamente se formó una sonrisa burlona en su rostro. "No esta mal."

   "Bien. Lárgate."


   "Muy bien, Harry. ¿Ahora nos dirás porque nos llevaste a la enfermería esta mañana?"

   Harry apartó la mirada de el campo de Quidditch, alzando las cejas hacia Hermione. "No era nada. Solo un error." Dijo.

   "Tonterías. Estabas seguro que había alguien ahí, ¿verdad? Alguien que conocemos. Y lo había, pero no vimos quien." Harry miró a sus pies mientras Hermione hablaba. "¿Quién era, Harry?"

   "Solo mi imaginación. Solo--" Evitó el resto.

   "¿Solo que, Harry?" Hermione preguntó gentilmente.

   "Un sueño." Masculló.

   Ron movió su cabeza. "¿El que te hizo sentir enfermo?" Preguntó.

   "No."

   "¿Por qué un sueño te haría pensar que había alguien en la enfermería?" Hermione preguntó. "¿Qué ocurrió? ¿Era Tu-Sabes-Quien?"

   "Si."

   "¿Quién estaba herido?" Presionó.

   Harry mantuvo silencio por un rato, suspiró, y murmuró. "Snape."

   "¿¡SNAPE!?" Ron y Hermione chillaron.

   "Pero Harry, el Profesor Snape esta bien." Hermione le dijo.

   "¡Yo sé eso!" Harry soltó. "Pero no hasta el desayuno." Añadió, más calmamente.

   Hermione y Ron se miraron. "Pero no actúas como si lo supieras." Hermione dijo.

   "Yo..." Harry comenzó. "Yo no.... parecía real, aún lo hace..."

   "Pero no te dejó enfermo." Dijo Ron razonablemente. "Tus otros sueños de él lo han hecho."

   "No, solo uno lo hizo." Harry le dijo. "Usualmente solo me dejan la cicatriz dolorosa, pero eso se va muy rápido."

   "Oh."

   "¿Este sueño hizo que tu cicatriz doliera?" Hermione preguntó.

   "No recuerdo." Harry mintió. Quería que esto acabara, pero no sabía si dejar el tema, o sacarlo todo para ver si alguien le encontraba sentido.

   "Muy bien, pues." Hermione dijo decididamente. "¿Qué pasó en el sueño?"

   Parecía que dejar el tema no era una opción. "No recuerdo mucho." Harry murmuró. Piadosamente, Hermione no le dijo que recordaba bastante para estar tan enojado, cuando se detuvo para poner las imágenes en orden. "Seguía a una serpiente." Dijo firmemente. "Su serpiente. Llegamos a un cuarto, y había Mortífagos, y Vold... Tú-Sabes-Quien estaba ahí. Los llamó por sus nombres, y la serpiente hacía comentarios, y el último fue Snape." Ron iba a comenzar con algo, pero Harry atrapó su mirada, y Ron se silenció. "La serpiente lo llamó un traidor, y quería morderlo; recuerdo eso. Entonces Él lanzó un hechizo, y Snape se colapsó, y... y desperté."

   Hermione esperó un latido, y preguntó, "¿Qué hechizo lanzó? ¿Un Imperdonable?"

   "Uh... ¿si? Creo que... yo..." Harry se concentró, dejando a sus ojos cerrarse. Era uno de los pedazos más borrosos del sueño. Voldemort había dicho algo de dejar a Snape espiar, algo de vencer a la muerte, y la utilidad de Snape... "Tu utilidad llega a su fin..." Masculló, recordando. La mascara había caido, revelando la cara de Snape. "Yo viviré, Severus, y tú... no. Crucio." Harry abrió los ojos. "Eso lanzó."

   "Cruciatus." Hermione confirmó "El hechizo del dolor. Eso no lo hubiera matado, pero como fue que se escapó..."

   Ron miró a Harry intensamente. "¿Recuerdas eso, Harry? ¿O sea, como se escapó el pelo-grasoso?"

   Harry agitó la cabeza. "Desperté cuando se colapsó."

   Los tres se miraron por un largo rato. Entonces, Ron puso un brazo amistoso alrededor de los hombros de Harry. "Así que, Harry, amigo... ¿Te importaría decirnos por qué esta es la primera vez que oímos de este pequeño incidente?"


