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La Mejor Defensa por Charmeine

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Notas del capitulo:

Tengo traducido hasta el capítulo 14, y trabajo en el quince, pero no los subire todos el mismo día. Quiero tener capítulos adelantados por si hay algún momento en que no pueda accesar al internet en mi hogar, pueda simplemente llevar los que ya estan traducidos al cyber-café y subirlos sin presionarme ni dejar de traducir.

 

Enjoy

Capítulo 12
Llenando un espacio

   Kurama se despertó de golpe con un cálido, familiar cuerpo presionándolo al colchón, y una mano cubriéndole la boca.

   "Cerca al alba." Hiei respiró en su oreja, evitando sílabas que irían a despertar a los otros ocupantes del dormitorio. "Levántate. Ve al árbol." El demonio se apartó, jalando a Kurama consigo. "¿Sí llegas?"

   Kurama asintió, y Hiei alejó su mano de la boca de Kurama, empezando a apartarse. Atrapando su camisa, Kurama lo jaló de regreso, descansando su boca junto a la oreja de Hiei.

   "No te acerques al sauce hasta que yo llegue." Murmuró- Sintió a Hiei dar un suave espasmo con curiosidad bajo su mano. "En serio. No lo hagas."

   Hiei se encogió de hombros para apartarse, y silenciosamente empujó la cortina que estaba más cerca de la ventana. Una suave luz gris de un día lluvioso antes de el alba lo rodeó, iluminando a Hiei por un solo segundo antes de que el demonio de fuego se apartara. Apareció de nuevo en el alfeizar de la ventana, deteniéndose lo suficiente para empujar la ventana a que se abriera, y se desvaneció de nuevo.

   Kurama empujó las cobijas lejos, y lentamente se alzó de la cama. El cuarto se volvió borroso y se movió un poco, y Kurama agarró el poste de la cama. Realmente me pasé anoche, pensó, mientras retomaba su balance. Sirvió un poco de agua fría de la jarra junto a su cama, se la echó en la cama, y se sintió algo mejor.

   Le tomó solo un momento el vestirse, ya que las ropas que buscaba - su único par de jeans y un suéter de algodón, que eran mucho más prácticos que los pantalones y las camisas de vestir - estabas encima de todo lo demás en su baúl. Tomó considerablemente más tiempo el arreglar su cabello. Continuaba desnivelando las semillas que había puesto en él. Las germinaciones microscópicas no eran lo suficientemente fuertes para mantener un agarre firme con el cepillo, no sin su poder apoyándolas.

   Finalmente, suspiró, se rindió, y se ató el cabello a medias. Lo cepillaría apropiadamente más tarde, después d que hubiese obtenido llevar su poder a un nivel respetable. Se puso el cepillo en su bolsillo, arregló su cama, y s fue.

Las escaleras no eran divertida de escalar un Domingo por la mañana, fue lo que Kurama descubrió, cuando su pie fue a través de un peldaño que estaba seguro había sido sólido ayer. Se tambaleó, arrojando sus brazos hacia delante para atraparse con uno de los escalones superiores, y cayó a través de las escaleras. El instante en el que pasó por la parte sólida, fue succionado hacia atrás y golpeado contra... ¿escaleras? Kurama parpadeó, confuso y adolorido, y se quedó viendo hacia abajo, al espacio vacío, a un piso cubierto de tapetes. Cerró los ojos fuertemente.

   Okay, pensó, peleando contra el instintivo pánico. Estoy, aparentemente, pegado mágicamente a la parte de debajo de las escaleras. Risa histérica trató de salir ante la idea, y Kurama la obligó a desaparecer, mordiéndose la lengua. Primero, revisa por si tienes heridas. Indecisamente separó un brazo de la fría piedra de las escaleras, luego su cabeza, y cuidadosamente se pasó los dedos por la nuca. Nada le dolía mucho o se sentía pegajoso, aunque había un punto tierno en la parte trasera, pero cuando colocó sus dedos en su campo de visión y miró, no había sangre. Luego... um... ¡Sal de las escaleras! Lentamente s giró, susurrando un rezo a Inari para no caer cuando su lado ‘pegado' dejara de estar en contacto con la piedra. Cuando encontró que seguía unido, se empujó a si mismo a estar en manos y rodillas.

