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La Mejor Defensa por Charmeine

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Notas del capitulo:

Harry tiene un don para meterse en problemas que-- ¡OH! ¡Otra escena Kurama x Hiei!

Capítulo 33
Promesa de Yule

   Harry se despertó de golpe en la oscuridad de su propia cama. De nuevo. Su cicatriz era una palpitante línea chueca de ardor intenso. De nuevo. Y Voldemort había matado al unicornio. De nuevo.

   Harry se estaba cansando del ‘de nuevo'.

   Empujó sus sábanas y cortinas de lado, instintivamente alcanzando sus anteojos. Recordando la última vez, miró hacia la cama de Hiei mientras colocaba los lentes en su rostro. Las cortinas estaban abiertas, la cama permanecía vacía - bien, Hiei no lo estaría molestando esta vez.

   Pies a las pantuflas, Capa de Invisibilidad sobre sus hombros, varita en mano - bien, listo para irse, entonces. "Lumos," Harry murmuró, mientras que suavemente cerraba la puerta detrás de si. Se apresuro escaleras abajo y a través de la sala común, casi sin ver al reloj mientras se marchaba. Las manos leían: Yule; Fuera de la Cama.

   Los retratos decorando los pasillos gruñían dormilonamente mientras Harry corría por los pasillos oscuros, la pequeña luz del hechizo medio-despertándolos. Se acercó más cuidadosamente a las escaleras en el atrio - un lugar realmente aterrador a esta hora, particularmente sin luna para ayudarle a ve las delineaciones de las otras escaleras. En el segundo piso, Harry escapó de la vasta y vacía oscuridad de la cámara, haciendo eco y relajándose cuando entró a un corredor. Aquí, los muros y el techo estaban al menos un poco iluminados por el Lumos de su varita. Era algo mejor, ser capaz de ver todo lo que estaba cerca.

   Esta mitad de la escuela no tenía tapetes, siendo la sección ‘pública' con los salones y las oficinas - incluso un tapete mágico sería manchado con mugre y se gastaría al pasar los años, considerando el tráfico de estudiantes. Las pantuflas de Harry golpeaban suavemente la piedra, y trató de caminar más ligeramente mientras giraba por el pasillo y caminaba por el largo y vacío corredor a la oficina de Dumbledore.

   Ahora, ¿cuál era la contraseña esta vez...? "Gomitas de vino," intentó. La gárgola no se movió. "Smarties. ¿Trufas? Gotas de mantequilla." Nada. Esto era realmente inconveniente -- ¿qué pasaría si un estudiante quería verlo? ¿Cómo, digamos, AHORA? "No me voy a parar aquí toda la noche," Harry masculló. La urgencia de el sueño se estaba desvaneciendo... Harry la forzó a quedarse. ¿Qué más había? "Snickers. Mars Bars. Chicles Eternos."

   La gárgola se quitó del camino.

   Puntaje para los libros de niños, Harry pensó, mientras trepaba las escaleras. ¡Gracias a Merlín que Dudley nunca quiso leer ninguno de ellos...!

   La oficina estaba oscura y fría esta noche, el fuego solo llamaradas en la chimenea, las lámparas apagadas. La varita de Harry fácilmente ahogaba la luz de las estrellas que hacía a las ventanas la única cosa visible en el cuarto. Un viento frío se movió por el cuarto, cortando por las pijamas y la capa de Harry, y él agarró la tela más de cerca en un inútil intento de calentarse. "¿Profesor Dumbledore?" Harry llamó.

   Movimiento contra las ventanas de la parte de arriba, donde estaba el telescopio; una forma oscura contra el casi-negro cielo y un movimiento de ropa. "Ah, Harry..." la voz de Dumbledore llegó, raspando contra la oscuridad opresiva. Una puerta se cerró; la lámpara en el escritorio se apagó, lentamente llevando un brillo cálido por el cuarto.

   "Nox," Harry murmuró a su varita, mientras el profesor se revelaba al caminar escaleras abajo.

   Dumbledore avanzó al fuego, conjurando un tronco a las llamas, avivando el fuego. Una onda de bienvenido calor llegó - no mucho aún, aunque lo suficiente para probar que la chimenea estaba encantada mágicamente. Harry se quitó la capa y se la metió en su bolsillo.

   "¿Otra visión?" Había poco del entretenimiento usual en la voz de Dumbledore... solo desconfianza cansada, el raspón de la edad. Se sentó detrás de su escritorio, túnicas grises y delgadas y una gorra de dormir llevándose majestuosidad de el "poderoso hechicero", dejando simplemente un hombre viejo arrancado de el pequeño sueño que conseguía en estos años antes de su descanso final.

   De pronto, Harry se sentía inmensamente culpable por tener que darle más problemas al director. "Si señor," murmuró, mirando a la parte de arriba del escritorio. La superficie estaba llena de papeles y objetos, pedazos de invenciones que ayudaban a distraer a Harry de la idea u Dumbledore era viejo.