   Después del almuerzo, Kurama se encontraba parado, junto a sus compañeros, en una corta línea en los campos frente a la escuela. Alternadamente lanzaba miradas a la mujer de cara aguda y ojos amarillos que los miraba, y a las escobas yaciendo limpiamente frente a ellos. Ignoraba a Genkai, parada entre ellos y el castillo como una pared muggle de construcción burlona. Estaba del color indicado, por seguro. Detrás de ella, podía sentir unas cuantas miradas curiosas de estudiantes mirando por las ventanas, o desde la cima de un muro, o en las puertas principales.

   La profesora, que se había presentado como Madame Hooch, los fulminó con la mirada imparcialmente. "A diferencia de otras clases, la mía no se imparte a través del quinto año. Ustedes pasarán, o serán colocados en clases remédiales. Párense a la izquierda de sus escobas, coloquen su mano sobre ella, y digan ‘¡Arriba!'," les ordenó.

   Dubitativamente, Kurama dio el paso al frente. No esperaba que esto funcionase. Solo Botán tenía las habilidades mágicas que se doblaban hacia la levitación, aunque tal vez Keiko también las tuviese. No habían tenido tiempo de probar las habilidades de la chica humana aún.

   Alzó la mano derecha sobre la escoba, observando como todos los demás hacían lo mismo por el rabillo del ojo.

   "¡Arriba!" los detectives corearon.

   Lluvias de incandescentes chispas explotaron de las escobas. Kurama se alejó tambaleante, achicando los ojos por sobre la fulminante mirada, levantando los brazos para bloquear las ardientes chispas de golpear su cara, mientras las chicas chillaban y Kuwabara se medio-ahogaba de la sorpresa.

   "¡¿Qué RAYOS--?!" Yuusuke gritó

   Por entre sus dedos extendidos, Kurama avistó la escoba de Botán dispararse al cielo, sin nadie para manejarla. Un momento después, la escoba de Hiei estalló el llamas, y todas las demás escobas dejaron de lanzar chispas.

   Con cautela, Kurama bajó los brazos, ojos llenos de mesura pasando de su propia escoba -que había desarrollado ramas y hojas verdes, y ahora parecía más un arbusto que una escoba-a sus compañeros. Hiei estaba recogiendo el fuego irritablemente, puñado por puñado, y erradicándolo antes de que se fuera al pasto y fuera de control. Yukina estaba medio-escondida tras de Kuwabara, mirando a el plano pedazo de hielo pegando su escoba a el piso.

   Sorpresivamente, la escoba de Yuusuke estaba flotando obedientemente un metro sobre el piso, y la de Botan... ah, si, ya se había ido. Kurama miró arriba, y vió a la escoba sin jinete lentamente haciendo giros, a la altura de diez pisos sobre ellos.

   "¡Realmente lo lamento!" Botán dijo a Madame Hooch. Reverenció profundamente a su profesora, en aquel momento pasmada de sorpresa. "¡Iré a traerla!"

   "¡Absolu-"

   Botán giró la muñeca, convocando a su remo, y se lanzó al aire.

   "-tamente no!" Madame Hooch terminó. "¡Shinime!"

   "Madame Hooch, si me permite," Genkai comenzó. "este es su primer intento de lanzar magia Occidental. Creo que sé donde está el problema. Deje que deje esto claro para ellos, para que usted pueda terminar la prueba sin más daño a la propiedad de la escuela."

   Madame Hooch asintió cortésmente, y Genkai dio un paso adelante, ladrando ordenes.

   "Señorita Koorime, descongele su escoba. Urameshi, Kuwabara, Yukimura, alejen las suyas antes de que se enciendan con la de Jaganshi. Minamino, si no te molesta, hay más escobas en el cuarto pequeño junto a el campo de Quidditch; toma dos para remplazar la tuya y la de Jaganshi." Kurama se fue rápidamente.

   Para cuando Kurama había regresado, Botán luchaba para traer la escoba de regreso al piso, y Yukina había logrado alejar la suya del hielo sin dañarla. El grupo había movido la línea para limpiar el área, y Kurama colocó las escobas de repuesto en el piso para mirar a Genkai.

   La cara de la anciana mujer estaba en blanco mientras miraba a los siete estudiantes. "¿Puede alguno de ustedes decirme, que hicieron mal?" Silencio. "¿Qué les dijo la profesora que hicieran?"