   ¡Inari, esto da miedo! Abrió los ojos, mirando los peldaños firmemente. Sus manos tenían los nudillos blancos y se sujetaban fuertemente al escalón. Pero no importaba, se dio cuenta, ya que la piedra lijada era tan tersa que no había nada a lo que realmente sujetarse. Si la magia sosteniéndolo fallaba, caería, sin importar que tan fuerte tratara de sujetarse.

   Tragó saliva, sintiéndose mareado, y deliberadamente jaló su torso hacia atrás. No podía obligarse a soltarse, pero el movimiento quitó sus manos de la piedra, y ahora estaba hincado derecho, de cierta forma, en las escaleras. La sangre se le subía a la cabeza, y sus sienes se llenaban y presionaban en la forma incorrecta, haciéndole quedar incómodo. Debía salir de las escaleras rápidamente. Los humanos podrían desmayarse si estaban mucho tiempo de cabeza, si recordaba correctamente.

   Kurama se levantó para estar parado en sus pies. Podía hacer esto, fácil. Seguro. Solo debía pretender que tenía pegamento en los zapatos, o tal vez algún hechizo de algún tipo... si, esa era la idea correcta. Miró arriba a sus pies y comenzó a avanzar. Era como estar en una de esas pinturas modernas, las ilusiones ópticas en blanco y negro de las manos que sostenían lápices y se dibujaban una a la otra, o agua fluyendo hacía arriba, o... escaleras.

   Bueno. Aparentemente el mundo de los magos no estaba tan oculto de el mundo Muggle como pensaban. Kurama comenzó a reír cuando se salió de el último escalón, fácilmente rodando a través de la esperada caída, y se encontró a si mismo, sentado en la parte superior de el atrio de escaleras, esta vez de el lado correcto.

   Logró pasar por el resto del castillo sin ninguna cosa extraña, y salió a la lluvia. Hiei estaba sentado contra un muro cerca de la puerta, todo mojado y fulminando al árbol con la mirada. Kurama calmamente pasó junto a él, mirando al demonio de fuego para reconocer su presencia, y caminó al árbol.

   Había un ligero agujero en el piso, como a diez metros de la planta. Kurama se detuvo en el borde de el pasto aplastado, su mirada pasando sobre un par de ramas y hojas verdes regadas, y volteó hacia Hiei.

   "¿Qué fue lo que te dije?" Demandó, tambaleándose un poco. Hiei lo miró, ojos agudos, y Kurama agitó su cabeza para aclararla. "¡No vayas cerca del árbol sin mí! ¡Te golpea!"

   "No mencionaste esa parte." Hiei dijo planamente.

   "Yo-" No lo había hecho. Tampoco le había dicho que tan cerca ‘cerca' era. "¡Debiste saber que no diría tan cosa sin razón!"

   Hiei soltó un sonido de desdén, dejando ir de el tema. Kurama suspiró, acabó de caminar al árbol, trepó a sus ramas y se colocó en la rama que había usado el otro día. Hiei esperó un momento, dándole al árbol una mirada crítica y desconfiada, para luego correr al mismo y trepar hasta las ramas más altas.

   Se pusieron cómodos, y Kurama gentilmente sacó una liana de el ojo espía de una rama, jalando la amplia hoja hacia si mismo para que colgara ahí. Jugó un poco con el tallo en la base, cambiando las imágenes hasta que mostró el dormitorio de Hiei. Sus ojos se abrieron ampliamente en desconcierto.

   "Oh, cielos..." Respiró, divertido.


   Una explosión lanzó a Harry de sus sueños. Se movió hacia el lado, y cayó de su cama con un respingo. Sonidos adoloridos le dijeron que no había sido el único en caer de su cama. Parpadeó hacia el techo.

   Un sonido estridente siguió a la explosión, y un disparo de azul-blanquecino quemó ligeramente un tapete en la pared.

   "¡Ya me levanté, maldita sea, que ya me levanté, tú, maldita vieja!" Urameshi gritó.

   "¡Y no estas vestido!" Harry unió la voz con la figura de la Profesora Genkai distraídamente. Continuó, "¡Idiota flojo! ¡He visto a mujeres ancianas moverse más rápido!"

   "¡Hah!" Urameshi reclamó, ruidosamente. Harry se jaló hacia arriba con una mano, presionando los anteojos al lugar correcto con la otra, y vio a Urameshi, en boxers y una camiseta blanca, balanceándose en un pie que solo tenía una calceta encima y tratando de ponerse los pantalones. Detrás de él, su cama se había colapsado en si misma extrañamente. "¡Solo en el espejo!"