   "Hm... he encontrado que no ayuda asumir así, pero... ¿era la misma visión?"

   "Sí." Con eso establecido, Harry podía saltarse similaridades. Como el unicornio muerto, y toda la sangre. "Aunque había una gran fogata, esta vez, colocada para rodear el área. Así que fue mucho más fácil ver todo lo que estaba dentro del círculo, aunque no pude ver más allá del fuego." Así que no tenía idea de donde había ocurrido. "Y creo que llegué más temprano - Voldemort estaba revisando algún tipo de pergamino Había un circulo de hechizos entre ellos y yo, así que traté de rodearlo para ver si podía reconocer cualquier símbolo. Pero no pude."

   "Ya veo..." Dumbledore se tocó la barba pensativamente. "¿Era que no podías ver la escritura actual, o no podías reconocer lo que estaba siendo escrito?"

   "No pude reconocer lo que estaba siendo escrito, señor," Harry respondió. Había visto un montón de símbolos y letras raros en la mayoría de sus clases en un punto u otro (Teoría de la Transfiguración tenía bastantes, y la Astronomía tenía algunos, los cuales Ron y Harry habían usado libremente cuando fingían la unidad de astrología en Adivinación), pero nunca había visto esos. Tal vez debió haber tomado Runas Antiguas...

   Dumbledore abrió uno de los cajones del escritorio, sacando una hoja de pergamino. "¿Tal vez podrías ser capaz de recrearlos por memoria, aunque no los reconociste?" preguntó él, pasándole la hoja por la mesa y colocando una pluma arriba.

   "Podría intentar," Harry contestó dubitativamente. Mojó la pluma en la tinta que Dumbledore le ofreció, colocó la punta justo sobre el papel, y se detuvo para enfocarse en los símbolos. "...um..." Las imágenes se escapaban de su agarre, dejando impresiones generales de giros y rayas. "Los estoy perdiendo."

   El profesor tomó esto con un suspiro casi imperceptible. "Supongo que es de esperarse. Esta es la primera vez que has tenido oportunidad de verlos a cualquier distancia..." divagó, pensando por un momento. "Tal vez deberías comenzar a mantener pergaminos junto a tu cama. Es mucho más fácil recapturar esos detalles cuando están frescos en tu mente."

   "Si señor," Harry respondió. Esa era una muy buena idea, de hecho... y les daría (bueno, a Hermione) más con qué trabajar en sus propias investigaciones.

   "Ahora... ¿Hay algo más que quieras decirme?"

   "No, señor." Por una vez, era cierto.

   Dumbledore ladeó la cabeza hacia arriba. "Entonces sugiero que consigas algo de descanso. Me atrevo a decir que lo necesitarás para los días festivos."

   Dormir sonaba bien. Grandioso, de hecho. Harry asintió educadamente al director, y se apresuró fuera del cuarto y escaleras abajo, pasando a la gárgola y al corredor vacío que llevaba a la oficina. Las ventanas en el extremo, y las que miraban a los terrenos, brillaban suavemente con la luz de luna, y había comenzado a nevar de nuevo.

   Harry bajó la velocidad. Blanca Navidad... pensó. Luego miró de nuevo.

   Había sido una clara noche sin luna hace dos minutos en la oficina de Dumbledore. ¿De donde vino esto? Corrió a las ventanas y miró fuera.

   Yukina danzaba en el patio. Su espeso cabello estaba atrapado en una cola de caballo alta; un pedazo de tela blanca y azul claro estaba atada en su frente. Su kimono era blanco, e inusualmente corto: a la altura de las rodillas, cortado en los lados. Estaba atado con un cinturón azul, mucho más delgado que su tela pesada común. Sus pies descalzos pasaban por montones de nieve en el piso. Sostenía un abanico en cada mano, azul decorado con blanco, y los abría y cerraba de golpe en movimientos precisos mientras giraba.

   Ella estaba brillando. No, eso no era correcto... el aire alrededor de ella brillaba, plateado como el primer Patronus de Harry, y la luz llenaba los terrenos. Harry miró arriba, para ver las estrellas firmemente en su lugar y sin ser ocultas por las nubes; la nieve se estaba generándose del aire mismo.

   Regresando la mirada abajo, Harry se dio cuenta que, incluso con el estricto control de la danza de Yukina, y el duro silencio, ella estaba radiante de alegría. (Ella también estaba extrañamente pálida, también... oh, maquillaje.)

   Una sombra cayó sobre Harry, y miro arriba de nuevo. Botán, en su remo, se apresuraba a través de la ventana. ¡Pero está cerrada--! Harry pensó en los instantes mientras ella se deslizaba de su remo, aterrizando en sus pies y atrapándolo por las miñecas mientras desaparecía.

   "Corre. AHORA," ordenó ella, jalándolo con ella al irse. Se apresuraron por el pasillo, lejos del patio y de Yukina.

   "¿Qué--?"