   "Poner la mano sobre la escoba y decir ‘Arriba'." Yuusuke gruñó.

   "¿Y que fue lo que ustedes hicieron?" Genkai prosiguió. "¿Aparte de eso?"

   Kurama parpadeó al ver la realidad mientras los humanos se movían nerviosamente, y alzó la mano. "Usamos nuestra magia para alcanzar la escoba también."

   Los ojos de Genkai se dirigieron a él. "¿Les dijo Madame Hooch que hicieran eso?"

   "No, Profesora."

   "¿Entonces, POR QUÉ LO HICIERON?" Les soltó. No esperó a que ninguno contestara. "Han descubierto la diferencia fundamental hacia la magia Oriental. Intenten de nuevo, y esta vez, apéguense a la superficie."

   Los detectives tomaron pasos al frente una vez más. "¡ARRIBA!"

   Como era de esperar, esta vez la escoba de Botán se alzó limpiamente a su mano. Las de Hiei y Yuusuke también lo hicieron, con la de Kurama flotando a su mano abierta un segundo después. La punta de la de Keiko se elevó, pero  los delgados palos en la cola se quedaron en el piso, hasta que la escoba se levantó recta. La de Kuwabara rodaba en el piso, y la de Yukina estaba inmóvil.

   Madame Hooch retomó el control. "De nuevo."

   "¡Arriba!" Yukina, Kuwabara, y Keiko repitieron. La escoba de Keiko comenzó a barrer el suelo vigorosamente, mientras que la de Kuwabara rodaba para quedar junto a la de Yukina. Hiei siseó por lo bajo.

   "Comanden a la escoba, no la persuadan." Madame Hooch ordenó. "¡Una vez más!"

   Esta vez, todas las escobas se alzaron a las respectivas manos.

   "Mejor. Monten." Caminó por la línea, corrigiendo los agarres. "¿Señorita Shinime, por qué se sienta de lado?"

   "Así me enseñaron, Profesora." Botán contestó.

   "No funcionará con una escoba Inglesa. Remonte correctamente." Esperó un momento, y chequeó el agarre de Botán de nuevo. "Excelente." Dijo calladamente. "Vaya lento hasta que se acostumbre a manejar una escoba extranjera. Nada como lo que hizo al traerla de regreso, ¿entiende?"

   "Si, señora."

   La profesora alzó la voz una vez más- "Cuando suene el silbato, pateen el suelo, elévense  en el aire unos metros, inclínense hacia delante y regresen al suelo. ¡Tres... dos... uno!"

   Madame Hooch los criticó por los próximos veinte minutos sobre como despegar, como aterrizar, y como girar las escobas. Finalmente, satisfecha con sus habilidades para no matarse a medio vuelo, sonó su silbato y les ordenó volar en un amplio circulo alrededor de ella, haciendo lo que les pareciera cómodo.

   Botán se alejó del suelo y fue cinco pisos en el aire, haciendo un giro de barril mientras avanzaba, y dio un espiral por varios metros más, antes de dar giros verticales.

   "No podemos dejarle toda la diversión." Yuusuke dijo entretenidamente, pateando el piso para dispararse hacia la chica parca. Hiei y Kurama lo siguieron, algo más lento. Llegaron con Yuusuke, flotando hacia un lado de Botán, observando a la chica parca intentar combinar sus giros con una vuelta de corcho.

   "Ciertamente le esta sacando jugo a la escoba." Kurama murmuró de forma apreciativa.

   "Esta loca." Yuusuke giró hacia ellos con una sonrisa amplia. "¿Quieren picar la aguja?"

   "¡¿Hacer que?!" Kurama no había oído bien, ¿cierto?

   "Picar la aguja." Yuusuke repitió, apuntando a Botán. "Antes de que se aburra de girar por ahí."

   Hiei soltó un gruñido. "Estas loco." Sonrió burlonamente. "Vamos."

   Yuusuke miró hacia Kurama, expectante.

   Kurama agitó la cabeza, sonriendo al declinar. "Creo que debería quedarme a atrapar a Botán cuando choques contra ella."