   La Profesora Genkai - quien finalmente se había molestado en quitarse el pelaje del día anterior, notó Harry - alzó una ceja hacia Urameshi, saltó tres pies en el aire, y lo pateó a través del cuarto. El muchacho se balanceó, milagrosamente, sobre un pie, sin caer. "¡Delincuente insolente!"

   "¡Abuela!" El estudiante le regresó, finalmente desenredando sus pantalones y pasando el pie.

   "Y eso se tradujo horriblemente." Genkai murmuró. "Si yo fuera tu abuela, niño, te trataría muy mal."

   "Y eso es diferente de ahora.... ¿cómo?" Demandó él.

   "No sería voluntario."

   "¡¿Cuándo me ofrecí para esto?!"

   " ‘Por favor, Genkai, necesito entrenar para el torneo'." Genkai citó, su voz ligeramente más alta y burlona.

   Urameshi rugió, tomando sus zapatos. Saltó extrañamente fuera del cuarto, tratando de ponérselos con Genkai figurativamente pegándole en los talones. Harry súbitamente se dio cuenta de que los hermanos de Ron miraban por la puerta, completamente vestidos, con las pecas brillantes en las caras pálidas y de ojos agrandados. Genkai se detuvo junto a ellos y dio un sonido de ligero desprecio.

   "Detención no significa deporte de espectadores, caballeros. ¡Muévanse!"

   Se apresuraron a bajar las escaleras tras Urameshi, dejando a los adormilados y horrorizados chicos (y a Kuwabara, roncando) en el dormitorio. Harry se le quedó viendo vacío por un largo rato, y entonces intercambió miradas nerviosas con el resto.

   "¿Hey, Ron al umbral?" Una voz temblante comenzó.

   "¿Si, Seamus?"

   "¿Pueden tus hermanos conseguirnos tapones de oído? Creo que los necesitaremos."

   Ron parpadeó, y pareció regresar a su control, alzando una ceja escépticamente. "No quieres que los gemelos te den ese tipo de cosas.

   "Oh." Seamus frunció el ceño.

   "Trataré con Percy." Dijo Ron rápidamente. "Solía vivir bajo el cuarto de los gemelos."

   "Gracias."

   Harry sacó sus piernas de las sabanas, se levantó, y caminó para empezar a limpiar un poco de lo peor de el desorden que había ido la cama de Urameshi. No solo parecía haberse colapsado en el medio; se había partido limpiamente por la mitad. Las cortinas se habían roto, con agujeros de quemadura a través de esta, y había relleno de almohada alrededor. Harry se hincó junto a una de las pilas más amplias, y comenzó a recoger pedazos rotos y quemados de cerámica: la jarra y el plato que pertenecían en la mesita de noche.

   Como era Domingo, y habían sido despertados al alba, todos se sintieron justificados a arrastrar los pies al desayuno. Los cinco despertaron a Kuwabara -quien juraba arriba y abajo que Genkai era completamente inofensiva, y que la había sentido venir e ignoró el ruido - y limpiaron lo que pudieron de los restos de la cama de Urameshi. Para cuando habían terminado, se hubieron bañado, vestido, y dirigido a el Gran Comedor, ya eran las ocho de la mañana. Urameshi aún no regresaba.

   Llenando su plato de comida, Harry le preguntó a Kuwabara, "¿Cuánto tiempo duran las detenciones de Genkai, usualmente? ¿Deberíamos asegurarnos de guardar comida para Urameshi?"

   "¿Detención?" Kuwabara sonaba confundido.

   "Esta en detención con los hermanos de Ron. Con Genkai."

   Kuwabara agitó la cabeza. "Ellos podrán estar en detención, pero no Urameshi. Esta teniendo una sesión de entrenamiento, seguramente." Comió la mayor parte de su arroz, tragó, y añadió, "Genkai dejará que coman después, probablemente en algún momento esta noche."

   "¡¿Esta noche?!" Hermione jadeó, asustada.

   "Bueno, no puede quedárselos hasta mañana." Kuwabara dijo. "Tienen clases."

   "¿Ella hace eso seguido?" Harry preguntó. "Quiero decir, no estabas sorprendido, y Hiei ya se había ido cuando ella llegó...  No creo que haya regresado al dormitorio por la noche, ahora que lo pienso." Añadió, saliéndose del tema.