   Botán casi los hace chocar de cara a una puerta que daba a un pasillo - uno que llevaba de regreso a las escaleras móviles, pero sin vista al patio. Empujó la cerradura, y jaló a Harry a través, atrapando la puerta para que no se cerrara ruidosamente.

   "Tú," dijo ella, respirando entrecortadamente, "tienes la suerte del demonio. ¡Juro que sí--!"

   "¿Qué?" Harry preguntó, tallándose las muñecas. Botan tenía un agarre dolorosamente fuerte. Bueno, por supuesto que sí. ¿Cazadora de Hufflepuff, recuerdas?

   Botán giró, recargándose contra la puerta cerrada. "No creo que te haya visto. A nosotros. ¿Qué tanto tiempo llevabas parado ahí?"

   "Un minuto. Tal vez dos." O tres. "¿Por qué?"

   "Porque ese es un ritual intensamente privado que los chicos no deben ver, por eso," Botán respondió agudamente.

   Harry parpadeó. "Oh."

   "Sí. ‘Oh'." Botán apuntó a las escaleras. "Regresa a la cama, Potter, y no salgas hasta el desayuno. Ella estará en un lugar más privado para entonces."

   Uno pensaría que ella ya estaría en un lugar más privado AHORA, Harry masculló mentalmente. Pero simplemente asintió, y se dirigió por el corregos. La ira de las chicas era la misma - de Hermione a Molly Weasley. Harry no iba a invocar la de Botán.

   Los retratos gruñeron a conciencia malhumorada mientras Harry pasaba, pero Harry ignoró los murmullos. El atrio de escaleras se mantenía tan oscuro como cuando se dirigía escaleras abajo, pero de algún modo ir arriba era mejor que abajo. Arriba daba solo el más pequeño toque de luz de estrellas, y podías ver si alguien te salaba encima. Y la Torre de Gryffindor - casa - esperaba al final.

   La escalera al sexto piso tembló bajo Harry. Cinco años de experiencia le hicieron atrapar el riel de piedra pesada mientras las escaleras cambiaban, alejándose de las escaleras al piso de Harry, y hacia un raramente-usado corredor.

   Una vez que se hubieron detenido, Harry se apresuró el resto de camino hacia arriba. Había un agudo juego de escaleras al corredor de la Señora Gorda desde aquí, ¿y quién sabía cuando las escaleras principales cambiarían de nuevo? Avanzó por el corredor con tapetes pesados, pasos ahogados. Caminó en perfecto silencio: ni había retratos decorando este corredor - solo una sencilla, pequeña pintura donde el corredor giraba de pronto, en un ángulo para ver ambos corredores - y los tapetes nunca despertaban porque luz brillara en ellos.

   Alrededor del pasillo, y ahora estaba más cerca de la Torre de Gryffindor, solo el ancho de un solo cuarto entre el corredor y el  muro paralelo afuera. La escalera estaba al final del pasillo, siete puertas ahora, detrás de un tapete... pero algo más atrapó la atención de Harry.

   Había una cálida, dorada luz saliendo de debajo de la quinta puerta al fondo. Harry conocía ese cuarto: estaba directamente debajo de la sala común de Gryffindor, y los rumores decían que las gemelas Patil recibían sus tutorías ahí los Lunes. Pero las gemelas se habían ido a casa para vacaciones...

   Curioso, Harry intentó abrirla. Cerrada con llave.

   "Alohomora," Harry susurró. El cerrojo se levantó con un clic casi silencioso. Harry abrió la puerta suavemente, y miró al cuarto.

   Había velas en multitudes sobre cada superficie: espesas velas con altos pilares, el tipo que podría arder desde la puesta del sol hasta que la mañana llegase en la noche más larga del año. Esta noche, Harry se dio cuenta, era esa noche. Pero a diferencia de las velas de Hogwarts, que eran simples y blancas para todo propósito, estas velas estaban en colores negro y rojo.

   Negro para protección: rojo para... ¿fuego? Y, um... energía y emoción fuerte. Depende del hechizo, pero solo necesitas velas y esas cosas para conjuros de larga duración. ¿Quién estaría haciendo un conjuro de larga duración en Hogwarts...? No podía ver a nadie.

   Harry tomó un silencioso paso al frente, y otro, tratando de ver más allá del sillón en el centro del cuarto.

   Un suave y monótono susurro se acalló, y Harry no se dio cuenta de que existía hasta que se desapareció.

   "Hari-san."

   Harry dio un salto de sorpresa. ¿La voz de Kurama--? Tomó otro paso al frente, finalmente capaz de ver sobre el sofá. Kurama se arrodillaba en un circulo de velas, casi en las llamaradas de un fuego algo muy grande para la chimenea. Tenía la mirada apartada de Harry, sin alejarla de las brillantes flamas. Levantó su mano hacia el lado, palma arriba.

   "Arueto o kudasai."

   ¿Qué dijo?