   "Como quieras, hombre." Yuusuke respondió. "Sol estas celosito." Se lanzó hacia delante, Hiei cerca en sus talones, y viraron por el giro de Botán, Yuusuke jalando la cola de caballo de la chica en el camino.

   "¡Yuusuke, tú, rata!" Botán chilló, acariciándose la nuca y tambaleándose hacia un lado. Kurama rió calladamente tras su mano mientras Yuusuke daba media vuelta y volaba por su vida, con Botán tras él, furiosa.

   El kitsune miró hacia abajo, vagamente curioso sobre la reacción general a sus tendencias. Incluso desde esta altura, Kurama pudo ver que su instructor de vuelo No estaba Divirtiéndose, y a juzgar de la mirada que le lanzaba a Genkai, se preguntaba que tenían de especial estos adolescentes.


   Hiei se aseguró de caminar cerca de Yukina en su regreso al castillo. Los otros estaban saltando delante, excitados, riendo, y fríos por el viento, encantados con su primer uso victorioso de la magia Occidental. Hiei mismo estaba sorprendido, notando que esta magia no se podía comparar en nada a el Jagan o a su fuego.

   Como si leyese sus pensamientos, la suave, pero excedidamente feliz voz de Yukina interrumpió sus ideas. "Es la primera vez que he hecho magia que no es hielo o de curación. Fue... extraño." Hiei miró a su hermana, una ceja levantada. Levantó los ojos, sonriendo tímidamente. "E interesante."

   "Lo fue." Respondió. Alcanzaron la puerta de la escuela mientras esta se cerraba tras el resto del grupo. Hiei la atrapó y la sostuvo abierta para Yukina mientras entraban.

   "El volar..." Murmuró ella. "Nunca pensé que podría."

   Hiei lo había hecho. Como un infante, aprendiendo a controlar su fuego demasiado joven y demasiado rápido, había intentado enseñarse a elevarse como la chispa de una fogata. Nunca pudo controlar la técnica, pero lo poco que había logrado le había salvado la vida más de una vez.

   Ofreció un suave gesto de estar de acuerdo con la cabeza, pero Yukina se había vuelto pensativa una vez más-

   "Oniisan... estas otras magias... ¿crees que...?" Dio a Hiei una mirada familiar, llena de esperanza, y el chico gimió. "Crees que-"

   "¡Hola!" Dos manos se cerraron sobre los hombros de Hiei, una en cada extremo. Se tensó, encerrando el instinto de atacar, y fulminó a los ofensores en sus flancos con la mirada. Reconoció al par que había puesto la trampa a la puerta de Genkai la noche pasada. Estaban sonriéndole a Yukina.

   "¿Eres Yukina Koorime, no?" Uno preguntó.

   "¡Es soberbio el conocerte! ¡Soy Fred, y este es mi gemelo George!" El otro dijo, sin darle chance de responder.

   "¿Seguro es lindo tener otro par de gemelos en la escuela, no es así?"

   "Las Patil son lindas, pero no les importamos mucho.

   "No me imagino porqué."

   "¿Te molesta si tomamos prestado a tu hermano un momento?" Halaron a Hiei fuera de la escena cuando Yukina murmuró que podían.

   "¡Suelten!" Hiei rugió inefectivamente.

   "No podemos, perdón." Fred le dijo.

   "Debemos hablar contigo." George añadió.

   "Buen vuelo, por cierto."

   "Te vimos en el campo."

   "Deberías intentar unirte al equipo de Quidditch."

   "Y Urameshi igual."

   "No te juzgaremos ni perjudicaremos por ser soplón."

   "Pero no apreciamos ese tipo de cosas."

   "Aunque hayamos obtenido puntos por ellos.

   Hiei parpadeó. El dialogo rápido como disparos era desorientador. "¿Qué?"

   Fred sonrió. "Cinco puntos por jugarle una broma a Genkai triunfalmente."

   "Y detención. Pero ya estamos acostumbrados."

   "No." Hiei soltó. "¿Qué quieren decir, ‘ser un soplón'?"

   Los gemelos se detuvieron. "¡Le dijiste a Genkai lo que hicimos!"

   "¡Ya quisieran!" Se soltó violentamente. ¡El nunca daría tanta información, no por la cantidad baja que ella pagaría! "Dije que había más de uno, y eso es todo."

   Fred y George compartieron una mirada.

