Capítulo 7
Callejón Diagon
Parte II
"No pongas esa cara, Yuusuke." Botán le dijo afablemente.
"¡Pero la varita de mi novia es más grande que la mía!"
"El tamaño no es lo que cuenta."
La fulminó con la mirada. ¡Fácil decirlo! Su varita de roble y fénix tenía diez pulgadas, tan larga como la de Kuwabara, unicornio y árbol de cerezo. Sin mencionar que su comentario no ayudaba. Kuwabara intentaba inútilmente suprimir carcajadas.
"¡No es gracioso, hombre!"
"Deja de gimotear, Yuusuke." Genkai le espetó.
Hiei los ignoró, vistosamente aburrido. Por dentro, sin embargo, aún escuchaba a Ollivander, y a las palabras que les había dicho.
~ Interesante... Se exactamente cuales debo darles. Aquí. Ébano para el señor Jaganshi, pino Noruego para la señorita Koorime, cabello de cola de unicornio y siete pulgadas, ambas. Agítenlas, agítenlas. ~ Una suave luz, una mezcla de una puesta de sol de mediados de verano y una luna llena cubierta de nieve, llenó el cuarto como niebla. ~ Si, sabía que no habría equivocaciones. El unicornio del cual tomé el cabello para ambas de sus varitas -si, ambas-era realmente hermosa. Estaba sorprendido de que escogieran corazas tan distintas, pero ahora veo... si, ahora veo... ~
¿Sin duda? Dioses, esto era un lío. Ya era pararse en territorio inestable, permitiéndole a Yukina pretender que eran hermanos por la maldita misión. ¿El maldito viejo tenía que decirles que sus varitas tenían el mismo núcleo?
Subconscientemente notó la entrada del grupo a la tienda de mascotas -estar atento a lo que rodeaba a uno era algo necesario para sobrevivir en el Makai, y Hiei no era otra cosa que un sobreviviente-pero no le importó. No iba a conseguir una mascota. ¿Alguna cosa peluda o escamosa que demandaría de su atención y comida? ¡Olvídalo! El zorro ya hacía eso... bueno, no la parte de la comida, pero Kurama era un poco demasiado apegado a la atención a veces. Hiei llevó su atención a los otros.
Yuusuke y Kuwabara se habían ido a explorar la tienda entusiastamente, riendo ante una caja de ratas danzarinas. No iban a conseguir mascotas tampoco; el pingüino-fénix-cosa de Yuusuke (Hiei no sabía ni le importaba como se llamaban las aves del Reikai, solo sabía que la de Yuusuke era molesta), Puu, y el gato de Kuwabara, Eikichi, estaban con Genkai, quien sabe donde pero les había dicho que estaban a salvo y cómodos. Yukina examinaba una gran tortuga con una cara solemne, que tenía un caparazón con joyas, acariciando su cabeza suavemente. Botán había encontrado una jaula de cuervos y parecía estar escuchando a sus graznidos infernales. Keiko estaba viendo, de entre todas las cosas, a una pequeña terraza con cosas peludas amarillas.
Los ojos de Hiei se abrieron de golpe cuando sintió un suave jalón en su gabardina. Miró hacia abajo, solo para ver a una pequeña bola de pelo negra, un gatito, parado en sus piernas traseras, las delanteras hundiéndose en la pesada capa. Miraba a Hiei con grandes ojos color verde jade, maullando con tono llorón.
"¡Oh, que lindo!" Yukina lo estaba mirando de repente.... no, al gato. No podría patearlo con ella viendo. Lo fulminó con la mirada, con una furia silenciosa, mientras el gato comenzó a trepar por su capa. ¡Que maldita bestia insolente...! Paró en su cadera, garras aferrándose a la seda espesa, y maulló de nuevo, de algún modo más suplicante, como si... Volvió a dirigirle una mirada fulminante. Como si supiera que caería si intentaba aferrarse a las mangas de Hiei, y que supiera que Yukina estaba observando.
Maldita sea.