   Kurama hizo el ademán más marcadamente, apuntando de lado, su cabeza medio-volteada. "Hari Potaa-san," repitió. Harry agitó la cabeza: ese era definitivamente su nombre, no podía negarse. "arueto."

   Bien. Esa otra palabra sonaba como ‘arete'. Miró curiosamente a la dirección a la que Kurama apuntaba, y vio una mesa baja empujada contra el muro. No habían velas en ella; en lugar de eso, sostenía un jarrón que tenía una planta blanco-azulada, y dos montones de ropa limpiamente doblados. Algo pequeño brillaba encima de cada pila.

   "Hari-san," Kurama dijo, esta vez con exasperación.

   Kurama no se estaba creyendo el acto de ‘no hay nadie aquí, en serio', que hubiese funcionado mejor si Harry hubiera recordado colocarse la Capa otra vez. Así que se rindió y fue hacia la mesa, descubriendo que las pequeñas cosas brillantes encima de las ropas eran aretes de oro - uno para cada grupo de ropas. Adivinó salvajemente que la pila que no era negra era de Kurama, lo tomó, giró, y casi deja caer el arete.

   Hiei yacía en el regazo de Kurama, profundamente dormido. La mano izquierda de Kurama estaba cerrada de modo protector sobre el pecho desnudo del chico - ambos usaban delgados pantaloncillos para dormir blancos, y nada más. Su mano derecha estaba estirada hacia Harry, mudamente demandando el arete.

   Algo estaba mal. ¿Qué era...? No era que estuviesen usando tan poco; el cuarto estaba caliente, y la vida de dormitorios no era exactamente buena para trabajar modestia entre compañeros de cuarto. Aunque era altamente inusual que el brazo derecho de Hiei estuviese sin cubrir... y cubierto de bicep a nudillo, como había estado el día después del Sorteo, la única otra ocasión en la que Harry había visto el brazo. Y no era que Hiei estuviese dormido, porque los conjuros largos a veces tenían requerimientos muy extraños.

   Y de pronto, Harry se dio cuenta del problema. Los únicos signos de que se estuviesen haciendo un conjuro eran las velas. No había un círculo de evocación - las velas no contaban; no estaban colocadas sobre símbolos o diseños. No había túnicas de colores u objetos simbólicos para guiar el poder, y Kurama había dejado de cantar. Los conjuros de larga duración no eran magia interna: eran magia externa poderosa, delicada y compleja. No funcionarían sin todas las cosas necesarias para el ritual.

   Esto no era un hechizo. Esto era - debía ser - algo privado. Privado en una forma que Harry no tenía idea podía ser posible entre dos chicos... ¿o sí?

   La mirada fulminante de Kurama le hizo pensar que lo era. Nerviosamente, Harry caminó entre el mar de velas, y le dio el arete a Kurama.

   El Slytherin lo colocó en su lugar con un pequeño sonido de encaje, y suspiró, girando a mirar a Harry. "Oh, Inari, Harry, no deberías estar aquí," dijo sobriamente.

   "Yo estaba, um, empezando a darme cuenta," Harry respondió. Apuntó con su pulgar a la puerta. "¿Yo solo, er, me iré, entonces?"

   "No," Kurama dijo firmemente. "No lo harás. No tienes ni idea de lo que haz interrumpido."

   Harry se sintió ruborizar. "Erm..."

   Kurama apuntó al sillón. "Siéntate." Su tono no permitiría quejas; Harry se sentó sumisamente. "Inari," Kurama masculló de nuevo, esta vez para si mismo. "¿Qué se supone que debo decirte?"

   "¿Qué no se han estado besuqueando?" Harry dejó salir.

   "¿¡Besu--!?" Kurama soltó, cortándose a media palabra. Miró alrededor, y luego hacia si mismo y Hiei. "Ni siquiera había pensado en eso. De HECHO parece como si fuera un encuentro romántico, o no." Un bufido de risa. "Como si no deseara que fuera eso. Sería mucho más seguro."

   Harry se tensó, aunque si la razón era por la idea de que Kurama realmente quisiera... (¿¡era eso posible!?), o por la idea de que lo que fuese que estaba pasando era peligroso, no lo sabía. "¿Entonces qué...?"

   "Dame un minuto para pensar. Sólo... un minuto. No sé lo que puedo decirte," Kurama dijo, extrañamente calmo mientras dejaba a su mano caer a una pila de papeles del tamaño de separadores de papel junto a él. Estaban cubiertos de escritos extraños. "Creí haber cerrado esa puerta-" él dijo bajo su aliento, lanzando uno al fuego. El fuego rugió y se agrando, llamas lamiendo al mantel y fuera hacia Kurama, pero el pelirrojo ni siquiera se movió.

   Harry decidió que no sería una buena idea decirle a Kurama que él la había abierto, mientras Kurama suspiraba, gentilmente levantando a Hiei de su regazo. Colocó al durmiente chico frente al fuego y giró, mirando enteramente a Harry por primera vez desde que Harry había entrado al cuarto.