   "Él hace eso." Kuwabara dijo, encogiéndose de hombros. Volteó a la mesa de Hufflepuff, sonriente. "Ne, Yukina... ¿a dónde va el cam-er, tu hermano-por la noche?"

   Algo sorprendida y sonrojada, Yukina se volteó para mirarlos. "Muchos lugares." Dijo lentamente. "Torres, techos, árboles... no le gustan mucho las camas. Aunque debería de estar aquí ahora..." Se silenció, viéndose preocupada. "No es su estilo el perderse una comida."

   "Claro que si. Nunca esta cerca para ellas." Kuwabara dijo.

   "Pero eso es cuando puede conseguir comida de otros lugares."

   Botán colocó una mano gentil en el hombro de Yukina. "Puede sacar comida de otros lugares aquí también." Le dijo.

   "¿Kazuma?"

   Kuwabara sonrió. "Él estará bien, Yukina. Esto seguro de ello."

   "¿Por qué no te mostramos donde están las cocinas, Yukina?" Hermione ofreció. "¿Para que le muestres a él, si lo necesitas?"

   La pequeña chica sonrió. "¡Gracias! Eso sería tan amable."

   "Tu ve con ellos." Botán le dijo a Yukina. "Yo iré a volar."

   Terminaron los últimos pedazos de comida, y fueron escaleras abajo. Kuwabara y Yukina naturalmente cayeron en paso detrás de los Gryffindors que los guiaban.

   Ron le dio un suave codazo a Hermione y le susurró algo. Harry se acerco, mientras Hermione respondía, no lo bastante alto para que los estudiantes de intercambio la oyeran.

   "Esta en zona de guerra, medio mundo lejos de su hogar, y de todo lo que le es familiar. ¿No puedes ver lo estresada que esta? ¡Lo menos que podemos hacer es ser amables al respecto!"

   Girando por una esquina, vieron a otros dos chicos, casi a medio camino en el corredor, hablando calladamente.

   "Oh, genial." Ron masculló. "Slytherins."

   El chico con el frente hacia ellos volteó, y los tuvo en su campo de visión por sobre el hombro de su compañero. Era Blaise Zabini. Alzó un ceja, y dirigió la mirada del otro Slytherin hacia ellos.

   "Ahora, ese se ve lo suficientemente torpe para ser un Weasley." Zabini dijo, voz lo suficientemente alta para llegar a los Gryffindors. "Incluso tiene el cabello de Prissy."

   El chico más joven ladeó la cabeza y achicó los ojos, ignorando el gruñido de Kuwabara. "Tienes razón. ¿Estamos seguros que los señores Weasley nunca han ido a Japón?"

   Hermione giró los ojos. "¿No pueden inventarse unos insultos originales? Malfoy ya ha intentado ese."

   "Cállate, Sangresucia." Zabini le soltó.

   Kuwabara se abalanzó hacia delante, levantando a Blaise por el collar y empujándolo contra el muro. El trío sacó sus varitas y las apuntaron a el Slytherin más joven, evitando que alcanzara su varita, mientras Kuwabara siseaba, "No se lo que significa, pero me sonó a insulto. ¿Acaso la insultaste?"

   "¡Rayos que si!" Ron le dijo.

   Kuwabara hizo un gesto de desprecio. "Discúlpate con la Señorita Granger."

   Blaise refunfuñó. "¿Por qué debería? Ella es lo que es."

   "Si." Kuwabara dijo fácilmente. "Y es una chica, y no lo que sea que la llamaste Ahora, discúlpate, o veras."

   "¿O veré qué?" Blaise molestó. "Vi su show aéreo ayer. No pudiste ni convocar el hechizo más simple."

   El puño de Kuwabara se impactó contra el muro que estaba junto a la cabeza de Blaise, enviando pedazos de piedra volando. "¿Y Qué?"

   "¡SUFICIENTE!" La voz aguda de McGonagall sonó fuerte. Los estudiantes se congelaron. "¡Señor Kuwabara, por favor evite la violencia física! ¡Potter, Granger, Weasley, guarden esas varitas!"

   A regañadientes, Harry y sus amigos obedecieron, mientras la Líder de su Casa se aproximó al grupo. "Señor Kuwabara." Repitió. "Baje al Señor Zabini. Ahora."