Descruzó los brazos y gentilmente quitó al gato de sus ropas, sosteniéndolo en el aire para mirarlo a la cara. Los ojos no eran verdes, de dio cuenta, pero de un tono azul de recién nacido, cambiando a un tono de amarillo. Eso-no, ella-movió una pequeña pata y maulló en su cara con un aliento que olía a leche.
"¡Creo que le gustas, Oniisan!"
"Hn."
"¿Porqué no la compras?"
"No es lo suficientemente grande para que se la quiten a su madre." Dijo fríamente.
"De hecho, lo es." Hiei se tensó, instantáneamente acercando sus manos, y también al gato, más cerca de si mismo. La mujer detrás del mostrador no debió ser capaz de oírlo. La bruja continuó. "Esta semana se volvió lo suficientemente mayor."
Yukina dio una risita mientras el gato se liberaba de las manos de Hiei para trepar a su hombro, y empezó a pegarle con la pata a su bufanda. Gruñó al gato, pero no se movió para impedirle que se hundiera seguramente en la tela. Maulló de nuevo, ruidosamente, haciéndole gemir pues el gato estaba justo junto a su oreja, y entonces ella lamió su barbilla con una pequeña y rasposa lengua antes de acomodarse, ronroneando.
"No creo que se vaya sin ti, cariño." La comerciante le dijo, sin ocultar su regodeo. Él la miro fulminantemente.
"¿No te gusta, Oniisan?" Preguntó Yukina tristemente. "Te ama."
"Quería un lugar cálido para dormir." La corrigió.
"Su madre y hermanitos están calientes, y también los otros clientes." Yukina reclamó. "Te eligió a ti."
Hiei miró a Yukina diligentemente, y ella le regresó una cálida, esperanzada mirada. "Entonces tiene mal gusto." Soltó él.
"No, Oniisan. Tiene un muy buen gusto. Ella te eligió a ti."
Hiei alejó la mirada, furioso. Odiaba cuando Yukina decía ese tipo de cosas. Siempre le afectaban más que un golpe en la garganta. Obligó a sus ojos a observar a la comerciante.
" No voy a darle de comer con biberón." Le espetó.
"Claro que no, cariño," La bruja le dijo. "El precio incluye comida de gato, y una caja de arena por si la quieres tener dentro de casa." Caminó de regreso al escaparate , túnica danzando tras ella, y después de cinco minutos de detalladas instrucciones y un intercambio de Sickles, Hiei casi se tropezaba para salir de la tienda, el dueño sorprendido de un gato muy joven.
Yukina lo siguió fuera. Hiei alcanzó su bufanda con la mano, talvez para tratar de sacar al gatito fuera, y parpadeó cuando su hermana le agarró la mano.
"No, no, no hagas eso." Le dijo, sus dedos doblando los de Hiei suavemente hacia dentro. Levantó una ceja, curioso. "La vas a asustar si le muestras tu mano con los dedos extendidos así." Hiei observó, nada divertido, mientras Yukina guió su mano para acariciar al felino. "Así."
Para sorpresa de Hiei, el pelaje bajo sus dedos era suave, y sin peso. Nada como las pesadas masas que Kurama usaba en su forma de zorro, hechas para protegerlo en la intemperie. Casi ni notó que la mano de Yukina se alejó, continuando las suaves caricias al gatito mientras la chica junto a él para mirar la multitud. Esto... no estaba tan mal. Talvez podría dejar a la gatita ahí. No estaba en su camino, exactamente, cuando estaba en su hombro así. Solo tendría que ser más cuidadoso y alejar la bufanda de si mismo si era atacado. Podría hacer eso.
Saltó cuando las puertas de la tienda se abrieron de nuevo y detrás de él Keiko salió a la calle, malhumorada, con una rana verde brillante en su mano de una forma incongruentemente gentil. Yuusuke y Kuwabara la seguían, visiblemente confundidos, con una relumbrante Botán tras ellos.
"¿Keiko? ¿Qué pasó?"
"Yuusuke me compró una rana." Keiko refunfuñó, mostrando al animal. Era sorprendentemente redondo para ser una rana, con grandes ojos saltones, miembros gordos, y una boca que parecía estar sonriendo.
"¡Pero a ti te GUSTAN las ranas!" Yuusuke intentó explicar.