   "No puedo pensar en nada que sea seguro decirte," Kurama dijo, "Excepto... ¿Te someterías a una promesa de silencio mágicamente sellada, con respecto a lo que sea que te diga al respecto de lo que pasa en este cuarto esta noche?"

   Harry parpadeó. "¿Qué pasa si no lo hago?" preguntó.

   "¿No haces qué? ¿No haces la promesa, o no la mantienes?"

   Buena pregunta. "Ambos," Harry decidió.

   La cara de Kurama quedó en blanco. "Si no tomas la promesa, te vas de aquí sin respuestas. Hiei despierta con la confianza que tiene en nosotros destrozada." Su tono prometía que eso era una amenaza terrible. "Si rompes la promesa... no lo se." Se detuvo. "El poder de una promesa rota es extremadamente potente. Nunca he escuchado de alguien que se haya atrevido a romper una que esta reforzada con magia."

   "Yo sí."

   Sorpresa brilló por los ojos de Kurama. "¿De veras? ¿Qué pasó?"

   "Se salió con la suya." Excepto... Colagusano había pasado doce años como una rata, la mascota de una horda de niños Weasley, asustado por su vida y cuando Voldemort regresó, y ahora era un sirviente y aún asustado por su vida, arrodillado a los pies de Voldemort. No era tan malo como Azkaban, pero... "Algo," Harry añadió. Y con eso, su decisión estaba hecha. "Lo haré."

   Kurama aceptó esto solemnemente, inclinando su cabeza ligeramente. "Rompe una rama de esa planta - una con una flor, has estado aquí por demasiado tiempo sin una - y tráela aquí.

   Confundido, Harry lo hizo. Cuando se hubo sentado de regreso en el sillón, Kurama tomó la ramita de su mano, y sacó la flor, sosteniéndola arriba hacia Harry. "Solo una olfateada, ahora," dijo con cautela. "Demasiado y estarás con una fiebre peligrosamente alta cuando te vayas."

   Después de que Harry hubo tomado un respiro cuidadoso - que envió una calidez a su cuerpo, y no se había dado cuenta de qué tan frío se había estado poniendo (¿por qué tenía frío en un cuarto horriblemente cálido con tantas velas y un fuego en la chimenea de ese tamaño quemando el aire?) - Kurama bajó la planta y levantó la rama. Apretó hasta que el extremo roto soltó un fluido azul a su dedo. "Abre tu camisa."

   "¿Qué?" Harry no había escuchado bien, ¿verdad?

   "¿A menos que quieras esto en tu cara?" Kurama señaló a la cosa azul. "No se lavará por varios días."

   Harry rápidamente se sacó los tres botones de arriba de la pijama, esperando que fuese suficiente. Parecía serlo, porque Kurama se inclinó hacia arriba y comenzó a dibujar en pequeños y pegajosos movimientos bajo la clavícula de Harry. Hablaba mientras lo hacía, en un lenguaje que Harry no reconocía - no era nada como el Japonés, o los pedazos de cántico de sello con los que Hermione había molestado a Hiei para que tradujera ¿Cuántos lenguajes hacía Genkai aprender a sus alumnos?

   "Repite después de mí," Kurama dijo en Inglés. "Juro solemnemente  que mis labios estarán sellados."

   "Juro solemnemente que mis labios estarán sellados."

   "Mi mente y mi corazón, mis manos y mi magia."

   "Mi mente y mi corazón, mis manos y mi magia."

   "Por los poderes de otros, los muertos ni los dioses,"

   "Por los poderes de otros, los muertos ni los dioses," ¿En qué se había metido Harry?

   "No puedo revelar esto:"

   "No puedo revelar esto:"

   "Los eventos dentro del cuarto debajo de la Torre de Gryffindor, en la noche de el solsticio de invierno."

   "Los eventos dentro del cuarto debajo de la Torre de Gryffindor, en la noche de el solsticio de invierno."

   "Ni lo que Minamino Shuiichi Kurama le diga a Harry Potter de ellos."

   "Ni lo que Minamino Shuiichi Kurama le diga a Harry Potter de ellos."

   "Ni usaré el conocimiento para causar daño."

   "Ni usaré el conocimiento para causar daño."

   Kurama hizo un círculo alrededor del pequeño dibujo con el mojado, pegajoso líquido, y se sentó. "Todo listo."

   "Mejor que esto lo valga," Harry masculló, abotonándose la camisa mientras Kurama giraba al fuego y colocaba a Hiei en su regazo de nuevo.

   "Lo vale," Kurama respondió. "Hiei está en coma."

   Ese simple comentario sorprendió a Harry a dar una risa de no creérselo. "Estas jugando," él dijo. No era posible que fuera cierto. "Estaría en la Enfermería."

   Kurama giró una mirada fría a Harry que hizo temblar sus entrañas. "No estoy jugando," Kurama dijo planamente. "No lo llevé."

   No podía ser... eso... Kurama era el AMIGO de Hiei-"¿Por qué no?" Harry preguntó, voz apretada.