   "¿Quién más le habría dicho?" George preguntó.

   "¿Quien nos habría culpado primero?"

   Suspiraron, y simultáneamente respondieron, "Todos."

   "Nos atrapó." George refunfuñó.

   "Si que lo hizo." Fred asintió, sus ojos encendiéndose. "¿Cómo podemos corresponderle?" Sus bocas empezaron a exhibir curvas placenteras.

   Hiei sonrió, burlón. "Disfruten la detención."

   "¡Lo haremos!"


   Era increíble. Era maravilloso. Era perfecto.

   Y lo mejor de todo, Draco no había necesitado hacerlo él mismo

   Escuchó en placer, con una sensación también vindicta, mientras su Casa empezaba su cena, y hablaba de el examen de vuelo de los estudiantes de intercambio con igual fervor. Los inicios más desastrosos, y seguramente los mejores que insultar, habían sido los de Jaganshi y Minamino. Draco podría molestar a el bastardo Minamino en público sin ser muy obvio por ser el único que no lo hacía.

   "Es simplemente terrible." Pansy dijo, soltando falsa simpatía por la mesa hacia Minamino. "¡Debe ser tan embarazoso para ti, arruinar tu escoba así! ¡Incluso Longbottom nunca dañó la suya en primer año!"

   Ese era un punto brillante. Pansy estaba en excelente forma esa noche, Draco pensó.

   "Realmente espero que no te la vayan a cobrar." Añadió. "Las escobas son terriblemente caras."

   Minamino le sonrió débilmente. "Lo he notado. La Millenium se veía ridículamente alta en precio. Uno pensaría que es un kimono formal."

   Draco ignoró el extraño comentario. "¿No puedes pagar una, Minamino?" Se burló.

   "¿Con m dinero de bolsillo?" El pelirrojo respondió. "Claro que no. Creo que tendré que escribirle a ‘Kaasan. ¿Saben si Gringotts canjea yenes?"

   "No lo hacen." Draco mintió, contento consigo mismo.

   La expresión de Minamino cayó. "Oh. Eso es desafortunado. ¿Qué tal okane?"

   "Temo que no."

   "Que criaturas tan retrasadas, los duendes." Minamino masculló. Le dedico una mirada encantadora a Draco, y el rubio se tensó. "Parece ser usted muy culto, Señor Malfoy." Draco se relajó ligeramente. "La mayoría de los hechiceros no sabrían la diferencia entre okane y yen. Es refrescante que usted sea tan conocedor sobre el tema."

   Draco alzó la barbilla de modo grosero. Ya era tiempo que Minamino se comportara como debido hacia él. "Intento mantenerme al tanto. Es ese tipo de conocimiento el que diferencia a los pobres de los ricos."

   "Muy cierto. Me preguntaba, sin embargo..." La sonrisa del pelirrojo se volvió aún más dulce. "Ya que conoce la diferencia entre okane y yen, ¿tal vez pueda explicarme la diferencia entre Galeones y dinero?"

   Draco se sonrojó, iracundo.

   "Y en esa nota, caballeros." Minamino se levantó, sonriendo directamente a Draco. "Creo que tomaré mi salida." Se inclinó cortésmente. "Gochisousama. Disfruten su postre." El pelirrojo partió, mientras que los Slytherin volteaban a ver a Draco, confundidos.

   "A mi ni me miren." Soltó. "¡No se que rayos dijo!"


    Hiei caminaba por un corredor cubierto de luz de luna, en algún lugar alto de una torre cerca de los dormitorios de Hufflepuff. Se mantenía en las sombras, constantemente vigilando el corredor en ambas direcciones por si llegase el peligro  -- no por que fuese necesario, aunque sería incómodo explicar la katana en su cintura, pero simplemente era preferencia y hábito.

   Atrapó un movimiento alto en la esquina de su visión periférica y giró, cayendo en una pose defensiva, aunque no sacó el arma. Ahí, en un muro y cerca del techo, colgaba el final de una telaraña, meciéndose gentilmente con las corrientes de aire.

   Los ojos de Hiei se achicaron. La red debía de haber estado pegada al muro en una esquina inferior. Estaba bastante seguro de que no había estado suelta y en el aire hace medio segundo. Dando un paso al frente, agarró la telaraña, y ojeó el punto al que debió de estar unida para ser firme.