"¿Desde CUANDO?"
"¡Desde siempre! ¡Desde que esa cosa Keropi apareció en la TV!"
Keiko se congeló, ojos creciendo como platos. "Yuusuke, eres un idiota." Dijo lentamente. De repente giró hacia él. "Pero supongo que Keropi-chan será más fácil de cuidar que un gato o una lechuza." Gimió. "SI tuviera una terraza."
"No necesitas una, Keiko." Genkai le dijo, irritable. "Es lo suficientemente pequeño para que lo guardes en tus bolsillos." Movió su cigarrillo de un lado de su boca a la otra y miró al final de la calle. "¿Dónde está ese chico?"
Hiei giró los ojos y se aflojó un poco la bufanda. ::Mueve tus colas, zorro:: proyectó mentalmente. ::Estamos esperando::
*****
"¡Conozco ese movimiento!" Kurama dijo.
"¿Hm?" Harry vio hacia el póster al que Kurama estaba apuntando. Una mujer pequeña en túnicas de volar verdes daba un giro en el aire y se apresuró hacia el piso, impulsándose hacia arriba en el último segundo. "Oh. Es una Finta Wronski. Un movimiento de Buscador."
"¿Lo has hecho alguna vez?"
"No en un juego." Harry había dejado salir que él jugaba esa posición. "Creí que no sabias nada sobre Quidditch."
"No lo sabía. Uno de mis amigos hizo algo parecido hace un par de meses. Pensó que era muy gracioso, pero Kei-" Kurama se detuvo abruptamente, ojos verdes agrandándose ligeramente. "¿Um, Harry?"
"¿Si?"
"¿Qué hora es?"
"Veinte a la una. ¿Por qué?"
"¡Voy tarde!" Kurama agarró sus cosas, volteó a medias, y luego regresó para inclinarse levemente. "Estoy terriblemente apenado." Le dijo.
"Esta bien. Vete ya." Harry intentó no sonar decepcionado, pero había sido lindo ser tratado como una persona normal por una vez. Si alguna vez veía a Kurama de nuevo, el chico seguro sabría todo sobre el estereotipo de El-Niño-Que-Vivió.
"¡Te veré luego!" Kurama llamó al apresurarse fuera de la tienda.
"Si." Como si eso fuera a pasar. Kurama vivía en Japón, y Harry estaría en Hogwarts por el resto del viaje de el chico. Harry lentamente recogió sus cosas y regresó a la calle, observando al pelirrojo desaparecer en la multitud antes de salir del camino de los niños obsesionados con las escobas y dirigiéndose a la tienda de Madame Malkin, donde otro grupo de pelirrojos esperaban.
"¿Harry, por qué tardaste? Ya tenemos todas las medidas echas." Ron le mostró una bolsa café de compras.
"Lo siento. Perdí al noción del tiempo." Siguió a los gemelos a Flourish & Blott's. "La nueva Saeta de Fuego salió. Se llama la Mileni-" Chocó contra Fred, sin notar que los gemelos se habían detenido de repente y miraban algo intensamente.
"¡Infierno sangriento!" Dijo Ron débilmente.
"¿Qué?" Harry miró por sobre el hombro de Fred, y sus ojos se ampliaron. Una masiva pila de los libros mas grandes y gruesos que Harry jamás había visto estaban en el mostrador. Cada monstruosidad cubierta de cuero parecía pesar veinte libras, fácilmente. Uno estaba parado para ser observado, el título claro en la portada.
"La Completa Prehistoria del Universo, Abridged." George leyó el título. "Esta en nuestra lista de libros."
"Y la nuesta." Harry dijo. "Apuesto a que Hermione esta encantada." Ron lo miró incrédulamente. Harry tomó el volumen de arriba, rápidamente recuperando su equilibrio tras balancearse un poco. "No es tan malo como se ve."
"Es peor." Ron gimió. "¡Quienquiera que enseñe con esto tiene que ser un sadista! Estamos condenados."
Los gemelos tomaron los libros también. Fred hizo una mueca por el peso, y miró a George. "¿Qué piensas?"
"Muestra gratis."
"Prueba de mercado."