   Kuwabara rugió bajo desde la garganta, pero se alejó de Blaise con un empujón. El Slytherin cayó al suelo y se sentó ahí, jadeando.

   McGonagall señaló al grupo. "Mi oficina, si no les molesta. Señor Zabini, Señor Baddock, eso los incluye."

   "Pero-" Ron comenzó a protestar.

   "Silencio, Señor Weasley." Los guió a su oficina, los formó en una recta, silenciosa línea frente a su escritorio, y se sentó. "Eso," comenzó ella, "fue la demostración más desagradable que he visto de estudiantes de quinto año, de cualquier Casa, en los últimos veinte años. Estoy muy decepcionada de todos ustedes."

   "¡Pero Profesora--!" McGonagall lo miró hasta que Harry se silenció.

   "Señorita Koorime." Dijo ella, gentilmente. Yukina saltó. "¿Podría explicarme que paso exactamente?"

   La pequeña niña posó sus manos frente a ella misma, mirada desviándose a el piso, y dio una profunda reverencia. "McGonagall-sama, estábamos caminando a las cocinas para obtener algo de comida para mi hermano, cuando nos encontramos con estos dos chicos." Sus ojos se dirigieron a los Slytherins por un momento.  "Dijeron algunas cosas que no se tradujeron bien, creo, pero no eran placenteras, y empeoró desde ahí."

   "¡Está mintiendo!" Blaise soltó. "¡No hicimos nada!"

   "¡Solo estábamos hablando!" El chico más joven añadió rápidamente.

   "¡¿Cómo osan acusar a mi ángel de MENTIR?!" Kuwabara gritó."

   "¡CABALLEROS!" McGonagall interrumpió. "Dejen a la Señorita Koorime continuar. Podrán decirnos lo que deseen cuando termine." Esperó un latido, y continuó. "¿Cómo empeoró, Señorita Koorime?"

   "Una de las cosas que no se tradujeron sonaba como un insulto, McGonagall-sama, y estaba dirigido a la Señorita Hermione... Kazuma no pudo ignorarlo. Estaba tratando de conseguir una disculpa cuando usted nos encontró."

   La profesora asintió. "Gracias, Señorita Koorime. Señor Zabini, su turno."

   "No es verdad." Blaise escupió. Kuwabara rugió, cerrando los puños, mientras Blaise continuó. "Solo estábamos hablando, cuando esta Granger nos empezó a molestar. Le dije que se fuera, ¡y de pronto este rarito me tenía contra el muro y me estaba amenazando!"

   "¡La llamaste Sangresucia!" Kuwabara bramó.

   "¡Suficiente!" McGonagall se levantó. "Creo que comprendo exactamente lo que pasó ahora. Señor Zabini, cinco puntos por su lenguaje. Señor Kuwabara, diez puntos por atacar a un estudiante y dañar propiedad escolar. Potter, Weasley, Granger, cinco puntos en total por sacar varitas contra un estudiante."

   "Si, Profesora McGonagall," los estudiantes corearon infelizmente. Los miró duramente por un rato más.

   "Pueden retirarse."


   Algunas horas después del almuerzo, Draco caminaba por los corredores de Hogwarts, con Crabbe y Goyle detrás de él. ¡Maldita lluvia! No podía volar sin mojarse, no podía poner un pie fuera sin caminar en lodo que le llegaría hasta el tobillo - mojado y enlodado eran dos cosas que un Malfoy no lucía --, no podía quedarse en el dormitorio sin tropezarse sobre algún mocoso niño de primer año, no podía caminar en los pasillos sin tropezarse con alguno de los mocosos niños de las otras Casas...

   Dos niños Gryffindor de primer año con ojos grandes corrieron cera de Draco, deliberadamente golpeándolo un poco cuando giraron por la esquina.

   "¡Hey!" Gritó. Tronó los dedos, enviando a Crabbe y Goyle tras de la imprudente pareja. Él los siguió a paso aristocrático, volteando en la esquina mientras que sus amigos atrapaban a los chiquillos por el cuello de la camisa, casi medio camino por el corredor.

   "¡Suelta!" Uno bufó, pateando inefectivamente. El otro parecía feliz con retorcerse en silencio.