   "No hay nada que Madame Pomfrey pueda hacer." Kurama señaló al cuarto. "Yo puedo. Lo hago."

   "Pero-" Eso no tenía sentido. "¿Qué PASÓ?" La gente no solo caía en comas sin razón. Incluso los Muggles no lo hacían... y los magos podían tomar mucho más abuso que los Muggles. Hiei se veía bien. ¿¡Qué le pudo haber pasado en Hogwarts!?

   Kurama suspiró, y se silenció por un instante. Entonces... "Algunas magias internas tienen efectos secundarios Puntos débiles, traídos simplemente por la naturaleza de lo que sea que tengas poder. Los especialistas en armas y peleas se gastan sin peleas - un concurso o competición les puede salvar la vida."

   "¿Es eso lo que le pasa a Hiei? ¿No ha peleado recientemente?" Eso no le gustaba a Harry.

   "No," Kurama respondió. "La capacidad de Hiei con la espada es puramente Muggle. Su magia interna es... complicada."

   ¿Enteramente MUGGLE? "¿Cuál ES su magia interna, entonces?"

   La voz de Kurama se tornó algo entretenida. "¿No puedes adivinar?"

   ¿Adivinar? Adivinar... era algo obvio, entonces. Harry frunció el ceño, recordando...

 

   "Mira la nieve. Están corriendo - casi puedo verlo, en borrones."

   "¡Nadie más saldría a volar en una tormenta!"

   Abruptamente, Trelawny alejó la mano, alzó la jarra, y colocó más agua al plato de Hiei. Siseo al tocar el metal, elevándose en vapor y dejando el plato seco como hueso.

   "Nosotros PODEMOS oírlos, saben. ¿REALMENTE quieres a Hiei trabajando con Kuwabara en un cuarto lleno de materiales volátiles?"

   "No a prueba de fuego, exactamente," Yukina murmuró. "Sólo... inmune. Oniisan y yo."

   Harry miró alrededor. Fuego rugiendo en la chimenea. Velas: negras para protección, rojas para...

 

   "Fuego," respondió él.

   "En un sentido," Kurama dijo. "Para ser precisos, su magia interna es la antítesis del hielo. Calor, velocidad... un verdadero mago de fuego no estaría afectado, pero esta noche es la cumbre del poder de los magos de hielo - y por consiguiente, el punto más bajo del de Hiei." Una sonrisa infeliz. "Aunque no esperaba que fuera ASÍ de malo."

   "Si es peor de lo que se suponía," Harry dijo - razonablemente, pensó él --, "¿por qué no lo llevas a la enfermería?"

   "¿Y tener que mágicamente sellar a cada viajero casual para que prometieran silencio?" Kurama preguntó secamente. "¿Al personal entero? ¿Cada estudiante con una nariz tapada, incluso con los pocos que se quedaron? ¿Los fantasmas? ¿Los Elfos Domésticos? ¿Los retratos? Tengo mis límites, Harry."

   Punto, pero... "¿Por qué debes hacerlo? Hacer promesas con magia y eso."

   "¿Recuerdas, de regreso en el tren, cuando yo dije que sabíamos como ser cuidadosos con respecto a Voldemort?"

   Harry podía recordar que él lo había dicho. "Sí..." respondió inciertamente.

   "Esto es ‘cuidadosos'."

   Esto es casi paranoia, Harry pensó, pero no lo dijo en voz alta. Cayeron en silencio, y, lentamente, Harry se dio cuenta de que se sentía tan abrumado como lo hacía después de soportar una de las lecturas de Hermione. Demasiada información... no puedo ni pensar en algo más que pueda preguntar.

   "¿Si eso es todo...?" Kurama empujó.

   "Sí," Harry dijo. "Creo. Sí."

   "Entonces realmente debo regresar al hechizo de nuevo, antes de que Hiei se enfríe demasiado," Kurama dijo a modo de disculpa.

   Era un obvio ‘retírate', pero no como los de Dumbledore. Harry dejó este encuentro con información, para variar... demasiada, tal vez, pero era mejor que no tener nada. Se empujó del sillón.

   "Buenas noches, entonces," dijo él.

   "Duerme bien, Harry," Kurama respondió.

   Harry caminó entre las velas y se fue, logrando llegar a la Torre de Gryffindor sin ningún otro incidente. Al regresar a su dormitorio, metió su capa al baúl y cayó agradecidamente a su cama.


   La puerta se cerró con un clic detrás de Harry, el cerrojo cayendo a su lugar con un sonido gentil, y Kurama regresó a mirar el fuego. Levantó su mano derecha frente a su rostro, los primeros dos dedos apuntando hacia arriba para comenzar a cantar el Sutra del Fénix Oscuro de nuevo.

   Su mano temblaba.

   Kurama frunció el ceño.