"¿Pops Pupper-up?
"Creí que los llamaríamos de otra forma."
"No hemos pensado en nada mejor aún."
Mientras los gemelos parloteaba, Harry se inclinó hacia Ron. "¿Pops Pupper-up?"
"No estoy seguro. Han estado ocultando todo de Mamá este verano. Creo que se supone que dan a la gente orejas de perro."
Una mano se cerró sobre el hombro de Ron. "¿Oh, se supone, verdad?"
"¡Mamá!" Ron chilló.
"¡Mamá!" Repitieron los gemelos.
Molly Weasley ya miraba a sus hijos mayores con una mirada fulminante. " Voy a buscar en su cuarto después." Prometió, antes de mirar más lejos de ellos. "Bueno, veo que han encontrado los nuevos libros de Defensa. Santo cielo, son grandes..." Divagó, luego se alegró. "Es bueno saber que el profesor de este año es tan serio sobre la materia como lo era Remus. Espero que él o ella sea menos peligrosa..." Los cuatro le dieron miradas acusadoras. "Paren eso." Los regañó. "No vamos a tener esta discusión otra vez." Tomó una copia de el libro para Ginny, y los guió a la linea para pagar.
De regreso en la calle, sus libros empacados en una sola bolsa con un hechizo de reducción de peso y carga-todo en el objeto (libres con todas las copias del grueso libro en la bolsa), Molly volteó para mirar a los adolescentes. "¿Quién tiene hambre?"
"¿Es esa una pregunta retórica?"
"Bueno, queridos, pudimos obtener unos descuentos geniales hoy, así que podemos gastar un poco en una buena comida en el caldero chorreante." Ese aviso causó varias caras sonrientes, y los gemelos hicieron una estampida de dos hombres hacia el bar. "¡Fred! ¡George! ¡Más despacio!"
*****
Kurama se deslizó fácilmente por la multitud en el Callejón Diagon, engañosamente calmado, en poco apresurado. Por dentro, No Estaba Feliz. ¿Por qué demonios Hiei había usado telepatía alrededor de los magos, solo para decirle a Kurama que iba tarde? Podía sentir la magia oscura como neblina entre los edificios por los que pasaba, sentir el peso de artefactos Oscuros y se usuarios aún más alejados que debían estar en el Callejón Knockturn. La mente de Hiei pudo haber sido palpada por cualquiera de ellos. ¡Pudo haber sido atacado, o controlado, o revelado, o cientos de cosas más, y el demonio de fuego tenía que haber sabido eso!
El pelirrojo se salió de la multitud, al circulo de amigos que le esperaban.
"Kurama, bienvenido de regreso-" Botán comenzó.
Rodeó a la chica y paró frente a Hiei, mirando a los ojos descubiertos de el bajito demonio. Hiei regresó su mirada, nada sorprendido y silencioso.
"¿Qué hacías, Hiei?" preguntó suavemente. Miró las pupilas de el demonio dilatarse, la única señal externa de que Hiei se había dado cuenta de que Kurama estaba molesto. Excelente control muscular, Hiei, Kurama pensó, notando que el pequeño demonio no se había tensado, pero tus ojos siempre me han revelado la verdad. Justo ahora, gritaban vergüenza, pena, cautela, pero no miedo real. Bien. Había tomado mucho trabajo duro para que Hiei comprendiera que Kurama -Youko, de hecho- no dañaría a nadie a quien hubiera decidido llamar aliado, a menos que le traicionaran primero. Por supuesto, había tomado mucho más tiempo para que Hiei entendiera que Kurama no estaba implicando que él pensaba que poseía al independiente y fiero demonio...
Kuwabara se aclaró la garganta. Kurama se dio cuenta de que él y Hiei se habían estado mirando por varios minutos, y empezaban a emitir hostilidad. Kuwabara, claro, había sido el primero en notarlo. No dejó de mirar a Hiei al esperar que los demás también se dieran cuenta.
Botán lo hizo primero, y tosió. "yo, uh, ¡Se supone que consiga una lechuza! ¡Cierto! Para, uh, ¡Mantenerme en contacto! ¡Claro que sí!" Tiró de el brazo de Keiko presurosamente. "¡Ven a ayudarme a escoger uno! ¡Por favor!" Sus ojos fueron de Kurama a Hiei, y luego al área más segura de la calle.