   Una delgada línea verde-grisáceo serpenteaba por aquel punto, corriendo de forma brusca y paralela al techo. Hiei siguió la línea en la dirección por la cual había llegado, adivinando que habría visto el movimiento si su aproximación no hubiese sido bloqueada por la red.

   La línea se dividió en tres en la primera puerta a la que llegó. Un segmento continuaba - y desde ahí podía ver la punta mientras la misma se alejaba--, otra se apretujaba por la puerta en un agujero en la parte superior, y la tercera se extendía hacia arriba un solo centímetro, curvada hacia fuera del muro. Un pequeño, redondo, transparente disco colgaba de el final, el lado convexo apuntando a alguna dirección no muy baja.

   Hiei maldijo bajo su aliento, se dirigió a la ventana más cercana, y trepó fuera. Tomando los techos y los alfeizares de las ventanas , se dirigió al suelo, y luego a través, a la cerca que mantenía a los estudiantes lejos de el lado del castillo que daba al lago. Tomó su camino hacia debajo de una torre - para los meros humanos sería letal, pero tenía suficientes puntos para sujetar si eras un experto trepador de rocas, o un pequeño, agil, y muy ligero demonio - y se alineó con una ventana.

   Cinco ventanas después, encontró la que quería, empujó su camino enteramente a la esquina, y cruzó los brazos para fulminar a Kurama con la mirada.

   "Hola, Hiei." El adolescente vestido con pijamas dijo calmamente. "Por favor entra: me estas bloqueando."

   "Bien." Soltó, sin moverse. "Haz hecho bastante. Te estas poniendo torpe; yo vi uno de tus malditos ojos espía acomodarse en su lugar."

   Kurama suspiró. "Se que lo hiciste, pero estoy siendo más cuidadoso en los lugares que la gente notaría más."

   Hiei refunfuñó, sin creerle.

   "Yo debo terminar esta noche, Hiei." Kurama dijo. "No puedo pasar el Lunes recargándome en un árbol. Tenemos clases.

   Hiei lo fulminó con la mirada, silencioso, esperando. Kurama le regresó la firme mirada.

   "Por favor."

   Maldita sea, Hiei pensó. "Supongo que esperas que te cargue a la cama en cuanto colapses." Soltó, rindiéndose sin gracia.

   "No voy a colapsar." Kurama respondió, mientras Hiei lo empujaba para recargarse contra el muro, cruzando los brazos. Kurama alcanzó con la mano hacia algo fuera de la ventana, presumiblemente agarrando el final de su liana, y se puso tieso.

   Ambos demonios pasaron la siguiente hora perfectamente quietos, Hiei parado para mirar a Kurama, y Kurama alimentando a la liana con su poder. Una hoja amplia en la mano libre de Kurama, en la vista de ambos demonios, enviaba imágenes de los niveles superiores de Hogwarts.

   Al fin, la hoja mostró un pequeño espacio tipo ático, y se puso en blanco. Kurama permitió a la hoja caer fuera de la ventana, colgando de su liana, y se recargó contra el muro.

   "Terminé-" Dijo.

   "Bien." Hiei respondió. "Cama."

   "Um..."

   Hiei alzó una ceja, para luego fruncir el ceño de forma burlona. "No te puedes mover, verdad."

   "Bueno.... no."

   "Idiota." Hiei se empujó lejos del muro y se colocó a Kurama sobre los hombros, como un bombero lo haría.

   "¿Hiei?"

   "Cállate." Tiró a Kurama, nada ceremoniosamente, a la cama del zorro. Le arrojó las cobijas encima, y se trepó a el pie de la cama.

   "Quítate las botas." Kurama murmuró, ya empezando a quedarse dormido. "Es anti-sanitario."

   "Puedes lavar las cobijas." Le espetó Hiei, jalando las cortinas para cerrarlas. Se inclinó contra el poste de la cama, dentro de las cortinas, y se aflojó la katana. Abrazándose a si mismo con la cautela y sus propias piernas, para no caer si se llegaba a dormir, se acurrucó por la noche.

**Continuará**

Notas finales:

Youkai – demonio 

Kaasan – madre

Okane – dinero

Gochisousama – una palabra Japonesa dicha después de una comida. Vagamente significa “gracias por la comida”.


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