   Quería matarlo. Sólo por un instante - quise romper el maldito juramento que Koenma forzó de mi. Lastimar a uno de los estudiantes. Él me agrada, pero... él interrumpió-

   Excepto que la interrupción no garantizaba ese tipo de reacción, no por vigilar a un amigo, colectando la deuda de protegerlo... ¿Cuántas veces fue que alguien del Equipo Urameshi había entrado de repente en las horas después de que Hiei hubo liberado el Kokuryuuha en el Torneo Oscuro? Los aliados no deberían despertar la urgencia de matar mientras se mantenía vigilancia...

   Excepto en un caso.

   Oh. Diablos. Kurama, eres un idiota.

   ¿Y ahora qué hago?


   Hiei llegó a conciencia absoluta lentamente, un modo de despertar con el que definitivamente no estaba acostumbrado. Afortunadamente, siglos de habito le dejaron catalogar sus alrededores mientras seguía pareciendo estar dormido, incluso con el extraño adormecimiento algo drogado que pesaba y alentaba sus instintos.

   Heridas: ninguna. Vendajes de sello: en su lugar. Armas: ninguna, pero no había dormido con su espada propiamente a su lado más de una docena de veces en los últimos meses de cualquier modo. Calor debajo suyo, extrañamente firme para un cojín de Hogwarts. Presencias: solo una, la esencia y el patrón de respiración tan familiar como el suyo propio.

   Kurama.

   Con eso, los ojos de Hiei se abrieron. "¿Qué estas haciendo?" preguntó él, encontrando molestia en el hecho de que su pregunta llegara cubierta de sueño.

   "Buenos días, Hiei," Kurama respondió, su propia voz rasposa y débil. "¿Qué es lo que recuerdas?"

   Ni una maldita cosa después de que fui escaleras arriba después del almuerzo, Hiei pensó. Respondió, "No evadas la pregunta."

   "Bien..." Kurama miró al techo pensativamente, y Hiei súbitamente se dio cuenta de que estaba mirando directamente a la garganta y quijada desnuda de Kurama. Cosa que solo podía estar haciendo si estuviese yaciendo en el regazo de Kurama.

   Eso explicaba lo extraño del "colchón".

   Kurama regresó su mirada hacia abajo para sonreírle a Hiei, bloqueando la vista de su garganta. "Me pagaste por Halloween."

   ¿Huh? "¿Te pagué...? ¿Cómo?" Por favor di que tuviste tu travieso modo con mi cuerpo o algo propiamente youko como eso, para que pueda odiarte. No-

   "En igualdad. Ojo por ojo, guardia por guardia."

   --digas eso. Joder. Hiei se empujó de el regazo de Kurama, ausentemente notando que las manos de Kurama acariciaban sobre sus (desnudos) hombros mientras lo hacía. ¿Dónde está mi camisa? Todas mis ropas, de hecho - estos no son mis pantalones. "¿Cómo supiste?" preguntó simplemente.

   Kurama se encogió de hombros. "Fuiste afectado por el equinoccio.  Un verdadero demonio de fuego no lo hubiese estado... pero no lo eres. Así que adiviné que el solsticio sería mucho peor. Y cielos, yo estaba en lo correcto."

   Zorro demasiado-observador demasiado-planeador demasiado-entrometido robador-de-secretos maldito por Dios... "No suenes tan satisfecho," Hiei gruñó. "¿Dónde están mis ropas?" Kurama apuntó a una pequeña mesa en el lado del cuarto, y Hiei se tropezó hacia ella y comenzó a cambiarse.

   "Sabes," Kurama dijo a modo de conversación, sentandose contra el sofá y gentilmente comenzando a estirar las piernas -- debió estar sentado en la misma posición toda la noche, Hiei se dio cuenta - "Estoy aliviado de haber terminado el Shin Go."

   Hiei dejó caer su camisa, sintiendo la sangre drenarse de su rostro. No había escuchado eso bien. No PODÍA haber-oh, bien. Halloween y la noche pasada casi precisamente encajaban en los términos del ritual. El único componente faltante era el clave, la petición formal de protección al principio. Si Kurama lo estaba interpretando como el Shin Go... él obviamente había estado viviendo entre los humanos y su mierda sentimental por demasiado tiempo.

   "Pudiste haber lastimado realmente a Harry y Ron la noche pasada," Kurama continuó, fingiendo no saber. "Los humanos no pueden manejar la hipotermia tan bien como los demonios pueden. Aunque supongo que pude haberles dado una dosis de polen de frosgut para elevar sus temperaturas-"

   "Tú... tú piensas... ¿estas DEMENTE?" Hiei interrumpió.

   Kurama pretendió pensar en aquello por todo un segundo. "Nope. Estoy bastante seguro de que los humanos no pueden tolerar la hipotermia-"

   "¡No ESO!" Hiei le espetó. "Esto NO fue Shin Gi." ¿Cómo demonios podía pensar Kurama que lo era? "Hice lo que era necesario, tú tomaste tu paga. Eso es todo."

   "¿Y qué si no lo fue?"