"Okay..." Keiko murmuró, confundida. Ella llevó a Yuusuke. "Vamos."
"¿Qué? ¿A dónde vamos?" Yuusuke preguntó, tratando de evitar que Keiko se enojara con él. Ella daba miedo cuando estaba enojada.
"¡Tienda de lechuzas! Si, si, debemos conseguir lechuzas... maravillosas aves, muy útiles, debemos conseguir una para tener informador a todos en casa..." Botán forzó una risita, y se alejó velozmente con el grupo.
Finalmente, se habían ido, y Kurama suspiró. "Pudiste haber sido atrapado por Akui." Murmuró tristemente, usando la palabra Japonesa para malicia; también era una palabra youkai para ciertos tipos de magia Oscura.
"¿Por ningen?" Hiei resopló, ofendido.
"Si." Kurama respondió simplemente.
Hiei le gruñó. "Dame un poco más de crédito que eso."
"Lo siento." Hiei debería saber mejor que nadie sobre esconder su use del Jagan. Lo había hecho por años en el salvaje Makai, después de todo. Pero... "¿No estas siendo algo complaciente porque son solo ningen?"Hiei le dio una mirada marchita. "Claro que no." Kurama respondió su propia pregunta.
"Sabes tan bien como yo lo que una idiotez así te gana en casa." Le soltó Hiei.
"Lo se." Orgullo era una cosa en el Makai; youkai sin él tendían a mantenerse en la parte baja de la cadena alimenticia, ya que difícilmente trabajaban duro para mejorar sus habilidades. Llegar al punto de descuido, sin embargo, simplemente llevaba a una rápida y sucia muerte. "Pero me preocupo.
Hiei resopló. "Eres estúpido."
Kurama se encogió de hombros. Ya había dicho demasiado. Cambió el tema. "¿Vamos a conseguir tu baúl?"
"Baúl." Hiei dijo planamente.
"Si. Ya sabes, ¿las cajas grandes cubiertas de cuero, donde la gente pone las cosas cuando van a viajar?" Kurama le molestó. "Aún necesitas uno."
"No necesito cosas ningen."
"Tienes demasiado para que quepa en el mío. ¿Y que tal si nos ponen en casas distintas?"
"No seas un tonto. Ambos podremos estar solo en una de ellas."
"Oh, no lo se. Podría ser un Ravenclaw..." Kurama desvió, sonriendo dulcemente cuando Hiei giró sus ojos.
"Zorro vanidoso."
"Amargado. ¿Por lo menos mira a los baúles que puedes comprar?" Hiei resopló, pero permitió a Kurama guiarlo a una tienda cercana de equipaje. El pelirrojo no gastó tiempo. "Aquí hay uno decente; cuero café, trabajo metálico de latón-"
"Cuero de caballo, barato, y seguros aún más baratos. Podrías abrir esos con una ramita." Aunque, considerando la magia de Kurama con las plantas, no era el mejor ejemplo. " Yo podría abrir esos con una ramita." Rectificó.
Kurama se iluminó. Ya sabía eso, pero ahora no dejarían la tienda hasta que Hiei encontrara algo que viviera a sus expectativas estándar. A veces el pequeño demonio de fuego era tan predecible. Se movió hacia otro baúl, este brillante con la delineación de plata, el cual Kurama apostaba que Hiei rechazaria por ser demasiado visible.
"Demasiado visible." Hiei gruñó.
Finalmente, dejaron la tienda de equipaje, Hiei cargando un baúl de cuero de dragón sobre el hombro-su hombro izquierdo, para que no lastimara al gatito echando un vistazo afuera desde su bufanda. El nombre del demonio estaba escrito en una placa de tosco acero anti-reflejante, que hacía juego con el resto de trabajo de metal en el baúl, y los seguros casi pasaban los estándares más bajos de Hiei. No guardaría nada excepto túnicas de magos y libros de texto en el, sin embargo, así que no importaba que los seguros fueran casi inservibles.