   "Crabbe, Goyle, voltéenlos aquí." Draco ordenó. Lo hicieron, agitando al par vigorosamente hasta que se callaron, y luego soltándolos. Draco los miró satíricamente, sintiendo placer cuando el par de ojos cayeron en su placa de prefecto. "Corriendo en los corredores, cinco puntos a cada uno. Deliberadamente empujar a un prefecto, cinco puntos a cada uno.... Esos son veinte puntos en total de los Gryffindor. Espero que estén muy, muy orgullosos de ustedes mismos, niños, porque a sus compañeros de Casa no les gus-ta-ra."

   El primero de los niños respondió, "¡Sabemos todo sobre ti, Malfoy! ¡No estarán contentos, pero sabrán que no fue NUESTRA culpa!"

   Su amigo asintió rápidamente. "Solo te odiarán más," asintió, "Si eso es posible."

   "Creerían eso, verdad." Se burló.

   "Si, lo haríamos." Corearon tercamente.

   Probablemente estaban en lo correcto. El maldito mundo tenía una tendencia a ignorar cuando un Gryffindor no estaba en lo correcto, y los Gryffindors mismos eran los peores en ello. Draco detestaba eso. "Cinco puntos por responder."

   "Muy bien. Vamos." El primer amigo le dijo al segundo. "Dejemos a Prefecto Malfoy solo, Kenneth. ¡De cualquier modo, necesitamos ir a decirle a todos lo que la Profesora Genkai tiene a Yuusuke haciendo en el patio delantero!" El par se alejó rápidamente.

   Draco frunció el ceño. Las golpizas ya no se permitían en Hogwarts, así que, ¿qué rayos podría estarle haciendo la Profesora Genkai a Urameshi? Esto garantizaba una investigación... y daba pistas para una segura diversión, de todos modos. Alzó la barbilla. "¿Y bien? Vamos, entonces." Les dijo a Crabbe y Goyle, dirigiéndose al patio delantero.

   Oyó a la multitud antes de verla, docenas de estudiantes arremolinados en las ventanas que daban a el campo.

   "¿Qué es todo esto?" Draco espetó. "Fuera del camino, muévanse, supérenlo." Continuó, Crabbe y Goyle limpiando un camino para que pudiese pasar. En corto tiempo, tenía una vista excelente de lo que ocurría fuera.

   Una tabla se extendía en el suelo, de diez pies de longitud, con una pulida y muy afilada hoja de metal como navaja recorriendo toda la longitud. Urameshi se balanceaba en sus dedos índices encima de la hoja, un diminuto punto de fuego azul-blanquecino en la punta de cada dedo. Mirando arriba, sus ropas estaban liberalmente manchadas de lodo. Sus zapatos estaban empapados con él. Y encima de todo aquello, estaba usando los dedos de los pies para balancear una segunda tabla. Esta estaba cargada con platos de china, un gatito negro (¡¿un gatito?!), y una criatura azul que vagamente parecía un pingüino. Mientras Draco observaba, Urameshi movía una mano al frente, y colocó la punta chispeante en la hoja filosa, varias pulgadas delante de si mismo, y la china vibró peligrosamente.

   "Maldita sea..." Crabbe murmuró

   "¡¿Cuándo me dejarás descansar, maldita bruja?!" Urameshi demandó, jadeando ligeramente.

   "¿Desde cuándo el preguntar algo así te da respuesta?" Genkai respondió.

   Draco achicó los ojos, mirando más de cerca de Urameshi, mientras el chico mascullaba más y se desplazaba por la navaja. No veía ninguna varita... ¿Cómo se generaba la luz en las puntas de los dedos del Gryffindor?

   "¿Qué estas mirando?" Una chica cantó en la oreja de Draco.

   Draco chilló y se alejó, volviéndose cara a cara con la chica feliz de cabellos azules. La otra Hufflepuff, cual era su nombre, Shinime. ¿Cómo se había metido entre la multitud y llegado hasta él?

   "Urameshi," Masculló. Miró sobre su hombro, e, imposiblemente, su sonrisa se ensanchó.

   "Es mucho mejor ahora. ¡Genkai debe estar encantada!"

    "No parece." Draco dijo bajo su aliento. Más ruidosamente, voceó la más preocupante de las preguntas. "¿Y que fue lo que HIZO para merecer... esto?"

   Shinime lo miró de nuevo, casi dando saltitos. "¡Ganó, por supuesto!"

   "¿'Ganó'?"