   Hiei se congeló, y Kurama tomó ventaja de eso para jalarse al sillón, dejando su cabeza caer para descansarla contra la parte trasera. Hiei estaba incómodamente al tanto de que esto dejaba la garganta de Kurama libre para un ataque por segunda vez desde que Hiei despertó. "Podría preguntar, para el año que viene."

   No podía. No era posible. Era impensable.

   "De hecho," Kurama murmuró, sorpresa en su voz, "creo que tengo el derecho. Lo haré, incluso."

   "Estas loco," Hiei dedujo planamente, recobrando su equilibrio. Esa era la única explicación. "Lo que fuese que hiciste anoche te quemó el poco cerebro que tienes."

   "Lamento romper tu burbuja, Hiei, pero el simple hecho de que ambos estamos parados aquí vivos, intactos, sin ser molestados," sonrió, "y que pasamos ambas noches sin dolor alguno, es prueba suficiente para mí. Así que... Yo, el Youko Kurama, libremente admito debilidad en la noche de Halloween. Yo pido tu presencia-"

   Hiei se movió violentamente, boca abierta por el desconcierto Nunca debía escuchar esto. No habría siquiera SABIDO que eran palabras formales si no fuera por la librería de Shigure. ¿Y que estuviesen dirigidas A él...?

   "-sin ataduras y armado, libre en voluntad y de hechizos-"

   No estaba pasando. Pretendería que nunca había pasado.

   "-sin testigos ni cargas-"

   CÁLLATE. Regresa a tus sentidos ya, zorro -- ¡no me HAGAS esto!

   "-para hacer lo que debes. ¿Tú, Hiei, amo del Jagan, aceptas?"

   "Deja de ser ridículo," Hiei rugió, poniéndose las botas y caminando a la puerta. "Tienes hasta Halloween para retractarte de tu propuesta," ordenó él, abriendo la puerta fuertemente.

   "¡Tienes hasta Halloween para aceptarla!" Kurama llamó felizmente tras él.

   Hiei cerró la puerta de golpe como respuesta.

**Continuará**

Notas de la Autora:

"-Los chicles eternos son cortesía de Roald Dahl, autor de Charlie y la Fábrica de Chocolate. (Y Hollywood, y la compañía de dulces Willy Wonka)

-Gracias a Allie por ayudarme con Dumbledore. Aún no puedo escribirlo.

-La planta blanco azulada con las flores es frosgut, como se vio en el capítulo en el cual Neville se enojó y explotó cuatro calderos. El polen de Frosgut produce fiebre. Hiei estaba jalando calor de todos los objetos en el cuarto, incluyendo gente. (No le iba muy bien con el aire, sin embargo.)

-"Privado en un modo que Harry no tenía idea era posible entre dos chicos..." : Harry esta siendo un poooooooooooco tontito aquí. No es como si le hubiesen permitido ver mucha televisión o ir a las películas o lo que sea en el mundo Muggle, y no estoy segura del mundo mágico (no puedo estar segura. JKR tiene censores).

-Esta promesa mágica de guardar silencio no es Fidelius. Es algo Oriental o posiblemente Makai que no me he molestado en investigar.

-Kurama no uso el polen de borrado de memoria, como lo hizo en las series, porque no es precisamente suficiente y tiene ciertos efectos que los magos notarían. (La vez que sí lo uso, la chica se olvidó no solo de varias horas de la tarde, pero también de su gusto de larga duración por Kurama.) Además, nunca lo ha probado en magos parcialmente entrenados. Además, necesitaba que explicara lo que pasaba con Hiei.

-El Sutra del Fénix Negro: hechizo de magia externa de uno de los niveles más bajos de el Makai Oriental. Asociado con oscuridad, fuego, y renacimiento-resurrección-reunificación.

-Shin Go: gracias a Allie de nuevo, esta vez por saber kanji. Buscó ‘confianza' y ‘cuidado/guardar' para darme un nombre para esta tradición del Makai que inventé. Realmente no se traduce a términos humanos (NO es una propuesta de matrimonio ni nada de eso). Sí, es un punto de la historia, no una aproximación al azar al shonen ai.

-Una larga explicación tal vez se necesite aquí, con respecto a la magia interna y externa. La magia interna es peligrosa, pero instintiva a usarse cuando te das cuenta de lo que ES, la cual es la razón por la que tiende a ser el tipo de magia que los demonios usan - no tendrás que depender en pensamientos racionales al tiempo de un ataque sorpresa. La magia externa es más segura, y de uso universal para todos, así que es la magia que Hogwarts toma para enseñar. No hay distinción entre que cultura usa cual; los animagos Occidentales están usando magia interna, por ejemplo. Aquí, Kurama usa hechizos del Makai y Orientales de magia externa, porque su magia interna no sirve mucho en esta situación. Y los conjuros de larga duración, son magia externa llevada al nivel extremo, y se llaman ‘conjuros de larga duración' porque toman horas, o incluso días, en completar. Hogwarts se construyó de magia interna y conjuros de larga duración."


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