Caminaron en el callejón, hacia el Caldero Chorreante, y encontraron al resto del grupo fuera de la tienda de mascotas. Botán sostenía una caja con una lechuza ruidosa.
"¿No es adorable? ¡Voy a llamarla Nakiri!"
"Bastante." Kurama murmuró. Hiei se alejó de la caja con una mirada fulminante. "Hiei también lo piensa, estoy seguro. ¿Podrá Nakiri llevar correo todo el camino hasta casa?" Sabía que Botán no estaría enviando cartas a Japón.
"Fue criada para tener un rango mayor al de la mayoría de las lechuzas." Botán respondió alegremente. Mensaje recibido. La lechuza podía viajar al Reikai.
"¿Qué es eso?" Hiei preguntó, no en un modo particularmente grosero.
Yukina tenía una jaula más pequeña. "Este es Suppi." Murmuró. El pequeño búho dentro movió sus pálidas plumas grises y ululó suavemente. Hiei examinó al ave con mirada de desconfianza. "¿Te gusta, Oniisan?"
Hiei no contestó por unos segundos. "Esta bien." Yukina se puso radiante hacia él. "Solo alejala del gato."
"Creo que le haría más daño a tu gatito del que podría recibir." Yuusuke dijo.
"Callate."
"Si ya terminaron de gastar el tiempo." Genkai resaltó. "Quisiera ir al hotel y dormir un poco antes de que el tren se vaya mañana."
"¿No tomaste tu siesta antes de irnos, abuela?" Yuusuke preguntó.
"¡YUUSUKE!"
"¿No has aprendido nada, niño?" Genkai le espetó. "Da gracias a todo momento que permito que descansen. ¿O acaso no recuerdas viajar al Torneo el año pasado?"
"Er, de hecho, no..."
"Es porque te desmayaste antes de que el barco llegara, Yuusuke, y no despertaste hasta que la primera ronda estaba casi terminada." Kurama le dijo, sonriente.
"Oh, si..."
"Oh si, él dice." Kuwabara se quejó. "¡o tuve que llevar tú trasero por toda la isla, E hiciste que perdiera mi combate!"
"Perdiste tu propio combate, Kuwabara. Gastaste la cuenta."
"¡Teme! ¡¿Cómo podrías saber?!"
"Estuvo en la TV después. No puedo creer que peleaste con un niño."
"HOY, niños, o los tendré levantados Y entrenando antes del amanecer por una SEMANA."
Yuusuke y Kuwabara se sobresaltaron. "¡Si, Genkai!"
"Profesora para ustedes."
*****
Harry soñaba. Estaba parado, de frente a una ventana con varios paneles , varios rotos o solo idos. El poco vidrio aún en la ventana estaba lleno de tierra. Volteando, vio que estaba parado dentro de la casa a la que la ventana pertenecía. Un fuego débil en la chimenea de el muro de junto, mezclándose con la débil luz del crepúsculo que daban solo la luz necesaria para poder ver los muebles en el cuarto.
~"¿Era un mago real, entonces?" El viejo hombre dijo, ojos en Voldemort. "Me mató, el maldito... Pelea, chico..."~
Harry tomó un violento respiro ante el repentino recuerdo. El viejo hombre Muggle de la varita de Voldemort, solo hace unas semanas-lo habían matado aquí, Harry lo había visto hacía más de un año...en.... en.... la mansión de los Riddles, claro. La casa ancestral de Voldemort. ¿Qué demonios hacía aquí?
Al menos el sillón cerca de la chimenea estaba vacío esta vez. Realmente no quería ver esa criatura mal-formada que Voldemort había sido por tantos años. No era que quisiera ver a Voldemort de ningún modo, especialmente considerando que el hombre tenía todo su poder de regreso, pero, bueno..... ew.
Un dócil sonido desde el pasillo llamó su atención. Instintivamente dio un paso más cerca de la puerta (¿estaba loco?), y oyó una suave... ¿risa? Ciertamente no era una linda risa... y había palabras mezcladas con ella.