   "¡El torneo!" Elaboró. "¡Para ser el heredero! El resto de nosotros somos incidentales, pero Urameshi es especial. Él va a heredar todo... su conocimiento, sus técnicas secretas, el dojo y el templo... ¡es un increíble honor!"

   El Sombrero había educado a esta, por seguro, Draco pensó. Patéticamente avivada, feliz al punto de disgusto, y ni muy brillante ni buena guardando secretos - en solo un aliento, le había dicho a todos en rango de escucha sobre la importancia de ella misma y sus amigos. Ahora, todos sabían que no debían molestarse en ser amigos de ninguno de ellos excepto de Urameshi, ya que todos los demás estudiantes eran ‘incidentales'.

   ...Excepto que él ya había visto el otro lado de Minamino, esa primera noche. Si eso era ‘incidental'... ¿Qué tan peligroso sería ‘el mejor'?


   Harry se sentaba junto al fuego, mirando el tablero de ajedrez mientras trataba de encontrar un movimiento que le ayudara a prolongar el juego - no ganar, por supuesto; no había modo en que pudiese vencer a Ron, y nunca hubo uno,  pero al menos podía poner una pelea. Ron necesitaba la distracción. Sus hermanos estaban dormidos desde antes de la cena, y se habían negado redundantemente a hablar sobre la detención de aquella mañana. Los rumores, basados en los reportes de la tarde de Urameshi, eran bosquejos de lo mejor. Harry solo esperaba que la Señora Weasley no oyera ninguno de ellos.

   "Jaque-mate." Ron murmuró.

   Que bien prolngaba el juego.

   "¿Otro?" Harry ofreció, solo para ser interrumpido por la simultanea llegada de Hermione, cargando un libro, desde los dormitorios de las chicas, y Urameshi, Jaganshi, y Kuwabara desde el portal del retrato. Los más altos chicos estaban lodosos, aunque Urameshi era el peor de los dos por mucho, y prontamente hizo una corrida a los dormitorios de los chicos.

   Hiei se quedó atrás, mirando a los otros dos con sus brazos cruzados, y una ligera, extrañamente indulgente sonrisa socarrona en su rostro.

   "¡Gracias a Merlín!" Hermione dijo sin aliento, mirando a los estudiantes extranjeros. Se concentró en Hiei, ojos brillantes con alivio, y empujo su libro - el masivo volumen de Defensa, Harry notó - bajo la nariz de Hiei. "¿Podrías echarle un ojo a esto?" Preguntó ella, abriéndolo en el primer capítulo y dando golpecitos a la página.

   Hiei empujó el libro ligeramente, probablemente para que pudiera de hecho ver el texto. " ‘En el inicio, el universo contenía infinita masa e infinitesimal dimensión'," leyó en voz alta. Sus ojos fueron a Hermione, e hizo un suave sonido de desdén. "La traducción es lo suficientemente cercana."

   "¿Pero como puede ser eso?" Hermione demandó - no sonaba desesperada, mas bien de tono retador.

   Hiei se encogió de hombros. "No me importa."

   Hermione se detuvo, obviamente sorprendida, antes de cambiar la página para continuar. "Eso no era de lo que me estaba preocupando, de cualquier modo." Señaló a el libro. "¿Dónde está el resto del capítulo?"

   Hiei ladeó la cabeza un poco hacia el lado. "¿Por qué me preguntas a mí?"

   "¡Es tú libro de texto!"

   "No, no es." Hiei no permitió a Hermione preguntar la siguiente pregunta obvio. "Genkai nunca usó un texto específico con nosotros. Su copia de ese," miró al libro. "es un pergamino. Yo no sabía que venía en forma de libro."

   "¡¿Entonces como puedo leer el resto del capítulo?!" Hermione chilló.

   "No lo hagas." Y con eso, giró en sus talones y el pequeño estudiante se dirigió escaleras arriba.

**Continuará**

Notas finales:

Inari - Una deidad Japonesa del arroz, que tiene como mensajero a un zorro. El fandom de YYH clama que Kurama lo adora (algunos fics lo mencionan casualmente, con Kurama dando un ofrecimiento y tomando su nombre en vanidad, y en otros fics Kurama es un adorador favorito o más), o esta relacionado directamente a él.

 

Siguiente Capítulo - ¡Inicio de clases! ¡Si! ¡Por fin!


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