"...rante pedazo de basura humana...¡talvez puedo convencer al Amo para dejarme morderlo antes de que la diversión comience! El maleficio de tortura es mucho más divertido con mi veneno manteniendo al juguete lúcido..."
Harry se puso pálido, yendo a través de la puerta-literalmente a través, ya que parecía ser tan substancial como cualquier fantasma-y siguió la risa malévola por el pasillo. Casi ni notó el siseo por encima de las palabras, pero no podía ser nadie más que la serpiente de Voldemort, Nagini.
La voz de Nagini, hablando apaciblemente de torturas, que Harry pudo haber vivido su vida sin saber de ellas, lo guió por varios corredores y por una escalera, a los restos de un salón de baile de dos pisos. Cerca del centro de el salón, un circulo roto de personas con capas negras se encontraban, silenciosos. Harry contó los lugares vacíos en el circulo, recordándolos de la Tercera Prueba: tres sin nombre, muertos al servicio de Voldemort; dos más, los Lestrange, en Azcaban; uno fiel, ese era Barty Crouch Júnior; el cobarde escondido, Karkaroff; y... el último espacio estaba lleno.
"Ah, estamos todos aquí." Voldemort dijo, sonriendo mientras Nagini entraba al salón de baile, carcajeándose con regocijo. La serpiente comenzó a rodear a los mortífagos, siseando molestias mientras Voldemort llamaba a cada uno de ellos.
"Avery... No has rogado por perdón en esta reunión aún." ("Perdón!" Nagini rió. "Nunca perdona, nunca olvida, pedazos de basura humana no aprenden...")
"Pettigrew..." ("Hombre-rata, mano-plateada, el primero en mi plato para la cena cuando el Amo gane...) Voldemort continuó con el circulo, Nagini prosiguiendo sus comentarios. (Ataca por la espalda, bonitas palabras y bonito dinero; ¡Debe saber su lugar! Devoto, adorable, hombre loco leal... Las bestias peligrosas no son divertidas... ¿Qué es un señor sin peones?)b Finalmente, Voldemort llegó al hueco más grande.
"Mis cuatro muertos..." Dijo funestamente. (los más leales, más dignos de confianza, más inútiles, los muertos...) "El cobarde..." (¡Tonto!) "Y, por supuesto, mi querido Maestro de Pociones..." (¡Traidor! ¡Espía! ¡Juguete! ¡Dejadme morderlo!) "Cálmate, Nagini," Voldemort dijo apaciblemente. "Todo a buen tiempo. ¿Severus?"
"¿Si, Amo?"
"Los años han aumentado tu ingenio, Severus," Voldemort le dijo al hombre enmascarado. Snape se tensó visiblemente en sus túnicas de mortífagos ¿en verdad creíste que toleraría tu alianza cuestionable una vez más? Oh si, Severus, supe al instante cuando rompiste tu juramento." Se detuvo, acercándose al hombre. "Te dejo vivir, sin embargo. Te dejé llevar pobres pedazos de información al amante de los Muggles,-" (¡Tonta peste, protector de porquería!) "-Dumbledore. Después de todo, tus pociones me eran muy útiles en mi búsqueda en la muerte. Pero ahora... He vencido, Severus, así que tu uso esta al final." Usó la punta de su varita para alzar la mascara suavemente, y la dejó caer al piso. "Yo vivo, Severus," murmuró, mirando la cara pálida de el maestro de Harry. "Y tu... no. Crucio."
Severus Snape cayó al suelo silenciosamente.
La cara de Voldemort se contrajo con ira, y de repente los alrededores de Harry caían lejos de él. Trató de obtener una imagen clara, encontrar que había ido mal-ya que era seguro que algo iba mal, la expresión de Voldemort se lo dijo a Harry, y gracias a Merlín que sus planes habían ido mal de un modo u otro-pero el sueño se alejaba de su alcance, marcando espirales en la obscuridad.
Harry se despertó bruscamente con un jadeo.
"Nngh... ‘¿Arry? ¿Qué pasa?" Ron preguntó, somnoliento, desde la cama de a lado.
"Nada." Harry respondió automáticamente. ¿Qué hora era? Solo... ¿la una de la mañana? "Vuelve a dormir."
**Continuará**
